¿Cuál era la diferencia entre individualista y egoísta? ¿Ser más introvertido que expresivo me condenaba a la anterior cosa y, por ende, a la segunda? Lo bueno, lo malo; lo blanco y lo negro; lo decidido y lo que quedaba por descubrir. Observo de reojo a la albina, en cuanto me responde, logrando con su respuesta que esbozara una sutil sonrisa, que entornara mis ojos con pura y transparente ternura. Volví mi vista al libro que tenía en ese instante, observando con detención los diversos mapas de Tokyo que habían en esas dos míseras, pero inmensas páginas. —Eres asombrosa, Kashya-san, ¿alguna vez te lo han dicho? —prácticamente murmuré, pasando página con delicadeza, inmerso en las imágenes que mis ojos observaban con calma—. También me gusta la literatura, pero a veces siento que no tengo el tiempo para ella. Dejé que el silencio se prolongara un tiempo, un pequeño lapsus de tranquilidad y quietud, tras asentir con simpleza a la respuesta que me dio.
Era un chico un poco raro, ¿verdad? Había llegado algo perturbado, pero ahora parecía bastante más calmado. ¿Habría sido por mi presencia? Era cierto que mi tranquilidad innata, o más bien indiferencia, hacía que la gente a mi alrededor perdiese las ganas de molestar y se acabase yendo, o que compartiese el momento si disfrutaba del silencio como yo, pero eso de tranquilizar a alguien que está alterado sin hacer nada pues... era bastante nuevo, creo. A decir verdad, tampoco me importaba mucho mientras no incordiasen. Erguí la cabeza cuando volvió a hablar y... seguí sin mostrar ninguna expresión evidente al escuchar sus palabras. Todo lo contario, asentí con la cabeza con solemnidad, cerrando los ojos en el proceso. —Lo sé —respondí, aun con tono suave, al volver a enfocar mi vista en él. Lo había comprobado muchas veces, lo sorprendida que se quedaba la gente cuando me conocía y eso. No era algo que me dijesen a menudo, en realidad, pero no hacía falta escucharlo para darse cuenta... o por lo menos a mí no me hacía falta mucho más, porque se notaba. >>La excusa favorita de todo el mundo, la de no tener tiempo —seguí hablando, sin mostrar rastro alguno de molestia ni nada parecido, mientras volvía a enfocar la vista en el libro que tenía abierto delante—. Pero en realidad es cuestión de prioridades. De todas formas, no hace falta leer La Odisea para que se considere lectura, todos leemos mucho más de lo que creemos con las redes sociales y demás. Al fin y al cabo, yo era partidaria de que cada uno leyese lo que más le apetecía mientras leyese, así fuesen los ingredientes de alguna comida, porque todo aportaba de alguna manera.
Contenido oculto: Sueño Diurno Solté una sonrisa suave, corta y silenciosa al recibir su respuesta tras asentir con lentitud. Con que lo sabía, ¿eh? Que facilidad para admitirlo... eso estaba bien, supongo. Levanté la vista del libro, con una clara sorpresa en mis facciones calmadas, en cuanto dijo lo de excusa favorita... interesante. Le sonreí amplio, cordial, entornando mis ojos de por sí rasgados, apoyando un costado del rostro en mi puño izquierdo, cabeza ladeada, porque en realidad me interesaba más ella que la geografía en sí... Al final del día, era un friki de los propios humanos, ¿no? La mitad de las cosas que leía y replicaba en el club de radio tenía que ver con ellos. —Hmmm~ —alcé un poco el mentón a mitad de su discurso, aún sonriente, y en cuanto terminó cerré los ojos para asentir con cuidado y despacio. Al volver a abrirlos perezosamente, mi sonrisa ya se había apaciguado a una al menos sutil—. Buena elección de palabras, Kashya-san, ¿no has pensado en escribir artículos? ¿Eh? Vaya que no perdías el tiempo, Yashihiro. Volví a ampliar mi sonrisa, a ojos cerrados. >>Digo, creo que tienes potencial. No te invitaré al Club de Radio, porque empiezo a sospechar que no es tu ambiente—. Volví a despojarme de la cortina que eran mis parpados, sonriéndole a penas; hablando con seriedad calma, pero sonriente y suave—, pero... ¿no crees que podríamos hacer algún tipo de colaboración entre Clubes? Ustedes sí quieren pueden escribir algo, cualquier cosa; anónima, de renombre, con su autoría, como prefieran; nosotros, ahora que ya no soy el único en ese salón, pues buenos: Nos encargaremos de difundir aquellas ideas. Entusiasmo. Pasión...Amor, ¿no?Volví a cerrar los ojos, ampliando mi sonrisa cada vez más alegre, sin quitar mi costado del puño con el que me apoyaba. >>Lo que deseen, lo que quieran decirle al mundo; yo me encargaré de la edición, para sobrepasar los parámetros escolares sin que se nos tiren los profesores encima, ¿te agrada la propuesta? Hablé siempre calmo, monocorde, volumen bajo; apacible, paciente; calculado, estimado: Predicción momentánea, como sí hubiera un comportamiento por default que te pudiera dar todo lo deseado en bandeja. Era Nakagawa Yashihiro al fin y al cabo; un presidente de un Club, solo por un par de meses entre el año pasado y actual, insignificante, pero sumamente relevante. Contenido oculto Solo diré; inesperado
Lo escuché con la vista aun clavada en el libro, pasando las páginas con cierta rapidez mientras él seguía hablando. Al fin y al cabo, solo estaba echando un vistazo general para ver que libro era mejor como fuente y no tanto buscando información concreta, pues para eso tendríamos tiempo. Después de un rato cerré el libro y lo coloqué en uno de los montones que había hecho, en el de descartados para ser más concreta. Con eso había acabado de revisar todos los que recordaba y nos dejaba con cinco que podían ser útiles y cuatro que no. Volví a mirarlo entonces, con la cabeza echada levemente hacia un lado, y asentí con la cabeza. —Se lo comentaré a las chicas. ¿Podría escribir artículos? Sí, seguramente sí. Nunca había considerado la escritura como una posible salida laboral, aun cuando tenía bastante claro que quería dedicarme a algo relacionado a la literatura, pero entendía que no podía ser algo tan descabellado y difícil para mí. Un buen escritor es el que lee mucho también, así que tenía parte del trabajo hecho. No estaba personalmente interesada, tampoco imaginaba a Jezebel haciéndolo realmente, pero a Bleke quizás no le desagradase la idea. Luego estaba Morgan, que me daba la sensación de que sería algo perfecta para ella. Morgan, ¿eh? Me levanté sin previo aviso, cogiendo el montón de descartados entre mis brazos, y me introduje de nuevo entre los diversos pasillos de la academia, visitando varias estanterías antes de volver a la mesa, con un nuevo montículo de libros en mis manos por revisar. En aquella ocasión, sin embargo, se trataban de libros de biología.
Eso había sido... directo. Estaba algo decepcionado, pero no por ella, sí no que por mis esperanzas mal puestas. No dejaba de ser agradable, pero claramente tenía sus propios tiempos, y creo que el mío ya se había agotado. Asentí aún sonriente a su respuesta, no demorando en devolver con movimientos cuidadosos y silenciosos los libros a su respectivo lugar; al orden que ella creó. Luego la observé ir a una estantería y tomar otro libro. No vi bien que era, pero conociendo la zona, no debería tratar en especial de geografía. —Me voy —comento casual, manos en los bolsillos, y me levanto haciendo solo los mínimos ruidos que provocaban el movimiento humano. Algo encorvado, le dedico una última sonrisa a ojos cerrados—, gracias— Busco sus ojos con mi mirada—, por tener la intención de avisarle a las chicas—. Volví a cerrar los ojos, penoso—, y por no echarme de tu lado —dije rozando lo risueño, cuando en verdad aquella frase era... hasta deprimente. Me di vuelta hasta quedar en dirección de la salida, un última mirada a la albina acompañando el gesto con un movimiento de mano. >>Hasta la próxima —suelto con suavidad, para acto seguido centrar mi vista en el camino a recorrer... Si, esto fue solo una distracción... Y pensarlo solo me anudaba otra vez la garganta, y temía volver a... sentir eso, eso tan... pero tenía que hacerlo; disculparme, darme a entender... Sincerarme de una buena vez por todas.
Terminamos en los casilleros a lo cual Izayoi nos continuó guiando con su voz, siguiéndola sin ninguna duda. Parecía aunque nerviosa, algo más segura de la ubicación de la biblioteca, al menos de esa forma Gen mantendría su mente ocupada aunque fuese algo cuadriculada. Observé distraído el lugar en donde algunos estudiantes se encontraban en las estanterías, otro par por ahí sentado leyendo. —Es un buen espacio, ¿no lo crees Zold? —Se ve bien, sí. Aunque no seré partidario de mantener por acá —confesé en una risa ligera entre dientes. —De igual forma aquí prestan textos, ¿es correcto Izayoi? —Cuestionó Génesis dirigiendo sus orbes violáceas hacia la contraria. Contenido oculto Rojo FireRed
Este balcánico y aquella norteamericana se correspondían tan bien como el agua y el aceite pero sin ningún tipo de antagonismo, mas bien todo lo opuesto, se veía mantenían una amistad de particular solidez, y eso le llamaba la atención. Los opuestos se atraen reza el refrán y allí estaba la vívida representación del mismo. Aunque la interrogante ante la inquietud de Miss Allen se saldó con un leve grado de confusión de la joven albina, que pues no iba a quedarse atrás con su respuesta. —Por inercia, debería ser permitido, milady, el acceso al material didáctico y su legítimo préstamo no debería suponer un problema, pero habrá que preguntar al encargado —sonrió con un poco de pena, estaba haciendo sus mejores esfuerzos en ofrecerles aviso en un lugar que apenas, y al igual que ellos. estaba conociendo.
Repasé con la mirada a grandes rasgos, volviendo a ella al escucharla hablar. Era sumamente cordial, al menos al parecer la academia tenía estudiantes merecedores de pertenecer, y aquello era sumamente valioso. De tal forma la transformación positiva en la sociedad continuaría su curso, con educación. —Es justo lo que creo —murmuré al concordar con lo dicho—. Ya sé la ubicación de la biblioteca, por lo tanto podemos continuar el recorrido. —Ciertamente tengo algo de hambre Gen —busqué sus ojos miel elevando el mentón para intercalarlo con mi reloj rosa de mano. Era tiempo de comer algo. Zold tenía razón. Volví mis pupilas hasta las de la contraria, llevando con mi mano libre un mechón rubio tras mi oreja. —¿Podrías guiarnos a la cafetería? Supongo que es igual de importante alimentarnos adecuadamente —comenté al sentir también algo de apetito.
La cafetería por norma general suele ser el santuario para todos los estudiantes en cualquier academia, de eso no se duda, claro está, dependiendo en gran medida de la calidad de la comida. —Por lo general suelo preparar mi comida y traerla, pero en este caso... Lo olvidé —se rió con un notable grado de nerviosismo—, por lo tanto pues, tenemos un denominador común que es el hambre Luego se llevó un dedo a los labios pensativa, haciendo memoria sobre la ubicación de la mencionada cafetería, estaba cerca del patio donde había tenido un especial (Y extraño, peculiarmente cómico) episodio con una británica, y se le iluminó el foco. >>Sé dónde está, vamos allá.
¿Lo más importante? Bueno, eso era bastante fácil de cumplir. Asentí con la cabeza y le hice una señal para que me siguiese hacia el exterior del aula, adelantándome hasta alcanzar el pasillo y así poder esperarla. —Ahí está la sala de profesores —dije, nada más apareció en mi plano de vista, señalando la puerta que daba a la susodicha sala—. En la tercera planta está el despacho de la directora, y tenemos un azotea de libre acceso también. Después de decirle aquello dirigí mis pasos hacia las escaleras y bajé al primer piso, dónde le señalé la puerta que daba a la enfermería explicándole que se trataba de la misma, pero que tuviese cuidado porque a veces la enfermera no estaba y no era buena idea coger medicamentos si su supervisión. La llevé después a la planta baja y ahí sí que tuve que hacer alguna que otra parada más, pues le señalé la posición de la cafetería, el gimnasio, el salón de actos y la salida que daba a los patios, con el invernadero y la piscina. >>Y este es el lugar más importante, la biblioteca. ¿Te gusta leer? Tenemos un club de lectura.
Lynn La chica pareció entender mi mensaje sin necesidad de que le diera mayores especificaciones, eso me gustaba, era directa y yo generalmente era parca en palabras, más que nada porque desde muy pequeña me instruyeron en que alguien que escoge siempre las palabras adecuadas no tiene por que ser muy hablador para indicar lo que ha de decir. Así que al verla salir hacia el pasillo la seguí mientras la chica me hacía su tour. Giré mi cabeza para verla y asentir, mientras caminaba tranquilamente a su lado Mis labios esbozaron una sonrisa ténue ¿Una azotea de libre acceso? Curioso, eso era cada vez más infrecuente en Japón, cada vez más escuela clausuraban los accesos por las altas tasas de suicidos que el país tenía por defecto, aunque yo misma disfrutaba de comer allí y pasar las horas muertas, un punto más para ésta escuela, la cual me iba gustando cada vez más a cada paso que daba, y en la tercera planta el despacho de la directora, siempre estaba bien saberlo. Luego ví que Thronton se dirigía a las escaleras que bajaban hacia el primer piso, así que la seguí mientras me enseñaba la puerta donde estaba la enfermería para añadirme que era mejor no coger medicinas sin su supervisión. — Bueno, si las tomas prestadas y luego nadie sabe nada, tampoco tiene por qué enfadarse ¿no?—.Pregunté en un torpe intento por bromear, algo que se me daba fatal. Finalmente del tour me enseñó la ubicación de la cafetería, patios, piscina, invernaderos, salón de actos y el gimnasio, para finalmente detenerse en la biblioteca. Esbocé una ligera sonrisa. — De hecho es de mis pasatiempos favoritos, aunque dime ¿Cuál es tu club? Puede que suene poco usual, pero me has caído bien, y sobre mí...Me llamo Lynn Ayala, encantada Thronton-san—.Reverencié con calma—Y gracias por el tour
No comenté nada al respecto de la broma que hizo cuando le dije lo de la enfermería, en gran parte porque muchas veces ni siquiera llegaba a captar las diferencias de cuando alguien bromeaba o hablaba en serio. Simplemente me encogí de hombros y seguí el recorrido como si nada. Es decir, yo lo había dicho porque era peligroso tomar medicación sin saber sus posibles efectos, no porque se fuesen a enfadar, ya que claramente a las autoridades de la escuela le daban bastante igual todo eso. Asentí con la cabeza cuando se presentó, como si hubiese aceptado su reverencia, agradecimiento y todo el asunto, y me dirigí después hacia la mesa dónde normalmente nos reuníamos para el club de lectura. —Estoy en el de lectura con otras tres chicas —respondí, y así como si nada tomé asiento en la silla que me solía corresponder—. Nos reunimos aquí durante el receso. Saqué un libro de mi maletín entonces y lo coloqué sobre la mesa, dirigiéndole una nueva mirada a la chica cuando acabé de preparar todo a la espera de que hiciese cualquier otra pregunta si así lo consideraba necesario. Sabía que técnicamente hoy no había reunión, pero la biblioteca era el único sitio donde me gustaba estar y solía encerrarme ahí la mayoría de los recesos, a excepción de cuando a las chicas les apetecía almorzar juntas o algo parecido.
Lynn Me senté frente a ella en la mesa solo para verla sacar el libro del maletín, libro que reconocí al instante. Era bueno, muy bueno de hecho, al menos a mis ojos así me lo parecía. — Tienes buen gusto, admito que deboré ese libro, me gustó tanto que nada más acabarlo me lo reeleí. Y sobre el club de lectura, me parece una propuesta interesante, ¿Como os lo soléis organizar? Me refiero, ¿Decidíis un libro, os dedicáis a leerlo y luego platicáis sobre vuestras impresiones al respecto?—. Pregunté con calma mientras observaba los estantes desde mi asiento.— ¿Y quiénes son las otras miembros?
Procuró no adelantar mucho su paso para que tampoco hubiera mucha distancia entre ellos se pudiera ver algo descortés o similar mientras lo guiaba por las escaleras hasta la planta baja y luego por el pasillo en dirección hacia la biblioteca. —Zeldryck...¿puedo preguntar de dónde viene tu nombre? Creo que nunca lo había escuchado, suena bien. Una vez allí abrió la puerta para que el mayor pudiera entrar primero de nuevo por mera cortesía que no le molestaba estar demostrando y una vez dentro, dejó su libreta y pluma sobre la primera mesa que vio viendo que tampoco es que hubiera gente ocupándolas. —¿Qué libro necesitabas? Quizás sea más fácil si lo buscamos entre los dos.
Bajé las escaleras tras él, siguiéndole el ritmo que impuso que fue bastante lento en realidad, como si pensara que me fuese a perder o algo. Estaba dispuesto a andarme en silencio observándolo únicamente, pero el chico propuso conversación y no sería yo quién me negaría a hablar, aunque fuese de mi nombre, de algo que en realidad no tenía ni idea y ya me habían preguntado un par de veces, recordando únicamente a mi padre con respecto a una historia antigua sin pruebas que la sustentaran. —Viene de una familia de asesinos ficticia, según los cuentos psicóticos de mi viejo —aunque en realidad, el mío no era más que una variante del original. De igual forma lo dije jocoso, para restarle importancia a algo tan banal como eso. En cuanto llegamos me detuve al ver que el chiquillo era todo un caballero. Me tragué la risa entrando primero a su invitación implícita, observando de forma distraída la biblioteca en donde habían muy pocos estudiantes. ¿Y cómo no? con lo aburrido que era permanecer dentro de una. —Un libro de ética y valores, o algo que se asemeje a eso.
Esa no era, en lo absoluto una respuesta qué hubiera esperado para su pregunta en realidad, esperaba algo más simple como un país de origen o algo similar porque de cierta forma muchas veces ni siquiera se compartía la información sobre la razón de tu nombre o la inspiración del mismo y solo te tocaba cargarlo. —Creo que obtuvo puntos por originalidad y de hacerlo único...—comento de manera tranquila aunque estaba seguro qué algo de sorpresa se le había colado en la voz—, no creo que muchas personas en el mundo vayan a compartir tu nombre. Mucho menos el origen, quizás tenía un padre bastante excéntrico para justo decidir por algo de asesinos. En cuanto supo del libro comenzó a buscar en las secciones que estaban marcadas, paseándose por los pasillos para que realmente no se le perdiera nada, manteniendo su silencio al no encontrar mucho que decir tampoco cuando vio unos que pudieran ser de su interés. —Mira Zeldryck aquí parece haber unos interesantes...—Anunció un poco más alto para que supiera donde se encontraba, colocándose de puntillas para leer mejor los lomos y apoyando parte de su mano en la madera del estante para que le resultara más cómodo—, este dice "Historia de la ética por Alasdair MacIntyre" o "Ética y Valores"... O "Etica para Amador"...
Lynn "A grandes rasgos sí, en eso consiste el club" Fue la concisa respuesta que respondí de Thornton, por lo que me limité a asentir. Así fue que estiré los brazos para volver a dirigir mi mirada en el libro en cuestión. — ¿Es éste en concreto el que os toca leer ahora?—. Pregunté con cierto interés, el cual aparentemente era fácilmente ocultado por mi habitual apatía hacia el resto. Odiaba ser una patata social y a la vez, aparentemente la compañía me incomodaba paralelamente, por lo que me podía referir a mí misma como una persona algo contradictoria en sí misma. En parte ¡Realmente quería cambiar esa perspectiva! Más por otro lado, me decepcionaron demasiado como para volver a tener de nuevo esas ganas de obtener amistades como las tenía antaño... Traté de sonreírla y lo logré. Yo la veía como una sonrisa natural, más conociéndome es capaz que fuera igual de artificial de lo que lo fue otras veces. — ¿Quienes son el resto del club? Y ¿Gustas que te llame Thornton o por tu nombre de pila? El cual por cierto, desconozco—. Pregunté, esta vez tratando de sonar verídicamente amable pues tampoco me interesaba iniciar con mal pie una relación.
Sonreí ligeramente, porque bueno, lo que tenía mi viejo de original lo tenía de corrupto, pero eso ya era otra historia. También dudaba enormemente encontrar a alguien con el nombre idéntico al mío, por fuera de mi gemelo que solo cambiaba una de las letras. Le seguí al verlo direccionar los pasos hacia algunas estanterías. —Y tu nombre, ¿de dónde lo sacaron o qué? Me adentré en uno de los pasillos para notar los lomos a los cuales se refería. Parecían servir, al fin y al cabo Génesis no especificó uno como tal, así que cualquiera estaba bien. Noté entonces el cómo se puso de puntillas para tratar de leer lo que perfectamente podía leer yo, si es que me estaba poniendo el trabajo en bandeja de plata cuando ni siquiera me estaba pensando el echarle los perros tan de prisa, pero las oportunidades estaban para tomarse. Me le pegué por atrás con la excusa de alcanzar los textos, llegando mis dedos a "Ética para amador", sonriendo filoso tras él en el proceso al tantear limites. —¿Qué pasó con el "senpai"? Creí que eso debía mantenerse en su cultura~
Su nombre... no creía que tuviera una historia en sí, su padre simplemente había escogido el nombre y ya está, jamás le había especificado de donde hubiera podido sacarlo o si significaba algo especial para él, pero si se le ocurría una respuesta válida para contestar a su pregunta —Probablemente por la Divina Comedia o algo similar... es el Dante más famoso que hay y conozco a decir verdad.—No se percató cuando se colocó tan cerca suya hasta que intentó bajar sus talones un poco para volver a su primera posición y sintió su cuerpo haciendo que sintiera un escalofrió recorrerlo por todo el cuerpo, optando mejor por volver a alzar sus talones para tampoco pegarse más a él. "¿Qué pasó con el "senpai"? Creí que eso debía mantenerse en su cultura~" Los nervios le recorrieron el cuerpo una vez más con aquella oración, ¿le estaba regañando de alguna forma? Como era extranjero y ya tenía su nombre habría preferido no utilizarlo pero tampoco esperó que eso pareciera afectarle, y luego estaba el hecho de que estaba muy cerca y hasta sentía que era inapropiado mover un musculo, solo pudiendo mirar los libros frente a él. —Lo siento senpai o...Zeldryck-senpai, ¿Zeld-senpai? —Preguntó el último con cierta duda, desviando su mirada hacia arriba notando como realmente tenía ya sus dedos en el lomo del libroy aun así no lo tomaba—, ¿cómo...preferirías que te diga? No tengo problema con ninguno a decir verdad y...senpai, ¿decidiste ya por un libro que te sirva? Que tomara cualquiera ya, sentía que se iba a morir de vergüenza y nervios solo porque le había invadido su espacio como si nada para darle aquel regaño extraño.
No era de ponerme a leer libros, aunque por lo famoso que era la divina comedia alguna idea recóndita tenía de la clase de literatura en Canadá, aunque si me preguntaban en ese preciso momento nada se me venía a la mente. Mantuve mis ojos sobre el lomo del libro que alcancé con la yema de mis dedos, escuchando la tonalidad de su voz enmarañada en nervios. Pobrecillo el chico~ —Zeld-senpai suena bastante bien aunque... —murmuré luego de descartar los otros dos— dilo una vez más para cerciorarme de que suene bien. Me mantuve tras él unos segundos más al sentir el roce detenerse al Dante volver a empinarse. Contuve la risa y me eché para atrás, regresándole su espacio personal ya sosteniendo el libro en la palma de mi mano derecha. —Terminé decidiéndome por este, aunque no es para mí, es para una amiga. Ya sabes, favores que piden —busqué sus ojos entonces—. Esto es todo lo que necesitaba. ¿Tú vienes mucho a la biblioteca? Digo, para saber dónde encontrarte en caso de que no de contigo en tu salón de clase.
