Simplemente asintió, se ve que había varias chicas en el club de jardinería. Ya habría tiempo para conocerlas a todas. No fue muy difícil identificar la mesa que les concernía. Reparó un momento en el chico sentado junto a Morgan, aunque no lo recordaba de nada. ¿Nuevo miembro, quizá? Emily llamó la atención del grupo y Kohaku sonrió como siempre, cruzando miradas con O'Connor. La chica deslizó su mirada hacia Hodges y Kohaku contuvo un suspiro. Oh, aquí vamos de nuevo. —Oh, claro. El tiempo se pasó volando —murmuró, soltando una risa breve, y cerró el libro—. Pues bien, vamos. Se incorporó, devolvió el libro a un carrito de devoluciones cercano a la mesa, y se inclinó junto a Maze justo cuando pasaba detrás de él. "Nos vemos~" fue todo lo que dijo y se reunió con los recién llegados, tan sedosa como siempre. —Qué bonitos son, viniendo siempre a buscarnos. —Le echó un vistazo a Kashya y enredó su brazo con el de Kohaku—. ¿Vamos? Quiero un smoothie. Kohaku asintió sin mayores complicaciones y se despidió de los allí presentes con un asentimiento. —Nos vemos el lunes. —Adiós~ —murmuró Morgan. Bleke los vio marcharse y se permitió liberar un suspiro liviano, cerrando su libro tras chequear la hora y buscando su bolso. Ya debían estar por recogerla y no le gustaba hacer esperar al chofer. —Yo igual me voy —murmuró, en calma—. Nos vemos. No le habló a nadie en particular, sólo lo dijo y se retiró de la biblioteca. Qué... interesante primer semana de clases había sido esa.
Emily Hodges Noté la mirada de Morgan sobre mí y ladeé la cabeza, algo confusa, hasta que escuché sus palabras y sentí como me sonrojaba ligeramente. Moví la mano para quitarle importancia, porque en realidad tampoco era para tanto, o por lo menos para mí no lo era, y aproveché que se había enganchado a Kohaku para dirigir mi atención a Kashya. La chica había recogido sus cosas en silencio y se había acercado también a mí, así que tras hacer otra inclinación a modo de despedida para los otros dos miembros, miré a mi amiga y nos dirigimos también hacia la salida de la biblioteca alcanzando a los otros dos. Mientras salíamos hacia el pasillo, no pude evitar fijar la mirada en los enredados brazos de los mayores. ¿E-estarían ellos...? A-ah, pero qué maleducado por mi parte pensar eso. —Ah, un smoothie... —murmuré, y le dirigí una sonrisa a Kashya—. ¿Vamos a tomarnos nosotras uno también? No lo estaba mostrando, pero la albina tendría que estar sorprendida con aquella propuesta. Nunca salía cuando era día de clase, ni siquiera un viernes por la tarde. —Mhm. Se encogió de hombros, indiferente, y dejé escapar un silencioso suspiro lleno de alivio, sin embargo. Y es que necesitaba contarle a la chica todo lo que había sucedido y lo que había decidido hacer porque... bueno, era la única persona que me escuchaba sin decir nada al respecto, sobre todo si le compraba su pastel favorito. Contenido oculto Que alguien me pare con el rico relleno(?)
Había dejado a Emily en los casilleros, doblando la toalla vete a saber cuántas veces, mientras tarareaba una canción para calmarse los nervios, disimular o lo que fuera. La verdad es que nada tenía sentido conmigo y quizá aún no lo supiera, o quizá fuera a hacerlo sin importar la persona que tuviera enfrente porque las personas somos criaturas de hábitos y cuando tendemos a reprimir las emociones una, dos, tres veces, se torna peligrosamente cómodo. Lo había pensado una vez, ¿no? Que Emily contenía todo a presión hasta desbordarse un poco y atajar el grifo de inmediato. La había visto liberando tensión y ahora la había visto acumulándola. Pero ¿quién era yo para intervenir? La dejé en los casilleros, pues, y entré a la biblioteca. Ya me sabía la mesa que siempre usaban y me detuve frente a las chicas con mi sonrisa de siempre. —Buenas~ —Capté la atención de Morgan, quien sacó la cabeza de su libro y me miró—. He venido a recogerlas, niñas. Thornton-san, Hodges-san está esperando en los casilleros. Morgan guardó sus cosas sin demoras y, tras despedirse de Bleke con unas pocas palabras al aire, se reunió conmigo y enganchó su brazo al mío. Criaturas de hábitos. —¿Quieres el smoothie de siempre? —pregunté, en tono suave, y ella simplemente asintió. No se movió, sin embargo, en espera de Kashya.
Kashya Thornton Era un poco extraño, que no estuviese Jezebel con nosotras. No es que hubiese silencios incómodos con Bleke, no por mi parte desde luego, pero me había acostumbrado a su presencia y a que las tres formásemos el club de lectura. Pero la presencia de Morgan no era molesta y mientras pudiese leer en paz, en realidad me daba igual estar sola o con otras personas. Levanté la cabeza del libro cuando escuché la voz de Kohaku y tenía que admitir que incluso yo me sorprendí cuando lo vi solo. Ladeé la cabeza y lo miré mientras Morgan recogía sus cosas, como si estuviese analizándolo e intentando descubrir que había pasado porque, ciertamente, era raro que Emily se hubiese quedado en los casilleros. Al final, después de unos segundos dejé escapar un suspiro prácticamente imperceptible y me dediqué a recoger mis cosas también, sin ninguna clase de prisa. Ya lo sabía, ¿verdad? La tonta habría hecho algo de lo que se estuviese arrepintiendo y estaría dándole mil vueltas al respecto, viendo como pedir perdón y haciendo una montaña de un grano de arena. Nada que yo pudiese hacer al respecto, por otro lado, ella era así y no iba a cambiar en un tiempo. —Hasta mañana, Blee. Me despedí de la chica en cuanto recogí mis cosas y me acerqué al par, que se había quedado esperándome, mirándolos cuando estuve a su lado. >>Vamos.
Células, órganos y sistema. Pasé la página con la atención inmersa en el libro mientras sacaba apuntes en la libreta, de forma desinteresada por mera costumbre, aunque el tema era bastante interesante y práctico. Las becas universitarias siempre han sido de lo más escasas, y para una carrera demandante aún más. Deslicé mis dedos con el bolígrafo para remarcar las pistas de investigación clínica, la introducción como tal no era más que palabrería fina, pero al menos mencionaba puntos relevantes como el determinar el nivel de la glucosa, forma y función de la estructura humana. I Al menos, ya iba avanzando al no verme con los chicos el fin de semana por el resfriado, así que estaba logrando que el viejo invirtiera en mi cuenta con excusas estúpidas. Pasé página, tomando el resaltador para señalar lo más relevante luego de mirar la hora en el celular. Aún era temprano, podía tomarme algo más de tiempo, antes de verme impregnado del fastidioso ruido exterior. Aunque... probablemente estaría enferma, el resfriado se contagiaba tan fácil y llanamente que era ridículo que no lo estuviese, a menos que tuviese las defensas impenetrables. Además, tenía el fastidioso paraguas en mi mochila, debía regresárselo. Contenido oculto Hygge
La música sonaba a todo volumen a través de los auriculares y casi podía jurar que la tipa a mi lado me fulminó con la mirada, al borde del colapso entre el mar de apuntes en el que se ahogaba. En otra ocasión me habría arrancado una risa de no ser porque, bueno, para variar no estaba de humor siquiera para eso. Mi pierna se movía bajo la mesa de manera involuntaria y a pesar de tener el libro en frente, la vista se deslizaba hacia mi teléfono con más frecuencia de la que me gustaría. Jodido cabrón. Cuánto tiempo más vas a tenerme en ascuas. Tenía que recuperar un par de días perdidos. No había otra razón por la que me despertaría temprano para encerrarme en aquel lugar como un puto ratón de biblioteca. Y si además podía aprovechar la soledad de la academia para evitar los murmullos de mierda taladrarme los oídos con cada paso, aún mejor. Las noticias corrían con una velocidad y precisión impresionantes en aquella escuela, y ahora más de un tercio de los alumnos ni disimulaban sus reacciones al verme pasar. Hace un par de años quizás no me hubiese importado, pero la mecha se había acortado con el tiempo y mi carácter volátil iba a acabar mandándolos a la mierda en menos de un parpadeo como siguiese encontrándomelos asiduamente. Giré la cabeza al escuchar murmullos en la mesa de al lado, donde dos chicas desviaron rápidamente la mirada al notar que las observaba. La sangre me burbujeó en las venas y estuve por abrir la boca, pero el sonido de las notificaciones terminó ganándose toda mi atención y encendí la pantalla con cierta urgencia. Natsu Gotho 8:00 Ese es el misterioso hombre de tinta, ¿me equivoco~? 8:00 Tensé los dedos en torno al teléfono. Al jodido le había costado menos de una semana rastrear al idiota del cuartucho, y por alguna razón que desconocía desde ayer estaba bastante cabreado. Y eso no era buena señal en absoluto. Aquel tipo podía haber sido un cretino pero no le desearía a nadie lidiar con un pirómano con un venazo como ese. Y casi como si el destino me estuviera jodiendo, sentí la necesidad de alzar la mirada y lo vi. Detallé sus tatuajes, el cabello oscuro y la mirada afilada, un par de mesas alejado de mí. Mi cuerpo experimentó una dicotomía interesante entre el repudio y la necesidad de hablarle. Porque muy dentro de mí quería joderle la presa a Zuko y porque quizás, y solo quizás, sabía que con una víctima en aquella historia era más que suficiente. Nadie tenía que unirse al baile. Me levanté de la silla con pesadez, dejando caer los auriculares sobre mis hombros, y comencé a caminar hacia su mesa. Le di un toque en el hombro, algo brusco, y cuando alzó la mirada se la sostuve con cierto desagrado. —Sal un momento. Tengo que hablar contigo —No iba a hacer el amago de preguntarle siquiera, mucho menos cuando mis modales eran malos de por sí. Noté de nuevo las jodidas miradas y solté un gruñido bajo, desviando la mirada hacia las estanterías apartadas—. Pero aquí no. Con un movimiento de cabeza le indiqué que me siguiera, sin volverme hacia él, encaminándome hacia los puntos ciegos de la enorme biblioteca. No supe que en ese momento el teléfono volvía a sonarme, con un nuevo mensaje del demonio blanco en la bandeja de entrada. Tomaré eso como un sí 8:05 Iré a hacerle una visita amistosa pronto, cuenta con ello 8:06
El tacto extraño me hizo fruncir levemente el ceño. Si algo no me gustaba, era que me fastidiaran mientras memoriza a toda la retaíla, sin embargo al ver de quién se trataba me tensé, contrariado. No debería no sé, ¿estarme fulminando con la mirada a metros de distancia por la cagada que me mandé? Claro que había escuchado algunos estudiantes hablando; los rumores acertados, los que no acertaban tanto. Miré de nueva cuenta el libro y coloqué un separador de página, levantándome del asiento para seguirla, dejando mi móvil sobre la mesa. —¿Qué sucede? —murmuré entonces, bajando la voz mientras me recostaba en una de las estanterías, enterrando las manos en los bolsillos, esperando que me escupiera la cara en realidad. No es como si fuese a detenerla, a fin de cuentas, no había otro culpable en la historia.
La migraña me martilleaba las sienes cuando alcancé sus pasos y empeoró mi de por sí arrugado gesto, producto de la presencia cercana de Gotho. No me pasó desapercibida su consternación, su mirada evitativa, pero nada en el aparente remordimiento que mostraba me iba a ablandar el corazón. Había sido un hijo de puta y trajo consigo demonios a los que no quería volver a enfrentar jamás. Pero necesitaba usarlo. Lo necesitaba si quería alguna vez salir del abismo en el que me había dejado caer, antes de que mis ojos se acostumbraran a su profunda oscuridad y no hubiese marcha atrás. —Zuko Astaroth —mascullé entre dientes entonces, desviando la mirada hacia los costados para asegurarme que solo él me oía. Que ningún demonio blanco acechaba la biblioteca a esas horas de la mañana. Posé los orbes felinos, la mirada eléctrica sobre él—. Albino, ojos color ámbar, de tercero. Suele seguirme a todos lados como un puto perro guardián. Digamos que se acaba de encariñar con una nueva presa. Me crucé de brazos, frunciendo el ceño, y chasqueé la lengua con disgusto. Aquello era jodidamente desagradable. >>Sabe quién eres y qué hiciste. Sabe con quién te juntas y dónde te sueles encontrar. Quiere venganza, Gotho, y no me malinterpretes. Te odio, pero esa clase de venganza no va conmigo. Podía estar metida en toda clase de mierdas, haberme metido en más peleas de las que me gustaría admitir, pero era consciente de que lo de Zuko escalaba a otro nivel. Y si había alguien a quien odiase más que a Gotho, ese era Astaroth. Mi voz se tornó en un gruñido bajo, casi animal. —Quiero joderle la vida. Lograr que le expulsen de una vez de esta jodida escuela, que se pudra en la calle o en detección de menores, me importa una mierda dónde —La rabia sorda escalaba con cada una de mis palabras, pero así lo hacía también la desesperación. La impotencia, el miedo. Era un puto títere en sus manos, sin el impulso necesario para alcanzar las tijeras y cortar los hilos. Pero no tenía por qué hacerlo sola. Ya no—. Quiero que me ayudes a conseguirlo. Estás en deuda conmigo, ¿cierto? Entorné la mirada, extendiendo la palma de mi mano hacia delante. Las esmeraldas refulgieron con fiereza en mitad del pasillo. >>Entonces quiero cobrármela. Ahora.
Noté de lleno la furia en su mirar, sin embargo empecé a relajar mis músculos mientras enterraba las manos en los bolsillos, escuchándola de forma atenta como un animal obediente pese a no serlo en realidad, pero sabía bien que le debía una grande por quién sabe qué desaté ante la mierda que me lancé. Astaroth. ¿Cómo la chica de mi clase? Aquella de orbes profundamente sangre, que evité al notar el cómo lo miró en alguna ocasión. ¿Tendrían algo que ver el uno con el otro? Ladié la cabeza, mirándola entre las pestañas con parsimonia. Quitar a alguien del camino no me resultaba alarmante ni problemático, un poco tedioso quizá, pero los chicos no tendrían inconveniente en ceñirse de ello. Un susto, con eso debería bastar. O al menos eso pensé, hasta que Lena lo soltó: <<Sabe con quién te juntas y dónde te sueles encontrar.>> ¿Los bandidos con los que suelo verme? ¿Hacerme daño directamente? Casi y arrugué la nariz con soberbia. No tengo nada para que me arrebate, sería un chiste de mierda el solo pensar que se creía en la capacidad para ponerme sus asquerosas manos encima. ¿Qué se creía? ¿Que Gotho era un animal indefenso? Fue entonces que el pequeño brillo de luz destelló la oscuridad de mi mente. <<¡Natsu, me gustas, me gustas mucho! Natsu, ¿has probado el helado de limón? Siempre me recuerda a ti. Natsu, mañana viajo a Japón, iré a verte. Mi madre desea invitarte a cenar. No sé cómo llegar a ti... Eres muy terco, muy rígido. No eres tan malo como tratas de parecer. Tu padre no es como tú, tu eres un buen chico. Natsu... El club de arte te hace feliz, ¿verdad?>> Existe alguien... Ese alguien que nunca dejo ser tocada por nadie, que no dejo ni que tipos como Daute le hablen con tinte de coquetearle, porque es tan noble que le rompería los huesos al que se atreviera a tocarle un jodido pelo. El cosquilleo pasó por la yema de los dedos hasta mi columna, como una sensación meramente desagradable. Violet. Si se atrevía a si quiera mirarla el hijo de puta, le arrancaría la cabeza. —¿Dónde mantiene Astaroth? —cuestioné percibiendo su miedo, su cólera, su asco. Pese a verse tan agresiva, soez, altanera, estaba claramente vulnerable, pero no era mi problema. En cuanto iba a realizar otra pregunta la maldita voz de Konoe me llegó como un regaño, como mantenía siempre, regañando por cualquier acción que hacía o cualquier cosa que decía. Ácido, prepotente, soberbio. La Vi extender la mano, saqué la izquierda entonces y extendí la mía, accediendo al trato sin filtros. —Me haré cargo de él y de que desaparezcan los rumores. Pero, lo de Astaroth, si te hace sentir en peligro puedes estar conmigo y Suzumiya, o Balaam —la invitó entonces a ser parte de su día—, no estaremos nunca los dos solos, puedes estar tranquila.
Le sostuve la mirada en todo momento con acritud. No me percaté hasta entonces de lo jodidamente enana que era en comparación suya; verlo escucharme atentamente por un instante, como un animalillo sumiso y obediente, hizo que la risa vacía y plana que buscaba contener me burbujease el pecho cuando estrechó mi mano. La primera pieza se había movido en el tablero al fin. Se sentía bien, ¿cierto? Sostener el testigo durante un efímero instante, tener el poder por una puta vez en mi vida. Alejó la desesperación y el terror que escondía lo suficiente como para dirigirle una sonrisa sardónica como toda respuesta. —¿Crees que me interesa su vida lo suficiente como para saberlo? —cuestioné, separándome de la estantería de brazos cruzados. Noté cómo su gesto se contraía y aunque me traía sin cuidado lo que estuviera pasando por su cabeza, agregué, casi en un gruñido bajo—. Pero supongo que puedo averiguarlo. Lo sabía. Sabía que la posición que me confería mi trato con Zuko era fundamental si quería hacer caer sus piezas desde el interior. Pero también era consciente de que se trataba de un arma de doble filo. En cualquier caso tenía un pacto con Gotho, y si la información le servía para cumplir con su parte, era suficiente para mí. Estuve por pasar por su lado y dirigirme a recoger mis cosas, pues ya había terminado lo que me retenía allí y aún quería fumarme un cigarrillo, cuando su gruesa voz hizo que detuviera mis pasos de espaldas a él. "Si te hace sentir en peligro puedes estar conmigo y Suzumiya, o Balaam, no estaremos nunca los dos solos, puedes estar tranquila". ¿Qué cojones, Natsu...? Fruncí el ceño por inercia, tensando mi cuerpo desde mi lugar. Aquel ofrecimiento me había descolocado por completo. Nuestro pacto se reducía a tratar con Zuko, nada más. ¿Y aún así se atrevía a ofrecerme algo así como su compañía? Quise soltar la risa más vacía que era capaz de crear pero por alguna razón fui incapaz de hacerlo. Y eso me enfureció aún más, pero ya no con el chico que tenía frente a mí. ¿De verdad estás dudando, Lena? No necesitas la compañía de nadie. Permanecí unos segundos de espaldas, estática. No me volví cuando mi voz llegó hasta él, brusca y demandante como era usual. —Más te vale aparecer puntual en el receso, ¿me oyes? —conminé, pero fui incapaz de girarme hacia él. Me colgué la cartera al hombro y comencé a caminar hacia la salida, colocándome los auriculares de nuevo en su lugar. Natsu quedó atrás justo cuando la campana llegó hasta nuestros oídos. Aún procesaba la estúpida invitación de aquel idiota cuando desaparecí entre los estudiantes al otro lado de la puerta.
Kashya Thornton A saber qué habría pasado para que Kurosawa y Hiradaira apareciesen como aparecieron por la mañana. Quizás cualquier otra persona no se hubiese dado tanta cuenta, pero lo único que yo hacía era fijarme en los demás y era imposible que no lo notase. Siendo que además eran amigas de Emily, no me quedó más remedio que prestarles especial atención y acabar por avisar a la misma por si acaso. Como lo que pasase a mi alrededor no me iba ni venía la mayoría de las veces, mi concentración en clases fue igual que la de siempre y logré tomar todos los apuntes necesarios, como cualquier otro día. Cuando la campana sonó recogí mis cosas con parsimonia y distinguí a Emily junto a Anna mientras me dirigía al pupitre de Bleke. Ella sabría como solucionar y ayudar a sus amigas, y de todas formas seguramente acabaría contándomelo todo después así que no tenía que preocuparme demasiado por el momento. Acabamos bajando hacia la biblioteca como siempre y ocupando el sitio que nos correspondía. Seguramente no se notase a primera vista, ni a segunda... o quizás no se notase en general, pero lo cierto es que estaba bastante contenta de saber que Jez había vuelto al fin a la Academia porque significaba que volveríamos a estar el club al completo y volvería a sentirse correcto. Contenido oculto Gigi Blanche Hitori HOLA
Laila la había acompañado abajo así que luego de despedirse de ella entró a la biblioteca, se perdió entre los estantes y se puso a buscar algún libro que no fuese el del club, para leer algo más que eso pero no terminó de decidirse por ninguno y regresó sobre sus pasos, detalló la presencia de las dos chicas al hacerlo y prácticamente se abalanzó sobre Kashya. —Ka-chan~ —canturreó. Se había agachado un poco a su espalda para alcanzar a rodearla con los brazos—. A ti también te extrañé. La dejó ir no mucho después para tomar asiento a su lado, sacar de nuevo la bolsita con los llaveros de tulipán y escarbó para sacar uno de un apagado tono de violeta, se lo extendió a la chica mientras le dedicaba una sonrisa suave. —Para ti. También le di uno a Blee y a Anna.
Kashya Thornton —Oh. Mi voz no se alzó en ningún momento cuando sentí a Jez abalanzarse sobre mí, aunque lo cierto es que soltar aquella pseudo-exclamación ya era una reacción más que inesperada por mi parte. Ciertamente me sorprendió un poco pero... se la veía animada, ¿verdad? Y eso estaba más que bien. Era hasta uncanny lo mucho que me recordaba a Emily en ciertas ocasiones y, en ese mismo instante, extendiéndome el llavero con aquella sonrisa suave prácticamente la vi reflejada. >>Gracias, Jez —murmuré, cogiendo el recuerdo para mirarlo con atención—. Es muy lindo. Tras decir aquello acerqué mi maletín lo suficiente para poder sacar las llaves de mi casa y colgar el llavero donde correspondía. No tenía muchos, a decir verdad, solo tenía uno que Emily me había regalado una vez y otro que mis padres me mandaron de alguno de sus viajes así que fue fácil colocarlo sin ningún inconveniente. >>Yo también te he echado de menos —admití, tras devolver todo a su sitio, mirándola de nuevo sin mucho cambio en mi expresión pero... estaba siendo sincera—. ¿Te lo has pasado bien?
Que Kashya le agradeciera y le dijera que también la había echado de menos le amplió la sonrisa en el rostro, porque sabía que la albina era poco expresiva así que iba a tomar esas dos cosas como una victoria. La observó colocar el llavero en silencio y asintió a su pregunta con la cabeza, ya algo más calmada. Lo mismo no iba a soltarle a medio mundo porque sí que había ido a Países Bajos por la muerte de un familiar, la verdad no había falta. —Fue bonito volver —secundó mientras se disponía a sacar sus cosas también—. ¿No me perdí de nada importante en estos días? De haberse perdido cosas, se había perdido un montón pero no le estaba preguntando a la persona correcta para ir a darse cuenta de todo.
Kashya Thornton Asentí también con la cabeza antes su respuesta, que fue más que suficiente para mi pregunta. Preguntó después si se había perdido de algo importante y me llevé la mano a la barbilla, pensando qué contestarle. —Posiblemente —acabé por responder, bajando el brazo para apoyarlo sobre la mesa y volver la vista hacia el frente—. Pasan demasiadas cosas en esta Academia. Miré después a Bleke, porque en realidad dudaba que nada de lo que yo supiese fuese algo importante para Jezebel y quizás Blee tuviese alguna información más interesante para ella, pero segundos después bajé la vista hacia el libro que ya había abierto. O quizás no. Morgan parecía ser capaz de enterarse de más cosas que nosotras dos pero ni estaba ahí, y aun si lo estuviese, dudaba que Jez le preguntase a ella.
Contenido oculto: *sorbito* Le había dicho a Al que iría a la biblioteca como siempre, porque vamos, ¿a dónde si no? El caso es que al final había ido a la cafetería, había almorzado y hasta después había ido, para tomar un libro al azar y ponerme a leer en la mesa de rutina, todavía bastante adormilada desde la mañana. Al final entre Emily y yo habíamos ayudado a mejorarle algo el ánimo a Watanabe, habíamos entrado y todo, bien normal, para cuando lo hicimos Kurosawa no estaba ya en ninguna de las líneas de casilleros. Raro por demás. Iba a tener que empezar a pedir los detalles más a fondo, la verdad. Seguía con un ánimo medio raro, no era malo como tal pero sí era diferente al usual, era un calma extraña, tan sosegada que me hacía difícil recordar el conejo asustado que había sido la semana pasada pero era siempre así, bastaba ir a Países Bajos, hablar con la familia que nos quedaba, ver la tumba y un montón de cosas parecían comenzar a funcionar, ciertos engranajes activando sectores de cerebro que en general tenía en segundo plano o directamente desactivados. Sentí el móvil vibrarme en el bolsillo de la falda y di un respingo, metida como estaba en la lectura, y no tardé en dejar el libro para sacar el aparato. Esperaba, no sé, un mensaje de Al, de Anna, de Laila que no había querido ir a clase, de cualquiera menos de la persona que lo había recibido. Parpadeé un par de veces, tratando de conectar las neuronas o lo que fuese, porque luego de la azotea había que ser demasiado, demasiado densa para pasar por alto las cosas como había estado haciendo antes de eso, pero luego estaba el hecho de que prácticamente me había puesto en bandeja, me había lanzado de cabeza a las fauces del lobo o alguna mierda del estilo. Venga, nunca había apreciado demasiado mi vida, ¿o sí? Huh, igual debía preguntarle esa mierda a un terapeuta o algo. Como si me interesara en tanto el mundo siguiera funcionando. Mientras pudiera ser el pilar de todo Dios que me pusiera en frente. ¿Qué había dicho Al una vez? Que le recordaba a una madre loba. Dios, qué risa. Usé la mano libre para quitarme el flequillo desastroso de la frente, sin darme cuenta siquiera que había empezado a tamborilear el móvil con el índice y que de hecho tenía el cerebro medio en blanco, bastante en realidad. Lo cierto es que lo sabía un poco de primera mano y el resto por encima, lo maldita que parecía esa Academia y casi por rebote todos los que estábamos dentro, pero siempre había pasado tanto de eso y de los desastre centrales que podía vivir como si nada. ¿Y ahora? Vete a saber~ ¿Qué cojones estás haciendo, Jezzie? Sí, claro. La verdad nunca me han gustado las condenadas pruebas esas. ¿Así nada más? Regresé el aparato al bolsillo luego de revisar la hora, tomé el libro para regresarlo a su lugar y luego volví por mis cosas, para no sé, aprovechar e ir subiendo sin prisa o desviarme un momento al patio. Bueno, Jez, ¿y el resto de la mierda? Whatever.
Contenido oculto: Song of storms El chico... me dejó anonadado, incrédulo y... nada; cuando se fue por la puerta, yo tan solo me encontraba frunciendo mi ceño con suma extrañeza. Desinflé mi pecho con un suspiro pesado apenas audible y, con cuidado, empecé a bajarme de la verja... si que era habilidoso el condenado crío... Vamos, Yashi; estás en preparatoria, todos acá... podríamos tener la misma edad de no ser por las apariencias... ¿no? Caminé con calma por el pasillo de los de tercero, directo al ascensor, porque estaba lejos de mis planes volver a toparme con Amery o la tipa que se coló en el salón... Que puta mierda todo, la verdad. Caminé con una clara expresión de malhumor, me subí al ascensor en silencio; esperé paciente a que bajara; dos, uno... Se abrió con un sonidito agudo, me moví casi en piloto automático; sin pensar en nada, sin querer afrontar algo. Mis pasos sinuosos se colaron en la biblioteca que ya estaba abierta. Saludé al cuidador de turno, había solo un par de estudiantes. Entonces lo hice, me di una vuelta por la zona de asientos, mesas y sillas; en busca de otro manto níveo, de una gélida calma. Una paz cálida, que no sé cuantos sabrían apreciar. Y ahí estaba, donde siempre, como siempre y el asunto me hizo esbozar una ligera sonrisa; acercándome en silencio y despacio, pero no con intenciones de ocultar mi presencia, al contrario; no tenía intenciones ocultas. Nunca con una chica como ella. —Buenos días, Thornton-san —saludé calmo, alertando mi presencia antes de ubicarme al lado de la silla frente a ella, también hice una leve reverencia con la cabeza acompañando el saludo—. ¿Qué tal todo? —indagué sin perder mi sonrisa sutil, mis ojos calmados; apenas haciendo los ruidos inevitables, tomé asiento frente a ella, siendo separados así por la mesa que no mediría más de un metro y medio con suerte. Apoyé la mejilla en mi mano, cruzando el otro brazo por frente mi torso, dejándolo reposar sobre la mesa. La miré sin ninguna razón en especial, a sus ojos; solo queriendo que supiera que tenía mi atención y presencia a su disposición. Contenido oculto Amane Chale, no esperaba que saliera así, pero los amé XD
Seguramente el proyecto no nos tomaría mucho, no parecía especialmente complicado y ni Bleke ni yo teníamos problemas académicamente, así que un día sería más que suficiente. De alguna extraña manera, el sábado quedó descartado antes de siquiera pensar en proponerlo y era curioso, porque no pensaba que ninguna de las dos fuésemos a pintar mucho en la fiesta que se estaba organizando pero tenía el extraño presentimiento de que nos encontraríamos. Sea como fuere, decidimos vernos el lunes después de clases y así quedó la cosa. El resto del día sucedió con normalidad y el viernes llegó sin más, anunciándose como otro día extremadamente caótico y ruidoso sin motivo aparente en la academia. Dejé a Emily en los casilleros cuando vi que Anna se acercaba a ella y dirigí mis pasos hacia la biblioteca, viendo que Bleke se había acercado a Jezebel y demás. Por regla general hubiese ido directamente al aula, pero con el trabajo encima prefería aprovechar todo el tiempo posible y fui en busca de un par de libros que pudiesen sernos de ayuda. Estaba inmersa en la lectura de uno, de hecho, cuando noté una presencia acercándose y sentándose justo delante. Cómo venía siendo costumbre, no le hice caso hasta que escuché mi apellido y, solo en ese instante, levanté la cabeza para prestarle atención. —Yashihiro, buenos días —saludé, el tono de voz neutral de siempre—- Bien. ¿Estás buscando libros para el proyecto también? Estos de aquí pueden resultarte útiles. Yo ya los he revisado, así que son todo tuyos —añadí, señalando hacia el montículo que había a un lado de mi mesa, dónde habría por lo menos unos cinco o seis libros amontonados.
Era demasiado calmada, ¿no? Era distinta a mi, claro; ella... simple y llanamente era apacible, lo mío tan solo era una especie de bomba de tiempo y... a estas alturas, ya no sabía que significaría que se acabara. ¿Un reloj descompuesto? ¿O uno de muñeca, que cambian a su antojo? ¿Tenía real control sobre mi cuerpo, mis decisiones? El recuerdo del Salón de Audiovisuales me rallaba la mente, volviéndome incapaz de centrarme en mi presente; en el ahora, en el momento con Thornton Kashya; pero ella, sin problema alguno y seguramente con ausencia de consciencia, me logró volver a conectar a tierra. No escondí mi ligera expresión de sorpresa, por el simple hecho de que sus palabras habían sido eso; una sorpresa. Tras procesar lo dicho le volví a sonreír con suavidad, aún con la mano apoyada en mi mejilla; negué con calma, a ojos cerrados y luego volví a volcar mi vista en su rostro, atento, sin siquiera preocuparme de sí le incomodaría o no, pues algo me decía que no lo hacía. ...Dioses, sí me equivocaba en eso —Gracias, Kashya-san —solté su nombre al tener en cuenta que ella soltó el mío como sí nada, sí me tenía la confianza, ¿por qué no brindársela de vuelta? Aparte, era extranjera, ¿no? No tenía problemas con que ella me tratara por mi nombre de pila—, pero no; no vine con ningún objetivo en mente. Aunque de todas formas esto me ayudará bastante —exclamé más alegre al final, rompiendo la monotonía calma de mi voz. Tras eso dejé la posición algo vaga que había mantenido hasta el momento, tomando un par de los libros de los que me indicó con anterioridad, para empezar a indagar en ellos con orden—. Me tocó con Koizumi-kun y con un chico que también es nuevo— Mis cejas se arquearon con un deje de angustia, pero la sonrisa apacible fue inmutable—, no he hablado muchos con ellos... así que no tengo mucha idea de qué haremos. Detuve un momento el ojear las página para brindarle una sonrisa amplia a ojos cerrados; tranquilizadora, no sé sí por ella o para mí. >>Pero ya veré qué haremos —exclamé con calma, para luego volver a centras mi vista en las letras—. Koizumi-kun parece buen chico y Tojo-kun, el recién ingresado, tiene por lo menos un mínimo de responsabilidad. Así que tan mal grupo no parece haberme tocado. Vaya suerte había tenido, ¿no? Entre todas las combinaciones y lugares posibles, que toparme a Kashya en la biblioteca me sirviera para despejar mi mente de las recientes angustias y así poder centrarme en algo productivo, era algo que simple y llanamente agradecía mucho. ¿A quién agradecía? Ni idea, a la vida, supongo. —Hey —hablé con mi tono bajo y calmado, suave, tras un poco de silencio—, ¿te gusta la geografía, o hubieras preferido otra cosa? —pregunté curioso, pero mi voz apacible era igual que mundana en mí, mi tono murmurante y puede que relajante también se mantenía al mínimo volumen; lo ideal para una biblioteca, lo ideal para una conversación entre dos, que no inmiscuyera a terceros curiosos a lo lejos. Inaudible para los entrometidos desatentos.
¿No había venido con ningún objetivo en mente? Eso era... extraño. Quizás más extraño que venir a la biblioteca sin intenciones de leer, aunque eso último pasaba mucho más a menudo de lo que me gustaría, a decir verdad. La gente a veces hacía cosas muy raras en un sitio que estaba enfocado a la lectura. Como sea, seguí prestándole atención porque, bueno, era maleducado no hacerlo, ¿verdad? Y de todas formas el chico nunca me había transmitido desconfianza o algo así, tampoco estaba molestando porque no había más gente en el sitio así que... podía darle eso, sí. Koizumi... era el apellido de Hiroshi, ¿cierto? Emily me había hablado de él, había estado en el grupo de personas con las que almorzó la semana pasada. Asentí con la cabeza un par de veces mientras seguía hablando, ya que en teoría eso indicaba que estaba siguiendo la conversación y tranquilizaba a la otra persona al saberse escuchado. Ladeé ligeramente la cabeza al escuchar su pregunta, pestañeando un par de veces. ¿Que si me gustaba la geografía? ¿Qué pregunta era esa? El tema del proyecto me daba igual mientras implicase buscar información nueva y aprender algo. Ah, realmente sería genial si pudiésemos hacer el trabajo en casa de Bleke, su biblioteca me llamaba mucho la atención y apenas había tenido oportunidad de investigarla en profundidad. Un segundo... Los Akaisa eran también una familia renombrada, ¿cierto? Seguro que tenían una biblioteca impresionante. Ojalá Emily tuviese razón y aquella fiesta fuese para celebrar el cumpleaños de Katrina, porque acababa de conseguir el motivo definitivo para asistir a la misma y sacar algo de provecho de la situación. —Geografía está bien, hay muchas cosas que desconozco de ese ámbito. Supongo que Literatura hubiese estado mejor, pero no me quejo.