Biblioteca

Kashya Thornton

Ah, lo había visto, él también había notado algo extraño, ¿verdad? De todas formas, aquella idea se fue alejando de mi cabeza al escucharlo hablar con aquella naturalidad. ¿Ka-chan? ¿Amistad?

—No.

La respuesta salió sin ninguna clase de duda, acompañándola de una movimiento de cabeza para afianzar más las palabras. Lo observé después, acercando su mano hacia el libro, y levanté las mías para facilitarle la vista hacia la portada, como había hecho con Morgan.

>>Demian. ¿Lo conoces?

 

Kashya Thornton

Mis ojos se abrieron al máximo, presa del pánico, cuando relacioné el significado de sus palabras. ¿Que ardían con facilidad? Pues sí, ¡pero eso era un problema! ¿Por qué estaba sonriendo de esa manera al decirlo?

Apreté con fuerza los dedos sobre la tapa antes de cerrarlo, brusca, y acercarlo a mi pecho. Lo rodeé con ambos brazos, apretándolo contra mi pecho, en un intento de protegerlo y negué con la cabeza.

—No me gusta lo que estás insinuando.

 

Había salido para esperar a Laila fuera de su clase, sabiendo que la acompañaría hasta la biblioteca y luego se iría a casa. Seguí agotada, ciertamente, pero bueno en el almuerzo al final no había hecho nada del club, ni siquiera había avanzando la lectura más allá de un par de párrafos.
Se detuvo en la puerta.

—Te veo mañana entonces. —Le dijo a Laila, antes de dar un paso pero la voz de la de ojos rojizos la detuvo.

—Cuando salgas envíame un mensaje, me quedaré por aquí.

—Puedes irte a casa sin problema, lo sabes.

—Ya~ pero no quiero que vayas a casa sola tan tarde. Te esperaré por ahí, sin problema, si me aburro demasiado puedo hacer los deberes o algo. Igual creo que los de baloncesto se reúnen hoy, siempre puedo ir a verlos.

Jez le echó los brazos alrededor del cuello, abrazándola con fuerza. Laila era siempre tan amable con todos que era imposible no tomarle cariño, ya era hora de que el torpe de Shawn hiciera algo al respecto, ¿o no?
Cuando se separó de ella, le picó la mejilla con el índice de la mano izquierda.

—¡Puedes cenar en casa! —dijo con más energía de la que sentía realmente. Meyer asintió suavemente, siempre era agradable cenar con los Hauman. Se despidió entonces, antes de redireccionar los pasos hacia el gimnasio.

Jez pasó el maletín de un brazo al otro y entró a la biblioteca entonces, anunciando su presencia con un suave "Con permiso". Tomo asiento en una de las mesas, para luego sacar el libro y comenzar a leer.

 

Joey podía ser muchas cosas, realmente, pero al menos siempre rescataría su diligencia cuando sabía que la había cagado. A Bleke no podía importarle menos ya el incidente de la enfermería, pero el muchacho se había aparecido en la biblioteca enmascarando la cola entre las patas con sus bromas usuales. Podía leerlo con apenas un vistazo.

Lo conocía, después de todo. Lo había conocido de formas que muy pocas personas lo hicieron.

—Gracias por venir, Joey.

—No hay problema. —Wickham le echó un vistazo a la biblioteca, las personas que iban y venían, antes de volver a Bleke—. ¿Qué rompí ahora~?

Middel se permitió esbozar una pequeña sonrisa. Estaban conversando de pie, cerca de la puerta; había visto a Jez entrar y, de hecho, desde su posición lograban distinguirla claramente. Pero prefería zanjar este asunto primero y, de ser posible, también prefería que Joey no se le acercara. Lo conocía, pero también por ello no acababa de confiar.

Puede que, al fin y al cabo, siguiera cegada por lo mismo que todos los demás.

—Violet Balaam, ¿la ubicas? Va contigo, es una muchacha ciega transferida.

La sorpresa del muchacho era evidente. Había estado esperando un regaño, ¿verdad? Anda, Joey, puedes ser tan transparente a veces.

—Ah, sí. ¿Por qué?

Bleke desvió la mirada un momento.

—Estaba... preguntándome cómo se desenvolvería. Si tendría demasiados problemas, si las instalaciones no están lo suficientemente adaptadas. Algunos detalles pueden postergarse, pero si hubiera conflictos grandes... —Sus ojos azules retornaron a Joey, y se estrecharon en una sonrisa suave—. ¿Podrías ayudarme con eso, Joey?

Wickham se sonrió por igual, pero con la perspicacia suficiente de quien lee las intenciones detrás de aquellas sonrisas que Bleke solía dedicar. "Ya que la cagaste con Shawn, ¿qué tal si haces esto?" era lo que estaba diciéndole en realidad, ¿verdad? Se encogió de hombros, indiferente, y enterró las manos en los bolsillos.

—¿Qué quieres que haga? ¿Vigilarla?

—Básicamente. Puedes hablarle, si quieres, trabar algo de amistad con ella. Es una buena chica, algo insegura y titubeante. No puedo culparla. Te resultará sencillo ganarte su confianza, estás mandado a hacer para esas cosas. —Su mirada se afiló, entonces, y la sonrisa desapareció—. Pero mantén tus manos donde están, Joey. Ni se te ocurra intentar nada.

El muchacho soltó una risa fresca y volvió a levantar los hombros.

—¿Ligarme a una niña ciega? ¿Crees que caería tan bajo? De todas formas, ¿no es un poco cínico lo que me estás pidiendo? —Ladeó apenas la cabeza, y su voz bajó casi a un ronroneo—. ¿A qué estás jugando ahora, Blee~?

Middel suspiró, cubriéndose el rostro con una mano brevemente, y se corrió el cabello tras la oreja.

—Nada, sólo estoy preocupada —admitió.

No tenía sentido ocultarlo, ¿verdad? No a él. Estiró el brazo hasta alcanzar el rostro de Joey, y la yema de sus dedos detalló con premura la piel de su sien. El muchacho se tensó bajo el tacto.

—Creo que le ocurrió algo —prosiguió, casi en un susurro—, pero no quiere decírmelo. Sólo quiero evitar que le pase de vuelta. ¿Podrías ayudarme, Joey? Tú vas a su curso, tienes mucho más acceso a sus rutinas. —Dejó caer la mano, casi en peso muerto, y suspiró—. Si hay alguien molestándola, si hay alguien con el coraje suficiente para meterse con una muchacha ciega, no me quedaré de brazos cruzados.

Bleke detalló cómo Wickham tragaba grueso y desviaba la vista; su sonrisa había desaparecido. Lo había arrojado de lleno, ¿verdad? A ese recuerdo. No quería, Dios sabía que no quería arrastrarlo allí.

Pero si era por salvar a una chica, lo haría sin pestañear.

—De acuerdo —accedió tras varios segundos de pesado silencio, suspirando—. Cuenta conmigo, Blee. Veré qué puedo hacer. De todas formas creo que se transfirió con Gotho, un tipo de tatuajes y bastante mala pinta. No sé qué relación tengan, pero probablemente te sea de más ayuda que yo.

Bleke asintió, ya lo sabía.

—Te tengo plena confianza, por eso te lo estoy pidiendo a ti. —No buscó sus manos, aunque sintió el impulso por un breve instante; sólo le sonrió, cálida—. Sé que lo harías, Joey. Lo harías por cualquiera, realmente.

El moreno se removió incómodo y su pecho se desinfló poco a poco. ¿Por qué le resultaba tan molesto hablar de cosas así? De sus sacrificios, de la nobleza que tanto se empeñaba en esconder. ¿Por qué? ¿Qué, en su vida, le había hecho pensar que eso era símbolo de debilidad?

—Bueno, bueno, suficiente de cumplidos. Vas a darme escalofríos. —Le lanzó una mirada de reojo y le dio una palmadita en el hombro—. Tranquila, yo me encargo. Ahora relájate y ve a leer tus libros~

Bleke sonrió, tranquila, e inclinó la cabeza suavemente.

—Gracias, Joey.

—Sí, sí, ¡vamos! ¡Vamos a llenarnos de conocimiento! —Prácticamente la tomó por los hombros y la arrastró hasta la mesa donde ya se encontraba Jezebel—. ¡Bellabel! Muy buenos días, ¿cómo te encuentras? ¿Qué estás leyendo? A ver, a ver, muéstrame~

Bleke tomó asiento en silencio, ya la había saludado durante el receso así que simplemente sacó su libro del maletín y se dispuso a leer. Su plan ideal habría sido mantener a Joey alejado, pero el muchacho se la llevó con una velocidad del diablo y no le dio tiempo a réplicas. Se resignó, pues, a mantenerlo vigilado y ya.

Tampoco era, después de todo, un mal chico.

 

Kashya Thornton

No mucho después de que Zuko se fuese de la biblioteca, la campana sonó y tuve que irme también. Advertí a la bibliotecaria de que no dejase entrar a aquel chico de nuevo porque había amenazado con quemarlo todo pero... no me creyó, más bien pareció reírse de mí por haberme creído eso. Decía que era imposible pero era obvio que la seguridad de aquel Academia dejaba mucho que desear.

Bueno, nada que pudiese hacer, intentaría estar atenta al chico, al menos.

Las clases siguieron con normalidad y al salir del aula, me sorprendió ver ahí a Emily. Mis intenciones fueron las de contarle lo que me había sucedido en el receso pero... se veía agotada. Le insistí en que no me esperase pero era una cabezona.

Aunque sabía más que nadie sus razones para no querer volver aún a casa.

La dejé hacer y me dirigí a la biblioteca, como siempre, sentándome en la mesa tras saludar a las chicas. Y de nuevo aquel chico que había estado molestando la vez anterior, hablando con Jezebel.

Un segundo, ¿no era él...? Ah, que pequeña podía llegar a ser la Academia.

—Habla más bajo, eres muy ruidoso —no soné brusca, mi tono de voz había sido uno neutral como siempre, pero mantuve la mirada sobre él un par de segundos antes de centrarme en el libro que había abierto sobre la mesa.

Bueno, no me importaba lo que Emily hubiese hecho o dejado de hacer con él, lo cierto es que no me gustaba cuando irrumpían en la tranquilidad de la biblioteca.

Contenido oculto

JAJAJ lo siento Joey, cariño, te adoro, pero tenía que (?)

 

Apenas estaba terminando de acomodarse cuando detectó dos siluetas conocidas entrar, parecía que tenían algo que atender entre ellos, así que se limitó a continuar con su lectura, casi en cámara lenta, tratando de captar tan siquiera alguna palabra.
Como fuese, pronto terminaron y Joey arrastró a Bleke hasta la mesa. Ella separó la vista del libro y les sonrió a ambos, antes de abrir los ojos con sorpresa al verse de nuevo envuelta en el torbellino de energía que era el inglés.

—Me estoy cayendo de sueño —respondió mientras dejaba el libro abierto sobre la mesa y apoyaba en esta la cabeza, como había hecho en la cafetería. La melena nívea se esparció a su alrededor. Después empujó el libro abierto hacia él—. Ya sabes, lectura del club, pero apenas me funcionan las neuronas.

Cuando Kashya lo reprendió con aquel tono neutral por ser tan ruidoso, Jez soltó una risa suave. Siempre era divertido ver a la albina hacer esos comentarios.

>>Kashya tiene razón, no seas tan ruidoso en la biblioteca, cielo.

Con todo y el desenlace la noche anterior, al final haber estado en la fiesta con él y los demás de alguna forma la hacía sentirse más suelta, por lo que podía ser todavía más ella si era posible, así como ocurría al tratar con Anna.

 

Le puso un freno repentino a su arranque de energía cuando advirtió que Kashya le estaba hablando. Arrugó el ceño al verla y rodeó a Jez para alejarse de la albina, como si le causara repelús o algo así. Más allá de eso, lo cierto es que Joey bajó considerablemente la voz. Había allí una silla libre, de modo que se acomodó con cuidado de no hacer mucho ruido y cuando la vio desparramarse sobre la mesa, una sonrisa floja, traicionera, danzó en sus labios.

Los dedos le hicieron cosquillas, y dudó.

Desvió su mirada hacia el libro cuando Jez se lo extendió, y fue más o menos una forma de obligarse a correr su atención de aquella cascada de nieve que había querido tocar, pero se contuvo.

—¿Eh? Qué letra pequeñita~ —observó, tomándolo entre ambas manos, y se puso a leer un pasaje aleatorio con voz profunda e impostada—: Tampoco supe a punto fijo si la figura de Demian me atraía o me repelía. Sólo vi que era distinto de nosotros, que era como un animal, o como un espíritu, o como una pintura; pero distinto, inefablemente distinto de todos nosotros.

Permaneció con su atención fija en las letras durante unos segundos más, incluso luego de terminar de leer en voz alta.

Cielo.

En serio, ¿por qué lo trataba con tanto cariño? No había hecho nada por ella. No tenía sentido. ¿Es que era estúpida?

—Se lee complicado —resolvió, frunciendo el ceño, y le devolvió el libro abierto justo donde estaba—. ¿Cómo luciría alguien que es como un animal o un espíritu? No logro imaginarlo.

Eso era lo que decía y, aún así, su mirada viajó un instante hacia Bleke. ¿Aquella chica no era, acaso, inefablemente distinta de todos los demás?

—Si estás muy cansada deberías volver a casa, Bellabel, o al menos descansar en la enfermería~ Acabarás con jaqueca si te esfuerzas demasiado.

 

No creyó que fuese a tomar el libro y comenzar a leer, pero en cuanto lo escuchó cerró los ojos casi por inercia, prestando atención a las palabras.

Animal.

Espíritu.​

Pintura.​

El cerebro fundido le arrojó una serie de imágenes mentales de la magrugada.
Katrina Akaisa con su cigarrillo, Joey saliendo de la clase con Emily, y la silueta de Altan recortada por la tenue luz en la 3-1.

Cuando oyó que dejaba el libro sobre la mesa de nuevo, abrió los ojos pero dejó el libro allí entre ambos.

—¿Qué tanto sabes de la cultura de este país, Joey? —comenzó Jez mientras estiraba los brazos sobre la mesa. Bostezó después, antes de seguir hablando casi en un murmuro—. ¿Ubicas los yōkai? Kitsune, Ōkami, Bakeneko... Como sea, esos son ya sabes, los que tienen forma animal, hay otra categoría de yōkai que solían ser humanos y tomaron formas grotescas por, no sé yo qué, sentimientos fuertes o algo así.

Hizo una pausa, pasando una página del libro con aire distraído, recuperando la información en su cabeza.
No tenía tantos datos almacenados como Altan o Katrina, pero seguían siendo bastantes.

—Creo recordar que algunos kitsunes, esos con la mayor cantidad de colas y por ende más viejos, poseen la capacidad de transformarse en humanos pero deben ocultar la cola en su ropa o al fijarte en su sombra esta tiene forma de zorro. —Se enjuagó los ojos con algo de fuerza—. Animal, espíritu, pintura. No sería diferente en forma quizás, a las personas normales, pero lo sabrías por un pequeño detalle... Minúsculo quizás o abismal. ¿Y quién no sentiría una atracción curiosa o una repulsión excesiva ante estas criaturas?

No era seguro que se diera cuenta, pero acababa de describir la situación de principio a fin.
Ella era la tonta curiosa y Sonnen era el que sentía repulsión por el espíritu, por el yōkai.

—¿Hmh? No importa, me ha dolido la cabeza todo el día de por sí.

 

Había alzado la vista brevemente al techo, y su ceño se frunció de la concentración sin siquiera notarlo. Jez se había puesto a hablar de cosas complicadas de la nada, y a él le daba algo de pereza pero tampoco quería perderle el hilo. Se estaba esforzando por procesar la información y, no lo sé, responder algo con sustancia. No quería sólo asentir y ya.

—Hmm...

Parecía que iba a echar humo, y acabó por soltar un sonoro suspiro y echarse sobre la mesa, justo como Vólkov, para verla y sonreírle con los ojos cerrados.

—Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos —citó, en tono liviano, y soltó una risa baja—. La abuela lo decía mucho y a mamá se le había pegado un poco, a decir verdad. Eran muy religiosos en casa.

Había empezado a jugar con sus dedos sobre la madera, sin seguir ningún patrón realmente, sólo los arrastraba y perfilaba la textura.

—Suena a que este Demian era un incomprendido. Imagina que no sólo una persona, sino todos a tu alrededor te pongan en un nivel distinto; no mejor, tampoco peor, sólo... distinto. Aislado. Y que te aíslen el tiempo suficiente para, no lo sé, perder la capacidad de comunicarte con ellos. Y acabaran hablando idiomas distintos, y siguieran todos allí pero no te entendieran, por mucho que gritaras y gritaras. Eso... te vaciaría el corazón, ¿no?

Hizo una mueca con los labios, casi como un niño pequeño frustrado, y frunció el ceño.

—Te volvería un animal o una pintura, y a su vez, mataría tu espíritu. Perderías el norte.

Le puso un freno a su tren de pensamientos descarriado en cuanto Jez habló sobre su dolor de cabeza. Joey le sonrió, dulce, y estiró la mano para acariciar apenas su cabello.

—Lo siento, Bellabel~ ¿Tomaste algo? ¿O te traigo algo de la enfermería?

 

Sonrió para sí cuando se dio cuenta de que prácticamente iba a empezar a humear antes de imitarla y echarse sobre la mesa. El color le subió al rostro, aunque de forma bastante más moderada que otras veces.

Quiso disculparse por haber empezado a hablar de cosas tan aburridas de repente, pero entonces él formuló una respuesta. Lo escuchó, atenta, pensando a la vez en su propia respuesta.

—Bueno, no sería el primero ni el último, ¿o sí? A veces la gente le pone empeño precisamente a crear incomprendidos, relegados, rechazados. Gente carente de norte, vacía, perdida. Crean espíritus, animales o pinturas, ellos luego deciden si exorcizarlos, mantenerlos en cautiverio o apreciarlos como obras de arte. Satanización, reducción o romantización.

Se obligó a sí misma a cerrar la boca entonces. Si seguía hablando de esas cosas con el cerebro chamuscado como lo tenía, iba a parecer una genuina loca o algo. Además, tampoco quería forzarlo a seguirle el tren de pensamiento, iba a ser como cuando Altan intentaba que los otros atajaran su manera de procesar la información de buenas a primeras.

Cuando lo vi estirar la mano y acariciarle el cabello apenas, cerró los ojos unos segundos. El cerebro agotado hizo que la imagen de Joey se fundiera con la de Sonnen, quien solía acariciarla de aquella manera. Frunció el ceño unos segundos y abrió los ojos, forzando al espejismo a romperse.

—Anna fue de lo más amable y nos dio una cajita de jugo a todos en el almuerzo —comentó con ánimos renovados—. No es que haya sido algo pues directamente para el dolor, pero en el momento ayudó bastante. Ahora no te preocupes, luego de cenar en casa y echarme a dormir estaré como nueva mañana. No es nada que no pueda aguantar.

 

Se había quedado viendo a Jez con toda su atención puesta en ella, como un niño pequeño a quien le están hablando de cosas que no conoce pero le interesan por cuán misteriosas parecen. Le costaba seguirle el hilo, él nunca pensaba cosas tan complicadas ni era particularmente listo.

"Satanización, reducción o romantización".

Una sonrisa fresca decoró sus labios.

—Eh, Bellabel, conque tú también puedes hablar así de interesante~ —murmuró, en tono suave, y luego la miró tranquilo—. ¿Y tú? Si tuvieras que crear a un ser incomprendido, y no te dieran más que esas tres opciones, ¿cuál elegirías?

Cualquier rastro de seriedad, sin embargo, volvió a irse por el caño en cuanto oyó lo de Anna. Alzó las cejas, indignado, e infló los cachetes mientras acomodaba su cabeza sobre el brazo doblado.

—¿Eh? ¿Y para mí nada? How mean~ ¡Yo también quiero juguito de Anna-chan!

Le volvió a sonreír con cierta condescendencia, sin embargo, aunque jamás perdiera el color de diversión al fondo de la garganta. Era una especie de regaño sutil, ataviado con la ligereza característica de Joey.

—Bellabel, sólo porque puedas aguantar algo no significa que, de hecho, tengas que hacerlo, ¿sabes?

 

Notó cómo la miraba, era la misma forma en que la veían sus primos pequeños cuando les contaba alguna historia y no pillaban ni la mitad, pero seguían prestándole atención, genuinamente interesados en eso que desconocen.

De nuevo el color le subió al rostro al escucharlo.

—Yo no diría que sean interesantes, siento que puedo aburrir a la gente —admitió con un hilo de voz, presionando la mejilla contra sus brazos. Enarcó una ceja ante su pregunta—. ¿Yo? Bueno, no sabría si podría crear un ser incomprendido. Sería muy cruel, pero si de forma inconsciente fuese... Posiblemente caería en la romantización.

Se le escapó una risa suave al ver su reacción a lo que acababa de comentar sobre Anna.

—Te lo perdiste~

Iba a seguir bromeando un poco cuando él soltó lo otro. Sonrió, una sonrisa casi nerviosa y desvió la mirada unos segundos.

—Ya, ya. No me regañes —murmuró mientras se incorporaba.

En un arrebato extraño extendió la mano hacia él y se permitió acariciarle el cabello, fue un movimiento breve, apenas un roce, pero pensó que con un cabello así hacer trenzas debía ser bastante sencillo.
Le sonrió inmediatamente después, ya sin aquel dejo de nervios y sin molestarse en justificar su comportamiento, después de todo él había hecho lo mismo, ¿no? Debía estar bien.

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Wey estoy soft

 

—¡Bullshit! —exclamó con cierta intensidad, y recién después fue consciente no solo de que había alzado la voz, sino que había hablado en inglés; echó un vistazo alrededor, comprobando si alguien lo estaba mirando, y soltó un suspiro de alivio al ver que no—. Romantización, ¿eh? Lo supuse~

Una risilla orgullosa vibró en sus labios y sólo siguió con su atención puesta en ella cuando se quejaba de su regaño. Le gustaba, digamos, el color de su voz, ¿no? Le tranquilizaba, y ya no parecía ponerse tan nerviosa con su mera presencia. Cerró los ojos un momento al sentir su caricia, allí con la cabeza sobre los brazos. Ali-chan a veces hacía lo mismo, solía decirle que su pelo era suavecito y le gustaba tocarlo.

¿Quizá por eso no se lo cortaba nunca?

Cuando abrió los ojos lo hizo apenas y entre los párpados entrecerrados le sonrió algo risueño, algo coqueto. Puede que estuviera considerablemente más tranquilo pero seguía siendo, al final del día, un poquito cabrón.

—¿Te estoy molestando, Bellabel? —inquirió, con preocupación casi pueril—. De tu lectura, me refiero.



Al final, la campana del receso había interrumpido por completo la diversión del gimnasio. Gotho era un genuino cabrón y podría haberlo pateado en las bolas, pero le divertía la idea de seguir tocándole los huevos. Así y todo, realmente era una buena estudiante que prestaba atención a las normas, portaba bien el uniforme y sacaba buenas notas, de modo que recogió la chaqueta, la abotonó con calma y le sonrió a Eris antes de retirarse.

Tras las clases, se dirigió directamente a la biblioteca. Kohaku le había enviado un mensaje diciendo que la esperaría, así que cruzó las puertas y se dirigió directo a la mesa donde distinguió las tres cabelleras de nieve, o casi. El club de lejía, ¿eh? Casi desentonaba allí, pero la idea sólo le causaba diversión.

A ver cómo reaccionaría el club a su presencia~

Distinguió, también, una cabellera tan negra como la suya echada sobre la mesa, junto a Jezebel. Era Joey, ¿no? Como sea, parecía muy ocupado con la chica a su lado y ella no pretendía entrometerse en asuntos ajenos; al menos no ahora, que tenía otras fuentes de entretenimiento. Se sentó junto a Kashya como quien no quiere la cosa, se cruzó de piernas y le sonrió.

—Hey, lass. Missed me~?

 

Kashya Thornton

Creo que pocas veces había lanzado una mirada más fría a alguien como le lancé al moreno en el momento en el que volvió a levantar la voz. No dije nada porque era obvio que a Jezebel le estaba gustando su compañía y le tenía aprecio, pero mi cuerpo reaccionó de manera involuntaria con aquello.

Por suerte, se dio cuenta rápidamente de su error y volvió a bajar la voz, momento en el que aproveché para volver la vista al libro. Ya había avanzado bastante, estaba segura que esa tarde acabaría.

Así fue hasta que una nueva presencia se hizo en la sala y prácticamente ni necesité escucharla para saber quién era, aunque su voz solo confirmó mis dudas. Levanté la cabeza y la miré, con un deje de preocupación en mis ojos.

—Me ha pasado algo terrible, te dije que sucedería.

Había ignorado por completo su pregunta, sí, pero aquello era de vital importancia.

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Joey: ah mujeres, qué haría yo sin ellas
also joey: tú no kashya, tú me das miedo
morgan: fine, mejor para mí jujuju

 

Reconoció la palabra en inglés que soltó Joey con facilidad, en parte porque medio mascullaba el idioma pero mayormente porque, con todo y sus raíces japonesas, Altan a veces hablaba en inglés gracias a la nacionalidad de su padre. Y vaya, era bueno para soltar groserías en tres idiomas, como si hubiese vivido en la maldita calle.
Se forzó a contener la risa para no ir a ganarse también un regaño de Kashya y se encogió de hombros, resignada a su propia respuesta. No era prejuiciosa ni cuando tenía razones, tampoco era capaz de reducir a otra persona, en esa lógica solo quedaba... Romantizarla. Romantizar el dolor humano era una salida igual de jodida que las otras, ciertamente, menos agresiva quizás pero más invisibilizante.

Negó suavemente con la cabeza ante su pregunta.

—En realidad supongo que con el cerebro así de cansado es más fácil hablar que leer —acotó mientras se rascaba las raíces del cabello en aquel gesto casi ansioso—. Aunque nunca pensé que yo precisamente fuese a pensar una cosa así. ¿Y yo no te estoy reteniendo? No sé qué días tienes club o incluso podrías estar yendo a casa. Echar una siesta con esta lluvia suena como un plan sólido.

 

Se había acomodado a sus anchas en la silla, incluso había alcanzado el espaldar de Kashya con el brazo, y pestañeó sorprendida al recibir aquella respuesta. Le echó un vistazo a las demás integrantes del club, pero todas parecían muy absortas en sus asuntos. Se sonrió, al menos intentando contener un poco la diversión, y ladeó la cabeza. La albina lucía seria al respecto, ¿verdad? Tampoco iba a ser tan cabrona de reírsele.

—¿Qué ocurrió~?



Había percibido la nueva presencia en la mesa, aunque no hizo realmente nada al respecto. Morgan podía significar problemas y no quería invocarlos ahí, con Jez. No le daba la puta gana.

Ya suficiente tenía con el perro guardián.

—¡O podrías dormir! —murmuró, algo porfiado—. Ah, pero Bellabel es una cabeza dura~

Cuando escuchó la palabra club saliendo de sus labios, abrió los ojos como platos y se irguió de golpe, con ambos brazos extendidos sobre la mesa.

—¡Blee! ¿Hoy tenía club?

Ah, ahí se había ido a la mierda la sutileza... otra vez. Bleke alzó apenas la mirada de su libro, no se la veía muy contenta de ser interrumpida.

—Sí, hay reunión del de básquet. ¿Lo habías olvidado, Joey?

Wickham se llevó una palma al centro de la frente y dio un brinco, a punto de echar a correr tras chequear la hora en el móvil cuando pareció notar que estaba siendo muy descortés.

—Lo siento, luego nos vemos. —Se inclinó hacia Jezebel y le sonrió alegre—. Gracias por la charla, Bellabel, ¡disfruta tu libro!

Bueno, la albina que daba miedo ya no podría matarlo con la mirada, al menos. En menos de lo que canta un gallo Joey había desaparecido de la biblioteca.

 

Kashya Thornton

Era extraño pero el hecho de estar hablando con Morgan había hecho que prácticamente ignorase el nuevo grito de Wickham. No me pasó desapercibido como prácticamente salió corriendo, eso sí, y me sentí ciertamente aliviada.

—He conocido a un chico... —comencé a explicar, sin apartar la vista de ella—. Y ha amenazado con quemarme un libro. ¿Ves? Seguro que solo es el principio.

Contenido oculto

Entre Blee y Kash lo matan un día de estos istg xDD