Interior Biblioteca

La subida con Dante a clase fue de lo más tranquila, exactamente cómo venía esperando que fuese. Hablamos de alguna que otra cosa cotidiana y la conversación murió no mucho después de llegar al aula, cuando el profesor entró a la misma y comenzó a dar la clase apenas al instante.

Me despedí del chico en cuanto tocó la campana anunciando el receso y me quedé en el pasillo esperando a que Kashya saliese de su clase, momento en el que ambas nos dirigimos hacia la biblioteca. Ella de todas formas pasaba prácticamente todos los ratos libres que tenía ahí y yo necesitaba algo de tranquilidad para poder concentrarme y así acabar cuanto antes mi parte.

—Ka-chan, ¿algún libro que hable de la nieve rosa?

Me sacó una ligera risa verla quedarse callada un par de segundos antes de levantarse y perderse en alguna estantería, porque era exactamente el tipo de reacción que hubiese esperado por su parte. Esperé pacientemente mientras sacaba todas mis cosas y le agradecí con una sonrisa suave cuando me extendió un par de libros de fenómenos meteorológicos extraños y una revista de viajes exóticos.

Podía haber usado el móvil para buscar información en internet, era plenamente consciente de ello, pero supongo que Kashya me había pegado un poco su preferencia por los datos impresos en papel y, no sé, era mejor practicar para saber buscar en libros por si en un futuro me hacía falta que la facilidad de teclear algo en Google y simplemente copiar lo primero que viese.

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Están ahí estudiando pero si alguien quiere molestarlas, bienvenido sea (?

 

No tenía idea cómo había ocurrido tan rápido ni de dónde, quizá fuera una mera cuestión de ilusiones autoimpuestas. Quizá no tuviera tanta mano diestra para escindir los mundos entre los cuales me movía, así me hubiera empeñado en ello al punto de poseer nombres completamente diferentes, o quizá y para mi desgracia justo había venido a dar con un montón de gas inflamable. Podía montar el teatro, intercambiar máscaras, ralentizar el tiempo, pero ¿y qué si en el proceso acababa masticando y tragando más de lo que podía manejar? Como un virus latente, esparciéndose lento y seguro hasta el último rincón de tu organismo. Y quizá sólo bastara un chasquido, una chispa de fuego, para activarlo.

Y destruir la ilusión.

Dentro de mí no había elementos como tales, si acaso la frialdad de un océano congelado. Avanzaba dos pasos y retrocedía uno, como un auténtico cangrejo, con la precaución pero firmeza necesarias para no aparentar debilidad ni irme a la mierda por un error estúpido. Analizaba, leía y recién entonces decidía, aunque tampoco dudaba si hacía falta forzar colores nuevos sobre el mundo. Un poco traicionero, quizá, el caso era que podía atacar de un momento al otro prácticamente desde cualquier flanco y seguir durmiendo como un bebé. Si acaso poseía un punto débil, un único lugar desde el cual atraparme adonde mis tenazas no alcanzaran.

Por eso había ocultado mi apellido.

Y haría cualquier cosa por mantener la ilusión en pie.

Akaisa era fuego puro, me daba que podía quemarte de pies a cabeza con un simple roce. Era el combustible y la cerilla, lo poseía todo y ella decidía cuándo y dónde utilizarlo. Peligroso que te cagas por decir poco, quizás estuviera exagerando o adelantándome a los hechos pero mi intuición no solía fallar. Me había convencido de ello, al menos. De no ser por ella, probablemente ya estaría tirado en una zanja o de regreso en casa de mis padres.

Habría fallado, en resumidas cuentas.

Como un puto perdedor.​

Al menos me las arreglé para resolver el conflicto o eso quise creer, en tanto mantuviera las sombras en la retaguardia no veía razones para que Akaisa forzara sus paredes de fuego sobre nosotros y así podríamos convivir en paz. Tampoco le saltarían más alarmas a Aya de las que ya se le habían encendido. Había contenido la situación, digamos, como hacía casi siempre en el trabajo.

Le eché un vistazo a Aya para mantenerla a raya si hacía falta en lo que Akaisa se bajaba del pupitre, y cuando noté que la pelinegra me hablaba la observé de soslayo. Andaba con unas ganas de divertirse a costa nuestra que debería considerarse ilegal, pero llegados a este punto tampoco me quedaban muchas papeletas para quejarme. Aguardé a que terminara de hablar, así fuera pura mierda masticada, y empecé a caminar hacia la salida del aula.

—Mejor vamos a la biblioteca, supongo ahí se puede comer. —Busqué a Katrina por encima del hombro, nosotros aún no nos sabíamos las disposiciones de la escuela—. Tú guiarás.

Había sellado la oscuridad a cal y canto, de modo que sólo quedaba lo que yacía de base: la neutralidad absoluta, el océano congelado, como si el tiempo ya no fluyera entre sus capas.

En lo que duraba el recorrido sentí mi móvil vibrar y lo saqué del bolsillo. Era Kohaku.

Cuando vuelvas pasarías por una farmacia?

Y eso?​

Ya no les quedan analgésicos

Ok
Qué tienes?​

Algo de fiebre

Mucho?
​

No, 38 y algo

Vale, yo me encargo
Descansa​

Pobre diablo, al final sí se sentía mal de verdad y yo queriendo arrastrarlo a la escuela. Ojalá hubiera regresado ya a su casa, que ahora estaría solo hasta entrada la noche y en ese estado, pero nada que hacerle. Bufé despacio, regresándome el móvil al bolsillo, cuando arribamos a la biblioteca. Le eché un vistazo desinteresado, no se diferenciaba mucho de lo que era, bueno, una biblioteca. Si acaso los muebles se veían de buena calidad, no esperaba menos de una escuela de pijos. Me giré hacia mis acompañantes.

—Bueno, ustedes dispondrán.

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me daba paja citar Yáahl Etihw

 

Me estaba oliendo cuál era la porción del mundo de sombras al que pertenecía este chico y de repente me pregunté si no parecerían todos sacados de un molde parecido, incluso cuando algunos tenían personalidad diametralmente distintas. Estaban los agresivos, los que ya rozaban la maldad psiquiátrica o algo, luego estaban los otros que parecían moverse por lecturas del mundo, por corazonadas o instintos. No tenían personalidades tan abrasivas o proactivas, pero eso no los hacía menos capaces, de hecho casi parecían encastrar en la oscuridad con más precisión por ese motivo, por sus personalidades retraídas.

Había algo en estos personajes silenciosos y casi ensimismados que era de lo más interesante, me recordaban bastante a mi propio padre, eran fríos y distantes, pero cuando querías darte cuenta te soltaban un golpe en toda la nuca que te mandaba a negro. Resultaba que estos cabrones en su mayoría no eran peones nada más, actuaban con la precaución y el cálculo de genuinos estrategas, sin necesidad de andar gritando por ahí qué pueden hacer realmente.

Podía estar picando y picando a este pobre idiota, pero en sí no iba a llevar nada a los extremos, ninguno de los dos parecía ir a hacerlo. Yo había reconocido el poder de sus sombras, de su hielo, y él el de mi fuego, así que podíamos llegar a una suerte de tregua o al menos de terreno gris donde él pasaba de mis mierdas y yo solo seguía fluyendo.

Total que como era claro que no se conocían la escuela tuve que guiar el camino hasta la biblioteca. Pero qué cosas, ¿no? Lo que pasaba por rechazar un tour por la academia. Hice el camino con una canción rebotándome en la cabeza, ni idea de por qué, y suspiré con cierta pesadez cuando sentí el móvil vibrarme en el bolsillo, desde el otro día mi padre llevaba dando por culo con el tema de los Aoyama y sentía que se estaba oliendo que le iba a reventar los dientes con la culata de la escopeta.

Bueno, incluso los depredadores sienten el peligro cuando lo tienen encima.

El chico se giró una vez en la biblioteca dirigiéndose a nosotras, así que repasé el espacio con la vista antes de dejar mis cosas en una de las mesas y prácticamente dejarme caer en una de las sillas. Abrí mi libro, también el cuaderno y un poco como si de verdad estuviese a dispuesta a dejar de ser un incordio, me puse a tomar notas de las cosas que ya tenía resaltadas.

Se me ocurrió que podría ofrecerles la rebanada de pastel como ofrenda de paz, pero la verdad es que no se me antojaba entregar algo que Aaron había llevado para mí por la gracia así que a tomar por culo.

—Bueno, Sugawaras, bienvenidos a la biblioteca del Sakura —comenté un poco al aire, sin detener lo que había comenzado a hacer—, es... Una biblioteca de niños pijos nada más, nada nuevo bajo el sol.

Había notado a Emily por ahí, pero por algún motivo divino le tuve piedad ese día.

 

Igual la verdad es que había tenido suerte, ya la chica tenía que ser buena gente como para haberse acercado a preguntarme si estaba bien, pero entre más íbamos hablando y así me di cuenta que podíamos llegar a llevarnos bien a secas. Parecía tranquila, no le costaba seguir la conversación y era de lo más bonita, la verdad es que me alegraba saber que Laila había tenido una compañera de proyecto como ella.

Cuando se detuvo y giró el cuerpo para presentarse apropiadamente caí en que era cierto, ni me había dignado a decirle cómo me llamaba. Le dediqué una sonrisa de ojos cerrados.

—¿Puedo llamarte a Alethea? —pregunté sin más como una chiquilla. Reaccioné después, hice una reverencia también y me presenté—. Vólkov Jezebel, pero puedes decirme Jez.

Con las presentaciones hechas nos dispusimos a bajar sin prisa, total qué podía urgir con ese clima, y solo me excusé un momento con la chica para comprarme un té en la máquinas del pasillo antes de seguir nuestro camino a la biblioteca.

Estaba un poquito más llena de lo usual por el clima, pero igual habían mesas aquí y allá disponibles, así que caminé hasta llegar a una aunque no me senté de inmediato.

—Si prefieres alguna de las otras me dices~

 

Su pregunta a mi presentación me sacó una genuina risa de pura ternura, si es que me recordó a una chiquilla con su petición, y simplemente asentí con la cabeza con la sonrisa plantada en los labios, sin ninguna atisbo de burla ni nada parecido en ninguno de mis gestos.

—Alethea y Jez será, entonces~ —añadí, un poco porque sí, antes de retomar de nuevo la marcha.

Nos dirigimos pues a la biblioteca, a paso completamente calmado, y pensé en ese instante que la chica tenía todas las papeletas de caerme bien e, incluso, considerarla una amiga, porque parecía tener una personalidad con la que sin duda no tendría ningún problema a largo plazo.

Y lo cierto es que la idea me hizo algo de especial ilusión~

Seguí a la chica hasta el interior de la biblioteca, que a decir verdad yo no estaba tan acostumbrada a ese lugar, y repasé la mesa que eligió con la vista. Negué un par de veces con la cabeza, ya que no tenía ninguna objeción a su elección, y no tardé mucho más en tomar asiento. Estaba, de hecho, acomodándome en el asiento cuando de repente vi por el rabillo del ojo a otra chica acercarse.

Apareció de la nada, también tenía el pelo blanco y la piel muy pálida, y por un segundo llegué a pensar que se trataba de un fantasma.

—Buenas tardes, Jez —le dijo a la nombrada, levantando la mano un par de segundos antes de dejarla caer.

Se giró sobre sus talones para mirarme, a lo que le respondí con una pequeña sonrisa algo tímida y, por qué no decirlo, confusa, pero después de un rato tomó asiento en la mesa también y, así como si nada, abrió el libro que llevaba en las manos para ponerse a leer. Sin decirme palabra alguna, vaya.

Miré a Jezebel, sin poder evitar la curiosidad de mi mirada.

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Por si no quedó claro, aventé a Ka-chan también porque why not (?)

 

La muchacha accedió, la sonrisa se me amplió y asentí con la cabeza un par de veces, emocionada. Siempre sentía cierto alivio cuando la gente me dejaba llamarla por su nombre, con todo todavía tenía que hacer un esfuerzo consciente para usar los apellidos y todo el tema, como si no lograra configurarlo en la cabeza pero ni aunque me dieran de palos. Ni que se dijera de los apelativos cariñosos, que ya estaba visto con Anna y Joey que los tiraba sin pensar un segundo apenas la gente me daba un mínimo de confianza o hasta sin ella, porque era tonta y ya.

Apenas ella se sentó estuve por imitarla cuando vi aparecer a Kashya, la ilusión me cruzó por la cara cuando me saludó y rodeé su silla para echarle los brazos sobre los hombros y darle un abrazo a pesar de que sabía que la chica no era muy expresiva ni nada. Puse el mentón sobre su coronilla y allí me di cuenta que Alethea estaba mirándome con cierta curiosidad por la aparición de la muchacha.

—Somos amigas del club de lectura, su nombre es Kashya, Kashya esta es Alethea una compañera de tercero que va a otra clase.

Las presenté como si nada mientras dejaba ir a la albina para tomar asiento también. Le di un par de sorbos al té que había traído y busqué la mirada de Ethans.

—Kashya va a segundo con otra amiga nuestra del club igual. Bueno, podemos decirle club de la lejía en vez de club de lectura, ninguna tiene mucho color encima —solté junto a una risa floja, obviando sin querer, o eso podía pensarse, la existencia de Morgan. De paso hice un poco de memoria y se me antojó husmear—. Tú eres nueva en la escuela, ¿no? Al menos no recuerdo haberte visto antes, pero soy despistada así que no sé.

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no tienes que contestarme ni nada si no te da tiempo o no te sale or whatever uwu cualquier cosa aquí queda, pero eso la gayness de jezzie por ka-chan (??

 

No era como si en algún momento hubiese dudado de que las dos chicas se conocían, que ya de por sí era rara la manera en la que se había acercado la otra, pero imaginaba que no lo haría si no fuese alguien conocido; sin embargo, la reacción de Jezebel fue más que suficiente para darme cuenta de que, de hecho, eran amigas. Observé la escena con una sonrisa enternecida y, aunque no supiese realmente nada de ellas, me daba la sensación de que el hecho de que la pequeña aceptase el contacto de la otra ya era suficiente muestra de aprecio por su parte.

Escuché la explicación que Jez me proporcionó en cuanto captó la curiosidad de mi mirada y asentí con la cabeza, sin perder la sonrisa en ningún momento. ¿Así que un club de lectura? Ah, tenía que ser lindo, reunirse para discutir sobre libros leídos, y también me daba la sensación de que eran discusiones de lo más interesantes. Bueno, no cualquier se apuntaba a un club que se basaba en leer constantemente, ¿cierto?

Cuando la chica dijo lo del club de la lejía solté una risa ligera, aunque tampoco me pasó desapercibida la mirada que le dirigió Kashya a su amiga. Parecía... ¿como si hubiese esperado algo más de ella? Ni idea, tampoco fue nada más que eso, una simple mirada, así que no le di mayor importancia. La misa me miró, sin cambiar mucho su expresión, y le correspondí a la inclinación de cabeza con el mismo gesto antes de volver a centrarme en Jez.

—Síp, bastante nueva. Bueno, ya llevo un par de semanas aquí, pero he estado bastante centrada en estudiar y a acostumbrarme el sitio, por eso no se me ha visto mucho el pelo por ahí —expliqué, con una ligera carcajada divertida.

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como si pudiese no responderle a la gayness de lesbiabel, bitch

 

Ya se sabía que no era ninguna mente maestra, pero la forma en que me había olvidado del proyecto a pesar de que los profesores lo pasaban recordando era ya de campeonato mundial. Encima es que ninguno había dado señales de vida hasta que se nos dijo lo de la reentrega y bueno, se nos hundió el barco de lo lindo. Vergüenza debía darme enseñar la cara luego de eso, pero más me daba imaginar que ni me apareciera para intentar entregar algo.

Así enderecé los pasos a la biblioteca poco después de que sonara la campana, había abierto el bento solo para bajarme tres bocados de arroz y carne a la carrera antes de salir pintando. En ese frenesí me acordé del cupón que me había encontrado en el casillero en la mañana y me puse a preguntarme quién lo habría dejado, porque lo dicho, muy listo no era.

El caso es que entré a la biblioteca como un jodido torbellino de energía, la señora me mandó callar y me disculpé en un murmuro antes de ponerme a buscar a mi compañera con la vista. La ubiqué en una de las mesas con una rubia que no me sonaba de nada, asumí que era de tercero un poco por rebote y me acerqué ya algo más sosegado.

—Permiso —dije mientras me acomodaba en una de las sillas y solté el aire de golpe—. Listo, llegué.

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perdón por colarme así bien feo uwu morita me llamó y aquí vengo (?

 

Para las cosas de la escuela y eso poco me quedaba para ser considerado un asno, la verdad fuese dicha, pero por eso cuando era época de exámenes estudiaba como un loco para poder tener buenas notas. A lo que quería llegar era que lo que no tenía de facilidad para las cosas académicas lo tenía para socializar, no me refería ya a lo de tener un torpedo en el culo, si no a lo de leer el ambiente y tal.

Así la pregunta de mi compañera hubiese sido por pura educación me permití una sonrisa y asentí con la cabeza, era verdad a medias pero tampoco hacían falta explicaciones. El comentario de la otra muchacha fue más un murmuro, calzó con su apariencia estoica y como no me gustaba hacer conflictos de humo no respondí nada.

—Nakagawa no vino, ¿cierto? —pregunté casi en voz baja, para no seguir interrumpiendo de gratis. Me levanté para alcanzar uno de los libros que había dicho Russo y saqué mi cuaderno después, quizás algunos de los apuntes de clase nos sirvieran también—. Perdona por despistarme con el proyecto, se me olvidó completamente.

 

Alcé un poco las cejas al escuchar la respuesta de la muchacha y acabé por asentir con la cabeza como toda respuestas, como diciéndole que entendía. Respondió con educación a mi disculpa, me permití una sonrisa y comencé a leer el libro por encima. Después de todo tenía razón, lo que importaba era que al menos ahora me había presentado.

Escribí algunas cosas que leí en el cuaderno, como para tenerlas más a mano, y dejé el resto del material para empezar con él cuando terminara con eso.

—Al menos envió su parte, eso nos ayuda mucho —dije todavía con los ojos puestos en el libro—. No debería tomarnos mucho tiempo de todas formas.

No tenía intenciones de interrumpir mucho más, así que guardé silencio y volqué la atención en lo que correspondía. Si teníamos suerte podíamos acabar y me terminaría mi almuerzo.

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Perdón por tardar en contestar ª no creo que dé tiempo a mucho más, pero para no dejar la cosa colgando

 

Era una tontería, pero que Joey me dijera que la idea de decirle a las chicas que quedáramos luego de la escuela no sonaba mal terminó de hacerle hueco suficiente para que fuese casi una certeza. No planeaba hacerlo en estos días, estaba atrasada que daba gusto con la escuela, pero lo dicho, ya al menos la espina había quedado allí. No sabía muy bien dónde decirles de vernos de por sí, pero eso lo pensaría después.

Igual el idiota me había besado en pleno pasillo, haciendo que cualquier pensamiento se me cayera de la cabeza directito a la planta baja. No me molestó, qué va, solo me dio algo de vergüenza y se me debió notar en la cara, aunque no tardé en sonreír como imbécil mientras lo despedía con un movimiento de mano.

El día siguiente había llegado a tiempo, sintiéndome incluso mejor que el anterior y me acordé de repente que con toda la tontería tanto a mí como a Dunn se nos había olvidado lo de los apuntes. Volví a pedírselos antes de que dejara la clase y antes de retirarme a la biblioteca me acerqué al pupitre de Al, que se había quedado frito, y lo zarandeé para despertarlo.

—Cielo. —Lo llamé—. Cielo, ya sonó la campana.

—¿Eh?

Se enderezó, enjuagándose los ojos con cierta fuerza, y buscó mi rostro. Al pobre le costaba muchísimo despertarse, lo sabía.

—Jez llamando a Altan. ¿Me ayudas a ponerme al día?

Se rascó las raíces del cabello despacio, todavía atontado, y lo vi pasar saliva un par de veces para quitarse el sabor de, no sé, haber dormido diez minutos o algo. Cuando logró reconectar con su mente de forma más o menos decente asintió con la cabeza, levantándose de la silla por fin. No creía que fuese capaz de asumir a dónde íbamos, así que enredé mi brazo al suyo y empecé a caminar, le tuve piedad así que bajamos en el ascensor.

Al llegar a la biblioteca busqué una de las mesas, me senté y él, ya algo más despierto, se sentó frente a mí. Me había traído el maletín, así que escarbé para sacar mi cuaderno, el de Dunn y de paso le alcancé a Al la botella de agua, apenas verla le pegó dos tragos enormes que ayudaron a que terminara de despertar y tomó el cuaderno ajeno para empezar a leerlo.

—¿Cómo te sientes? —pregunté, me había dicho que el día anterior se la había echado con migraña—. ¿Te sentó bien que Anna pasara a verte?

—Lo hizo —respondió, monótono. Frunció un poco el ceño mientras leía—. Me siento algo aturdido todavía, pero no me duele nada. Jezzie, ¿de quién es este cuaderno? La letra... da algo de pena, pero está terriblemente ordenado.

—Tu amigo.

—¿Cuál amigo?

—Cayden Dunn.

—No diría que sea algo así como mi amigo, parece querer cerrarme de una hostia casi siempre, pero sabe que terminaría en la otra punta de Japón de siquiera intentarlo —respondió mientras bajaba el cuaderno para tomar el mío y ver, seguramente, desde dónde faltaban apuntes—. Su sentido del orden es muy parecido al de Shiori de cualquier forma. No parece faltar absolutamente nada de los últimos días, excepto cuando brincas a la división de historia. No es amigo de las fechas, pero esos vacíos puedo llenarlos yo.

Asentí con la cabeza, dedicándole una sonrisa, lo cierto era que hace días no pasaba mucho tiempo con él y tampoco pretendía presionarlo. Además, un poco tenía la culpa, me había molestado al ver el estado en el que había quedado luego de haberse metido en aquella pelea de la que todavía no sabía los detalles, pero ya lo había dejado correr. Al menos creí que había sido solo por eso hasta que abrió la boca.

—¿Y cómo está Wickham, Jezzie? —La pregunta fue terriblemente ácida, ni siquiera él pudo reducir su propio fastidio y yo suspiré.

No había manera de que hubiese visto el numerito del día anterior, había llegado tarde, pero tampoco sabía que había visto mis cosas en el club de fotografía ya hace semanas. Imaginé que solo lo daba por asumido y ya, como hacía desde que estaba pequeño.

—Bien —atajé, serena, alcanzando ambos cuadernos ahora que él los había desocupado—. Hablé con él ayer, me acompañó a clase. No hace falta que me des un discurs-

—No iba a hacerlo. Las pocas veces que haces cosas porque tú quieres no dejas de hacerlas, ni siquiera cuando suenan alarmas a tu alrededor. —Sacó un lápiz de mi cartuchera para señalar desde dónde empezaban los apuntes que me faltaban en el cuaderno de Dunn—. Al final hasta las luciérnagas chocan contra los bombillos, aunque brillan por sí mismas. Solo... ten cuidado.

—Lo odias —dije con algo de reproche en la voz.

—Lo hago, no lo disimulé nunca. Ahora escribe, Jezzie, lo que yo sienta no importa en lo más mínimo porque es tu vida, no mía.

Había sido siempre así, ¿cierto? Altan era una persona extraña, sus afectos eran fuertes pero desligados a pesar de ello y en ciertos puntos parecía arrancarse a sí mismo de las personas en el momento justo para no verse afectado. Cuando no le daba tiempo a desconectar los cables se volvía caótico, escapaba de casa, volvía apestando a tabaco más de lo usual o no volvía del todo y aparecía uno o dos días después, como si nada; pero cuando lograba zafarse recordaba a una máquina que sigue funcionando en automático.

No vi por dónde discutirle, asentí con la cabeza y me puse a lo mío. Si estaba allí sabía que no iba a dejarme sola, por mucho que algo lo estuviese molestando, porque a pesar de todo era esa clase de idiota y era posiblemente lo único que teníamos en común.

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otro relleno bien sabroso que me había tardado en aventar good bye

 

Parecía ser que mi miedo realmente había sido infundado por nada, porque la primera impresión que me llevé del grupo había sido bastante positiva en general. No me sorprendió demasiado ver lo animada que era Abigail, porque más o menos había formado su personalidad en mi cabeza gracias al hecho de compartir clase con ella, pero aun así fue un alivio notar que también era bastante amigable. La otra chica parecía algo más seria, eso sí, aunque no pretendía juzgarla nada más conocerla tampoco, y a decir verdad no era como si nos fuese a venir mal a la hora de trabajar en el proyecto, ¿verdad?

Asentí ligeramente con la cabeza cuando la muchacha mencionó que aquella suerte era buena señal para el grupo, con una postura mucho más relajada, y escuché con atención la propuesta del tema para el proyecto, queriendo responder justo cuando ella presentó al único chico como la miembro faltante del grupo. Dejé escapar una risa ligera por la broma, sintiendo como toda posible tensión escapaba de mi cuerpo gracias a ello.

—¿Sobre moda, había dicho? —retomé, una vez el chico muchacho se despidió de nosotras y emprendimos la marcha hacia la biblioteca—. Suena a un tema interesante, la verdad.

La biblioteca ya estaba empezando a llenarse de alumnos que, con casi toda seguridad, estaban planeando trabajar en el proyecto igual que nosotros. Conseguimos encontrar una mesa disponible para las tres y les dediqué una sonrisa suave a ambas en cuanto tuve oportunidad, algo apenada.

>>Uhm... quería avisaros de que soy relativamente nueva y quizás tenga algo de problema con el idioma, pero me esforzaré para no atrasaros mucho por ello —murmuré, cerrando ligeramente los ojos para intentar disimular la vergüenza, y saqué mis cosas para repartirlas en la mesa delante de mí—. Dicho eso... no soy ninguna experta en moda, pero algo creo que sé. ¿Por dónde queréis empezar?

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Eun-bi: 0.5 puntos
Abby: -
Génesis: -
Morgan: 0 (?)
TOTAL: 0.5 puntos