Bueno en realidad este fic no es nuevo, lo tueb que abrir otra vez, para los que no lo conosen lo estoy haciendo con mi amiga Sonivela. Belleza salvaje Prologo Sentía un profundo dolor en su pecho, un ardor espantoso, pero mientras caía aquellos recuerdos venían a su mente. -Inuyasha…-pensó mientras se sumergía en aquel mar de veneno. Los recuerdos de su vida pasada de aquellos días donde ella era feliz. Aquel beso en ese puente esos momentos que habían acabado cuando ese ser despreciable les tendió una trampa que izo que ella se sumergiera en la oscuridad y en el odio. El ardor al estar sumergiéndose en ese veneno era insoportable, pero no se movía las almas escapaban se su frágil cuerpo, sus ojos solo podían ver ese color púrpura, pero por un momento logro ver una sombra a través del agua. —¡Kikyo!—escucho un grito—¿¡Estas ahí?! ¡Contesta! —Ayú…dame… por fa…vor—pensó cerrando los ojos y esperando la muerte. La corriente la arrastro hasta caer en una cascada. La turbulencia de esas aguas izo que recuperara el conocimiento, abrió lentamente los ojos para ver que iba a caer justo al final de la cascada, pero era demasiado tarde para reaccionar. Ahora se encontraba en donde terminaba la cascada, su ropa se disolvió por el veneno, el pantalón rojo le que siempre usaba se había consumido hasta sus rodillas, no quedaba nada de aquella camisa blanca solos unos pocos trozos que cubrían pocas partes de su torso. Su cabello antes largo ahora le llegaba a los hombros. —¿Voy a morir así?—se pregunto mentalmente extendiendo su brazo con las pocas fuerzas que le quedaban, como si tratara de alcanzar algo.
Capitulo 1: Los extraños de las sombras En aquel bosque reinaba el silencio; la mañana se avecinaba en ese oscuro lugar, no había ningún sonido, apenas si se escuchaban unos cuantos pájaros canturreando ligeramente. Pero en un segundo dos figuras negras atravesaron el bosque, su velocidad era indivisible, sus pasos rápidos y ligeros. Las figuras corrían sin pensar en detenerse, sus largas capas negras se extendían en su trayecto, hasta que uno de ellos se detuvo súbitamente haciendo que su acompañante chocara contra su espalda. -¿Qué sucede?-le susurro la voz de una joven extrañada. -¿Sientes eso, Samara?-preguntó el joven que la acompañaba alzando su cabeza cubierta con una capucha. La mujer se quito la capucha que traía puesta dejando ver su rostro cubierto por la mitad por unas mascara donde apenas se veían sus hermoso ojos azules. Alzo la cabeza, respiro el aire frió de la mañana. Samara no le notaba nada extraño al aroma limpio y puro de los bosques, pero al parecer su compañero quería que ella detectara algo. Rápidamente un olor penetrable y dañino llego a sus sentidos, ella se cubrió el rostro rápidamente y vio a su acompañante asentir, ella frunció el seño. -Que horrible olor a veneno-exclamo mirando la poca oscuridad que quedaba en el bosque. -Lo detecte mientras corríamos, no debe estar a unos pocos pasos de aquí-le confirmo el joven empezando a correr de nuevo. Ella le siguió, pero no entendía muy bien el porque su acompañante se empeñaba en dirigirse a donde fluía ese detestable aroma. -Ese veneno esta mezclado con la tierra… de aquella tumba-pensó mientras corría cada vez con más velocidad dejando a su compañera atrás. Se detuvo de repente en frente de una cascada. No movía ni un solo músculo, la mascara que curia la mitad de su cara hasta sus ojos negros totalmente sorprendidos al ver aquel cuadro. A casi un metro y medio de donde el estaba parado se encontraba tirada una joven con aspecto terrible. Su cabello negro hasta los hombros no lograba cubrir una espantosa herida que se veía a través de su espalda, unas pocas partes de su kimono hecho pedazos descansaba en una de sus pálidas manos. El muchacho no se movía, apenas había escuchado a su compañera llegar corriendo tratando de alcanzarlo. -Si que tenias prisa-le dijo resoplando poniendo su mano en el hombro de su amigo para recargarse, pero al elevar la vista abrió los ojos fuertemente al ver a la joven tirada en el suelo. Instintivamente Samara corrió hacia la chica quitándose su gran capa negra y extendiéndola sobre el cuerpo inmóvil de la muchacha. -Pobrecita ¿Quién le habrá echo esto?-susurro dando vuelta a la chica para ver su rostro, cerro los ojos con tristeza ya que no parecía tener salvación alguna. Una pequeña lagrima callo de sus ojos azules, no la conocía, pero ver esa escena le había dado mucha pena, su amigo aun seguía inmóvil sin siquiera parpadear. De pronto ella se sobresalto, estaba escuchando una ligera respiración. Bajo rápidamente la mirada y pudo observar que esa mujer a la que creía muerta unos instantes atrás había respirado. -Esta viva-susurro sorprendida-su cuerpo no paréese humano… es falso-musito con terror. Ella no se había dado cuenta de que su acompañante estaba justo al lado de ella, Samara se quedo perpleja cuando vio que su amigo tomo en brazos a la chica cubierta por su capa negro. El comenzó a caminar en silencio, sin prestarle atención a la mujer. -¿Qué planeas hacer Haku?-preguntó levantándose yendo tras de el. El se detuvo un momento, pero luego volvió a caminar. -Dijiste que aun sigue viva-musito sin detenerse-entonces vamos a ayudarla de la misma forma en que hicieron conmigo, nada vamos a perder. Samara no le hizo otra pregunta, porque era obvio que él quería salvar a esa jovencita, pero ella no entendía el porque. -No voy a dejar que mueras esta vez-pensó Haku mientras miraba el rostro de la sacerdotisa
Hola este es el esgundo capitulo esperamos que les guste, aunque creo que es un poco cursi ustedes decidiran Capitulo 2: Cambio Una joven miraba con tristeza el precipicio, sentada en una roca que estaba al borde de el, pensaba en lo que había pasado dos horas atrás cuando su mejor amigo y ella encontraron a esa joven en aquella cascada. _______________________FlashBack_________________________________ Veía extrañada como Haku traía en brazos a esa chica, pensaba en cual era la razón porque la llevado con ellos. — ¿Acaso la conoce?—se preguntaba mentalmente Samara mientras atravesaban las montañas silenciosamente. Samara era la hija del líder de un clan youkay que estaba escondido en lo profundo de las montañas. En aquel lugar habitaban todo tipo de youkays, aunque su mayoría eran exiliados o como en su caso y el de su amigo humanos que se convertían en animales. Sus ojos azules cautivaban a cualquier joven de su clan, pero ella jamás se interesó en nadie, ya que sabía que solo se acercaban por su posición en el clan. Tenía el cabello largo de color marrón, piel apiñonada, su apariencia era la de una mujer de dieciséis años, pero en realidad ya tenía casi cien. Era muy responsable en proteger los dominios y verificar que seres malignos descubrieran aquel templo. Ella estaba tan distraída que no vio el gran templo que se oponía a su paso, las grandes puertas se abrieron. Dos hombres dormidos con la misma ropa, que los jóvenes traían, ambos se inclinaron ante la joven y le fruncieron el seño a Haku al ver a la humana que los acompañaba. —Espero que sepas que decirle a mis padres—ella entrecerró los ojos—sabes que no se puede traer humanos aquí—le recordó caminando junto a él. —Dijiste que no era humana además…—Suspiro—pronto dejara de serlo. —Planeas hacerla una de nosotros, pero ¿Por qué?—le preguntó mientras entraban a un enorme salón que al parecer era el centro de aquel templo. Al entrar en ese lugar había dos personas sentadas en la parte más onda del salón, uno de ellos era un hombre de cabello negro que aparentaba unos cuarenta años con expresión severa en su rostro, la otra persona era una mujer que aparentaba la misma edad con una sonrisa amable y maternal. Ambos tenían unas ropas que eran muy comunes en los señores feudales de color gris. Antes de que Haku pudiera hablar él hombre se levanto con los ojos abiertos como platos. —Haku ¿Por qué has traído una humana a nuestros dominios?—exclamó el hombre con visible furia. —Espera, querido—musitó la mujer levantándose. La mujer se le acercó al joven, Samara seguía con la vista a su madre. Ella se puso en frente de Haku y miró a la chica que tenía en sus brazos, estaba cubierta con la capa de Samara hasta su cabeza. Sonrió. Pozo su mano en la cabeza de Kikyou, asintió mirando a Haku y luego volteó comenzando a caminar seguida por él. —Madre ¿qué esta pasando?—preguntó Samara confusa. Parecía como si no la escucharan, el padre de Samara miraba serio, la escena, Samara estaba cada vez mas impaciente y molesta ¿Qué era lo que su madre y su mejor amigo ocultaban con respecto a la chica? —Haré lo que pueda—musitó tomando a Kikyou de los brazos de Haku. —Sayo…—dijo el hombre, pero Sayo desapareció e una pequeña puerta que estaba al fondo del salón. — ¿Qué es lo que sucede?—Samara casi gritó estaban solos ahí, su padre también se había ido, estaba tan furiosa que no se había dado cuenta de ello. — ¿Quién es ella, por qué me ocultas esto?—le tomo del brazo a Haku, pero él se liberó sin hacer esfuerzo y camino hacia la puerta por donde se había ido su madre. Samara salió corriendo fuera del templo, le dolía el pecho, ella lo había sabido. Era por eso que él siempre la había visto como su amiga, lo había imaginado, pero jamás quiso aceptarlo. __________________________Fin Del Flash Back____________________ En aquella habitación había muchas personas, tres doncellas llenaban de vendas a la sacerdotisa, todas ellas tenían el pelo negro y vestían unos bellos kimonos color salmón, Haku estaba sentado a unos cuantos pasos de ahí junto con Sayo quien lo miró muy seria. —No le has dicho nada de esto a mí hija ¿No es cierto?—le preguntó observando a las jóvenes alrededor Kikyou. —No, tampoco mí verdadero nombre, ella no sabe lo que pasó hace cincuenta años —le respondió cerrando ligeramente los ojos. — ¿Esta segura de qué pueden salvarla?—preguntó viendo como la muchachas salían dando una reverencia. —Si, sus heridas son graves, casi iguales a las que tu tenías cuando mí hija te encontró, pero el veneno que le inyectaron a esta chica es bastante intenso necesitará tiempo para recuperarse—Sayo miró a la chica que ahora estaba cubierta por una manta. Sayo sacó un pequeño frasco de su manga camino unos cuantos pasos hacia donde estaba acostada Kikyou y vertió el liquido en su boca. En ese momento los ojos sin vida de la chica se abrieron de repente su cuerpo frágil comenzó a retorcerse de dolor. Sayo miro al chico que miraba preocupado a la joven sacerdotisa. —Deberías ir a hablar con Samara, ella debe estar muy confundida—entrecerró los ojos—tienes que decirle la verdad—Haku asintió, pero antes de irse se acerco a Kikyou y acaricio su rostro. Él salió de la habitación, Sayo lanzó un suspiro. Sus manos se colocar en forma de rezo, comenzó a decir unas palabras en un idioma antiguo, de los cuerpos de las dos mujeres comenzó a brotar un aura color blanco. Los ojos de la sacerdotisa estaban muy abiertos, su cuerpo brillaba, las graves heridas se iban cerrando. Cuando aquel ritual termino Sayo estaba exhausta, el cuerpo de Kikyou yacía inerte, pero su respiración era calmada y constante, su piel había recuperado su calor, sus orejas ahora eran de una apariencia en punta igual que las de una criatura sobrenatural. Samara estaba con su cabeza apoyada en sus rodillas tratando de no seguir llorando, sintió la presencia de Haku detrás de ella y trato de que no le temblara la vos al hablar. — ¿Qué quieres?—le preguntó fríamente sin mirarlo. Él se sentó a lado de ella, pero la joven desvió la vista, lo que menos quería ahora era su compasión. —Dime que es lo que te sucede—dijo posando su mano en el hombro de Samara. — ¿Por qué jamás me contaste de esa chica?—tartamudeo, le había llamado la atención quien era ella, pero ni él ni su madre querían contárselo. — ¿Quién es ella? Haku suspiró pesadamente, ya no podía ocultarle su pasado. —Su nombre es Kikyou, ella era mi amiga cuando era un humano—contestó cerrando los ojos, Samara hizo un gesto. —Para ti es más que eso ¿verdad?—exclamó sonriendo con melancolía— La forma en que la miras, la miras con culpa, pero también el cariño que le tienes es captable con solo verte—el muchacho la miró sorprendido—jamás me miraste de esa forma a mí—terminó volviendo a ocultar su rostro en sus rodillas. Haku se quedó helado, para él Samara era una gran amiga y compañera, pero jamás llegó a ser más que eso. Ella se abalanzo hacia el, sus ojos azules estaban rojos e hinchados de tanto llorar, sus manos se deslizaron por el rostro del chico quitándole la mascara. Podía sentir la respiración de Samara tan cerca de él, sin embargo no se movía. De un momento a otro Samara puso sus labios en los de él, dándole un corto beso que dejo al chico perplejo. Observo el rostro de su amiga, ahora tenía una pequeña sonrisa y sus ojos mostraban comprensión y ternura. —Se que la quieres, por eso no voy a forzarte a nada, ese beso fue para confirmarte que aunque no me correspondas siempre serás parte de mí vida—le afirmo con dulzura—has feliz a esa chica tal como me lo hiciste a mí, nunca la abandones, Yuta—abrió los ojos de repente al escuchar de ella su verdadero nombre. Samara se levanto de donde estaba y se dirigió al templo ç, se levantó de inmediato y comenzó a seguirla. Cuando la alcanzo la tomo del brazo y la estrecho contra su cuerpo. —Gracias Samara—musitó abrazándola. Pasaron dos días, Yuta y Samara casi no salían de la habitación donde estaba Kikyou. Al tercer día mientras tomaban tranquilos algo de té sintieron que la doncella que había estado inconsciente durante bastante tiempo se movía en la cama. Al despertar Yuta pudo ver los cambios en ella su calidez había regresado y sus ojos antes cafés ahora eran de un misterioso verde oscuro. Ella estaba muy confundida, su mente estaba en blanco, no recordaba ni siquiera su nombre al ver a los dos jóvenes de negro en frente ella susurro débilmente. — ¿Dónde estoy? —Que bueno que hallas despertado… Kikyou—exclamo Samara con una sonrisa.
Bueno aca esta la conty. Capitulo 3: Una nueva vida, la misma búsqueda Un día nublado. Ya habían pasado dos semanas que para él habían sido interminables, desde aquella noche solo podía ver fijamente el horizonte. No la había visto morir, tampoco había encontrado su cadáver, solo trozos maltrechos de su arco —¿Por qué no me esperaste?—Se preguntaba mentalmente una y otra vez. Ella había atacado sola y eso le costó la vida. Sacudió la cabeza, no debía pensar en eso, sabia que sus amigos se preocuparían al verlo deprimido, pero aunque no lo demostrara seguía pensando en ella. —Inuyasha la cena esta lista!—oyó el grito de la joven del futuro y bajo del techo. Observo a la chica que tenía en frente, su rostro seguía serio, la joven lo miraba con ternura, por un segundo recordó una mirada muy similar y muy distinta a la vez, más oscura y más fría. Volvió a sacudir la cabeza y asintió entrando en silencio a la cabaña junto con su acompañante. _____________________________________________________________________________ Muy lejos de ahí, un bello templo se alzaba en una montaña, las nubes cubrían gran parte de él, protegiendo a los seres que allí vivían pacíficamente. Dos mujeres caminaban por uno de los pasillos, la primera era una joven alta, de piel apiñonada, ojos azules y una cálida sonrisa en su rostro. La segunda joven poseía una piel sumamente pálida, ojos de un raro color verde oscuro que irradiaban una extraña inocencia. Samara traía un kimono blanco con arreglos de peces azules que estaba sujetado con un hermoso obi amarillo con flores del mismo color, tenía su larga melena color marrón suelta se ondeaba en el viento. Kikyou estaba vestida con un traje de ninja que consistía en la parte de arriba un kimono verde oscuro con la manga del brazo izquierdo bordada de blanco y su otro brazo tenía una manga roja protegida con metal negro. El obi rojo con una franja blanca en el medio, llevaba una falda negra con tiras verdes, debajo de él llevaba un pantaloncillo rojo y botas al igual de sus brazos las tenía protegidas con metal. Sus manos tenía guantes bordo, con los dedos cortados a la mitad. —Es raro que no aya regresado—comentó Samara mirando a su amiga, Kikyou la miró, su corta cabellera negra se ondeaba en el viento. —Cuando me dijo que regresara, iba a investigar quien asesinó al monje—serró los puños con fuerza—se supone que debemos proteger a los humanos de los alrededores, pero este extraño asesino esta complicando todo—Samara le paso la mano por el hombro, le conmovía mucho la bondad de Kikyou. —No te preocupes, estoy segura que lo encontraran—dijo para tranquilizarla. ________________________Flash Back___________________________________________ Tanto Kikyou como Yuta les habían asignado cuidar las aldeas humanas de la región ya que se habían cometido extraños asesinatos en los templos más importantes y a causa de eso los youkais que ahí dormían escapaban sembrando caos. Ambos jóvenes caminaban hacía un templo, la aldea por la que pasaban se encontraba destruida, al entrar al interior del templo se encontraron a dos jóvenes calvos llorando cerca del cuerpo de un anciano. —Oh no mas youkais—exclamó el chico mirándolos. —No se preocupen, nosotros no les haremos daño—ella alzo un pequeña sonrisa en su rostro convenciendo a los niños. —¿Qué fue lo que sucedió?—les preguntó Yuta con rostro serio, los dos niños de aspecto casi idéntico bajaron la cabeza. —Una mujer youkai apareció anoche y asesino al sacerdote—les explico—a consecuencia de eso el youkai que el encerró escapó y destruyo la aldea—giró la vista hacía la puerta rota que mostraba la destruida aldea. Yuta observo al sacerdote, las heridas que él tenía parecían estar echas con una especie de cuchilla y el olor era el mismo que el que encontró en los restos de la ropa de Kikyou. —Kikyou, ve con Samara y dile lo que sucedió—la muchacha asintió y salió rápidamente del templo.—El olor de esa mujer esta por todas partes, debe estar cerca—pensó mirando a los jóvenes. ___________________________Fin Del Flash Back_________________________________ La mujer que casi toda la región buscaba se encontraba parada con su espalda recostada en un árbol, aun tenía a aquel bebé en sus brazos, parecía bastante aburrida. Detrás de unos espesos arbustos se escuchaba una respiración agitada. —Es ella—pensó esa criatura mientras avanzaba. Antes de que Kagura se diera cuenta un enorme lobo color gris salió de los arbustos gruñendo, ella sonrió burlona al ver al animal tratando de atacarla —Acaba con él Kagura—se escucho una vos que venía del bebé—tenemos que visitar otro templo. —Muy bien—abrió su abanico con gracia—¡Danza de las cuchillas!—gritó y miles de cuchillas salieron de su abanico, el lobo trató de esquivarlas, pero una de ellas se le encajo en la pata delantera. —Maldición—exclamo en su mente el lobo, cuando levanto su vista Kagura había huido en su pluma.—Tengo que ir con los demás Kikyou observaba la bruma en las montañas, rogaba que su amigo regresara a salvo, ni siquiera sabía porque se preocupaba tanto por él. Sonrió en cuanto vio al joven salir de la bruma, corrió rápidamente hacía él. —¿La encontraste?—preguntó viéndolo preocupada, Yuta suspiró. —Si, pero escapo, debemos ir adentro—caminaron hacía el templo. Yuta habló con los padres de Samara sobre aquella extraña mujer que atacaba los templos diciendo que había escuchado el nombre de Kagura. Él estaba parado en frente del líder del clan con Kikyou a su lado. —Señor ¿Cree usted que ella este actuando sola?—preguntó Yuta al hombre que estaba sentado en esa silla muy quieto. —No, yo eh escuchado de esa mujer—cerró por un momento los ojos—la llaman la dama de los vientos y esta al servicio de un youkai que se hace llamar 'El gran Naraku'—al momento en que Kikyou escucho ese nombre sintió que la sangre le hervía.—Aunque es una amenaza para todo el país, no sabemos de nadie que se ofrezca a combatirlo —Yo lo haré—todos se quedaron completamente duros y voltearon al ver a la joven de ojos verdes con el rostro decidido.[/FONT] El hombre de cabellos negros entrecerró los ojos y miró a la joven. —Kikyou ¿entiendes que esta misión es demasiado peligrosa y que podrías morir en el intento?—ella asintió. —Si lo se, pero si no hacemos algo pronto ese hombre podría tomar el poder de todo el país y muchas vidas inocentes se sacrificarían. Sayo miró a su esposo, él tardo unos segundos en decidir y al final le respondió a la chica. —Muy bien, puedes ir—lo dijo a duras penas, había visto el talento de esa joven con la espada y con el arco cuando la vio entrenando con su hija, pero sabía que Yuta no permitiría que ella se fuera sola. —Yo, la acompañare—exclamo el joven de repente a lo que el padre de Samara solo asintió. Al salir de aquel salón Yuta volvió a ver a su amiga, pero antes de que le preguntara ella le tomo el brazo que había estado sangrado desde que el había llegado. —¿No me lo ibas decir?—preguntó alzando una ceja. Kikyou saco de su kimono unas vendas y llevó a su amigo a su habitación para vendarle la profunda herida que tenía en su brazo. Yuta tenía el rostro ruborizado al ver como ella desplegaba las vendas a lo largo de su brazo, Kikyou subió la cabeza que mantenía agachada. —¿Pasa algo?—le preguntó ella con una sonrisa tímida. —No tienes que hacerlo, sabes que no durará mucho—ella volvió a sonreír terminando con su trabajo. —Ya esta, te atravesaron el brazo durara mas de lo que crees—se levantó saliendo de la habitación —duerme mañana partiremos. La noche trascurrió tranquila, Kikyou se encontraba dormitando en su habitación cuando escucho que su puerta se habría. —¿Quién es?—exclamo sorprendida. —Soy yo, Kikyou—la voz tranquilizadora de Samara la relajó y se sentó en la cama. Samara entró a la habitación, llevaba un kimono blanco para dormir y su cabello atado con una trenza. —¿Pasó algo?—le preguntó la muchacha se arrodillo juntó a la cama de Kikyou extendiendo en sus manos una pequeña barra que parecía echa de plata. —Mi madre me dijo que partirán mañana—puso la barrilla en las manos de la joven—puede convertirse en cualquier arma filosa que desees, te servirá—le dijo sonriendo. —Gracias, Samara—ambas se abrazaron y luego Samara salió para dejar a Kikyou descansar. Habían partido ya ocho horas antes, ya atardecía se iban adentrado a un bosque profundo y frondoso. Kikyou traía su traje, Yuta vestía con la acostumbrada ropa gris y negra que usaba para patrullar los alrededores del la región. Pararon en un árbol grande, lo que le extraño a la joven. —¿Por qué nos detenemos aquí?—preguntó extrañada, pero no vio que su acompañante tenía los ojos desmesuradamente abiertos, fijos en el árbol. —No puede ser ¿cómo pudo a ver escapado?—pensó sintiendo que era capas de trasformarse y destruir el árbol.—Quedate aquí tengo que ir a hablar con alguien—antes de que ella pudiera responder Yuta había desparecido. Kikyou estuvo unos minutos observando el árbol, se le hacía muy conocido, pero no sabía de donde. Escucho unas melodiosas risas que venían desde otro lugar, miró que venían una joven y un niño desde el fondo del bosque, ella traía una mochila amarilla que se veía mas grande y pesada que el mismo niño. Kikyou arqueo una ceja al ver la extraña ropa que traía, pero puso sus sentidos en alerta cuando sintió una presencia maligna cerca de esas personas. Un ogro de aspecto grotesco apareció entre los arbustos golpeando desprevenidos a la chica y al niño. Kikyou fue envolbida por una luz. —¡Kagome reacciona!—gritó el niño moviendo a la chica, pero se distrajo al oír un rugido y ver una pantera negra frente a ellos. La pantera rugió feros al ogro atacándolo con sus garras y destruyéndolo, Kagome despertó viendo a la pantera sorprendida de que los aya protegido, los raros e inteligentes ojos de el animal la miraron con alivio. —¡Garras de fuego!—se escucho, cientos de garras rojas se extendieron lastimando a la pantera gravemente, haciendo que chocara con un árbol. —¿Kagome, estas bien?—le preguntó corriendo hacía ella—¿ese youkai te hizo daño? —¡Abajo!—la escucho gritar y de inmediato callo al suelo. —¿Por qué hiciste eso, Kagome?—le gritó, pero ella estaba dura mirando fijamente al árbol donde había chocado la pantera. Inuyasha abrió los ojos sorprendido al ver a la muchacha de cabello corto y negro tirada frente al árbol. —No puede ser—susurró viendo a la chica.
Capitulo 4: Verdad Yuta P.O.V Kikyou se había despedido de los padres de Samara, quienes por lo que vi, aun se encontraban dudosos con que nosotros fuéramos o más bien que yo fuera. Su madre me había hablado diciéndome que era tonto ir, pero yo sabía que eso solo lo decía por Samara, ella estaba al tanto de que yo no la dejaría sola a Kikyou, no de nuevo, tampoco podía convérsela, aunque no tuviera sus recuerdos al igual que antes ella era muy terca cuando tomaba una decisión y nada la hacia desistir. Estábamos ya fuera de los alrededores del templo, Samara nos acompañaba, hasta que nos detuvimos en los limites del territorio, teníamos que despedirnos de ella, era imposible que nos acompañara, la miré, se encontraba de espaldas, sin mirarnos. Sal, ese olor provenía de su rostro, en ese momento entendí porque no nos miraba, estaba llorando. Samara odiaba que la vieran llorar, ya sea un desconocido o una persona cercana a ella. —Creo, que es hora de despedirnos—nos dijo con voz quebrada. Sin que yo tuviera tiempo de parpadear, Kikyou se encontraba abrazándola, pero estaba enfrente de ella, por lo que yo aun no sabía que expresión tenía el rostro de Samara. Desde siempre yo había admirado la calidez que ella emitía y eso solamente lo hacia con las personas que la merecían. —Tranquila, estoy bien—se deshizo de su abrazo, Kikyou le sonrió y volvió otra vez a mi lado. Samara seguía de espaldas, yo no sabía si tenía vergüenza de que la viera en ese estado o no quería que ella estuviera cerca. Me giré hacia Kikyou, ella observaba el cielo, a mí me extrañaba ese comportamiento mi amiga. Antes era muy sería y responsable, casi no sonreía, ahora sin sus recuerdos tenía la mente de una niña. —Adelántate, te alcanzaré luego—ella sonrió dulcemente, luego salió corriendo, miré a mí amiga, ella tenía la vista a fija en el bosque, otra vez sin decirme nada. Me sorprendí cuando me di cuenta de que ella me estaba abrazando, seguía llorando, lo que menos quería era que ella sufriera. Subió su cabeza y vi sus ojos cristalizados por las lágrimas, me sonrió, pero esa sonrisa no llegó a sus ojos, los entorno y su sonrisa desapareció. —Prométeme que ambos volverán a salvo—esta vez su mirada era fría, no debía decírmelo, Samara sabía que nosotros no íbamos a morir tan fácilmente. Solo asentí y me di la vuelta, ni a mí, ni a ella, nos gustaban las despedidas. Pase casi dos horas siguiendo el rastro de Kikyou, debía admitir que para ser una principiante en este tipo de vida, sabía muy bien de las habilidades de un youkai y la velocidad era su fuerte. Después de medía hora de seguir buscándola, la encontré sentada en las raíces levantadas de un árbol, esperándome seguramente, suspiré con alivio, si Kikyou seguía corriendo no la alcanzaría fácilmente. —Hasta que llegaste—exclamó levantándose pesadamente, solté una carcajada y mí querida amiga me observo con esas esmeraldas que se habían convertido en sus ojos, mí borrosa memoria trato de recordar como eran antes, cafés, oscuros y fríos. Muy diferentes ha los que de ese momento. —Presumida—le dije y comenzamos de nuevo el viaje. Caminamos casi sin parar durante todo el día. Atardecía, le había dicho que descansaríamos en la noche, pero no le importó, parecía no cansarse nunca. Llegamos a ese lugar, quería de antemano evitar pasar por ahí, pero fue inútil ya que de todos modos tenía que ir a ver a esa persona. Nos detuvimos en el bosque que daba paso a la aldea, todo seguía igual de como yo recordaba, pero cuando nos acercamos al gran árbol donde yo esperaba ver a ese ser que odié desde el fondo de mi alma por cincuenta años. — ¿Por qué nos detenemos aquí?—me preguntó Kikyou sin entender, yo no la escuchaba, trataba de contener mí propia furia, no podía perder el control en ese momento si me trasformaba en ese momento, ella no iba a ser capas de defenderse. Así que solo me trague esa rabia y le dije con voz temblorosa. —Quédate aquí tengo que ir a hablar con alguien—no la deje hablar solo salí corriendo lo más rápido que pude. Al parecer nada había cambiado en la aldea, todo seguía muy humilde y pacifico, tal como yo lo recordaba. Me encamine hacia la cabaña que estaba al final de las escaleras del templo, al igual que todo seguía como antes. Entre deslizando la cortina de mimbre que siempre estaba ahí, al entrar en lugar de encontrar a una niña como yo esperaba, vi a un mujer de avanzada edad con traje de sacerdotisa, me recriminé por mí torpeza, ya habían pasado cincuenta años y era notable que la pequeña hermana de Kikyou envejeciera, yo sin embargo me había quedado en mis diecinueve años. La anciana me observo abriendo los ojos, sorprendida de verme de nuevo, no era la única tampoco pensé que volvería a ese lugar. — ¡¿Es usted joven Yuta?!—exclamó sorprendida, me adentre más en la pequeña cabaña, pero mí rostro siguió serio. —No nos vemos desde hace mucho, Kaede—le contesté con vos inexpresiva, sin moverme de donde estaba. Kaede estaba demasiado sorprendida por lo que vi, pero luego sonrió de manera comprensiva hablándome con voz maternal. — ¿Qué lo trae de nuevo por aquí?—me preguntó como si se tratara de una visita común. Estaba otra vez tratando de con contenerme, tragándome las ganas de gritar y exigir una respuesta inmediata sobre porque el árbol estaba vacío. —Vengo a preguntarte el porque no sigue ese hanyou en el árbol sagrado—solté con toda la rabia y el dolor que había guardado los últimos cincuenta años. La anciana me miró con temor y lo que yo no entendía si era lastima o comprensión—Acaso tú lo liberaste—ella negó con la cabeza, —entonces ¿quién?—exclamé exasperado de que alguien hubiera sido capas de liberar a el que mató Kikyou. Me indicó con la mano que me sentara frente a ella y comenzó a relatarme lo que había sucedido en mí ausencia. Minutos después yo estaba completamente sorprendido por el breve relato de Kaede. Al parecer Kikyou se había enamorado del tal Inuyasha, ambos habían caído en una trampa y todo por la perla, luego ella había revivido, pero también me dijo que semanas atrás la acecinaron nuevamente en un territorio sagrado. De pronto me exalte al percibir el olor de la sangre, de su sangre. Salí corriendo dejando a la vieja sacerdotisa con la palabra en la boca. — ¡Espere!—me gritó, pero yo estaba muy lejos de ahí.
Capitulo 5: Desconocidos Las tres figuras petrificadas miraban fijamente aquel árbol donde yacía la joven inmóvil. Su cabello negro y corto desparramado por su cara, las heridas que tenía no eran graves. Solo parecía tener unos cuantos cortes en el brazo donde antes estaba su protector de metal. Shippou, quien estaba a pocos metros de ella se estremeció al ver a un enorme lobo gris salir del bosque gruñendo con furia, haciendo el pequeño retrocediera asustado. El enorme animal seguía gruñendo y enseñando los dientes, lentamente se posiciono delante de Kikyou, no iba a permitir que la hirieran otra vez, sus ojos negros miraban con odio al hanyou. Tanto Inuyasha como Kagome, salieron lentamente de su trance percatándose de que aquella gran criatura estaba frente a ellos, instintivamente el hanyou aparto a la joven de ojos chocolate. Sabía que ese lobo los atacaría en cualquier momento, pero sin embargo no comprendía la mirada del youkai le demostraba tanto odio. Estaba muy claro que ese lobo no era uno cualquiera, su olor y esencia sobrenatural lo delataban. Kagome también observaba a Yuta con una gran incomprensión, ya que si el joven los hubiera deseado atacar ya tenía que haberlo echo, pero solo se mantenía delante su compañera. —Él la esta protegiendo—susurró la miko del futuro sin dejar de observar al youkai que cubría con su cuerpo a la muchacha. — ¿Qué has dicho?—exclamó Inuyasha sin poder creer lo que ella decía. — ¿No lo comprendes, Inuyasha?—le preguntó sin mirarle—si nos quisiera atacar lo hubiera echo hace mucho, además… tampoco a tratado de herir a Shippou ni a ella—cuando la joven recordó que era lo que Yuta estaba protegiendo sufrió una puntada en el corazón, la gran pantera que se había convertido en la joven que todos creían muerta semanas atrás. Por un momento pensó, que si tal vez hablaran con el lobo se solucionaría el malentendido. Miró a Shippou raramente inmóvil a unos metros de Yuta, temeroso de lo que pudiera hacer. —No le vamos a hacer daño—dijo con gentileza dirigiéndose al youkai, quien los miraba con desconfianza—fue un malentendido ¿entiendes lo que digo?—hablo despacio, no tenía idea si le entendía o no. Yuta, en ese momento estaba demasiado furioso. No había tenido que dejarla sola, pero sabía que si Kaede la veía y le hablaba iba a ser demasiado confuso para ella. Pero esa jovencita tenía algo extraño. Además de sus ropas, era bastante parecida a Kikyou, su mirada le recordaba la ultima vez que la había visto siendo humano. — ¿Quién es ella?—se preguntó mentalmente, aunque detectara poder espiritual en ella la joven no se veía peligrosa, decidió hacerle caso ya que no podía atacarla si no era en defensa propia. —Yuta…—escuchó, un susurro suave e inconsciente, giró su cabeza para mirarla, ella se estaba levantando lentamente, pero sus ojos verdes se abrieron descomunalmente en dirección a donde estaban los demás individuos. Kikyou sintió un terrible dolor en su cabeza, parecía como si miles de cuchillas le atravesaran el cráneo, lanzo un quejido y volvió a desvanecerse aumentando más la preocupación de su compañero. No tenía opción no podía seguir en esa forma si quería evitar un enfrentamiento tendría que hablar con la chica extraña. Una extraña luz color azul rodeo por completo el cuerpo del lobo, luego en su lugar quedar un apuesto joven de no menos de diecisiete años, de tez blanca, con el cabello y ojos negros así como sus ropas, con tonos grises. —Que bueno que ahora podremos hablar—exclamó Kagome aliviada de que el peligro y la tensión se terminaran. El muchacho volteó hacia el árbol, sin decir nada solo sentó a Kikyou respaldándola en el tronco y luego se volvió hacia los dos jóvenes que seguían parados en la misma posición de antes. Yuta camino a donde estaban pero se quedo a un metro y medio de ellos girando la cabeza de vez en cuando para vigilar a su amiga. —Ahora podría decirme porque la ataco—les dijo mirándolos fríamente. Ambos se quedaron duros ante la actitud del joven. Inuyasha estaba completamente furioso por no entender la situación, primero había aparecido esa joven tan idéntica a Kikyou, pero parecía que solo su rostro era lo que se asemejaba. Ella claramente no era humana ya que su presencia era la de un ser sobrenatural, también le extraño el color de sus ojos cuando despertó y volvió a desvanecerse... algo estaba pasando…y no saberlo era lo que más llenaba de rabia al hanyou. —Lo lamento mucho—se disculpo Kagome con una sonrisa amable—al parecer Inuyasha la confundió con el monstruo que nos ataco, pero si nos deja llevarla a la aldea podrían ayudarla—propuso la miko, pero Yuta negó con la cabeza volviéndose para mirar a su acompáñate. —No es necesario—le tranquilizo dando una diminuta sonrisa—sus heridas no son graves, seguramente en una hora estará bien—luego de decir eso solo se dio la vuelta caminando hacia donde estaba Kikyou, se percato que ella se estaba levantando y yendo donde se encontraba un petrificado Shippou para acariciarle tiernamente la cabeza, dándole una dulce sonrisa. — ¿Estas bien pequeño?—le preguntó al kitsune, sin embargo el niño no respondía al ver su sonrisa. Se parecía a las que Kagome le daba normalmente, nunca se había esperado eso de aquella mujer, siempre la había considerado un ser frío y sin sentimientos. Shippou solo asintió siguiendo con la mirada a la joven, quien se dirigía directamente a sus dos amigos. Ella no miró ni un solo segundo a Inuyasha solo caminaba lentamente hacia Kagome poniendo una mano sobre su hombro mostrando la misma sonrisa que le había dado a Shippou. La colegiala se estremeció por aquel contacto. Las veces que había tocado a Kikyou solo sentía un cuerpo frío y duro… pero esa vez era diferente, era calida y suave aquella mano. Aun con su camisa no sentía aquella frialdad. —Lamento haberla asustado, que bueno que no allá sufrido alguna lesión—sonrío a la miko quien solo giró la cabeza con vergüenza. —No, estoy bien eh...—Kagome no sabía si decirle Kikyou ya que ella parecía no serlo en todos los sentidos. —Kikyou, mi nombre es Kikyou—respondió cortésmente—y usted es Kagome, escuche al niño gritar su nombre—dio la vuelta dispuesta a irse, pero una mano la detuvo. Esos ojos ámbares la miraban cargados de furia y una incompresible confusión, la joven youkai frunció el seño trato de soltarse, pero este se lo impedía. Yuta estaba a punto de usar la fuerza para que liberara a su amiga, pero sin que ninguno de los espectadores lo pro predigiera una sonora bofetada sonó en la mejilla derecha de hanyou, lo que lo dejó totalmente paralizado al igual que a los demás. Los de la bofeetada fue idea mía en realidad iba a ser peor pero yo lo cambíe así.
Capitulo 6: Evasivas Todos estaban ahí petrificados como si el tiempo se hubiese detenido, con los ojos fijos en el lugar donde se encontraba Inuyasha y Kikyou. Él Hanyou seguía con los ojos muy abiertos, completamente sorprendido de lo que había pasado segundos antes, intentaba descifrarlo mil meses por segundo en su mente al ver el rostro de la joven youkai. Cuando miraba su cara no cabía duda de que era ella. Sus facciones eran las mismas, pálidas, finas y juveniles, el cabello negro, aunque más corto de lo que recordaba. Lo único que le molestaba eran esos ojos, no eran aquellos ojos cafés fríos y calculadores que pocas veces le había mostrado dulzura, eran de verde oscuro, como el interior de un frondoso bosque, salvajes y misteriosos. Él había soltado su muñeca, sin decir nada más la muchacha se dio la vuelta caminando hacia su compañero, en ese momento Inuyasha volvió en si tratando de retenerla por segunda vez, pero en un segundo observo como la hoja de una katana se extendía delante de su cuello. Kikyou sostenía su espada frente al cuello del Hanyou, la había sacado de la barrilla de metal de su kimono y simplemente con pensarlo se había trasformado en una espada. Ella tenía demasiadas dudas desde que lo vio, una nostalgia profunda acompañada por confusión, era lo mismo que había sentido la primera vez que había visto a Yuta. Por otro lado sentía una gran indignación, ya que ese hombre la había atacado por la espalda sin darle la oportunidad de defenderse, luego al tomarla del brazo reacciono golpeándolo. En realidad lo había hecho porque sabía que si Yuta lo atacaba se armaría una batalla y temía por la seguridad de la humana que estaba junto a él. Ella misma se había sorprendido por aquella bofetada ya que no era un golpe muy grande, ni tampoco tenía alguna rasguñadura producida por sus filosas garras, parecía como si su propio cuerpo se hubiera abstenido a hacerle daño a Inuyasha. Lentamente quito su espada, la cual volvió a trasformarse en una barrilla de metal, y la metió en su kimono nuevamente. Luego giró mirando a su acompañante quien seguía con la mirada fija ella, esperando una reacción suya o del Hanyou, de cualquier forma él esperara a que ella atacara o se alejara. Volvió a mirar hacia Yuta, quien tenía el rostro más serio de lo normal, mirándola como si se tratara de una niña pequeña a la que tenía que vigilar sin descanso, en parte eso era cierto, ya que ella no era muy experta, pero se estaba se estaba acostumbrando con rapidez a su nueva vida, aunque a su amigo le pareciera lo contrario. Él le dio un gesto con la cabeza indicándole que debían irse, ella sin mirar atrás lo siguió y para sorpresa de todos ambos desaparecieron con una increíble velocidad. Shippou, quien estaba perplejo por los acontecimientos pasados durante esos minutos, solo atino a decir una pregunta. —Ella era… ¿Kikyou?—se encontraba en los brazos de Kagome, quien tenía la común expresión de cuando veía a la sacerdotisa. —Esto no puede ser verdad—susurró sin creer que unos momentos antes una persona a la creía muerta la había salvado. Giró para ver a Inuyasha, tenía los ojos ocultos bajo su flequillo, caminó hacia la mochila que se le había caído a la miko y la puso en sus hombros, dirigiéndose a la aldea, seguido por sus amigos. Al regresar, se encontraron con Sango y Miroku quienes habían regresado de recolectar hierbas, escucharon sorprendidos el relato que Shippou les contaba. Kagome solo se limitaba a asentir frente algunas preguntas que el monje y la exterminadora le daban, atrayendo miradas preocupadas de sus amigos, que bien conocían la razón de su depresión. Inuyasha se encontraba recostado en el techo de la pequeña cabaña, como era usual, solo podía pensar en ese momento, en esos ojos y en el filo de aquella espada de plata en su cuello. No entendía que era lo que estaba pasando, eso lo hacia ponerse más furioso. Tanto el monje, como la exterminadora decidieron que era tiempo de preguntarle al chico de traje rojo, pero sabían que sería incomodo para Kagome, hablar del tema, así Sango se quedaría con ella, distrayéndola mientras los demás le hablaban a Inuyasha. Miroku y Shippou, salieron fuera de la cabaña, observaron por un minuto al joven de orejas de perro, hasta que uno de los dos se animara a preguntar. —Inuyasha ¿es verdad lo que nos contó Shippou?—preguntó el monje mirando severamente al joven que estaba en el techo. —Es cierto—dijo Shippou con los brazos cruzados—Inuyasha ya te había dicho, ella algún día trataría de matarte—le reprocho, lo que hizo que el Hanyou se enfureciera y le diera un gran coscorrón en la cabeza. — ¡Cállate enano, ella no era Kikyou!—le gritó, el pequeño frotándose su cabeza miró interrogatorio. —Entonces ¿por qué trataste de detenerla?—le volvió a preguntar, el niño, pero al girar su cabeza hacia donde se suponía donde estaba el muchacho vio que se había marchado. En otro lugar, unos cuantos kilómetros los dos jóvenes Youkais habían cambiado su paso veloz por uno normal. Ya era de noche, luego de asegurar que no había ningún monstruo peligroso en los alrededores, se detuvieron. —Dormiremos aquí—anuncio, Yuta con voz cansada—iré por leña, quédate aquí—la chica alzo una ceja incrédula. —Pero si no hemos recorrido nada—se quejo, pero en realidad sabia que ella parecía cansarse menos, además había sido un día lleno de acontecimientos lo mejor era descansar. —Si claro—se burló—creo que hoy es el día en más corrí en toda mí vida —susurró entre dientes, lo que hizo que la chica riera divertida. Ya muy tarde ambos estaban sentados frente a una fogata. Mientras veía las tonalidades de las llamas, Kikyou miraba cada cuanto a su amigo, había estado preocupada por él por lo que había pasado esa tarde, pero temía preguntarle algo que lo molestara, ya que considerando la reacción que había tenido al ver aquel árbol, nada bueno podía venir de esa aldea. — ¿Qué es lo pasó hoy?—preguntó en un susurro observándolo, pero el le rehuyó. —No se a lo que te refieres—la evadió, agitando una rama en la fogata. —A lo que paso hoy en ese lugar—se estaba cansando de que nunca le respondiera. —Primero frente a ese árbol y luego con ese chico—sabia que ella solo se preocupaba por él, pero no podía contarle lo que había sucedido entre los dos, ya que solamente la confundiría. — ¿Qué hay con él?—preguntó como si no supiera nada, ella solo soltó un suspiro impaciente. —Lo mirabas como si fuera el peor ser sobre la tierra, ¿acaso paso algo mientras estaba inconsciente? Otra vez al girar su cabeza, él había desaparecido, ya la había evadido en otras ocasiones, cada vez que quería preguntarle sobre su pasado, Samara también se lo había mencionado, que nadie del clan aparte de sus padres sabía algo de la vida humana, solamente sabía que él no tenía familia, pero que por décadas parecía que en su mente buscaba a algo o a alguien.
Mailedriussi-chan!! Kya!! Me pareció una mejor versión que la otra vez xD. Me encantó el cambio de Kikyo quien según entiendo, no recuerda nada cierto? Sólo tengo una duda, petición o como le quieras llamar... dime que volverá a tener el cabello largo!!! Se me hace raro que lo tengo corto x3 Saludos!
Cuanto tiempo sin haber leido tu fanfic... pero aqui estoy de nuevo. veo que has mejorado muchisimo, tu narracion siempre me ha gustado. Solo observe uno que otro error ortografico pero nada grave, espero y un dia lo continues. por que me encanta tu fanfic