Batalla de cadáveres

Tema en 'Wonderland' iniciado por Insane, 12 Mayo 2019.

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    Hygge

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    Shawn Amery ~ Hawk

    Colocó ambos brazos cruzados contra su pecho, haciendo que el filo de ambas guadañas detuviese el impacto de la ajena. Con fuerza la apartó de sí, girando sobre sus talones para encarar a la joven que se encontraba aferrada en su espalda. Colocó las manos sobre la suya, soltando con suavidad su camisa empapada por la lluvia, y unió sus frentes de improvisto.

    A pesar de la aparente seriedad con la que la miraba, buscando fingir ante los que observaban al otro lado, el tono de su voz fue cálido y protector. Como si la jaula no existiese entre ambos.

    —Lo estás haciendo bien, cariño. Lo estás haciendo bien —susurró, buscando calmar el malestar que era consciente que estaría carcomiéndola por dentro, así como le estaba sucediendo a él. Se separó lentamente de ella a pesar de no desearlo, de necesitar mucho más tiempo así, a su lado, y caminó de espaldas buscando establecer una vez más la distancia reglamentaria. Volvió a fingir una vez más, esta vez hablando con firmeza—. Tendré que seguir tentándote para conseguir ese mismo resultado.

    Y una vez más, repitió el mismo proceso.


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    Quiso deshacer su agarre en cuanto sintió su cálido tacto a pesar de la lluvia. Si la tocaba no iba a poder continuar, no iba a poder seguir fingiendo como hasta ahora; pero no le dio tiempo de reaccionar cuando ya había unido sus frentes.

    Lo estás haciendo bien, cariño. Lo estás haciendo bien.

    Por un momento dejó de sentir el dolor de todas aquellas heridas superficiales, ni siquiera comparables al estado en que habían terminado Cathy o Connie, y los ojos se le llenaron de lágrimas, que se revolvieron con la lluvia.

    ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué lo empujaba a hacer lo mismo?

    Cuando se separó de ella, recuperando distancia, ahogó un sollozo y extendió su mano hacia él, buscando detenerlo, pero apenas y rozó su camisa. Lo necesitaba, necesitaba la calidez de su cuerpo en medio de esa lluvia helada.
    Shawn se le escapaba entre los dedos.

    Tendré que seguir tentándote para conseguir ese mismo resultado.

    Cuando se lanzó hacia ella, volvió a interceptar su guadaña, empujándolo hacia un lado.
    Se quedó estática, con la respiración golpeándole el pecho con violencia y el llanto insistiendo en correrle por el rostro.

    "Ya no puedo más. Alguien que nos saque de aquí".

    —Ya está, Shawn, es todo lo que tengo —murmuró, lanzando un corte hacia el costado del muchacho, recuperando el contacto visual, desesperada—. No tengo nada más que amor por ti.

    Estaba al límite, se balanceaba al borde de rendirse y lanzarse a sus pies, llorando como una niña, pidiéndole perdón por todo lo que había hecho desde que habían entrado a Wonderland; o desconectarse completamente, con tal de continuar ese ridículo show.

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    Shawn Amery ~ Hawk

    Las palabras de Laila hicieron estragos en el corazón de Shawn. Aquel quejido lastimero que llegó hasta sus oídos le paralizó en el sitio, y el filo de su guadaña se enterró superficialmente en su costado, marcando su piel en el acto. Shawn se tambaleó, de repente pesándole todo el cuerpo, las guadañas volviéndose difíciles de sostener, y recuperó con difícultad su punto de apoyo, volviéndose hacia Laila.

    —Tienes mucho más, Laila. Lo he visto, siempre fuiste más resistente que yo, ¿no es así? —soltó una pequeña risa, haciendo un gran esfuerzo por hablar a pesar de su enorme cansancio. Cambió el peso de su pierna, balanceando sus armas en el aire, y extendió los brazos hacia ambos lados—. Mírame, dentro de poco apenas podré sostenerme en pie. Solo tienes que dar un poco más de ti, Laila, aunque duela, y todo habrá terminado.

    >>Si de verdad me quieres, por favor, hazlo.

    Lanzó entonces dos cortes, uno con cada brazo, esperando que sus fuerzas mermadas volviesen fácil el poder esquivar los golpes.

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    Voy a empezar a tirar dos dados de ataque para aligerar la cosa, el hierro ha pegado un gran bajón así que xDD
     
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    Tienes mucho más, Laila. Lo he visto, siempre fuiste más resistente que yo, ¿no es así?

    Otro sollozo brotó de sus labios, en parte porque había acertado el golpe y por las palabras del muchacho, que golpeaban insistentemente sobre las grietas que se formaban en su corazón, más dolorosas que las heridas abiertas.

    Las lágrimas se volvieron aún más incontrolables, al punto de dificultarle la visión como si no fuera suficiente con la lluvia.

    Mírame, dentro de poco apenas podré sostenerme en pie. Solo tienes que dar un poco más de ti, Laila, aunque duela, y todo habrá terminado.

    Intentó esquivarlo, hacerse a un lado, pero la vista empañada se lo impidió y sintió las guadañas abrirle la piel nuevamente y gritó por fin, presa del terrible dolor emocional que estaba sintiendo, mezclado con el dolor físico que de repente le resultaba el único distractor de su terrible tren de pensamiento.
    Una de las guadañas le había acertado en el pecho.

    "Por fin".

    Trastabilló y esta vez su cuerpo fue incapaz de recuperar el equilibrio. Cayó de rodillas y el único reflejo que impidió que se fuera de cabeza contra el suelo fue el de su brazo, que insertó la punta de una de las guadañas en las rejillas del suelo, usándola como asidero.
    Sentía la sangre, cálida, empaparle la ropa y gotear hasta filtrarse por la rejilla.

    El mundo de por sí empañado, danzó frente a ella. Tanta sangre la hacía querer vomitar todo lo que no había comido.
    Empezaba a sentir muchísimo frío.

    —¿Por qué yo? —murmuró, sin levantar la vista—. ¡¿Por qué tengo que hacerlo yo?!

    El grito mezclado con su llanto hizo eco.

    >>¿Qué clase de estúpido eres para pedirme que lo haga si de verdad te quiero?

    "La misma estúpida que yo fui por empujarte a esto".

    Se levantó a duras penas, sin despegar sus ojos suplicantes de él y a pesar del dolor que le atravesaba el cuerpo en todo sentido, retomó la posición y volvió a atacarlo, en contra de su voluntad; pero desde que había llegado allí era como si su cuerpo no le perteneciera.


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    Shawn Amery ~ Hawk

    —¡¡Laila!!

    El grito que profirió de sus labios retumbó contra los barrotes de la jaula, alzándose por sobre encima del agua. A pesar del dolor en su cuerpo, a pesar de la sangre que se escurría entre sus dedos y del agotamiento que le estaba entumeciendo, sus pies se movieron solos, raudos hacia ella.

    Laila había caído.

    Laila estaba sangrando.

    Ya ha sido suficiente dolor. ¡Ya ha sido suficiente!

    "¿Por qué yo? ¡¿Por qué tengo que hacerlo yo?!"

    Shawn se detuvo de súbito, a medio camino de llegar junto a ella. Su mano se extendía en el aire, buscando llegar hasta ella, pero su grito había resquebrajado el suelo y formado un abismo que les distanciaba. Temblaba, angustiado y adolorido, su ropa totalmente calada por la lluvia y su cabello cayendo sobre sus ojos.

    "¿Qué clase de estúpido eres para pedirme que lo haga si de verdad te quiero?"

    El mismo estúpido que te pidió salir e hizo que estés aquí ahora.

    —...Lo siento —susurro, su voz quebrada por el llanto. Shawn era incapaz de mirarla, y ello hizo que el siguiente impacto acabase tumbándole en el suelo, golpeando sus costillas y arrancándole el aire durante unos segundos. Colocó las manos sobre el suelo mojado, intentando volver a ponerse en pie, sintiendo las gotas de lluvia más pesadas que nunca sobre su cuerpo, y volvió a murmurar en medio de un quejido lastimero—. Lo siento mucho.

    Apenas tuvo la fuerza de voluntad suficiente como para regreesarle el ataque, incapaz de ver la sangre que le recorría el cuerpo.


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    "Basta. Basta. Basta. Basta".

    Su visión empañada y el mundo en constante movimiento le impidieron que esquivara los siguientes ataques. Más heridas abiertas, más sangre, más frío.

    Volvió a caer, nuevamente insertando la guadaña en la rejilla para sostenerse, intentado evitar desplomarse completamente.

    Eran de sus últimas fuerzas, lo sabía por la violencia con que todo parpadeaba frente a ella, pero si se dejaba vencer por el dolor, el frío y el terrible asco que estaba sintiendo, la perra no estaría contenta... y por desgracia, tampoco lo estaría ella misma. En el fondo de sí misma residía un enorme orgullo que era el que la había obligado a retar a Shawn hasta vencerlo en el pasado, el que la había llevado a ser la mejor de la clase sin importar el cansancio y sus demás situaciones personales; el mismo que había deformado su personalidad luego de entrar a Wonderland, haciendo que compitiera por el dominio con una bruja como Agnes.

    Lo siento. Lo siento mucho.

    Tomó impulso y se abalanzó hacia el muchacho nuevamente. Ya no había estrategia alguna en sus movimientos, solo agresividad proveniente de su lado más orgulloso y letal, que ahora mismo no hacía más que pedirle a gritos que acabara con eso de una buena vez.
    Si se desgataba así misma, no tendría por qué lastimarlo más, ¿cierto? Si recibía su propio daño hasta desvanecerse, no tendría que sufrir por lo que estaba haciéndole a él. No tendría que escuchar más su voz quebrarse por el llanto, ni el sonido lastimero que había brotado de sus labios antes de atacarla nuevamente.

    —Silencio, Hawk —ordenó, con la voz gangosa por el llanto mientras lanzaba el primer corte—. Estás haciéndolo más difícil, así que cállate.

    Lanzó el segundo, apenas siendo capaz de llevar aire a sus pulmones. Su palidez contrastaba violentamente con el granate de la sangre que le empapaba la ropa y había comenzado a deslizarse por sus piernas.

    "Venga, esquívalo. Estás luchando con una muerta. ¡Esquívalo, Shawn!".

    >>Ella me convirtió en un demonio, así que solo cierra la boca.

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    "Silencio, Hawk. Estás haciendo todo más difícil, así que solo cállate"

    Una sombra cubrió sus ojos cuando lanzó el primer corte. Con un movimiento brusco de su brazo bloqueó el impacto y desvió el filo hacia un costado, la guadaña impactando contra el suelo fuera de su trayectoria.

    Dio un paso adelante con dificultad, tambaleándose. Apretaba los puños con tanta fuerza que sus nudillos comenzaban a tornarse blancos. Las lágrimas no dejaban de recorrer sus mejillas, fundiéndose con la sangre. Todo su cuerpo se había tensado de repente.

    "Ella me convirtió en un demonio, así que solo cierra la boca".

    Segundo corte, segundo impacto. El metal rechinaba con cada choque, la guadaña de Laila volviendo a desviarse de su trayectoria. Shawn continuó caminando hacia el frente, apartando de su camino cada uno de los golpes que le propinaba con un dominio que no había querido demostrar antes. Laila apenas tenía fuerzas para sostenerse en pie, mucho menos podría lanzar cortes considerables.

    Colocó las manos sobre sus hombros, haciendo fuerza para inmovilizar cualquier movimiento de sus brazos, y la sombra en sus ojos se difuminó hasta mostrar sus enrojecidos orbes cargados de una molestia inusual. Su rostro calmado y pacífico había adquirido una severidad impropia en él, haciéndola retroceder sin soltar su agarre.

    No, esta vez no iba a guardar silencio.

    Ya no más.

    —¿...Acaso te estás escuchando? Laila, maldita sea, ¿eres consciente de lo que estás diciendo? —dio un paso al frente, haciendo énfasis en sus palabras. Con cada frase sentía su pecho resquebrajarse más y más, sufriendo de una angustiosa impotencia. Frente a él la imagen de su novia se estaba distorsionando y era incapaz de hacer algo por detenerlo, las lágrimas fluyendo sin control, emborronando el rostro de la joven frente a él—. ¿Acaso te dejaste cambiar por la zorra de aquella mujer que te hizo la vida imposile? ¿Permitiste que los que se aprovechaban de ti continuasen haciendo lo que querían?

    >>¿¡Dónde está la chica tozuda que se tomó meses sin descanso para barrer el piso conmigo!? ¿¡Vas a dejar que Agnes se salga con la suya, que nos haga olvidarnos de quienes éramos!?

    Sus gritos apenas se alzaban por sobre sus sollozos, desconsolado. La rabia que sentía hacia Agnes por el daño psicológico que le estaba provocando a la persona que más amaba en el mundo se mezclaba con la impotencia y la culpabilidad, destrozándole por dentro, haciéndole sentir la persona más miserable de todas. No detuvo el contacto visual en ningún momento, afilando su expresión con cada palabra. Pocas veces hablaba tan en serio como aquel entonces.

    —...Laila —la llamó, haciendo un esfuerzo por pronunciar las palabras, por buscar su mirada esquiva en medio de aquella lluvia helada que le hacía perder la razón—. Laila, mírame a los ojos y dime quién eres. No te soltaré hasta que lo hagas.

    La presión, el dolor y la desesperación estaba haciendo de aquella pobre pareja una versión distinta. Se estaban perdiendo, dejándose manejar por los hilos de Agnes.

    Pero la esperanza era lo último que se perdía, y en los orbes de Shawn aún brillaba con sus últimas fuerzas.


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    Una guadaña chocando contra el suelo, otra inmediatamente después.

    "Eso es. Buen chico".

    Las heridas abiertas palpitaron dolorosamente con cada guadaña desviada, arrancándole un grito de dolor, pero no importaba.
    Intentó echar hacia atrás cuando notó que avanzaba hacia ella con cada paso, con cada desvío, pero pronto sintió sus manos aferrarse a sus hombros como garras. No la dejaría ir, lo supo en cuanto clavó sus ojos en ella, severos.

    "Está bien. Yo también he llegado a hartarme de mí misma".

    ¿...Acaso te estás escuchando? Laila, maldita sea, ¿eres consciente de lo que estás diciendo?

    Desvió la mirada, incapaz de enfrentarse a los ojos severos de Shawn. El flequillo le cubrió los ojos.

    ¿¡Dónde está la chica tozuda que se tomó meses sin descanso para barrer el piso conmigo!? ¿¡Vas a dejar que Agnes se salga con la suya, que nos haga olvidarnos de quienes éramos!?

    Aquella sola frase puso en marcha una serie de mecanismos que hubiesen estado mejor apagados. El dolor, la sangre, la lluvia, el terrible frío, los sollozos del albino despedazándole el corazón; todo creó un combo de ira incontenible.

    —Metido en ese infierno de Joker y luego de desmayarte, no te has enterado de nada, ¿cierto? —masculló, ajena a sí misma y a todo el show terrible que había montado Agnes cuando la obligó a abrirle el estómago a aquel tipo—. Lo intenté, joder, lo intenté con tanta fuerza.

    Su llanto le hizo segunda al de Shawn y empezó a sollozar violentamente, apenas siendo capaz de hacer una pausa para respirar con esfuerzo.

    >>¡Intenté defender a la niña, me ofrecí a ir en su lugar, me ofrecí para ser metida en esta maldita jaula! ¡Intenté no ser la maldita sumisa que he sido siempre! ¡¿Y para qué?!

    Hablaba a gritos, cargada de dolor, enojo y quién sabe qué más. No importaba lo que intentara, Agnes se saldría con la suya.
    El mundo se amalgamaba a su alrededor, aplastándola. Le pesaba todo el cuerpo.
    Su nombre, desde los labios de Shawn, le llegaba desde algún lugar lejano y era incapaz de reaccionar.

    "Solo un poco más. Solo un poco más y esto habrá terminado. Déjame morir".

    En un movimiento rápido, retiró las manos de Shawn de sus hombros con brusquedad, sintiendo sus heridas abrirse aún más por el esfuerzo. Ahogó un nuevo grito y rápidamente colocó su pierna detrás de él y le dio un empujón, arrojándolo hacia atrás y haciéndolo caer. No tardó en colocar su cuerpo sobre el del chico, aprisionando sus brazos con sus piernas.

    "Perdón, perdón, perdón".

    Por fin se dignó a mirarlo desde arriba, sus ojos enrojecidos por el llanto, convulsos por el desastre que estaba gestándose en su mente desde que habían sido llevados a Wonderland, se clavaron en los del muchacho.
    La sangre empezó a gotear sobre él.

    —Laila Meyer. Una pequeña miserable que deja que los demás se aprovechen de ella, una pequeña idiota que necesita ser protegida por otros porque no tiene garras para defenderse por sí misma —respondió a la pregunta con tono plano, alzando la guadaña de su brazo por encima de su cabeza—. Pero la zorra me nombró Lammergeier y no importa cuánto intente, su voluntad es inamovible. Hora de terminar con este espectáculo.

    El grito que surgió de su garganta cuando dejó caer el filo de la guadaña sobre Shawn, hizo vibrar los barrotes de la jaula.

    "Tienes que odiarme después de esto".

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    Apenas sintió su cuerpo impactar contra el suelo. El insufrible mareo, el dolor de cabeza, el temblor de todo su ser ante el frío que calaba sus huesos le insesibilizaba. El mundo giraba y giraba frente a él y los párpados le pesaban, queriendo ceder finalmente, dejarse llevar y sumirse en un profundo sueño del que no despertar jamás. Apenas podía respirar. Apenas podía ver entre su cabello adherido a su frente la expresión que Laila le estaba dirigiendo en esos momentos.

    Apenas pudo alcanzar a ver el arma que se aproximaba hacia él, en medio del desgarrador grito que salió de su garganta.

    Una eléctrica punzada de dolor le recorrió el brazo de punta a punta. Había logrado hacerse a un costado, recibiendo parte del impacto sobre la piel de su brazo derecho. La sangre comenzó a teñir su camisa, y a pesar del grito de dolor que rasgó su garganta, no la empujó. No intentó hacerla a un lado y huir, ninguno de aquellos impulsos fueron emitidos por su cerebro. Permaneció aprisionado por su cuerpo, apretando los dientes en un intento por contener su dolor, y aprovechó la poca distancia para dejar salir su voz en un murmullo. No tenía fuerzas para nada más.

    —...Lo hiciste, Laila, lo conseguiste. Todas esas decisiones... Jamás has estado tan cerca de la persona que querías llegar a ser como hasta ahora. La niña debe admirarte mucho ahora —la voz de Shawn sonaba lejana, ténue. Como una diminuta llama a punto de extinguirse frente a sus ojos. Consiguió abrir los párpados, devolviéndole la mirada desde abajo, habiendo desaparecido la molestia en ellos. Laila podría jurar que la miraba con genuino orgullo en el fondo, a pesar de sus palabras, a pesar de sus acciones—. Esa Laila de la que hablas ya no existe, ¿no lo ves? Agnes ha logrado sacar, para bien o para mal, ese lado que siempre has deseado. Puedes valerte sola, puedes escoger por ti misma... Es un triunfo que no debes despreciar.

    Aprovechando la distracción de sus palabras se levantó con esfuerzo, apartándola sin ser brusco, porque no había necesidad de huir de ella. No le guardaba rencor, no la temía, porque ante los ojos de Shawn, Laila jamás cambiaría. Porque Shawn tenía la capacidad de ver lo mejor y lo peor de ella y amar ambas partes por igual. Laila siempre sería el amor de su vida, y se dejaría morir en sus brazos si con ello permitía su salvación. Porque era incapaz de ver el mundo desde otra perspectiva que no fuese a su lado.

    No había nada en el exterior que le esperase si no era de su mano.

    Cuando intentó atacarle movió sus brazos inutilmente, haciendo cortes en el aire que apenas le harían un rasguño, impidiendo que se acercase. Permaneció allí, de pie bajo la lluvia, sin apartar la mirada de ella. Una ínfima sonrisa arqueó sus labios, cargada de genuino afecto.

    —Pase lo que pase, Laila, siempre te amaré —se tambaleó ligeramente, alzando la cabeza con firmeza—. Y eso es lo único que Agnes no podrá arrancarme jamás.


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    "¿Cuánto más debe durar esta tortura? ¿Cuánto más tenemos que rompernos?".

    Cuando el filo de su arma dio con su objetivo y finalmente chocó contra la rejilla, se quedó estática, con sus ojos magentas fijos en Shawn. Pudo notar la mancha oscura que se extendía en su camisa.
    Esperaba que la empujara, que se la quitara de encima, que diera un poco más de pelea, pero se quedó allí.

    ...Lo hiciste, Laila, lo conseguiste. Todas esas decisiones... Jamás has estado tan cerca de la persona que querías llegar a ser como hasta ahora. La niña debe admirarte mucho ahora.

    —¿Admirarme? —Probó la palabra, como si le sonara ajena—. ¿Por intentar hacer pedazos a quien la traía en la espalda, hace apenas unos momentos? Debe odiarme... y deberías hacerlo tú también.

    Un parchón oscuro se instauró en su vista y el frío que sentía, aumentó aún más.

    Esa Laila de la que hablas ya no existe, ¿no lo ves? Agnes ha logrado sacar, para bien o para mal, ese lado que siempre has deseado. Puedes valerte sola, puedes escoger por ti misma... Es un triunfo que no debes despreciar.

    ¿Que ya no existía? Se llevó la mano al pecho, sobre la herida de la que no paraba de brotar sangre. Estaba allí, esa Laila seguía existiendo... ¿O no?
    Cuando por fin la hizo a un lado para levantarse, permaneció en el suelo, con la vista clavada en ninguna parte.
    Le palpitaban las sienes y las heridas, el frío le recorría hasta el último centímetro de piel y cuando Shawn volvió a hablar, apenas fue capaz de escucharlo.

    Se levantó a tropezones y avanzó hacia él, con la vista llena de parches oscuros y el suelo moviéndose bajo sus pies. ¿Qué había hecho para merecer a Shawn Amery?
    Sintió una vez más el filo de las armas ajenas abrirle la piel, pero ya no importaba.

    Pase lo que pase, Laila, siempre te amaré.

    Después de todo eso, ¿qué clase de terco de mierda había que ser para seguir amando a la persona que había intentado clavarle una guadaña en el pecho?

    "El último esfuerzo. Ya casi".

    Arrojó con sus últimas fuerzas dos ataques más, sin dirección alguna, que fueron a parar al suelo, a centímetros de los pies del albino.

    "No. No puedo más".

    Extendió la mano temblorosa a la camisa de Shawn, asiéndola con fuerza y prácticamente la usó para trepar hasta poder permanecer de pie frente a él.
    Las guadañas que surgían de sus brazos desaparecieron por fin y de sus labios brotó una risa ahogada.

    —Lo logré, ¿no es así? Desvanecerme antes de tener que hacerte más daño. Lo logré —murmuró. Sus palabras de repente tenían un tinte de delirio—. Me venciste.

    Con las manos temblorosas, pálidas como las de un muerto, tomó el rostro del muchacho y le estampó un beso en los labios helados por la lluvia, la pérdida de sangre y todo lo demás.

    >>Te amo, príncipe.

    Susurró tan bajo que su voz prácticamente se perdió en la lluvia, y le dedicó una breve sonrisa antes de que sus ojos perdieran la capacidad de enfocar el mundo y su fuerza se desvaneciera por fin.
    Con un ruido sordo, el cuerpo de Laila cayó sobre la rejilla, a los pies del albino. Su sangre desaparecía entre las aberturas del suelo, mezclándose con la incesante lluvia.

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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Agnes Ataroth

    Miró con ambivalencia a los dos combatientes, haciendo un ceño con la cabeza para que la lluvia dentro de la jaula se detuviera y entraran los ayudantes del parque con paraguas, y busos de colores y estampados de caramelo y máscaras de niños pequeños simulando a cuando los infantes juegan bajo la lluvia. Permaneció sentada esperando a que Laila fuese subida en la camilla y la máquina actualizara las distintas opciones para bajar la palanca. Los guardias sacaron arrastras a Shawn y Agnes se levantó del mullido sillón, cediéndole el puesto a Shawn.

    —Alice —llamó con la mirada en la gradería—. Ven acá, necesito de ti ahora.

    Miró por un instante el reloj de su muñeca mientras sonreía ante su imaginación. El nuevo integrante ha de estarla esperando en la oficina, y no quería hacerlo esperar, no mucho tiempo.

    —Shawn te presento a Alice —susurró de espaldas a Laila que estaba dentro de la jaula, siendo amarrada contra la camilla—. Alice esta vez será mi reemplazo, así que ella extraerá lo que decida la máquina de la suerte, yo estaré algo ocupada —. Murmuró acariciándole la mejilla—. Cuando terminen aquí te esperaré en mi oficina.

    Dio vuelta sobre sus talones y caminó hasta la palanca, jalándola, para luego sujetar las manos de Alice entre las suyas.

    —No me decepciones —murmuró mirándola a los ojos por unos breves segundos, para luego voltearse y salir del lugar.

    Agnes se ha dirigido a su oficina, no estará presente.

    Instrucciones para Alice:

    • Extraer el órgano que salga por la máquina a Laila, por ello debe entrar a la jaula en donde sus manos serán esterilizadas. Esto significa que Agnes confía en sus habilidades para ello.
    Instrucciones para Shawn:

    • Al terminar la extracción del órgano de la perdedora debes dirigirte a la oficina de Agnes.
    Instrucciones para Laila:

    • Luego de la cirugía serás trasladada a la enfermería, debes postear en la enfermería al acabar el espectáculo.
    Instrucciones para el público:

    • Serán etiquetados en un nuevo espacio, ahí podrán seguir roleando, cuando esté disponible (en unas horas) Por ahora, pueden seguir roleando en este tema en base a lo que ven, intuyen y demás.
    Máquina de la suerte

    1) Apéndice
    2) Riñón derecho
    3) Riñón izquierdo
    4) Oreja derecha
    5) Oreja izquierda
     
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    Ceci

    Ceci Usuario VIP

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    Noah Briggs ~

    Se había quedado en blanco no bien Laila se había levantado para que la fueran a buscar. No podía entender por qué nadie decía nada, por qué nadie hacía algo al respecto, por qué no podía hacer él mismo algo al respecto; no entendía por qué había soltado la mano de Laila como si se le hubiera ido la vida del cuerpo cuando había jurado no soltarla, pasara lo que pasara.

    Tampoco pudo entender por qué aquel chiquillo se había levantado a hacer todo el escándalo que quería hacer por sí mismo, ese para el cual no tenía valor, porque sabía que de nada serviría.

    Noah no había podido hacer absolutamente nada que no fuera quedarse congelado en su lugar con la vista clavada en el piso.

    De nuevo.

    Parecía que el tiempo se había detenido en aquel momento en el que su mano cayó sobre su regazo tan pronto como Laila la soltó, aceptando su destino sin ponerse a protestar. ¿Acaso él lograría ser tan valiente como Laila alguna vez? ¿Acaso él sería capaz de lastimar a Cathy de la misma forma en la que Shawn y Laila lo habían hecho en esa jaula? Si bien no los estaba viendo porque no podía despegar la vista de su propia mano, con escucharlos era suficiente para imaginárselo todo en su cabeza, y de sobra sabía que no quería estar en ese lugar.

    Tenía que asegurarse de no tener que llegar a ese punto. Tenía que mantener a una feliz para mantener a la otra a salvo. Ahora lo tenía más claro que nunca.

    Laila había sido una niña mala, Agnes se lo había dicho, y por ello había pagado las consecuencias.

    ¿Quién era él como para darle palabras de aliento a alguien que se había buscado a pulso su propio destino?

    Por fin salió de su ensoñación no bien escuchó la voz de Agnes, con aquel poder suyo de hacer estragos en Noah sin necesidad de esforzarse, pero no fue a ella a quien miró. Se detuvo a observar a Alice por el rabillo del ojo, sin expresión alguna en su rostro, detallando todos sus movimientos.

    De entre todos los presentes en el lugar, Agnes había llamado el nombre de Alice. La había llamado a ella y le había pedido que no la decepcionara.

    'Cuídate de ella, Noah', las palabras de Astaroth resonaban en su cabeza una y otra vez, como si no quisiera permitirse olvidar ni por un momento la sensación de inseguridad que aquella chica desataba en él.

    Noah simplemente sonrió de lado, tenue, casi por reflejo, mientras devolvía su vista al frente. No sabía si Alice lo estaba mirando, pero tenía el presentimiento de que aquella chica no tenía que ver a las personas para darse cuenta de las cosas.

    ¿Alice podría sentir el enojo en Noah, ese que él aún no se daba cuenta que sentía?

    No sabía si algún día tendría el valor para ver una batalla, para lastimar a alguno de los que estaban sentados junto a él, si alguna vez sería capaz de lastimar a Cathy.

    ¿Pero Alice? Alice estaba intentando meterse en su camino y él estaba dispuesto a hacerla desaparecer de su horizonte.
     
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  13.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Alice Dumont

    La sonrisa encantada de la señorita Dumont se había mantenido todo el tiempo que duró el combate. Como si fuese una especie de obra, de teatrillo sin peligros reales, la muchacha aplaudió a su fin. El dolor y el sufrimiento en escena eran recibidos por ella como meras actuaciones, papeles interpretados. No podía sentir la más mínima empatía por ellos. Su sufrimiento le parecía orquestado, actuado, distanciada emocionalmente de su genuino dolor como si los viera desde detrás de un vidrio.

    "Sublime. Una actuación sin dudas digna de elogiar"

    Aquello fue todo cuanto pensó. Del príncipe de blanca armadura y del pajarito herido, díscolo y rebelde que lo amaba y murió en sus manos al final. La historia de un amor imposible, tormentoso e idílico. Una tragedia digna del maestro William Shakespeare. Lástima que tuviese que acabar.

    Con un brillo extraño en la mirada y una sonrisa gentil, Alice se incorporó de su asiento en las gradas cuando fue llamada por Agnes.

    —Sí, mi adorada Reina de Corazones— hizo una leve reverencia. Quizás el hecho de que se mantuviese sonriendo con un gesto que casi mostraba inocencia era lo más perturbador de todo. Todo parecía ser un juego para su entretenimiento. No desobedecería orden alguna de su adorada.

    Caminó con pasos delicados hasta la Jaula. Era el verdugo encaminándose a poner fin a una sentencia de muerte. Y cuando sus ojos violetas se encontraron con Shawn el brillo de sus orbes se tornó burlón, jocoso. Y su sonrisa torcida y cínica. Oh, disfrutaba tanto de esa situación... En lo profundo de su ser se revolvía por escapar una pequeña bestia sedienta de sangre.

    ¿Extraer un órgano? Qué ocurrencias las de la Reina. Dejar en manos "inexpertas" como las suyas una intervención quirúrgica con tantos riesgos. Tan solo una persona de su calibre podía tener tan retorcidas y grotescas ideas.

    Y por eso la amaba. Le profesaba una obsesión enfermiza desde que habló con ella a solas en su oficina. Y le hizo aquella tentadora y libidinosa promesa.

    Tarareó una cancioncilla de cuna mientras esterilizaban sus manos. Casi parecía una de esas pequeñas figuras de las cajas de música que bailaban al son de una melodía trágica. Se movía por la jaula entre los instrumentos quirúrgicos como una grácil bailarina en una pista de baile.

    Cuando vio su reflejo distorsionado en el filo del bisturí su pequeña sonrisa se tornó grotesca. Como si disfrutara de un placer siniestro se humedeció los labios con la lengua y posó una de sus manos sobre su mejilla. La anticipación de la intervención, del dolor causado y la sangre espesa la excitaban. Y sus pálidas mejillas no tardaron en enrojecerse.

    —Ah~—casi gimió—. Qué espléndido.

    Era una sádica y una psicópata. No sentía empatía por nada ni por nadie. Ella era superior a todos, así había sido criada. Educada por su adinerada familia para ser la mejor en todo lo posible. Sin embargo, podía fingir sus emociones por cortesía o por mera manipulación. Era una mitómana especialista en el arte del engaño.

    Caminó hasta Laila. Maniatada, sin poder escapar. Y el brillo de sus ojos se tornó demente. No había el más mínimo atisbo de cordura en ellos. Era la mirada de una loba hambrienta a punto de apresar a un indefenso conejo. La mirada siniestra de un asesino serial.

    Miró de reojo a Shawn y sonrió con burla en sus facciones. El pequeño principito iba a verlo todo. Sufriría su dolor gota a gota de sangre. Aquello hizo que un escalofrío de placer le recorriese la espalda.

    Fue entonces que se acercó a Laila y le sonrió antes de lamerle la mejilla. Desde allí hasta su oreja. Sinuosa, como una serpiente. La respiración agitada de su presa le erizó la piel.

    Su voz sonó baja, casi gutural y profundamente empalagosa cuando le susurró al oído aquellas palabras:

    —...Y la reina de corazones exclamó: ¡Que le corten la cabeza! Pequeño pajarito perdedor... ¿no es maravilloso que no sea la tuya?

    Y se rió apartándose. Antes de que el bisturí descendiese por su piel, apenas rozándola, como si quisiera jugar con ella.

    "No me decepciones"

    No, ella no iba a decepcionarla.

    Os ahorro el gore porque no me gusta (?)
     
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  14.  
    Hygge

    Hygge Game Master

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    Shawn Amery

    Cuando los guardias entraron en la jaula, pudieron contemplar la figura difusa del albino abrazar a la caída con todas sus fuerzas, resguardándola del mundo contra su cuerpo ensangrentado, profiriendo gritos desgarradores que imploraban porque no se acercasen. Fuera de sí, la protegía entre sus brazos en un desesperado intento por apartarla de las maldades del mundo, por mantenerla siempre a salvo bajo su cuidado. Luchó con las pocas fuerzas que le quedaban porque no le separasen de ella, profiriendo su nombre una y otra vez, como si aquello fuese a despertarla. Los empujones de los guardias abrieron sus heridas y el increíble dolor acabó tensando sus músculos hasta separarla de su cuerpo.

    Le hicieron a un lado, levantándole bruscamente para sacarle de allí a rastras, pero Shawn no dejó de gritar su nombre, de seguirla con la mirada. Le había tocado el peor de los destinos, permanecer despierto para poder ver en directo cómo le hacían daño, cómo le arrancaban la vida frente a sus ojos, y Shawn se sintió morir en vida. Apenas podía mantenerse en pie, su cuerpo empapado temblaba violentamente debido a la sensación de hipotermia, y el dolor de sus heridas se agudizaba con cada roce de los guardias sobre su piel. Le empujaron hasta llegar frente a Agnes, otorgándole su lugar, pero él apenas la escuchó. Sus orbes se encontraban idos, su cuerpo incapaz de reaccionar. El tacto sobre su mejilla se sintió lejano, etéreo.

    "Cuanto terminen aquí te esperaré en mi oficina"

    Su cabeza hizo un esfuerzo por retener aquellas palabras, a pesar de que en ese instante apenas tuvieron sentido para él. Las miradas jocosas de Alice en otro momento le hubiesen hervido la sangre, pero Shawn ya no estaba allí. Era un mísero cascarón vacío, un muñeco de trapo que se dejaba llevar a su antojo en medio de aquella terrible pesadilla, de la que era incapaz de despertar.

    Se llevó las manos al rostro, acuclillándose en el lugar, y permaneció allí, sintiéndose encoger hasta desaparecer. Deseando morir de hipotermia, desangrado o golpeado por los guardias, lo que fuera. Porque si la vida de Laila se escapa de entre sus manos en ese mismo instante, la suya se iría con ella.
     
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  15.  
    Etihw

    Etihw ghost Comentarista empedernido

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    Aimi Shiotani~

    Permaneció con su cabeza gacha, mirando su regazo con sus ojos entrecerrados, como si tuviera sueño. Su respiración era acompasada, y su cuerpo estaba relajado.

    Qué curioso efecto el de las emociones.

    Con desgana, sin energías, escuchó la voz del chico que se acababa de sentar a su lado, sin prestarle realmente atención a sus palabras. Su mente solo disparó una alarma avisándola de que ese no era Balto, y que no había más asientos vacíos que indicasen que pudiese todavía venir. Que este, al parecer, no iba a llegar a aquel lugar.

    Forzándose a ello, giró su cabeza al desconocido cuando este comenzó a hacer algo con una tela que al parecer había rasgado de su manga. Lo observó por un momento, no recordando haberlo visto antes, pero no le interesó realmente saber quién era. Al menos, no en ese momento.

    Y quizá nunca.

    Con una amable sonrisa le tendió el corazón que había hecho con dicha tela, diciéndole que lo usase para limpiarse. Sintió algo de incomodidad cuando le pidió que hablase con él. Parecía sentirse solo, desorientado. Quizá solo era que no sabía qué hacer en esa situación.

    Ella tampoco.

    Volvió a mirar su regazo, ignorándolo, viendo la mano de la chica a su lado coger aquel trozo de tela. Sintió cómo le cogía la cara y le limpiaba los restos de lágrimas que le quedaban, para luego abrazarla. Mordió con fuerza su labio inferior, tensa, sin saber realmente cómo reaccionar, teniendo miedo de que el contacto produjese algo desagradable para la chica en el futuro. En verdad creía que tenía mala suerte.

    Apartó un poco a la muchacha, observando con los ojos bien abiertos lo que la ruleta había decidido y la reacción de Laila ante ello. Su corazón no podía sentirse más vacío Ella no podía sentirse más culpable. Y sus lágrimas volvieron a caer sin poder evitarlo, sin poder desviar su mirada de la muchacha de pelo violeta. Los gritos de Galen comenzaron a ponerla nerviosa, ansiosa… enfadada. Le dolían los oídos, la cabeza le martilleaba de nuevo. Era doloroso, respirar era doloroso. Seguir mirando era doloroso.

    Lo odiaba.

    Sin pensárselo mucho, queriendo ignorar todo a su alrededor una vez más, huyendo como siempre de la realidad como podía, ocultó su rostro en el pecho de la castaña, apretando el abrazo. Buscaba desesperadamente una salida a toda aquella irreal situación.

    Laila y Shawn debían luchar. Laila y Shawn…

    ¿Por qué ambos pedían a los demás de cuidarla? ¿Por qué… ninguno le hablaba a ella? ¿Por qué no le decían nada? ¿Por qué solo la miraban, como si fuese un objeto de porcelana que se rompería con el más mínimo cruce de palabras?

    ¿Por qué Aimi no podía cuidar de los demás también?

    Era débil. Se veía débil. Todavía una niña. Lo comprendía, esa era la verdad.

    Entre los brazos de aquella muchacha, apartó su mirada hacia un punto cercano, uno en el que no veía a ninguno de los demás prisioneros, en el que no veía la batalla, a ningún guardia.

    Y entonces sus llorosos orbes se encontraron con aquella mirada amable.


    —¿Y si cierras los ojos, peque?


    Contempló con un pequeño brillo en sus ojos, unas tenues llamas de ella que trataban de avivarse desesperadamente, aquella figura algo borrosa, de pie, sonriente. Le dolían demasiado por llorar, no podía permitirse abrirlos como era debido. Escocían.


    Notó cómo le acariciaban la cabeza, y enterró de nuevo su cara en el pecho de la muchacha, cerrándolos como se le fue aconsejado. Y de alguna forma, dejó de escuchar todo lo que sucedía en aquel lugar.



    Tras lo que le parecieron minutos, sintió revuelto a su alrededor. Abrió los ojos, volviendo a escuchar, volviendo a sentir el tacto, los olores, el metálico sabor de la sangre de la herida que se volvió a abrir en sus labios. De su corazón latiendo.

    Pero no apartó la mirada, no la dirigió a ningún lugar, no miró a nadie, ni siquiera quiso buscar aquel rostro gentil. No quería ver. Sabía que no debía. No quería ver algo que volviese a incomodar su pecho. Quería ignorar todo lo sucedido.

    Sin mirar a la chica que la abrazó y al muchacho del pañuelo, se levantó con la vista clavada al suelo y se dispuso a marcharse lo más rápido posible de allí, yendo donde Agnes comentó.

    Huyendo, otra vez, de la sucia realidad.


    ignorante cuanto menos, lo mejor de todo (? uwu
    *huye*
     
    Última edición: 2 Junio 2019
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    Nekita

    Nekita Amo de FFL

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    Catherine Whitman

    El hecho de que comenzara a escuchar gritos por parte de aquel adolescente comenzó a irritarla, no entendía porqué hacia todo eso, como si sintiera que realmente Laila o Shawn no supieran ya las cosas que estaba diciendo, como si eso fuera facil para ellos, como si realmente no fuera obvio que se preferiría cualquier otra cosa a lastimar a la persona que amabas de esa forma como si ellos quisieran convertirse en alguna clase de monstruo que tiene que atacar a alguien porque se lo ordenan.

    No estaba haciendo nada mas facil, hacia exactamente lo contrario.

    Dejó de acariciar el cabello de la pequeña para tratar de cubrirle uno de sus oídos y tratar que no escuchara nada de eso, comenzando a incluso susurrarle cosas que intentaban ser tranquilizadoras cuando sintió que apretaba su abrazo. Tenía muchos sentimientos encontrados, verlos pelear solo le hacía que el sentimiento de culpabilidad por haber arrastrado a Noah a esa situación comenzara a simplemente aflorar todavía más, saber que no podía cuidarlo allí como hacía siempre, saber que realmente había algo que no sabía y estaba afectando a Noah, saber que en algún punto ellos dos podrían ser los que estarían allí peleando, iriendose.

    Si hubiera sido algo más madura, seguro no lo habría afectado.

    La palea terminó, finalizando por fin aquel tormento para la pareja, la ruleta había vuelto a girar y esta vez, una chica que no había visto antes, había sido la encargada de realizar todo aquel asqueroso y perturbador procedimiento sin ninguna clase de duda, incluso podía apostar que todo había sido bastante "tranquilo" de su parte y antes de que pudiera cuestionarse otra cosa, sintió a la niña separarse y desaparecer rápidamente fuera de allí, miró hacia Noah, hacia donde estaba la camilla de Laila y luego por donde había partido la niña.

    Una parte de ella no quería seguirla solo porque quería quedarse a ver a Noah y al mismo tiempo, sabía que tenía que ir porque lo había prometido, mordió su labio inferior con cierta duda hasta que sus piernas se levantaron para seguirla a un paso no muy seguro, tembloroso luego de todo lo que había visto. Si ese anuncio era cierto y Noah podía verla, esperaba que pudiera encontrarlo en el camino mientras trataba de cumplir aquella promesa.
     
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  17.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Connie Dubois

    No sintió el tiempo pasar desde que Shawn se marchó a la jaula y Laila salió sorteada. Veía y oía las cosas con mayor claridad que antes, se sentía capaz de procesarlas cognitivamente sin distractores o inconvenientes. Un brazo entró dentro de su campo de visión, y Connie detalló cómo Noah intentaba darle ánimos a Laila. Cuando lo oyó llamándola, giró su cabeza hacia el muchacho y lo observó en silencio, porque realmente no podía responderle lo que, sabía, debía decir. En su interior no albergaba ningún deseo por ver sufrir a quienes la rodeaban, pero tampoco se sentía responsable por aliviar sus cargas; menos con mentiras. Connie vio a Noah con más detenimiento, reconociendo en él al compañero de la chica con la cual había peleado, y pensó que debía estar realmente preocupado por Laila si llegaba al punto de recurrir a su ayuda. Ella, la persona que había dañado y hecho sufrir a Catherine. ¿La odiaría, acaso? ¿Le tendría resentimiento?

    No podía culparlo si así era. Después de todo, Shade había reaccionado aún peor.

    Shade. Un relámpago le recorrió la espina dorsal y todo su cuerpo se estremeció. Laila y Shawn se habían dispuesto a ambos lados de la jaula, listos para comenzar a pelear, y Connie absorbió con un detallismo obsesivo cada uno de sus movimientos, tan finos y elegantes, al emplear el mismo tipo de guadañas que habían crecido en sus brazos. Recordó cuando Shawn le contó que ambos practicaban esgrima. Un rincón helado y oscuro de su mente permanecía enfocado en absorber la técnica que rebosaba de la pelea, tan diferente a la suya, porque sabía que, a partir de ahora, ella podría volver a correr esa suerte en cualquier momento. Pero su calma comenzó a desestabilizarse cuando la batalla fue aumentando en intensidad, los gritos desgarrando el aire, el filo de las guadañas cortando la carne, los hilos de sangre recorriendo sus cuerpos. Sintió un frío helado y comenzó a tiritar, abrazándose con fuerza. Se observó las piernas con insistencia, como si esperara encontrar allí las heridas por las cuales comenzaba a desangrarse, mientras su propia respiración se amalgamaba con la agitación de los contrincantes dentro de la jaula.

    No estás ahí, Connie. No eres tú la que está peleando. Tú ya no sangras, a ti ya no te duele.

    Pero eran todas mentiras. Estúpidas y ridículas mentiras.

    El cuerpo de Laila se desplomó sobre las rejas, y Connie sintió arena bajo las uñas. La arena a la cual se había aferrado cuando intentó arrastrarse por el suelo. Se observó las manos y las agitó a sus costados, intentando arrancarse la desagradable sensación de encima. Los gritos de Shawn se convirtieron en los gritos de Shade y Connie meneó la cabeza con tanta fuerza que acabó mareada, dejando caerse sobre el respaldar. Comenzaba a sentir náuseas, una mescolanza de frío, angustia, asco y miedo que le dio vuelta el estómago y le comprimió el pecho. Se obligó a respirar y se tapó los oídos, intentando abstraerse de la realidad. Había empezado a mecerse como un niño pequeño. Atrás, adelante, atrás, adelante. Se hizo pequeña en su asiento, enterró el rostro entre sus piernas, clavó la vista en el suelo. Se obligó a respirar, una y otra vez, enfocándose en no devolver lo poco que había logrado comer.

    No es real, no es real. Ya pasó, ya pasó, ya pasó. Tranquilízate, respira, todo está bien.

    Los hechos prosiguieron su curso y Connie no pudo seguirlos. Su ruidosa mente y el sudor helado que había empapado su cuerpo le permitieron enfocarse en otra cosa. No se había desmayado, no había despertado atada a una camilla. Eso... eso significaba que todo estaría bien, ¿no? Que ya no le pasaría nada. Que ya no la harían sufrir. Pero... ¿por qué veía así? ¿Por qué llevaba un ojo tapado? ¿Qué era ese parche tan incómodo?

    Ah, sí... Era un juego, ¿verdad? Ella misma lo había dicho. Les habían dado unos nuevos juguetes para jugar a un nuevo juego. Había perdido, y el castigo era usar ese incómodo parche. Sólo debía soportarlo un tiempo hasta que todo volviera a la normalidad y le permitieran sacárselo. Seguro ese momento llegaría, porque Agnes no era malvada realmente, ¿verdad? Ella... Ella era un poco estricta, pero sólo quería que den lo mejor de sí mismos. Los dejaba jugar y les enseñaba las desventajas de perder, de no esforzarse.

    Sí, Agnes sólo quería que sus pajarillos se esforzaran.

    Una sonrisa trémula decoró sus labios a medida que se erguía y se acomodaba un poco el cabello, enjugándose el sudor del rostro con la manga de la camisa. Vio hacia el costado y hacia atrás, repasando los rostros de sus compañeros, sintiéndose un poco mal por no haberse aprendido todos sus nombres aún. La niña pequeña con la que había compartido habitación se había incorporado, abandonando el recinto.

    —¿Adónde va? —preguntó a nadie en particular, frunciendo apenas el ceño. Había algo distinto en su tono de voz, más ingenuo, y en el brillo de su mirada, más limpia—. ¿Ya podemos retirarnos?
     
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  18.  
    Gigavehl

    Gigavehl Equipo administrativo

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    Galen Rutonver

    A pesar de querer contemplar la batalla. Tal vez... Por el simple hecho de que sean Shawn y su dúo el que pelearan, de alguna forma se me hizo rápido, se me hizo simple, se me hizo... Normal. Pero realmente no podía cavilar lo que sucedía, me centré tanto que no me di cuenta en qué momento dejé de prestar atención a los detalles, a los gritos, inclusive a lo que observaba. Miraba las cosas, pero no podía entenderlo...
    Al final, no sabía si era el tremendo daño que las guadañas de Shawn le provocó a Laila que al fin la noqueó, o fue el uso excesivo de su sangre que hizo esos dos últimos ataques fueran tan mediocres que era ya obvio no podría continuar. Todo apuntaba a que Shawn perdería, era seguro. Pero supongo que mis ganas por verlo intacto, fueron más fuertes... Aunque sea una idea estúpida, me gusta pensar que así fue.

    Seguí ahí parado, parpadeé varias veces y miré detrás mío. Ví al resto de prisioneros, algunos me miraban con un gesto igual de repudiable y culposo como lo hacía Laila... ¿En serio? ¿No pueden verlo? Yo solamente quize evitar que Shawn quedara tan tocado al luchar contra su dúo, no contra un desconocido como yo. Por mucho que sea un "príncipe" yo no dejaría de ser un desconocido.

    Al final me molesté bastante con todos ellos, vaya forma más inútil de intentar hacerlos entender. Hice un drama para nada, ni siquiera quería moverme de mi lugar, hasta que escuché a esa mujer, quien parece hacerse llamar Alice. Se veía profundamente fascinada, emocionada, dolosa con lo que contemplaba. Con una frialdad y gozo que son comparables a las de Agnes, pero ni yo sentía que ella lo disfrutara tanto esta vez como lo hizo Alice. Le susurró algo, y Astaroth se retiró. Parecía un fantasma de momentos, ni los guardias me hacian nada el que siguiera ahí parado... Esperé que Astaroth me dijera algo, me reprendiera, ¡yo qué sé! ¡Algo! Pero... Nada.
    Contemplé la cirugía, y al final simplemente cerré los ojos, no porque no quisiera verlo, no porque me traumara. Simplemente los cerré, sintiendo pena ajena por Laila...
    Shawn pasó detrás mío, perdido, y cuando quise ir con él, me detuve, pues lo habían sentado en donde estaba Agnes, diciendole algo y retirándose. Aimi no tardó en hacer lo mismo, y nadie parecía detenerla... Cuando a los pocos minutos sonaron las bocinas:

    "Pequeñas aves, he abierto un nuevo lugar, disfrútenlo."

    ¿Qué? ¿Así por las buenas? Connie parecía aturdida pero a la vez relajada de alguna manera, hasta su expresión era distinta, una de hecho, que hizo me quedara neutral con ella. Los guardias pronto me dijeron que debía ir pronto a ese sitio. ¿Y ahora qué va a suceder? Como sea... Shawn parece estar en las mismas pues otros guardias le hablaban pero no respondía, tuvieron que de plano cargarlo de los brazos y arrastrarlo hacia otro sitio. Suspiré, vi de soslayo a todos una vez más y puse un gesto serio.
    Como si lo que hice nunca hubiera sucedido, como si tampoco me hubiera molestado ver ese combate, como si... Realmente jamás hubiera asistido a este sitio, igual, por como veo las cosas. Soy el más ignorado aquí...

    Caminé, campante hacia la salida sin antes mirar una vez más a Connie pues esa expresión no era normal, la miré mientras avance y no evité fruncir el ceño ante su expresión, no hice más y me dirijí hacia aquel extraño sitio que Astaroth ya nos había abierto.
     
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