Harry Potter Baúl de hechizos

Nick: FiraLili
Personajes principales: Harry Potter
Tipo: Drabble
Advertencias: Ninguna
Actividad: [Actividad] ¡Hechizados!
Nota del autor: Desde que leí en la lista “Accio” supe que lo haría con referencia a Harry, espero lo disfruten.

Baúl de hechizos

Accio​

—¡Accio, Saeta de Fuego!

La sensación de realización al llevar acabo tal hechizo y traer su escoba desde una gran distancias. Satisfacción.

—¡Accio!

La sensación de deber que tenía para cumplir una promesa al apuntar con su varita la copa de los tres magos mientras agarraba firmemente la muñeca del inerte Cedric. Determinación.

—¡Accio díctamo!

La sensación de desesperación al ver a Ron tan pálido y mal herido. Angustia.

Esas fueron las sensaciones que revivieron en su pecho al ver a Albus tratando de convocar sus libros desde la sala con el hechizo accio, se acercó a su pequeño vástago que se veía frustrado.

—¿Qué sucede, Albus?

Unos ojos tan iguales a los suyos le miraron con decepción, Harry sonrió con ternura antes de palmear la cabeza de su hijo.

—Vamos, Albus, no es tan difícil como parece sólo necesitas concentrarte en lo que quieras invocar.

—¡Eso hago!, pero no sirve de nada —replicó cruzándose de brazos.

Esa testarudez le transportó a su cuarto año en el colegio, cuando pasaba largar horas encerrado con Hermione practicando el accio, terminando a veces de la misma manera que Albus hasta que su amiga le hacía entrar en razón.

—Albus Severus —el nombrado se tensó para seguidamente mirar a su padre que permanecía serio—, te diré que el hechizo accio no es mi favorito pero me salvo muchas veces, así que practícalo hasta que lo domines —esas palabras no animaron del todo a su hijo así que agregó—. Además a tu hermano James le tomó una semana completa poder dominarla.

Esas palabras surtieron el efecto esperado, esa rivalidad que tenía con su hermano mayor era el empujón que le faltaba.

—La dominaré.

Harry asintiendo se retiró, dejándolo solo para que pudiera concentrarse pero antes de cruzar miró una vez más a su hijo, reflejándose en él. Viéndose más joven, más ingenuo y si saber lo que pronto se cerniría sobre él.

Aunque eso eran recuerdos del pasado, heridas ya cerradas, sensaciones ya olvidadas pero que nunca se borrarían de su mente y alma, quedarían grabados en él como cicatrices invisibles para que pudiera disfrutar de su vida y la paz que se le era otorgada después de una difícil infancia y adolescencia, cargando sobre sus hombros el peso del mundo, ahora de verdad…

—¡Lo logré!, ¡lo logré! Papá ya dominé el accio.

…era feliz.