Azotea

Tema en 'Cuarta planta' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Gigi Blanche

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    Al recibir el pellizco en la nariz, inevitablemente bajé la vista allí y me quedé bizca un breve instante. Sacudí la cabeza sin demasiada fuerza como para quitarme su pique de encima y le alcancé la comida tras su pregunta.

    —No me digas que hablas perro —comenté, divertida—. En ese caso, prefiero que le pidas que deje de subirse al sofá cuando no estoy para regañarla. Deja todo lleno de pelos y ¿quién sale sorteada para quitarlos?

    Luego me dediqué a oírlo hablar. Si el perro más grande de los que paseaba era un akita entonces, al menos, no debía lidiar con ningún mastodonte. En cierta forma me decepcionó. Con lo divertido que habría sido imaginarlo luchando con un... san bernardo. La tontería me dibujó una sonrisa en los labios y recosté la espalda en la pared, sin perderle pista al relato. Me contó de Miso, el viejo y sabio Miso, que regulaba a los jóvenes y lo ayudaba en su noble tarea. Pensé, bien de repente, que me relajaba escucharlo.

    —¿Miso como la sopa? —indagué, en un instante de silencio.

    Tal vez Maze no luchara con ningún san bernardo, pero ahora podía hacerme una imagen mucho más nítida de los pequeñines y me daba ternura imaginarlos celebrando su llegada al verlo. La sonrisa me quedó pegada al rostro y me distraje allí hasta que volví a oírlo hablar, por lo que regresé a sus ojos con las cejas alzadas.

    —Tenía peces, ¿cuenta? —Me reí y le di de comer, revolviendo el arroz después conforme rememoraba—. La pecera era bastante grande, rectangular, la había decorado con un montón de caracoles y algas de la playa. El motor hacía algo de ruido y mamá se quejaba, pero a mí me gustaba alimentarlos y mantenerla limpia. Un buen día nos dimos cuenta que la madera del mueble donde estaba apoyada se estaba pudriendo, así que alguna fisura tenía. Comprar otra pecera era muy costoso y mis padres estaban atravesando todo el lío del divorcio, así que papá me aconsejó relocalizar a los peces y ya.

    Me mantuve un segundo un silencio y solté una risa breve.

    —Le hice caso y, lo creas o no, mi dentista de Sydney tenía una pecera enorme, aunque no estaba en P. Sherman, 42 Wallaby Way. Si te soy honesta, nunca volví a comprobar si mis peces se habían adaptado o no, o si estaban vivos siquiera. Tampoco lo pensé demasiado. Supongo que nunca fui de apegarme mucho a las cosas.

    Me llevé comida a la boca, anunciando que había acabado mi relato, y estiré el brazo con la botella de agua por si quería beber un poco.


    —Betty fue idea de Danny, no sé si alguna vez te lo había dicho —proseguí brevemente—. Y los mellizos quisieron cualquier variedad de animales, pero papá siempre se negó. Por divertido que suene tener un cobayo, o una serpiente, o una tortuga, también tienes que pensar en el bienestar del bicho y sobre todo en cuánto dinero te significaría cualquier problema de salud. Y tener mascotas para ir reemplazándolas como si nada conforme se mueran es... cruel, cuanto menos.
     
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    I'm fluent in dog! ¿Nunca te lo dije?

    Lo solté como si fuese una verdad absoluta cuando era la estupidez más grande que se me pudo ocurrir, pero por el bien del teatro atendí a su petición de decirle a Betty que no se subiera al sofá porque a ella le tocaba limpiar los pelos. Me llevé una mano al mentón incluso, serio, y fui asintiendo.

    —Supongo que Betty y yo podemos conversar al respecto, pero las negociaciones serán duras, tienes que saberlo.

    Después me enfoqué en contarle lo de los perros, el asunto de Miso poniendo a todos en orden y esas cosas. No me di cuenta de que conversar de algo tan sencillo como eso con ella me calmaba hasta que iba terminando, que me sentía tranquilo y en confianza. Me había echado años evitando una emoción para luego caer como imbécil aquí, en el primer lugar donde pude permitirme descansar sin saberlo.

    —¡Como la sopa! ¿Y la historia? Pues nada, que a la dueña le encanta la sopa miso y tiene libre albedrío.

    Al decirlo me reí, siempre me hacía la gracia la historia del pobre perro llamándose como la sopa porque sí, porque le cantaba a la señora. Igual la mujer adoraba a Miso, lo trataba como un rey y era hasta tierno el amor que se le notaba cuando iba a buscarlo y ella me daba doscientas instrucciones que ya tenía memorizadas. Me sabía los lugares que le gustaban, los que no y hasta sabía cuáles eran sus besties perrunos y sus enemigos de muerte.

    De todas formas, cuando fue mi turno de escuchar a Sasha me imaginé todo el asunto de pasar a los peces. Los peces eran una mascota un poco extraña, sentía que era más sencillo desligarse de ellos, pero no dejaban de ser pequeñas criaturas que dependían del cuidado de alguien y hubo algo en la imagen mental de Sasha limpiando la pecera y poniéndoles comida que me hizo sonreír. Estaba lo del divorcio de sus padres en medio y pensé que era un embrollo para una niña, pero no vi por qué quedarnos allí.

    —Y yo que ya me había ilusionado pensando que tus peces acabaron viviendo un life-action de Nemo —dije de lo más decepcionado, pero me reí casi de inmediato—. Cuentan los peces, pero sí pienso que es como complicado aferrarse a un animal así o quizás soy yo también que no me apego mucho, quién sabe.

    Negué a lo de decirme que Betty era había sido idea de Danny, no creí recordar que me lo hubiese dicho, pero lo de los mellizos queriendo toda variedad de animales fue gracioso también. Por un lado teníamos a Danny con Betty, todo muy tranquilo, y luego a los menores con medio zoológico.

    —Encima por esos animales ya te cobran veterinario de animal exótico, es más caro y complicado. —Me quejé y me sentí como un señor al decirlo—. No dejan de ser bichitos a tu cuidado, dependen de ti, lo más responsable siempre será reconocer cuando cuidarlos escapa a nuestros recursos y capacidades; eso sin siquiera pensar en lo de la muerte de los animales. Está la gente que se le muere uno y tiene otro a la semana y los que prefieren no tener una mascota de nuevo, sin punto intermedio.

    No sabía qué era mejor o peor, la verdad, y me desinflé los pulmones con cierta pesadez. Me había distraído con la conversación, pero acepté la botella de agua y le di un sorbo antes de devolvérsela, en el trayecto de regreso busqué quitarle los palillos y preparé un bocado de comida antes de extendérselo. Luego hice una pregunta que me había quedado dando vueltas, porque me había dado curiosidad.

    —¿Cómo fue eso de Betty siendo idea de Danny?
     
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    Gigi Blanche

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    Oírlo afirmar tan convencido que hablaba fluido en perro me arrancó una sonora carcajada. Pasada mi reacción inicial, suavicé mi semblante y me incliné hacia él con movimientos del mismo calibre. Le metí algo de suspenso a la tontería, hasta que alcé una mano y le rasqué apenas con las uñas debajo del mentón.

    —¿También te gustan los mimos? —pregunté en voz baja, disfrazando mis intenciones de molestarlo, y deslicé los dedos por su cuello hasta alcanzar a jalarle de la oreja suavecito—. ¿Y que te rasquen aquí detrás?

    Una vez me di por satisfecha, regresé a mi lugar y la conversación siguió. Asentí, aceptando el inevitable destino de que Betty ejercería resistencia, y prometí recompensarlo si acababa haciendo un buen trabajo de abogado. ¿Ahora era su clienta? Pues claro. Más tarde me confirmó el nombre del anciano Miso y, otra vez, la vehemencia con la cual decía las cosas me causaba una cuota de gracia y de ternura extra. No veía a Maze como alguien infantil, en absoluto, pero de vez en cuando sentía que se permitía serlo un poco y no me molestaba en lo más mínimo.

    —¡Quién sabe! —lo corté antes de que se siguiera decepcionando—. Tal vez mi dentista tuvo que limpiar la pecera, entonces ubicó a los peces en bolsitas individuales y ellos aprovecharon la ayuda de las gaviotas para saltar al toldo, de ahí a la calle, ¡y de ahí al océano! —Me detuve de repente y fruncí el ceño—. Aunque los míos eran de agua dulce, así que probablemente habrían muerto.

    Oí la reflexión de Maze y fui asintiendo en silencio. Acepté la botella de regreso, le di un buen trago y, mientras yo hacía eso, noté que él preparaba comida en los palillos. La tomé sin mosquearme y armé la respuesta en mi mente antes de tragar.

    —Bueno, para ser específicos, fue idea de Eloise para Danny —aclaré, tranquila, y me mantuve en sus ojos en todo momento; como muchas otras cosas, no sentía un peso desmedido al hablar de esto. Podía hacerlo con normalidad—. Se lo sugirió a papá cuando estábamos a pocos meses de mudarnos aquí, a Japón. Ellie temía que Danny padeciera demasiado un cambio tan, tan brusco, y pensó que, tal vez, incorporar una mascota a la familia le sirviera de ancla. Adoptamos a Betty de muy pequeñita, de una fundación que trabajaba con animales como acompañamiento terapéutico. Betty no era, digamos, parte del plantel de trabajo, había sido la cachorra de una kelpie que acabó preñada... supongo que en un descuido. —Me reí ligeramente—. Ellie era voluntaria en esa fundación, de ahí que se la dieran. Betty y Danny crecieron juntos, y Ellie tuvo razón.

    ¿Alguna vez le había hablado tan abiertamente de mi familia a Maze? No estaba segura. Nunca había pretendido resguardar información ni negarle nombres, pero este pequeño paseo por el pasado se sentía más honesto que nuestras conversaciones anteriores. De una u otra forma, no me molestaba. Exhalé pausado y me tomé un segundo para seguir hablando.

    —Fue difícil la adaptación de Danny, pero probablemente lo hubiera sido aún más sin la perra. Ahora son como carne y uña. —Volví a reírme—. No sé qué pasará cuando Betty ya no esté, pero aún faltan muchos años para eso. Será un problema de la Sasha del futuro.
     
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    Mi afirmación de que hablaba perro consiguió que soltara la carcajada, su gracia se me contagió, pero cuando nos calmamos y atajé su intención, a pesar de su misterio, mi sonrisa se suavizó. Parpadeé con lentitud cuando la sentí rascarme el mentón, luego el tirón suave en la oreja y aunque solté la risa no pude evitar decir una idiotez.

    —Me gusta si lo haces tú —respondí sin una pizca de vergüenza.

    Ella volvió a su lugar, la charla siguió y hasta dijo que me recompensaría por mis labores de abogado con Betty y el asunto del sillón, lo que me puso a reír nuevamente. Para terminar de hacerla, se subió a mi tontería del life-action de Nemo con sus peces y ahora fui yo el que soltó la carcajada, sólo se me pausó la suerte de ataque de risa escuchar que los peces eran de agua dulce.

    Oh God no —dije casi junto a una respiración—. Mejor sin life-action de Nemo, pensemos que los peces no hicieron un Prison Break y vivieron tranquilos en la pecera del dentista, por favor.

    Ella luego aceptó la comida sin problema, supuse que en el mismo espacio pensó antes de contestarme y la esperé preparando otro bocado sin prisa. Quizás fuese hasta algo ingenuo de mi parte, pero estos momentos y estas conversaciones se sentían... bien. Eran genuinas a pesar de que había algo de simpleza en ellas y cuando adquirían algo más de profundidad como ahora no parecía ser forzado ni antinatural.

    Le presté toda la atención del mundo y sostuve su mirada, escuchar que había sido idea de Eloise para Danny proyectó una emoción distinta, fue cálida y melancólica a partes iguales y supuse que mucho de la vida se basaba en eso. Desde que me había enterado de las mierdas estas de Wickham y compañía la disonancia no se me antojaba tan aterradora, al menos no cuando involucraba a Sasha, y podía leer ciertas emociones con algo más de claridad. En la figura de Eloise se fundía un amor profundo, uno que yo reconocía en mi propia madre a pesar del poco tiempo que compartíamos, y también en la propia Sasha incluso si su sangre era distinta.

    —En este mundo creo que existen dos figuras que, en el escenario ideal, casi siempre tienen razón. Las madres y los hermanos mayores —reflexioné después, tenía la comida entre los palillos, pero creí que la conversación importaba más—. Sea por observación, intuición o simple y llana sabiduría cósmica. Además, mira cómo los planetas se alinean, con Betty sin estar en el plan de la fundación y todo, ¡estaba destinada para Danny!

    Lo último lo dije con una cuota de entusiasmo, ¿creía de verdad en el destino? No lo sabía, tampoco me molestaba en pensarlo, pero en este escenario sonaba inofensivo y agradable. Eloise había tenido razón con su sugerencia, Betty tenía un hogar y Danny una compañera que había hecho un proceso que era duro hasta para un adolescente algo más amable.

    —Por ahora lo importante es que está con él, no hace falta pensar en el resto todavía —secundé y una risa me sacudió el pecho antes de que le acercara el nuevo bocado de comida—. Eso y que te llena el sillón de pelos, por supuesto, pero son pelitos de amor, Sash.
     
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    Por supuesto no se habría ido en paz sin responder una tontería del calibre, y por supuesto que yo no renegaría de ello. Escucharlo me complació, así fuera insustancial, y regresé a mi lugar con la sonrisa bien plantada en los labios. La versión de los peces sobreviviendo hasta la fecha claramente era lo que nos hacía felices y nos libraba de todo cargo de consciencia, por lo que asentí con vehemencia y volví a reírme.

    —Creo que tengo el número de ese dentista por ahí, luego veré si resuelvo el misterio.

    La idea de Betty estando destinada para Danny me ensanchó la sonrisa con calidez, aunque me había quedado rebotando una idea previa que ponderé un rato si verbalizarla o no. Al final, suspiré y mis hombros se cayeron un poco.

    —Si las madres y los hermanos mayores son los que llevan razón, ¿eso en qué me convierte? ¿La sabiduría máxima? —bromeé, con un ligero resabio amargo, y bajé la vista al almuerzo—. I highly doubt it, anyway.

    Acepté el nuevo bocado de comida y arrugué el ceño, apresurándome por tragar para replicarle lo antes posible.

    —Si te gustan los pelitos de amor, ¡recógelos tú, entonces!

    Se me encendió la lamparita y tracé el mapa mental con cierta velocidad. Entre tanto, reajusté la posición para arrodillarme, quedando así más cerca de Maze. Alisé la falda bajo mis muslos justo antes de sentarme sobre mis piernas y lo miré.

    —Oye, ¿paseas perros sólo en Nakano? —consulté, jalándole suavemente de la manga de la camisa aún si no era necesario.
     
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    Mi respuesta hizo que volviera a su lugar con la sonrisa en el rostro, lo que me dejó bastante satisfecho con el resultado y luego pude enfocarme en toda la película que, de repente, nos habíamos montado alrededor de sus peces adoptados por el dentista que, ojo, no era el Nemo. Ella asintió, su risa me alcanzó y cuando dijo tener el número del dentista todavía, también me reí.

    Please do. ¿Será que empezamos una investigación por tus peces?

    Real o no, el comentario de Betty estando destinada para Danny pareció tener un efecto similar en ambos, pero no lo que había dicho antes. Habían cosas que pesaban, silencios que rebotaban e incluso si pretendía que no, era consciente de ellos, los sentía cada día y no exigía respuestas. No sabía era bueno o malo, pero de todas formas, cuando dije lo que dije, sabía que en Sasha confluían la figura de la madre y la hermana mayor, lo tenía claro.

    ¿La volvía eso sabia y la libraba de errores? Puede que no, pero le otorgaba un poder que sólo esas dos figuras eran capaces de ostentar a veces. Sasha resistía porque había personas que dependían de ella y su amor sobrevivía en medio de un incendio que podía acabar con hombres adultos en meses. De nuevo, no podíamos romantizarlo por siempre, pero era una balanza un poco complicada de inclinar hacia un lado o el otro.

    Probably not, love —concedí en voz baja, antes de darle de comer—. Pero estoy seguro de que algunas de las cualidades que confluyen allí te vuelven una persona muy importante en la vida de las personas. Tus hermanos, tu papá, yo.

    Shimizu, también.

    Dejé la idea suspendida, ella aceptó el bocado y la forma en que se apresuró me hizo mirarla con curiosidad. Su réplica a lo de los pelitos de amor me hizo reír, ¿pero cómo había terminado yo todavía más metido en el embrollo de los pelos de Betty? ¡Ya era un abuso esto! Con todo, me puse a recoger más comida entre los palillos y seguí sus movimientos con atención.

    Se acomodó más cerca e hizo la pregunta tirando de mi manga, lo que me hizo reír ligeramente. A ver, a ver, ¿a dónde queríamos llegar con esa pregunta?

    —Bueno, nunca me paré a pensar en pasear perros por todo Tokyo si te soy sincero —respondí tragándome una risa—. ¿Acaso alguien requiere de mis excelentes servicios~?
     
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    —Imagina que acabamos volando a Sydney y todo para comprobar el estado de los pequeñines —acomodé a su idea, riéndome—. Bueno, podríamos tomarlo como unas mini vacaciones. Vamos a la playa y te muestro la ciudad.

    Era un escenario hipotético maravilloso y bastante poco probable que ocurriera, pero a ninguna de las dos verdades le di demasiada importancia. Luego decidí concederle una pizca de honestidad, quería decir, un pequeño acceso a cierta porción de mis pensamientos, esos algo más amargos que no tendía a exteriorizar con facilidad. Tal vez ejecuté el experimento para comprobar cómo me sentía al respecto, o tal vez no lo reflexioné lo suficiente. Para el caso, encontré los ojos de Maze y no identifiqué incomodidad. Su respuesta fue suave, tibia, y mientras masticaba con calma esbocé una pequeña sonrisa.

    Thanks, baby —murmuré luego de tragar.

    La idea repentina que tuve se asemejó en mi mente más a una petición que a una pregunta ordinaria, y quizá por ello tuve la precaución de ponerle un poco de ojos de cachorro. Él cazó mis intenciones al vuelo, bastante evidentes de por sí, y por no arruinar mi fachada le concedí una sonrisa suave.

    —Sólo estaba pensando si te interesaría expandir el negocio... —tanteé, pasando de jalarle la camisa a concederle caricias livianas por la longitud de su brazo—. Ahora que me hiciste pensarlo, creo que me vendría bien si alguien me ayuda con Betty. Papá sale muy tarde de trabajar y ninguno de los niños puede pasearla por obvias razones, entonces la responsabilidad suele recaer en mí. Que, la verdad, tampoco tengo mucho tiempo para existir.

    Al final quien terminaba pagando los platos rotos era la pobre perra, que esperaba tan entusiasmada al paseo del día y acababa siendo un lamentable fiasco de quince o veinte minutos.

    —Betty se merece paseos largos y bonitos que la dejen a gusto, ¿no crees? —argumenté, con mohín incluido y todo.

    A decir verdad, en parte también estaba jalando de la excusa sencillamente para ver si cedía. Era consciente de que no le convenía venirse hasta Suginami para pasear a un único perro.

    —¡Ya sé! —Junté las manos sobre mi pecho, irguiéndome de repente, y mi semblante se iluminó—. Si te hago campaña política y consigo un par de perros alrededor del vecindario, ¿vendrías a pasearlos?
     
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    —Con lo bien que me vendría ir a la playa ahora mismo —dije y sonó bastante a pensamiento en voz alta—. Ahora imagina si es con guía turística y todo el asunto. Las mejores mini vacaciones que podría pedir.

    En sí el escenario rozaba lo imposible, pero no creí que ninguno de los dos le diera suficiente importancia e igual la idea era simpática; nadie se había muerto por un poco de daydreaming. Como fuese, lo que vino después fue su sinceridad y en esa suerte de quiebre no sentí rastro alguno de incomodidad, no me sobresalté, alarmé ni nada parecido. Todo lo que se me ocurrió finalmente fue dejar ir esa suerte de recordatorio de que a pesar de todo seguía siendo ella y por eso la queríamos.

    Su agradecimiento me hizo sonreír y negué con la cabeza suavemente, como diciendo que no hacía falta. Luego desembocamos en la pregunta-pedido y tuve que guardarme la gracia, la verdad era que no me molestaba la idea de ir a Suginami para ayudarle a pasear a Betty, ya de paso me autoinvitaba a su casa y tal, pero la dejé organizar su plan a ver qué se le ocurría.

    Un poco que puso ojos de cachorro, su sonrisa se suavizó y su agarre en la camisa pasó directamente a caricias y pues yo era un poco mononeuronal, como cualquier pobre diablo. Siquiera disimulé el gusto que me causó, pero no por ello dejé de ponerle atención y mi sonrisa fue estirándose gradualmente sin que me diera cuenta en realidad.

    —Sin duda la pobre Betty se merece los mejores paseos de la ciudad... —secundé luego de fingir pensarlo unos segundos.

    Hombre, entre toda la tontería ella estaba de lo más comprometida con la tarea y esto de mantenerme serio me estaba costando un poco. Al final llegó a la idea de la campaña política, la sonrisa se me ensanchó un poco más y golpeteé el borde del bento con los palillos, haciéndome el pensativo.

    —¡Pero tienes que hacer la mejor campaña de Japón! Mira que mis servicios no son cualquier tontería. —La molesté y entonces solté la risa—. A ver, cariño, si te hace sentir mejor saber que iría a Suginami por varios perros, adelante, pero no me molestaría ir sólo para ayudarte con Betty. Basta con que lo digas, además así invierto mi tiempo libre más sabiamente.
     
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    Al oírlo se me cruzó la absoluta tontería de que no podría pedir más, en efecto, si encima su guía turística resultaba ser yo, pero fue tan estúpido y egocéntrico que no encontré la forma de bromear con eso sin morirme de vergüenza y de cringe. Al final me quedé en un "I'd like that too" y la charla siguió su curso, con mi idea repentina y mis ¿fructíferos? intentos por convencerlo. Le jalé la ropa, le hice mimitos y, ante sus palabras, murmuré un sonido afirmativo que se asemejó bastante a un ronroneo. ¿Por qué? Pues ¿por qué no?

    Al final la idea del siglo acudió a mí de repente y Maze se rió. Su respuesta real me hizo arrugar el ceño, entre contrariada y un poco confundida.

    —¿Cómo sería mejor inversión de tu tiempo libre ir y venir de Suginami por un capricho mío? —critiqué y sacudí la cabeza—. No te haré venir sólo por Betty, are you nuts? Tú déjamelo a mí, te conseguiré una cuadrilla entera. Luego invítame a cenar con el dinero, si quieres.

    Le guiñé el ojo, coqueteándole con todo descaro, y con el asunto resuelto me deslicé de regreso hasta apoyar la espalda en la pared. Podría haberme quedado cerquita, pero él había dejado las manos sobre el bento y una aquí no venía a rogar nada. Whatever, his loss!

    Give it back —murmuré con calma, estirando las manos para recoger el bento, y me dispuse a repartir entre ambos los últimos bocados.
     
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    Lo dicho, no habría tenido que esforzarse tanto para convencerme, ¿pero iría a quejarme? En lo absoluto, me gustaba que Sasha me pusiera atención, que me tocara, pusiera ojos de cachorro o la cosa que fuera. Era básico que te cagas, pero nunca había dicho ser una criatura demasiado compleja ni nada y si ella se ponía en bandeja pues yo me quedaba contento.

    —¿Porque dejaría de consumir aire en casa como una planta? —apañé a su crítica, divertido. A ver, por eso le dije que si la hacía sentir mejor podíamos hacer la campaña, ¿no? Sabía que no me dejaría ir sólo por Betty—. I'm pretty much a madman, actually. Aunque lo de la cena más coherente, cierto, así que más te vale ponerte guapa para esas invitaciones a cenar que vendrán.

    La tontería la dije casi encima de su coqueteo descarado, todo acabó un poco revuelto, pero la sonrisa se me ensanchó en el rostro y me tragué una risa. Le regresé el bento cuando me lo pidió y aproveché eso para cambiar de posición, aparté la lonchera, me acomodé a su lado y recibí la comida cuando se dispuso a repartirla, apenas terminó me quedé mirándola unos segundos.

    Respiré, tranquilo, y estiré la mano hacia su rostro para acunar su mejilla y alcanzar a besarle la contraria. Le dejé el primer beso allí, en el centro de la mejilla, y luego otro más cerca de la comisura de los labios y al retroceder me sonreí.

    —¿Y bien? ¿Ya ahora sí podemos comer el postre? —la molesté en voz baja aprovechando la cercanía.
     
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    Su contraargumento tuvo el sentido suficiente para hacerme abrir la boca y dejarme así, sin nada que decir. Barajé opciones, como, por ejemplo, que si tanto tiempo libre tenía igual podría invertirlo en algo mejor que pasear a mi perra, pero entonces me pediría ideas y... ¿qué? ¿Clases de cerámica? ¿De guitarra? Para empezar yo no era ninguna experta en actividades extracurriculares y no sabría dónde encajar a Maze.

    Fine —cedí, aún algo reticente, pero luego reconoció estar loco y el resto de la cuestión me robó una risa nasal; no tenía remedio—. ¿Para ti? Extra guapa. Ahora tengo un montón de vestidos bonitos que te gustarían.

    Tras regresar a la pared, noté de soslayo que se acomodaba a mi lado mientras yo dividía las últimas porciones de comida. Alcé los palillos hacia él, los acompañé con la mano debajo para no derramar nada y por la tontería le hice un mini avioncito. Comí lo restante y, masticando, ordené y dejé el bento al costado. Descansé la cabeza contra el cemento y giré el rostro en su dirección al advertir que me miraba. Repasé sus ojos, le sonreí y aflojé los músculos para permitirle hacer. Los besos me ensancharon la sonrisa y, habiendo cerrado los ojos brevemente, ladeé la cabeza hasta alcanzar la suya. Sólo me quedé así un par de segundos.

    Su voz me alcanzó, baja y cercana.

    Sure —accedí, volviendo a mirarlo, y le pellizqué la mejilla para jalársela sin mucha fuerza—. ¿Viste que no era tan terrible comer la comida primero? And now you're such a good kid.

    Me estiré, traje la lonchera a mi regazo y, sin demasiados preámbulos, escogí un daifuku. Esperé a que él también lo hiciera, choqué el mío con el suyo despacito y le di un buen mordisco. La textura suave de la cobertura se fundió con el relleno y dejé caer la cabeza contra la pared, exhalando por la nariz de puro gusto.

    It's so tasty I might cry —exageré, aunque tan alejados no estábamos, y me lancé el resto dentro de la boca—. Olvídate de Betty, mejor vente a casa a hacerme daifukus.

    La broma me arrancó una risa divertida y pillé otro más sin un segundo de demora.
     
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    Mi poderoso argumento no pudo ser debatido y sonreí, satisfecho incluso si no le había conferido más que un par de segundos de pensamiento. Podían ponerme una lista de actividades extracurriculares y posiblemente yo no la mirara, tenía poco interés en las cosas y mucha menos motivación; pero eso a veces, bueno, sólo elegía las cosas más sencillas para ocupar el tiempo.

    Ella cedió, me dijo que para mí extra guapa y apartando la tontería no me disgustaba en lo absoluto la idea de una cena bonita, ella con un buen vestido y toda la cuestión. ¿Me preguntaba de dónde venían los vestidos? Un poco sí, pero tampoco escarbaría y en su defecto tampoco cambiaba nada. Sasha era Sasha, sin importar nada más.

    —Pues ve pensando en el más bonito de todos y yo vuelvo a buscar el traje —atajé, incapaz de dejar ir el asunto.

    De regreso a la comida, me quise reír por el avioncito, pero lo evité para no ir a tirar el bocado y porque un poco me gustaba la tontería. Las cosas que Sasha hacía conmigo o para mí siempre me dejaban una sensación de calidez, no tenía caso negarlo. Comí con tranquilidad, después le di los besos y volví a los daifukus. Su pellizco en la mejilla me hizo reír y el comentario siguiente me hizo encogerme de hombros.

    —¿Me merezco un premio además del postre? —tanteé medio porque sí, pero suavicé la sonrisa a conciencia.

    De todas maneras, la dejé tomar la lonchera, tomara un daifuku y yo también agarré uno para que hiciéramos la suerte de brindis. Comí apenas un segundo después que ella y relajé la espalda contra la pared al confirmar que estaban ricos a pesar de los inconvenientes, pues me habría dado muchísima pena traerle algo feo y como tenía que dejarlos enfriar no había podido probarlos.

    —También puedo hacer eso —convine luego de haberme comido el resto del daifuku—. Te ayudo con Betty, te hago postrecito y te llevo a cenar.

    Estiré la mano para tomar otro, una idea se me atravesó en la cabeza y sonreí. No lo pensé demasiado, simplemente sostuve el postre y lo aproximé a ella para que comiera.

    —Aunque quizás deba dividir las tareas en varios días, claro.


    cerrar una interacción es lava JAJAJ ponele que es un cierre, pero ni lo intenté

    disfruté mucho la interacción, así que muchas gracias as always <3 i lov them
     
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    Gigi Blanche

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    Su apunte del traje me arrojó directamente a los recuerdos de la mascarada, cosa que había olvidado casi por completo. Dios, parecía una eternidad de eso. La noche no había sido brillante para mí y el único momento de calidez que podía evocar era de cuando pinché las puntas de su máscara y bailamos allí, en la tranquilidad del pasillo. Las imágenes me dibujaron una sonrisa suave en los labios y asentí.

    Aún con lo sereno, amable y generoso que siempre era conmigo, pues era consciente de que conservaba una parte un poquito descarada. Cosa que, siendo honestos, no me molestaba en absoluto. Tras jalarle la mejilla pidió un premio extra y yo me sonreí, debatiéndome mentalmente si darle el gusto o no. No tenía motivos de peso para negarme, sólo sería el capricho de rebotarle la intención o estirar un poco la cuerda porque sí. Aproveché la mano para acunar su mejilla, deslicé los dedos hasta hundirlos en su cabello y me incliné despacio. Cuando ya no pude enfocar sus ojos, bajé la vista a sus labios y enganché el pulgar bajo su mandíbula para acercar su boca aún más a la mía. Exhalé por la nariz, me afirmé en su nuca y... retrocedí.

    Una sonrisita brotó de mis labios, no pude evitarlo, mientras me hacía la loca disponiendo de la lonchera y ofreciéndole los daifuku. Se los halagué con ganas, en parte para subsanar cualquier fiasco previo, y su seguidilla de planes me hizo asentir con vehemencia, sumamente contenta.

    —Ahora que lo mencionaste necesito volver a admirarte con traje.

    Como ya veníamos con la tontería, al advertir su ofrecimiento simplemente estiré el cuello y mordí el daifuku de su mano. Y luego, conforme mermaba mi hambre, acabé apoyando la cabeza en su hombro. Calculaba que debíamos pensar en ir adentro, pero al menos unos minutos más...

    —Gracias por el postre, cielo —murmuré, y cerré los ojos—. Y gracias por pasar el receso conmigo.


    *nyooom* como una pelotuda hoy al postear acá me olvidé que ya era el último día JAJAJA por acá cierro, ofc, estuvo muy lindo <33
     
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    Zireael

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    Entre el amasijo de cosas que habían pasado estaban revueltas todavía las que involucraban a Shimizu y al cachorro, la manera en que se peleaban, se arreglaban y yo terminaba metido en el lío sin siquiera saber cómo. Había empezado con la invocación hace ya semanas, cuando el desastre con Anna estaba en su pico más alto; ¿qué tenía yo que ver? Nada, pero era un banco de datos y una suerte de tercero ajeno, como un par ciego en una investigación.

    Era normal que estos imbéciles me necesitaran alguna vez en sus vidas.


    El ímpetu con que Cayden había surgido de la puta nada no lo llevó muy lejos, el keroseno se le acabó en un parpadeo y fue como si nada hubiese ocurrido. Después estaba el viejo muerto de Shimizu, el asunto parecía incluso más ilógico y carente de forma que lo del otro idiota; no tanto por el tipo muerto, si seguro era un desgraciado, si no por... Ni idea, la disonancia. Arata volvía a lucir tan agotado y resignado como el año pasado, cuando sus notas comenzaron a caer en picada y sus ausencias se volvieron una cosa regular. ¿Colapsaría o resistiría? No estaba seguro esta vez.

    Entré a la academia, hice el cambio de zapatos y subí con el cerebro divido en dos partes, por un lado en el pobre imbécil de Shimizu y por el otro en Anna, en el abrazo del pasillo post-regalo, sus palabras y lo demás. Pensé en su salud, también, y no supe cómo acabé pensando en la ausencia de Fujiwara y tuve que batear cualquier idea o sentimiento estúpido antes de dejarlo ganar terreno. No pensaba repetir la historia por nada del mundo.

    Llegando al pasillo de tercero vi a Arata salir de la clase, supuse que luego de haber dejado sus cosas, y se dirigió a la azotea por lo que seguí sus pasos porque de por sí me servía de excusa para fumarme un cigarro. Debió notarme, no vi por qué no, pero ni mermó el paso ni reaccionó y siguió como si nada hasta que ambos estuvimos afuera.

    Caminó por la azotea, escuché el sonido de la rueda el mechero y después el objeto voló por lo que tuve que pegar una carrera para atraparlo y que no se hiciera mierda en el piso. Por el olor que me alcanzó después supe que lo que encendió fue hierba, pero me dio igual y me concentré en buscar los cigarros y encender uno. El otro día no pregunté, solo me largué, ¿cierto? Simplemente me fui y dejé a Arata allí, después de que Dunn casi le escupiera en la cara.

    —Cuervo. —Me llamó antes de que yo pudiera terminar de pensar, ya cuando me había llenado el pecho de humo—. ¿Qué tan buena es la información que puedes conseguir por el trabajo de tu viejo?

    —¿Qué es lo que quieres?

    —La rubia de tu salón, Rockefeller.

    —¿Qué demonios podrías tú querer saber de una mocosa con pintas de muñeca?

    —Ella no, su viejo. Policía de la Metropolitana, un sargento importante.

    —No. Es una estupidez, mi padre no maneja datos de esa índole e incluso de hacerlo-

    La forma en que la puerta se abrió me sobresaltó, no creí haber escuchado pasos o nada que delatara que alguien se acercaba, pero al girar el rostro di con el Rey de Roma, para variar. Cayden nos miró sin una pizca de sorpresa en el rostro, parpadeó y sacó un mechero para encenderse un porro con el descaro de quien le ha hecho media vida. Habiendo dado la calada se quedó parqueado entre Shimizu y yo.

    —Oí el apellido, así que no te hagas el tonto —le dijo a Arata—. ¿Te acercaste a la chica?

    —Yo-

    —Sí o no, Arata, it's quite simple.

    —Sí, casi se mea encima, no hagas una escena otra vez, ¿quieres?

    Al chiquillo se le notó el fastidio en todo el cuerpo, pero no se cagó en los muertos de Shimizu ni lo regañó, sólo se resignó y luego buscó mi mirada. Tenía cara de que no tenía tiempo para estupideces, de nuevo, así que lo que sea que hubiese pasado con la rubia lo atendería más tarde.

    —Investigar a un policía de casi cualquier manera es una tontería. Acceder a esas bases es trabajo para un loco con ganas de acabar en la cárcel y seguirlo con la lógica más burda de los sabuesos es más de lo mismo, el tipo debe tener un sonar en el culo y se da cuenta de que tiene a alguien siguiéndolo a los quinientos metros. Ni siquiera yo me atrevería a seguirlo y mira que si me da la gana la gente no me nota hasta que me tienen encima —soltó como si tuviera el discurso preparado—. Este embrollo no es tuyo, Sonnen. Así que no le hagas caso a Arata, está quemado como todos últimamente.

    Razón no le faltaba.

    —Ya, ¿entonces no haremos una mierda? —Quiso saber el otro.

    —No haremos una mierda, porque empeoraría todo para ti y ya es bastante malo de por sí. Puede que hasta haga la cosa peor para mí y Yuzu, tiene información... No sé cuánta, pero la tiene.

    —Va, el embrollo no me corresponde, ¿pero qué demonios pasa con ustedes hace semanas?

    Arata suspiró con fastidio, le dio otra pitada el porro que con eso se le acabó y aventó el filtro por encima de la reja. El pelirrojo fumó una segunda vez, no supe cuál iría a contestarme y me quedé esperando como un imbécil.

    —El padre de Lana es sargento de la putísima Policía Metropolitana, el viernes a horas indecentes para un agente de la ley cayó en donde Yuzu cuando yo estaba allá y acababa de clavarme un puro cargado yo solito, así que todo se fue a la reverenda mierda. Preguntó por Shimizu, en fin, que el viejo está escarbando la muerte de Ryouta y Yuzu y yo acabamos embarrados. El sargento tiene ubicado a Yako, enlazó a Yuzu a él y también me preguntó directamente si era hijo de Liam y si me relacionaba con él, así que si quiere cagarnos la vida, dejó claro que puede escarbar debajo de las piedras para hacerlo. Esa es la historia, fin.

    —¿Siempre están así de jodidos? —pregunté un poco incrédulo con el estado de las cosas.

    —Diría que sí, pero es significativamente peor esta vez —dijo Shimizu en voz baja.

    —¿Y el resto? ¿Van a decirles el desastre en el que están metidos?

    —No me hagas preguntas complicadas a las ocho de la mañana, por favor. Todavía no lo sabemos, Sonnen, por ahora dejémoslo así.

    La respuesta de Cayden fue bastante rotunda, así que elegí no rascarle los huevos por una vez en la vida, porque vi que de hacerlo al menos me encajaba una bofetada antes de que yo lo tirara al suelo. A estos dos estúpidos, sin embargo, era cierto que la paz les duraba muy poco y que lo dijera yo hablaba por sí mismo.


    just because

    sí, largué un fic pero ni modo
     
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    Amane

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    Bostecé con pesadez mientras subía las escaleras a paso lento, sin pretender disimular en ningún momento el sueño tan grande que tenía. El fin de semana había sido un cúmulo de emociones y el rato que pasé con Abby el receso anterior, si bien entretenido, solo había sido una distracción temporal. Además, ¿apenas estábamos a martes? Qué suplicio, por Dios. Mi cuerpo iba necesitando unas buenas vacaciones, eh. Estaba hasta dispuesta a no salir durante una semana entera con tal de poder descansar de manera decente, ¡para que se vea lo en serio que iba! De momento, sin embargo, me quedaba aguantar aquella tortura.

    Había empezado a subir los pisos sin pensarlo demasiado, así que ahora me encontraba en el piso de tercero con varios minutos libres antes de empezar las clases y cero ganas de entrar todavía al aula. No iba a bajar de nuevo, obvio, por lo que la única opción que quedaba era... indeed, la azotea. Salí sin ninguna preocupación, y no fue hasta que di un par de pasos hacia el exterior que me di cuenta que ya había alguien ahí fuera. No, no... ¿había tres personas? Wowie, ¡todo un récord, señores!

    Well, well —solté tras pasear la mirada por los tres, sin poder esconder la diversión que se apoderó de mi sonrisa el panorama—. ¿Y esta reunión de amargados? No estaréis planeando hacer algo para amargarnos la existencia al resto de mortales, ¿cierto? That'd be really bad~

    oopsies
     
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    Zireael

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    Shimizu había rondado la azotea unos segundos, como una animal encerrado, al final se apoyó en la reja y Dunn y yo nos quedamos en nuestras posiciones originales. Era cierto que el lío parecía más grande que ellos mismos y naturalmente me quedaría fuera, porque tampoco me se me antojaba ser un apestado sólo porque sí ni tenía tan poco sentido de la preservación.

    Creí que Arata seguía maquinando posibilidades en silencio, pero cuando quise girarme para decirle que no hiciera alguna idiotez la puerta se abrió de nuevo y volteé en esa dirección sólo para dar con la figura de Alisha. Escuché el metal de la reja quejarse y que me llamaran loco, pero también el espacio se puso tenso de repente. No busqué ver las reacciones del otro par de idiotas, me limité a fumar, oír lo que ella dijo y me encogerme de hombros. Puestos en ello, me daba bastante igual que me llamara amargado si era verdad.

    —Dudo que tengamos el hábito de amargar a media escuela junto a nosotros —dijo Dunn con suavidad, aunque sí que sonó a mofa o a puya—. There's no need to worry. Somos bastante aburridos al final del día, ¿o no, Alisha?

    Sentía que me faltaba información o algo, ni idea. No añadí nada, giré el cuerpo ahora sí y vi a Shimizu acercarse a Cayden para quitarle el porro de entre los dedos con tal de dar una pitada bastante importante.

    —Aunque bien podríamos tomar un curso o dos sobre amargar vidas —soltó Shimizu de mala gana—. Me suena a que estamos desaprovechando un don, ¿qué opinas, Sonnen?

    Tenía el cigarro entre los labios cuando preguntó, así que di la calada y solté el humo por la nariz intercambiando la vista entre la rubia y ellos. ¿Por qué sonaba a que me estaba pidiendo elegir bandos? Con estos todo era un problema, Dios.

    I couldn't care less, actually.


    *malevolent ehe*
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado gnarly

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    Me eché hacia atrás nada más distinguir las tres figuras que había en la azotea, apoyando la espalda sobre la puerta y bloqueando así cualquier posibilidad de que alguno se fuera antes de tiempo. Es que, a ver... la oportunidad era demasiado buena como para arriesgarme a perder parte de la diversión, ¿sabéis? Me dio la sensación de que el ambiente se puso algo tenso de su parte, y eso más el comentario con aparente intención ofensiva de Cayden me hizo ladear la cabeza y pestañear con pesadez, en un gesto de inocente curiosidad. ¿Acaso pretendían insinuar que yo era el problema? ¡Imposible! Todas mis compañías salían felices y satisfechas tras pasar el rato conmigo.

    Now, don't be so harsh in yourself, Caycay... I think you can be pretty entertaining~ —argumenté en dirección al pelirrojo, frunciendo apenas el ceño en una expresión contrariada; como si de verdad me preocupara lo más mínimo que Cayden dijera o creyera ser aburrido.

    Mi atención se desvió hacia Arata en cuanto noté que el mismo se movía, siguiendo con la mirada el camino que hizo hasta quitarle el cigarro a Cayden. Si tenía que ser honesta, seguía sin apetecerme demasiado compartir el mismo espacio que él... pero eso no quitaba que me hiciera algo de gracia sentir esa misma aversión por su parte. ¿Acaso tenía que recordarle que había estado entre mis piernas? Y más de una vez, mind you.

    >>Hombre, Altan es el emo king por excelencia. ¡Seguro que os puede dar un par de lecciones maestras! ¿Sabéis que un día estaba tan deprimido que hizo llover? That's some awesome power right there! —bromeé con toda la desfachatez del mundo, sonriendo como si nada—. By the way, ¿ninguno va a ser tan amable de prestarme un poco...? —añadí, intercalando un par de miradas entre el cigarro de uno y el porro de otro—. No os importa compartir conmigo, ¿cierto? Si mal no recuerdo, mi lengua ha estado en todas vuestras bocas, so~
     
    Última edición: 5 Abril 2025
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    Zireael

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    Me hizo cierta cuota de gracia que bloqueara nuestra única salida e imaginé que una parte de la tensión que cargó el aire provino de allí, aunque de todas formas el repentino desprecio de Arata me parecía anormal pues recordaba bastante bien cómo había sido recibido en esta academia. Traté de pensar en alguna conversación que explicara esto, la tensión y el evidente desprecio, pero no logré llegar nada y me limité a seguir viendo la película.

    Ella pretendió inocencia, le contestó al cachorro y algo en él pareció revolverse en una mezcla de hastío y satisfacción de lo más extraña. Le sonrió con tranquilidad, como si nada, y habiéndole cedido el porro a Arata hizo un reverencia como quien agradecía el reconocimiento por un show llevado a buen término. Ni a Alisha le importaba en realidad que él se definiera como aburrido ni a Cayden que lo aceptara o lo negara, pero por la gracia, suponía.

    —Mi mejor momento es cuando le arruino el humor al clima también —apañé porque sí, aunque lo de que mi depresión había hecho llover se lo había sacado del coño—, pero no me apetece dar clases, así que se joden.

    Obviamente no iba a quedarse quieta, no se caracterizaba por ello, y al preguntar si íbamos a convidarle intercambiando la vista entre las dos clases de humo fingí sordera. El siguiente comentario, sin embargo, hizo que los tres nos desinfláramos el pecho casi al mismo tiempo. Puesto así, era como si a punta de besos indirectos ya nos hubiéramos dado un beso de cuatro y todo, ¿era verdad eso de que la saliva ajena no terminaba de desaparecer hasta meses después? Venía a dar lo mismo, me había comido a Shimizu también, ponerse a pensar en el entrecruce de babas no tenían sentido.

    Arata mantuvo la boca cerrada, seguro a sabiendas de que nada bueno iba a salir de él, y yo alcé el cigarro para fumar de nuevas cuentas. La tarea de salvar la compañía y mantener el espacio medianamente neutral, con todo y comentarios ácidos, de nuevo cayó en nuestra versión de Courage the Cowardly Dog. Lo escuché decir un algo brusco "Dame eso" para Shimizu y caminó hasta Alisha.

    Revisó el porro que se había apagado, así que lo encendió de nuevas cuentas lo que significó una nueva pitada y luego se lo alcanzó a ella mientras soltaba el humo contenido.

    —¿Así tan fríamente? —lo molesté aunque acababa de estar pensando que era mejor no tocarle los huevos.

    No dijo nada, sólo lo escuché reírse y esperó a que la chica tomara el porro o lo que fuese. Miré a Arata un momento, que no dejaba de parecer estreñido, y después regresé la vista a Alisha.

    —¿Vas a decirme que no traes consigo un triste cigarro siquiera?

    Incluso si lo trajera imaginaba que el resultado sería invariable, pero a ver con qué idiotez salía ahora.
     
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    Amane

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    Cayden se montó el teatrillo de turno como agradecimiento por mi supuesto halago, así que a mí no me quedó más remedio que comérmelo con la sonrisa divertida todavía plantada en los labios. Altan, por su lado, también me siguió el rollo cuando solté la tontería de que hubiera hecho llover con su depresión, y mi expresión se mantuvo en el gesto de evidente entretenimiento que seguía sintiendo. Había que ver nada más lo complacientes que andaban conmigo... al menos dos tercios de ellos, claro, porque Arata había pasado a callarse como una perra y eso, uf, me tentaba tanto...

    Por otro lado, el apunte que hice de haberlos besado a los tres no les provocó ninguna reacción demasiado destacable, which was truly disappointing. ¿Acaso ya se habían dado esa información y por eso no les sorprendía? Vaya, y yo que creía que iban a juzgarse un poquito más por ello... oh, well! Lo importante era que Cayden cedió a mi petición y le quitó el porro a Arata para traérmelo, incluso llegando a encenderlo de nuevo antes de entregármelo como todo un caballero. El apunte de Altan me hizo mirarlo de reojo con algo de gracia, casi sin poder creerme que en esos instantes fuese justamente él quien mejor me caía, y al poco rato acepté la hierba del pelirrojo.

    Thanks, darling~ —murmuré sedosa, tras haberle rozado la mano con toda la intención en el proceso, y volví a centrar mi atención en Altan mientras le daba la primera calada al porro—. ¡Se me olvidaron en casa! ¿Te lo puedes creer? Iba a volver a por ellos, ¿eh? Pero luego pensé: Ali-chan, es imposible que no le saques tabaco a alguien de la escuela, con la cara tan bonita que tienes. And alas! I was right~

    Le solté la historieta con toda la tranquilidad del mundo, sin perder la pizca de diversión de mi sonrisa en ningún momento, y al terminar el relato, me encogí de hombros como si nada. No era ningún crimen aprovecharse de mi belleza, ¿verdad? De todos modos, mi vista no tardó en viajar de nuevo en dirección a Arata, que seguía bien calladito y... ¿tranquilo? Bueno, no tenía mucha cara de estar en calma, en realidad, pero no era que eso me importase especialmente. Le di una nueva calada al porro y se lo devolví a Cayden, en el mismo momento en el que me separé de la puerta y empecé a caminar en dirección al rubio.

    >>Anda, Aratita, estás muy callado. ¿Qué pasa? No me digas... ¿acaso estos dos muchachos se estaban metiendo contigo? —aventuré, llevándome una mano hacia la mejilla para hacerme la sorprendida—. No... that can't be it, right? Sería muy vergonzoso que dos palitos como Cayden y Altan te intimidasen a ti, ¿cierto? Quiero decir, más vale. No queremos que el héroe personal de Sasha se descubra como todo un cobarde now, do we~? —finalicé mi pequeño monólogo tras quedarme a unos pocos centímetros de su posición, haciendo un puchero con los labios que demostraba la total y absoluta preocupación que todo aquello me provocaba, of course.
     
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  20.  
    Zireael

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    El silencio de Shimizu aunque parecía responder a la decencia mínima o la autopreservación iba a salir como el culo inevitablemente, porque dudaba que ella lo dejara irse limpio. De por sí el estúpido parecía estarse cargando como una batería, así que algo iba a pasar tarde o temprano, como siempre. Por demás, si la rubia esperaba una mayor reacción por su anuncio público de que nos había comido a los tres daba un poco igual. Yo me sabía lo de Arata, él y yo nos habíamos descojonado de lo de Cayden y lo mío pareció serles indiferente a los dos; Shimizu debió darse cuenta cuando volví con él luego de la cagada de ese día y Dunn, bueno, le interesaba bastante poco lo que yo hiciera o dejara de hacer.

    Total que Cayden le alcanzó el porro, ella le agradeció y luego me respondió lo de los cigarros. Que se le habían olvidado, pero claro que eso no importaba porque a alguien acabaría rascándole un cigarro... y hasta le había salido mejor, siendo que había venido a toparse con el cachorro.

    —Algún imbécil tenía que caer, en eso tienes razón —dije medio porque sí.

    Meaning, ¿que el imbécil soy yo? —apañó Cayden, ligeramente divertido—. Rude.

    Le habríamos seguido la tontería con tal de llevar la fiesta en paz, pero cuando la mirada de Alisha viajó a Shimizu ambos nos tensamos, me di cuenta de inmediato, y nos anticipamos a lo que iba a pasar. Dunn recibió el porro de regreso, lo vi apagarlo con lentitud sin dejar de prestarle atención a la rubia y yo seguí el recorrido que hizo hasta Arata que la miró con una mezcla bastante cuestionable de aburrimiento y molestia. La mención a Sasha lo hizo arrugar la cara y Cayden, que fue quien se mantuvo allá cerca de la puerta, soltó un montón de aire por la nariz.

    Girl —atajó sin disimular la decepción—, that's fucked up. Son las ocho de la mañana, ¿no es un poco temprano para esto?

    Que lo dijera el vicioso que sacaba porros a la hora que fuese ya de por sí era malo, pero algo de razón tenía.

    —Ya te la sabes, Cay, ninguno de los dos imbéciles se puede ir tranquilo sin tocar los huevos —respondió Shimizu, ácido, ni siquiera le llevó el apunte a todo el asunto de ser intimidado por Dunn y yo, su cobardía y tal, lo que hizo fue mirar a Alisha, nada más que eso—. Di lo que quieras, Barbie, da lo mismo. ¿Serías así de creída si la encerrada hubieses sido tú? Te das los aires de reina sólo porque tienes la suerte de que el abusivo sienta un remedo de afecto por ti... Cuando en cualquier momento pudiste ser ella y ya, así de sencillo. Seguro, eres bully tú solita y lo que quieras, pero una cosa no quita la otra, ojalá no se te olvide nunca.

    Hasta entonces Arata había conservado la molestia en el rostro, las facciones comprimidas, pero al soltar aquella mierda una sonrisa sustituyó todo lo demás. Alisha y Wickham, para variar, ¿quiénes si no? Había bastado esa elección de palabras para que entendiera una parte del caos de una vez por todas, lo que sea que le hubiesen hecho a Pierce al... encerrarla, era lo que había hecho que Shimizu acabara embarrado y luego Cayden también acabó en el lío by proxy. Algunas conversaciones se entrecruzaron en mi memoria, dejando claro que la situación era vieja y no hacía más que seguir pudriéndose. Igual sólo la idea de lo que pudieron haberle hecho a la pelirroja me incómodo, me molestó directamente imaginar lo que sea que hubiese pasado y aún así cuando creí detectar que el brazo de Shimizu se movía me tocó alzar la voz.

    —No la toques —advertí y la intención de Shimizu, fuese la que fuese, murió en el acto y la sonrisa se diluyó—. Vete, Arata. Mejor sólo lárgate, ¿sí?

    —Hablando de héroes —apañó de mala gana—. Da gracias que Sonnen siga empeñado en ser el tuyo.

    No dijo nada más, rodeó a Alisha y buscó la salida para irse a la mierda, pues genuinamente parecía lo más sabio viniendo de él. Entre que esta chica sabía cómo tocarle los huevos y el otro no tenía mucha paciencia ya de por sí, lo suyo era que no respiraran el mismo aire... Si es que al desgraciado le permitían ese lujo, que no parecía ser el caso. Dunn abrió la puerta, pero no tuvo intención de ir detrás de Arata quien ahora mismo seguro se peleara con cualquiera que se topara de aquí al salón o donde fuese. Sus ojos se detuvieron en Alisha, pero no supe muy bien el motivo, a pesar de sus intentos de ser neutral y decente parecía fastidiado más allá del asunto de Arata y Pierce, aunque también era cierto que casi siempre estaba molesto por algo.
     
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