Azotea

Tema en 'Cuarta planta' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Nekita

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    No tenía la mayor certeza del mundo de que el clima se mantuviera bien para el día siguiente, sentía que las lluvias podían llegar pronto y los iban a tener que limitar a estar dentro de las instalaciones del Sakura para evitar mojarse, así que al sonar la campara escolar decidió subir a la azotea para así poder disfrutar un posible último día disfrutando de la brisa fresca y vistas que ofrecía la academia.

    Lo que si no esperó que de pronto comenzara a llenarse de repente.

    —Si mañana llueve prefiero aprovechar hoy estar aquí~ —Sonrió dando unas pequeñas palmadas en el suelo al lado suyo para invitarlo a sentarse antes de abrir su bento que tenía sobre sus piernas —, ¿te gustaría sentarte un rato, Zeld?
     
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    Amane

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    La sonrisa de Joey se fue ensanchando según hablábamos, hasta el punto de llegar a achicarle los ojos por ello mismo, y casi por reflejo acabé haciendo prácticamente lo mismo. Y en resumidas cuentas, ese venía siendo el principal motivo por el que lo había querido buscar en la mañana, porque hasta con algo tan simple como aquella conversación conseguía tranquilizarme y devolverme a mi cauce normal.

    Era plenamente consciente que esos otros planes que había mencionado se me podían aplicar, aunque no estaba realmente segura de llegar a estar de humor para ello, pero al final del día eso era completamente irrelevante, porque Joey era la única persona a la que le confiaba la entrada a mi casa, y eso aplicaba estuviese yo en ella o no. Si se daba el caso de acabar los dos juntos ahí, mejor que mejor, pero si no... simplemente no me importaba recordarle que tenía un sitio al que volver siempre que lo necesitase.

    Me encogí de hombros cuando preguntó lo de la abuela, aunque solo pretendí hacer tiempo hasta que nos levantásemos ambos para responderle ya de camino a la azotea y no porque tuviese ningún problema en responderle de por sí.

    —Ya sabes como es, no para quieta. Creo que le ha salido un trabajo de un par de semanas por ahí, aunque no me ha dicho de lo que era ni nada por el estilo —le expliqué, con toda la calma y naturalidad del mundo, caminando por el pasillo de tercero.

    También había notado la presencia de Emily y Sasha antes de que nosotros saliésemos, pero poco o nada me apetecía tan siquiera dirigirle la palabra a la pelirroja. Por lo que pude darme cuenta, Joey andaba en el mismo mood y, bueno, win-win para todos, I guess.

    Entré a la azotea justo detrás del chico, y aunque tampoco me pasó desapercibida la presencia del evil twin con una chiquilla en la zona, pues lo mismo de antes: no andaba de humor para gran cosa, y de por sí bastante igual solía darme todo lo demás cuando andaba con la compañía de Joey, así que solo saludé al par a la pasada mientras seguía el paso del moreno.


    >>Mhm. Espero que el sábado no haga mucho frío, que quiero ponerme bien slutty~ —comenté, echándome encima un poco de diversión al decir lo último.

    Solté una risa cuando terminé de alcanzar su posición, justo en el momento en el que trajo a colación la nota del proyecto que por algún milagro habíamos entregado, y así sin pedir permiso ni nada le quité el cigarro de los dedos para llevármelo a los labios y darle una calada bastante larga. También me pegué a él como una lapa, ya que estábamos siendo sinceros, pegándole la espalda al pecho y todo el rollo.

    >>Un 7, ¿eh? Al final daddy iba a tener razón y resulta que somos inteligentes pero lo estamos desperdiciando en lo que no deberíamos~ —bromeé, ya sin pretender disimular la diversión de todo el asunto, y le eché un vistazo girando apenas la cabeza hacia su dirección—. Pero si quieres que te pida perdón por haberme mantenido despierta toda la noche y no de la manera que me gusta, vas a tener que sacármelo a la fuerza, honey~

    Sorprendentemente, así es (? venimos en son de paz uwu
     
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    Insane

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    —No me negaría nunca, pero eso ya lo sabes~

    Me senté, recostando la espalda contra la pared en lo que se abría la puerta. Le regresé el saludo a Joey y luego la cabellera rubia se abrió paso, saludando igual. Apenas y los seguí con la mirada para terminar deparando en el cabello de Cathy al ladear la cabeza nuevamente.

    —Ahora que lo dices, ¿te gustaría apostar sobre si llueve mañana o no? Digo, yo apostaría a qué no —murmuré burlón, parpadeando con ligera pesadez.

    Mira que trasnocharse por andar perdiendo el tiempo en la calle, a mitad de semana comenzaba a sonar a plan de mierda y todo.

    —¿Qué tal te terminó de ir ayer luego de las pruebas, Cathy?
     
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    Nekita

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    —Nunca esta demás preguntar.~—Nunca se sabía cuándo simplemente podría no estar de buen humor para tener algo de compañía o algo similar, además, cuando preguntaba y recibía una respuesta que le gustaba también era algo satisfactorio, luego saludó a los dos senpais en cuestión con un pequeño movimiento de mano antes de volver a centrarse en Zeldryck.

    —¿Cuántas apuestas llevamos? —Preguntó soltando una risa suave antes de dar el primer bocado a su bento —, ya no se cuantas he perdido o ganado pero... me gustaría decir también que mañana no lloverá para no estar encerrados. Y me fue bastante bien, vinieron por mi y en mi casa me aseguré de ponerme algunas pomadas para que no se quede marcado aquel raspón...

    >> ¿Qué tal tu mano? ¿Dejó de doler?
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Me limité a soltar una risa breve a la respuesta sobre Rose, la verdad que sonaba totalmente como ella y no quedaban muchas vueltas que darle al asunto. Después de todo, granny sólo era una versión más arrugada de Alisha. De joven debía haber sido tan o más caótica que nosotros, y eso no era decir poco. Qué va, probablemente por ello era que aceptaba tan bien a su nieta sin poner muchas pegas y de paso también me consentía. No que fuéramos los cabrones que solíamos ser frente a la señora pero venga, estaba seguro que no tenía ni un pelo de tonta. Los condenados como nosotros lo llevaban escrito en la frente, así fuera con tinta invisible.

    Era una marca de ganado.

    O para cuando nos muriéramos, ni idea.

    Seguimos nuestro camino hacia la azotea, escuché a Alisha a mis espaldas decir lo de que quería ponerse bien slutty y una risa vibró en mi garganta. Como tal no tenía importancia, pero con lo habituado que estaba a seguirle el rollo o malcriarla a secas medio giré el rostro en su dirección, sin verla realmente pero para que notara que le hablaba a ella.

    —Voy a prender velitas~

    Luego encendí el cigarro, la muy descarada me lo arrebató y la dejé hacer; realmente no podía importarme menos. Seguí sus movimientos algo distraído, sin ninguna segunda intención, y desvié la vista al paisaje cuando se acercó para pegarse a mí. Básicamente me echó su peso encima, su espalda se pegó a mi torso y me liberé ambas manos del encendedor y tal para rodearla con los brazos justo por debajo del pecho. ¿Que iba a tener que sacarle el perdón a la fuerza?

    So stubborn —casi susurré, tranquilo a cagar, y la brisa me agitó el cabello en lo que recostaba la cabeza en la reja. El entramado cedió un poco y chirrió aquí y allá a lo largo de su extensión—. Pues nada, puedo vivir con tus maltratos. Será la ley de la vida.

    Así como ella me había arrebatado el cigarro, pues hice lo mismo y le quité un brazo de encima para darle una calada. En lo que retenía el humo apenas unos segundos, le regresé la mierda y volví a anudar mis manos entre sí.

    So then, daddy Welsh thinks we're smart —solté, una risa ligera se me coló en la voz al despedir el humo—. Qué honor~
     
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    Insane

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    Acompañé su risa en algo un poco más ronco, apoyando el codo en mi rodilla derecha para descansar el mentón en el dorso de mi mano, mirándola en lo asentía apenas. Porque mentiras no eran, me la pasaba apostando lo que fuese sobre cualquier cosa solo por no aburrirme, porque venga, eso de pasar el tiempo sin diversión no era divertido, aunque bueno, hoy podría ser la excepción con el sueño que me traía, aunque...

    —Sí, creo que solo fue el golpe pero ya cesó. ¿Y tus raspones?

    Aligeré el peso de mi muñeca, pestañeando apenas en lo que entornaba la mirada.

    —Cathy~ —bajé un poco más el tono de mi voz—, ¿podría recostar mi cabeza en tus muslos? Tengo algo de sueño, y aquí recostado en la pared no estoy muy cómodo.
     
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    Amane

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    Recibí el comentario del chico con una sonrisa ligera, levantando una mano para cruzar los dedos aun a sabiendas de que no me estaba viendo realmente, y acabé por soltar una risa ligera al dejarla caer, negando levemente con la cabeza. Sabía que era irrelevante, que acabaría poniéndome lo que me saliese del coño así estuviese nevando y que a Joey le causaba bastante indiferencia siendo que me había visto de todas las maneras posibles ya, pero no dejaba de ser aquella dinámica nuestra en la que siempre nos seguíamos el rollo, hasta con la más pequeña estupidez.

    Obviamente, me recibió sin mayor queja cuando me eché encima de él y tardé aproximadamente medio segundo en dejar mis manos sobre las suyas, repartiéndole caricias distraídas por la piel en lo que seguíamos hablando. No imaginaba universo existente en el que alguno rechazásemos el contacto físico del otro, mucho menos un simple abrazo y sobre todo teniendo en cuenta que hacía bastante fresco por el tiempo.

    Nunca me había parado a pensarlo, en gran medida porque no solía ser muy consciente de ello, pero más de una vez me quedaba mirándolo con una expresión que nada tenía que ver con la intensidad que solíamos echarnos encima. Era todo lo contrario, terriblemente suave y llena de cariño, aunque difícilmente iba a reconocerlo así me fuese a pillar con las manos en la masa alguna vez. En aquella ocasión, mientras echaba la cabeza sobre las rejas, me pasó de nuevo. Fue breve, para cuando me volvió a quitar el cigarro y habló ya había vuelto a la diversión de antes, pero estuvo ahí y puede que hubiese sido una de las pocas veces en las que fui plenamente consciente de su existencia.

    No comenté nada al respecto de los malos tratos, si acaso negué un par de veces con la cabeza y rodé un poco los ojos, aunque de todas maneras no pude disimular la sonrisa que me había echado encima desde el principio. Eh, era tan dramático cuando quería, si luego lo trataba super bien~

    —Oh, you betcha. Era lo que siempre me decía cuando me regañaba por escaparme de casa por la noche, sin importar lo que hiciese para evitarlo —conté, soltando otra carcajada ligera antes de darle una nueva calada al cigarro—. Ah, seguro que granny se alegra mucho cuando se lo cuente también. ¡Quizás me deje hacer un brownie de los divertidos y todo!

    Me giré entonces, sin separarme realmente de su agarre en ningún momento, y busqué su mirada desde abajo. De nuevo, estábamos terriblemente tranquilos y no había habido ninguna intención extraña en nuestros movimientos hasta entonces, así que seguí por ese mismo cauce sin mayor problema.

    >>Perdón por haberte maldecido toda la noche y gracias por haberme arrastrado a hacer el trabajo contigo~ —murmuré, así salido de la nada, y estiré el cuello para dejarle un beso fugaz sobre los labios, justo antes de dejarle el cigarro entre los mismos—. Deberían juntarnos más veces para estas cosas, ¿no crees? We make a good team, don't we~? —canturreé, ladeando apenas la cabeza, y aproveché que me había liberado las manos para imitarlo un poco y rodear su torso con los brazos, entrelazando los dedos a su espalda.

    She spoke directly to my soul, im sorry, i just-
     
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    Nekita

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    Ante su pregunta no pudo evitar darle un pequeño toque en su frente con los palillos con un puchero en su rostro —Zeld no me estas escuchando —Suspiró, mejor tomando algo de arroz de su bento para comer todavía manteniendo aquel puchero como si realmente la hubiera herido —. Están bien, en mi casa me puse algunas pomadas para que no me deje marca, van sanando bien, gracias por preguntar.

    Luego no pudo evitar sonreírle, quitando el bento de sus piernas para arreglar su falda —Si no te molesta luego tener que ayudar con mi bento, no me molesta para nada~
     
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    Insane

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    —Ha de ser el sueño atrasado que me distrajo —comenté burlón entre una cosa y la otra, siguiendo el movimiento de sus manos al alejar el bento en lo que torcía la sonrisa ligeramente hacia la izquierda—, no, no me molesta tampoco~

    Apoyé la izquierda en el suelo para dejarme caer en mi propio peso, hasta sentir la tela de su falda y parte de la piel de sus muslos, girándome apenas boca arriba. Era una suerte el que no hubiese sol para poder mirarla perfectamente a los ojos.

    —Tienes una cara muy bonita, ¿sabías?~
     
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    Gigi Blanche

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    Había tantas, tantas mierdas que no me cuestionaba en la puta vida. Todo aquello que daba por sentado, que minimizaba, todo lo que podía desaparecer así como había llegado pero yo me comportaba como si fueran cosas eternas, cosas inmutables que nadie lograría arrebatarme. Vete a saber de dónde había nacido la manía precisamente en alguien que le puto arrancaron a la madre de los brazos siendo apenas un crío, pero vaya. ¿Me lo cuestionaba?

    Otra vez, no.

    Mi mundo era pequeñito pero me bastaba. Tenía a Matty, tenía a Ali y a granny Rose, el resto iban y venían y yo sólo fluía al ritmo de mundos que no me pertenecían. ¿Y si alguna de las tres patas de la mesa se rompía? Hombre, vete a saber. Ni que me amargara con esas mierdas o con nada en absoluto.

    Por algo me hice el imbécil cuando Jez soltó que era puto huérfana.

    Recibí las caricias de Ali con toda la naturalidad del mundo. La verdad era que no noté cuando me miró al recostar la cabeza en la reja, no la vi hacerlo o a secas tenía un filtro o algo para esas mierdas, algo que me evitaba analizarlas. Había partes de mí que probablemente no fuera capaz de reconciliar o perdonar nunca, partes podridas que a la larga me convencían que no era digno de ninguna mierda remotamente buena. Que había pretendido lastimarla y aún así, ahí estaba. Como si nada.

    Era una jodida basura.

    Su anécdota me arrancó una risa ligera, me la imaginaba a la perfección escabulléndose de cualquier manera posible con tal de salir y poder hacer lo que le saliera del coño.

    —¿A qué edad empezaste a escaparte? —Su humo me alcanzó y sorbí por la nariz apenas—. ¿Brownies locos? I'm in. Si hace falta sólo me avisas y voy a calentarle la oreja a granny~

    Aflojé un poco el agarre cuando noté sus intenciones de girarse, mis manos acabaron deslizándose por su cuerpo y las mantuve en su cintura, si acaso algo más arriba. Repasé el azul de sus ojos y se disculpó, por fin, además de agradecerme. Mi sonrisa se ensanchó apenas y me dejó un beso, el cigarro después, siguió la tontería y me rodeó la espalda también. Decir que hacíamos buen equipo tenía que ser un chiste, si por poco no parecíamos sacados del mismo puto molde.

    —¿Juntarnos más? Pero si ya nos echamos la vida juntos —medio me quejé con el cigarro entre los dientes, y despegué una mano de su cuerpo para sostenerlo a un costado. Liberé el humo mientras hablaba—. Sólo nos falta ir juntos al baño.

    Había soltado la mierda bastante serio, pero regresé a sus ojos y en seguida se me coló una chispa de diversión en el semblante. Le acomodé el cigarrillo en los labios, repasé su cabello con la palma abierta y me incliné para estamparle un beso en la mejilla. ¿Por qué? Porque sí, hombre. Como si alguna vez me cuestionara nada.

    —Me debes medio cigarro, por cierto —agregué por la pura gracia, risueño.
     
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    Nekita

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    Negó con suavidad su cabeza ante su comentario aun con una pequeña sonrisa, era como un regaño silencioso pero realmente no estaba molesta o algo parecido y una vez que se acomodó posicionó su bento por la parte baja de su abdomen para que tampoco se moviera demasiado y no incomodarlo mucho.

    —¿Incluso en ese ángulo no tan bueno? —Se permitió reir un poco —, muchas gracias~, ¿qué te mantuvo despierto para que no descansaras hoy Zeld? —Aprovecho para preguntar, acariciando su cabello con su mano libre.
     
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  12.  
    Amane

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    No tenía manera alguna de saber lo que Joey estaba pensando, vete a saber si alguna vez sería capaz de averiguarlo o moriría en la ignorancia, pero aun si fuese capaz de descubrirlo... ¿sería realmente capaz de hacer alguna diferencia? ¿Reuniría el valor de decirle que no se martirizase por lo que hubiese podido pasar entre nosotros cuando claramente ninguno estaba bien, que algo como eso no era suficiente motivo para creer que todo dentro de él estaba mal? Era bastante difícil de imaginar teniendo en cuenta que yo no era muy diferente, que tenía la absoluta certeza de que siempre recibiría un pago por las desgracias ajenas que llegaba a crear.

    Pero no tenía manera de saberlo, para bien o para mal, y como tal seguiría fluyendo a su ritmo. De todas maneras, nunca había sido mi intención que Joey fuese plenamente consciente de todo el cariño que pudiese llegar a profesarle, más del que alguna vez se imaginaría o dejaría ver a simple vista, quizás por el terrible miedo que me daba pensar que eso mismo podía llegar a alejarlo.

    Thirteen, more or less~ —respondí sin más a su pregunta, como si todos aquellos pensamientos ni siquiera existiesen en mi cabeza, y solté una risotada con su respuesta a lo de los brownies—. Hombre, con eso ya lo tendríamos hecho, si granny te adora.

    Y de repente, ni idea, la tontería se me antojó hasta apetecible. No era la manera más sana de responder a los problemas, eso desde luego, pero tampoco se nos conocía por ser las personas que mejor reaccionaban a los mismos, así que quizás guardaba un poquito de la hierba de la mariposita. Just in case~

    Luego vino lo de girarme y todo el discurso repentino que le solté. Recibí sus manos en la cintura sin inmutarme ni un poquito, pero tan rápido como lo escuché hablar después de dejarle el cigarro, mi expresión mutó por completo a una de total indignación. Fruncí el ceño y hasta hice un mohín con los labios, inflando un poco las mejillas en el proceso y todo.

    >>Buuu~ Si tan harto estás de mí, tenías otras maneras de rechazarme, ¿eh? Asshole —me quejé, en un tono claramente infantil, y aproveché para darle un golpecito de nada en la pierna con mi rodilla.

    Hombre, poca credibilidad tenía, eso estaba claro, teniendo en cuenta que todo el asunto más bien tuvo el aspecto de una pataleta infantil y que, a pesar de todo, no lo solté del abrazo en ningún momento. No tenía sentido decir que me había molestado de verdad cuando no era en absoluto el caso, y aun si lo hubiese sido, me habría olvidado por completo del mismo al recibir el beso que me dejó en la mejilla.

    En su lugar me suavizó por completo la expresión, no hice nada por disimular ese hecho, y si acaso me quedé un poquito parada en el sitio por la cercanía me echó encima el olor de su colonia. Fue una cosa super rara, porque se mezcló con el humo del cigarro y más que molestarme, lo único que consiguió fue atraerme algo más, como si simplemente tuviese que ser así entre nosotros.

    >>Bueno... —cedí, ya después de haberle dado otra calada—. Pero solo si te lo fumas conmigo como ahora~

    Como si a aquellas alturas pudiese librarse de mí tan fácilmente, el pobre desgraciado~
     
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  13.  
    Insane

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    Acentué un poco más la sonrisa filosa en lo que relajaba los hombres y los músculos de mi nuca, bajo su suave tacto en mi cabello, casi que suavizando de una u otra forma la sonrisa sátira que traía en mi cara.

    —Salí a pasear los perros, y terminé encontrándome con unos chicos interesantes~ —le comenté pues porque había preguntado, omitiendo el que conseguí droga en ese encuentro porque bueno, quién en su sano juicio alejaría una princesita como Whitman—, se me pasaron las horas y cuando me di cuenta eran las dos de la madrugada, y ya estaba algo cansado por la pruebas~

    Mentí vulgarmente, porque bueno, no iba a decir que me cogí a una chica por ahí derecho en mi casa antes de lo de los perros.

    Deslicé los dedos de la izquierda por su mano, con la cual me acariciaba el cabello, invitándola a que me acariciara la mejilla en lo que entornaba los ojos, como un animal mimoso o una mierda de esas.

    —Tus caricias se sienten ricas, Cathy~
     
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  14.  
    Gigi Blanche

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    Joey 2.png

    Tuve que soltar una risa breve porque qué cojones, ni yo con trece años ya me escapaba de casa. Bah, siendo justos nunca lo había hecho. No podía considerarse escape si no había nadie que pretendiera detenerte, ¿verdad? Y mi viejo siempre había sido lo suficientemente estúpido o indiferente como para mantenerse despierto o notar que algunas mañanas no me encontraba en mi cama. Así habíamos funcionado hasta que me escabullí en el piso de Matty y me valía. Me valía cualquier cosa antes que los eternos problemas.

    —Me adora, indeed —confirmé por la pura gracia, porque nunca iba a dejar de regodearme en la estupidez de ser el consentido de la anciana.

    Luego se enfurruñó como una cría y me limité a soltar el aire por la nariz, despegando una mano de su cintura para presionarle el dedo índice justo en el entrecejo. Ya luego le di el beso y, obviamente, la molestia se desvaneció como si nunca hubiese existido. Que venía siendo el caso, claro.

    Deal —murmuré, accediendo a fumar otro cigarro juntos (menuda novedad, vaya) y ensanché apenas la sonrisa.

    No hubo mucha más historia, nos quedamos fumando un rato más hasta que me dio por chequear la hora en el móvil y medio le quité las manos de encima para echarle un brazo encima de los hombros. No dije nada, igual se sobreentendía que iba siendo tiempo de regresar, así que me la arrastré sin prisa y en el camino le dejé un beso en el cabello pues porque sí.

    perdón por el cierre de interacción tan feo, no tengo neuronas vivas para rolear nada (?
     
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  15.  
    Nekita

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    Siguió comiendo tranquilamente mientras escuchaba a Zeldryck, sabía que había personas que realmente podrían tener esas charlas largas con cualquier persona sin sentir las horas, ella en lo personal solo sentía que pudiera lograrlo con alguien que conociera y sintiera interesante.

    —Terminaste desvelando a tus perros también entonces...—Lo comentaba porque le parecía curioso, imaginaba a los pobres perros allí esperando —, pero tan siquiera fue por algo que te entretuvo bastante, solo trata de dormir temprano hoy.

    Se dejó hacer sin ninguna clase de resistencia, acariciando con mimo su mejilla hasta que por unos decidió delinear su labio inferior con la yema de sus dedos antes de volver a su mejilla.

    —Es porque son cariño, y bueno, también el hecho de que a nadie le molesta ser mimado de vez en cuando.
     
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  16.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Katrina 2.png
    De Shinzo ya nada me sorprendía, su comentario había sido una puta mierda y al desgraciado se le había notado la diversión desde el espacio. En fin, que no tenía caso encabronarme con un profesor, ya digamos que me había arrastrado a Arata al barco y con eso me daba por servida, porque como volviese a entregar esa mierda sin su presencia ganas no me iban a faltar de, no sé, pagar para que le pegaran un tiro entre las cejas. Un poco drástico, sí, pero que me preguntaran si me importaba.

    Ya luego me organizaría con el imbécil, ahora no tenía particulares ganas y de por sí le habían encargado el tour del nuevo, al que obviamente ya le había echado el ojo porque así era y punto.

    Salí de la clase, no me llevé nada más que mi mera existencia y me dispuse a salir a la azotea porque llevaba días sin subir, ahora que lo pensaba. Ya arriba me recibió la brisa, nada muy exagerado, y mientras avanzaba hacia la reja saqué la cajetilla y el mechero con toda la calma del mundo, porque para qué mentir, tenía unas ganas bien jodidas de fumar desde la mañana.

    Eché el peso sobre la reja, mi cuerpo rebotó ligeramente y el cabello siguió el movimiento. Me coloqué el cigarro entre los labios para luego correrme algo de cabello detrás de la oreja, cosa que de que no me estorbara, y después accioné el encendedor para iniciar el pequeño incendio. Me llené los pulmones de humo, lo retuve un momento y luego liberé la nube al aire, el viento la arrastró.

    Al menos el fin de semana ya teníamos planeada la salida, ¿no? Pintaba bien~


    puro relleno pero tenía ganas de rolear a Kat, qué sé yo (? ahí queda
     
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  17.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Vale que había pensado en ellos, eso no significaba que esperara una auténtica comitiva de un momento para el otro. Llevaba huyendo del mundo desde el miércoles, durante el fin de semana había visto a los chicos pero no fui capaz de conectar una neurona, una emoción, nada. Me dediqué a fumar, soltar risas automáticas apenas oír las suyas y flotar entre mis propios pensamientos. Estaban cargados de silencio, casi podría atreverme a decir que eran pacíficos. Los encontraba sobre el techo de los edificios, en el preciso horizonte que los separaba del cielo y la luz del sol, capaz de enceguecerme. Los encontraba, también, entre las baldosas ajadas de la acera y las sombras de los demás. También estaban con los insectos que insistían en torno al alumbrado público y la pintura desconchada de los semáforos. Estaban en cierta idea de infinitud y simetría.

    Estaban, en definitiva, en los lugares más extraños y remotos.

    Durante la mañana me había distraído un par de veces viendo directamente a la luz del sol que se colaba por las ventanas. Uno, dos, tres segundos, hasta que los ojos no me dieran más y tuviera que recomponerme. Se dibujaban, entonces, siluetas bastante rudimentarias sobre mis párpados cerrados. Quizá correspondieran a mis pensamientos, quizá no, y tras parpadear buscaba en las esquinas, todas las que hubiera a mi alcance. Lo buscaba.

    Al monstruo.

    Pero no estaba conmigo.

    Y había estado huyendo, seguía haciéndolo y el silencio en mi mente se sacudió de un golpe certero apenas topar con los ojos de Altan. Dolió, me estaqueó, perforó y comprendí cuán seductor podía resultar arrancar los cables a voluntad. Comprendí la intensidad del temblor, comprendí que si no hacía algo pronto sólo despertaría y... y no quería despertar.

    ¿O sí?

    Me habló, lo hizo con una suavidad estúpida y asentí en piloto automático. Detrás suyo me saludó Jez, ambos comenzaron a alejarse y me quedé prendada a sus siluetas durante unos cuantos segundos. Era como observarlos a través de un grueso, muy grueso cristal, y por un instante sentí el impulso insoportable de pedirles que no se fueran, que me tuvieran paciencia, que no quería ser esto. Que no se fueran.

    Que no se fuera.

    Pero no correspondía, ¿verdad? No correspondía de ninguna manera. Estábamos en la escuela, al fin y al cabo, y allí adentro sólo éramos números, emociones superficiales y máscaras. Ni que me enorgulleciera de todos los jodidos impulsos erráticos, de haberle escupido a Usui, empujado a Astaroth ni increpado a Gotho. De haber arremetido contra Shinomiya o vendido a Kurosawa.

    Regresé mi atención a Cayden, ni siquiera supe cómo y volví a asentir, empezando a caminar en dirección a la azotea. Su sonrisa me alcanzó desde una dirección diferente, era similar a la chispa que había palpitado junto a Clevert. No me recordaba al tío arisco y huraño que había conocido ahí arriba.

    —¿Alcanzaste la iluminación o algo? —solté al aire, irónica.

    Los sentía tan lejanos.

    Abrí la puerta, tomando aire por la nariz, y el viento me agitó el cabello un poco de repente. Lo sostuve por reflejo, me desvié hacia una reja y giré sobre mis talones, apoyando la espalda allí. Busqué la silueta de Cayden y se me volvió a atorar toda la maldita ansiedad en la garganta. Lucía feliz, ¿verdad? Tranquilo, despreocupado. ¿Iba a arrancarle eso? ¿Iba a ser también mi culpa?

    Volví a tomar aire y bajé la vista al suelo, incapaz de sostenerla en sus ojos.

    —Perdón, Dunn. —Por el viento tuve que elevar la voz y fruncí el ceño, el pecho me dolía—. Me mandé una cagada la semana pasada.

    Y entrelacé las manos entre mi cuerpo y la reja, y apreté y también dolió. Con el movimiento me encorvé ligeramente, como si poco a poco pretendiera regresar al jodido hueco del que había salido. ¿Para qué? ¿Para qué mierda había salido?

    Para hacer las cosas bien.

    —Estaba hablando con... con Aleck, y no sabía que él no sabía, y le dije que... —Comprimí el gesto, buscando mis pensamientos entre las uniones de las baldosas. En los lugares recónditos, en la simetría—. Que eres camello.

    Qué va, si oyéndolo no sonaba tan grave. ¿Por qué, entonces, sentía que estaba a medio pelo de no respirar? ¿Por qué me daba tanto miedo verlo a los ojos? ¿Por qué no podía dejar de pensar en el aire frío, en Altan a través del cristal y el veinte de octubre?

    Dios, qué desastre.


    culpo en un 70% de este mess a la rolita, fue mala idea (?
     
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    Zireael

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    ¿Había bajado las defensas? ¿Mi propia versión del monstruo había aflojado los dientes acaso? Posiblemente, el detonante principal de mis ansiedades de la semana de turno se había disipado, también un poco las ansiedades de toda mi vida. En ese momento no andaba pensando en cómo era inferior a Dios y el diablo, que me quedaba solo por imbécil o nadie me elegía ni nada de esas mierdas. Me había calmado y aunque sabía que sin mi eterno miedo el cerebro me quedaba inútil a los peligros cercanos casi en su totalidad, no lo cuestioné.

    La verdad era que no tenía ganas de joderme solo como había dicho Hikari en otras palabras, o de volver a comportarme como un puto erizo o como el imbécil que caminaba sobre suelo minado. Aún así los putos ojos biónicos empezaron a ponerse en marcha con delay, algo estaba fuera de lugar con esta chica, ni idea del qué, pero lo estaba. No la conocía prácticamente nada, si acaso sabía que era amiga de Ko y Emily, algo de Sonnen, te chupaba la energía del cuerpo y... por ahí todo mal.

    La única alerta que se encendió fue esa, una lucecilla de emergencia que se preguntó dónde estaba el culo inquieto de Anna y por qué me estaba buscando. No hubo una alarma sonando como en la Guerra de los Mundos, miedo latente, nada, porque estaba neutralizado a pesar de que el fuego en sí mismo llevaba días encendido sin pausa.

    No tenía los ojos de Hiradaira en la cara, no veía lo que ella, para mí el mundo ahora se reducía a un día soleado y las ganas de pegarme una siesta. No me corría ningún diablo o estaban todos tomándose el descanso, qué importaba, el caso es que ahora más que nunca era ignorante. Mi ingenuidad en ese momento digamos que por fin estaba al nivel de mi cara de no matar una mosca.

    De haber tenido la neurona a toda potencia o de saber qué coño había pasado así fuese por encima, habría echado a correr detrás del entrometido de Sonnen para arrastrarlo aquí. Arrastrarlo donde pertenecía, de la misma forma que el idiota había querido hacer conmigo hace unos días por lo de Ko. Porque sí, quizás lo rechazaba porque era un espejo o era lo que yo solo aspiraba en mis mejores sueños.

    El que preguntaba.

    El que escarbaba.
    El que insistía y se aferraba como hijo de puta.

    No tenía idea, pero el caso es que ahora este pollo era mío de la nada y me tocaba comérmelo por decir algo. A ver, mucha opción no tenía y, de nuevo, ahora no estaba en modo "no me toques" de forma que podía ser más normal.

    El comentario de la chica me alcanzó, el de la iluminación, y a pesar de la ironía en su voz me permití una risa bastante floja. Si acaso fue una vibración, cosa de nada, y le seguí los pasos sin complicación aunque me distraje un poco mirando por las ventanas en el camino.

    —Ya me gustaría —respondí casi en voz baja, hundiendo las manos en los bolsillos del pantalón.

    Tampoco me iba a poner allí a contar todo el rollo, si no se lo había contado a nadie a voluntad siquiera, lo había soltado porque me había sobrepasado y ya. De lo contrario seguro me lo llevaba a la tumba, porque era esa clase de estúpido y le tocaba los huevos a todos por ello precisamente.

    Cuando llegamos arriba abrió la puerta y el viento le agitó el cabello, me distraje en el movimiento de las hebras de inmediato, en el negro y el rosa. El contraste de color era bonito, sobre todo bajo el sol, así que solo regresé a la Tierra cuando la vi echar la espalda en la reja y tal, fue cuando tomó aire y bajó la vista.

    Y supe que algo se iba a ir a la mierda.

    Su disculpa me atoró algo en la garganta de repente, de paso me estaqueó en mi lugar, apenas unos pasos lejos de la puerta, y empecé a prestarle una atención estúpida. Fue como que me subiera un interruptor, accionó las líneas de defensa, las alarmas y el ruido, también los radares, que buscaron como locos la anomalía, el error, la cagada que decía.

    La cría no quería mirarme y me pregunté qué podía ameritar una disculpa de su parte, pero más que eso que rehuyera mis ojos de esa manera. En mi puta vida podía contar las veces que la gente evitaba mirarme adrede, porque en general era yo el que se ponía en ese plan, y allí iba una a la lista.

    Lo soltó entonces y tuve que desconectar los cables al instante. Fue una suerte quizás que tuviese esa capacidad, porque mi fuego la abría consumido o habría reactivado el suyo y nos habríamos matado entre nosotros, quién sabe. En realidad ni siquiera sabía si mi falta de reacción sería peor.

    Parpadeé con cierta pesadez, algo aturdido a decir verdad, y reinicié los pasos para acercarme también a la reja y apoyar la espalda. No me acomodé demasiado lejos de Hiradaira, saqué las manos de los bolsillos y me deslicé hasta alcanzar el suelo para poder sentarme. Aleck me había visto fumando, eso era una cosa, le había hablado también de la naturaleza del Sakura y toda la mierda, pero había evitado conscientemente lo del tráfico por obvias razones.

    No pretendía echarle más angustia a esta chica encima que no podía ni verme la cara, cualquier otro hijo de puta le habría saltado al cuello. Pasaba que yo era... Bueno, yo. Una de las pocas maneras de que me arrancaras una reacción medianamente agresiva era si las personas que quería estaban en peligro de alguna clase, Aleck no lo estaba, solo lo estaba yo o eso pensaba. Era la estupidez de sentir que mis sombras se lo podían tragar, consumirlo, aplastarlo y no escupirlo de regreso nunca.

    Porque ese crío no pertenecía a este lado del charco.

    —No pasa nada —atajé por fin lo suficientemente alto para que me escuchara y rodé entre los dedos de la mano izquierda un porro que había arrastrado fuera del bolsillo—. Iba a darse cuenta en algún momento. No es el fin del mundo.

    Saqué el mechero ya de paso, me llevé el porro a los labios, lo encendí y le pegué una calada importante.

    —Te prometo que si me miras no va a pasar nada —añadí luego de soltar el humo y flexioné las rodillas para apoyar los brazos—. No te voy a comer de un bocado porque no puedo, ni te voy a juzgar porque esto me lo busqué yo desde el inicio. Es lo que es y ya, me lo llevo por hacer estas mierdas. Sería como esperar que la lluvia no moje.

    Cuando veo la rola y sé que se viene mess. Un post de Anna in y yo ya estoy shorando
     
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    Gigi Blanche

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    Tendría que darle gracias a ser un poco estúpida, porque así la neurona me hubiera dado para darme cuenta que estaba a punto de arrebatarle la liviandad, definitivamente no llegó a mostrarme el escenario completo. Sus miedos, la amenaza de la llama latente y de su monstruo, aquel que aguardaba entre las sombras con las fauces abiertas. Era considerablemente más agresivo que el mío, ¿verdad? Uno arremetía, hundía los dientes y perforaba; el otro sólo observaba. Observaba, observaba y observaba desde cada esquina, con su contextura densa y el cuello doblado contra el techo. Quizás ambos nacieran del fuego o de un lugar más recóndito, de un miedo crudo que nada tenía que ver con los elementos.

    No sabía qué esperar de Cayden. No parecía ser del tipo impulsivo ni explosivo, de modo que su reacción... su reacción no fue nada en absoluto y me quedé allí, inmóvil, con la presión de mi propio cuerpo palpitando contra mis oídos. Me quedé allí y me di cuenta que una parte de mí había deseado activar la chispa, instigar las llamas y que su puto fuego me consumiera. O me despertara, al menos. ¿Por eso había querido hacer las cosas bien? ¿Al fin y al cabo sólo seguía usando a las personas?

    Vaya joyita.

    Seguí los sonidos de sus movimientos, la reja cedió bajo su peso y se deslizó hasta el suelo. Lo observé de soslayo, mi cabello creando una suerte de cortina entre ambos, y solté el aire por la nariz lentamente. La primera idea que me rayó la mente fue que este idiota se estaba compadeciendo de mí, que priorizó mi tranquilidad y de ahí la mentira. La puta mentira.

    ¿Que no pasaba nada?

    Oí el sonido del mechero y, traído de un delirio o no, también la hierba quemándose a velocidad. Parpadeé y sobre las baldosas blancas se dibujaron las piras encendidas de mi sueño. O pesadilla, bueno. También lo oí fumar y, quisiera o no, lo imaginé haciéndolo. De por sí a este chico ya le caía mal, ¿no? Quizá no me odiara, no era tan importante, pero probablemente nunca fuera a desear mi compañía para nada. La verdad, ni siquiera sabía con qué ganas se había sentado junto a mí. Me hacía sentir minúscula, incómoda, también algo molesta. Me recordaba que seguía creyéndome la gran cosa y que no aceptaba caerle mal a nadie.

    Patética.

    Quise saltarle al jodido cuello, quise bramarle que dejara de ser tan puto condescendiente y que no intentara tranquilizarme porque no iba a servir de nada. Quise hacer un montón de cosas nacidas del fuego, pero los cables seguían inertes junto al enchufe y murieron directamente en la intención. No necesité ejecutarlas, aún así, para darme cuenta el nivel de veneno que cargaban. El veneno que me corría por la sangre.

    —Dijo que haría de cuenta que no lo sabía —proseguí, ignorando todo lo que él había dicho y su suerte de permiso para mirarlo, pues seguí prendada de las baldosas—. Pero no estaba bien, aún así, sólo iba a salvarme el culo y...

    Y no lo merezco.

    —Y no está bien.
     
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  20.  
    Zireael

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    Debía insistir, en este punto no sabía si habría sido mejor soltarle el incendio encima o esto de haber desconectado mis propios cables al segundo, porque a mi manera entendía que a veces el fuego, la frustración o la mierda que fuese se ceñía con cualquiera de las dos opciones. Fuego decía yo, me refería más bien a lo que sea que quedaba cuando se apagaba, cenizas o un montón de escombros chamuscados.

    Lo único que sabía es que si quería un iniciador, si buscaba la chispa o el torbellino de flamas que le recordara que no era un trapo, había dado con el individuo equivocado en el momento equivocado. Ahora mismo no se me apetecía reducir el mundo a la nada misma, consumir, absorber e irme por donde había venido. El lobo estaba en su lugar, de regreso entre las paredes de fuego, y no parecía muy interesado en dejar su resguardo para encajarle los dientes a nadie.

    Quizás tenía razón en que me estaba compadeciendo de ella, qué coño sabía yo de por sí, aunque fácil podría haber agarrado esa compasión como excusa para evitar un conflicto y ya. Era una pieza de fondo, no me gustaban los encontronazos y si el otro día no estaba filtrando nada era porque me había caído Cerbero encima, pero ahora éramos solo ella y yo. Que ya que estábamos, no me caía mal, de hecho luego de lo de la hierba toleraba su presencia y estaba bien con ella, lo normal. Poco sabía yo que la otra estaba allí pensando que me caí mal a secas, como para dejarle ir un zape en el centro de la cabeza y decirle que no fuese idiota.

    Joder, no era el diablo. Se la había soltado la lengua y ya, no era pecado capital.

    Tampoco me dio por pensar que quería lanzárseme al cuello, porque la verdad habría tenido su gracia eso de ver al tanuki soltarle un mordisco a semejante palo de dientes. Podía haberme dicho que intentar calmarla no servía de una mierda y estaría bien con ello, todo lo que habría dicho es que entonces alterarla tampoco tenía ningún sentido y ya.

    De cualquier manera estaba logrando arrinconarme, así que aproveché que el porro no se apagaba para darle una calada algo más prudente y solté el humo sin prisa, dejándolo a un lado ahora sí apagado. Entendí más o menos por dónde iban los tiros, modulé mi tono para tan siquiera eliminar cualquier rastro de, no sé, condescendencia y ponerle algo de emoción, la que fuese.

    —No lo está —admití, aún así no alcé mucho el tono porque no hacía falta—. ¿Qué quieres que te diga?

    No fui brusco al preguntar, de hecho sonó hasta a duda legítima y solté el aire por la nariz antes de añadir nada más. Ella seguía con la mirada pegada en la baldosas, a pesar de eso giré el rostro en su dirección y con todo no debía haber molestia real en mis ojos. No le correspondía saberlo o asumirlo, pero ya estaba visto que la mayoría del tiempo era transparente como un crío, al menos en lo que decía con el cuerpo.

    —¿Que me correspondía a mí elegir cuándo decírselo? ¿Que tengo miedo? ¿Que quería que siguiera pensando que soy el mismo mocoso de metro cincuenta que conoció hace años antes de desaparecer? ¿Que no sé con qué cara mirar al enano? Todas son ciertas, pero seguro si me dejaban a mí elegir cuándo, se habría vuelto en nunca y si quería que fuese secreto de Estado debí decírtelo. Igual no puedes dejar a mi disposición cosas tan sencillas como contar algo por importante que sea de no ser que me lo ordenes, así que todo lo que hiciste fue ponerme en movimiento porque a mí me cerraron la boca con soldadura a los siete años o algo.

    Crucé los brazos, todavía apoyados en las rodillas, y eché el peso de mi cabeza sobre ellos. Algo de brisa me alborotó un poco el cabello, pero no me moví. Me pesaba el cuerpo, no era de incomodidad como tal, si acaso estaba dándole vueltas a qué haría con la situación y al final opté por dejarlo para después o me iba a chamuscar el cerebro. Tampoco sabía por qué habría entrado en modo cacatúa si ella había ignorado todo lo que dije antes como una campeona.

    —Además, Akkun es medio... ya sabes, Akkun. Puede que mi miedo ni siquiera tenga fundamento, porque hay gente capaz de amarnos con todo y nuestros errores, los elegidos y los de fábrica.
     
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