Azotea

Es que me cagaba en mis putísimos muertos, ¿cuántos días habían pasado desde que Cayden había soltado la bomba del príncipe francés? ¿Tres si acaso? Joder, ni me acordaba siquiera, lo tenía presente y tal pero no había considerado que tuviese que andar haciendo de niñero tan pronto cuando apenas iba saliendo de Sonnen. Había que ver a este montón de estúpidos, de verdad que disfrutaban sufrir como malditos perros por puro deporte, ¿quién cojones mandaba a Kurosawa a aceptar verse con el jodido lobito suelto este? Tenía que ser puto estúpida, por mucho que se hubiese fundido con su hermano, le faltaba la prudencia casi paranoica para saber cuándo meterse o no a jugar con el resto de piezas.

Entendía que quisiera cargárselo todo, era perfectamente comprensible, pero tenía que enfriar la maldita cabeza antes de empezar a hacer cosas sola, lanzando mensajes crípticos esperando que nosotros los atajáramos en el aire. Yako había querido mantenerla fuera de la mierda, pero ahora simplemente no había nada que hacerle, estaba hasta el cuello y lo mínimo que podíamos hacer era ofrecerle protección.

Pero la cabrona tenía que dejarse ayudar.

La dejé irse sin más porque claramente la fiesta se había terminado y en cualquier caso era improbable que Sonnen se hubiese ido a otra parte. Apenas se largó envié un par de mensajes, me guardé el móvil en el bolsillo con cierta fuerza añadida y eché la espalda contra la reja. No que lo demostrara como era normal, que de por sí vivía de mala leche, pero me estaba llevando el diablo.

Tomé aire, exhalé y me llevé las manos a la cabeza, rascándome las raíces del cabello de mala gana. Ojalá pudiese solo mandar a todos a tomar por culo, pero con Yako en el más allá a nosotros nos quedaba la responsabilidad, era lo mínimo que podíamos hacer.

Me había quedado allí esperando, no sé, que la mierda regresara a su lugar, que la puta ira regresara a niveles normales y de repente me pareció escuchar la puerta cerrarse. Al alzar la vista me sorprendió ver a la pelirroja, en otras condiciones le habría soltado alguna estupidez de inmediato pero si acaso reflejé su sonrisa y ya.

Con el rabillo del ojo la vi llevarse un cigarro a la boca, aunque viendo de dónde lo había sacado no creía que cargara más o mucho menos un mechero, así que no me sorprendió cuando alzó la voz para pedir fuego. Escarbé en los bolsillos, que entre toda la estupidez ni recordaba en cuál lo había metido, y cuando lo encontré me acerqué a su posición.

—Aquí tienes~ —dije mientras giraba la ruedilla, acercándole el mechero encendido para que hiciera lo propio.

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recién cuando vi que tenía que responder con arata me di cuenta que se lo está llevando la reputísima verga JAJASJHAJE así que tenemos blend de emputados aquí, qué linda es la vida

tHAT LIVES INSIDE OF ME, THAT WANTS TO TAKE ME HIGHER

 

En líneas generales no era de andar analizando a la gente, se podría decir que tendía a no ver mucho más allá de lo que me rodeaba inmediatamente. Podía prestarle mi tiempo a tal o cual, claro, podía preocuparme y ver de animar a alguien, pero no vivía pendiente del mundo. Al menos por fuera de mi familia, claro, y ahora Maze, si se quiere. El caso era que no se me dio por pensar que el rubio aquí lucía mucho menos ¿divertido? que de costumbre, sólo me acoplé a su mood y ya. Si acaso se me dio por sopesar la posibilidad cuando ya estuvo cerca y pude verlo mejor a la cara. Acerqué el rostro al mechero, inhalé y me quité el cigarro de la boca, ladeando la cabeza para despedir el humo en otra dirección.

Más o menos me acostumbré al sabor en mi boca, removiendo la lengua de pura manía, y le di otra calada antes de regresar la vista al chico. Solté el humo sin mucha fuerza y lo observé, por un segundo, a través de la cortina grisácea. Recién entonces me dio por conectar las neuronas.

—Thanks, honey. ¿Mal día?

 

No creía que esta chica fuese a interesarse demasiado en si tenía menos cantidad de comedia en sangre o no, es decir, no era nada mío y ya. Si acaso hicimos el tonto con el tema de levantarse cosas, en la fiesta y poco más. La verdad también podría haberle encendido el cigarro e irme, ahora que lo pensaba, pero solo consideré que cada uno seguiría en sus cosas.

La había subestimado se veía, porque luego de darle la calada al cigarro y soltar el humo preguntó, ante lo que me encogí de hombros y viendo que ya estábamos en esas me apoyé en la reja a su lado. Busqué el porro en el bolsillo, ni me molesté en preguntar si le importaba y lo encendí para darle un jalón. Al menos tuve la decencia de girar el rostro para no tirarle la nube blanquecina encima.

—Como el culo la verdad, pero qué más da —respondí junto a una risa nasal—. El tuyo no tiene mejor pinta, viendo que sacaste un cigarro del monedero, ¿o me lo estoy imaginando, Manos Ligeras?

 

No reparé en la posibilidad de que mi pregunta fuera a molestarle, en general la gente tendía a recibir con buena cara la preocupación ajena, así fuera de lo más liviana, y a eso me había acostumbrado. Tampoco era extraño que lo hiciera, quería decir, inmiscuirme. No perturbaba mi vida ni de coña, como si las mierdas que no me correspondían sólo rebotaran, y quizá fuera esa ventaja la que me permitía andar por ahí sacando diablos del armario de enseres y ofreciendo juguitos como si nada.

Porque eso eran.

No significaba nada.​

Seguí sus movimientos de reojo, en lo que sacaba el porro y todo eso, y me hizo gracia que todos los cabrones con los que me topaba últimamente se enchufaran hierba porque Daute también lo había hecho. Al final no la había probado en la fiesta, ¿no? Se lo pedí a Maze y de ahí no recuerdo bien por qué no ocurrió, pero eso. Despidió el humo en otra dirección y me llevé el cigarrillo a los labios, repasando el paisaje con la vista. Su respuesta no me sorprendió como tal y volví el rostro hacia él apenas me regresó la pregunta, jugueteando con el cigarro entre mis dedos. Meneé suavemente la cabeza, la sonrisa acompañó el gesto.

—No, cielo, ves bien. —Solté el aire por la nariz y una chispa de hastío se me coló en la voz cuando le eché algo más de peso a la reja, arrastrando el pie hasta engancharlo allí—. Abajo hay un par de cabrones comiéndose mi almuerzo y era fumar o matarlos, so here I am~ ¿Quieres?

Ladeé el rostro para verlo, agitando un poco la lata en su dirección, y una idea de mierda que se me había ocurrido en algún punto del recorrido hasta planta baja retumbó con fuerza, proyectándose en el espacio. Se superpuso con fragmentos de la conversación en los casilleros y me quedé allí, sopesándolo en silencio. Venga, era una locura, pero joder.

De repente me apetecía tanto.

 

Igual nos andábamos moviendo por espectros parecidos y ni sabía, vete a saber si habría recibido la pregunta con la misma livianidad estúpida si hubiese venido de, qué sé yo, alguno de los otros idiotas con los que me juntaba con más frecuencia. Realmente ni idea de cómo se lo hubiese respondido a la misma Riamu, pero como Pierce era, bueno, Pierce y significaba poco o nada solo lo dije y ya. No implicaba decirle nada a nadie que fuese a reaccionar de cierta manera particular más que con cierta cortesía que obligaba el deber.

Suspiré con pesadez al escuchar que claramente también le estaba yendo para el culo y no me di cuenta, pero fruncí el ceño cuando soltó lo de que dos idiotas se estaban comiendo su almuerzo. Si me lo preguntaba, matarlos sonaba perfectamente posible, comprensible y justificable, eso que ni sabía que era Alisha y su cómplice, pero daba más o menos lo mismo con lo desgraciado que tenía el humor.

—Y supongo que nadie quiere ir a prisión antes de los veinte —comenté con algo de diversión en la voz, pegándole el segundo jalón al porro.

La escuché preguntar si quería y agitar la lata en mi dirección, realmente no encontré motivos para rechazar la oferta así que estiré la mano, me hice con la soda y solté el humo antes de darle un par de tragos quizás algo más largos de lo que dictaba la etiqueta social cuando te ofrecían algo. Se la extendí de regreso luego de eso.

—¿Ahora el almuerzo se redujo a soda de cereza, un cigarro o un porro? Si fuera vodka seguro sería un almuerzo digno de la madre Rusia.

A ver, seguía sin ser el alma de la fiesta, pero las estupideces las soltaba aún sin siquiera filtrarlas. Se me ocurrió preguntarle por el pelirrojo, pero al final desistí porque no era yo de los que se metían así por la gracia en la vida de la gente, es decir, al menos no cuando me decían abiertamente que estaban teniendo un día de mierda.

 

No se me había ocurrido antes, probablemente, pero había una suerte de alivio diferente enlazado a la confesión de pecados con extraños o gente que a secas le importabas una mierda. Sin responsabilidades de por medio, sin culpa, expectativa, vergüenza, nada. Muchas veces nos frenaban de hablar o actuar las posibles consecuencias, ¿verdad? En el entorno cercano, más que nada. Había muchas mierdas que le ocultaba a papá, ni hablar a los niños, y ahora que sabía de la fijación de Maze con la armonía probablemente también quisiera cuidar eso.

Podían verse como consideraciones o correas a secas.

Pero si le soltaba a este cabrón que había matado a alguien, probablemente se riera y me preguntara que dónde había arrojado el cadáver así evitaba la zona. Su comentario de la cárcel me aflojó una risa breve.

—Precisamente, ¿te imaginas lo feo que quedaría en mi currículum?

Que dicho fuera de paso, de ir a la cárcel seguro me agobiaba más la idea de qué pasaría con los niños en mi ausencia antes que cualquier otra cosa, pero por suerte no era algo que debiera preocuparme.

Aceptó la lata y seguí fumando en lo que bebía, tranquila. En cuanto me la regresó la sostuve con la misma mano donde tenía el cigarro y la agité apenas, esbozando una sonrisa entre divertida y burlona.

—Media lata de soda y un cigarro, pero sí. —En verdad me importaba un coño, pero le imprimí el énfasis suficiente para que captara el mensaje. Me daba igual soltárselo así cuando muy probablemente también se la sudara—. Tenía unas cookies debajo del pupitre, pero a ver si no arrasan también con eso.

Bebí de la soda, dicho sea de paso, y decidí tantear el asunto pues porque ¿por qué no?

—Oye, digamos, ¿si yo te consiguiera algo tú podrías venderlo? —sopesé, distrayendo la vista en el cielo, y lo busqué apenas de soslayo—. Unos móviles, por ejemplo.

 

Una parte de que yo tampoco dijese un carajo como los introvertidos por excelencia venía por el hecho de que, bueno, me llevaba tirando la vida siendo el bufón de la fiesta para pretender ignorar la jodida ira que me cargaba encima. La otra venía de que cuando mi madre o mis hermanos me recibían en casa y preguntaban cómo estaba jamás les iba a soltar que pasaba de mala hostia ni que, por ejemplo, la hermana de mi amigo muerto se estaba juntando a charlar con los mismos que se cargaron a palos a su novio o que los chicos de los que había sido medio responsable se desmoronaban en soledad como castillos de arena sin que yo me enterara.

Mis preocupaciones eran mías, no se las traspasaba a nadie más, no interrumpía las vidas de la gente ni diciéndoles que un día me había ido para la mierda. De hecho yo mismo tampoco me echaba a morir ni nada, solo seguía con la vida como si nada pasara casi siempre. La única vez que me desmoroné fue cuando Yako la palmó, porque fui el primero en darme cuenta y venga, ¿qué tenía? ¿Quince años? Como para no entrar en crisis.

La falta de lazos, claro, cambiaba la historia. Si no me gustaba el compromiso era por una razón de por sí.

Su comentario del currículum me aflojó una risa sin gracia, al menos podía decir que tenía algo que añadir al currículum además de robo, consumo de drogas, venta de armas y quién sabe qué más. Si esta chica se cargaba al par que se comió su almuerzo, bueno, igual la sacaban antes por buen comportamiento... aunque claro, suponía que la gente no contrataba homicidas con facilidad.

Qué iba a saber yo, siempre existía idiotas como Allen que iba y me contrataba de tutor con estas pintas de haber estado en la correccional.

—Ups~ —contesté a lo de la media lata de soda y solté el aire con algo de fuerza al escuchar el resto—. Con lo bien que nos habrían caído unas galletas aquí, pero bueno. ¿La ventaja? Les puede sentar mal la comida a los cabrones porque otro se las está deseando~

No que yo creyera en esas mierdas, pero por la gracia colaba.

La vi beber con el rabillo del ojo y de repente soltó algo que un poco sí me sorprendió aunque no lo dejé ver. Le eché algo más de peso a la reja, me llevé el porro a los labios e inhalé, para luego dejar salir el humo despacio.

—Hace rato no vendo cosas que no sean cuchillos e información —admití sin más alzando la vista al cielo—, pero te puedo hacer el favor o que alguien lo haga por mí, sí.

 

Nadie nos había mandado a perder la inocencia, ¿verdad? Nadie nos había puesto un arma en la cabeza y nos obligó a asumir las responsabilidades que asumimos, pero por otro lado ¿había plan B? Quizá las cosas se hubieran dado diferente de contar yo con otro tipo de personalidad, de haber sido más huidiza o indecisa, qué sé yo. De no haber estado yo, era muy probable que papá se las hubiera arreglado para fortalecerse. Pero las familias de cualquier tipo funcionaban así, los grupos sociales a secas: sus miembros veían de encajar entre sí, asumían roles y compensaban deficiencias. Alcanzaban un equilibrio interno y el resto era historia. ¿Qué importaba cómo funcionara, en tanto lo hiciera?

Así dejáramos en el proceso las caras de crío.

Obviamente no iba a importarle que le echara en cara lo de la soda, pero aún así me alivió un poco su reacción tan liviana. Mantuve una sonrisa casual en el rostro y luego de lo de las galletas giré un poco el cuerpo para inclinarme apenas hacia él, ladeando la cabeza.

—Tenían chips de chocolate —susurré como si fuera secreto de Estado e inflé las mejillas al darme cuenta que ya las asumía totalmente perdidas. Suspiré con dramatismo agregado y regresé a mi posición, encogiéndome de hombros—. Anyway, siempre puedo hacer más y ya. Aunque no me quejaría si las cookies les destruyen el hígado, oye. Me enorgullecerían mucho.

Algo de gracia me seguía haciendo que el tío este me soltara las cosas tan fresco, como cuando peló los cuchillos a mitad de la fiesta y luego que estaba metido en cosas turbias como quien comenta del clima. Pero se seguía enlazando a la idea de que no nos importaba mucho y de ahí la liviandad, cosa que no desmerecía ni nada. Era agradable, si se quiere, pasarte todo por el coño de vez en cuando.

Alcé ligeramente las cejas y volví el rostro hacia él.

—A favor? Oh, dear, no —lo solté tan de repente que salió en inglés sin querer y me corregí, ampliando la sonrisa—. No pretendo que me hagas ningún favor, si estaba de hecho contratándote~ Puedes quedarte una comisión de las ventas, como...

Giré el cuerpo en su dirección, hundiendo el hombro en la reja, y crucé un pie frente al otro. Volví a golpetear las uñas en la lata, aguardando por su atención, y ladeé ligeramente la cabeza.

—¿Veinte por ciento~?

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me negaron la primera business talk así que me inventé otra (???

 

Igual la vida era una mierda bastante... ¿Sin sentido? Nos esforzábamos por un montón de mierdas para al final morirnos, fuese de una puñalada, arrollados por coches, de viejos, enfermos. Suponía que la única razón de existir era, bueno, vivir para morir con cierta dignidad. Yo me había arrancado esa posibilidad para evitar que los mocosos tuvieran que hacerlo, entregarse a la calle, a los putos vicios y el pánico a las sirenas.

Suponía que era el prototipo de un hijo de madre soltera de barrio rojo.

En sí nunca me había esforzado en ser diferente a nadie, esa lucha le calzaba a gente como Dunn, Sonnen y quizás si lo forzaba mucho a la propia Shiori. Yo solo era, si se quiere, un potenciador o un instigador para los demás y ya.

Todas las piezas tenían su función.

La pelirroja giró el cuerpo, se inclinó apenas hacia mí y me soltó que las galletas eran de chispas de chocolate. Negué con la cabeza con decepción impostada, aunque la verdad era que ya hasta se me estaban antojando las famosas galletas de verdad, y me desinflé los pulmones.

—No estaríamos almorzando media soda, pero allá están los cabrones con las galletas.

Cuando soltó lo del favor salió a la luz que, obviamente, teníamos conceptos de favor muy diferentes. Nunca dije que fuese gratis, pero pasaba que a esta sí habría tenido que hacerle la aclaración.

—Nunca dije que fuese gratis, rojita. Los favores en el mundo de sombras siempre se cobran, porque las deudas son una mierda. —Te podían costar huesos rotos, poniéndolo ligero. El caso fue que solté una risa por la nariz al escuchar que pretendía ofrecerme solo veinte por ciento—. ¿Tengo cara de aceptar la caridad? Las mierdas robadas no las compra cualquier diablo, no a buen precio por lo menos.

Además, si tenía que acudir a otro que tenía los contacto más a mano... Bueno, tocaba dividir la cuestión todavía más.

—Treinta y cinco.

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aquí tenemos business talks PORQUE LAS TENEMOS *patea una silla*

 

¿Y qué rol se suponía que aspirara a desempeñar? No me quemaba en la piel como tal, al menos no de forma consciente, pero al mismo tiempo una parte de mí sabía que no se contentaría siendo una camarera toda su puta vida. Llamarle orgullo, búsqueda de formación personal, rigurosidad, la mierda que sea. Tampoco había querido ni pretendido nunca fungir de madre y sin embargo ahí estaba, preocupándome por recoger a los niños y hablando con sus maestras si la situación lo requería. ¿Qué pensarían de que fuera una cría de diecisiete quien se presentara frente a ellas? Pobrecita, seguramente, mira que tan joven y teniendo que hacer esto.

¿Y su padre dónde está?

¿Los niños no tienen tías?
​

¿Abuelas?

Pobrecita.​

Y una mierda. Quizá me empeñara en quitarle importancia porque sabía que no la tenía, pero aún así no podía ignorar que muchas veces me movía o masticaba por orgullo. Como la mierda con Alisha y Joey, como negarme a Daute o tapar, tapar y tapar lo mucho que me jodían las putas miradas de lástima de ciertos adultos. No renegaba de mi parte del trabajo, la cumplía sin echarle encima una sola queja a nadie, pero eso no quitaba que aspirara a más, ¿verdad? Así no tuviera idea qué haría de mi vida luego de la graduación.

Me encogí de hombros para cerrar el asunto de las galletas y la soda, y cuando me aclaró el concepto de favor del bajo mundo, pues, fruncí un poquito el ceño y me quejé como una cría.

—Bueno, ¿y tengo cara de saber cómo hablan por ahí abajo? —No me molestaba como tal, si incluso me valí del comentario para bromear un poco—. Así que nada, tendrás que enseñarme un poco~

De haber sabido que a este cabrón precisamente lo habían contratado como tutor me habría descojonado, de verdad, porque las similitudes y al mismo tiempo las diferencias de ambas situaciones eran una joyita. Pero bueno, que relajé el semblante y repasé sus facciones al reírse y todo el resto. Sabía que le estaba ofreciendo poco pero así funcionaban estas cosas, ¿verdad? Quiero decir, ya ni era una mierda del bajo mundo ni nada tan under. Cuando vendía ropa de los niños en internet o cualquier cosa aplicaba la misma ley.

Le sostuve la mirada un par de segundos, con una sonrisa suave plantada en el rostro, y para la gracia también suavicé la voz.

—Veinticinco.

 

Se me soltó una risa de lo más sin gracia cuando soltó lo de que si tenía pinta de saber cómo hablábamos aquí abajo, le pegué un último jalón al porro antes de apagarlo y regresarlo al bolsillo. En sí era claro que no esperaba que esta chica cediera así nada más a mi porcentaje, que tampoco era la gran cosa realmente, en sí se veía que era tozuda para sus mierdas.

Solté el humo despacio, como pensándome el asunto y me puse a hacer cuentas al vuelo, es decir, tendría la pasta de lo de Allen, un porcentaje de lo de esta cría y luego el dinero que sacaba yo normalmente. No era que me fuese a volver rico de repente ni de coña, pero era un apoyo ahí, igual servía para comprarle golosinas a los críos cada fin de semana.

Es decir, no podía hacer mucho por ellos, las responsabilidades grandes, que llevarlos al médico sin de repente se enfermaban de algo, las reuniones de la escuela y esas mierdas las seguía tomando mamá, no porque yo no pudiese, sino porque... Bueno, las pintas no ayudaban. No quería que los profesores se les ciñeran con el "no vayas a terminar igual que tu hermano mayor", que para la gracia ya se los decían de tanto en tanto.

—No pasa nada, Pierce, te daré un curso intensivo de jerga —comenté un poco por la gracia, despegando la espalda de la reja—. Treinta, rojita, a ver si puedo llevar golosinas a casa con más frecuencia.

Lo solté pues porque sí, ni siquiera lo pensé e igual no mencioné a los enanos sin que hubiese necesidad.

—Pero igual podemos pensar en eso en lo que consigues las mierdas, de no ser que ya las tengas~ podemos concretar mañana o cuándo te quede mejor. —Saqué el móvil para revisar la hora y solté un suspiro hastiado—. Que igual se nos acaba el receso, joder, qué puta pereza.

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y por acá con el pendejo tururu

 

No que tuviera mucha idea dónde me estaba metiendo, ¿no? El rubio no se veía peligroso como tal pero qué sé yo, vete a saber, igual y andaba hundiendo la cabeza donde no debía. El caso era que las ideas habían empezado a apilarse, los otros dos cabrones habían unido fuerzas para seguir jodiéndome y, bueno, nunca había sido precisamente de las que se quedan quietas. Quería decir, el plan original había sido arrojarlos en el retrete, la piscina, el lago, donde fuera, y si en vez de eso podía sacarles cierto provecho, ¿por qué no cazar la oportunidad?

Entre toda la tontería me acabé el cigarro sin notarlo, carraspeé ligeramente y lo aplasté contra la reja para terminar de apagarlo, lanzándolo por encima de ésta para que cayera vete a saber dónde. Me hizo gracia que aceptara lo del curso de jerga y asentí, acompañando el movimiento con el cuerpo. Luego lanzó la que estimaba su última oferta y lo acompañó de un comentario que muy al caso no venía, pero otra vez, no me cuestionaba lo que soltara o no porque ya estaba visto que decíamos lo que nos salía de los huevos y al otro le daba igual. El caso era que imaginé estaría refiriéndose a algún hermano, menor si lo interesante eran golosinas, y me acoplé a su imagen repentina de hermano mayor sin mayor problema; porque lo entendía y ya, quizá.

Y a ver, me daba pena seguir negociando si lo que quería era comprar golosinas pero tampoco sería yo si no seguía mi plan original. Además, lo de los dulces me dio una idea repentina.

—Veintisiete —insistí, tozuda como pocas, y ensanché la sonrisa al picarle apenas un hombro con el índice—, y un montón de cookies para compensar el resto.

Lo solté con bastante seguridad, digamos, como si fuera mi última oferta, y de cualquier forma dijo que podíamos seguir tratándolo otro día. Razón no le faltaba, además ni siquiera tenía los móviles. Me lo pensé unos pocos segundos y me encogí de hombros, despegándome de la reja para empezar a caminar con pasos livianos.

—Fine~ Igual los fines de semana cuido a los niños, así que yo te busco la semana que viene cuando ya tenga las mierdas.

Se quejó de que el receso iba acabando y solté una risa ligera, acabándome la soda de un trago largo. No me apetecía ni un poco la idea de volver a toparme con los otros dos cabrones, pero no me quedaban muchas opciones y de todos modos me había distraído bastante, ¿verdad?

—Well then, see ya later, hon. —Chasqueé los dedos frente a su rostro pues porque sí, y amplié la sonrisa con una chispa de emoción infantil—. ¡Ya! El hechizo se acabó, hora de volver a la mierda.

Y qué sé yo, igual no era un robot y esperaba que a él también se le hubiera ido un poco la mala hostia.

Regresé los brazos tras la espalda, di un par de pasos en reversa y me fui sin más, preguntándome cómo debería proceder para poder cumplir mi objetivo sin acarrearme problemas.

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dejar de rolear con pau es lava

done uwu

 

Venga si no se me habría olvidado completamente que ese martes tenía cita en el médico, qué jodido desastre podía llegar a ser a veces. Digo, si hubiese recordado que iba a saltarme las clases de esa mañana, no me hubiese ido con Arata el lunes por la tarde a hacer travesuras~

...

Sí, claro.

La cuestión era que sí, tuve cita en el médico aquella mañana y, por fortuna, granny sí tuvo la cabeza suficiente para acordarse en mi lugar y encargarse de llevarme, para que no me quedase dormida o algo por el estilo. Que, a ver, los médicos no me causaban ningún conflicto (algunos me causaban otras cosas, si tenía que ser honesta), de hecho no me había quedado de otra más que preocuparme por mi salud con una madre trabajando en el campo y un padre tan... estricto con la forma física. Eso no quitaba, claro, que era un vaga de cuidado y me encantaba dormir, así que no culpaba a mi abuela de no fiarse.

Todo fue bastante bien, a decir verdad, y tampoco recibí ninguna sorpresa. Que sí, que me metía alcohol y tabaco en el cuerpo como si no hubiese un mañana, pero por otro lado también hacía ejercicio y granny se encargaba de que comiese como una persona decente cuando estaba en casa, así que me mantenía saludable a pesar de todo. Además, estaba convencida de que no había nada más saludable que follar, y mira que de eso sabía aprovisionarme bien. Que hablando de sexo, esos resultados iban a tardar un buen rato, pero tampoco esperaba sorpresas.

Por haberme portado tan bien durante las pruebas, la abuela me compró una bolsa de daifukus de lo más variada y, qué podía decir en mi defensa, adoraba unos buenos dulces y estaba en la novena nube comiéndomelos, aun si estábamos de camino a la academia que mucha ilusión no me hacía. Pero era lo que tocaba y, venga, si igual el Sakura era de lo más entretenido, sobre todo cuando estaba yo por ahí~

—Bueno, Alishita, yo me tengo que ir ya a coger el tren —anunció la abuela cuando alcanzamos la puerta de la escuela, no sin antes soltar un suspiro pesado—. Sabes dónde está el dinero para la compra, ¿verdad? ¿Y a quién llamar en caso de emergencia?

—Granny, for reals, I know~ C'mon, no es la primera vez que me quedo sola en casa.

—Pero nunca te he dejado tanto tiempo...

—Abuela, creo que después de haber venido a vivir a la otra punta del planeta con catorce años, quedarme dos semanas en una casa completamente provista no va a ser un gran reto, eh~ Además, ¿no vienes la semana que viene un par de días o algo así?

—Pues sí, pero...

—¡Nada de peros! I'll be fine~ Y tú sabes mejor que nadie que me voy a acoplar a comer con Joey la mitad de los días, so don't worry, yeah?

Aquello último pareció terminar de convencerla y pues, por regla general me hubiese ofendido, pero realmente quería que se fuese tranquila así que no había tenido mucho problema en tirar de la carta secreta para ello. Sí, Joey era la jodida carta secreta, ¿alguien esperaba cualquier otra cosa? En fin, que terminó de convencerse y con ello me plantó unos cuantos besos en la cara antes de alejarse finalmente hacia la estación de tren.

>>Bring us presents~

Me quedé fuera hasta que la vi desaparecer detrás de una esquina y, después de estirarme en toda mi extensión, me dirigí hacia el interior del edificio, aprovechando la parada en los casilleros para dejar la bolsa con las daifukus que me hubiese sobrado bien resguardados. Ja, eran míos, no se los iba a dar a nadie, hmpf.

Que, habiendo hablado de Joey, la verdad es que tenía que buscarlo y preguntarle si me había dejado el móvil en su piso o algo, porque no lo encontré en mi casa y ya se me agotaban las opciones, lo cual podía llegar a ser... problemático. A aquellas alturas había conseguido cortar el contacto con papá hasta el punto de que directamente me preguntaba para qué necesitaba el dinero cuando lo llamaba y, claramente prefería que fuese el caso, pero tampoco me gustaba tener que pedirle dinero tantas veces seguidas.

Se me agotaban las excusas creíbles, vaya.

No era el caso con mamá, que con ella sí hablaba a menudo, pero no tenía sentido pedirle nada a ella porque papá se acabaría enterando de una manera u otra y, contrario a lo que pudiera parecer, no quería causarles problemas.

Así que tenía que buscar a Joey y rezar porque estuviese en su apartamento, aunque eso iba a ser en otro momento, porque seguro el chico tenía sus cosas también y mira que tampoco pretendía ser una intensa... más de lo normal, es decir. Por eso acabé dirigiéndome a la azotea, aprovechando que ya no llovía, para fumarme un cigarro con el fresquito del día.

Eh~ No mucha gente se atrevía a subir con ese tiempo, así que parecía que iba a estar tranquilita~

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Holy shit, me paso una (1) unidad de semana sin rolear a ali y me tengo que clavar un tochaco en compensación JAJAJA anyways, nadie se tiene que leer su vida cuz this is puro relleno, but she is here por si alguien le quiere caer. Y si no, pues sin problemas, como siempre (?)

 

Me había dejado caer con la espalda contra la verja nada más encender el cigarro, echándole un vistazo el cielo en lo que le daba la primera calada al mismo. Eh, era todo un coñacete andar sin móvil, a decir verdad, pero supongo que si me empezaba a aburrir mucho podría ir a echarme un siesta en la enfermería o algo, que igual estaba algo cansadita por haber madrugado y todo el rollo.

En eso estaba, planeando lo que hacer con mi vida, cuando escuché la puerta de la azotea abrirse. Ah, y eso que justo había pensado que nadie iba a subir por el tiempo, such a bad luck~. Well, not that bad in the end, que giré la cabeza para comprobar de quién se trataba y me encontré a un chico de lo más guapo, al que por supuesto no tardé nada en dedicarle una sonrisa desde mi posición.

¿Que si estaba bueno? Oh, cielo, no tanto como tú, pero hace el trabajo.

—Pues la verdad es que no, sabe como la mierda —respondí, soltando una risa floja, justo después de haberle dado una nueva calada—. Pero es difícil quitarse el vicio~

Lo repasé con la vista de manera algo vaga, aprovechando aun la distancia para disimular el brillo felino que ya había adoptado mi mirada, y después de un rato me separé de la verja para acercarme a la pared dónde él se había apoyado, extendiéndole un poco el cigarro al alcanzarlo.

>>¿Quieres un poco, cotton boy~?

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Ali: *exists*
El univerdo: que le caigan husbandos dices

 

El chico aceptó el cigarro sin mayor complicación, pero con el attention span tan desastroso que todos sabíamos que tenía, dejé de prestarle atención a eso en cuanto se colocó las gafas de sol. Aproveché que me había quedado con las manos libres para llevarlas tras la espalda, entrelazándolas, y me incliné hacia delante para mirarlo desde esa abajo, con la curiosidad impresa por todo mi rostro.

Como una niña pequeña delante de algo que no ha visto en su vida, en definitiva.

—¿Eh~? ¿Y eso~? —canturreé, ladeando la cabeza mientras lo examinaba, dejando que la melena siguiese su camino en esa misma dirección hacia el suelo—. ¿Eres albino o algo así, cotton boy? ¡Ah! ¿Es verdad eso de que preferís salir de noche porque el sol es como muy malo para vosotros~?

A ver, ¿qué clase de persona simplemente preguntaba eso antes de tan siquiera saber el nombre del otro y, encima, asumía la respuesta antes de recibirla? Claramente, solo alguien tan estúpido como yo. Tampoco se podía esperar mucho de alguien que ya le había clavado un apodo al pobre chico nada más verle la cara, ¿verdad?

Me erguí justo después, cuando terminó de darle una calada al cigarro, y noté una sonrisa con cierta cuota de orgullo asomarme en los labios. Había dicho antes que sabía como la mierda, pues porque nunca había sido fan del tabaco normal y ahora no pasaba día en el que no me bajase unos cuantos cigarros, pero dentro de todo tenía la certeza de que no fumaba una mala marca y que, dentro de lo que cabía, no eran tan fuertes como otros.

>>Acábatelo si quieres~

Caminé entonces hasta quedarme a un lado de su cuerpo, giré sobre mis talones, notando la tela de la falda al seguir el movimiento, y me apoyé sobre la pared ahí. Giré la cabeza para seguir mirándolo aun desde esa posición y negué rápidamente con la misma, soltando una risilla divertida en el proceso.

>>Para nada. Siempre prefiero una linda compañía a estar sola~ ¿Y tú? ¿Acaso venías aquí en busca de algo de tranquilidad, pero a cambio te has topado con esta chica tan preciosa? Seguro que tu horóscopo decía que hoy ibas a tener mucha suerte~

 

Eh, qué chico más curioso~ Puede que se hubiese puesto las gafas de sol aquellas que disimulaban hacia dónde miraban y todo el rollo, pero sintiéndolo mucho ni con esas iba a lograr engañarme a mí, que parecía que tenía una especie de radar en el cuerpo para notar cuando la atención estaba puesta en mí y cuando no. Normalmente era bastante fácil, porque por regla general llamaba la atención de todo el mundo, pero eso no quitaba que lograse hacerlo incluso cuando no era tan sencillo.

La cuestión era que lo notaba, y por eso capté al instante que el chico este no me estaba siguiendo el rollo así como hubiese esperado. No que buscase desesperadamente la atención masculina ni mucho menos, pero me regodeaba en ella y, para qué mentirnos, me había acostumbrado tanto a recibirla siempre que quería que me resultaba un poco aburrido cuando no era el caso. ¿Caprichosa? Puede que un poquito~

Nada que hacerle, de todas formas, ya estábamos ahí y el tipo me estaba siguiendo conversación sin mayor problema así que podía trabajar con ello. Tampoco era como si estuviese especialmente needy ese día en concreto, so that's that~

—Sure, la noche es divertida and all, pero... ¡no podría vivir sin tomar el sol! ¡Ese es un mundo en el que no quiero vivir! Never ever! —negué con la cabeza mientras sentenciaba aquello último, con bastante vehemencia tenía que admitir, y acabé soltando el aire en una risa floja.

Ya había que tener huevos para decir eso cuando vivía en el jodido mundo de las sombras más de lo que este chico posiblemente jamás llegaría a imaginarse, pero una vez más, no había nada que pudiese hacer al respecto, I was a sunshine bitch.

>>¡Pues quizás tengas que hacerlo, sí! Anyways... Alisha, nice to meet ya~ —acabé por presentarme finalmente, extendiendo la mano hacia su lado para estrechársela, como una chica de lo más educada.