Azotea

Dio otra calada y soltó una risa, esta vez genuina, al escucharlo de nuevo.

—Hombre, ¿vives bajo una roca? —Le guiñó un ojo, juguetona—. Akaisa. Katrina Akaisa.

Hizo una reverencia dramática antes de apoyar la espalda contra la reja una vez más, dejando salir el humo de sus pulmones.
Ella lo tenía bien ubicado, por supuesto, tenía ubicados a todos los problemáticos de esa escuela de mierda, no solo los que se acercaban a Kurosawa como el imán de niños problema que era. Es más, sabiendo eso le sorprendía que el idiota de Joey no se hubiera acercado a ella, pero claro, la niña domaba perros, no picaflores de estos.
Lo miró de reojo.

>>Wickham, ¿cierto?

 

Se sonrió, ciertamente socarrón. Ahora que ambos estaban apoyados sobre la reja, la vio de reojo mientras jugueteaba con el cigarro en su mano. Conque ya lo conocía, ¿eh? Bueno, eso aceleraba harto las cosas.

—Ah, cariño —soltó, entre sedoso y burlón—. Me halagas~

Si sabía dónde se metía, no tenía nada de lo que preocuparse, ¿verdad?

Se giró sobre su costado, apoyando el hombro sobre la reja, y mantuvo el cigarro en la boca mientras encuadraba ambas manos como el lente de una cámara hacia ella.

—Dime una cosa, Katty, ¿te interesa la fotografía?

Había hecho especial énfasis en aquel apodo tan ridículo, incapaz de contenerse. Por alguna razón, quería... probar sus límites. De paciencia, de tolerancia, y también de otras cosas más.

 

Su ojo azul se posó en él en cuanto notó que se giraba y la enfocaba. Bufó al escuchar cómo la llamaba, picaflor tenía que ser el hijo de puta.
Le empujó la frente con el dedo índice, obligándolo a retroceder un poco y soltó una risa ronca.

—¿De qué clase de fotografía estamos hablando, niño bonito?

Una nueva calada.

>>Tengo mi agenda ocupada, guapo —mintió, obviamente, estaba en el club de arte y seguía con sus malditas notas perfectas a pesar de ser un desastre, pero no era que se desviviera por ello—, pero vamos a ver si me convences~

 

Había cerrado un ojo por reflejo cuando Katrina le picó la frente, obligándolo a retroceder. Se llevó una mano a la zona y la vio, divertido, cuando le respondió. Oh, ¿no lo había rechazado de plano?

Interesante.

—Hmm, ¿la que quieras? —sopesó, guardando la mano libre del cigarro en el bolsillo; con la otra, mientras tanto, gesticulaba de acá para allá, la columna de humo siguiendo sus movimientos—. Solemos establecer temas semanales, y tenemos varios tipos de cámaras para probar. Yo uso analógica.

Sacó, entonces, su cámara de la morral que llevaba atravesada al costado del cuerpo. Le hizo unos ajustes rápidos y, dejando el cigarro en su boca, se llevó la cámara a los ojos. Una vez comprobó que se viera bien, le extendió el aparato a Katrina.

—Deberías poder verme bien —indicó, acercándose a ella—. Si no, con esta rosca de aquí regulas el enfoque. Con esto puedes modificar el diafragma; ah, sí, eso es...

Se había parado bien cerca suyo, claro, y le daba las indicaciones en voz baja y pausada, aprovechando la diferencia de estatura para inclinarse y hablar junto a su oído. Cuando exhaló el humo, lo hizo hacia el otro lado y, dando por finalizado el cigarro, lo arrojó al suelo y lo aplastó con la punta del zapato.

—¡Muy bien, Katty! —exclamó, posicionándose donde estaba antes—. Sácame una foto. Es tu examen de ingreso.

 

No había que ser muy espabilado para ver lo que estaba haciendo el niño bonito, con esas indicaciones, ese tono de voz y la cercanía. ¿Examen de ingreso? Era una niña rica, joder, había tocado cámaras más de una vez, pero no tenía tiempo para su orgullo usual. Qué va, iba a sacarle provecho al niño inglés.

—No necesito una cámara para verte bien~ —ronroneó antes de que se separara de ella.

Katty. Katty te puede partir el culo y quién sabe qué más.

Se colocó lo que quedaba del cigarrillo entre los labios y se despegó de la reja, buscando el lugar adecuado, pero ahí arriba con ese puto sol de mediodía... bueno, supuso que algo se podía hacer.
Se acuclilló, en un movimiento fluido que hizo agitarse su melena bicolor, trasteó la cámara hasta lograr más o menos lo que quería y disparó.

>>Guapo, atrapa —dijo a la vez que fingía arrojarle la cámara y le guiñó un ojo prácticamente después, mientras volvía a su lado para regresarle el aparato.

 

Soltó una risa presumiblemente encantadora —o, al menos, solía funcionarle— ante su primer comentario, y la siguió con la mirada adonde fuera mientras buscaba el ángulo ideal para la foto. Ah, Baird tendría que perdonarlo algún día por usar el club para ligar.

Aunque llevaba haciéndolo tres años ya.

—Muy bien, preciosa. —Recibió la cámara que Katrina le extendía, rozando sus dedos en el proceso, y le sonrió—. Cuando la revele sabrás el resultado del examen. Suerte~

Se despidió sin más, agitando la mano mientras comenzaba a caminar, cuando ¡oh! recordó algo de repente.

Sí, claro.

—Ah, cierto. —Volvió sobre sus pasos y sacó el móvil del bolsillo, agitándolo risueño frente a la chica—. ¿Me pasas tu número? Así puedo... informarte de tu desempeño~

 

El resultado del examen.

Soltó una risa ronca mientras lanzaba la colilla al suelo y la pisaba para extinguir la chispa. Le daba absolutamente igual, como una cantidad increíble de cosas, pero no era tan estúpida para desperdiciar la oportunidad de pasar un buen rato y se le daba increíblemente bien actuar con tal de conseguirlo.
Lo vio alejarse y, obviamente, regresó.

Tomó el móvil que extendía frente a ella y tecleó rápidamente... un número al azar. Si quería algo, que la buscara, no es que fuese a costarle demasiado encontrarla. Se acercó aún más y deslizó el móvil dentro del bolsillo de su uniforme.
Alzó su mirada a él, con una sonrisa en el rostro, y finalmente lo tomó del gakuran, atrayéndolo hacia ella y le estampó un beso en la comisura de los labios. Lo soltó casi de inmediato y empezó a alejarse.

—Bye bye, niño inglés —canturreó.

 

Vaya, el beso lo había agarrado desprevenido. Es decir, no es que se estuviera quejando ni nada, pero su estilo tendía a ser... ¿más activo? O dicho en otras palabras: solía tomarle más trabajo adivinar las intenciones de las chicas. A la mayoría le gustaba regodearse y fingir desinterés al saberse objeto de deseo de alguien, pero esta chica...

Se sonrió, mientras la veía alejarse. Definitivamente iba por lo que quería.

Y eso le gustaba.

—¡Nos vemos, preciosa! —se despidió desde atrás, aguardando por que se marchara antes de emprender su camino también hacia abajo.

¿Qué debía hacer ahora? ¿Hablar con Baird? ¿Seguir reclutando gente? En medio de sus cavilaciones, el móvil en su bolsillo vibró y lo chequeó casi con movimientos automáticos. Era Bleke.

"Tenemos asuntos que atender, reúnete conmigo en la biblioteca luego de las clases de la tarde".

¿Asuntos que atender? Eso podría sonar bien, pero la parte de la biblioteca lo arruinaba. Soltó un bufido y se encaminó hacia las escaleras, guardando el celular tras responderle el emoji del pulgar arriba. Qué pereza la biblioteca, ¿no podían verse en otro lugar? Como... ¿el almacén del gimnasio, por ejemplo? Soltó una risa ante la idea y se rascó la nuca. No tenía remedio, ¿eh?

No pensaba en otra cosa, el muy cabrón.

 

Contenido oculto: Les dejo mi mood porque puedo

Caminó hasta estar en medio de la azotea y cerró los ojos al sentir la brisa rozarle las piernas a través de las mallas de rejilla. Finalmente se volvió hacia las tres chicas.

—Bienvenidas, señoritas —dijo mientras se sacaba el cigarrillo de los labios—, to the pit of darkness.

Era gracioso, ciertamente, teniendo en cuenta que estaban en la parte más alta de la academia, pero bueno no todo era siempre literal.
Respondió entonces la pregunta de Alisha.

>>Asumo que el idiota de Wickham necesitará una botella, ¿o no? Vacía, para variar. Ya sabes, cliché de fiestas de adolescentes idiotas. —Dio una calada mientras se alejaba para acercarse a la malla de azotea—. De todas formas, supongo que solo sería bueno ir viendo qué tenemos...

Shiori tragó grueso al escuchar la primera parte.

La mayor empezó a sacar las botellas, con cuidado de que no fuesen a resbalársele e irse a la mierda. Si había algo triste era derramar alcohol, ¿no? Vodka, tequila, varias cervezas en lata, una cajetilla de cigarrillos que no era la propia, un par de mecheros que obviamente el estúpido de Wickham iba a dejarse; y había tenido, tan siquiera, la decencia de traer una caja de jugo de naranja, por si había alguien que no quería matarse directamente con un trago desde el inicio.
Tenían, además, las patatas que había traído Alisha.

—Lo voy a decir de una vez, princesas, no quiero ver a nadie vomitando aquí. Si empiezan a sentirse mal, lárguense a los baños.

 

Alisha Welsh

—Podríamos vaciar un botella entre nosotras antes de que venga Joey —dije, con una sonrisa divertida, agachándome para mirar las botellas de alcohol que Katrina había elegido—. Just kidding~

Asentí con la cabeza al ver la variedad de la misma y volví a ponerme en pie, casi de un salto, dándole unas últimas caladas al cigarro antes de tirarlo al suelo y apagarlo con la punta del botín.

>>Eso recuérdaselo a los que vengan ahora, yo en el peor de los casos me quedo dormida —reconocí, finalmente, levantando las manos de manera inocente antes de volver a reír ligeramente.

Robé otra de las patatas y comencé a mordisquearla, acercándome de nuevo hacia Katrina.

>>Hey, hey, ¿quién crees que acabará peor antes? Mis apuestas van para Konoe o la albina, Jezebel —le murmuré, sonriente.

 

Soltó una risa sin gracia.

—Te metí en el saco solo porque estabas aquí, el comentario realmente, iba para las otras dos señoritas —dijo mientras se incorporaba—. Tú bebe hasta el agua del florero si te sale del coño, Alisha.

Permaneció quieta cuando la rubia volvió a acercarse a ella, esta vez para decirle otra cosa.

>>Usagi-chan, sin dudas —respondió de inmediato. Aunque también le apostaba a Suzumiya y a Kurosawa, no había olvidado a Hodges. Quizás se le fuera la mano también, había que ver.

¿No darle problemas a sus hígados? Ingenua.

Miró la hora en el móvil. Puto inglés, no tenían toda la noche.

 

Su ingreso a la azotea fue tan repentino que prácticamente pateó la puerta, teniendo ambas manos ocupadas, y ésta giró en redondo hasta chocar contra la pared. Joey dio un respingo suave ante el impacto y se giró hacia las allí presentes. Muy bien, justo a quienes quería ver... y Suzu-chan con aquella morena de segundo. ¿Cómo era? ¿Kurosawa?

—Ups~ —Soltó una risilla mientras dejaba en el suelo, junto a Akaisa, todas las mierdas que traía encima—. Buenas noches, señoritas. ¿Me extrañaron? Los demás ya están subiendo y diría que no falta nadie, ¡así que vamos a organizar esto! Ah, Katty-chan, yo movería las botellas hacia allá. Van a correr menos peligro~

Le dedicó una sonrisa inocente, que contrastaba bastante con todo el plan macabro que se habían montado. Parecía dispuesto a agarrar la batuta de la organización y... de hecho, así era. Se acuclilló y empezó a preparar lo que había traído, tanto en las bolsas como en una mochila: se trepó al techo de la azotea y dejó allí un parlante inalámbrico ya encendido, ordenó junto a las botellas algunas bolsas de snacks que había comprado, y agregó algo de arsenal al de por sí cargado armamento. Más latas de cerveza, un salero, algunas limas, y también unas botellas de gaseosas.

Siempre pensando en los pobres.

Se incorporó, orgulloso, una vez estuvo todo dispuesto, y sacudió las manos entre sí. Recién entonces se permitió echarle un vistazo a las damas y, bueno, lo que vio le gustó. Claro que sí.

—Señoritas, permítanme decirles que son un deleite para la vista esta noche. —Sacó su llavero del bolsillo, en el cual siempre llevaba un abrelatas, y destapó una cerveza de litro. Le dio un trago largo—. Esta será la botella de la muerte, así que denle cariño y tomen todas. ¡Es para la buena suerte!

Se la alcanzó a Alisha, risueño, y aprovechó la cercanía para correrle el cabello del hombro y estamparle un sonoro beso en la mejilla. Su voz, aún ligera, conservaba una nota sedosa, casi provocativa, que probablemente usaría mucho esa noche.

—Qué bonita estás, Ali-chan~

Era bastante seguro que fuera el más informal de todos. Llevaba unos pantalones verde musgo, junto a los borcegos marrones, la camiseta blanca y el sweater gris perla. Se había atado el cabello en una coleta desprolija y encendió un cigarro de los que tenía en el bolsillo, dándole una primera calada.

Que la diversión comience.



La vaga descripción física de la tal Kurosawa le había servido, al menos, ya que recordó a una chica así que iba a su aula. Bueno, el lobo no andaba solo. Le daba algo de pereza, pero también le resultaba un poco interesante. Soltó un simple "eh~" en respuesta y guardó silencio hasta alcanzar la azotea. Llevaba el palillo de la paleta en la boca, aunque la golosina de por sí estuviera casi muerta, y la movía de acá para allá mientras le echaba un vistazo a todo y sentía la brisa nocturna. Ya había música, idiotas y por allá... sep, mucho alcohol.

Bueno, era esperable.

Se giró hacia Vólkov y le sonrió, pasando un brazo sobre sus hombros.

—¿Lista, princesa? —Se acercó a su oído para agregar, algo divertida—: Cualquier cosa di que no te gusta, no que jamás probaste, si no jamás se rendirán.

De alguna forma, tenía la sensación de que los ánimos de aquel desastre se le habían empezado a pegar encima; como si ya estuviera dispuesta a divertirse, hacer lo que le viniera en gana y hasta emborracharse si pintaba. Le echó un vistazo a todos ahí y se sonrió, reparando incluso en la silueta de Kurosawa y el imbécil de Wickham.

Pero bueno, qué gente tan bonita.

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ya me dieron ganas de ir a una fiesta y romperme todo, jesus

 

Katrina se había dedicado a cambiar las botellas de lugar rápidamente, con el cuidado y la velocidad suficiente que evidenciaban que lo habría hecho mil veces antes.
No le dijo nada realmente al inglés y tampoco bebió de la botella de litro que había abierto, en su lugar sacó una lata y le dio un par de tragos largos.

Shiori, sin embargo, reaccionó diciendo las palabras que la mayor había querido soltar ante la idea estúpida de la botella de la muerte.

—Ni de coña —atajó y su voz sonó brusca.

Ya se había bajado la mitad de una lata, con eso le bastaba por ahora, además de verdad sabía a mierda.

>>Katrina, ¿no tien-

La frase se cortó en seco cuando distinguió la silueta pálida de Jez Vólkov, junto a su compañera de clase y, por rebote, Altan. El muchacho realmente no se molestó en mirarla, se había limitado a encender un cigarrillo que seguro llevaba deseando fumar desde la mañana.

Apartó la vista, suspirando con pesadez, ya ni siquiera recordaba qué iba a preguntarle a Akaisa realmente. Aún así, fue su voz la que atrajo su atención.

—Bienvenido, Usui-kun~ —Había canturreado cuando pasó cerca de él mientras movía la última de las botellas y las cosas de Alisha.

Shiori se congeló en su lugar, allí con la reja tras la espalda, y no alzó la vista hacia él hasta que se dirigió a ella directamente.

"Hey".

Ah, mierda. Eso no estaba bien, ¿o sí?

El hecho de que por primera vez al verlo su mente arrojó el pensamiento, a pesar de ser perfectamente consciente.

El hijo de puta estaba bien hecho.

Ya basta, Shiori.

Además, ¿qué pasaba con eso? Con aquella necesidad casi imperiosa de que la besara, allí frente a toda esa gente.
Si no eran novios. Ella lo había dicho, no lo eran, pero igual se habían comido la puta boca apenas dos días después de esa aclaración.

No quería de por sí recibir una respuesta a la pregunta tácita que había entre ellos. La aterraba hacerlo.

Arrugó los gestos al pensar en ello, pero pudo pasar desapercibido puesto que tenía la vista en Suzumiya, quien acababa de beber de la botella que había abierto Wickham.

—Viniste —soltó en lugar de cualquier cosa que pareciera un saludo. ¿Había sido siempre tan inadaptada para saludar a la gente? Despegó la mirada de Suzumiya, para posarla en él una vez más—. ¿Algún día dejarás de hacerle caso a las estupideces que te pido?

Lo había soltado así, sin más, sin aviso siquiera e incluso había tenido al descaro de dedicarle una sonrisa, a pesar de que estaba hecha un manojo de ansiedad.


La piel se le erizó cuando sintió que Anna se hablaba al oído y el color le subió al rostro de inmediato.

—De acuerdo —respondió, rígida, mientras cruzaba las manos bajo el pecho.

La música... No era la idea más sabia de todas, ¿no? Hasta ella lo sabía, de hecho era raro y solo se salvaba por el hecho de que la academia no tenía casas cerca.

Bueno, en realidad, si se ponía a pensarlo, las ideas de Joey parecían en general bastante... Tontas. O al menos tenían huecos importantes.

Todavía le quedaba algo a la golosina que le había regalado Anna, la masticó y soltó un pesado suspiro.

No tenía muy buena pinta eso, ¿o sí?

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Aquí roleando a las putas 5:30 am jsjsj btich wtf r u doin with ur life

 

Alisha Welsh

—¿Eh~? Que fría~ Y yo que pensaba que estabas preocupada por mí~ —me quejé con tono infantil, haciendo un mohín.

Poco después, sin embargo, recuperé la compostura como pude para escuchar su respuesta. Reí ligeramente, asintiendo con la cabeza. Más le valía a Joey saber lo que hacía porque era claro que aquella chica no estaba para nada acostumbrada a este ambiente, diría que incluso menos que Konoe.

Y hablando del rey de Roma, el inglés llegó como un tornado a la Azotea, llamando la atención de todos los presentes, yo la primera. Lo recibí con una sonrisa encantada y me acerqué a su posición casi dando saltitos. Al fin, partner in crime! Cuando lo vi con todas aquellas cosas encima, sin embargo, entendí porque había tardado tanto.

Se notaba que tenía ganas de todo aquello.

Lo dejé hacer cuando se acercó a mí, con una sonrisa algo tonta.

>>Thank you~ Me doy un 9 de 10, ¡por lo menos! Tú tampoco estás mal, aunque te he visto mejor en otras ocasiones.

Mientras bromeaba con él, me dispuse a alcanzar la botella que me estaba extendiendo pero... desapareció. Ni siquiera fui consciente de que Konoe se había acercado hasta que la vi dándole aquel trago a la cerveza y tosiendo después. Le di un par de palmadas en la espalda mientras me hacía con la botella de su mano.

>>Konoe, relax, no tienes que cometer todas las estupideces de golpe.

Y tras decir aquello, le di mi propio trago a la botella antes de volver a extenderlo, hacia el resto. Bueno, ya estábamos todos, ¿no? Que empezase la diversión de verdad~

* * *
​

Emily Hodges

A los demás no les dio mucho tiempo de responderme porque pronto apareció otro chico lleno de bolsas que nos indicó que efectivamente teníamos que ir a la Azotea. Sentí de nuevo un rubor asolando mis mejillas al escucharlo cuando se dirigió a mí, y con repentino pudor tiré ligeramente de la parte baja del vestido.

Ugh, estaba siendo demasiado tonta.

Subí junto al resto a la parte de arriba y no pude evitar soltar un "oh~" lleno de sorpresa cuando vi la escena. Era tan extraño ver tanta gente en la azotea, tan diferente, encima de noche. Las vistas eran preciosa y de alguna manera me ayudaron a calmarme mientras entraba más al lugar.

Con la vista busqué algún rostro conocido pero solo fui capaz de reconocer a Akaisa y Kurosawa. Planeaba acercarme a esta última, al menos pensaba que me sentiría más segura estando con ella pero entonces me di cuenta de que Usui-senpai se había acercado ya a ella y... sí, mejor sería no molestarles.

Con un suspiro me alejé hacia donde parecía que había más actividad y miré con cierta curiosidad la botella que aquella rubia estaba extendiendo. Había ido ahí con un objetivo, ¿verdad? Además, tampoco parecía ser la única que no parecía encajar con toda la situación así que no estaba tan sola.

Pero me había decidido a encajar. A disfrutar aquella noche y pensar solamente en mí, en nadie más. Así que movida por una repentina adrenalina, fui la siguiente en hacerse con la botella y darle un trago a la cerveza.

Fruncí el ceño cuando la aparté de mis labios, ¿todo el alcohol estaba tan malo? Tenía que haber algo que supiese mejor, si no, no lo entendía. Sea como fuere, fue también aquella extraña adrenalina la que me hizo acercarme, finalmente, a Katrina.

—¿Acaso lo que hay en esa lata está más bueno que lo que hay aquí? —pregunté, moviendo ligeramente el líquido que había dentro de la botella que estaba sujetando—. ¿O solo te gusta ser especial?

Y ahí iba, la nota de suicidio.

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Dios santo, yo también tengo unas ganas de irme de fiesta y liarla, aunque ni de lejos sería como el desmadre que van a montar estos (?)

 

Se había mantenido medio al margen después de eso, simplemente observando las piezas en el tablero. Ellos tres, los cabecillas del maldito infierno, Konoe, Kurosawa, Usagi-chan y Hodges, las cuatro que en condiciones normales no estarían allí, finalmente Sonnen, Usui y la sorpresita de la noche, la chica de la coleta teñida de rosa.

Se llevó la lata a los labios una vez más y con ella logró encubrir la sonrisa que se le había formado en los labios cuando la morena se acercó a ella. Su pregunta, fue, por demás, una forma distinta de decir lo que también Kurosawa había pensado de la cerveza.
Para cuando se retiró el envase de la boca, la sonrisa ya había desaparecido, pero no la chispa en sus ojos.

—Puedes intuir la respuesta correcta, ¿o no, Emi-chan? —Se acercó a ella, para hablar cerca de su rostro—. Me gusta ser especial, además, no me hace mucha gracia seguir las órdenes de nadie.

Extendió la mano libre para rozarle la mejilla.

>>Por cierto, lindo vestido, querida. Me sorprendes gratamente.


Cruzó los brazos bajo el pecho, como si buscara atarse a sí misma, casi como si pretendiera contener el impulso de ponerle las manos encima. ¿No era así cómo funcionaba? Era como la compulsión de Katrina, la de arrancarse piel de los dedos, si tenía las manos ocupadas en otra cosa de forma consciente simplemente no ocurría.

Encima, no podía actuar de la misma manera en que lo había hecho con Altan, ¿cierto? En realidad podía, podía y peor, porque Hiroki no ponía resistencia, no pretendía llevar el control.

Pero pedirlo, exigirlo casi.

Bésame.

No. Ni en joda.

No allí por lo menos.

¿Qué?

Deshizo los brazos que había enredado en torno a su cuerpo, para luego quitarse el cabello de los hombros con un movimiento de mano. La voz del muchacho volvió a llamar su atención y sus palabras lograron arrancarle una risa genuina.

—Es improbable —admitió mientras despegaba la espalda de la reja. Aunque lo cierto es que de todas las estupideces que pedía, esa había sido una de dimensiones increíbles. Lo miró de reojo, sonriendo ligeramente—. Además, últimamente mis estupideces te hacen sonreír y voy a tomar eso como una absoluta victoria.

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me meo con Kat y Shiori en este desastre

also 2020 regresame mis noches de borrachera y de comer helado en media calle después de comprarlo en un minisuper al salir del bar me cago en todo *angry noises*

 

Emily Hodges

Nada más terminar, dejé la botella en el suelo, algo separada de nuestra posición y para cuando me reincorporé, Katrina ya había decidido invadir mi espacio personal de nuevo. Pero en aquella ocasión estaba preparada... o algo más que en el patio.

No me puse taaan nerviosa, al menos le pude mantener la mirada, pero no podía controlar mi facilidad para sonrojarme y ahí estaban otra vez mis mejillas de ese color rosado. Ni siquiera el maquillaje podía disimular eso.

—Oh, qué curioso, seguir órdenes es lo que a mí se me da bien, ¿debería enseñarte?

No tenía ni idea de dónde había salido eso pero había salido. Lo había dicho con mis propios labios, sin ningún tartamudeo. Eso había sido un buen avance, vaya que sí.

Claro que, lo tuve todo bajo control hasta que habló del vestido y, en definitiva, mi aspecto. No podía evitarlo, cada vez que me decían algo sobre ello, por muy bueno que fuese, me moría de nervios.

>>Ah, ¿te... gusta? —subí entonces una mano para comenzar a jugar con uno de los tirantes del vestido, apartando finalmente la vista hacia un lado—. La verdad es que no sabía que ponerme así que... gracias.

Tras quedarme unos segundos en silencio acabé por mirarla de nuevo, en aquella ocasión dirigiendo mi vista hacia su cuerpo también al darme cuenta de que no podía simplemente acabar la conversación así.

>>Oh, t-tu conjunto también está muy bien...

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Oh baby, you are such a mess i love it