Azotea

Alisha Welsh

—Mhm~

Una especie de gemido quejumbroso se me escapó de los labios cuando sentí que me tiraba de las mejillas y en cuanto me soltó, fruncí el ceño, acariciándome las mismas con la palmas de las manos.

Iba a quejarme, en realidad, pero al final siguió hablando y no pude decir nada más. Porque dijo que no me odiaba y era lo único que necesitaba oír para recuperar los trozos rotos y seguir como si nada.

Podía olvidarlo todo si él me ayudaba a hacerlo.

>>Uhm... —murmuré, bajando la mano hasta su camisa para jugar con el cuello de la misma y bajar la vista hacia esa misma zona—. Me alegra que no fuese serio, pretty boy~

Yo había hablado de más, era consciente de ello, y no esperaba que él hiciese lo mismo. Él tampoco esperaba que yo insistiese, y sabía que no ganaría nada si lo hacía.

Me volví a inclinar, pero en aquella ocasión ya no pude aguantarlo; dejando ambas manos sobre su cuello, simplemente uní mis labios a los suyos y lo besé. Se daría cuenta, por supuesto, de que estaba prácticamente desesperada por devorarlo pero qué más daba.

No me quedé del todo satisfecha, pero me separé cuando sentí que al menos había cumplido un poco con lo que necesitaba.

Y era lo único que yo podía darle, también.

Me quité finalmente de encima suya y volví a sentarme a su lado, dejando caer la cabeza sobre su hombro con un suspiro lleno de cansancio.

>>Odio los lunes.

 

Todo prosiguió acorde a lo esperado. No preguntó, no insistió, alcanzó mi cuello y me besó. Allí estaba de vuelta, la estabilidad de dos idiotas que necesitaban mantenerse estáticos para soportar el peso del otro.

Así de frágiles éramos.

Le correspondí antes de darme cuenta que lo había hecho de forma automática. Mis manos buscaron la hondonada de su cintura aunque no presionaron, simplemente se apoyaron allí. Seguí su ritmo, sin oponerme ni intentar dominarlo o modificarlo. Me tomó un par de segundos darme cuenta que... no sentía mucho nada.

Vaya.

La dejé acomodarse a mi lado y cuando recostó la cabeza en mi hombro, yo hice lo mismo sobre su cabello. Me llegó el aroma de su shampoo.

—Son una ladilla —acordé, riendo bajo, y me puse a juguetear entre sus dedos—. Encima las pruebas físicas hoy, ¡y con este frío! La directora debe odiarnos en secreto y pretende matarnos, no tengo pruebas pero tampoco dudas.

 

Alisha Welsh

Podíamos ignorarlo si queríamos, ¿verdad? Que esta conversación no había pasado, que habíamos pasado directamente al beso y poco más. Y seguramente lo haríamos ambos, en una especie de pacto silencioso, porque así de estúpidos éramos. El mismo par de estúpidos.

Dejé que jugase con mis dedos sin inmutarme demasiado y simplemente cerré los ojos, con una sonrisa divertida.

—Right? Such a bitch~ —me quejé, con cierto tono infantil—. Pero no te quejes, al menos vuestro uniforme es más decente, que Dios se apiade de nosotras~

 

—¿Hmm? Bueno, si el nuestro es decente el de ustedes es un deleite para los sentidos~ —Soltó una risilla relajada y se relamió los labios—. Al menos yo le agradezco a Dios por semejante bendición.

¿Qué hora sería? Debía estar por comenzar el primer período y ya que se había dignado a aparecer en la escuela, pues más le valía no perdérselo. Si no, habría hecho todo por nada.

Ya estaban ahí otra vez, ¿verdad? Las benditas máscaras que intercambiaban, como auténticos kitsunes.

—Oye —la llamó, bastante distraído, aunque una sonrisa divertida revoloteaba en sus labios—, ¿y si hacemos un baile de máscaras?

Así le funcionaba el cerebro, bastante... aleatorio. El piloto automático le permitía conservar ciertas cosas estáticas. Su relación con Alisha, su temperamento aplacado, la reputación que debía mantener como Joey Wickham.

—A masquerade~ —repitió, saboreando la idea, y su sonrisa se ensanchó un poco más—. So romantic.

 

Alisha Welsh

Negué con la cabeza ligeramente, riendo, y me encogí de hombros. Ni modo de negárselo, si yo era la primera que se aprovechaba de las vistas de aquellos uniformes de gimnasia. Pero era una pena, no quería que ninguna de las chicas tan lindas que había por ahí se resfriase~

Y eso había sonado tan a Joey que no pude evitar que la sonrisa se me ensanchase un poquito más.

Cuando lo escuché después, sin embargo, tuve que levantar la cabeza para mirarlo, con el ceño fruncido y una clara expresión de confusión por todo el rostro. Pestañeé un par de veces, sin decir nada... y pronto mi rostro pasó a mostrar una emoción casi pueril.

—Eh~ —acabé entrelazando mis dedos a los suyos y giré el cuerpo para verlo mejor—. No sé de donde sale... but i'm super in! ¿Qué se te ocurre? Seguro ya lo tienes todo montado en esa cabecita tuya, Wickham~

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Que alguien nos separe (???

 

Recorrió las facciones de Alisha con cierta calma, a medida que la muchacha pasaba de la confusión a la emoción. Su reacción le arrancó una sonrisa un poquito más genuina y se encogió de hombros, masajeándose la mandíbula.

—No realmente, se me acaba de ocurrir y siempre tienes la primicia de mis ideas locas. —Le guiñó un ojo, puede que más a fuerza del recuerdo que tenía sobre el Joey usual, y se inclinó hacia ella, confidente—. Pero si hacemos un baile de máscaras, esta vez nos robaremos el salón de actos. Hasta podemos diseñar invitaciones y todo, ¡un concurso de Rey y Reina del baile! Sería bastante divertido... e ilegal.

Ah, tendría que colarse de nuevo en la oficina de la Directora, pero bueno. Quizá consiguiera la ayuda de aquella muchacha extraña otra vez, la del club de ocultismo. Podía venderle la fiesta como una celebración oscura y elegante donde portaran máscaras para que los vampiros puedan infiltrarse entre ellos... o algo así. Ya se le ocurriría.

Podía ser un idiota académico, pero para esas cosas su cerebro solía ponerse a mil por hora.

—De momento, podríamos empezar armando una playlist colaborativa —propuso, sacando su móvil del bolsillo—. Quiero canciones en francés, Ali-chan, así que más vale investigar.

 

Alisha Welsh

Podría jurar que mis ojos brillaron con más intensidad al escucharlo y ahí estaba de nuevo, la alegría casi infantil mezclada con la adrenalina de saber que estábamos haciendo ilegal. La emoción de hacerlo juntos estaba ahí, también.

—Joey~ Sería como nuestra prom, ¿no crees? Que ilusión~

De repente la idea se me antojó terriblemente apetecible. Prefería acabar los estudios en Japón, sin lugar a dudas, pero no tener una fiesta de graduación como en my dear America siempre me había dado algo de pena.

Aproveché que seguía con la mano entrelazada a la suya para pasar su brazo por mis hombros, pegándome más a su cuerpo, y miré su móvil con curiosidad, algo pensativa.

>>French? Ah, so damn fancy~ —murmuré, buscando en mi falda hasta sacar también el móvil y buscar—. Uhm, uhm~ Oye, nunca me comí a un francés ahora que lo pienso, me falta contexto histórico~ —bromeé, tecleando.

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Actually nosotras ayer, ¿sabéis? (???

Yo digo que hagan unas copias de las llaves porque estos pendejos se montan una fiesta cada semana a este paso JAJAJ

 

—Eh~ Tienes razón —acordó, soltando una risa baja—. The american prom y toda la mierda. Bueno, tendrás lo mejor de dos mundos, ¿o no, Ali-chan?

Él, de cualquier forma, antes de mudarse a Japón había vivido en Falmouth, un pueblo costero bien pequeño al sur de Inglaterra. Jamás habría experimentado lo que una prom significa en las películas, no cuando su escuela tenía un curso por año y la graduación significaba reservar la esquina de un pub para beber con tus amigos y ya.

Irónico, pero quizás allí en Japón pudiera recrear algo aún más divertido que en Falmouth. Además esa escuela estaba estúpidamente llena de extranjeros, seguro la idea agarraría chispa y correría como pólvora.

Se dejó hacer por Alisha, estaba muy concentrado tipeando 'french modern songs' o cosas así para ver qué le salía. No tenía idea por dónde comenzar, así que simplemente eligió un video que se leía en francés y tenía de fondo la pintura de un tipo bien guapo. Se había sumergido por completo en su tarea, pero de todas formas notó que el cuerpo a su lado era cálido y la presionó un poquito más contra él.

Qué lunes tan frío.

Se carcajeó brevemente al oírla y la vio de reojo.

—¿Y si me dejo crecer el bigote y uso boina? —bromeó, acercándose luego a su oído para susurrarle en una extraña mezcla de inglés británico con acento francés mientras bajaba el brazo hasta rodear su cintura—. Wouldn't it be so sexy and romantic~?

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la canción que Joey puso existe en la vida real PORSUPOLLO porque es la que yo estoy escuchando jsjs

 

Alisha Welsh

Por mi parte, me puse a buscar artistas franceses hasta encontrar alguno que llamase mi atención, que fue el caso de una chica que acabé buscando más en profundidad para ver las canciones que tenía subidas.

En eso estaba cuando sentí el apretón del chico, del que por supuesto no me quejé. Estaba algo frío pero agradecía el contacto y de todas formas era mejor que nada.

—¿Mhm? —murmuré, sin apartar la vista del móvil realmente—. No te veo con bigote~

Adopté el mismo tono de broma que él hasta que sentí como su mano se deslizaba hasta mi cintura y su respiración cerca del oído, provocándome un escalofrío que recorrió toda mi espalda y me hizo aguantar la respiración durante un breve segundo.

>>Uhm~ —acabé por levantar la vista cuando recuperé el control sobre mi cuerpo y lo miré con una sonrisilla—. No sabía que eras tan polifacético, chérie~ —murmuré, aprovechando que apenas unos centímetros nos separaban.

Maldito él y sus manía de aprovecharse de mis puntos débiles.

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Bueno pues yo aviento OTRO TEMAZO TAMBIÉN

 

La sintió, si se quiere, estremeciéndose tan, tan suavemente contra su cuerpo. O quizá se lo había imaginado y ya, porque se conocía sus reacciones a la perfección. Cada tecla llevaba a un comando preciso y así. No había margen de error, ¿verdad? Nunca lo había habido.

Recién no había sentido nada, sin embargo.

¿Por qué?

¿Por qué mierda?

Soltó un suspiro más o menos pesado por la nariz y repasó sus facciones, la sonrisilla, los ojos chispeantes. Era fácil provocarla, su cuerpo ridículamente sensible no se resistía a los juegos. Joey siempre lo había sabido y disfrutaba utilizándolo a su favor para llevarla justo adonde quería.

No había sentido nada.

Pero quería sentir.

—¿Cómo que no? —ronroneó, rodeando, cerniéndose sobre Alisha con las palmas en el suelo, a cada lado de su cuerpo—. After all this time~?

Necesitaba sentir.

—Dime una cosa, Alisha —su susurro era, en cierta forma, oscuro y grave; había perdido la travesura usual que caracterizaba su coqueteo, dejando en su lugar plena y cruda socarronería—. ¿Me extrañaste este fin de semana~?

 

Alisha Welsh

Lo observé con cuidado, cada mínimo detalle mientras se movía, sin perder la sonrisa.

Su voz sonó grave, diría que incluso intimidante, y quizás eso era una señal más que suficiente para haberme tensado. Pero no dejaba de ser Joey después de todo y no dejábamos de ser nosotros, ¿verdad?

Estaba tranquila.

A Altan me acercaba porque quería provocarle, quería tensar la cuerda hasta que se rompiese y me rebotase. Y simplemente lo recibiría porque me lo merecía, porque lo había buscado.

A Joey lo dejé porque lo quería y no pensaba dejarlo solo, dejaría que hiciese lo que quisiese porque confiaba en él.

Llevé mi mano a su corbata y tiré de ella, acercándolo hasta dejar mis labios a la altura de su oído

—Sabes que sí, cariño —susurré, sedosa, humedeciéndome los labios después con la lengua—. Me quedé pensando en ti tooodas las noches~

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boy, aquí mezclando softness con horniness y yo ya no sé qué más (?)

 

Un gruñido bajo vibró en su pecho al sentir el jalón en su corbata, tan repentino, y se dio cuenta que había tensado la mandíbula al relajarla. Pestañeó lentamente y una sonrisa navegó sus labios al oír la voz de Alisha en aquel susurro. Nunca cambiarían, ¿eh?

¿Cómo podía estar tan seguro?

Alcanzó sus hombros y la despegó de la pared, lo suficiente para empujarla hacia el suelo. Podría haber sido más delicado, también más rudo. Estampó las manos a ambos costados de su cabeza, las rodillas a cada lado de sus muslos, y la observó desde allí arriba, en silencio. Su respiración silbaba suavemente por su nariz. Detalló la cascada rubia desbordándose aquí y allá, la chaqueta abierta, los botones que dejaba libres adrede.

—¿Todas las noches? —enfatizó, levitando una mano sobre el contorno de su cuerpo, sin tocarla, hasta colar la punta de los dedos por el borde inferior de la camisa—. ¿Segura no me mientes, Ali-chan?

Él estaba jodidamente frío, y ella tan caliente. Comenzó a rozar su piel en ascenso, sin alcanzar el borde del sostén, y sonrió burlón.

 

Alisha Welsh

Mentiría si dijese que me lo había esperado, principal motivo por el que inhalé aire con fuerza cuando me agarró por los hombros y lo tuve que soltar en un suspiro pesado cuando sentí que había pasado a estar tumbada sobre el suelo.

Detallé el movimiento de su mano con la mirada entornada, sintiendo como la respiración se me agitaba presa de la expectación. Volví a subir la vista a su rostro cuando sentí el tacto frío erizándome la piel y ladeé la cabeza ligeramente.

Subí de nuevo la mano y rocé su labio inferior con la punta de los dedos.

—A ver, sweetheart —murmuré, con la voz algo entrecortada pero sin perder el tono suave—. ¿Y cuándo te he mentido yo? ¿Mhm~?

 

Joey detalló sus movimientos con una precisión casi felina, siguiendo la idea de su mano hasta rozarle el labio. Una sonrisa amplia descubrió sus dientes y le brindó un aire extraño al clavar la mirada en Alisha. Alcanzó a atrapar su pulgar sin romper el contacto visual, fue apenas un mordisco suave que relajó rápidamente y se inclinó hacia la chica. Las puntas de su cabello alborotado rozaron los bordes del rostro femenino y anularon el ingreso de la luz alrededor. Se relamió los labios.

—¿Y hacías algo? —susurró, rozando su boca sin llegar a besarla—. Cuando pensabas en mí~

Su mano había permanecido estática, hasta que la retiró lentamente y, en su lugar, comenzó a cosquillear la piel de sus muslos.

 

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uwu

Alisha Welsh

Hubo una chispa de genuina diversión en mi sonrisa cuando sentí el ligero mordisco sobre el dedo, y lo cierto es que no la perdí ni siquiera cuando se inclinó hasta tapar por completo la poca luz que había.

Llevé la mano hasta las hebras oscuras que me estaba rozando la piel, jugando con un mechón de manera algo distraída mientras lo escuchaba.

—Mhm... —murmuré, sin romper el contacto visual en ningún momento—. Cerraba los ojos, comenzaba a desvestirme... y me tocaba, imaginando que eras tú~ —narré, en voz baja, confidente.

Paré el movimiento de la mano cuando terminé de hablar, pero no tuve intenciones de moverla en realidad, a la espera de su reacción.

>>¿Ves lo que me haces~?

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Oh wow

 

Se mantuvo en silencio, absorbiendo todas y cada una de sus expresiones. Alisha parecía estar imaginando lo que relataba y la sonrisa de Joey no hizo más que ensancharse. Una risa baja vibró en su pecho y no hubo el menor anuncio o preliminar, simplemente la besó. Se hundió profundo entre sus labios, apretó su cuerpo contra el suelo, le jaló del cabello y enterró la lengua como una bestia hambrienta.

La besó ansioso, agresivo, sin paciencia o dulzura.

Y se separó de golpe.

—Qué información tan interesante, Ali-chan —canturreó, incorporándose y secándose la boca con el dorso de la chaqueta—. ¿Luego me muestras~?

Se acomodó las solapas, se corrió el cabello hacia atrás y estiró el cuello de lado a lado.

—Quiero verte —enfatizó, viéndola desde arriba con las manos en los bolsillos—, quiero ver lo que haces cuando piensas en mí.

Soltó una risilla y meneó suavemente la cabeza antes de dirigirse hacia la puerta con zancadas amplias. No la esperó, siquiera le ofreció ayuda para levantarse. Sólo alcanzó el pomo y se fue.

 

Alisha Welsh

Acepté el beso sin mayor complicación, enredando las manos detrás de su cuello mientras lo dejaba hacer según gustase. Simplemente era el orden lógico, ¿no? La tensión aumentaba y aumentaba hasta que no aguantábamos más y alguno la rompía de golpe.

Sorprendentemente, le seguí el ritmo con facilidad y sin ninguna muestra de que me sorprendiese. Bueno, no era la chica más lista del mundo y podía hacer la vista gorda muchas más veces de lo que parecía, pero era simplemente imposible no notar que Joey no estaba bien y su beso, agresivo como nunca, solo lo confirmó más.

Nada serio my ass.

Tenía que admitir, sin embargo, que se sentía bien, jodidamente bien, y que era lo que había estado buscando esos días. Algo que doliese, sin cuidado, algo que me hiciese sentir lo que me merecía.

Dejé caer las manos a ambos lados de mi cabeza cuando se separó y lo vi incorporarse, con la mirada ligeramente empañada y la respiración agitada. Procesé lo necesario para asentir ligeramente con la cabeza y cerré los ojos mientras lo escuchaba irse.

—Fuck —prácticamente gruñí, llevándome un par de dos al puente de la nariz, intentando calmarme.

¿Dónde mierdas se había quedado el frío de hacía unos minutos? Lo iba a necesitar si pretendía bajar al aula y soportar las clases de alguna manera.

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Vaya, hacía mucho que no me preparaba mi asiento en el infierno

 

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Alisha Welsh

Era un poco irónico que me hubiese costado tanto dormir la noche anterior aun estando en una cama decente y que, por otro lado, tirada ahí en ese incómodo pupitre hubiese logrado hasta descansar bastante.

Ironías de la vida, suponía.

La campana me despertó como solía hacer, de hecho mi cuerpo se había acostumbrado ya a dormir las horas que durasen las clases hasta el receso, y ni siquiera me inmuté demasiado al escuchar el ruido. Me rebotó un poco en los oídos, eso sí, y el ruido de los alumnos levantándose y yéndose me sacó un gruñido bajo.

Me levanté del asiento un rato después, cuando estuve más o menos despierta por completo, y ni siquiera me fijé mucho a mi alrededor mientras me dirigía a la salida del aula. Tiré el brick del zumo a la papelera, algo desganada a decir verdad, y me arrastré por el pasillo hasta llegar a las escaleras.

Al menos tenía que agradecerle a Sasha por la pastilla porque ciertamente me había bajado bastante la migraña y seguramente la fiebre también, lo que me permitió subir las escaleras a la azotea sin morir en el proceso.

Eché un vistazo rápido alrededor, comprobando que estaba sola, y me dejé caer en el suelo con un suspiro pesado, apoyando la espalda en la verja. No tardé en encender el segundo cigarro que el alemán me había dado y me lo llevé a los labios con una ansiedad impresionante.

Tras darle las primeras caladas, saqué el móvil de mi falda y entré en la lista de contactos. Lo hice sin pensar demasiado, pero no me sorprendí cuando mis dedos se pararon justo encima de su nombre.

Serían… apenas las diez de la noche en Chicago, ¿verdad? Parecía una hora tan buena como cualquier otra. El cabrón tenía un horario tan jodido que siempre estaba despierto, lo llamase cuando lo llamase.

Pulsé el botón de llamada y me llevé el móvil a la oreja, con el cigarro entre los dedos mientras esperaba… como si tuviese miedo de no poder hablar si me pillaba con algo en la boca.

—¿No es un poco temprano para llamarme, preciosa? Y yo que creía que ahora eras una niña buena que atendía en clases~

Su inglés era jodidamente bruto, salido directamente de las calles, y realmente me sentía como una mierda por el hecho de que me resultase tan reconfortante aun así.

Me recordó al acento mucho más suave de Joey, que también lograba reconfortarme, y me sentí aún peor por haberme atrevido a tan siquiera compararlos, aunque fuese en aquella estupidez.

—Corta el rollo —le espeté, quizás mucho más brusca de lo que pretendía pero sin arrepentirme por ello en ningún instante—. Estoy en el descanso además.

Volví al movimiento mecánico de fumar, pues ya le había comenzado a hablar y no había manera de que no pudiese seguir la conversación una vez empezada.

—¿Uhm? ¿Y no que ahora pasabas tu tiempo con el inglés aquel? ¿Cómo era que te había llamado aquella vez…? Ah, sí, Ali-chan.

—No te atrevas a llamarme así, cabrón.

Su risa al otro lado, genuinamente divertida, me hizo chasquear la lengua con evidente molestia.

Pero no colgué.

—Bueno, entonces tendré que buscarte otro apodo que solo yo pueda usar, ¿no? Te llamaré cuando lo tenga pensado, ¿te parece?

Qué jodido mentiroso, él nunca se dignaba a llamarme. Me di cuenta no hacía mucho que, ni siquiera cuando se suponía que estábamos juntos, él nunca me buscaba.

Siempre era yo la estúpida que lo hacía.

—Haz lo que te venga en gana.

El silencio se extendió durante unos segundos y le di otra calada al cigarro.

—Fumando, ¿eh? Supongo que no es hierba y no suenas borracha así que… simplemente me echas de menos.

Tiré el cigarro al suelo y lo apagué con la punta del zapato, aun cuando no me lo había acabado, en completo silencio.

Un silencio pesado, asfixiante y opresor que me impedía abrir los labios para responderle.

>>¿Por qué no lo mandas todo a la mierda, Alisha, y vuelves aquí? Te conozco muy bien, linda. Intentas convencerte de que ahora Japón es tu sitio, que eres más feliz y que tienes amigos que te quieren de verdad, pero tú también lo sabes, ¿verdad? Tu sitio está aquí, conmigo.

Solté una risa plana al fin, carente de emoción alguna.

—¿Qué es esto? ¿Me estás ofreciendo volver a América para estar contigo? ¿Ser pareja, vivir juntos incluso?

—¿Por qué no?

“Porque tú no me quieres.”

Siempre lo había sabido y aun así no era capaz de decirlo, como si hacerlo lo volviese tan real que sería incapaz de soportarlo.

—Ya no soy esa estúpida cría enamorada, cariño. La idiota que está dispuesta a aguantar tanta mierda por alguien que no merece la pena.

—Ay, Alisha… —lo escuché suspirar con tanta teatralidad que sabía que si lo tuviese delante, querría darle un puñetazo en la cara—. Ya pude comprobar que de cría no te queda nada pero lo otro…. venga, ¿cuándo vas a dejar de mentirte a ti misma? Si ya no estás enamorada, ¿por qué me llamas siempre que te sientes sola?

—Vete a la mierda, Aiden.

Colgué, pero aun así pude escuchar una última carcajada antes de hacerlo. No lo dijo, no lo estaba viendo, pero sabía muy bien lo que aquella risa significaba.

Lancé el móvil a un lado y me llevé las manos a la cabeza, cerrando los ojos con un gesto que, más que nada, era de puro cansancio.

Se reía porque sabía que tenía razón, que lo echaba de menos. Lo hacía todos los días, y todas las noches cuando bebía para olvidarlo y acababa recordándolo aún más. Lo hacía sobre todo en aquellos momentos, cuando me sentía sola y pensaba que el único que siempre estaría ahí para mí era él.

¿Enamorada? Me había puesto una jodida soga al cuello desde que nos conocimos y no la había soltado nunca, ni siquiera cuando nos separaban miles de kilómetros de distancia.

Ambos lo sabíamos perfectamente.

Se reía porque sabía que volvería a llamarlo cuando me sintiese sola, que volvería a ir a su piso en cuanto pusiese un pie en Chicago y que volvería a estar dispuesta para él, para que me follase cuando le apeteciese, porque solo tenía que chasquear los dedos y yo iría como una jodida perra.

Y lo odiaba tanto por ello.

Y me odiaba tanto a mí misma.

Tanteé el suelo, recogiendo el móvil de nuevo y abrí el chat de Joey. Miré la pantalla con la mente en blanco, los dedos suspendidos en el aire.

¿Qué quería exactamente? ¿Llamarlo y esperar que apareciese por la puerta como si nada? ¿Pensar que no importaba absolutamente nada, siempre estaría ahí para hacerme compañía cuando lo necesitaba?

Pero era injusto, totalmente injusto, pretender que hiciese todo eso cuando yo no había sido capaz de invitarlo a comer antes de intentar follármelo para sentirme mejor.

Cuando se supone que quería darle tiempo a solas porque mi presencia tenía que ser una jodida molestia.

Como lo tenía que ser para todo el mundo en ese instante.

Konoe ni siquiera era una opción, de todas formas. Seguro que me preguntaría qué me pasaba de nuevo y no había manera de que pudiese explicárselo, aun si quisiese… que en realidad no quería.

¿Y quién más me quedaba?

Absolutamente nadie.

Suspiré y bloqueé el aparato, devolviéndolo al bolsillo de la falda.

No lo soporté más, encendí el tercer cigarrillo y me lo llevé a los labios con dedos temblorosos.

Qué puta mierda.

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Katrina Akaisa

Había tenido la decencia de traer almuerzo ese día pero antes de cualquier cosa quería fumarse un cigarrillo, obviamente, aprovechando que por primera vez en un rato el clima se había dignado a permitirle salir a la azotea.

Había escuchado la furia de Kurosawa pero de nuevo como el día de los casilleros no había movido un solo dedo, en esa ocasión porque no la había reconocido, pero a quién iba a engañar tampoco lo habría hecho si se hubiera enterado en el momento que había sido ella en lugar de enterarse por lso chismosos que llegaron cuchicheandi al respecto en la clase.

Era así, ¿no? Tampoco había acudido a Rachel Gardner cuando la escuchó hacerle frente a Honda, solo dejaba a los demás fluir mientras ella lo hacía también, como un río de fuego.

Era un monstruo, no importaba que Rachel hubiese dicho que no.

Al llegar a la azotea la vio, a la rubia encendiéndose un cigarrillo con manos temblorosas.

—Hola, gringa —saludó solo para no pasar de ella mientras se apoyaba en la verja, algo lejos de ella todavía.

No estaba con el inglés, vaya milagro, pero eso debía explicar parte de las pintas de mierda que se cargaba.

Como fuese, sacó la cajetilla, un cigarrillo y finalmente el mechero de bajo la ropa para encenderlo.

Había visto a Aaron y Daute en el pasillo, si subían bien, si no pues también.

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Estoy con el móvil y solo tengo las cintas viejas so (??