Ayuda Divina

Re: Ayuda Divina

ola chikas, perdon por la extrema, suprema, larguisima y demorona demora pero es q con las clases apenas tengo tiempo de seguir la conti (la llevo hasta la mitad pero no puedo terminarla) ademas la manyoria de las veces no estoy de humor para escribir o no estoy inspirada porq estoy pasando por muchas cosas en el colegio u.u les ruego q me esperen un chiquitin mas por que como q me cuesta escirbir, no se q me pasa.
Pero uds saben que no dejare esta historia porq tanto como a uds como a mi me gusta mucho y yo disfruto escribiendola. En verdad muchas gracias por los comentarios, como hace casi un mes q no alctualizo pense que ya nadie leeria mi historia jeje pero veo q no es asi ^^
buno bueno, ya me voy, para avanzar un poko escribire lo q llevo de la conti en el compu
muchas gracias por apoyarme, las quiero!! :beso:

 

Re: Ayuda Divina

olaaaaaaaaaaaa!!! Al fin tuve tiempo y he podido terminar la conti. No es muy larga y se que no vale la espera pero es que en verdad q esoty pasando x un mal momentos en el colegio ToT
solo espero que les guste y si logro inspirarme no volvere a tardarme tanto con la proxima conti (: ok ahi les va

Capitulo 20: “Ryoma o Hiro, ¿Quién es más importante?”

Cansancio, estrés, confusión, miedo e inquietud. Todos estos sentimientos se acumulaban en su cabeza. Y su cerebro no estaba capacitado para recibirlos todos al mismo tiempo.
Su mejor amigo amenazaba con irse y ni siquiera sabia cuando, por lo que tenia que alejar a Ryoma temporalmente. Y sabía perfectamente como hacerlo.
Pero según ella, el tenista se estaba alejando por cuenta propia, ¿Qué rayos hacia hablando tan fluidamente con Eirin?

Además, ¿Qué pasaría si sus planes no hicieran efecto, y Hiro partiera antes de todos modos? Y si ella exagerara con su plan de apartar a Ryoma y este en verdad se alejara de ella y no quisiera volver a verla, ¿Podría Hiro volver a juntarlos?

En ese caso se quedaría mas tiempo, pero ¿y si no lograba cumplir la misión? El ángel tendría que empezar de cero, pero ahora con mas obstáculos. Sería todo culpa de ella. ¿Podría su príncipe ser capaz de quedarse con Eirin? Esa idea si que le aterraba.

Empuñó sus manos y se las llevó a las sienes, como si esta acción calmara el fuerte palpite que sentía en su cabeza. Pareciera que los sesos le fueran a estallar.
Pero al parecer nadie en la clase se daba cuenta de su aparente malestar. Ni siquiera Tomoka que se sentaba a su lado. Y menos se iba a percatar el profesor de Inglés. Así que preguntó si podía ir a enfermería porque ya no podía más con el dolor.

Caminó lentamente por el pasillo, bajó las escaleras y se encaminó por el pasillo donde se encontraba la sala de los dos chicos causantes de sus mayores preocupaciones.

Al pasar por allí se le erizó la piel al ver que Ryoma se encontraba afuera. Yacía sentado en el suelo, con la espalada apoyada en la pared y mostraba una terrible cara de fastidio. Seguramente lo habían echado de la clase… otra vez.

Nerviosa, cruzó el pasillo si dirigirle la mirada. Sentía como las piernas le temblaban, parecía que se le iban a cruzar en cualquier momento.
A pesar de que sus ojos no se despegaban del suelo, sentía la penetrante mirada de ambarino sobre ella. Rígido en el suelo, vigilaba todos los movimientos y expresiones de la castaña. ¿A dónde pensaba ir? Ya era la segunda vez que la veía fuera del horario de clases. Ella no era así.

Pensó en la posibilidad de acompañarla, después de todo no tenia nada mejor que hacer. La vio alejarse y luego de una corta meditación suspiró rendido.
Sakuno iba tan concentrada en colocar un pie delante del otro para poder caminar correctamente que no se percató como fue que el tenista llegó a caminar a su lado.

—¿A dónde vas? —preguntó cortante.

—Eh… Enfermería.

No podía creer la mala suerte que tenía. Lo único que quería era evitar un poco al tenista. Pero justo cuando ella lo quería lejos a este sele ocurría apartar un poco su orgullo y comenzar a acercársele. Quizás todas sus teorías de él con Eirin eran erróneas.
Él la miró inspeccionándola.

—No pareces enferma.

—Me duele la cabeza —le aclaró.

Caminaron en silencio hasta llegar a la enfermería. Ni Sakuno ni el mismo Ryoma supo porque entró a la enfermería con ella. Al parecer, comenzaba a darse cuenta de que disfrutaba de la compañía de la chica.
Esperó impaciente a que se tomara unas pastillas para el dolor y a que se terminara el té que la enfermera le había preparado.

Una vez lista, salieron juntos. Pero Sakuno no sabia que hacer. Debería volver a la clase, ¿no?

—¿No pensarás volver a tu sala de clases o si? —como si le hubiera leído la mente.

—¿Qué acaso no debería? —lo miró inocente, y él no puedo resistirse a ese bellos ojos carmesí.

—Sígueme.

Caminaron hasta los jardines más lejanos del edificio, en donde los árboles y arbustos se hacían más abundantes. Al encontrar un lugar cómodo, Ryoma se recostó en el pasto.
La pobre Sakuno no sabía que hacer. Se había quedado parada viendo como su príncipe aparentaba dormitar.

—Eh... no deberíamos... estar aquí —nerviosa de lo que él le dijera.

Pero este solo se limitó a abrir uno de sus ojos y la observó con pereza.

—Aprende a relajarte —volvió a cerrar su orbe ámbar mientras que con la palma de su mano golpeaba suavemente el suelo, incitándole a que se recostara a su lado.

Al instante, Sakuno sintió arder sus mejillas al máximo. Lentamente se recostó al lado del tenista, quien parecía relajarse con cada respiro. En una de sus inspiraciones logró captar un agradable aroma, era distinto al del ambiente que los rodeaba, pero le parecía familiar. Siguió aquella exquisita fragancia con su nariz, encontrándose con el sedoso cabello de su acompañante. El perfume que despedía esa chica dejaba volar su imaginación.

Desde luego que ella se sintió observada. Volteó su rostro y tuvo que contenerse un quejido al encontrarse tan peligrosamente cerca del rostro del ambarino.
Ambos comenzaron a inspeccionarse.

Ryoma se deleitaba con aquellos ojos rojos como la sangre, su piel tersa y pálida, su cabello que caía por su frente y se expandía por el pasto hasta llegar cerca de rostro; y por último, algo que le encanta, sus labios. Aquellos labios que tanto ansiaba volver a probar.

Mientras él se encontraba ocupado en observar a Sakuno, esta estaba embobada con la imagen que tenía enfrente suyo. Sus facciones, sus orbes de un color ámbar que parecía fundirse en ellos, todo. Todo en él era perfecto para ella.

De pronto sintió como si una gran espina le atravesara el estómago. ¿Qué diablos estaba haciendo? Si seguía así, Hiro completaría la misión en un abrir y cerrar de ojos. Y en un instante se vería de novia con Ryoma.

Aunque la idea de estar con él no le desagradaba para nada tenía que retrasar lo máximo posible ese maravilloso final que la estaba esperando. Solo así su amigo se quedaría más tiempo.
Se apoyó en sus codos bruscamente para poder sentarse. Estaba asustada, tenía miedo de alejar demasiado a su enamorado si le decía algo muy duro.

Él también se acomodó para sentarse. La miró extrañado ¿Por qué ese repentino cambio?
La castaña le miró por un momento y pensó que no tenía porque decirle algo tan terrible, solo una pequeña y típica excusa: Que le diera más tiempo.

—Etto... Ryoma —comenzó apenas, y como no si sentía que el corazón se le salía del pecho al tener que recordar el suceso en la azotea—. Respecto a lo de ayer... en la azotea...

Él enseguida recordó. Aquel beso. Un montón de extraños sentimientos se le vinieron encima mientras que unos rápidos recuerdos aparecieron en su mente.

—¿Qué pasa con eso? —fingiendo desinterés.

—Es que yo... estoy confundida —esto era demasiado. Tenía que salir de allí, no aguantaba tanta presión.

—¿Y que es lo que te confunde? —le preguntó acercándose nuevamente. Le encantaba verla nerviosa.

Sakuno ya no sabía que responder a esa última pregunta. ¿Qué le podría decir?
Estaba claro que todo esto de la confusión era una simple excusa para que Ryoma no la besara de nuevo. ¿Pero cuál era el supuesto motivo de su supuesta confusión? Pensó en una excelente excusa, pero quizás haría enojar mucho al ambarino, demasiado.

Él la miró esperando una respuesta, pero la castaña no daba señales de estar en la tierra. Su rostro mostraba una extraña tristeza. Miraba el césped sin mirarlo. Su mente procesaba las diferentes consecuencias que ocurrían dependiendo de cual decisión tomara.

Después de un largo suspiro decidió preguntar algo, solo para estar segura de lo que debía decir.
Miró a Ryoma con un brillo en los ojos. Un brillo de esperanza.

—Ryoma... ¿Qué es lo que sientes por mí?

Esa pregunta le sorprendió. Ahora era él quien no sabía como responder.
Se quedó pensativo un buen rato. Volvió a recostarse sobre el pasto. Varias veces había pensado sobre sus confusos sentimientos hacia la chica, pero nunca pensó que tendría que hablarlos. Ahora entendía la presión que debía sentir ella al tener que hablar de esto. Pero se las arregló para contestar con otra cosa.

—Así que eso es lo que te confunde —con tono irónico.

—No me confunden tus sentimientos... me confunden los míos.

Eso molesto a Ryoma. ¿Le estaba diciendo que no sabía si les gustaba él?
Frunciendo el sueño y medio ofendido se levantó de golpe, sorprendiendo a Sakuno.

—Pues avísame cuando los tengas claros —dicho esto tomó rumbo al edificio de Seigaku.

La castaña no sabía que diablos había hecho ahora para que tenista se molestara. Según ella no había dicho nada malo. Sin embargo, ahora se encontraba sola, Ryoma la había abandonado sin razón alguna.

—Gruñón —se quejó antes de levantarse y dirigirse a su sala de clase.

Bueno ahi está, gracias por los comentarios, lo sigo diciendo n.n me animan a tomar un lapiz y un papal y a empezar a escribir contis xD bueno las quiero mucho
nos vemos!!!