Melinda Me eché hacia atrás con las manos al pecho, ligeramente sorprendida. La piedra continuaba inerte sobre la superficie de mi pupitre, pero supe que algo había ocurrido por fin sobre su contextura áspera: se habían manifestado unas plumas y algo parecido a un pico pequeño, como de gorrión. Sólo que el efecto no fue permanente, pues los rasgos anatómicos habían desaparecido cuando quise examinar la piedra de más cerca, una vez pasado el susto. Aquello era alentador. —Avifors —insistí, ahora con más firmeza en el tono de mi voz
Melinda El proceso volvió a repetirse y esta vez no me tomó desprevenida. Primero surgieron las plumas, suaves y bellas; acto seguido, el pico, esta vez entero; le siguieron unas patas, una cabeza pequeña que no dejaba de jugar con curiosidad y, finalmente, magníficas y coloridas alas que se desplegaron apenas finalizó la transformación. Hermosa, algo vanidosa, el ave sobrevoló por el cielorraso del aula. La observé durante un rato, con una expresión neutral. Pero muy satisfecha en el fondo de mí ser. —¿Qué haces? —pregunté de pronto, al notar que se posaba en mi rodete. Lo espanté con una mano mientras me dirigía hacia el escritorio de McGonagall a extraer un botón de la caja. Ya que tanto trabajo me había costado domar el encantamiento de transformación, lo mejor sería seguir practicando en pos de su perfección. Coloqué el botón sobre mi pupitre, tomé asiento y, sin más: —Avifors~
Melinda En un solo intento, el botón se cubrió de plumas para, en unos segundos, adoptar la forma de un pajarito tan bello y vanidoso como el anterior, pero mucho más pequeño. No tardó en abrir sus salas para ir a reunirse con su compañero que antes fue piedra. Ambos se miraron, girando con velocidad sus cabecitas curiosas en diferentes direcciones; se picotearon un par de veces, tal vez defendiendo el terreno del cielorraso sobre el cual se habían posado, pero después remontaron vuelo. Volvieron a posarse en mí. Uno en cada hombro. —Melinda —me presenté, mirándolos a ambos y acariciando la cabeza de uno de ellos con mi dedo índice—. Un placer conocerlos, Botoncito y Piedrita. No vuelvan a hacerse los difíciles conmigo —los regañé, mientras me dirigía al escritorio de McGonagall— Y… los voy a extrañar… —finalmente, mostré una muy leve y fugaz sonrisa. Botoncito y Piedrita piaron a modo de respuesta. Dejé a ambos bajo la tutela de la profesora, tras lo cual tomé mis cosas para, acto seguido, retirarme del aula.
Jordan Ashblood Me senté en el centro y saqué mi varita luego de leer las instrucciones en la pizarra. Vaya, esta vez si que iba a ser una clase interesante. ¿Poder convertir objetos en animales que puedes usar para atacar a tus enemigos? Espléndido. Esperaba poder lograr el hechizo. Queriendo hacer el testeo del hechizo, hice una floritura y susurré a traves de mi bufanda.— Avifors.
La primera clase consistía en dominar un hechizo que transformara las piedras en aves. ¡Qué emoción! Con eso podré hacer que el jardín que tiene un caminito de piedras empiece a botar plumas y se coma las lombrices de la tierra... yupi. Exhalé con aburrimiento y proseguí a enunciar el conjuro, moviendo el palito mágico: —Avifors... Y afortunadamente, me salió en el primer intento. Me alegré por dos motivos: Uno, porque eso signifcaba que podía salir de una vez de esta cosa. Y la segunda... ya, lo admito. Me emocionaba haber aprendido un conjuro, aunque no lo pienso decir en voz alta. —Bien, ahora puedo hacer que las piedras vuelen y canten en las mañanas, ¡que suceso más de fábula! Si no hay problema alguno, me retiro. Antes de irme, vi como Jordan aún estaba intentando. Le asentí para desearle buena suerte, y salí finalmente de la sala de clases.
Jordan Ashblood Noté que Ryder lo había logrado a la primera, sin casi mucho esfuerzo. Sin embargo, el mio solo había llegado hasta el cuello antes de convertirse de nuevo en una piedra. Decidí intentarlo de nuevo. —Avifors
Jordan Ashblood Comenzaba a enojarme mucho, ya que esto parecía ser superior a mi...¿ó se debería a mi varita? Siempre se decía que las varitas con núcleo de cabello de thestral eran casi imposibles de dominar . A pesar de esto, seguí intentando—. Avifors. Y por fin, la piedra se convirtió en un pájaro, el cual voló unos cuantos metros antes de volver al pupitre, donde se convirtió de nuevo en piedra con el contrahechizo dado por la profesora, quien me comunicó que ya podia abandonar el aula.
Frans Andersson Había oído rumores de que en la clase de transformaciones enseñaban un hechizo con el que podíamos transformar objetos en aves. Reconozco que la idea me resultó atractiva. Era la primera vez que me resultaba atractivo el hecho de aprender un conjuro. Pero, si dijese el motivo por el que quería aprender a convertir objetos en aves... en fin, por algún motivo la gente se escandaliza cuando uno cuenta ese tipo de pensamientos. No comprendí nunca esase reacciones, pero aprendí a no decir ciertas cosas en voz alta. Pensar en qué pasaría si convertía comida para gatos en pájaros y se los daba de comer a Svart... algo me decía que era una de esas cosas. Esta aula estaba también abierta, para variar. En Hogwarts parecían no tener conciencia de lo que era la propiedad privada. Estaba vacía también, aunque, si hubiese habido algún alumno, probablemente ni me habría percatado de su presencia. Mi atención se fijó rápidamente en las instrucciones de la pizarra. Tomé algún siento, y frente a mí vi una piedra. Supongo que era eso lo que debía transformar, aunque no era precisamente divertido transformar piedras, pero en fin... —¿Avifors? —pronuncié, dudoso. Aquella palabra era más extraña que Periculum. Ojalá no tuviese que pronunciarla tantas veces como aquélla.
Bueno, para variar, no funcionó. La piedra tembló un poco, pero eso fue todo. Hogwarts se reía de mí, y lo hacía a voces. —Avifors —estaba seguro de que lo estaba diciendo bien, pero en fin. La magia era tan absurda que a saber si funcionaría. Qué ganas tenía de aprender cuanto antes aquel hechizo y largarme a otra parte, no sé, quizá a encerrarme en mi cuarto y dedicarme a lanzarle a Svart granos de pienso transformados en pequeños gorriones para que los cazase al vuelo y los destrozase a dentelladas.
Venga, la cosa parecía marchar bien. La piedra había vuelto a temblar. Al menos se apreciaban resultados mínimos más a menudo que con Periculum. —Avifors. Empezaba aburrirme eso de entrenar con la varita. Lo intentaría un par de veces más. Si no había éxito, lo dejaría para más tarde; en "Hogwarts, la escuela sin ley" nunca había puertas cerradas, así que no había problema en regresar más tarde, ¿no?
Miré con alegría cómo la piedra se transformaba en un ave de color negro cuya raza no sabría identificar muy bien. Parecía ser más pequeña de lo normal, no obstante, y se quedó mirándome sin llegar a alzar el vuelo. —Uhm. No creo que seas del gusto de Svart, plumífera amiga —le dije. Svart comía pollo de corral a menudo en casa, no iba a rebajarse a ese nivel. Tendría que practicar para poder darle un buen manjar ilusorio. Estaba apunto de irme cuando me percaté de que las instrucciones no acaban ahí. Y fue entonces cuando me fijé en el botón que también estaba sobre la mesa. Ajá. Con que había un entrenamiento más para potenciar el hechizo... Bueno, podía permitirme un intento más, ¿no? Contenido oculto @Nami Roronoa ya puedo crear polletes de la nada (?) Intentaré un par de veces el desafío extra y si no lo logro me iré, tampoco quiero llenarte esto de posts yo sólo xD
—Con lo fácil que fue contigo, saco de plumas —le dije al pajarito que picoteaba ahora la mesa—. Avifors. No llegaba a entenderlo del todo. ¿Qué diferencia había entre un botón y una piedra como para que funcionase el hechizo sobre uno y no sobre el otro?
Me siento en mi pupitre y miro alrededor. Un montón de compañeros están practicando una especie de encantamiento con unas piedras. Se oye un leve murmullo, todos están concentrados en la tarea. De vez en cuando, uno transforma la piedra que tiene delante en un precioso pajarito que da unas vueltas en el aire, se posa en alguna parte de la sala, y se convierte en una piedra. Una de estas le cae a un chico de Slytherin en la cabeza y suelta un gemido agudo. Esto de las piedras es peligroso, tengo que fijarme que ningún pájaro vuela por encima mio. Pero son tan bonitos... Quiero acariciarlos a todos. Miro hacia la pizarra, y veo el hechizo que tengo que practicar. Pone la página donde viene toda la explicación, así que saco el libro de Transformaciones y busco. Aquí está. Vale, tengo que ponerme a ello si quiero ser habilidoso. —Avifors —la voz me tiembla un poco, estoy algo nervioso, pero quiero tanto poder crear pajaritos de un objeto...
—¡Oh! —La piedra vibró en la mesa delante mio. Estaba tan nervioso que no me había concentrado del todo en la imagen del pájaro. Estaba más pendiente de no hacer alguna estupidez, o que me explotara la piedra en mis narices y que los chicos se rieran de mi. Se que suele pasar (las explosiones) más veces de las que me gustaría. Pero hay lo tenía. La piedra se había movido un poco. Eso es que no voy por mal camino. Me alegré un montón cuando conseguí mi varita mágica. ¿Palo de rosa? no podía ser una casualidad. Me venía como anillo al dedo. Y el fenix era un ser magestuoso. Tenía muchas esperanzas en el potencial de esa varita, y las sigo teniendo. No me rendiré en conseguir el resultado idoneo.
¿Será que no lo estoy gesticulando bien? Esta vez no he conseguido ni que se mueva un poco la piedra. Tengo que ponerle más ganas, supongo. Miro al compañero de al lado, que no para de repetir una y otra vez el encantamiento. Le pregunto cuantas veces ha intentado convertir la piedra, pero me mira con cara de pocos amigos y sigue intentándolo. No se que le pasará, igual es que se ha frustrado. Pero no me había fijado, lleva una bufanda de Slytherin. Ahora caigo. En general no me agradan los de esa casa, ni yo a ellos por lo que parece. Bueno, no importa, yo a lo mio. Aquí hay muchos alumnos que llevan más tiempo que yo y no han convertido la piedra. Alguno incluso se ha ido de clase por la frustración, pero no puedo dejar que a mi me venza. Un pajarito rosa es lo que quiero y lo que voy a conseguir, ¡Claro que sí!
Estaba demasiado concentrado como para escuchar a la persona que acababa de llegar, y tampoco me percaté siquiera de que el saco de plumas había vuelto a ser una piedra. Todo cuanto ocupaba mi atención era aquel botón. —Avifors —conjuré una vez más.
—Avifors —Lo más concentrado que pudiera estar, suelo la palabra por mis labios con una ternura increíblemente dulce. La piedra comienza a moverse, se yergue para ponerse en vertical, y da un giro en si mismo. Como una visión óptica, no puedo expresarlo de otra forma con mi vista acostumbrada al muno muggle, la piedra coge un tono amarillento. Y aterciopelado. Es más, abre las alas llenas de plumas, y un pajarito de color amarillo se posa en mi mesa y se me queda mirando. gira la cabeza como esperando algo de mí. —¡Hola bonito! Te llamaré Pierre —El pájaro abre el pico y suelta un par de notas musicales en señal de aprobación. Parece que le gusta el nombre. A todo esto, de repente me doy cuenta de que en realidad el pájaro lo he creado yo. ¡Eso es que he aprendido el hechizo! Entonces sí que tengo don para la magia. Hasta no conseguir crearla no podía aceptarlo. Ahora me puedo considerar un verdadero mago. La profesora McGonagall me dice desde la mesa central que he cumplido con éxito la tarea, que puedo ir a mi siguiente destino. Sonrío y miro de lado a lado a mis compañeros. Algunos me dan la enhorabuena, pero otros (No quería mirar al de Slytherin pero podía oirle) no les hacía ni pizca de gracia que lo hubiera conseguido. Estoy tan feliz... Y oigo un ¡Puf! Miro a la mesa y es Pierre, que ya no está. En vez de él, ahora está la vieja piedra en la mesa, con unas plumas rosadas alrededor. — ¡Pierre se ha ido! Esto de la transformación es muy duro... Por suerte ya se conjurarlo, volveré a ver a Pierre —Cojo mi libro de transformaciones, me ajusto la bufanda y me dirijo a la puerta a los pasillos de antes. —¡Pasillos no! Los oscuros me dan mucho miedo, no quiero volver a perdeme...
Contenido oculto Creía que la profesora no estaba y que no había ningún otro alumno en el lugar aparte de mí xD Pero en fin, please no describas mis reacciones, porque igual yo no quiero que Frans reaccione como tú roleas que lo hace, y al escribir tus posts me condicionas a hacerlo. Por ejemplo, ahora has puesto que me oíste decir algo por lo que deduciste que no me agradaba que hubieras logrado conjurar el hechizo. Y bueno, a Frans tanto le da que lo logres o no xD Primero porque él ya lo domina, está haciendo el reto extra, y segundo porque no está prestando atención a tu personaje xD Sólo eso, era una simple observación ^^ Seguí tratando de transformar el botón. Nunca pensé que podría obcecarme tanto con lograr utilizar un hechizo. —Avifors Debía funcionar, tarde o temprano. Si quería de verdad crear pollos de calidad para Svart, un botón no debería poder resistirse a mi magia.
Contenido oculto @Nami Roronoa lo logré :'D O eso creo (?) Tras algunos intentos, funcionó. Y, entonces, el botón se convirtió en un cuervo negro que me graznó enfurecido. —No sé cómo valorar el hecho de que toda ave que cree sea negra... —comenté en voz alta. Lo cierto es que era preocupante. Pero bueno, había logrado aquel "reto", y con eso me daba por satisfecho. Terminado aquel ensayo, me dispuse a largarme de allí tan pronto como fuese posible. Un lugar tan amplio y tan vacío me hacía sentirme observado.
Sloan Me sente en el primer aciento que vi disponible, lei las instucciones sin mas y saque mi varita para practicar el hechizo escrito en la pizarra. Convertir una piedra en un ave, ¿No seria tan dificil no? Uno de los alumnos lo habia logrado a la primera asi que creo que no tengo de que perocuparme. —Veamos...Avifors—Apunte mi varita pronunciando la plabra del encantamiento
Sloan Bueno, igualmente no era tan fácil como creí. Golpee levemente la punta de mi varita contra la palma de mi mano y la dirigí nuevamente hacia la roca. —Venga, segundo intento—Me dije a mi mismo—Avifors Igual y tengo mas suerte a la segunda.
