Andrew —Hmn... no es tan fácil después de todo —dije dejándome caer en mi silla. Miré la piedrita con una mano en el mentón y gesto pensativo. —¿Qué tal si... lo hago con los ojos cerrados?... ¿Avifors? —pronuncié algo dubitativo.
Danielle Abbadie. Estuvo muy cerca de ser un ave, poco a poco, muy lentamente para mi gusto, me acercaba a lograr convertir el botón en un pajarito. —Esperemos este sea el bueno —me dije a mi misma en voz baja —. Avifors.
Danielle Abbadie. Nuevamente el botón estuvo a muy poco de lograr ser un pájaro. Bien, esto me demostraba que deje salir la frutacion no me ayudaba en nada para hacer encantamientos. —Avifors —pronuncie lentamente mientras movía mi varita con suavidad.
Danielle Abbadie. Entonces el botón negro paso a ser un precioso pájaro con plumas del mismo color, la alegria me invadió, al fin lograba hacer un pájaro a partir de un botón. La profesora McGonagall tenía mucha razón, con un botón era mucho más complicado. Me levanté de mi lugar, cerré el libro y tras guardarlo me gire en dirección a la puerta, ahora tenía tiempo libre para buscar la información que quería del castillo, o recorrer los alrededores, o quizá terminar y comenzar los pergaminos que debía entregar en las clases de Transformación y Defensa contra las Artes Oscuras. Habían tantas posibilidades que no podía elegir una sola. Camine a la puerta seguida por el botón pájaro, no sin antes pasar por el asiento de Andrew para dedicarle una sonrisa y unas pequeñas palabras de ánimo, esperaba que le fuera bien en esta clase.
Andrew Con mi diestra tapándome la vista, pronuncié la palabra mágica que debía convertir a mi piedra en un ave. Hice trampa espiando con la mano aún en los ojos para ver que otra vez estuve cerca, pero sin lograrlo. —Uhm... ¿acaso no quieres convertirte en un pájaro y poder volar, piedra? —regañé a la tonta roca, echándole la culpa de mi fallo. Danielle pasó junto a mí una vez logró dominar el hechizo. Me dio unas palabras de ánimo precedida por una sonrisa. Le agradecí mientras la veía abandonar la clase, seguida de su pajarito. —Bueno, probemos de vuelta... ¡Avifors!
Andrew Y otra vez el mismo resultado. La piedrita no se transformaba y yo empezaba a dudar de si podría lograrlo. Eso creíste con los anteriores hechizos y al final los aprendiste, me dije a mí mismo. Tomé mi varita con determinación y dije con voz segura: —Avifors.
Andrew Esta vez estuve cerca, algo estaba haciendo bien. Con la vista concentrada en la roca, repetí el hechizo con el mismo tono de voz de la vez anterior. —Avifors.
Andrew —¡Lo logré, lo hice! —exclamé viendo como la piedra se convertía en un pajarito, que alzó vuelo y sobrevoló las cabezas de los presentes en el aula. Finalmente volvió a mí y se posó en mi dedo índice—. Je, pan comido. Con una sonrisa satisfecha y gesto orgulloso, fui hasta la profesora McGonagall: —Ahora con un botón, ¿no? —dije tomando uno azul marino de la cajita. Fui hasta mi mesa y puse el botón en ella frente a mí. Aclaré la garganta y apunté mi varita: —Avifors.
Andrew El "pajarito roca", que nombré Pietro, posaba en mi hombro observando curiosamente. El botón se movió por cosa de segundos y creí que lo había logrado nuevamente, pero estaba equivocado. Había oído decir a la profesora que transformar el botón era algo más complicado que la piedra. Con eso en mente, traté de concentrarme aún más. —Avifors —dije y hechizo del pajarito en mi hombro se desvaneció, sólo duró nos minutos.
Andrew —Adiós, Pietro —me despedí haciendo una mueca de resignación y encogiéndome de hombros. Otra vez estuve cerca de lograrlo, podía sentirlo. No debía rendirme. —Avifors.
Andrew Puse mis dedos en mis sienes y las masajeé tratando de estimular la concentración. Cerré mis ojos por un minuto y respiré. Abrí los ojos y volví a lo mío. —Avifors —dije pronunciando lentamente, para darle importancia a cada letra.
Andrew Mejores resultados, la clave era la determinación y la concentración, sin embargo faltaba algo. —Es sólo un botón, ¿por qué es más complicado? —me pregunté por lo bajo—. Avifors.
Andrew —¿Qué falta? —dije llevándome una mano al mentón. ¿Había algo diferente en el botón? —Vamos... ¡Avifors!
Andrew El botón se resistía a la transformación, pero no iba a desistir estando tan cerca. Ese pedacito de plástico se convertiría en ave sí o sí. —¡Avifors!
Andrew En ese instante el botón se transformó en un pequeño azulejo que trinó y abrió las alas de par en par, para echarse a volar como Pietro. Acerqué mi varita y soplé la punta imitando el gesto que hacían los pistoleros de las películas americanas del viejo oeste. —No fue para tanto... —sonreí y tomé mis cosas. Ya necesitaba algo de descanso. Con eso salí de la clase y me adentré en los pasillos esperando no perderme.
Melinda Balanceaba mis pies tranquilamente, pues dada mi estatura, apenas podía rozar el suelo con la punta de los mismos. Había empezado a practicar al ritmo de los demás, pero la piedra que tenía ante la punta de mi varita apenas mostró señales de una transformación. Mis compañeros de clase, más habilidosos, ya se habían retirado del aula con la satisfacción de haber completado con éxito el ejercicio que tanto se me estaba complicando realizar. La imagen de mi clase frustrada con el Periculum de a ratos me distraía; si bien no me molestaba mucho no estar dominando el encantamiento en tiempo y forma, tampoco quería repetir la experiencia de no haber logrado hacer lo que me propuse. —Avifors~
Melinda Como tantas otras veces, la pequeña piedra pareció no verse afectada por mi conjuro. Permanecí unos segundos mirándola con detenimiento, cavilando mentalmente sobre los factores que influían en mis intentos fallidos. Me había molestado en observar detenidamente la forma en que mis compañeros realizaban los movimientos de la varita, la fuerza con la que pronunciaban la palabra mágica y otras cuestiones más; tenía la seguridad de que los procedimientos para lograr un encantamiento exitoso estaban siendo adecuadamente realizados. Entonces... ¿Qué ocurría conmigo?
Melinda Nada digno de mención ocurrió. La piedra seguía conservando su estado original, sólido y aburrido. Dejé escapar un leve suspiro mientras volvía a alzar la varita mágica sobre ella. Añoraba sentir la suavidad del ave que nacería de mi conjuro; pero, en caso de no poder conseguir la transformación satisfactoriamente, me desquitaría acariciando la cabeza de Snow; seguramente me extrañaba, pues creo que ya había pasado mucho tiempo desde que nos separamos. —Avifors.
