Nada. El hechizo no quería ejecutarse y la puerta no quería abrirse. Parecía ser que iba a estar allí encerrado por horas si seguía a ese ritmo. Pequeñas llamas comenzaron a arder en mi varita, fruto de la ira que se acrecentaba en mi interior... pero logré contenerlas antes de que el hechizo Pire me permitiese salir de allí por la vía rápida. No; esa puerta se estaba riendo de mí, y pensaba derrotarlo jugando limpio. —Alohomora.
Ya estaba bien. Se había acabado justo en ese momento. Era mi dignidad o esa puerta; sólo una de las dos podía seguir en pie, y sería mi dignidad, por mucho que costase. Aquel era el enfrentamiento definitivo: aquella puerta era mi "final boss". Ni salamandras, ni Peeves, nada de eso; aquella puerta era el peor monstruo que se escondía en Hogwarts. —¡Alohomora!
... como buen "final boss", debía ser un rival duro de roer. Y aquella puerta era un digno rival, pues daba la talla con creces. La palabra que parecía un salud hawaiano se repetía una y otra y otra y otra vez en mis labios, mas no lograba que el hechizo que invocaba surtiese efecto. Fruncí el ceño, y tragué aire. Uno debe usar sus mejores habilidades cuando se enfrenta a rivales de ese calibre; así que, con energía, dije lo más alto que pude: —¡¡ALOHOMORA!!
Suspiré muy hondamente, y me dejé caer de espaldas a la puerta. Estaba incluso mareado... aquel reto estaba superando todas mis expectativas. Miré fijamente la pizarra una vez más, analizando las instrucciones de ésta una vez más. Sufriendo en silencio una vez más. ¿Estaría haciendo algo mal? Volví a levantarme y me encaré a mi rival. Mis cejas rojas se agacharon al ritmo que fruncía el ceño. —Alhomora —alguna vez tenía que funcionar, ¿no?
Apreté los dientes. El hechizo no funcionaba. ¡Menuda absurdo! Cada vez odiaba más la magia. ¿No se supone que debería facilitarnos las cosas? Si era tan complicado dominar un hechizo tan básico, ¿no era más útil usar la ciencia, punto? —Alohomora —después de todo, era en vano. Allí la lógica no me ayudaría.
Contenido oculto @Nami Roronoa, lo hice 7.7 "Clac". La cerradura cedió al fin, y la puerta se abrió. Justo cuando estaba apunto de rendirme. Justo cuando parecía que no ganaría jamás. Pasé junto a la puerta ya abierta y, antes de salir de aquella endemoniada sala, pateé la misma con fuerza. —Tú y yo nos veremos las caras en otro momento, milady.
¡Já! Esta vez, esa horrible bestia que llamaban "puerta" había sucumbido a mi hechizo Alohomora al primer intento. Aunque quizá hubiese estado abierta desde el principio, pero, ¡qué más da! En realidad no sabía bien para qué había entrado ahí. A esas horas, no habría nadie en las aulas, y no tenía una idea en mente respecto a lo que haría a continuación. Pero entonces, vi las instrucciones de aquel encantamiento en la pizarra. Wingardium Leviosa. Con él, por lo visto, lograría hacer levitar objetos. Sí, era una especie de telequinesia, pero sin usar la mente... usando la magia. No iba a negar que la idea no me atraía, pero no pensaba ponerme a practicar, hasta que... hasta que vi aquel libro, sobre una de las mesas. Y entonces, sentí la curiosidad. ¿Podría hacerlo levitar? Como si aquel objeto me hubiese lanzado una mirada desafiante, como si fuese un súbdito de la puerta infernal, me sentí irrefrenablemente impulsado a tratar de hacerlo levitar. Este enfrentamiento no acabaría como aquel contra la puerta. No. Frans Andersson ganaría mucho más rápidamente que aquella vez. —¡Wingardium Leviosa!
... ... ... Bueno, vale, no funcionó. Pero nadie es perfecto. Estaba plenamente convencido de que en mi segundo intento, el libro no sólo se levantaría, sino que se convertiría en mi esclavo mágico, sometido a mi albedrío. ¡Podría usar objetos como potentes proyectiles con ese hechizo! Uhm. Esa parecía una buena idea. —Wingardium Leviosa...
... ... ... Bien, reconozco que me equivoqué. La gente suele acertar al tercer intento. Múltiples refranes y frases populares apuntan a esta idea: "a la tercera va la vencida", "no hay dos sin tres"... Sí, sí, este intento sería el bueno. Aquel libro no era más que un pequeñísimo peón comparado con la imponente reina que era la maldita puerta. Y ningún peón habría logrado derrotar al poderoso alfil que yo era. —... Wingardium Leviosa.
Contenido oculto Vengo a aprender el Wingardium Leviosa :3 Jordan Ashblood El aula estaba casi desierta, lo que significaba que debía de haber llegado muy, muy tarde. En estos momentos solo un chico se encontraba adentro, intentando hacer levitar su libro. Me senté en la otra esquina y repasé lo necesario. ¡Oye, que menos personas significan menos verguenza si el hechizo no te sale! Agarré un libro de encantamientos y lo puse en el pupitre, para posteriormente sacar mi varita. Hice las florituras necesarias, según se indicaba en la pizarra, y susurré—¡Wingardium Leviosa!
Jordan Ashblood Como de costumbre, era imposible que me saliera a la primera. Mi varita no hizo el menor sonido ni la menor chispa, ni un solo atisbo de magia. Se quedó estática de esa forma en que terminaba pareciendose mucho a un simple palito cualquiera. La agité en el aire hasta que salieron chispas, la típica creencia muggle de que las cosas se arreglan agitandolas. Un profesor me regañaría por dicha actitud, pero no había ninguno cerca, así que me permití por un momento actuar como antes de llegar aquí. —Vamos....¡Wingardium Leviosa!
Jordan Ashblood Vale, esta vez si que hubo acción. La varita hizo su trabajo, y el libro comenzó a levitar por nanosegundos. Sin embargo, cayó rapidamente a su sitio, dejandome frustrado. ¡Ya debía faltar poco! Un poco más de empeño y el hechizo se habría logrado. Me ajusté las mangas. Deseaba poder lograrlo a la tercera. Así, me enderecé en mi sitio y preparé la varita. Se podía, ¡se podía! —Vale, siguiente intento. ¡Vamos a lograrlo! ¡Wingardium Leviosa!
Jordan Ashblood Nada, nada. Era imposible. ¿O no? "No te desesperes" pensé para mi mismo, agitando de nuevo la varita. La última vez había estado cerca, ¡el libro había levitado! Y ahora la varita volvía a dejar de funcionar. Quizás no estaba haciendo bien los movimientos, o no estaba diciendo bien las palabras.. O quizás mi varita de odiaba. Estaba en las probabilidades. —La cuarta es la vencida—decidí—...o más te vale, estúpida varita. ¡Wingardium Leviosa!
Frans Andersson Miré de reojo a aquel chico que acababa de entrar. Él tampoco lograba dominar el hechizo con los primeros intentos... así que supuse que no debía ser tan fácil como pensaba. Ese chico se había sentado justo en la otra esquina del aula, ¡qué alivio! Así no tendría que soportarlo, seguro que empezaría a cantar las grandes maravillas de Hogwarts, de la magia, seguro que me preguntaría por hechizos y por las clases. ¡Pfff! Eso era lo último que deseaba en ese momento. Dejé de prestarle atención al chico y volví a centrarme en el ojo derecho de la puerta infernal: el maldito libro. Conseguiría ganarle, ya lo creo que sí. —¡Wingardium Leviosa!
Jordan Ashblood Nada, ni la cuarta, y posiblemente tampoco la quinta. ¡El hechizo ni siquiera era muy poderoso, por Merlín! Sin duda mi varita debía de estar defectuosa. Me pregunté si me darían una nueva si esta se perdía...al lanzarla por la ventana. Probablemente no, probablemente me castigaran hasta que pudiera comprar otra, o me regresaran a casa. Así que solo decidí intentarlo de nuevo. La quinta es la vencida. Sí señor, y me iba a creer eso. —Wingardium Leviosa—susurré.
Frans Andersson ¡Oh, vamos! No podía ser tan difícil. Los muggles habían inventado la rueda, el fuego, medicinas... habían logrado múltiples hazañas históricas sin tener más recursos que la naturaleza y la inteligencia. Y se suponía que un mago disponía de esa "magia", de la posibilidad de hacerlo todo con tan solo un par de palabras y un movimiento de varita. ¿¡Y no podía levantar un mísero libro!? ¿¡Pero qué engañabobos era este!? Oí mi varita crujir un poco cuando la apreté con fuerza. Comenzaba a enfadarme otra vez. Cuando lograse levantar ese libro, me aseguraría de lanzarlo lejos, bien lejos. Contra la cabeza de ese otro estudiante, por ejemplo. Sí, eso parecía buena idea. —Win-gar-dium-le-vio-sa —dije con lentitud y con cuidado, sílaba a sílaba. ¡Vamos! Esta vez TENÍA que funcionar.
Jordan Ashblood Venga ya, ¿estaba seguro de que esto funcionaba? Esta vez, cuando recité el hechizo, solo se movió un poco, por lo que no estaba seguro de si se había movido o lo había empujado con la varita sin querer. Estaba casi seguro de que se había movido, casi. —Oh, vamos—supliqué, no se si al libro o a la varita o a la magia—debo ir a entrenar y esto puede durar horas, vamos. >>Wingardium Leviosa.
Jordan Ashblood Empezaba a cansarme. ¡Esto no debía de ser difícil! Yo podía convertir objetos en pajaritos asesinos, ¿porque me costaba tanto el simple hecho de moverlos? ¡Era ilogico! Así que me llené de esperanza y enarbolé mi varita hacia el pesado libro. —Si no logro moverte, te lanzaré por la ventana antes de abandonar la clase—juré—y no te convertiré en pájaro para que amortigues la caída. Dudaba que sirviera de algo la amenaza, pero ya estaba hecha—¡Wingardium Leviosa!
Contenido oculto Hermione me dió su bendición ;o; Jordan Ashblood Y al parecer el libro de Encantamientos tenía pesadillas en las que volaba por los aires, dado que fue luego de la amenaza en cuanto pude hacerlo flotar a voluntad. ¡Había funcionado! Con algo de júbilo, me enfoqué en que el libro llegara hasta el pupitre de al lado, y aunque amenazó con caerse en varias ocasiones, solo tocó el pupitre cuando lo permití. ¡Había aprendido a hacerlo! Rápidamente salí de aquel lugar, debía ir a practicar afuera. ¡Otro hechizo de Aire que podía potenciar!
Apreté los dientes, lleno de ira, cuando vi al chico levantar aquel libro e irse, tan contento. ¡No podía ser cierto! ¿Por qué, eh? ¿Por qué había sucedido eso? ¿Es que acaso yo... no podría lanzarle ahora el libro a la cabeza a aquel estudiante? Diantres, para algo que me resultaba excitante... bien podría haber permanecido en el aula un rato más, celebrando la victoria. En algunos minutos lograría dominar el hechizo, y tan sólo tenía que estar ahí, y ¡plaf!, recibir el librazo. Quería saber qué tan útil sería el hechizo como arma ofensiva, ¿tan difícil de pedir era? Remangué mi uniforme, irritado. Ese libro acabaría, algún día, incinerado como la puerta. Ya lo creo que sí. —Wingardium Leviosa.