Kyle Gray —Y tu que, plumita del demonio, ¿vas a volar o no? Se está riendo de mí. Pero yo no se lo permitiré, le voy a demostrar que puedo ser un buen mago y poder hacer levitar unaa simple pluma. Luego se lo enseñaré a mis padres, y seguro que quedarán orgullosos de mí. Los años que pase en Hogwarts tienen que sacar todo mi potencial, y una pluma absurda no va a frenarme en mi meta. —Wingardium leviosa
Kyle Gray Me desespero, dejo la varita y me pongo con los brazos tapando la cara apoyado en la mesa. No sirve de nada, estoy haciendo de todo y no puedo más. Entonces, levanto la vista y me fijo en el papel... ¿¡Que!? Leo detenidamente la palabra, y al parecer estaba entonando los acentos mal. ¡Tonto de mí! —No tengo remedio... ¡Por las barbas de Merlín! Wingardium leviosa
Kyle Gray Mi sorpresa cuando la pluma se agita levemente, y comienza a levantarse. Mi cara es como una gran boca puesta en una carita que parece enana. No me creo lo que estoy viendo. Se levanta tanto, que sobrepasa mi cabeza. Muevo un poco la varita y la pluma se mueve a su son, he conseguido dominar el hechizo. Todo por una mala expresión, y podía haberme estado aquí todo el año sin conseguirlo. Sigo moviendo un poco la pluma, y la hago bajar suavemente. Miro al profesor, y asiente con la cabeza. Estoy orgulloso de mi mismo. Aunque tengo una sensación extraña, creo que es hora de abandonar la clase. Me levanto de mi asiento, cojo la bandolera y voy de camino a la puerta. Contenido oculto @Nami Roronoa
Kyle intentó dejar el aula, pero cuando quizo hacerlo descubrió que ésta se encontraba cerrada con llave. Si quería salir, tendría que dominar el otro encantamiento que Flitwick se encontraba enseñando en aquella clase… el Encantamiento Alohomora. Contenido oculto: Datos del encantamiento Alohomora Clase de conjuro: Especial Uso en el rol: El personaje podrá abrir puertas y cerraduras bajo llave. Uso en combates: Ninguno. Cómo dominarlo: El rolero debe lanzar 3 dados de 30 caras. Los números que saquen en esos tres dados deben ser números pares; si sacan todos pares, habrán dominado el Alohomora. Si al menos uno en impar, deberán intentar de nuevo.
Intento abrir la puerta para salir, pero no me deja hacerlo. Si antes estaba abierta, ahora debería poder salir de la sala. Pero parezco retrasado, forzando la manilla con fuerza, apoyando mis pies en la jamba y tirando a más no poder. Cuando me inclino a coger aliento, el profesor Flitwick me indica que me ayude de las notas escritas en el papel de la tarea. Me acerco con cansancio al pupitre, y leo que había otro encantamiento preparado para practicar. Además, uno que sirve para abrir cerraduras. ¡Genial! Con las notas mentales, me acerco, varita en mano, a la puerta, y apunto con el extremo de la varita en la cerradura, a modo de llave pero a unos centímetros de distancia. —¡Alohomora!
La cerradura se quedó impasible, sin hacer ninguna reacción a mi hechizo. A su vez, mi varita tampoco hizo nada más que quedarse en mi mano. Algo estaría haciendo mal. Esta vez no me fio, voy a seguir los pasos a utilizar. Vuelvo a mi pupitre, y el pergamino donde se indican las instrucciones me espera en una esquina. Lo agarro, y lo llevo en la mano contraria a la varita. Una vez colocado delante de la cerradura, me pongo a mirar las instrucciones de nuevo, para no equivocarme. —Bien, tengo que hacer así, luego así... Veamos. Alohomora
Me quedo mirando fijamente la cerradura, a ver si es que la he abierto y no me he dado cuenta. Agarro el mango, tiro con fuerza, pero eso no tiene pinta de estar abierto. Vaya fastidio, hasta que no arregle esto nadie va a poder salir o entrar a clase. Con lo poco que me gusta a mí que me cojan manía, esto no lo puedo permitir. — Que nadie se agobie, voy a conseguirlo a la de una, una, dos y... Alohomora
Nada. Ni movimiento de cerradura, ni vítores a mi persona... Esto no está saliendo como quisiera. Reflexiono un poco, he tenido demasiada suerte hace un momento cuando a la primera me salió el hechizo levitador (Vale, una vez lo pronuncié bien, que el resto estaba yo diciendo burradas, suerte que el profesor no me prestaba atención). Vale, solo tengo que calmarme, imaginar que abro la cerradura con una llave imaginaria, y todos contentos. —Alohomora
Vaya hechizo más complicado nos pone el profesor Flitwick este año. No se porque, pero me da que no es un conjuro corriente. Este es un nivel superior a los anteriores, y requiere más práctica y concentración. Miedo me da como a partir de ahora todos los hechizos sean así, no quiero quedarme el último de clase. — Venga cerradura, tu me caes bien, yo te caigo bien. Si te abres, luego te invito a una chocolatina deliciosa que tengo en la bolsa— (¡Toma rima!, ahora funcionará).— Alohomora
Se me ocurre meter la varita en la cerradura para poder crear una unión más fuerte entre ellas dos, pero luego pienso que como me cargue la varita, el señor Ollivander no me lo perdonaría en la vida. Con lo que me costó hacerme con ella, mi preciada amiga. Lo que si hago es darle a la cerradura unos golpecitos con la varita, a ver si eso podría funcionar. —Venga chica, ábrete y déjame salir de clase. Alohomora
Y acompaña de mi suave voz, la cerradura da un chasquido por dentro, indicación clara de que se ha abierto. —¡Oh si, chica, como te quiero! — Y pego un salto en el aire de la emoción. He dominado el hechizo, ya poseo la habilidad de colarme en la despensa de las chuches del colegio. Aunque primero debería encontrarla, más tarde. Con una sonrisa que apenas me cabe en la boca, le saco un pulgar al profesor Flitwick. Veo que este me mira con el ceño fruncido, tal vez preguntándose de que va este chico tan rarito. Sin dejarle que me evalúe más con la mirada, abro la puerta y marcho de la sala, dejando al profesor de vuelta a sus libros.
Frans Andersson Y, para variar, la clase estaba abierta y completamente vacía. Miré a uno y otro lado. Ni un alma dentro... qué lamentable. ¿Por qué dejaban abierta una sala si no planeaba ser ocupada pronto? Era incapaz de entenderlo, pero, como el resto de cosas incongruentes de este mundo de magos, tratar de buscarle explicación era absurdo. Así pues, me senté en una silla y eché hacia atrás mi cabeza. Agh, estaba algo cansado... aquellas dos serpientes me habían hecho daño y ahora pagaba las consecuencias con dolor y quemazón aquí y allá. Pero, ¡qué más da! Seguirán dejando que los alumnos se enfrenten a ellas y a otras criaturas: ¡si mueren abrasados, es su problema! Uf, este sistema educativo era nefasto. Contenido oculto @Nami Roronoa, aquí estoy :3 Quiero aprender tanto Wingardium Leviosa como Alohomora :33
De repente, un viento repentino cerró la puerta del aula de golpe. Cuando Frans se levantó para examinarla, descubrió que la puerta se encontraba firmemente sellada; al parecer, algo o alguien lo había encerrado en aquella aula. A lo lejos, podía oír una risotada muy similar a la de un poltergeist… Por fortuna para él, en el pizarrón de la clase aún estaban las instrucciones de la clase anterior sobre cómo utilizar el encantamiento de apertura… Contenido oculto: Datos del encantamiento Alohomora Clase de conjuro: Especial Uso en el rol: El personaje podrá abrir puertas y cerraduras bajo llave. Uso en combates: Ninguno. Cómo dominarlo: El rolero debe lanzar 3 dados de 30 caras. Los números que saquen en esos tres dados deben ser números pares; si sacan todos pares, habrán dominado el Alohomora. Si al menos uno en impar, deberán intentar de nuevo.
—¡Diantres! —exclamé. Traté de abrir la puerta a la fuerza varias veces, y, al ver que era inútil, miré a mi alrededor. ¿Quién había sido ahora? ¿Otro poltergeist, como ese Peeves? Bah, estaba ya harto de todo aquello, todo eran disgustos y sorpresas desagradables allí. Afortunadamente, parecía que tenía una mínima esperanza de poder salir de allá sin necesidad de esperar a que alguien viniese a ayudarme: en la pizarra aparecía escrito el conjuro capaz de abrir puertas. Huh, ya era hora de que la magia sirviese para algo. No parecía muy difícil, así que lo puse en práctica rápidamente. —Alohomora
Y no funcionó. Aunque no sé de qué me extrañaba; lo mismo me sucedió con el condenado Periculum, ¡aún me enfadaba sólo de pensarlo! Mi irritación comenzó a crecer desorbitadamente, y solo llevaba un intento infructuoso. Más vale que aquel truquito de magia funcionase pronto. De lo contrario, acabaría saliendo de allí incendiando la puerta en el proceso. —¡Alohomora!
—Vamos, puerta endemoniada, ábrete —suspiré. Mientras volvía a pronunciar las ininteligibles letras de aquel hechizo, meditaba una vez más sobre la magia. Definitivamente, no era buena idea que ésta estuviese presente en el mundo Muggle, no. ¡Sería caótico! Si todo el mundo pudiese hacer de todo... todo sería puro caos. El equilibrio social (se realizarían delitos fácilmente), económico (con la magia, los diferentes tipos de empleo carecerían en su mayoría de utilidad), hasta el medioambiental (¡menudo caos si los hechizos se fuesen de las manos!) correrían inmenso peligro. ... sí. Definitivamente la magia era igual a problemas.
—¡Maldita seas, puerta inmunda! —le grité. Agh. Respiré, respiré hondo. Tenía que relajarme, porque, ¿qué castigo ponían aquí por prender fuego a mobiliario del internado? En cualquier caso, no era algo que me apeteciese soportar. Por eso, la varita se meció una vez más y las sílabas absurdas se combinaron entre sí en mis labios una cuarta vez. —Alohomora.
... no. La puerta seguía sin abrirse. Probablemente, aprendería más rápido las bases del oficio de cerrajero que aquel absurdo hechizo. ¿¡Y para qué lo enseñan!? ¿Para incitar a los alumnos al robo con fuerza en las cosas? Agh. Menudo asco de Hogwarts. —Alohomora.
Nada. Cuán absurdo se me hacía fracasar tantas veces en la ejecución de hechizos tan sencillos. Pero bueno, no estaba invocando a un dragón de dieciocho cabezas capaz de expulsar tiburones por la boca ni nada así. Se suponía que ese hechizo era básico, ¡básico! ¿Había que hacer una carrera o algo para los más avanzados? ¿Un máster? —¡Alohomora! —me estaba enfadado cada vez más. Lo notaba. El fuego crecía en mi interior... y a esa puerta no le gustaría que creciese también en mi varita, vaya que no.
Aquella puerta se estaba riendo de mí. Se estaba burlando, y si pudiese hablar, seguro que me insultaría. Pero no pretendía dejarla ganar. No, no, no. Frans Andersson no iba a rendirse ante una puerta, ¡y menos si esa puerta era de Hogwarts! —Alohomora.