Danielle Abaddie. La cerradura se agitó levemente, pero no se abrió. Me alegré un poco, estaba logrando mi objetivo, suponía que un par deintenros más y me vería libre del aula. —Alohomora —mi acento se marcó sin vergüenza, ya que estaba completamente sola suponía no interesaba como hablaba.
Danielle Abaddie. Cuando la cerradura no se inmutó me moleste un poco, yo que pensaba estar cerca de salir del encierro me equivoqué. Arrugue nuevamente mi nariz, en clases anteriores al no lograr un hechizo siempre revisaba mi libro, eso me ayudaba a ver en que me equivocaba. Me gire sobre mi talones y camine un par de pasos, mi bolsa seguía en la mesa. La abrí y saque mi libro de encantamientos. Me llevo un par de minutos encontrar la página, la leí muchas veces, practique el movimiento de muñeca un par de veces y luego la pronunciación. Cuando me sentí lista volví a girar a la puerta, apunte con la varita y tome aire. —Alohomora.
Danielle Abaddie. Volví a fruncir la nariz con molestia, el último hechizo que se me dificultó tanto fue el Avifors en el botón, ni el encantamiento que aprendí por mi cuenta se me había dificultado tanto. Ahora que lo pensaba, si no podía abrir la puerta, ¿podría tirarla?. Repase mentalmente la lista de hechizos que sabía, ninguno útil. Sacudi la cabeza, derivar la puerta no debería ser una opción, no queria ni pensar en el posible resultado de eso. —Vamos Danielle, has aprendido encantamientos sin ayuda de un profesor —me regañe en voz alta. Alcé la varita de nuevo —. Alohomora.
Danielle Abaddie. Nuevamente la cerradura se sacudió un poco, estaba cerca, no podia estar toda mi vida retenida en este lugar. Respire hondo y repetí el encantamiento, tras decirlo un par de veces volví la vista a la puerta. —Alohomora.
Danielle Abaddie. Entonces la cerradura hizo un chasquido, sentí la felicidad recorrer mi cuerpo, al fin sería libre del salón. Rápidamente fui por mis cosas en la mesa, y el doble de rápido camine a la puerta, no me quería arriesgar a quedar nuevamente atrapada.
Ryder Parker. Entré sin mucho drama a la sala y me senté inmediatamente, listo para realizar el conjuro con un pequeño papel de instrucciones a un costado de la mesa. Flitwick me observó y se limitó a asentir como muestra de saludo. Yo, por mi parte, medio sonreí y me dispuse a concentrarme en la varita. El profesor me conocía puesto que era el jefe de casa de Ravenclaw, y por ende sabía como era mi inicial disposición en esta escuela, aunque en su momento dijo que me tendría que poner al día y estoy segurísimo que él ahora anda en muy aires de "te lo dije". Suspiré, y movi la varita al gritar: —¡Wingardium Leviosa!
Ryder Parker. Suspiré. Volteé a mirar al profesor Flitwick, por un momento me sentí levemente paranoíco y pensé que él podía reírse ante mi fracaso, pero no. Ni siquiera me estaba prestando atención, estaba leyendo una revista. Tomé aire para recuperar la compostura y volví a realizar el mismo proceso. —¡Wingardium Leviosa!
Ryder Parker. ¡Estuve tan cerca! Por un momento el objeto casi casi se mueve, pero volvió a caerse apenas se había elevado unos milimetros. Negué con la cabeza, mosqueado. Tenía que lograr esto como sea. —¡Wingardium Leviosa!
Ryder Parker. ¡Uff! Qué molesta esta cosa. Empezaba a sudar por una mezcla de nervios y rabia. ¡Ugh! El baño no habrá servido de nada si empiezo a sudar como cerdo. Este conjuro tiene que colaborar rápido. —¡Wingardium Leviosa!
—Wingardium Leviosa. Y nada, el objeto se rehusaba a funcionar. Como que estoy empezando a recordar que odiaba mucho la magia.
—¡Wingardium Leviosa! —exclamé—. ¡Qué pasa! Si lo estoy pronunciando bien. Y... nada. Definitivamente este conjuro iba a tomar tieeeeempo.
—Wingardium Leviosa... —susurré medio agotado. Esto es el colmo. ¿¡Qué rayos le pasa a esta varita!?, ¿había que actualizarle el firmware o algo así? ¡Ah! Verdad... estas cosas son añejas, así que nada de eso existe.
—Wingardium Leviosa... —dije, mientras en mi mente maldecía como camionero. Y... ¡al fin! Al fin la lista de instrucciones se levantó. Bueno, eso era algo que se podía hacer con la mano de todos modos, gran cosa. Pero bueh, ya tengo otro conjuro aprendido así que ya debería estar más relajado. Miré al profesor Flitwick, y con una sonrisa de triunfo, me fui de la sala de clases.
Kyle Gray Y entro en la clase de Encantamientos abriendo la puerta, esta vez de forma normal. Ya me gané las miradas inquisitivas de Madame Pince, no quiero que el profesor Flitwick me coja manía ni nada. Formalmente me dirijo a un pupitre vacío, y me siento en la mesa. El profesor me indica que tengo todo lo necesario para empezar con la clase en la mesa, en un papel con las indicaciones debidas. Resulta que me toca aprender un hechizo nuevo. ¡Con lo que me gusta a mí eso! Sin haber empezado, ya estoy dando golpecitos con los pies inquieto perdido. Bueno, manos a la obra. Así que hacer levitar objetos. Eso tiene buena pinta. Saco mi varita de la túnica, y práctico primero lo movimientos que indica el papel. Una vez me veo preparado, agito y digo mientras apunto a la pluma: —Wingardium leviosa
Kyle Gray La pluma se agita levemente, pero ni por asomo la hago volar. Vaya trola, con la emoción que me daba a mí ir por los pasillos levantando objetos y asombrando a todos. Sería el rey del patio. Pero no, la pluma no quiere ni levantarse, y además el conjuro se me hace largo. No se si pronuncio correctamente las palabras, pero es que a mi me gustan palabras más cortas y directas. Me remango la túnica, me recoloco en la silla y echando la espalda para atrás, vuelvo a recitar: Wingardium leviosa
Kyle Gray Nada, ni un ligero movimiento. Me vienen a la mente frustraciones anteriores, como la de la clase de Defensa contra las Artes Oscuras. Pero he de mantener la calma, en verdad cuando estuve en sintonía conmigo mismo, fue cuando conseguí dominar el hechizo. Miro al profesor, por si está molesto con mi resultado, pero anda más pendiente de sus libros que de mí. — Vamos bonita, tu puedes volar, siéntete un pájaro. Wingardium leviosa
Kyle Gray —No pasa nada... Relax. Relax Kyle, no es la primera vez... — tengo que mantenerme en calma conmigo mismo o no lo conseguiré. La pluma se ve tan delicada, tan susceptible, que tengo que poder dominarla. ¡Eso es! En ningún momento he pensado en la pluma como objeto. Tengo que hacerla volar, por lo que pensaré como es la pluma, de que está hecha, su peso, forma... A ver si concentrándome en todo eso consigo hacerla elevarse por encima de mi cabeza.
Kyle Gray Bueno, no pasa nada. La pluma no se mueve, es lo normal. Ahora me levanto, acerco una silla a la ventana (Porque soy muy bajito), me subo en ella y me tiro al vacío. Igual así consigo levitar yo, y una vez haga eso la pluma será un juego de niños. Al momento descarto esa opción, que si no lo consigo no tengo segundo intento. — Sé uno con la pluma. Hazla tuya... Wingardium leviosa
Kyle Gray No está mal. La pluma se ríe de mí, no quiere elevarse ni nada. Mejor me tomo un descanso, observo la sala y sigo a lo mío. Voy contando las piedras de la pared, para intentar relajarme. Esa pluma dichosa juega conmigo, quiere verme caer pero no lo va a conseguir. Además, en cuanto termine tengo una chocolatina deliciosa esperándome en la bandolera, y como no me de prisa se va a derretir, y a nadie le gusta desperdiciar chocolate de esa manera. ¡Chocolate! Wingardium leviosa
Kyle Gray Me acuerdo cuando iba al parque a jugar, y había compañeros abusones que no me dejaban tocar la pelota en ningún momento. La sorpresa que se llevarían ahora si les hago levitar la pelota en sus narices y darles con ella en todos los morros. Se irían llorando a donde sus mamas derrumbando su autoridad. Eso tiene buena pinta. Dominar este hechizo implica entonces defender el honor de los débiles delante de los abusones. Porque odio la gente que no deja a los demás ser feliz. Wingardium leviosa