Aula 3-3

Dejó la lata vacía en la basura para jugar con la otra que permanecía sellada, meciéndola de un lado a otro mientras le sonreía a Aaron con aquel tinte de diversión en la mirada, pese al frío día, pese al regaño de Katrina que terminó siendo rápidamente reemplazado en su mente con el gesto de revolverle el cabello, sintiéndose más cómodo en el proceso, animándose por mostrarle a Aaron los videojuegos que estaba viendo en youtube mientras subían los escalones rumbo al salón de clase luego de sonar la campana.

Biología podía ser algo entretenido, además de que con imágenes y eso, podía ser más perceptivo que por el mero hecho de solo el discurso educativo.

Al pasar las horas y retumbar nuevamente el timbre que daba aviso al final de la jornada se colgó el maletín en el hombro luego de mirar por última vez la pizarra. Al menos sentía que entendía un poco más, sin embargo, debía esforzarse el doble por lograr llegar a alguna nota decente, de lo contrario su padre lo colgaría.

—Iré a recoger a Sasha —le avisó con una sonrisa suave en los labios, suavizando los rasgos felinos—, te veo mañana.

Extendió la mano en forma de puño, esperando que él le diese un golpecito en igualdad de medida para marcharse.

Contenido oculto

Nekita

 

Ni siquiera quiso preguntar en ese momento nada al ver el estado en el que se encontraba Daute, tan solo asintió y le indicó con un movimiento de cabeza el camino para que lo siguiera, no parecía haber dormido nada y eso por alguna razón lo sentía bastante inusual, suspiró con cierto desgano y abrió la puerta del salón para adentrarse, esperando que Daute cerrara la puerta tras él y en vez de dirigirse a su asiento, fue directamente al del más alto para dejar la bolsa sobre el escritorio de este.

—Te ves acabado —soltó de repente, señalandole la bolsa con un su índice —, así que supongo que lo que te traje debe tan siquiera hacerte cambiar el rostro un poco, son dulces, como disculpa por no haberte entregado la ropa ayer y también por todo el tema de los secretos, no sabía que te iba a afectar, lo tendré en cuenta.

Esperó a que se acercara y luego le dio un golpe en su frente con el mismo índice con el que le había señalado su "regalo".

—También, te iba a dar un golpe pero creo que no es lo mejor con tu estado, ese es por la marca que me dejaste, que se ve perfectamente sin uniformes de cuello como este. —Bufó, casi por instinto acomodándose un poco mejor el uniforme negando con suavidad su cabeza.

Contenido oculto

Insane

 

Le seguí los pasos con calma, agradecido de que no siguiera la conversación en los casilleros, sino dirigirnos directamente al salón de clase. Cerré la puerta al ingresar y me recosté en ella, como si fuésemos los únicos que asistieran a dicha aula. Lo observé, dejando una bolsa sobre mi pupitre, elevando las cejas levemente al no esperármelo.

—¿Dulces? —la ilusión de recibir algo como un caramelo, un obsequio, cualquier cosa que naciera me embriagaba de tal forma que me destensaba los músculos—. Lo de los secretos no me afectó —contradije terco, desviando la mirada.

Cerré los ojos al sentir el golpe en mi frente, entreabriendo los párpados para mirarlo, curioso aún.

<<También, te iba a dar un golpe pero creo que no es lo mejor con tu estado, ese es por la marca que me dejaste, que se ve perfectamente sin uniformes de cuello como este.>>

Me reí inevitablemente entre dientes, risueño.

—A ver, muéstrame, yo quiero ver.

 

Asintió para responder su pregunta, en efecto, había acertado —Siempre los estas comiendo así que parecía algo apropiado, aunque dudo que te falten en casa a decir verdad —de algún lado tenía que salir su suministro de dulces y tampoco sabía que tan bueno era alimentar ese vicio —, decidiré creerte por ahora... de igual forma, dudo que es algo que se vaya a repetir algo como eso pero... de igual forma, te diría.

Eso lo había dejado muy en claro y tampoco es que perdiera mucho diciendole si eso parecía mantenerlo en paz.

Frunció el ceño al escucharlo reír y cuando habló simplemente puso sus ojos en blanco, desajustando ligeramente su corbata para poder mover el cuello de su uniforme —Actúas como si realmente no me hubieras dejado la marca cuando literalmente fuiste a morderme de la nada.—Lo consideraba algo bastante extraño al igual que su propia reacción que en sí, seguía sin procesar al no encontrarlo realmente malo.

—Me voy deshaciendo de marcas y tu vas agregando otras, caníbal, no lo hagas de nuevo.

 

Justo el día en que solo eché dos caramelos a la mochila Aaron llegaba con una bolsa repleto de dulces rojos. Era su partner, su socio, su parcero, sin lugar a dudas. Seguí el movimiento de sus manos al desajustar la corbata como un animal curioso, sin percatarme de ello, viéndolo mover el cuello para visualizar por completo la pequeña marca roja sobre su piel. Me incliné ligeramente.

—No veo nada —murmuré sujetándolo de la tela de la corbata para acercarlo más—, Aaron, espera que la camiseta escolar no me deja —le corrí la tela sobre el hombro.

Sí, lo había marcado por el segundo secreto de Akaisa, y ahí estaba, negándome a creerlo a ciencia cierta. Solo era una tontería, una estupidez, nada del otro mundo.

¿Verdad?

—No lo haré de nuevo —mentí a consciencia, soplándole la nuca para echarme hacia atrás antes de recibir cualquier golpe y recostarme nuevamente contra la puerta, sin dejar de mirarlo—, entonces... si vuelves a tener algún secreto con ella, me lo compensarás, ¿no es así?

 

—Estoy seguro que me estás jo... —Y las palabras se le cortaron cuando sintió el agarre en la tela de su corbata, tensándolo ligeramente luego de casi tropezar por no ver venir esa clase forma de acercarlo y luego prácticamente quedarse congelado cuando sintió que corría aun más la tela y hacer que su corazón se acelerara un poco más, Daute lo estaba jodiendo, estaba seguro.

No había forma en que no lo estuviera viendo.

Solo cuando sintió aquel soplido terminó por reaccionar para empujarlo aunque realmente no tuvo mucho efecto por que él mismo se había retirado, chasqueó la lengua, desviando su mirada ligeramente para poder arreglarse el uniforme y sentarse en su lugar.

"entonces... si vuelves a tener algún secreto con ella, me lo compensarás, ¿no es así?"

—Compensarte no lo sé, dices que no te afectaba, ¿no? —Preguntó apoyando su mentón en la palma de su mano, mostrandole la lengua por unos segundos —, pero te diría porque lo prometí.

 

Me comencé a reír tapándome los labios como si no pudiese simplemente contener la carcajada al escucharlo chasquear la lengua, siguiéndole los pasos hasta mi pupitre hasta que la risa comenzó a disminuir. No entendía por qué, pero me hacía sentir muy bien el compartir mi tiempo con él, era entretenido, divertidamente denso como para encajar perfectamente conmigo. Y entonces lo vi, el cómo me sacaba la lengua.

Era algo... tierno.

—Eso estaría bien —susurré comenzando a mirar la bolsa con los caramelos, como un chiquillo que le dejan obsequios por portarse bien en navidad, aunque faltaba mucho para aquella festividad. Le miré entre las pestañas, jugando con la cadena de plata entre los dedos—. Si me lo dices es suficiente, así podemos seguir formando nuestros propios secretos.

Guardé un par de dulces en el bolsillo del pantalón y el resto lo empaqué en la mochila, sacando después el cuaderno de química.

—¿Lograste hacer la tarea? Yo adelanté algo, pero no sé si está bien —la pesadez me invadió la voz—, ¿puedes revisarlo?

 

—Te compensaré cuando vea que es mas que necesario que tengas unos dulces contigo, de eso puedes estar seguro —O cuando él terminara acaparando mas tiempo del necesario algo que le prestara por no prestar atención en lo que tenía que regresar, pero bueno, eran pequeños detalles —, o para "igualar" los secretos entre ambos, pero también para formarlos si se da el caso como lo de ayer.

No quería intentar pensar en que otra clase de cosas podrían ir surgiendo si ya había tenido dos curiosos encuentros con Daute que no esperó que quisiera catalogar como secretos.

—¿Hm? No, me la pase secando mis cosas así que realmente no hice tareas, tampoco quería levantarme temprano —frunció ligeramente su nariz y tomó la libreta que le era ofrecida —, pero puedo ir viendo sobre la marcha, no tengo problema. —Se estiró para buscar entre sus cosas y sacar uno de los lapices que tenía en caso de que tuviera que señalarle algo a Daute.

No podía ser considerado copia o guardar información si lo estaba revisando, ¿no?

 

—¿Secando? —pregunté moviendo mis pies bajo el pupitre, terminando con un caramelo en la boca sin darme cuenta. Podía ser tan inquieto que por ello mi madre terminaba sin saber qué hacer cuando era un niño —. ¿Te mojaste ayer? Me hubieses buscado, podría haberte llevado a casa, o al menos dejarte cerca.

Miré el movimiento del lápiz sobre mi cuaderno, levantándome para correr mi asiento y hacerme más cerca de Aaron, logrando mirar las hojas en donde había puesto los resultados de algunos puntos del taller, recostando mi mejilla sobre el hombro de él al aburrirme viendo tantas fórmulas que me resultaban complejas de entender.

¿Por qué no puede ser tan simple como el levantarse a correr?

—Aaron, ¿trajiste almuerzo? —susurré sin levantar mi cabeza de su hombro, recordando que solía comer del de Sasha, y me estaba mal acostumbrando.

Sí, ya me estaba distrayendo, de nuevo.

 

—Hm, sí, a fin de cuentas no dejó de llover —comentó bastante tranquilo al no darle mucha importancia en sí a lo que había sucedido —, dijiste que ibas a ir por Sasha y realmente no quería molestar, por otro lado, quizás si esperaba más horas se hubiera detenido...pero tampoco fui al gimnasio, así que, solo caminé en la lluvia.

Porque no era en lo absoluto inteligente correr para salir de esa escuela luego de la ubicación que tenía, lo que menos quería era resbalar y llegar peor a su casa por alguna herida o algo por apresurarse, luego en calles mas normales...si tuvo que correr un poco.

Continuó viendo la tarea y haciendo sus apuntes de las cosas que tenían pequeños errores por algún paso mal hecho o señalando en qué lugares debía revisar la forma en la que realizó la ecuación y apenas sintió el peso sobre su hombro le dio un par de toques con la goma de borrar en su lápiz.

—Espero que recuerdes porque te estoy haciendo anotaciones...—suspiró levemente, bajando el lápiz un momento para masajear el inicio del puente de su nariz al sentir una pequeña punzada en su cabeza, luego, continuó revisando —, sí... ¿por qué? ¿no trajiste el tuyo?

 

—No me hubiese molestado —continué hablando en un tono de voz bajo, deparando mis pupilas entre la libreta, los trazos, las correcciones que poco a poco se iban haciendo borrosas—, tu hombro es más cómodo de lo que parece, y ahora que lo pienso... ¿quieres ir hoy a la azotea? Podemos cerrar con algo para que nadie más entre, sería gracioso.

Sí, imaginarse a Katrina pateando la puerta para entrar, me comenzaba a resultar mágicamente chistoso. Me reí entre dientes, como el crío travieso que mi madre decía que era, sintiendo la goma del borrador, más no me moví ni un centímetro; podría hasta dormirme ahí si cerraba por un rato los párpados.

—Se me quedó —mentí tan descarado como podía llegar a ser, queriendo apartar el sensación extraña de no hablar con Sasha—. ¿Me compartirías del tuyo? Igual traje dinero, pero me da pereza bajar hasta la cafetería —si pudiese verme se hubiese dado cuenta que casi y frunzo el ceño—; igual quiero buscar a alguien antes de subir, de una vez te lo presento, nuestros apellidos son similares. Se llama David, a ver Aaron, pronuncia: D-a-v-i-d.

Elevé mi cabeza para mirarlo, como un niñito curioso por verlo hablando español.

>>Y luego di: Rojo.

A ver cómo pronuncias la R mientras contengo la carcajada en mis costillas.