Aula 3-3

Tema en 'Tercera planta' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Zireael

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    Los mensajes de Vero los recibí poco después de Cayden entrara a la clase, porque la cabeza de fuego me hizo despegar la cabeza del libro, y aproveché al distracción primero para guardarlo y segundo para revisar el teléfono. Le respondí de inmediato, guardando el aparato después, y me centré en las clases para ignorar la presencia tensa de Altan encima, siendo que se sentaba detrás de mí.

    ¿Estaba renunciando yo también?

    ¿Lo estaba haciendo?

    El cuestionamiento me alcanzó cuando lo vi salir apenas sonó la campana del receso y lo que sentí, en vez de preocupación, fue algo parecido al alivio. Guardé mi cuaderno con calma, lo metí en la gaveta del escritorio junto a la cartuchera y mientras estaba recogiendo mi maletín del suelo para sacar el almuerzo, unas piernas entraron en mi campo de visión. Cuando alcé la vista noté a Cayden, pero el chico solo me dejó un papelito en el pupitre, me sonrió y regresó a su lugar sin esperar nada.

    Cuando tomé el papel, que era una esquina de cuaderno rasgada, leí lo que decía y todas las piezas encastraron de golpe. Estaba escrito chueco, pero hizo que todo tuviera sentido. Decía que Altan había tenido problemas con Anna y ahora ella no estaba viniendo a la escuela, aunque él no sabía por qué. No creía que este niño hubiera estado en sus momentos más brillantes hace unos días atrás, pero debía haber notado la tensión que se cortaba con cuchillo y me tuvo piedad, cosa que agradecí profundamente. Ya Altan me había dicho que le gustaba Anna, a su burda manera, pero todo eso completaba el cuadro. Uno bastante penoso.

    Al era bueno, lo sabía con toda seguridad, pero su personalidad era difícil.

    No podía hacer nada con la información por ahora, pero al menos ahora entendía y también podía preocuparme por Anna. Suspiré, ahora sí me levanté con mi almuerzo, recogí la notita y la zambullí en el bolsillo de la falda para salir de la clase de una vez por todas. Caminé los metros que me separaban de la clase de Vero balanceando el bento suavemente, todavía absorta en la situación general, y cuando estuve ya frente a la puerta entré al salón como si fuese mi casa y caminé hasta Vero apenas la ubiqué.

    A la criatura ni le di tiempo de levantarse, dejé el bento en su escritorio y le eché los brazos encima, estrujándola con mucho cariño. Al comenzar a regresarle su espacio alcancé a dejarle un besito en la mejilla, suave.

    —Hola, cariño —le dije sin conferirle una cuota de pensamiento—. ¿Cómo estás?


    Bruno TDF


    te mandé un relleno bien salvaje JAJAJA perdón, a cambio me llevo la Verito que se me prometió uvu (?
     
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    Bruno TDF

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    El arranque de este día me había dejado los ánimos por las nubes. Era tanto el buen humor acumulado en cuestión de minutos, entre lo de Copito, Cay y el regalo de la madre de Fuji, que incluso me dediqué a concentrarme en las clases de la mañana, cosa bastante rara de mi parte. Eso sí, debí esforzarme de a ratos, porque mi cabecita buscaba perderse hacia otros pensamientos que me arrancaban sonrisitas delatoras, que se volvían particularmente dulces cuando pensaba en que pronto estaría con Jez. Mi amiguita no había tardado en responder mis mensajes para confirmar nuestra inminente reunión, mandándome un corazoncito en el proceso, así que sólo era cuestión de esperar a que los minutos transcurrieran. Quizá presté atención a las lecciones matutinas con la idea de que el tiempo se aceleraría así, quién sabe.

    Para cuando la campana del receso sonó, canalicé mi emoción dando unos cuántos tamborileos al pupitre, con los dedos. Al segundo siguiente ya estaba hurgando en el interior de mi maletín, de donde saqué una bolsa de tela, la cual solía traer conmigo por si necesitaba hacer compras luego de las clases o tras mis entrenamientos vespertinos. En el interior de esta bolsita guardé dos cosas importantes: primero, el bento de Mamá Fuji, envuelto en su tela con estampado de flores blancas; y en segundo lugar, un estuche cilíndrico de color negro, que estaba asegurado con una tira de tela rematada en un broche plateado (tenía apariencia de pergamino si le ponías imaginación). Mis preparaciones fueron veloces, la bolsa pronto quedó junto a mi silla.

    Al poco tiempo, Jez entró al salón. Fui la primera en notar su presencia porque ya la estaba esperando de antemano, pero aun así me hizo pensar en todo este asunto de los colores. Así como Cay era como una llamarada fácilmente detectable, Jez deslumbraba con toda su blancura y sus ojitos ámbar. Era la lucecita que alegraba mi corazón, cosa que no tardó en verse reflejada en la sonrisa que se me dibujó cuando la vi acercándose hasta mí, antes de que me estrujara con mucho mimo. Ay, cómo adoraba sus abrazos, me hacían bien al alma. Giré el torso y me acomodé sobre la silla para que pudiera envolverme mejor; Le correspondí, también transmitiéndole la calidez de mis brazos. El beso que dejó sobre mi mejilla me hizo cerrar los ojos, con una risita encantada.

    —Ni te imaginas lo contenta que estoy —respondí, aún sentada.

    Giré sobre la silla, mis piernas abandonaron el espacio del pupitre y quedaron a un costado del asiento. Alcé la cabeza para dirigirle una mirada cargada de ternura, y mis manos se estiraron para tomar la suyas. Al hacerlo, finalmente me puse de pie como si ella me hubiera ayudado a levantarme.

    —Y ahora que mi lucecita favorita está conmigo, me siento aún más feliz —añadí; entrelacé mis dedos con los suyos, en otra muestra de inmenso cariño—. Tengo tantas cosas para contarte, que no sé si nos alcanzará el receso —bromeé.

    >>¿Y qué hay de ti, bonita? ¿Tus primitos se portan bien?


    AAAAA :/*-*\::/*-*\::/*-*\:

     
    Última edición: 10 Enero 2024
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    Cuando la abracé sentí que ella giraba el torso para permitirme envolverla mejor y para corresponder al gesto, lo que hizo que afianzara un poco mejor el agarre a su alrededor. Vero y yo éramos pequeñitas, pero eso no reducía el afecto que había en mis gestos o en los suyos, ya había quedado claro desde el campamento. Ella, quizás, tenía algo de la fortaleza mental que me faltaba a mí, pero justo por eso era bueno tenerla a mi lado.

    Lo primero que me dijo me hizo sonreír, sencillamente porque me alegraba la alegría de los demás, y permanecí en mi lugar, escuchando. Recibí sus manos cuando buscó las mías, fue cuando se puso de pie y al seguir hablando entrelazó nuestros dedos.

    —Pues tendrás que hablar muy rápido o tendremos que escaparnos de clase —bromeé porque ya de por sí yo no tenía pintas de ir por la vida saltándome clases por las risas—. Se portan bien, sí. Gracias por preguntar, cielo.

    Desenredé nuestras manos con delicadeza, pero volví a invadir su espacio esta vez para echarle algo de cabello detrás de la oreja, con cariño. El gesto no respondió a nada en particular más allá del cuidado constante que expresaba. En vista de que había uno que no me dejaba alcanzarlo, bueno, al menos me consolaba saber que Vero seguía aquí.

    —Se te ve muy contenta, es cierto. Me alegro mucho —señalé al regresar a mi espacio—. Y bien, ¿qué cosa tienes planeada hoy?
     
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    Si había algo que disfrutaba muchísimo de nuestra amistad, era la soltura con la que demostrábamos el aprecio que sentíamos por la otra, sobre todo en gestos como el abrazo de recién, el beso en la mejilla o el actual contacto de nuestras manos. Mi nivel de confianzuda era bastante elevado, muy… Y, aún así, sabía ponerle un freno a mis energías cuando notaba algunas resistencias en las personas. Pero aquella noche de los humedales, con las luces inundando de colores nuestros blancos cabellos, Jez me tomó del brazo con toda la confianza del mundo... y supe en ese momento que había encontrado a alguien que se parecía a mí. Era una personita maravillosa con la que podía fluir en toda mi plenitud, y lo mismo podía permitirse ella conmigo.

    Respondió a mi broma con otra, y el escucharla sumó un tinte de diversión a la sonrisa que se mantenía en mi rostro. Me había hecho bastante gracia imaginarme a Jez escapándose de las clases con tal de escuchar mis épicas aventuras, más que nada porque la veía más aplicada y responsable en los estudios si la comparábamos conmigo. Ahí radicaba uno de los rasgos que nos diferenciaban, pues yo sí que tenía un pequeño historial de escapadas allá en Canadá, ups. ¡Y por otro lado…! Sus primitos se habían portado bien. Asentí con suavidad cuando Jez agradeció que preguntara por ellos; solía hacerlo, pues ella alguna vez me había hablado de los pequeñines y me daba ternura imaginarlos juntos. Esperaba algún día conocerlos y jugar con ellos.

    Cuando separó nuestras manos, me acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja. Nuevamente, su mimo hizo que los párpados se me cerraran casi en automático y que mis blancas pestañas temblequearan, como danzantes. Era chistoso: siempre que me hacían eso en el cabello no podía abrir los ojos, era como una suerte de reflejo. La recibí muy bien en mi espacio, obvio.

    —Mi plan para hoy es ir al invernadero, tengo muchas ganas de conocer ese lugar —respondí, jovial, abriendo los ojos para mirar hacia su ámbar—. Es un buen día para estar rodeadas de flores y sus perfumes, bajo la sombra de alguna planta grande. Llegar hasta allí es la primera parte del plan.

    Me incliné entonces para tomar la bolsa de tela que había preparado, la cual quedó pendiendo de mi mano. Con la otra, abracé suavemente a Jez por los hombros y señalé hacia la puerta con la cabeza, mi cabello fluyendo con mis movimientos.

    —¿Comenzamos? —invité— En el pasillo te hablaré de la
    segunda parte, que es muy importante.

    Podés proceder con la arrastración uvu
     
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    A lo de la cara besuqueable alegué la inocencia de siempre, sonreí como un cachorro que no se enteraba de nada y lo dejé correr, habiendo ya cumplido mi pequeña misión de molestarlo. En el pasillo hablamos del proyecto y él me fue respondiendo en lo que alcanzábamos la 3-3; estaba prácticamente vacía. Solté una risa nasal de nada ante su primera observación y luego nombró a sus compañeros. Ubicaba a la amiga de Altan, era la albina, ¿no? La presencia de Haru me hizo alzar las cejas y sonreí, divertido. Escaneé la clase más a consciencia pero no lo vi. Por último... Hattori y Yume. Desconociendo que la primera tenía un primo en la 3-1 salté a conclusiones.

    Cay se oyó extenuado respecto al proyecto y supuse que no, el trabajo en equipo no pegaba mucho con él. Verse forzado a intercambiar opiniones con personas elegidas a dedo nunca se le había dado muy bien. Aún así, su reacción me causó algo de gracia y le apretujé apenas el brazo.

    —Pobre Cay Cay, ¿qué es esta tortura medieval? —murmuré, en tono liviano, y nos guié hasta alcanzar mi asiento.

    Me desenredé de su cuerpo para hurgar en mi mochila. La recogí del suelo y apoyé sobre mi silla, y mientras buscaba las galletitas seguí hablando.

    —Bueno, a Haru ya lo conoces, no me esforzaré por defenderlo. Con Yume me tocó el proyecto anterior, es... —Me detuve un instante para mirarlo, divertido—. No es muy sociable tampoco, lo siento.

    Di con el paquete, giré sobre mis talones y me senté sobre la mesa, con la mirada puesta en abrirlo.

    —Hattori entró hace poco pero parece bastante llevadera. —Le ofrecí primero a él, extendiendo las galletas en su dirección—. No sé, tiene cara de chica amable y parece tranquila. Parecido a la amiga de Altan, ahora que lo pienso.
     
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    Zireael

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    El niño siguió en su perpetuo tren de inocencia, lo dejé ser y si acaso negué suavemente con la cabeza al ver si mirada de cachorro. En el pasillo efectivamente activé el modo cotorra, servía para distraernos a ambos si debía ser sincero, así que mientras le contestaba alcanzamos su clase y yo seguí con el gran drama, que no era tal en realidad. Sentí que me apretujó el brazo, fue una cosa sutil, y ya cuando dijo lo de la tortura medieval se me aflojó una risa.

    Esto de meterme en grupos seleccionados de previo siempre me había caído mal de por sí, era una restricción ajena y no era amigo de esas cosas, incluso si eran protocolarias. Me molestaba de forma natural en el cuerpo por alguna razón, quizás por la falta de control a la que me obligaba a someterme, pero también entendía que pues así funcionaban ciertos contextos. No había mucho que hacerle, me adaptaba en tanto fuese tolerable.

    En cualquier caso, aflojé su brazo apenas sentí que iba a soltarse y lo observé esculcar en la mochila por las galletas. De paso admitió no poder defender a Haru, que nadie podía de hecho, y cuando dijo lo de Yume su pausa anunció otra tragedia en la escala "proyecto con todos los introvertidos que puedas encontrar". Soltó que tampoco era muy sociable y dejé salir el aire por la nariz, retomando la sesión de lamentaciones.

    —A veces pienso que diseñan estos grupos bien conscientes de por qué no funcionan, porque no puedes decirme que son puro azar y que me lo crea. De momento somos tres burros sociales y una niña con pintas de conejito contra el mundo, ¿te fijas?

    Se sentó sobre la mesa, se enfocó en abrir las galletas y una vez lo hizo me ofreció primero, así que tomé una y la sostuve con la boca mientras arrimaba una silla. La acomodé a un costado suyo, me senté allí, escuchándolo hablar sobre Hattori aunque habló de una ella y me confundí un poco, había almacenado los nombres de puro ver el tablón como tonto, estaba seguro de que el nombre junto al apellido no era de chica.

    —El nombre del de mi grupo es Yuta —dije cuando volví a tomar la galleta con la mano y le eché los brazos en perpendicular sobre el regazo, sin más intención que relajar el peso en algún lado—. Así que parece que tenemos dos Hattori en la escuela, ¿hermanos, tal vez?

    No lo pensé más que algunos segundos igual, lo dejé en la lista de problemas futuros y le di un mordisco a la galleta, acomodado como estaba sobre el pobre niño.

    —Estaba bueno el soborno —comenté, divertido, y alcé la vista a él un momento—. ¿Cómo te va con el club de música, presi?
     
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    La descripción in a nutshell de su grupo me aflojó una risa breve y me colgué de la tontería aún avocado a mi misión de encontrar las galletitas.

    —Suena a algo que puede salir muy bien o muy mal.

    Él pilló una apenas le ofrecí del paquete y lo imité, aunque mantuve la galleta entre mis dedos mientras lo veía buscar una silla, traerla y demás con la comida en la boca. En cierto modo me hizo gracia, aunque permanecí en el molde y lo recibí en mi espacio sin problema. Mordisqueé la galletita sin demasiada hambre y fruncí ligeramente el ceño, confundido, al descubrir que su Hattori era un varón.

    —Supongo que irá a la 3-1, si aquí tengo una chica y tú no los ubicas —deduje finalmente, y solté una risa nasal—. Oh, bueno, entonces la posibilidad de que sea otro introvertido de cajón se mantiene. Rezaré por ustedes, Cay Cay.

    Permanecimos un ratito en silencio, distraídos con las galletas. Cay volvió a hablar y bajé la mirada a él, a mi costado. Sabía que la criatura era de comer rápido, así que me anticipé y volví a extenderle el paquete mientras comenzaba a responderle.

    —Bastante bien. Los pudiste ver a casi todos en el evento del viernes pasado si le prestaste atención al trío junto a la pista de baile —murmuré con calma—. La pianista es Fio-chan, la conocí... en su primer día aquí, topé con ella y hablamos un rato. Desde entonces mantuvimos el contacto. La sonidista, la que presentó la segunda parte del evento, es Miller-san. Ah, va a tu clase, ¿cierto? No he hablado mucho con ella, la verdad, pero siempre parece estar de buen humor y es quien trajo al club al trompetista, Sóloviov-kun. Ese es... bastante misterioso. —Me reí en voz baja—. Pero todos parecen buenos chicos, que es lo importante. Además de ellos están Ethans-san y Hal-kun. Bueno, y Anna, pero ella quedó del relleno del principio.

    Hablar de ellos me sentó bien, de alguna forma. Quizá no fuera la gran cosa ni yo estuviese haciendo el mejor trabajo de presidente del mundo, pero así fueran instantes, compartirlos con ellos era muy agradable. Nos conectaba un interés común, nos unía la música y en ese latido encontraba los ecos de Chiasa.

    —Ahora que lo pienso nunca te mostré la sala, ¿verdad? —recordé de repente, y lo miré con una chispa de ilusión—. ¿Te gustaría conocerla?
     
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    No era mentira que la composición del grupo parecía poder salir muy bien o muy mal, si al final resultaba que sí era la legión de no verbales y Jez contra el mundo, bueno, ni idea de cómo saliera, era un poco como jugar a la ruleta rusa. De cualquier manera, su comentario luego del descubrimiento de los Hattori me hizo gracia y solté una risa por la nariz bastante floja.

    —De últimas bautizo al grupo como The Introverts and The White Light o algo. Suena a nombre de banda súper ultra underground.

    Escuchar a Ko me calmaba, siempre había sido así, e incluso cuando guardábamos silencio el efecto era el mismo. Me quedé allí en su regazo, terminándome la galleta, y supuse que aunque el mundo se cayera de a pedazos inmensos teníamos esto. Desde fuera no parecería mucho, si no éramos más que un par de mocosos delgaduchos y distantes si alguien reparaba en nuestras figuras, pero eso daba igual. Para mí sabía a casa y volvería siempre, incluso si daba tumbos como estúpido algunas veces.

    Saqué otra galleta en automático cuando me ofreció más, la otra me la había comido en modo aspiradora aunque no me estaba muriendo de hambre ni nada y me enfoqué en escucharlo. Habló de los integrantes del club, le había puesto algo más de atención a la chica del piano y al rubio misterioso, a Miller no tanto porque me fui para la segunda parte del evento, pero pues era de mi clase y la tenía ubicada. Luego mencionó a Ethans, Hal y a Anna, que había sido relleno. Escucharlo me aflojó una risa, pues porque ese cuento de rellenar cupos ya me lo sabía, aunque el club de Ko no era nada shady.

    Sabía que la música era importante para él, lo conectaba a Chiasa y en cierta forma también lo conectaba al resto del mundo, a mí y a cualquiera. Era su puente y por eso lo había escuchado con tanta atención, ni siquiera me di cuenta de que estaba sonriendo mientras desaparecía la galleta y tampoco de que había relajado más el peso sobre su regazo.

    Estaba por decirle que sonaba como un buen grupo, que de hecho su dinámica en el evento parecía haber fluido bien, cuando unió neuronas de repente y alcé la vista a él una vez más, terminando de masticar. Reconocí una chispa de ilusión en sus ojitos y entonces la sonrisa se me ensanchó sin permiso. Ko era en general bastante calmado, casi demasiado, por eso cuando demostraba algo más que esa calma parecía tan nítido o al menos a mí me daba esa sensación.

    To be this cute should be some type of crime —murmuré desde mi posición y bajé la mirada a cualquier otra parte, aunque la sonrisa no se me desvaneció y opté por el sincericidio de siempre—. Me daba algo de pena pedirte ver la sala o pasar a verte. Claro que me gustaría, me haría muy feliz de hecho.


    mi cay cay interior no tiene filtro luego de unas birritas, sabrás disculparnos
     
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    Un nuevo día, una nueva oportunidad para educar a los jóvenes del futuro. O, en el caso de Shinzo-sensei, para lucir increíble. Su cabello dorado destellaba aún dentro del aula y dejó a su paso una estela de colonia masculina que atrajo la atención de las muchachitas en la primera fila. Su sonrisa lo delataba. Nunca se cansaba, ¿verdad?

    —Buen día, chicos —saludó, jovial, y juntó las manos al reparar en el alumno nuevo—. ¡Ah, Matsuo-kun! Bienvenido, bienvenido. ¿Qué tal la mañana? ¿Ya hiciste algún amigo?

    Fue una pregunta que no esperó respuesta, pues rápidamente deslizó la mirada a otra de sus estudiantes y suavizó la sonrisa.

    Akaisa-san, ¿te molestaría darle una mano con la... adaptación~?
     
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    Durante la semana renuncié a buscar a Sonnen porque de por sí no apareció más con su cara de muerto, así que no me quedó otra alternativa que dejarlo pausado hasta la próxima semana. Igual buscarlo no iba a ser posible, por la mañana nos encasquetaron un nuevo y Shinzo, que ya no sabía si amaba el desastre o algo, me asignó el tour de la criatura.

    Ah, vaya. Qué cosas, ¿no?

    Cuando la campana sonó me estiré todavía sentada, suspiré y entonces me levanté para acercarme al nuevo. Matsuo Ryuuji, ¿no? Pues bien, que aprovechara que tenía ganas de ser una buena samaritana por una vez en la vida.

    Me acerqué a su lugar, lo miré y le dediqué una sonrisa, fue sedosa como de costumbre, siquiera lo disimulé. No tenía tiempo ni ganas de fingir cosas después de todo.

    —Matsuo, bienvenido~ —dije con algo de diversión en el tono—. ¿Vas a querer el tour? Podemos hacerlo un poco más interesante, para no aburrirnos a los cinco minutos.

    Apenas había terminado de hablar cuando otras dos siluetas aparecieron en la puerta del salón y tuve que contener una risilla. Qué cuadro, Dunn con Vólkov casi parecía un alma inocente.

    Bruno TDF Como hizo Belu temprano, la peli sigue más abajo JAJAJAJ

    Jez.png

    Altan se había levantado, me dio un toquecito en el hombro y caminó hacia Cay, el intercambio fue rápido así que Al pronto se fue. Después de un suspiro resignado yo me levanté, me acerqué al pelirrojo que ya se estaba levantando y él me miró con calma.

    —¿Ibas a ir conmigo entonces? —preguntó en algo que fue más una duda que una invitación.

    —Pues sí, Cay.

    No dijo nada más, enderezamos los pasos hacia el pasillo, luego a la 3-3. En la puerta estaba Joey con Alisha, así que le dediqué una sonrisa antes de pasar con Cay, no avanzamos mucho más allá de la puerta, dejando el espacio libre para que la gente saliera. Desde allí notamos a Ryuuji, estaba con Katrina y yo aproveché para saludarlo con un movimiento de mano, Cay hizo lo mismo un poco por seguir la bola supuse.

    Igual no nos quedamos en la puerta mucho tiempo, al menos yo no lo hice hasta que ubiqué el cabello de Verónica y correteé en su dirección ya que temprano no la pude saludar, la abracé y le di un beso en la mejilla como siempre, ella me regresó el saludo de la misma manera.

    A Cay, que había acabado siguiéndome luego de murmurar algo de que Ko ya había salido y a lo que no le di mucha forma, Vero le dedicó una caricia en el brazo que lo puso un poco nervioso, para sorpresa de nadie. No se apartó, pero la carita se le puso algo roja y le sonrió a forma de saludo.

    —Perdona, cielo. Veníamos a buscar a nuestros compañeros de proyecto —dije antes de dejarle otro beso en la mejilla y enfocarme en la tarea de buscar a los susodichos.

    Digamos que contaba con Cay para ubicarlos, que parecía conocerlos o esa sensación me dio temprano, así que esperé que los ubicara. Sus ojos repasaron la clase luego de haberse distraído con Vero y cuando habló quiso tropezarse con las palabras, como si hubiera estado por llamar al chico de otra manera.

    —Sugawara.

    —Veníamos a lo del proyecto —añadí yo y esta vez fui yo quien mapeó la clase—. Yume era el otro chico.

    Gigi Blanche vengo a joder a Haru *les pone gorro navideño a los pendejos*
    Edit: no había leído el pasillo luego del post de insane y se me re solapó la info, edité con un huevo de delay pero la jezzie le sonrió a Joey pa saludarlo antes de entrar

    Nekita y no sé si Aaron va a participar, pero weno ahí andan los pendejos del grupo
     
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    Gigi Blanche

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    Los recesos eran una acumulación de horas vacías que usaba para almorzar, sin más. No me había molestado en hacer amistades, Kohaku tenía su vida y del cielo no había caído ningún ángel milagroso; esas cosas no existían, de por sí. Aproveché la campana para estirar el cuerpo y mantuve los brazos cruzados detrás de la cabeza, dirimiendo mis posibilidades. Parecía hacer calor. ¿Debería quedarme aquí? En los espacios intermedios observé el movimiento a mi alrededor sin un motivo particular. Vi a Kohaku irse, reparé brevemente en el chico nuevo y en el acercamiento de Akaisa. El cabello de Maxwell se agitó a un costado y detecté su reunión con otra albina y Dunn. ¿Eso era un sonrojo? Qué adorable.

    La verdad, me aburría bastante.

    Estaba por decidir quedarme aquí sin más cuando oí una voz llamando a mi apellido. Resultó ser el amigo de Kohaku y conecté los datos justo antes de que su acompañante evidenciara sus intenciones. El proyecto... Lo había visto, sí, y en reglas generales no era un mal estudiante. Sólo... había estado ocupado.

    Si se le podía decir así.

    Me incorporé con movimientos neutros, caminé y apoyé las caderas en el costado de una mesa, frente a ellos. Alterné mi mirada entre ambos, sus ojos poseían una tonalidad similar y no hice con la coincidencia más que botarla a la papelera.

    —Los escucho —accedí, monocorde, y con la cara de toda la vida.
     
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    Era poco dada a los prejuicios, eso era más que evidente, pero cuando Cayden llamó a Sugawara y que resultara ser uno de los que parecían particularmente callados de los presentes me hizo algo de gracia que me reservé para mí misma. Entre los albinos y los introvertidos el grupo de repente era un poco pintoresco.

    El muchacho se levantó, apoyó las caderas en el pupitre frente a nosotros y dijo que nos escuchaba. Cayden que había pasado de "Los busco yo mismo" a "Puedes hablar si quieres" se sentó en la silla de la mesa más próxima.

    —Hablamos con Hattori-kun por la mañana sobre el proyecto. Se ofreció a contactar con su sensei para nuestra entrevista y quedamos en conversarlo con el resto —comencé a explicar y traté hacer memoria sobre la respuesta que le había dado a Ryuuji, pero no lo logré así que busqué auxilio en Cayden.

    Poco comunicativo o no, al menos hasta ahora parecía funcionar con relativa fluidez. Podía recordar las cosas que a mí se me quedaban perdidas en medio. Quizás no lo supiera él mismo, pero por segmentos su cabeza parecía funcionar de manera parecida a la de Altan, pescaba datos y los metía en cajones.

    Koryū budō le dijo Hattori a Matsuo —completó con sencillez y miró a Sugawara—. Planeábamos decirle a Hattori de convocar al sensei en tanto estuvieras de acuerdo. La otra opción es el tío de Vólkov.

    —Trabaja en la empresa del papá de Al, ¿la ubicas? —pregunté hacia Cay, que hizo un gesto con la mano de más o menos y luego hablé para ambos—. En fin, que se asocia más a la informática, pero pues como plan de respaldo nada más.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Mi expresión no cambió en ninguna dirección, pero vaya que seguía causándome gracia haber caído en el mismo grupo que el puto parricida. Les había prestado de poca a nula atención aquí en la escuela, a él y a su prima; de por sí prefería evitar a cualquier costilla del Diablo que rondara estos pasillos y, si era un muchachito espabilado, no ofrecería ninguna clase de información interesante aquí. Por la misma razón estimaba que ellos tampoco se me acercaban.

    Total que el tipo había ofrecido a su sensei. Vólkov buscó el dato faltante en Dunn y yo también miré al muchacho, incluso si no entendía una mierda de estilos marciales y el asunto me la traía floja. El proyecto me daba igual en sí, pero por algún motivo no terminaba de apetecerme hurgar en la vida de los Hattori. Se veía muy oscura y muy silenciosa, demasiado.

    —¿Qué empresa? —pregunté mirando directamente a la albina, ya que se trataba de su tío.
     
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  14.  
    Bruno TDF

    Bruno TDF Usuario VIP

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    Mi mañana en el salón fluyó con normalidad… lo que quería decir que permanecí distraída la mayor parte de las clases, poniendo el esfuerzo mínimo y necesario para no caer en la completa irresponsabilidad. Por empezar, mis ojitos se pasearon constantemente entre Zoldryck y Ryuuji, el que se robó mi interés por tratarse del alumno nuevo de nuestro curso, y al que me hubiera gustado darle un buen tour para que se sintiera a gusto en su primer día; responsabilidad que al final quedó en manos de Kat, ay.

    También estuve pensando en Fuji.

    No fue poca cosa que cuidara de Copito durante todo un fin de semana, para nada. Porque el gorrión era un pajarito muy importante para mí, como una pequeña parte de mi alma. Mi brillante, valiente y fiel guardián con alas de ángel. Lo quería muchísimo. Por eso, conservaba la sensación de que mis palabras en el patio frontal no hicieron justicia a la dimensión de lo que éste chico había hecho. Deseaba encontrar un buen modo de hacerle entender cuán agradecida me sentía con él… Que supiera cuánto valoraba tenerlo en nuestras vidas, dando su presencia tan cálida y reconfortante.

    Tan Fuji.

    Cuando la campana del receso sonó, me incliné sobre mi maletín para sacar el bento de su interior, y me entretuve algunos segundos acomodando el pañuelo que lo envolvía. Hasta que, al alzar la vista, los latidos se me aceleraron de júbilo al ver a Jez viniendo hacia donde estaba. Mi sonrisa expresó una radiante alegría mezclada con la sorpresa, pero me acomodé al instante para abrazarla con mucho mimo y recibir gustosa su beso en la mejilla, el cual le devolví con inmensa suavidad. ¡Y además había venido mi leoncito…! Tenerlos en mi salón fue tan gratificante que que se me aflojaron todas las confianzas, así que me quité las ganas de darle una caricia que, para más disfrute, lo puso coloradito. Le devolví la sonrisa, enternecida, y escuché la explicación de Jez.

    —Casualmente, yo también voy a hablar con un compañero del proyecto —había respondido, encantada con su segundo beso en mi mejilla—. Luego me cuentan qué tal. Y avisen si necesitan algo, ¿sí?

    Con eso, regresamos al cauce de nuestras respectivas reuniones. Mientras que Jez y Cay se dirigieron hacia donde Haru, yo tomé el bento entre mis manos y, en unas pocas zancadas, me paré enfrente del pupitre de Zoldryck. Aguardé que se diera cuenta de mi presencia. Y cuando por fin hallé su rostro, le dediqué una sonrisa.

    Oh, god! Ya sabía que se trataba del gemelo de Zeld, pero igual me sorprendió lo igualitos que eran.

    —Buenas, Zold —saludé, jovial, como si ya hubiéramos hablado decenas de veces; señalé un asiento vacío que estaba cerca— ¿Me puedo sentar contigo?



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    *Tengo uno
    -Ya?! Quién?
    *Hattori Yuta. Sabe algún koryu budo
    -Y eso qué rayos es?
    *Googlea, enana. Y de paso regístralo

    En el chat apareció el sticker de un gatito adorable, acompañado de un texto que profería el más degradante de los insultos. Me reí por lo bajo al imaginar la cara que debía estar poniendo Koemi un piso más abajo, en sí era una criatura bastante fácil de fastidiar cuando la conocías lo suficiente. No hubo mucho más en pantalla, nos escribimos minutos antes del comienzo de nuestras primeras clases en la “prestigiosa” academia Sakura.

    Los modos del profesor de mi salón eran dignos de un estudio o algo, por su culpa me vi en el esfuerzo de tragarme la gracia que buscaba torcerme el gesto. Incluso cuando se fijó en mí para darme la bienvenida, ni me molesté en erguirme sobre mi asiento. Lastimosamente no me permitió hacer gala de sorna y malicia cuando me arrojó un par de preguntas, pues se giró en tiempo récord hacia una persona del salón que ni me molesté en mirar. Alguien que se apellidaba Akaisa.

    Suspiré por lo bajo al oírle decir lo de la adaptación, que no podía ser otra cosa que el tour mencionado por Vólkov. La idea me seguía pareciendo un coñazo de aquellos, eso había que sostenerlo. Habría ido a mi bola desde ese momento, pero no sé por qué se me dio por mirar hacia Akaisa. Mis ojos se deslizaron por puro aburrimiento, suponía… Y cuando dieron con la responsable de “cuidarme”… Oh, vaya.

    La chica se me acercó después del campanazo. La esperé, echado con total despreocupación sobre mi asiento. Su sonrisa sedosa tentó a la mía, la cual finalmente se estiró para contagiarse del tono divertido que albergó su voz al hablarme. Si debíamos referirnos a primeras impresiones, me estaba llevando una de las buenas. Claro está que no le respondí al instante, pues nuestra atención se la robó un movimiento proveniente de la puerta del salón: se trataban de Vólkov y Dunn, la albina me saludaba y yo les correspondí con un gesto vago de la mano. No les concedí más atención cuando ingresaron, pues volví a centrarme en los ojos felinos de mi “guía”.

    ¿Azul y gris? Eran llamativos…

    Y eran oscuros.

    —Si la idea es hacerlo interesante y no aburrirnos, no veo por qué no querer el tour —respondí por fin, elevando una comisura de mi sonrisa; me puse lentamente de pie— Quiero creer que valdrá la pena disponer de tu tiempo, Akaisa, así que… ¿cuál es tu sugerencia?


    Again, y me encanta:
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    Última edición: 27 Marzo 2024
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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Me la había pasado apuntando casi todo al pie de la letra, sentí en parte la cabeza pesada y como si se me anudaran las ideas al entender la mitad de la clase de hoy, un poco me desesperé al no entender lo último pero con el sonar del timbre solté el aire por la boca en un suspiro, pensaba en bajar a comprarme un sándwich con un jugo, y comprar algo dulce después, pero primero miré el móvil.

    Está noche había un partido y no recordaba la hora, así que chequeé eso en lo que me tomó desprevenido la voz de Verónica. Deslicé las pupilas hasta ella y alcé las cejas ligeramente para luego ya responderle.

    —Ey Maxwell —le saludé de regreso con la misma energía que lo hizo ella. No habíamos hablado antes pero me había aprendido los nombres de mis compañeros de clase con la llamada a lista—. Ah, sí, sí, aunque pensaba en comprar algo para comer —agregué al notar que traía su almuerzo con ella y sinceramente, con las neuronas que forcé en lo que llevábamos de clase, tenia bastante hambre—. ¿Tú tienes planes? Así bajamos juntos, no sé.

    Aunque podía ser que solo me iba a preguntar algo, y yo ya estaba hablando hasta por los codos.
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Después de guardarme el dinero de Sonnen, decirle que no era nada hacerle el favor y reunirme con Vólkov dejamos el salón. Al salir al pasillo lo repasé con la vista, fue involuntario, y en ese mapeo acabé dando con el remedo de cartel de Craig para Ilana y me pareció entre raro e hilarante que tuviera que pasar la vida traduciendo a Paimon, aunque también me cuestioné cómo acababa Ilana haciendo migas con Mr. Indiferente cada día más.

    No supe qué me provocó pensarlo.

    Seguimos a la clase y noté que Ko ya había salido apenas puse los ojos dentro del espacio. En la entrada Jezebel saludó a Wickham con una sonrisa, luego a Matsuo, saludo que medio seguí por no ir contra la corriente, y correteó hacia Verónica. Las niñas se saludaron como un par de pajaritos y creí haberme salvado cuando sentí el tacto de Maxwell en el brazo, por la naturalidad del gesto supuse que había querido hacerlo desde el otro día y eso fue lo que me dio vergüenza, aunque pude superar el bochorno con rapidez. La ventaja era que Verónica tenía que atender su propio proyecto y así nos evitábamos más espectáculos.

    Fui yo el que llamó a Haru, pero pues justo porque Ko me lo había presentado así en mi cabeza existía como Haru a secas, pero de repente fui muy consciente del espacio, de que no teníamos a Kohaku de por medio y se me atoraron las neuronas. Estuve por acortarle el nombre, pero corregí mi propia conducta sobre la marcha aunque a tiempo, más o menos. También era cierto que quizás solo yo me preocupara por esas cosas, pero como no estaba seguro mejor evitaba las confianzas excesivas.

    En cualquier caso, pronto la chica estuvo contándole lo que habíanos hablado con Hattori, me buscó para que le refrescara la memoria sobre lo que había contestado el tipo aunque no creí que Haru le importara realmente. Al final ella volvió a mencionar a su tío como opción, que trabajaba en la empresa del padre de Sonnen, y él preguntó qué empresa era.

    —Káiser. Es una empresa de tecnología que se ha enfocado en la elaboración de bancos de datos en su mayoría, bases de información de todo tipo que facilita a otras compañías de diferente índole y otras cosas relacionadas a las telecomunicaciones —explicó con la suficiente fluidez para que sospechara que se tenía la información memorizada.

    —Pues de servir, sí que sirve.

    En líneas generales me daba igual a quién eligiéramos, aquí lo que importaba era completar la tarea. Quizás debí cuestionarme por qué Haru no aceptó simplemente la primera opción, pero solo lo dejé estar y volví a recorrer el espacio con la vista sin una intención particular.

    Fue entonces que noté que Arata no estaba y ahora que lo pensaba no había estado tampoco el viernes, ni siquiera sus cosas estaban, lo que dejaba claro que no había aparecido del todo. Esa fue la primera y única alarma real en el espacio, una que anunciaba el colapso de una fracción del mundo aunque no lo supiera.

    Katrina1.png

    Igual el cuadro que se pintó en la clase fue relativamente gracioso, creí notar la silueta de Joey y Alisha en la puerta, llamaron a la muñeca del cabello pintado de rosa, luego llegaron los otros dos y se fueron a buscar a Sugawara. Mira que poner a tremenda cara de moco con la conejita y el intenso de cojones era hasta cuestionable, era como darle trabajo extra a la criatura; para terminar de hacerla Dunn y Vólkov habían saludado a Matsuo y me pregunté qué clase de destino extraño perseguía a la mocosa para acabar hablando con tantas personas de naturaleza ambigua en tan poco tiempo.

    ¿Cómo era esa frase que usaban las empleadas en Estados Unidos, las latinas? Algo de que Dios no le daba a sus guerreros batallas que no pudieran librar. Hombre, la conejita debía pasar guerreando tres cuartos de vida. Era para mearse.

    Ryuuji se distrajo con ellos, pero no tardó demasiado en regresar la atención a mí y cuando se levantó también lo hizo la comisura de su sonrisa. Su respuesta me hizo soltar una risa nasal, que aún así amenazó con sonar vacía, y comencé a andar.

    —Veamos... No me preparé esta mañana para ser guía turística, debo admitir —comencé a hilar ideas sin aparentar llegar a ninguna parte—. ¿Algún interés particular sobre la escuela, Matsuo? Clubes, espacios y su uso por el público...

    Lo del uso de los espacios tuvo una clase segunda intención en su contenido, pero no mucho después de decirlo uní algunos puntos de repente. Fue como si hubiese hilos corriendo por el aire y los pesqué de un movimiento. Recordé el sobre de Cayden en manos de la rubia, la vehemencia con que ella lo había defendido y por el saludo de la conejita junto a la antorcha de antes entendí, para la gran gracia, que Ryuuji había sido recibido en la mañana por Jezebel y la mariposa. En realidad me había tomado mucho entenderlo, suponía que contaba como skill issue de mi parte.

    Ya lo compensaría.

    —Quizás te interesen las personas incluso. Puedo personalizar tu tour, obvio~
     
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  17.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    En algún punto de la descripción de Vólkov mis cejas se alzaron un poco, fue el único cambio visible que evidenció haber captado mi interés. Káiser, ¿no? Cuando iba acabando saqué el móvil y bajé la mirada a él, haciendo una búsqueda relacionada al tema. El trabajo de esa gente tendía a ser complejo y demasiado novedoso como para que la mayoría comprendiera su verdadero poder o envergadura. Requerían mentes específicas, aceitadas, tan flexibles como rígidas. Por sus manos corrían tráficos de información sensible, almacenaban detrás de llaves doradas y se batían a duelo en terrenos y lenguajes que los pobres mortales estábamos a años luz de comprender.

    —¿Y tu tío qué hace? —inquirí, regresando los ojos a ella con una ligera cuota de intensidad de la cual no fui consciente.

    En lo que a mí respectaba, era un prospecto mucho más interesante que oír a un anciano hablando de equilibrio, balance, plenitud y todas las demás mierdas.
     
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  18.  
    Zireael

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    El único momento en que la expresión de Haru varió en alguna dirección fue cuando Jez soltó el discurso pregrabado en su memoria, alzó apenas las cejas, sacó el móvil y se puso a buscar; lo entendí como interés en su idioma. Lo miré algunos segundos, su figura acabó en la misma categoría que la de Altan, la de Hikkun, medio que también en la de Paimon y sentí que debía hacerme gracia, pero no acabó por ser el caso.

    Igual en el tiempo muerto seguí dándole vueltas a la ausencia de Arata, pero también pensé en la empresa del viejo de Sonnen. Había escuchado del asunto hace tiempo y por eso no entendía ciertas de las manías de Altan, aunque quizás no fueran diferentes de las mías si lo pensaba fríamente. A ninguno de los dos nos faltaba la pasta, ¿entonces por qué?

    Capricho, tal vez.

    —Tío Vic está en la sección de mantenimiento y corrección de errores en los bancos de datos —respondió Jez junto a una sonrisa, no reaccionó a la repentina intensidad en la mirada ajena, incluso si fue poca.

    —En plan, ¿las actualizaciones de los sistemas? —pregunté y ella asintió, yo volví la mirada al chico. La pregunta fue más bien protocolaria —. ¿Prefieres al tío de Vólkov?
     
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  19.  
    Gigi Blanche

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    Asentí ligeramente a la respuesta de la chica y alterné la mirada entre ambos conforme hablaron, chocando finalmente con los ojos de Dunn. Dudaba que este tío fuese consciente de las veces que Kohaku me había hablado de él, fuese por incluirlo en cualquier anécdota o por mencionar random facts de la vida. Incluso sin tratarse de una persona convencionalmente transparente, precisaba con facilidad la importancia de los demás en su vida. A mí me parecía más claro que el agua, fuese por el tiempo que llevaba conociéndolo o la atención que le prestaba. Quizás ambas. Tenía estos ojos y a veces se convertían en una maldición, y si conociera tan sólo una fracción de los conflictos mentales que el rojito se auto administraba, no sabría si considerarlo estúpido o codicioso.

    Quizás ambas.

    ¿No era también mi caso?

    —Lo preferiría —confirmé, guardando el móvil en mi bolsillo, y con las manos libres crucé los brazos sobre el pecho—. ¿Ustedes?
     
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  20.  
    Zireael

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    Trataba de no pensar en ello, no a conciencia, sobre todo porque habían cosas más angustiantes en las que detenerse y esas mierdas, pero lidiar con este chico sin Ko de por medio y algo más de conciencia del entorno y sus... condiciones, me incomodaba en el cuerpo aunque no fuese un gran problema y sabía que era solo mi percepción. Era como una comezón que no sabía dónde tenía y mucho menos cómo rascar, como si me picara algún lugar al fondo del cerebro.

    Encima estaba ciego o era demasiado imbécil para pensar en que mi nombre existiera, de manera repetida, en la boca de Kohaku y en otros espacios, puede que fuese demasiado egoísta y pensara que vivíamos en una burbuja, ni idea.Tenía tan poca conciencia de ello que seguía lamiéndome heridas que no existían en realidad y daba vueltas como torbellino. Parecía un puto trompo, a este paso iban a hacerme una nueva temporada de Beyblade.

    ¿Era estúpido o codicioso?

    Ambas, de hecho, sin espacio a dudas. Arata lo tenía más claro que yo mismo y por eso la conversación que había tenido con él también era otra comezón que no podía rascar. Había verdades que quizás prefería no tocar, cuerdas que prefería no tirar, como si temiera que al pillar impulso me volvieran aún más errático y caprichoso, como un niño malcriado. En algunos casos era mejor mantenerme pegado a la tierra, si aleteaba demasiado ciertas libertades me volvían insoportable.

    —Me daba algo de curiosidad el sensei de los Hattori —admitió Jez sacándome de mis divagaciones.

    —¿El testarudo y gruñón? —apañé y una sonrisa me estiró los labios un segundo, la chica pareció avergonzarse por el apunte como si no se echara la vida y ahora el proyecto entre la misma clase de personas—. Incluso si al señor le gusta parlotear de sí mismo como dijo Hattori no sé qué tan buena idea sea tener que enfrentarnos a alguien con esas características. Realmente me da igual, si tu tío es más accesible pues igual nos vendría mejor y si no, nos sentamos con el sensei. Es una tarde, no un mes.

    La niña comprimió un poco los gestos y aunque no le ponía mucha atención ni éramos amigos en todas las de la ley, lo que veía de ella me hizo imaginar que lo que le preocupaba era tener que declinar la oferta inicial de Yuta. Pobrecita, tras de que tenía que venir aquí y hacer labores sociales ahora se angustiaba casi por deporte.

    —Podría escribirle a Hattori-kun —resolvió después de suavizar las facciones de nuevo y sacó el móvil aunque no hizo nada con el aparato más que mirarlo—. Digo, para proponerle el cambio.
     
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