—Como dijo Arata, podemos copiar las fotos —Le recordó todavía mirando las fotos, pensando todavía en las cosas que podían hacer con ellas —, de allí como en cualquier otro collage podríamos solo recortar y pegar con lo que tengamos, inclusive escanear el resultado final si preferimos entregar algo más limpio... Y si alguien sabía de edición, si quería agregar algo más, estaba esa facilidad con la parte importante ya hecha. —¿Entonces nos quedamos con eso?
Mi mente ahora estaba en otro lugar realmente no estaba concentrada con el proyecto, porque lo decía pues mis ideas ahora no estaban fluyendo como quisiera y ni siquiera me había dado cuenta que Kohaku se había cercado por detrás de Arata, cosa que recién reaccione y mi vista se fijo en la suya cuando mencionó que no podría estar, asentí en modo de "de acuerdo" sin mayor importancia pero abrí mis ojos incrédula cuando menciono si podía ser de vocera, ahora que lo recordaba habíamos hablado hace días algunas cosas del proyectó en la cafetería, sonreí para ser sincera y sin escrúpulo fue una mueca verdaderamente que no me había acordado de ese día. Solo me quedo devolverle la sonrisa ya que no me dio tiempo de replicar ni nada. Lleve vista a los chicos que ahora tenia al frente, ahora me tocaba explicarles sobre lo que Kohaku me había enseñado ese día, realmente esperaba ser clara y precisa no esperaba alargarme mas de lo debido faltaba poco para que el receso terminara. ─Si se pregunta de que hablaba Kohaku, les explicare un poco hace unos días el me mostro unas cosas que había hecho con acuarelas con la hermana pequeña de su amiga y mientras hacia eso ella le mostro algunas cosas que había hecho con pintura y, había intervenido con pegatina ─suspire para seguir acordándome de lo que me había dicho─. Así que me dijo que se le había vino una idea que quizás podíamos imprimir fotografías en papel adhesivo y hacer una especie de collage, ─sonreí al ver que me acordaba de todo─. Y bueno me dio un ejemplo: que si no me recuerdo bien se trataba con un dibujo urbano o ya que tengo la fotos podemos usarlas pero lo que el me dijo fue que podíamos pintar el cielo con acuarelas, o usar un cielo real y dibujar el resto con lápiz para completar la imagen. Moví un poco la cabeza ante mi explicación rara, para después fijar mis ojos en Aaron para sonreír un poco y escuchar lo que había preguntado antes de que apareciera Kohaku. ─Podemos quedarnos con lo que tenemos si quieren claro esta, o podemos usar lo que les explique sobre lo que había hablado con Kohaku ─murmure con cierto desdén, para fijar mi vista en Arata─. No se si a ti te parezca buena la idea. Contenido oculto Perdonen la demora la semana se fue a full <3.
Definitivamente podía considerar aquel como uno de los peores inicios de semana que había tenido, fuertemente empatado con el mal humor que me echó encima el tener que madrugar cuando me trasladé aquí el primer día. Podía pecar de exagerada o infantil, no tenía idea pero tampoco me importaba, pues el día de mi cumpleaños era importante para mí y no me avergonzaba tomármelo como tal. Suficiente tenía, además, con el hecho de que mis padres rara vez se acordasen y que, para sorpresa de nadie, en aquella ocasión tampoco hubiesen podido sacar tiempo para felicitarme a tiempo. Así que había acabado pasando el domingo en casa de Thi, a quien le llevé un poco de la tarta que Nana me había preparado como regalo, y terminó siendo un día más que aceptable. Me lo pasaba muy bien con la chica, incluso a pesar de nuestras aparentes diferencias de personalidad, y su presencia siempre me resultaba muy tranquilizadora. Y sí, todo eso implicó que estuviese algo más animada con respecto al finde, pero eso no quitaba que siguiese sin hacerme ilusión tener que venir a clases un lunes después de mi cumpleaños. Resoplé, apoyando la mejilla sobre la palma de mi mano y deslizando la vista hacia el exterior de la ventana, mientras jugueteaba con un boli entre los dedos de mi mano contraria. Tenía que haberme esforzado más al fingir estar enferma aquella mañana... Contenido oculto Gigi Blanche aquí te la dejo, bebi <3 espero que no sea mucho problema que la haya puesto en el aula, pero cualquier cosa me dices y vemos cómo arreglamos uwu
Suspiré, jugueteando con un papelillo entre mis dedos, apenas la campana sonó. Deslicé la mirada al reloj de pared, sobre la pizarra, mientras el resto de los alumnos arrastraban sus sillas y comenzaban a retirarse. No me gustaban las sorpresas pero, con los años, había aprendido que este... oficio poseía varias en la carta. A decir verdad, no me gustaba nada que no pudiera predecir; pero ni modo, ajo y agua. Si se quiere, mi forma de contrarrestar las sorpresas de la vida era trazando planes. Solían ser buenos planes, así que no me significaba mayor inconveniente acatarlos. Eso no quitaba, claro, que pudieran acarrear desventajas o contrapesos. Que la fecha de entrega del proyecto se acercaba era un hecho, y el imprevisto con los lobos me había ocupado todo el fin de semana. Ahora... ahora tocaba actuar. Estaba un poco cansado, pero nada que hacerle. Dejé mis cosas donde estaban, ya que igual tendríamos que pasar por acá si conseguía que Riamu me hiciera caso. Puede que también quisiera despejar la duda de cuán enfadada estaba, ahora que tenía tiempo para hacerlo. ¿Me preocupaba? No, no realmente. Ocurría que detestaba que me estropearan los planes. Y además, pobre niña, era su cumpleaños. Me dirigí a la 3-3, pues, rezando por no tener que recibir ningún escupitajo, y me moví sin prisa hasta donde ella estaba. Le sonreí, lo hice como siempre y me senté en la silla delante de su pupitre. —Buenos días, Ri-chan —la saludé, sin alzar la voz, y recosté un antebrazo al borde de su mesa—. Imagino que sí recibiste lo que te envié, ¿cierto? El chofer ya me había informado al respecto, pero qué sé yo, prefería oírlo de ella. Mira si el otro imbécil de repente había mentido o lo que fuera, daba igual. Pecaría de paranoico pero me servía para siempre atar todos los cabos. Contenido oculto créditos a mi mami que me recordó que la frase era "ajo y agua" y no "agua y sal", como quería ponerla JAJAJA. Además me enseñó que significa "a joderse y aguantarse" y ahora tiene todo el sentido del mundo (?
Vaya vaya, y hablando del rey de Roma~ Se apreciaba fácilmente que afuera hacía un buen día, por lo que la gran mayoría de alumnos —por no decir todos— habían decidido abandonar el aula para disfrutar de aquel tiempo soleado, y eso hizo que no fuese demasiado difícil notar que alguien hacía todo lo contrario, entrando en el lugar. Por supuesto, el asunto logró llamar mi atención lo suficiente y giré la cabeza para centrar mi vista en la puerta, terminando por alzar las cejas con clara expresión de sorpresa al reconocer la figura de Kou. Lo seguí con la mirada hasta que se sentó en el pupitre que había delante de mí, sin alterar mi posición en lo más mínimo, y simplemente moví ligeramente la cabeza como respuesta a su saludo. Continué con la atención puesta en él mientras seguía hablando, y al final no pude evitar esbozar una sonrisa irónica cuando terminó de hacerlo, asintiendo lentamente con la cabeza antes de dignarme a contestarle. —Lo recibí, sí. Gracias, eh, me las pondré la próxima vez que salga por ahí a ligar~ ¿Estaba intentando ponerle celoso? Bueno, no precisamente, pero tampoco estaba procesando nada con demasiada claridad, así que quizás sí que hubiese un poquito de esa intención en mis palabras, ni idea. Sabía que estaba haciendo un berrinche infantil por nada, era obvio que no había querido dejarme plantada a propósito y que tenia que haber sido una urgencia de verdad, pero una vez más, no era algo que me importase en esos momentos. >>¿Necesitabas algo más? —pregunté con desinterés impostado, deslizando de nuevo la vista hacia la ventana. Contenido oculto me meo porque en mi cabeza era "pan y agua" JAJAJA upsies
Ah, sí, me lo había visto venir. Riamu me recibió con la cuota de frialdad, ironía y condescendencia que había estimado. La mitad de su respuesta fue innecesaria, pero me quedé con la información que había pretendido conseguir y lo dejé correr. Parpadeé sin prisa, mi sonrisa apenas se estiró un poquito y volví a sus ojos cuando, bueno, cuando quiso despacharme. No tenía intenciones de pedir disculpas, la falsa modestia me enfermaba y, por mucho que no me interesara hacerla sentir mal a posta, tampoco me desvivía por revertir la situación. Era un balance un poco extraño entre ambos polos, quizá, pero en definitiva ¿no la conocía hace un mes? ¿Le debía algo, acaso? —Faltan dos días para la entrega del proyecto y no pude avanzar el fin de semana —le expliqué con calma, inmune a su actitud—. Necesito encargarme de tu ropa, Ri-chan, y para eso necesito tus medidas. Le dediqué otra sonrisa, como si nada. —¿Vendrías conmigo al salón de actos? Supongo que ahí estaremos tranquilos.
Lo miré de reojo durante un milisegundo después de haberle hecho la última pregunta, con el ligero temor de que mi actitud lo espantase antes de que siquiera pudiese acomodarse por completo en la silla. Sí, ya sabía que se suponía que estaba molesta con él, pero tampoco era como si no quisiese saber nada más de él ni nada por el estilo (y mucho menos cuando me lo pasaba bastante bien en su presencia). No quería tentar demasiado sus límites, vaya, aunque me bastó ese simple vistazo fugaz para comprobar que ni de lejos parecía ser el caso. No se inmutó en absoluto por mi berrinche, respondiéndome con tanta normalidad que genuinamente me hizo cuestionarme si debía ofenderme por su pasotismo o aliviarme por el hecho de que pudiese aguantarme las pataletas sin mayor problema. Lo repasé con la vista una vez volví a centrar la atención en él, entornando apenas los párpados al alcanzar su mirada, y una ligera chispa de malicia me brilló en los ojos mientras una sonrisa sedosa se abría paso a mis labios. Así que quería que estuviésemos a solas en el salón de actos mientas me tomaba las medidas, ¿cierto? Bueno. —Vale, vamos —murmuré, apoyando las manos en el pupitre y echándome un poco hacia delante para acercarme a su rostro antes de levantarme de la silla—. No quiero perder mi racha de chica aplicada~ Podía llegar a ser divertido~ Contenido oculto te la puedes arrastrar bebi <3
Sin importar cuán fucked up estuvieran las cosas, había un par de verdades universales ineludibles. Una de ellas era mi sentido de la responsabilidad. No siempre funcionaba alineado con los parámetros de la sociedad, pero en buena medida los respetaba. Me preocupaba la escuela y el trabajo, ser buena alumna y empleada. Me preocupaba estar a la altura de las expectativas y demostrar; quizá la mayor porción de mi vida se basara en demostrar. Por ende, no costaría imaginar cómo me tenía la mierda del proyecto. Me negaba a trabajar con Joey, ya estábamos en un punto donde mi cuerpo lo rechazaba naturalmente y no quería someterme a esa presión. Había estado eludiendo el tema, como si eso fuera a solucionar algo. Sopesé hablar con los profesores y pedir un cambio de grupo, o trabajar sola, pero tampoco estaba segura de tener tiempo para elaborar algo de cero. Al final, aunque cuestionable, tracé una estrategia bastante sólida. Otra vez, no siempre me alineaba con los parámetros de la sociedad. Esperé al receso del martes, fui a la 3-3 y busqué a Kenneth. El muchacho aún estaba sentado en su pupitre, por lo que me acerqué a él con la frescura usual y repiqueteé las uñas sobre su mesa un par de veces. —G'day, handsome~ Le di la vuelta para sentarme detrás de él, donde había espacio libre, y me acomodé en la silla con las piernas cruzadas. —¿Qué tal va todo? Too sunny, maybe? —agregué, junto a una risa breve. Me había contado ya de sus viajes, pero si tenía corazón de escocés quizá siguieran molestándole los climas demasiado soleados. ¡O quizá no! Contenido oculto Amane no etiquetarte un periodo es lava
Joey y yo acabamos hablando un poco más del proyecto mientras subíamos juntos a clases, definiendo algún que otro detalle necesario antes de despedirnos para ir cada uno a su aula. Tenía la absoluta, si bien posiblemente irracional, confianza de que íbamos a lograr salir bien parados del proyecto incluso si habíamos acabado holgazaneando más de lo necesario con el mismo. Así pues, me tomé las clases con la tranquilidad rutinaria, y no me alteré demasiado cuando la campana anunciando el receso sonó. Recogí mis cosas con calma, tanta que casi me había acabado quedando solo en el aula al terminar, y la presencia de alguien más tan cerca de mi pupitre logró sobresaltarme ligeramente. Fue una cosa de nada, un respingo prácticamente imperceptible hasta que reconocía la voz de Sasha hablándome. —Good morning~ —la saludé después de un rato, habiendo levantado la vista tras su propio saludo, y le dediqué una sonrisa encantadora mientras seguía con la mirada el camino que hizo hasta sentarse, terminando por dejar salir una carcajada breve casi al mismo tiempo que la suya mientras negaba suavemente con la cabeza—. Para nada. Curiosamente, Gales tiene temperaturas más altas y bastante más sol que el resto de Reino Unido, así que lo estoy llevando bastante bien. Había aprovechado el mini-discurso que me marqué para girar la silla, pudiendo así encararla para seguir hablando con más facilidad. >>¿Y tú qué tal, Sasha? ¿Se acerca este tiempo al de Australia~? Contenido oculto Y yo encantada, oye u///u
La verdad era que casi todos los alumnos de la 3-3 se habían ido ya, así que tuve suerte encontrándolo. Además, la calma nos permitía conversar sin elevar el tono y lo prefería así. Se dedicó a responderme al tiempo que giraba la silla para poder verme mejor y yo alcé las cejas, con un antebrazo descansando sobre el pupite y la barbilla apoyada en mi otra mano. —¿Sí? Oh no, me ha fallado el estereotipo —bromeé, aunque ciertamente siempre había imaginado a Gales como el resto de Reino Unido—. Well, lucky you then. Y sip, mientras más sol haya, más va a parecerse a Australia. Me gusta mucho esta época del año. Aquello último lo murmuré desviando la vista por la ventana, de pura inercia más que nada. En Tokyo prefería la primavera al verano sencillamente por no contar con las facilidades que poseía en Sydney. Aquí era imposible pillar el bus y en quince minutos estar en la playa y las ramblas de patinaje, así que la estación en sí perdía mucho de su encanto. —¿Has estado en Australia, por cierto? —inquirí regresando a sus ojos, al recordar que me había contado de su fama de trotamundos—. ¿O Nueva Zelanda, quizá?
Su reacción a mi comentario me sacó una leve carcajada que terminó por formarme una sonrisa suave, entre divertida y enternecida, y me encogí ligeramente de hombros antes de imitar su posición en el lado contrario del pupitre, apoyando un brazo en el mismo y con la barbilla sobre la palma de mi otra mano. —Sigue siendo bastante más frío que el resto de Europa, though, así diría que el estereotipo solo te ha fallado en un 50% —comenté, con cierto aire risueño, e inmediatamente después me mantuve en silencio para escuchar su propia respuesta. Asentí con la cabeza en cuanto terminó de hablar, aprovechando que había desviado su atención a la ventana para repasar sus facciones con la mirada, y le dediqué una nueva sonrisa de ojos cerrados cuando volvió a centrarse en mí. >>¿Te gustaría salir a dar un paseo por el patio, entonces? —cuestioné, manteniendo el tono suave en todo momento, y mientras esperaba a que me respondiese, negué un par de veces con la cabeza—. Sadly not. Lo tenía en mente, claro, pero aún no ha podido ser. En un futuro, quizás. Al menos he tenido la oportunidad de conocerte y que me recomiendes sitios para visitar cuando vaya, ¿cierto~?
Era demás el mencionar que el haberlo salvado de seguir pasando -aparentemente- la vergüenza de su vida en los casilleros traía sus beneficios, qué decir beneficios, el tener una forma de ayudarle de una forma u otra cobrándole los favores. Por mucho que no lo dijese y demás, le veía como mi hermano pequeño, resabiado, soez, impertinente, entre otras cosas más. Me despedí de él con la mano en movimiento, continuando con las clases luego de excusarme con la docente por mi ausencia. Sabía que no aprobaría la nota, pero prefería ofrecer las excusas que no decir nada al respecto. Estuve tomando apuntes de una cosa a otra, distrayéndome en algún momento al fijar la vista en Craig, el cual participó en clase, y bueno, era inevitable el mirarlo de vez en cuando, hasta que el tiempo pasó como siempre, sonando la campana en lo que dibujaba en la esquina superior de la hoja un garabato sin futuro alguno, echándome el cabello hacia atrás en lo deslizaba las uñas por el borde de mi cuello, acariciándome en el proceso para bostezar. Me levanté luego de un rato, con el bento en mano y la botella de agua en la otra, entrando en el aula ajena para buscar a Hal. —Y yo que te hacía en lo más recóndito —murmuré viéndolo tensarse con evidente fastidio, a lo que le sonreí con ligereza, posicionándome al costado—. ¿Recuerdas que me debes algo, ci-er-to?~ —Cállate idiota —siseó en lo que levanté ligeramente los hombros—. Incomodar ha de ser tu pasión. —Probablemente —coloqué la botella de agua por un momento sobre su escritorio—. Estabas en busca de dinero extra, ¿no? El carmín de sus ojos me hizo confirmarlo, era tan evidente, que a la final continué hablando. —Pero debo presentarte a alguien —sonreí con suavidad, pues ya había notado la presencia del tercero ahí, y con el clima dudaba que estos dos se marchasen porque sí—. De seguro se llevarán bien y todo. Entornó los ojos. —El sarcasmo es tu verdadera pasión, Manson. Contenido oculto Gigi Blanche
Poco después de que la campana sonara, mientras acomodaba mis cosas vi aparecer a Kakeru por el rabillo del ojo. Buscaría a Kohaku, supuse, aunque el muchacho ya se había evaporado de la clase; últimamente pasaba casi todo su tiempo en el salón de música. Lo dejé estar, pues, asumiendo que se iría por donde vino, pero noté que se acercaba en mi dirección y me tragué las ganas de suspirar. ¿Tenía ganas de lidiar con el títere de Frank? Claramente no. —¿Tan guapo y tan solo? —me soltó por la puta cara, risueño, y alcé a verlo con la cara de perro de siempre—. ¿Todo bien, Haru? —¿Qué quieres? —indagué, no soné molesto pero tampoco encantador, y reanudé mi tarea de meter todo en mi maletín. —Estoy aburrido —reconoció casi como un crío, balanceándose sobre sus talones y mirando alrededor—, así que vine a charlar. —Si buscas a Kohaku, probablemente esté en el salón de música. Alzó las cejas, dispuesto a contestarme, pero detrás de él distinguí una carita bastante poco alentadora y el cuerpo se me bañó de una capa de tensión. Fue ligera, bastante imperceptible, pero el cabrón de Kakeru era de los avispados y, además, me conocía. Su mirada se entornó ligeramente y, por muy breve que hubiera sido mi vistazo, fue capaz de imitarme y dar con la parejita de alumnos ingresando al aula: un tío rubio que no tenía de nada y la morena. Manson. Su conversación nos alcanzó vagamente, algo de una presentación; unir las piezas no fue complicado. La verdad, me cagaba en todo. No sólo se me estaba yendo la fachada a la mierda por amor al arte, sino que encima el imbécil de Kakeru iba a comerse el show. Ya no había forma viable de echarlo, él no se iba a ir y tampoco podía huir. Cuando la cuestión resultó inevitable, alcé la mirada y la clavé en Katherin. Seguía sentado en mi lugar y Kakeru, de pie a un lado, se mantuvo expectante con su sonrisita amistosa de siempre. —Supongo que me buscaban —murmuré, algo rígido, y reparé brevemente en los ojos carmín del muchacho antes de regresar a la chica.
Vete a saber qué se traía esta idiota entre manos, aunque tampoco me daba el cerebro para atar cabos, no tenía el tiempo, ni la energía, ni mierda en las entrañas como para ponerme como estupideces que me freían el cerebro, por lo que me limité a reconocer de vista al cabrón al que Manson me acercó, sujetándome de mi antebrazo como de costumbre, tensándome, de nuevo, como de costumbre la cabrona ésta. ¿Para qué putas necesitaba ver a alguien de mi clase que apenas y denotaba que existía? —Aleksander, Haruhiko, Haruhiko, Aleksander —la noté frenarse al centrarse en el chico que estaba al lado del otro, sonriéndole con cortesía en lo que su lacio cabello se movía—. Lo lamento, sé que estás en mi clase pero no tengo presente tu nombre. —¿Y qué importa? —murmuré, notando la nula aprobación de mierda en sus ojos aperlados. Vaya ojos de mierda.
Andaba bastante absorbido, se ve, porque me tomó un segundo vistazo asociar al rubio con una de las cabezas que solía ver en mi clase. Katherin nos presentó, al menos tuvo la decencia de usar el nombre que le había especificado para fuera del casino y asentí brevemente hacia el muchacho, a modo de saludo. Kakeru se dio por aludido, alzando un poco las cejas y meneando la cabeza. —¿No sabes mi nombre? Qué osadía~ —bromeó, liviano—. Fujiwara Kakeru, ¿tú eres...? —Katherin Manson —aporté, cortando su conversación para minimizar todo este circo lo más posible. Miré a la chica, pero algo en mi expresión se oscureció ligeramente; fue una advertencia—. ¿Qué es lo que quieren, entonces? "Cuidado con lo que sueltas aquí, niña".
No podía negar el que la situación se tornaba ligeramente atractiva a mis ojos, no era malicia como tal, más bien lo definiría como entretenimiento banal, de esos que en ocasiones me permitía al presentar dos personas por demás reacias, y en realidad no sentía temor por advertencias cuando ya venía tantos años tratando con alguien como Hal, sin embargo no podía permitirme un mal ambiente laboral por pasar límites marcados, así que tan solo relajé los hombros, suspirando con parsimonia. —Eres bastante cortante, Haruhiko —murmuré repasando sus orbes para luego tomar un sorbo de agua del termo, recostando la cadera en el pupitre frente al de Sugawara—. Pasaba a presentarte a Alek, se ajusta por demás a lo que buscas, ¿no?~ ¿Jugando con el hilillo del límite por solo aprovechar el momento? Por supuesto, si coger a Alek era bastante complejo, el juntarlo con otro animal arizco, lo era aún más.
La niña Manson no parecía amedrentarse fácilmente, y dado el contexto no sabía si considerárselo una virtud o un defecto. El límite entre la valentía y la insensatez era muy fino cuando bajaban las luces, lo había atestiguado más veces de las que me apetecía contar. Creía firmemente que los longevos en este negocio acababan siendo los precavidos, incluso los cobardes a ojos del resto, y así esta chica no tuviera la obligación de preocuparse tanto siendo una mera camarera, igual haría bien recordando a quiénes les servía las bebidas. Y por extensión, de quién recibía órdenes. Su observación me entró por un oído y salió por el otro. ¿Cortante? Sí, era una forma de ponerlo, y si no le gustaba pues me daba igual. Aguardé en silencio a que bebiera agua y finalmente dijera para qué me había buscado; más precisamente, para qué había querido presentarme a su... amigo, suponía. Regresé la mirada a Aleksander y lo escruté en completa seriedad, como si pretendiera leerle el alma o algo. De los puestos que el casino pretendía rellenar, el ayudante de barra era lo que mejor podía llegar a pegarle. Pero mi opinión o la de Manson poco importaban en la cuestión, ¿cierto? Parpadeé, mis facciones se relajaron ligeramente y esbocé una sonrisa torcida, algo ácida. Si tanto querían bajar las luces en medio de la puta escuela, pues las bajaríamos. —¿Se ajusta? No lo sé —murmuré, sin correr mi atención del rubio—. Dime tú, Aleksander. ¿Te ajustas a lo que estamos buscando? No lo vi, pero no necesité hacerlo para predecir que el idiota de Kakeru estaría en su salsa comiéndose el show. Era de los que disfrutaban, se adaptaban y mantenían la boca cerrada; por eso lo toleraba. A su ritmo iría armando el rompecabezas de la situación sin necesidad de preguntar, y así sacaría también sus propias conclusiones.
Tenía la idea de que Manson quería meterme al puto rollo para que consiguiera más billetes, porque lo necesitaba, la cabrona lo sabía y aunque rehuía de cualquier asquerosa ayuda de mala gana terminaba aceptando su mano en mi hombro, impulsándome a continuar sin tantas complicaciones, era una mierda, una mierda que no aceptaría a boca abierta para nadie, por lo que cuando sentí los ojos del otro imbécil encima apenas y fruncí el ceño, sosteniéndole la mirada en lo que chasqueba la lengua. —Pues no sé, dime tú idi- —la palma de Katherin en mi hombro, aunque por demás, sútil, me hizo morderme la lengua. La pizzería de medio tiempo no me bastaba ni de coña para el alquiler, la comida, la gasolina; y el emprendimiento en instagram que tenía con Manson apenas y vendía algo cada cierto tiempo. Levanté los hombros entonces, regresando las pupilas carmín a las azules. >>Me imagino que sí —murmuré—. Lo que haya que hacer, lo hago.
La respuesta del tal Aleksander quiso ser rápida y filosa, y si se mordió la lengua fue únicamente por la intervención silenciosa de la chica. Observé el intercambio sin modificar mi expresión, aunque ante el claro intento de llamarme de forma poco bonita había alzado apenas las cejas. No podía decir que me hubiera pillado por sorpresa, si de por sí tenía cara de querer repartir mordiscos. La cuestión, aunque incompleta, me hizo pensar. ¿Tenía lo que buscaba en un compañero de trabajo? Veamos... Aparentemente irascible, de mala disposición y contestón. La pregunta se respondía sola, ¿no? Era una pequeña bestia, el muy cabrón. Una con correa. —¿Están contratando, Haru-chan? —intervino Kakeru tras la segunda respuesta de Aleksander, tenía las manos en los bolsillos y se había inclinado hacia mí. —Sí. —Había mantenido mi atención en el rubio, hasta que le di un break y suspiré, pestañeando. Señalé a Manson con un movimiento de cabeza—. Entró este fin de semana junto a otra chica, y Yuuji aprovechó la movida para contratar nuevos ayudantes. —A río revuelto... Kakeru soltó una risilla y se irguió de nuevas cuentas, aparentemente sin intenciones de seguir aportando. Miré a Aleksander, luego a Katherin y de regreso al chico. Que Manson tuviera poder sobre él no me bastaba, en el casino estarían cumpliendo roles diferentes; no tendría forma de mantenerlo a raya. Además, ¿qué clase de utilidad tendría contratar alguien que precisara niñera? Encajarle alguien así a Yuuji era ciertamente tentador, pero no me bastaba. —¿Tienes experiencia atendiendo clientes? —indagué, decidiendo pasar de su primer exabrupto.
Hoy era viernes. Estaba un poco feliz ya que se acercaba el día para mi presentación en Italia, pero también estaba cansada, y podía decir con certeza que hasta se me notaban las ojeras, anoche casi no había dormido por andar practicando hasta altas horas de la noche, y lo mas excelente fue que nadie me molesto eso permitió que estuviera mas concentrada, ya que después de haber practicando en la sala de música, estaba muchísimo mas animada. Sonreí cuando salí del auto, y camine por los casilleros hasta que llegue al mío, me mire un poco en espejo que tenia por hay guardado realmente me miraba mal, lo bueno era que había venido como siempre con el pelo suelto. Suspire cuando guarde lo que no necesitaba, en mi casillero y note que tenia algo en las manos eran la llaves que Kohaku me había emprestado para poder abrir la sala de música tenia que devolvérsela. Esperaba encontrarlo en en salón, si no me lo encontraba por aquí. Después de cerrar mi casillero me aparte para dirigirme hasta el salón, tenia los audífonos puestos escuchando las notas del piano, repitiéndola una y otra vez. Sonreí cuando entre y me encontré con la persona que buscaba, tenia las llave en las manos así que podía devolvérselas ahora, me acerque a el poniendo las llaves en mi regazo cuando me senté al frente del asiento que esta desocupado, hasta que llegara su dueño. —Buenos días Kohaku. Contenido oculto Gigi Blanche Holi por aquí te dejo a Fiore.