Aula 3-3

No esperaba que tuviese nada más que añadir, si uno le cortaba las salidas de hecho las interacciones con esta rubita podían ser bastante directas y como no había mucho más que decir pues esperaba que cortara todo con eso ya. Claro que me soltó la estupidez de que pusiera mi mejor cara al aparecerme en el conjunto de apartamentos y no me le reí solo para sacármela de encima, la mejor cara que tenía era la que veía.

Milagros no podía hacer.

El mínimo favor que le podía hacer era echarme una chaqueta encima si no hacía demasiado calor para que no se me vieran tantísimo los tatuajes, pero de ahí a pedirme una buena cara, pues la jodida tenía que regresar casi diez años en el tiempo a cuando era un mocoso de nueve o diez años y todavía me quedaba algo de cara de crío. Era como pedirle a un perro que no meneara la cola, joder, si la cara de delincuente no se me iba a quitar ni aunque la vida se me enderezara por arte de magia.

—Nos vemos, Allen.

Eso fue todo lo que le dije antes de que se alejara, estuve por sacar un cuarto chocolate de la caja pero terminé por dejarlo así y zambullir los que quedaban en la parte de abajo del pupitre para levantarme por fin. Ahora que la rubita se había ido, recordé que me había detenido en medio de una de mis sesiones de ser un insufrible así que me levanté de mi asiento y repasé el espacio con la vista, antes de ponerme en marcha de nuevo.

—Ri-chan~ —La llamé al ubicar el pelo de chicle—. ¿No tienes más dulces hoy? Ah, con lo bien que me caerían más golosinas de Ri-chan.

¿Que si era un grano en el culo? Sí. ¿Que Riamu se subía a mi tren de la estupidez en dos segundos? También.

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me iba acostar cuz migraña pERO MY CHAOTIC STUPID BITCHES MAN

Amane confío en tu poder de stalker pero te etiqueto igual cuz me da la gana ola gabi-chan

 

Me despedí de Morgan con la mano mientras seguía alejándome hacia la escaleras y solo me di la vuelta cuando vi que la muchacha desaparecía dentro del ascensor. Bueno, había sido un intercambio cortito pero de lo más entretenido y me había animado un poco la mañana, ¡así que no me podía quejar en absoluto! Aunque... ¿no me sonaba un poco su tono de voz ahora que lo pensaba? Uhm... nah, serían cosas mías.

Eso sí, por muy entretenida que hubiese estado la conversación, la somnolencia me volvió a caer en cuanto puse un pie en el aula. Es que, en serio, que puta pereza y, estando tan cerca ya del fin de semana, pues el doble de ganas de no estar ahí tenía. Pero bueno, al menos vi como Sakuya entregaba el trabajo cuando correspondía y, sinceramente, a aquellas alturas me daba bastante igual lo que hubiese acabado haciendo con el mismo.

Atendí a clases porque no me quedaba de otra, aunque no podía decirse que hubiese estado cien por cien atenta a las mismas y clara muestra de ello eran los garabatos que había dejado aquí y allá entre todos los apuntes. La campana me animó bastante también, pero ni siquiera eso hizo que me levantase del asiento con la energía de siempre ni nada por el estilo porque, para la gracia, no tenía ningún plan para el almuerzo y qué sentido tenía entonces tener prisa.

Así que estaba cotilleando Instagram en el móvil cuando escuché a Arata cayéndome y no tardé en dejar el aparato sobre el pupitre para dedicarle toda mi atención, soltando el aire por la nariz en una risa floja cuando terminó de hablar.

—Oye~ Y encima te parecerá bonito venir a pedirme dulces después de esconderme la caja de bombones y no ofrecerme ni uno, ¿no? ¿O qué pasa? ¿Es un regalo de San Valentín atrasado y no me lo quieres decir? Tranquilo que no soy celosa, sen-pai~

A ver, que estuviese más para allá que acá no significaba que no me enterase de las cosas, sobre todo si había azúcar relacionado y se trataba de la rubita estricta insistiendo en acercarse al chungo de barrio para seguir pidiéndole tutorías o lo que fuese. Mira que si no parecía la típica novela de Wattpad y esas habían sido mi guilty pleasure hacía un tiempo, así que no me iba a perder los detalles de una en vivo y en directo.

 

A ver, si la jodida no tendría una atención de lo más selectiva, ¿no estaba ella en el móvil en vez de metida en mi conversación? Eh~ que me iba a hacer ideas raras y todo si me ponía tanta atención. Aunque igual solo cotilleaba todo, era una opción de lo más viable, pero venga que me alimentara el ego tan siquiera saberme observado. Es decir, teniendo en cuenta que en la calle siempre te despertaba el miedo saber que alguien te tenía vigilado, digamos que el que fuese Riamu cotilleando era considerablemente menos preocupante.

Total que el comentario me aflojó la risa, regresé sobre mis pasos, saqué los chocolates y los dejé sobre su escritorio. Le había compartido hierba a la cabrona, en términos monetarios unos chocolates en los que no había gastado un duro pues no veía por qué negárselos tampoco.

—¿Te imaginas a la rubita dándome chocolates por San Valentín? Me parto el puto culo. —Apoyé la cadera el escritorio de la fila de al lado—, pero ya que estabas escuchando ahora lo sabes, ¿no? Soy un sensei, Ri-chan~ Contrato y toda la mierda de niños pijos. ¡Así que más respeto!

Negué con la cabeza para mí mismo, bastante incrédulo a decir verdad, y crucé los brazos sobre el pecho. Juraba por Dios que ahora la mierda se veía cliché que te cagas, pero mira, pasta era pasta y pues ni modo.

Ahora que recordaba ayer con la compra había aprovechado para colar otra cosa entre los dulces de los críos, pero bueno, eso podía esperar un momento, ¿no? Que de por sí no era que hubiera prisa de ninguna clase en ese momento particular aunque debería estarme preocupando por otras mierdas, como la crisis de la mariposita, la ausencia de Ko-chan o a Hiradaira escarbando la mierda de los chacales aunque ninguno lo supiera.

Pero era disperso como la mierda y los otros solo estaban revoloteando, tan lejos de mí como yo de ellos.

¿Cómo podía alcanzar uno a los que no se dejaban tocar nunca?

—Aunque igual me recompensas por compartirte mis chocolates o algo.

 

Lo seguí con la mirada en lo que volvía sobre sus pasos y aparecía de nuevo con la caja de bombones, dejándomela sobre el pupitre sin poner ninguna queja ni nada. Eh~ Pero qué chicos más diligentes había en esa academia, de verdad~

Me levanté de la silla con una sonrisa juguetona bailándome en los labios, rodeé apenas el pupitre hasta quedar enfrentada al que Arata estaba usando para apoyarse y me subí de un salto, cogiendo la caja de bombones después para colocármela sobre el regazo. Podía no parecerlo, porque me había centrado mi atención por completo en los chocolates que había delante de mis ojos, pero estaba cien por cien escuchando al chico hablando.

—Eso he oído, sí~ —canturreé, arrastrando el dedo índice por el aire mientras tanteaba que bombón prefería comerme—. Sin ánimo de ofender, cielo, ¿pero tú de profesor para una chica como Genie? Yo pagaría también, pero para poder ver ese espectáculo~

Me sonreí orgullosa cuando tomé finalmente una decisión y no tardé en hacerme con un bombón en forma de corazón, llevándomelo a los labios mientras levantaba la vista hacia el rubio al fin. Quizás me moví un poco más lento de lo normal solo por la gracia, quizás estaba jugando un poco con él al clavarle la vista mientras me metía el chocolate en la boca, pero es que a ver, si de bombones que quería comerme hablábamos... pues ahí había uno con el que no me importaría repetir el menú.

>>¿Sabes, cielo? No todo tiene que ser un intercambio en esta vida~ —le dije, con una expresión ligeramente divertida—. Pero tengo que admitir que se me han ocurrido un par de cosas por las que querría contratarte también, ¿estarías interesado~?

Que no era una persona celosa había dicho.

Sí, claro.

 

La seguí con la vista en lo que se levantaba, rodeaba el pupitre y se subía de un salto para dejarse la caja de chocolates en el regazo. Para ser un denso me hacía perfiles de la gente con bastante facilidad, otra cosa de la calle suponía, así que ya era bastante obvio que esta niña tenía un problema que cabía la pena señalar con los dulces y de repente, no sé, ¿quién era yo para privarla de unos chocolates que ni había comprado? Así que se sirviera.

Aunque tenía la atención completamente puesta en los chocolates había seguido escuchándome, así que me respondió mientras elegía cuál iba a comerse y su comentario me hizo soltar la carcajada. Ni que fuera a ofenderme por la verdad, para empezar por ahí.

—Profesor de cualquier imbécil, mírame la cara nada más, el asunto es un jodido chiste de principio a fin. La cría vive en Chiyoda, así que por rebote tiene pasta, y no voy a ser yo el que se ponga moralista a decirle que se la lance encima a otro. Se le debe haber volado la pinza para elegirme. —Ya en la mañana se había visto lo básico que era, así que obviamente me prendé a la tonta esta cuando se llevó el bombón a la boca y se montó todo el teatro ahí a los cuatro vientos. Solté una risa por la nariz cuando siguió hablando—. La vida sin intercambios es de lo más aburrida, Ri-chan.

Lo decía yo que vivía de vender información como un hijo de puta, mi opinión no debía contar demasiado.

Ladeé la cabeza hasta encontrar mi propio hombro y le eché encima una sonrisa de mierda cuando dijo lo de contratarme para otras cosas, mira si no estaría yo de repente en mi puta salsa o algo. Para decir que no era celosa y no sé qué mierdas estaba fallando como una campeona, ¿qué? ¿Quería un poquito de atención también, ahora que la intensa de Allen se había pensado que servía para algo además de tocar los huevos? Qué bonita~

Pues ven, Ri, tengo un montón de atenciones para ti.

—Soy todo oídos, linda, se ve que hoy es un día de negocios.

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shimi-kun poseyéndome el alma

 

Ya me había imaginado que Arata no se iba a enfadar por decirle que no parecía de lo más brillante, si tampoco era como si yo lo fuese a juzgar por algo que también me caracterizaba, pero igual me hizo un poco de gracia que lo admitiese tan fácilmente a los cuatro vientos. Por lo demás, tampoco a mi me importaba mucho lo que decidiese o no hacer para conseguirse la vida y aprovecharse de la densidad de una adolescente para darle clases no parecía el peor de los crímenes tampoco.

Luego solo me encogí de hombros y seguí el movimiento de su cabeza con la mirada, detallándole la sonrisa hasta que acabé correspondiéndole con una parecida aunque algo más suave. Míralo si no lo estaría disfrutando demasiado el jodido~

Aparté la caja de mi regazo para volver a dejarla sobre el escritorio, extendí el brazo hacia delante y me hice con una porción de su camisa entre un par de dedos, todo para poder tirar de la tela y atraerlo a mi posición. En cuanto estuvo lo suficientemente cerca, pasé las piernas por su torso hasta poder engancharlas a su espalda e hice más o menos los mismo con los brazos, solo que por su nuca en aquella ocasión.

—Uhm... ¿pero sabes qué? —murmuré, prácticamente contra sus labios al quedarse terriblemente cerca por haberlo atraído tanto hacia mi cuerpo—. Creo que pagarte por los servicios que yo quiera se considera ilegal, y yo soy una chica de bien, lo siento~ —y añadí un puchero con los labios al terminar de hablar.

Por supuesto.

 

La verdad es que para rechazar la oferta de Allen había que estar o muy imbécil o tener dinero suficiente para no estarse preocupando por mierdas básicas como la electricidad, el Internet, los teléfonos y todo lo demás. Digamos que al final del día los idiotas como yo no nos habíamos ganado el título de carroñeros por nada, éramos como buitres, no le hacíamos ascos a un montón de mierdas de lo más jodidas, menos a una niña de mamá queriendo un tutor.

Riamu reflejó la sonrisa, obviamente, si de por sí parecíamos tener la misma neurona estúpida en la cabeza y cuando quise darme cuenta había dejado los chocolates a un lado, estirado la mano para hacerse con la camisa y acercarme su posición, rodeándome el cuerpo con piernas y brazos. Dejé el aire salir despacio por la nariz cuando empezó a hablarme casi pegada a los labios y anclé las manos en el pupitre, a ambos lados de su cuerpo.

—Te tengo una noticia de lo más interesante —dije conteniendo un poco la risa y me las arreglé para inclinarme hasta alcanzar su oído, y quizás por la pura gracia me presioné contra su cuerpo con cierta maña—, las niñas bien no le piden hierba pandilleros~ El consumo sigue siendo un delito, te lo dice un experto.

Despegué la mano izquierda del pupitre para colarla entre el espacio entre nosotros, la anclé en su mentón y retrocedí para poder mirarla de nuevo, la sonrisa que se me formó en los labios estuvo a nada de descubrirme los dientes.

—Pero no te preocupes, puedo guardar tu secretito para que sigas diciendo que eres una niña bien. —Solté una risa nasal—. Y eso nos haría algo así como cómplices.

 

Vaya que al cabrón le gustaba seguirme el juego, si ya se le notaba encantado solo al haberle reflejado la sonrisa y después la cosa solo fue escalando sin recibir ninguna queja por su parte. Había que ver con los chicos de esa academia, me dejaban hacer y deshacer a mi gusto; que no era como si me fuese a quejar al respecto, pero era un poquito gracioso pensarlo, la verdad, sobre todo siendo que a mí me encantaba que los demás me diesen esa libertad.

Mentiría si dijese que no tuve que cerrar los ojos con cierta fuerza para intentar reprimir cualquier reacción que fuese demasiado reveladora, cuando sentí su aliento encima del oído o cuando se presionó sobre mi cuerpo aprovechando la posición que yo misma había creado. Qué hijo de puta, de verdad. Si acaso fui capaz de soltar el aire por la nariz, en un intento de risa, y busqué su mirada apenas fui capaz, que para la gracia fue cuando se hizo con mi barbilla y tampoco era que tuviese más opción.

—¿En serio? No tenía ni idea, eh~

Deshice el agarre de las piernas en cuanto se alejó un poco, para dejarle la mayor libertad de movimiento posible, y le dediqué una sonrisa de lo más angelical cuando terminó de hablar de nuevo. Igual que el tono inocentón de antes, todo era puro teatro, pero nada nuevo bajo el sol, ¿verdad? Cuestión de que apenas tardé un segundo de silencio más hasta acabar lanzándome hacia delante para atrapar sus labios.

Fue un beso relativamente corto, no tenía pretensiones de hacer demasiado el tonto hoy, pero eso no significó que no mereciese la pena. Presioné los dedos en su nuca para empujarlo más hacia mí y colé la lengua en su boca no mucho después de haber empezado el beso, porque ya a aquellas alturas, ¿para qué nos íbamos a hacer de rogar? Me separé después de un rato, aunque no tuviese muchas ganas, y volví a sonreírle mientras dejaba caer las manos hasta dar con el pupitre.

>>Me guardas secretos, me das bombones... vaya, Ara-kun, voy a empezar a hacerme ideas equivocadas contigo~

¿Y otra vez dejando el senpai de lado? Bueno, mucho había aguantado ya con el paripé aquel, qué remedio~

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Horny and hornier

 

Entre que parecía que yo había venido al mundo a hacer el imbécil, esta niña vivía deseando atención y se montaba unos teatros dignos de premio solo me la pasaba tensando cuerdas como un cabrón. Una y otra vez, quizás de forma apenas perceptible por lo parecido de nuestras personalidades, pero aún así insistente. Tensaba, rozaba y luego alejaba la mano como si nada.

Encontró mis ojos apenas unos segundos después de que me hiciera con su barbilla y siguió montada en el tren, claro, cosa que me arrancó una risa nasal. Aflojó las piernas, se puso una sonrisa de angelito y apenas cerré la boca se me fue encima. Recibí sus labios con una naturalidad hasta estúpida, que obviamente no nos íbamos a marcar tanto el numerito allí donde podía pasar un profesor en cualquier instante, pero de que valió la pena, pues sí.

La cabrona me empujó hacia ella, así que ladeé la cabeza y por la pura la gracia le di todo el espacio que quisiera para colarse en mi boca, fue cosa de unos segundos antes de que presionara de vuelta para revertir un poco la jugada. Bueno, definitivamente era una lástima estar allí a los cuatro vientos en la escuela, porque cuando hundí la mano en la mata de pelo de chicle me entraron unas ganas bien jodidas de tirarme a la idiota, bajarla del pupitre, darle la vuelta y hacer las cosas bien.

Pero no se podía tener todo en la vida~

La dejé separarse, aparté la mano de su cabello y dejé caer ambas en sus muslos, pues porque sí. Le rodeé uno con los dedos, presionando quizás con algo más de fuerza de la que planeaba y me encogí de hombros ante su comentario.

—La mejor parte es que los bombones ni los compré yo y me llevo los créditos.

Fue una estupidez, pero el comentario me recordó una cosa así que me separé de ella un poco de la nada para acercarme a mi lugar y sacar algo de la mochila. Cuando regresé sobre mis pasos volví a acomodarme entre sus piernas sin preguntar un carajo, dejé la mano derecha en su muslo y la otra la alcé frente a su rostro, sosteniendo lo que había sacado de la mochila. Era una caja de caramelos de estos Milky, nada del otro mundo, me había robado solo eso de lo que le había comprado a Seiichi e Izumi ayer en la noche.

—Ya está, te vas a provocar todas las caries que puedas imaginar con toda el azúcar que comes, pero tú verás, Ri-chan~

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Yo all of a sudden: ah sí que no venía aquí solo a comerme a Ri

Me marqué un combo breaker aquí

 

Obviamente Arata me correspondió con una facilidad absurda, el día que decidiese no darme bola ni seguirme los juegos ciertamente me acabaría preocupando en sobremanera, y si acaso me dejó un poco de libertad antes de sentir cómo tomaba el control del beso y, mira, ni modo de negarle nada al chico, ¿no? Tampoco había que ser ningún genio para imaginar lo que estaría pasando por su cabeza en aquel momento, no cuando seguramente era lo mismo que estaba pasando por la mía, pero no podíamos permitírnoslo, ¿verdad? Así que al menos podía darle algo de satisfacción con eso, cediéndole el poder que quisiese en el beso.

No me molestó en absoluto que dejase las manos sobre mis muslos, aunque tenía que admitir que el gesto no ayudaba nada a reducir las ganas de seguir con lo que había empezado, así como tampoco lo hacía sentir la presión que estaba ejerciendo con una de ellas. Pero ni modo, una era una señorita de clase y tenía que saber comportarse, así que tuve que sacar aplomo de no sé dónde para poder seguirle el hilo a la conversación de manera decente.

—Uy, pues es verdad. Entonces debería darle un beso a Genie mejor, ¿no~?

Lo seguí después con la mirada, ciertamente confundida, y cuando volvió a acercarse para enseñarme la caja de bombones, genuinamente no supe cómo reaccionar. Pestañeé un par de veces, tardé un poco demás en levantar la mano para coger la caja y creo que acabé un poco sonrojada y todo cuando levanté la vista hacia sus ojos de nuevo. Era una tontería, igual que lo había sido para mí comprarle algo en mi viaje, pero también había que entenderme; eran ese tipo de cosas las que andaba buscando desesperadamente y no las solía recibir tan a menudo.

Los gestos genuinos de que alguien se había acordado de mí, de que me habían prestado atención, así fuese una simple caja de bombones.

>>Gracias, cielo, de verdad.

No supe que más decir, tampoco quería dejarme en demasiada evidencia aunque ya fuese tarde, y me giré un poco para buscar mi maletín y así guardar los dulces en su interior. A ver, ni loca me iba a comer eso ahí, si es que me lo comía en algún momento cercano y no acababa guardándolo como tonta más tiempo del que hiciese falta. Sea como fuere, la acción me sirvió para volver un poco en mí y, al terminar, recuperé la expresión divertida que me caracterizaba más.

>>¡Y no tengo caries! —me quejé, completamente infantil, dándole un golpecito en el brazo con el puño—. ¡Mi dentista está muy contento conmigo!

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Otro que me va a matar un día de estos y me va a parece correcto, istg

 

Solté una risa floja luego cuando me contestó la estupidez diciendo que el beso debería dárselo a Allen, mira si lo conseguía hasta la felicitaba porque la cría parecía tan densa que me sorprendía que pareciera enredada con el tatuado aquel que parecía una extensión de Satanás, con las vibras parecidas a Tolvaj que se cargaba. Pero suponía que la vida estaba llena de sorpresas y la gente tenía una capacidad increíble para tomar decisiones de mierda como, bueno, elegirme de tutor con esta puta cara.

A ver, lo de los caramelos no tenía ninguna razón de ser en sí misma, simplemente me había acordado a mitad de la noche que ella me había llevado los dulces y un poco la vida era de intercambios, así que aproveché que quedaban cosas todavía para secuestrarme algo. No creí tampoco que fuese a provocar una reacción en particular hasta que noté que algo de color le había alcanzado el rostro a la muy tonta y volví a pensar lo que había pensado en la azotea, de que la necesidad de atención de esta mocosa venía de algo más allá que solo el gusto de tener los reflectores.

Me agradeció y tal, quizás me suavizó los gestos más de lo que me hubiese gustado admitir pero no tardé en volver a imprimirme la eterna burla en cuanto se giró para guardarlos. Cuando se giró y me soltó en toda la cara que no tenía caries alcé un poco las cejas, tragándome la risa al recibir el golpe en el brazo.

—¿De verdad? ¿No te estará mintiendo tu dentista, linda? Con la de azúcar que comes. —Solté la risa de todas formas, volví a sostenerle el mentón y le estampé un beso porque me dio la gana básicamente, aunque prácticamente fue hacer que se comiera la sonrisa que me había quedado en los labios—. Pero insisto, tú verás~

Le dejé otro beso porque sí, le solté el mentón y no supe muy bien por qué pero dejé caer la cabeza en su hombro, así sin aviso de ninguna clase.

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lo que sea que esté pasando con shimi-kun iT'S ILLEGAL WHAT THE HELL IM-

excuse me *dies*

 

No quería darle demasiadas vueltas al asunto, ya había quedado más que claro yo también era de las que no pensaba mucho las cosas y prefería simplemente hacerlas sin más, pero ciertamente era imposible no pensar que la tontería de la azotea no había sido una cosa puntual sin importancia y, sinceramente, no sabía si la idea me gustaba, me era indiferente o me aterraba.

Y cómo no lo sabía, prefería dejarlo pasar.

Cuestión de que él también se echó encima la burla de siempre y siguió con la broma del dentista, a lo que simplemente acabé inflando las mejillas en un gesto de lo más infantil. Quise decirle algo más, pero me plantó otro beso de la nada y, no sé, suavicé toda mi expresión y simplemente dejé correr la molestia. Luego cayó otro, al final no pude evitar soltar una risilla divertida por los gestos y subí la mano para darle un par de palmaditas sobre la cabeza en cuanto la apoyó sobre mi hombro, sin cuestionarme ya ni mierdas.

No dije nada más, transformé las palmaditas en caricias y utilicé el momento de distracción para echar la mano libre hacia atrás, buscando la cajas de bombones de antes para poder apartarle y dejarla sobre la silla o cualquier otro lugar más seguro. Con el pupitre completamente libre ya, me eché hacia atrás sobre el mismo sin previo aviso ni nada y, por supuesto, no había soltado a Arata en ningún momento así que me lo llevé completamente en banda.

—Pues sin azúcar no soy tan divertida, que lo sepas, así que deberías agradecerle~ —solté, acompañando las palabras de alguna que otra carcajada, y ya después de un rato me digné a separar la mano de su pelo—. Quizás eres tú el que debería comer más dulces, cariño~

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i feel so honoured de romper a shimi-kun de la buena manera (?)

 

Si me ponía a pensar en cuál era el punto de la de estupideces que estaba haciendo seguro se me fundía el cerebro o llegaba a conclusiones que ni a cuento, así que mejor para mí solo seguir haciendo el imbécil sin detenerme a reflexionar al respecto. La vida siempre había sido más sencilla así y que lo dijeran los estúpidos que pasaban sobrepensándolo. Así simplemente me detenía en preocupaciones inmediatas, podía dejar correr el resto y me evitaba las crisis existenciales en grandes rasgos.

La idiota infló las mejillas y ya de puro milagro no me carcajeé, porque Dios, era para mearse verla así y seguro habría seguido reclamando de no ser por el beso, se le notaba en la cara al menos, además de que se suavizaron los gesto. Recordé lo de la azotea entonces, a la tonta con su canción y las escamas de espino, y quizás estuve por conectar neuronas pero al final el tiro me pasó de largo.

De cualquier manera, cuando quise darme cuenta las palmaditas que me había dado se transformaron en caricias y respiré despacio, dejándole ir algo de peso encima. A ver, en sí no me vi venir el resto de la movida con la que acabó por llevarme en banda, pero tampoco iba a ser yo el que se quejara.

—No puede ser y yo aquí pensando que la estupidez te venía de nacimiento como a mí, ¿y era solo el azúcar? Me siento traicionado —dije entre risas flojas—. Vas a tener que compartirme de tus golosinas entonces~

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tururu por mí podemos ir cerrando por aquí gabibi uwu fue un placer marcarme este combo de horniness y softness con usted señorita

 

Bien era cierto que el pobre chiquillo tampoco podía hacer mucho siendo que prácticamente lo había enganchado a traición para arrastrármelo, pero es que el idiota no puso ninguna queja al respecto y yo qué sé, de repente me hizo bastante gracia verlo tan... ¿sumiso? O algo así, no sé.

—¿Me estás llamando estúpida? Vaya maneras más raras de ligar tienes tú, cielo —me quejé, aunque claramente lo hice entre risillas y no soné ni la mitad de seria que pretendía—. Anda, anda, quita ya, que la directora se va a pensar cosas que no son y no me apetece una incidencia por algo que no he hecho.

Le di un par de palmadas en la espalda mientras hablaba y esperé a que se separase para erguirme, deslizarme sobre el pupitre hacia un lado y bajarme finalmente del mismo. Comprobé rápidamente la hora en el móvil, confirmando que quedaba ya poco del receso, y cogí la caja de bombones que había dejado en la silla para poder sentarme sobre la misma. Me acomodé con toda la tranquilidad del mundo y, ya después de un rato, extendí la caja de nuevo hacia Arata.

>>Ten, no seas idiota y guárdalos bien, una chica no le regala chocolates a cualquiera. Y, eh, más te vale esforzarte con las clases, que Genie será densa pero se ve como buena chica. Que no me entere yo.

A ver, podía haber sido una zorra de cuidado y haberle pedido bombones cuando sabía perfectamente que habían sido un regalo de la niña con vete tú a saber qué intenciones realmente y, aun así, entender que la chiquilla se merecía, cuanto menos, que la inversión le saliese bien y pudiese aprender japonés de una manera eficiente.

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Lo que yo leo es que me torettice por responderte a última hora y eso he hecho uwu

same, gosh, los adoro ;;

 

A esta altura del partido, Kanade debía lisa y llanamente disfrutar de recibir estudiantes nuevos, analizarlos en cuestión de segundos y asignarles la peor combinación posible para el famoso tour que la directora había decidido implementar con objetivo de ¿inserción social? ¿Así le decía? Ah, qué más daba. Estaba seguro de que no servían para una mierda pero él tampoco iría a abrir la boca, que no le correspondía.

Ingresó a la clase, risueño como siempre, y paseó la mirada entre el alumnado dando golpes suaves sobre el escritorio con el borde de su carpeta. Su otra mano permanecía en su bolsillo.

—Bueno, esto de recibir gente ya es costumbre, ¿eh? Saluden a Reece-kun, chicos, recién, recién transferido. Sugawara-kun, supongo que ya tuviste tiempo para aclimatarte, ¿verdad? ¿Te gustaría compartir tus recientes conocimientos con los pobres?

Haru se tragó las ganas de rodar los ojos aunque tampoco asintió, sólo le echó su peso al espaldar de la silla y detalló de soslayo al chico nuevo. No que pudiera ni le apeteciera negarse abiertamente, hablar frente a toda la clase y eso, así que sólo le quedaba el resto de la mañana para ir adaptándose a la idea.

Pero en serio, ese tío era un cabrón de los grandes.

 

Podía sonar estúpido, y de hecho sabía mejor que nadie que lo era, pero me había echado un humor tan bueno encima que ni siquiera me importó atender a las lecciones, siendo además que los viernes eran posiblemente el peor día en cuanto a clases se refería. Las cosas como eran, lo cierto es que yo calificaba como una chica muy simple y básica: odiaba estar sola en casa y por eso siempre intentaba encontrar algo que hacer para evitarlo. Si conseguía el objetivo y encima hacían el trabajo de planear algo por mí, ¡pues eso era una situación de win-win se mirase por donde se mirase!

Cuestión de que estuve de lo más concentrada y cuando llegó la hora del receso, como no tenía nada realmente interesante planeado, pensé en dedicarlo para mirar algo de ropa online. Es decir, simplemente no esperaba que Kou fuese a ir completamente en serio con lo de los colores que me quedaban bien y todo el rollo, y aunque en realidad no tenía ni idea de lo que haríamos, pues seguro conseguía algún conjunto que fuese oportuno para cualquier plan. Y sí, técnicamente había comprado ropa hacia dos días en mi viaje, pero tenía claro problemas.

Estaba desbloqueándome, pues, el móvil cuando noté la figura de Zeldryck acercándose a mi pupitre. O sea, identifiqué al chico ya cuando levanté la mirada y distinguí sus tatuajes, claro. No tardé en corresponderle con una sonrisa ligera y me encogí de hombros, como quién no quiere la cosa.

—Lo siento, Sunsun, de repente me han salido muchos planes. Estoy pensando en comprarme una agenda y atender solo con cita previa o algo~ —respondí, sin poder esconder la diversión en mi tono de voz, y no tardé mucho en levantarme para sentarme en el borde de la mesa como ya venía siendo costumbre—. ¿Qué tal todo? ¿Os habéis acomodado ya mejor en la tierra del sol naciente~?

Mientras esperaba su respuesta rebusqué en la manga de mi blazer, sacando una pequeña bolsita de tela en la que llevaba guardados un par caramelos. Me llevé uno a la boca y extendí la bolsita hacia el chico, sonriente.

>>¿Quieres?

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Apala, un papasote a la vista 7u7