Aula 3-3

Tema en 'Tercera planta' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Luego de tratar la rodilla de Aya no quedó mucho más que hacer en la enfermería. Sentir la mirada de dos desconocidos encima no era mi plan favorito, en especial cuando acababa de tratar relativamente mal a uno de ellos. Mejor huir, ¿no? De regreso a mi cueva. No tenía idea qué era eso de los apodos compartidos que había mencionado la chica, al oírlo arrugué un poco el ceño de pura incertidumbre y me detuve en ella, luego en él, antes de incorporarme y ofrecerle la mano a Aya. Podría acompañarla hasta su clase y cuidar de que, no sé, no volviera a estrolarse en el piso.

    —Nos vemos.

    Simple y escueto que te cagas, pero me valía. La chica le había agradecido al muchacho, cosa de la que yo fui incapaz, y por un momento tuve que preguntarme si lo habría hecho a posta o sólo le nació. Como fuera, dejé a Aya en la 3-1 y seguí hasta mi clase. Fue entrar y recordar la mierda que Kohaku me había pedido.

    Puta madre.

    Dejé pasar el tiempo como un auténtico cobarde, incapaz de acercarme a la chica, hasta que tocó la campana. La primera mitad de la mañana pude dejar el asunto, pero a medida que se acercaba la hora del receso, la mierda fue regresando. Ya está, tenía que hablarle y punto. No podía ser tan difícil, ¿verdad? Aunque hubiera rechazado su oferta en su cara, quería decir. Que sí, había sido pedido del profesor y todo, pero contó con la decencia de atenerse al plan. Además era un corcho de piso, a pesar de las pintas que se cargaba. No iba a pasar nada. Sólo hablar y ya.

    La campana sonó, echándome una ligera cuota de ansiedad encima, y repiqueteé los pies en el suelo un par de segundos antes de incorporarme. A ver, mis opciones igual eran una mierda. Estaba el pelirrojo zanahoria aparentemente inofensivo, pero que se había pitado apenas tocó la campana, y también estaba el rubio tatuado de los casilleros que... mira, paso. Eso me dejaba con lo menos peor, suponía, aunque el karma seguro existía y se estaba meando de risa en este momento.

    Me acerqué hasta la mesa de Akaisa a paso lento, como si los nervios no me estuvieran comiendo, y hundí las manos en los bolsillos al detenerme junto a ella. Recordé que la chica tenía ojos dispares y el detalle me ayudó a calmarme.

    Igual le hablé con la seriedad de siempre.

    —Akaisa, ¿cierto? Kohaku, eh, Ishikawa me pidió que lo disculparan por no haber venido. Por lo del proyecto y todo eso. Se sentía muy mal y le dije que se quedara en casa.

    ¿Salvándole un poco el culo, así por amor al arte? Bueno, en el fondo era bastante estúpido con algunas cosas.

    @Yaahl memeo this is so funny

    Edit: mira esa etiqueta toda rota. Bueno, confío en tus poderes de stalker para leerme iwal (??
     
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  2.  
    Zireael

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    Me seguía haciendo bastante gracia que la conejita hubiese tenido que acudir a mí para tener el dato exacto del cumpleaños del inglés, es que de verdad, la tonta llevaba tres años en que me veía la cara y parecía que se meaba encima, pero había bastado que quisiera hacer algo por otra persona para que me cayera como si nada. Digamos que debía haber sido su carta de emergencia, porque habría podido preguntarle a su freak de la información favorito... Pero claro, el otro parecía que quería quemar a Wickham en una de las hogueras de Salem o dejarle la cara como la andaba él mismo.

    Estaba comenzando a pensar que la estupidez de Jezebel Vólkov era selectiva y todo.

    Habría podido joderla, decirle otra fecha o cualquier mierda, pero tan hija de puta tampoco era. Emily me había hecho un regalo, Aaron había llevado el pastel de fresas... lo menos que podía dejar que tuviese Joey era una tonta como Vólkov haciéndole un regalo. Igual y le sacaba la desgracia de encima unos minutos, que parecía que el cabrón estaba bañado en mierda desde hace días. Ninguno de los dos mereciéramos recibir nada de nadie, pero un poco de egoísmo no caía mal de vez en cuando.

    Había bastado sentarme en el pupitre, cagándome en los muertos de Shinzo una vez más, para que maldijera por lo bajo al no detectar la presencia de Ishikawa por ninguna puta parte. Era la única esperanza que tenía de no hacer todo el proyecto sola, porque Shimizu ni se había aparecido a clase y el zanahorio, bueno, que viese quién lo aguantaba.

    Me quedé en mi asiento cuando la campana sonó, repasando si hacer el condenado ensayo en el receso o dejarlo para la noche, cuando vi que Shimizu entró bien pancho no mucho después que Yumemi y estuve a nada de descojonarme, porque no había que ser ningún Sonnen para hacerle dos más dos a ese par de imbéciles. Dejó las mierdas en su lugar, ni siquiera me miró y se fue por dónde había venido.

    Eh, qué poca decencia~

    Maldito yakuza boy.

    Estaba por decidirme a levantarme para largarme a la azotea cuando noté los pasos lentos que se acercaron a mi posición y estuve a nada de soltar la risa al ver que se trataba nada más y nada menos de nuestro Sugarawa, que tan bonito me había rechazado ayer. El jodido diablo era más serio que un perro en bote, había que verlo, no sabía ni siquiera si meterlo directo en la categoría de los cara de culo que parecían gustarle tanto a Kurosawa, pero de que le faltaba sonreír un poquito, le faltaba.

    Poco sabía yo que ya la susodicha lo tenía entre ojos.

    ¿Kohaku? Well, just look at this.

    Ko-ha-ku~

    ¿De dónde se conocería este par?

    Quizás entorné un poco la mirada sin siquiera ser consciente, vete a saber, pero igual no debió durarme mucho porque acabé por encogerme de hombros en lo que me levantaba de mi asiento. Encontré sus ojos una vez de pie, acomodando las caderas contra mi pupitre, y detallé con algo más de atención el color de sus ojos. Me sirvieron de espejo, reflejando el mismo tono de uno de los míos.

    —No hay cuidado, espero que se mejore. —A ver, tampoco iba a desearle el mal a Ishikawa, el crío tenía la misma cara de borrego a medio morir que Cayden y hasta yo ponía algunos límites allí, claro, eso no me detenía de picar un poco a su amiguito—. Pero si se sentía tan mal, ¿no debiste quedarte a cuidarlo, Suga-kun?


    Haru: *just existing*
    Mis hijas: lo voy a picar con un palito y ver qué hace

    Mis poderes de stalker on point. No me preguntes de dónde saqué este tocho wtf
     
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  3.  
    Ikoma-kun

    Ikoma-kun Rolero, dibujante

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    Clementine Crimson

    No había tenido muchos problemas para habituarse a los rigores que significaba ser una estudiante en la academia Sakura, ella podía leer las distintas facetas de los demás compañeros, no representaría mayor reto conocerlos para invitarlos a un buen paseo para variar.

    El resto de la clase Crimson como estudiante modelo tomo los apuntes necesarios sin perder el más mínimo detalle.

    —Es como la magia—murmuro risueña al ver que podía lidiar con suma facilidad. Entonces su expresión muto en una de hastío; su paseo con el chico Allende no había sido tan fructífero como deseaba, el tiempo no le ayudo aquella vez. Una lastima, el latino ya figuraba como un gran compañero de fiestas...otra ocasión sería.

    Clementine dio unos últimos vistazos a su móvil con el plumón entre sus labios carmín, hasta que una voz la saco de su trance. Allí frente a su rostro se encontró con una rubia de porte elegante, estudio de arriba a abajo a su compañera. Por fortuna su familia estaba acostumbrada a frecuentar a personas de posición destacable.

    —Por mi parte suena un tema muy interesante, no me siento lo bastante...egoísta para cambiar a otros temas como si nada—respondio divertida a las palabras de la rubia, según sabía su nombre era Génesis gracias a la lista de primera hora.

    >>Hagamos nuestro mejor esfuerzo ¿Vale?

     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    Al menos tenía que darle puntos a la chiquilla por su sinceridad; sinceridad que, por cierto, acabó sacándome una risa floja y todo. Supongo que al menos teníamos suerte de que los otros dos hubiesen mostrado un mínimo interés para buscar la información y traerla, incluso con la cara de amargados que se traían ambos.

    —¿Neuronas espejo? —repetí, levantando la vista del papel y dejando los garabatos para centrarme en la chica.

    Le pedí que me diese lo que los otros dos le habían entregado y le eché un vistazo a todos los papeles por encima, alzando las cejas con algo de genuina sorpresa al ver todo el trabajo que se habían pegado buscando datos. Igual el ensayo era de 200 palabras, iba a tener que quitar muchas cosas, pero al menos era mejor eso que tener que buscar qué añadir. Dejé los papeles sobre su mesa de nuevo y me levanté de la silla sin más.

    >>Tranquila, aquí tienes información para aburrir. Solo junta lo que más te llame la atención y debería valer, tampoco creo que sean muy exigentes con el primer trabajo del curso y siendo de tan pocas palabras. Pásame lo que tengas cuando acabes y yo me encargo de la conclusión, ¿vale? Ánimo, Saku-chan~

    Le revolví un poco el pelo pues porque sí, porque me apeteció y ya, y cómo por mi parte había finiquitado el tema de conversación pues me di media vuelta y me dirigí hacia la salida del aula sin más. Eso había sido bastante más rápido de lo que había esperado; mejor para mí~
     
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  5.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    La tía esta despedía unas vibras de lo más raras. No eran cagadas a secas, tampoco me inyectaban miedo como tal, pero con su estatura y todo digamos que... imponía respeto. No me gustaría ofenderla, en definitiva, me daba que era prácticamente sinónimo de entregar mis huevos en bandeja. Pero bueno, en general no le tocaba los cojones a nadie. Pasar desapercibido había sido el método de supervivencia que cacé al vuelo cuando el loco de mierda de Dubois me acogió bajo su ala. No que eso tampoco me gustara, pero tiempo al tiempo. Después de todo, no existía forma real de insertarse en el tablero sin un salvoconducto.

    Percibió o, como mínimo, se colgó de algo de lo que había dicho. Notarlo me echó una ligera tensión encima, de esas que te preparan para lo que está por venir, y seguí sus movimientos en silencio con la precisión de un gato. Le sostuve la mirada sin problema, vete a saber por qué para eso no me cagaba en las patas, y la dejé hablar porque sabía que la cabrona no iba a contenerse. Vete a saber cómo, sólo lo sabía.

    Mi apodo no salía de la puta nada, al fin y al cabo.

    Arrugué el ceño al advertir la burla en su voz y cómo me había llamado, con todo el puto descaro. No, si Kohaku me iba a deber una buena de todo esto. No tenía exactamente muchas ganas de lidiar con este tipo de gente, por otro lado Dubois ya me había entrenado bastante a fuerza de voluntad y mi problema solía venir con las multitudes, las diferencias numéricas y el público indeseado, no los mano a mano. Casi no quedaba nadie en el aula.

    Y era un puto tanuki de metro cincuenta.

    —Puede cuidarse solo —resolví en tono plano, ladeando apenas la cabeza—. En teoría debía ofrecerte mi ayuda a cambio, pero no sé, te las arreglas sola, ¿verdad?


    culparé de esto a futureproof (??
     
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  6.  
    Insane

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    ¿La magia? Pero la magia no existía, ni siquiera estaba científicamente comprobada; pese al chispazo de escepticismo me mantuve imperturbable como de costumbre al haber escuchado algo que no me concernía al haberlo ella soltado en un murmuro tenue, casi hasta distraída. Asentí ligeramente sintiendo mis hebras doradas cosquillearme las mejillas. Al menos no tendríamos que empezar desde cero.

    —¿Me puedes dar tu número de celular? Te enviaré por mensaje lo que adelantamos, así puedes leerlo y agregar tu parte.

    Solía ser muy desconfiada en cuanto a deberes académicos, por lo tanto prefería revisar y de tal forma entregar la parte final. Saqué el móvil de mi falta para entregárselo a ella, esperando con ligereza para que lo sujetara a lo que di un vistazo general en el salón de clase al escuchar algunas voces. Parecía que todos en general estábamos ocupándonos del proyecto, y aquello era fructífero.

    Te enviaré lo que adelantaron por MP en el transcurso del día(?)
     
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  7.  
    Zireael

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    Lo vi seguir mis movimientos como un gato y ahí encontré otro punto en común quizás. Era silencioso y aunque pudiese cargar la misma ansiedad encima que algunos otros idiotas, como mínimo se forzaba a taparla. De repente se me ocurrió que los ojos de este jodido incluso en la oscuridad deberían resplandecer y a pesar de lo puro del tono, que me recordó bastante al que había encontrado en los fuegos fatuos de Rachel, pensé que casi debería colar como un yōkai. Solo me cayó en la mente así, sin venir a cuento, como si hubiese olido algo, apenas un atisbo que me hizo darme la idea que cagado hasta las patas o no, no era lo que se dice un santo.

    Lo vi fruncir el ceño ante el apodo que me había sacado del coño y estuve a nada de reírme, pero si acaso me permití una sonrisa suave, apenas condescendiente. Podría no alcanzar el metro sesenta, pero había que tener un mínimo de carácter para ponerse delicadito en mi cara y, para qué mentirnos, había picado esperando una reacción. Hubiese sido muy aburrido que Sugawara me decepcionara, ¿no? Joder que sí.

    El pobre diablo seguro estaría deseando cobrárselas a Ishikawa por haberlo enviado a hablar conmigo o con alguien del grupo, la opción que fuese, porque mira que parecía mecha corta.

    Como para decirle Mechita.

    No sólo Wickham sabía tocar los huevos, el don lo tenía todo Cerbero.

    Apoyé las manos en el borde del pupitre en lo que me respondía, la sonrisa se me acentuó ligeramente al ver que don "tomo dos limones al desayuno" tenía los santos huevos de soltar algo más así tan fresco. Pensé en decirle que sí, que total él único que hubiese servido para algo era el dichoso Kohaku y mandarlo a tomar por saco, pero de repente no me apeteció dejarlo tranquilo todavía.

    —¿Hmh? ¿Un trabajo de cuatro personas relegado a una? —Como si no pasara haciendo el trabajo de medio equipo de fútbol por mi cuenta, vamos—. Ni idea, igual me viene bien una mano~

    Ni que fuese un paper universitario, esa basura no calificaba ni de ensayo, pero por la gracia.


    why dO YOU WANNA DO GOOD WHEN YOU CAN FEEL GOOD?
     
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  8.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Fue cosa de ver su sonrisa y darme cuenta que no había hecho más que concederle exactamente lo que quería. Bueno, me traía bastante sin cuidado, si debía ser honesto. No era lo que se diría un monstruo del ego, me movía en base a ciertas necesidades o principios sólidos que me había sacado del bolsillo vete a saber cuándo. De vez en cuando mutaban, de vez en cuando me veía obligado a trastocarlos, pero en líneas generales accionaba bajo espectros relativamente predecibles si estabas impregnado del ambiente al cual me había habituado como pez en el agua. Estaba dicho, podía llenarme los bolsillos de vaciárselos a gente enferma y dormir como un puto bebé.

    Haría lo que sea por mantener en pie mi pequeño reinado.

    Mi intención no había sido exactamente provocarla, no era de esos, pero sabía que mi comentario podía picar las aguas de por sí revueltas. Nada loco, sin embargo. Jactarme de mantener las mierdas bajo control la mayor parte del tiempo era lo que me permitía avanzar a un ritmo medianamente decente sin que se me volara la cabeza. La vi apoyar las manos al borde del pupitre y su sonrisa se ensanchó, regresé entonces a sus ojos. Era como intentar descifrar a un gato, entre la heterocromia y todo lo demás, aunque en ese momento dudaba que sus intenciones excedieran al mero deseo de tocarme los cojones.

    Si es que había gente diseñada para eso, joder.

    Pensé, o al menos esperé que me mandara a la mierda, el caso fue que no lo hizo y se me aflojó una risa liviana, incrédula, apenas escucharla. Surgió directo de mi pecho y lancé los ojos a un punto distante del aula durante un par de segundos antes de regresar a ella. En la movida la repasé un poco mejor de pura manía, no que ya tuviera mierdas en la cabeza ni nada, era la costumbre de analizar a cualquier cabrón que, en mayor o menor medida, pudiera representar una amenaza.

    Esa enana podía no estar hundida en el infierno pero potencial no le faltaba, ¿verdad?

    —Y bueno, ¿cómo negarme a una dama? —murmuré, ligeramente irónico, y le eché un vistazo a sus cosas—. ¿De qué es el proyecto?

    En serio, se la iba a cobrar en oro a Kohaku.

    I WANNA BE FUTUREPROOF COME AND LIFT ME UP UNTIL IM HIGHER, HIGHER
     
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  9.  
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    Segundo día de clases y volvía a asomarme en la clase de Haru sin siquiera pararme a conocer a alguien de la mía. Si bien mi intención era hacer amigos me sentía mucho más a gusto junto a él y si teníamos que hablar con alguien pues mejor hacerlo juntos, ¿no? De todas formas ya había hecho planes para ambos pero la ilusión que me había hecho que fuese conmigo de la enfermería hasta mi clase de la mano me hizo olvidarme de comentárselo. Tan solo me limité a hablar de cosas triviales mientras le apretaba la mano con cariño.

    Ahora que era de nuevo la hora de comer era muy obvio que íbamos a hacerlo juntos, los grandes bentos que planeaba llevar todos los días eran para compartir con él y su gran estómago. No fue muy difícil divisarlo porque el lugar no estaba muy lleno, y antes de siquiera fijarme que se encontraba hablando con alguien ya me había tirado encima de él a darle un buen abrazo.

    —¡Ya llegó tu querida hermanita a buscarte!

    Le di un beso en la mejilla y me separé de él dando un saltito. Sonreí como un angelito tomándole de la mano, era muy obvio que quería obligarlo a seguirme donde yo quería, por eso aprovechaba estas ocasiones para comportarme como una niña pequeña y hacer que me cuidase. ¿No que era yo la que lo iba a cuidar? Bueno, podíamos turnarnos.

    Pese a que mi plan era arrastrarlo fuera de la clase fue ahí que me di cuenta que realmente Haru no estaba solo, porque había una chica frente a él, encarándolo, y aquello solo podía significar que estaban hablando… ¿quizá? Me preguntaba cuántas veces lo habré interrumpido ya hablando con otros. Pero no era realmente mi culpa, no es que me espere que Haru se ponga a hablar con alguien.

    Cómo crece~

    —¿Te he vuelto a interrumpir? —Le pregunté mirándolo, bajé mi cabeza un poco avergonzada por ser tan impulsiva—. Perdona.

    Desvié mi mirada a la chica y noté la diferencia de colores en sus ojos, quedándome por un momento ensimismada. Creía que esa diferencia los hacía muy bonitos, o más bien, la hacían a ella mucho más bonita de lo que ya era. Me enternecía, pero a la vez su mirada me daba algo de respeto.

    —Hola —la saludé sonriente mientras agarraba a Haru del brazo, como si quisiera dejarle claro que si quería algo con él debía estar yo presente. ¿Por qué pensaba eso? No lo sabía, pero estaba segura de que si lo veía a solas con una chica que no conocía debía asegurarme de que era adecuado dejarlos solos como buena hermana, jum—. Me lo quiero llevar a comer, ¿te importa?

    Y aunque le importase lo iba a arrastrar conmigo de todas formas.

    katita yamete kudastop please keep going me encanta ver a bakaharu así
     
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    Zireael

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    Nos estábamos paseando por una cuerda floja de lo más rara, entre que su culo amargado aparentemente no quería solo ceder o algo y yo estaba en mi puta salsa siendo un dolor de huevos de repente pensé que nos podíamos pegar todo el día ahí, rozando cuerdas por la pura gracia. Mi forma de picar, de joder, no era tan directa o agresiva como la de otros, disfrutaba de rozar cuerdas y escuchar el sonido, de vez en cuando reventaba una y me deleitaba con la disonancia que aparecía en la melodía. Era, quizás, mi propia ilusión de control entre toda la mierda, justo como el tinte del cabello, las pintas de darketa y tantas otras estupideces.

    El chico regresó a mis ojos y poco me faltó para ronronear como un jodido gato, ni idea de si buscaba leerme o qué, pero tampoco importaba demasiado. No, si es que con este numerito hasta estaba empezando a ofenderme de verdad por que me hubiese rechazado el día anterior.

    Que no lo mandara a la mierda le aflojó una risa que consiguió arrancarme una a mí también, fue bastante baja y ni siquiera me inmuté al verlo repasarme con la vista. Sabía que en el gesto no había nada especialmente raro, lo sentí en realidad, si acaso imaginé que el crío estaba haciendo un mapeo de alguna clase, como si tuviese ojos biónicos y pues por mí que hiciera lo que le diera la gana.

    No pertenecía al mismo mundo de sombras que una buena parte de los que habían llegado a meterse a esta escuela de repente, pero la peste la tenía encima de nacimiento, venía por default con la pasta de los Akaisa por una razón y quizás con la pasta de todos los ricachones de esta escuela. Ni siquiera sabía hasta qué punto el dinero de mi familia estaba sucio o no, aunque no me desvelaba tampoco y si me enteraba de alguna cosa posiblemente me importara poco o nada.

    Los Akaisa éramos un clan salido de la nada.

    Habíamos enredado todo en nuestras espinas, sofocábamos hasta matar. Era, después de todo, lo que estaba planeando hacer con la farmacéutica de los Aoyama.

    Aproveché para subirme al pupitre, sentarme y cruzar una pierna sobre la otra sin más, pues porque no me apetecía seguir de pie. Me llevé parte del cabello detrás de los orejas en lo que el chico me respondía y una diversión de lo más cagada me siguió corriendo por el cuerpo.

    —Qué caballeroso, Suga-kun —dije sin ser del todo consciente de que el tono me había bajado un par de niveles, balanceé la pierna suavemente—. El proyecto es de biología, por ahí unos andan hablando de neuronas espejo, pero sirve cualquier cosa. Genética, evolución, la verdad para salir del paso seguro sirven hasta los reinos biológicos.

    Total tenía apuntes de la mierda al derecho y al revés.

    Había terminado de hablar cuando una chispa rubia apareció de la puta nada en la clase, se le fue encima al chico y tardó exactamente cero segundos en responderme la duda de quién era. Para ser su hermana parecía que le habían metido un chute de energía directamente proporcional a la cara de culo que se cargaba Haruhiko.

    —Hola, linda —le regresé el saludo pues porque ni modo—. Bueno, pues resulta que tu hermanito debería ayudarme con un proyecto ya que su amigo no vino a la escuela y tenemos un proyecto, pero tampoco seré yo quien te impida llevártelo, así que adelante~


    katty-chan sTOP IT CHILL UR ASS

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    Etihw

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    Sonreí con algo de satisfacción al recibir una respuesta a mi saludo, una respuesta más normal y hasta amable de la que me habría esperado, pues la posición de la muchacha y su propia expresión denotaban algo de… no sabría cómo llamarlo, pero era algo que no me gustaba mucho.

    Y claramente su actitud no resultó darme una buena impresión tampoco. Sentía que quería aprovecharse de Haru por ser nuevo, porque se le notaba que era un manojo de nervios que le costaba socializar. O quizá yo estaba viendo más de lo que parecía. Quizá estaba malinterpretado las cosas y asumiendo otras que no eran.

    Pero daba igual, porque nunca permitiría que alguien se aprovechase de la persona más importante en mi vida.

    —Oh, ¿debe de ayudarte solo por ser su amigo? ¿Qué clase de lógica es esa?

    Tuve que obligarme a seguir sonriendo aunque no fuese lo que quería, admitía que escuchar eso me había molestado un poco. Solo un poco, en serio. Sentía que quería obligarlo a sentirse responsable de su trabajo cuando no era asunto suyo en lo absoluto. Todavía debía acostumbrarse a volver a clases, a lidiar con muchas personas a diario y entablar relaciones y conversaciones de forma natural. Tenía que tomarse las cosas con calma.

    Me acerqué a ella y posé mis manos en el pupitre, posicionándome entre ella y la mesa. Quería mirarla a los ojos, esos ojos tan bonitos que tenía, quería asegurarme cuáles eran sus intenciones. Si eran buenas o si eran malas. Saber qué quería hacer con mi hermano, si era alguien con quien poder forjar una amistad o si debía alejarla de Haru.

    —Lamento que tu compañero no haya podido asistir, pero Haru tiene cosas de las que ocuparse también —le susurré y solté una pequeña risa, alejándome unos centímetros—. ¿Igual no es vuestra culpa por dejarlo para el último día?

    Por esas cosas me gustaba hacer los trabajos tan pronto me los entregaban, pero no podía hacerle nada si en un trabajo grupal los demás no querían hacer su parte. Así que entendía un poco la situación de la muchacha, y empezaba a sentirme algo mal por ella.

    —Tenía planes muy divertidos con Haru… pero si nadie más te puede ayudar, ¿qué mal hará que lo hagamos nosotros?

    No caigas, Aya.

    Tenía que recordarme a diario que no podía dedicarme a ayudar a la gente solo porque sí. Yo también quería aprovechar mi tiempo libre para pasármelo bien con mis cosas. Recuperar ese tiempo que pasamos alejados.

    —Aunque si insistes puede que me lo lleve sin más~

    idk but con lo chikita que es kat por qué no tiene hambre aún?
     
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    Gigi Blanche

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    Si debíamos discernir entre la peste de los ricachones y la peste de los pobres diablos habituados a las sombras, yo me sacaba el combo entero. Había nacido entre plumas, no creía que el dinero de los Sugawara fuera cien por ciento honesto pero, como mínimo, se mantenía prudentemente alejado de la mierda del bajo mundo. Había tenido todas las de ganar, hasta el último recurso para amoldarme a los esquemas y hacer lo que me diera la gana en tanto hiciera la vista gorda. Pero me había ido a la mierda.

    Y una cosa había llevado a la otra.

    Volví a seguir sus movimientos, y aunque no lo externalicé puede que esta vez sí me detuviera un par de segundos más en la piel expuesta de sus piernas. Sabía que si lo notaba, y estaba bastante seguro de que lo haría, le facilitaría una chispa adicional de satisfacción, pero llegados a este punto sólo me apetecía hacer lo que me saliera del culo. Y si tenía ganas de mirarla, la miraba y ya. Intenté hacer memoria, de paso, porque aún con las pintas de gótica forzadas me olía a hija de papi. ¿Akaisa? Me quería sonar ligeramente, pero nada consistente.

    Su voz había descendido cuando abrió la boca, me hizo un poco de gracia que un enano de jardín pudiera hablar así, la verdad, pero no sería yo quien la desestimara. Su presencia tenía la fuerza para hacerte regresar sobre tus palabras y más allá de lo cabrona que fuera y la facilidad con la que me tocara los cojones, esa era una mierda que respetaba. En especial viniendo de una chica.

    De ahí a reconocerlo había un mundo, claro.

    Proyecto de biología, ¿eh? Me había puesto a repasar mentalmente los temas que tenía más frescos. No estaba particularmente aceitado en nada, con el año libre que me había tomado y los bolsillos que papá tuvo que llenar para que no repitiera segundo como un puto imbécil, pero algo podría rescatar de Osaka.

    En eso me había metido cuando la voz de Aya me arrancó de cuajo de mis cavilaciones. Pensé que iba a escupir el corazón por la boca, encima se me había tirado encima y no sé, casi me muero. Mi primera reacción fue echarle encima una cara de perros, que se suavizó de inmediato y bufé, acomodándome un poco el uniforme de pura maña. Fue entonces cuando me di cuenta que me había lanzado de lleno al pozo oscuro donde pasaba todas las noches, a esas máscaras y esa jodida actitud. Ahí, en medio de la escuela.

    Mejor tenía cuidado la próxima.

    Me dejé hacer por Aya con la docilidad usual, y una cuota de vergüenza me regresó al cuerpo cuando recordé que Akaisa se estaba echando todo el numerito. Genial, más material para picarme. Posé mis ojos en mi hermana al preguntarme si había interrumpido y me encogí de hombros, removiendo apenas la pierna en su lugar.

    —No, tranquila. No te preocupes.

    Mi voz había atinado a suavizarse, pese a mantenerse bastante plana. Total que abocó su atención a Akaisa y yo me quedé allí, aprovechando el momento de invisibilidad para relajarme un poco y toda la mierda. Seguí su conversación en segundo plano, aunque fue inevitable desligarme por entero al, bueno, estar hablando de mí. Poco a poco recordé que Aya no sólo era un rayito de sol, siempre me había defendido a capa y espada de la más pequeña amenaza que ella considerara como tal y, bueno, no la culpaba por alertarse ante la presencia de Akaisa. De ahí a que quisiera su intervención era otra cosa, claro, pero bastante se había enfrascado ya en cuestionar los motivos de Katrina.

    —Aya —la llamé con cierta firmeza que no planeé del todo, esperaba no se confundiera con severidad—. Ya deja, no es nada.

    Saqué una mano del bolsillo para enganchar el cuello de su blazer y jalarla hacia atrás, alejándola de Katrina de un simple movimiento sin esfuerzo. Cuando la tuve a mi lado la dejé ir y bufé, regresando mi mirada a Akaisa. Cómo había acabado en medio de una disputa entre dos tías, en serio, y ¿por qué sentía que era mi responsabilidad resolverlo?

    Dios, cómo me estaba cagando en los muertos de Kohaku.

    —A ver, vamos los tres y ya —solté de mala gana, separando las caderas del pupitre para hablarle a Akaisa—. Comemos y de paso vemos lo del proyecto. ¿Todos felices?

    me estoy meando cómo acabamos en esto JAJSAJ
     
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    Zireael

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    or anything, damn.
    You think that you're the man.
    .
    Top of the world, but your world isn't real,
    your world's an ideal.
    .
    So go have fun
    I really couldn't care less.
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    A ver, lo de subirme al pupitre y cruzarme de piernas no lo había hecho a posta para arrancarle alguna otra reacción, lo juraba por mi madre que era lo más sagrado que tenía, pero no me pasó desapercibido que esta vez el gatito sí se detuvo directamente en la piel expuesta. Fue una cosa de segundos, era posible que de no ser porque era una jodida zorra ni siquiera me hubiese dado cuenta, pero allí y estaba y solo siguió avivando la satisfacción cagada que de la puta nada me estaba brindando este crío con su mera existencia.

    Qué joyita~

    Pero si no tendría que darle las gracias a Ishikawa y todo, me lo estaba pasando de puta madre.

    Debía insistir, para medir menos de metro sesenta me las había arreglado con una facilidad estúpida para que la gente supiera que no era para andarse de bromas conmigo. Era lo que tocaba cuando quería defender el imperio que me pertenecía por sangre y eso era una cosa que no podía hacer con las putas pintas de princesa, el cabello rubio y la sumisión. Para dominar, para reinar, había que tener cerebro y estrategia, nada de eso llegaba si una se quedaba siendo una maldita muñequita a la que visten y casan con quien les salga del culo. Así que a veces tenía que pisar el doble o hasta el triple de fuerte de lo que pisaban no solo otras mujeres, sino los mismos hombres para que se entendiera cómo mierda eran las cosas.

    Sentía el fuego palpitar a mi espalda, deseando alcanzar algo y consumirlo hasta los cimientos, lo que fuese, pero estaba comportándose maravillosamente aún así. Todo lo que había hecho hasta ahora era iluminar las sombras que no yo sino él había invocado a plena luz del día. Le arrancó destellos al azul de sus ojos y al mío, también al gris y siguieron danzando detrás de mí, casi esperando.

    Una invitación, un chasquido de dedos que desatara el incendio forestal.

    Al pobre diablo la chiquilla casi lo puto mata de un infarto, creí que iba a soltar el corazón y los pulmones por la boca, de primera entrada le echó encima la cara de culo pero se suavizó de inmediato. La debilidad absoluta de este chico debía ser su hermana, sin espacio a dudas, cosa que era normal por decir poco.

    No conté con que el panqueque con brillantina encima, que tenía pinta de ser un ángel caído del cielo, se me fuese encima de la forma en que lo hizo y aún así no me moví un ápice de mi lugar. ¿Creía que era una amenaza para su adorado Haru? Que Dios la bendijese por descubrir el agua tibia, ah, qué linda era la inocencia.

    Como para no ver las sombras que este cabronazo había invocado.

    Podría haberle explicado que si quería recriminarle a alguien por meter a su hermano en puros líos de mierda con un grupo de trabajo que no le correspondía, no era conmigo ese asunto y es que encima de todo la cara de bebé esta venía a decirme que si no sería culpa nuestra por dejarlo de último. Ni un toro tenía los putos huevos tan grandes, eso había que reconocérselo.

    Seguía prácticamente encima mío y todo lo que hice fue sostenerle la mirada, todavía balanceando la pierna, esperando que terminara con la retahíla o algo, y me aguanté las ganas de mearme de risa en su cara solo porque sabía que si me atrevía a hacerle algo podía detonar al gatito. Vamos, me estaba divirtiendo hasta entonces, pero tampoco quería tener un enemigo declarado así por la gracia.

    Me ofreció ayuda como quien ofrece la caridad.

    Dios, qué risa.

    Al final su hermano me la sacó de encima de un movimiento sencillo, como si le correspondiera que la otra se hubiese tirado de cabeza así, a lo que mantuve mi posición todavía y ahora sí me permití liberar un poco la sonrisa al menos. Bajé del pupitre de un movimiento fluido, fue casi silencioso incluso, de verdad que a veces parecía un genuino gato y ya ni podía culpar a la tonta de Welsh por decirme Kitty Kat, y me puse a escarbar en mis cosas como si nada hubiese pasado. Tuve que ponerle un poco más de empeño a lo de contener el fuego, pero nada del otro mundo.

    Acabé por sacar el libro de biología, un cuaderno y un par de bolígrafos. Me di cuenta que alguien, ni idea de si mi propia madre o una de las criadas me había empacado el almuerzo y la última rebanada del pastel de Aaron, así que saqué eso del maletín también.

    —Lo que se dice felices, no creo, pero, ¿qué clase de dama rechazaría tan amable propuesta? —Bien podía haberlos mandado a tomar por culo a los dos, pero la palabra ceder tampoco estaba en mi vocabulario y si algo tenía era persistencia, que lo dijera Aaron—. Para tranquilidad de toda la familia, tendré la decencia de no interrumpir demasiado los bonitos planes que Sugawara-chan debe haber preparado para ti. Es más, quizás ni noten que estoy allí.

    Sí, claro.


    yo: kat, ya deja de dar por culo porque hasta yo te quiero meter una piña, vete a comer sola al club de arte y ya
    kat: you don't fucking own me

    efe el video no se puede reproducir sin abrir shutub pero yO NECESITO EL BASS BOOSTED PARA ESTE POST
     
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    Rojo FireRed

    Rojo FireRed Orientador

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    ¡Juas! Se veía que pues tenía bastante interés en el trabajo, así como se había acercado... Se fue.

    Aunque le había revuelto un poco el cabello, gesto que le había dejado por las nubes, era un gesto de cariño de Hiroshi, así que pues que otros lo hicieran pues le significaba bastante.

    Aunque bueno, el lugar indicado para poner todo en orden, y hacer todo lo opuesto de sacarle información al trabajo era la biblioteca, por lo que tomó todas sus cosas para dirigirse al mismo rápidamente, no había tiempo que perder.

    Pues si, no iba a a recortar información, todo lo contrario, expandir más el maldito informe.

    Si eso no quedaba de diez, iba a agarrar al sensei directamente a mandarlo a dormir con los peces, por qué a veces los más buena gente son los más cabrones.

    Para la biblioteca, me piro vampiro.
     
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    Ikoma-kun

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    Sostuvo el móvil de su compañera con suma delicadeza, así provecho para admirarlo un segundo. Deslizó entonces sus dedos por la pantalla anotando el número de su móvil y de paso anotando su nombre.

    —Listo, incluso ya tienes mi número...oh y por si acaso no contesto mucho los fines de semana ¿Ok?—aclaro con una risa pocara mientras depositaba el móvil en las manos de su dueña—a menos claro desee invitarte ir al sitio más llamativo de la ciudad a penas lo descubra...aún me queda por conocer.

    busco entre sus libros y casi estuvo a punto de reclamar a su hermano el descuido de no haber regresado su libro de ciencias biológicas, per no había sido así, nadie vería una mala primera impresión de su parte...al menos en los primeros dias.

    —De acuerdo si todo sale bien recibiré la información y ¡Tendremos motivos para celebrar una buena calificación!—volvio a hablar con gran motivación. Una no tan abrumadora pero con la clara intención de levantar el ánimo de su compañera rubia.

    >> Si tienes algún lugar en mente donde podamos trabajar en el informe soy toda tuya para acompañarte.
     
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    Insane

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    —No te preocupes, no te molestaría los fines de semana a menos que tengamos juntas otro trabajo —. Recibí el celular para guardármelo nuevamente en el bolsillo de la falda, disponiéndome a buscar en mi mochila luego de girarme ligeramente para sacar la billetera de ésta al pensar en comprar algo de tomar antes de regresar a clases.

    Sin embargo lo que mencionó sobre ir aun sitio más llamativo de la ciudad no retumbó en mi cabeza al realmente tomarlo como un simple comentario para sonar amable, lo cual no me incomodaba en lo más mínimo ya que la chica parecía tener valores frente a las normativas básicas de cualquier instituto por acceder sobre el completar trabajo sin poner ninguna clase de trabas.

    Eso era agradable.

    —Supongo —murmuré. Las buenas calificaciones eran obligatorias, por lo tanto ya me había esforzado bastante la noche anterior en compañía de Zoldryck para estudiar. No solía empaparme de la motivación de los demás, no lo veía útil en la vida diaria. Deslicé el cierre luego de guardarme un par de monedas en el bolsillo de la falda, volviendo a buscar sus ojos ante lo último dicho.

    No lo esperaba, el encontrarme con una persona que quisiera estudiar inmediatamente sobre el proyecto que ya faltaba poco por acabar.

    —Podemos ir a la biblioteca, es un sitio tranquilo.
     
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    Insane

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    De cierta forma si me sentía algo cansada, quizá porque me la pasé rectificando que todo estuviese en orden, que no faltara ni sobrara una sola coma en el proyecto, además de que la otra integrante si había participado y todo a lo que terminé sintiéndolo como un grupo íntegro pese a que Zeldryck me escribiera que me relajara con todos los asuntos académicos, pero aquello era imposible. Y por lo tanto Zold terminó llevándose consecuencias de ello, y lo noté en sus párpados cansados que probablemente aplacaría con agua en la cara.

    Al menos hoy esperaba durmiese lo suficientemente bien para recuperar la energía habitual y necesaria. Lo vi salir a lo que deslicé mis pupilas por el empaque violeta, llevándome un mechón de cabello tras la oreja luego de buscar con la mirada el cabello rubio. De cierta forma sino fuese por él el trasnocho hubiese sido más extensivo, a lo que me daba la idea de que no era tan malo como Zeldryck lo había comentado en su momento.

    Me levanté de mi asiento alisando los tablones de mi falda para caminar hasta su puesto.

    —Buenos días —saludé desvaneciéndose cualquier rastro rosa que había quedado impregnado por la sonrisa de Zoldryck—. Quería agradecerte por tu ayuda con el texto, Shimizu, fue muy útil.

    Dejé sobre el pupitre con el movimiento grácil de costumbre el empaque que dentro traía chocolates rellenos de frutos secos. Sí, no era muy saludable la parte externa, pero supuse que a él le agradaría, y sino podía simplemente dárselos a alguien más. Deslicé los dedos de mi mano derecha por mis hebras doradas, acomodando lo liso de mi cabello tras mi espalda sin precedente de inseguridad al considerarlo un buen momento.

    —Además de ello quería preguntarte si te interesaría ser mi apoyo en el transcurso del año, sería como asesorías —busqué sus ojos en todo momento para continuar—, te pagaría a novecientos yenes la hora.

    Lo había hablado con mi madre la noche anterior antes de iniciar la videollamada con Zold, y denotando que la hora variaba entre seiscientos y mil doscientos optamos en dejarlo en novecientos cercano a un punto medio. Para un estudiante no sonaría nada mal según mi progenitora, por lo cual accedí sin ninguna resistencia ya que en el momento que leímos el Gen egoísta no había sentido la presión en el cuello ni una mirada reprobatoria cuando surgía duda alguna. Había sido distinto a lo que solían ser mis clases particulares, las cuales eran como si me juzgarán constantemente por cualquier duda que surgiera.

    —Habría un contrato de por medio —agregué con sinceridad, no por nada mi madre era abogada.

    Además de todo el discurso y los chocolates siempre permanecía la duda de si un chico que asistía a dicha academia le interesaría algo como eso, a fin de cuentas desde mis comodidades, el lujo, el dinero y los bienes no eran ninguna clase de carencia, quizá por eso mi madre había propuesto una suma alta. Poco sabía yo sobre la realidad de cada persona, no solía profundizar cuando de por sí me aislaba del resto sin siquiera darme cuenta de ello.

    Yáahl mira estos chocolates, Shimuzu-sensei
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    Zireael

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    A ver, el pelirrojo que no se inmutaba por la vida era una cosa jodidamente rara, es más, seguía sin saber de dónde mierda salían estos cabrones que parecían no estar atados a nada y aunque yo tampoco creaba lazos, al menos, no sé, parecía tener un intercambio más activo con la vida así fuese para tocarle los huevos a todo Dios. Me había equivocado al compararlo con Yako, a ver, en la personalidad eternamente calmada sí se le parecía, pero en el resto nuestro líder de culto era mucho más dinámico que este cabrón.

    Me metí a la clase, me dejé caer con pesadez en mi asiento y sentí la mirada de Akaisa encima, con bastante cara de perros, asumía que estaba jodidamente encabronada por el hecho de que no había hecho un carajo en el proyecto y quizás debía interesarme, pero la verdad me daba igual. En sí más extraño era que Ishikawa siguiera sin aparecerse y de repente se me ocurrió hacer dos más dos, al menos para preguntarme si un porcentaje de la crisis de identidad del otro corderito no tendría que ver con eso y el resto de mierdas.

    Pero qué iba a saber yo.

    Estaba por levantarme para acercarme a Riamu e incordiar como siempre, cuando Allen se apareció y me agradeció por haberla ayudado el otro día con el texto. Me encogí de hombros, restándole bastante importancia en realidad y solo desvié la vista al verla dejar los chocolates sobre el pupitre, fruncí el ceño unos segundos, el gesto era incluso más raro que el de Riamu con las escamas de espino pero bueno tampoco le iba a hacer yo ascos a unos chocolates.

    Estiré la mano, abrí la caja y saqué uno para llevármelo a la boca en lo que la rubita seguía hablando y estuve por decirle que no contara conmigo de forma regular hasta que la cabrona abrió la boca para mencionar la pasta. No se había despegado de mis ojos todo el rato, así que aproveché para intentar leer lo que fuese, para ver si no me estaba tomando por imbécil y luego pensé que esta cría era tan densa y rígida que no sería capaz de bromear con nadie.

    Novecientos yenes la hora.

    Si esta cría tenía la pasta para pagarle a alguien, vete a saber por qué coño se había decantado por mí en vez de un tutor de verdad, pero había que aprovechar el bug o algo. Me bajé el chocolate, todavía sopesando la situación, sabiendo que tendría que lidiar con esta chica el resto del año y toda la mierda, hasta que algo me cayó encima. El maldito recuerdo de Seiichi e Izumi en su puta salsa con los dulces de ayer me rebotó en la cabeza y pensé que aunque no era lo que se dice un montón de pasta, al menos servía para poder comprarles golosinas con más frecuencia, ajustaba con la pasta que sacaba de los otros negocios y usaba para la compra y el pago de servicios.

    ¿Con contrato y todo?

    Estos maldito niños pijos, de verdad.

    —Está bien —solté por fin, sacando otro chocolate del paquete—. Mira que mejores opciones habían, pero como tú quieras.

    Todo por el puto dinero, como siempre.
     
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    Insane

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    No es como si no hubiese pensado la opción de que declinara rápidamente, a lo que me prendí de sus orbes casi por mera duda de en qué momento cerraría la plática levantándose o no sé, cortando de raíz la propuesta a lo que un poco si me había preparado la noche anterior antes de acostarme por fin. No estaba acostumbrada como tal a las negativas, ya que nunca solicitaba algo, mi madre me había enseñado a pedir solo lo que legalmente me correspondía dentro de mi conocimiento para evitar sensaciones que ella consideraba negativas, sin contar que por ahí derecho se arrastraba las positivas.

    Un poco si había evitado que mi madre me pidiese una fotografía del chico, ya que él… bueno, no vestía de una forma correcta y sus posturas eran similares a las de Zeld, aunque este último en situaciones si que podía ponerse a la altura al tener un crecimiento sino mal recordaba político por parte de su padre. No sabía mucho de su dinámica familiar, tampoco es como si me la hubiesen detenido a contar, si me detenía a pensar era como si me ocultaran un par de cosas quizá, pero probablemente no lo descubriría jamás.

    Está bien.

    Pestañeé algo contrariada por su respuesta, sin poder disimularlo. Tomándome unos cuantos segundos articular palabra al sentir la garganta seca al realmente imaginarme todo lo contrario, regresando con los docentes que mi madre contrataba, los cuadriculados que me hacían sentir estúpida por no entender de buenas a primeras, esos que fruncían el ceño y desestimaban mi ritmo de aprendizaje referente a los idiomas por el modelo obsoleto que usaban, los que aumentaban el vacío en el estómago cada que surgía alguna duda.

    Rebusqué en mi mochila con parsimonía luego de usar la madera de su pupitre al lado de sus chocolates como soporte, sacando una agenda en la cual escribí con letra perfecta pero símbolos torpes al tratar de hacerlo en japonés, guardando de nueva cuenta para dejarlo sobre la madera.

    —Mi madre gestionará el contrato mañana en la noche —comenté—. Esa es la dirección de mi apartamento, el piso y número, de igual forma te lo recordaré por un mensaje de texto. Nuestra primera clase será el sábado a las dos de la tarde, Shimizu.

    A fin de cuentas, aunque se hubiese negado el itinerario estaba hecho para ser tomado por cualquier otro con un título universitario, desde que tenía uso de razón existía la reglamentaria del tiempo, normalizándolo a través de los años.

    >>Te enviaré el contrato por correo electrónico, lo lees por favor y lo regresas firmado. ¿Tienes alguna duda?
     
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    Posiblemente esta chica se hubiese preparado mentalmente para que la mandara a tomar por culo, es decir, con estas pintas que me cargaba era lo que cualquier ser humano que tuviera al menos un poco de uso de razón pensaría. Era tosco, poco confiable a primera vista y bastante insoportable cuando te detenías a mirarme bien, pero también era el maldito desgraciado que tenía en casa tres personas a las que alimentar y el que nunca saldría del barrio rojo.

    Shinjuku me había visto nacer y me vería morir, pero jamás vería morir a mis hermanos, así tuviera que pasarme la vida entera vendiendo información, cuchillos y dándole clases de japonés a esta cría. Todo fuese por sacarlos de la maldita calle, que aunque me había dado una segunda familia con los chacales, también había seguido y seguido potenciando la maldita ira que me cargaba desde antes de entrar a la adolescencia siquiera.

    Joder, estaba enfurecido. Vivía deseando despedazarlo todo pero nunca lo hacía.

    Y luego me atrevía a cagarme en los muertos de los que parecían sellados al vacío como Hikkun, cuando realmente no era diferente.


    En lo que la otra conectaba neuronas para responder me comí el segundo chocolate que había sacado, todavía echándole al asunto una livianidad que no sentía realmente y me comí un tercero en lo que escarbaba entre sus cosas, escribió en una agenda y la dejó sobre la mesa después. Todavía estaba masticando, así que asentí con la cabeza a la cosa esa del contrato y pensé que, no sé, mejor hubiera sido pactar la mierda con sangre o algo. La idea me dio algo de gracia, pero me aguanté la risa porque no quería ponerme a dar explicaciones.

    ¿Chiyoda? Iba a ser que la chica esta era vecina de Sonnen y Kurosawa, qué cosas. Además, si era extranjera y estaba alquilando en Chiyoda, la hija de puta debía cagar dinero.

    Normal que sea tan puto densa si no ha pasado necesidad en su maldita vida.

    ¿Sábado a las dos de la tarde? Al menos no se le había ocurrido una hora antes del almuerzo, porque joder, como me jodiera las dormidas que me pegaba los fines de semana sí me iba a cagar en todo. Sin embargo, todavía a las dos de la tarde pasaba como aceptable, me levantaba, comía y me largaba. La ventaja de la moto era que no tenía que andar como estúpido por las estaciones.

    Asentí con la cabeza otra vez a lo de regresarle el contrato firmado y no sé qué, en realidad tenía curiosidad de qué podía poner el famoso contrato, pero era bien imbécil así que seguro le acababa preguntando a Sonnen o a Dunn con su cerebrito cuadrado algunas cosas. A ver, que para mí el mundo se resumía en hacer las ilegalidades y que no me agarraran.

    —Anotado, Allen. Ninguna duda por ahora. —Me pasé la lengua por los dientes, deshaciendo cualquier rastro de chocolate que me quedara en las muelas—. ¿Algo más que deba saber o que tengas que decirme?
     
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