Aula 3-3

Shinzo era un dolor en el culo, eso lo iba a decir yo porque las de la primera fila estaban demasiado ocupadas escurriendo las bragas para admitirlo. Con su corbata acomodada, el tufo de colonia como si fuese un puto buey almizclero; en fin, el circo, maroma y teatro. Además, ya estaba visto que estaba hecho un cabrón con sus selecciones para los que mostraban la escuela y hoy había salido premiada yo.

Bufé en respuesta y seguí a mis cosas, al menos la mala hostia de ayer había desaparecido en su gran mayoría. Había ignorado bastante el tema del proyecto hasta ahora, pero faltaban dos días y me puse a repasar mentalmente la lista de personas con las que me habían metido, Shimizu ya estaba visto que era peso muerto en la escuela. Eso me dejaba con el niño de las nubes, tan siquiera podía poner la mano en el fuego para decir que Ishikawa era decente y Allende, que bueno, qué iba a saber yo.

Bueno, mañana arrastraba el culo de los dos a la cafetería o cualquier sitio y hacíamos el proyecto en una sentada.

Apenas sonó la campana me acerqué al muchacho nuevo, apoyé las manos en el borde del pupitre y lo repasé con la vista sin llegar a ser demasiado pesada. No esperaba nada en particular del chico realmente, lo había visto llegar al pasillo con Mason y una rubia que no me sonaba de nada tampoco, que debía ser familiar suya como mínimo.

—Sugawara, ¿no? —Solo quería corroborar, no era que hiciera falta realmente. Claro que yo no imaginaba que este pobre desgraciado era una bola de nervios con patas—. Siempre puedes negarte a que te dé un recorrido por la escuela que, bueno, es casi idéntica a todas las escuelas. Tú decides.

En grandes rasgos me daba igual, tampoco tenía mayores planes en mente más que ir a fumar arriba suponía.

Contenido oculto

ngl me reí cuando vi que le tocó Kat (??

 

A Anna pareció gustarle mi idea de decidirlo durante la merienda improvisada que nos habíamos montado, y recibí su beso en la mejilla con una sonrisa enternecida antes de despedirnos para ir a clases. La vi entrar con la bolsa como si fuese una especie de ninja y solté una risilla divertida antes de dirigirme al fin a mi aula.

Sabía que no estaba comportándome cómo solía hacerlo, dejando el proyecto que teníamos que entregar para el último día cómo estaba haciendo, pero si tenía que ser sincera, no me preocupaba mucho el ejercicio. Estaba mal que yo lo dijese, era consciente de ello, pero un ensayo de 200 palabras entre tres personas no era la cosa más problemática que había hecho en la academia y confiaba en mis habilidades académicas para sacárnoslo sin problema.

El cielo se despejó un poco para el receso, para seguía habiendo un viento terrible, así que imaginaba que la mejor opción era almorzar dentro del edificio y seguramente sería lo que la mayoría haría. Anna estaría en el invernadero, y esperaba genuinamente que su plan saliese bien, así que me dirigí hacia el pasillo de tercero sin pensarlo demasiado. Me había quedado un poco preocupada el día anterior, y aunque me seguía avergonzando un poco, no podía negarme al impulso inicial que tuve que intentar hacer algo al respecto.

—La comida casera sienta mejor en días cómo estos, ¿no crees? —murmuré, con una sonrisa ligera, cuando alcancé el pupitre de Kohaku y deslicé una caja de bento sobre la madera.

También sabía que no había mucho que pudiese hacer, pero simplemente no podía quedarme de brazos cruzados y quería pensar que hasta un pequeño gesto como aquel podría beneficiar en algo.

Me senté en la silla que había delante y lo miré sin perder la sonrisa suave en ningún momento.

>>¿Qué tal todo, senpai?

Contenido oculto

Gigi Blanche CAN I LEAVE YOU ALONE? I CANNOT. Bueno, no tienen que almorzar juntos ni nada, dw, pero tenía que dejarle la comidita sí o sí unu

 

Mi cara debió haber sido de antología cuando alcé la vista, minutos antes de que iniciara la lección, y reconocí a Haru ingresando al aula como si nada.¿Qué... qué cojones? Sus ojos turquesa conectaron con los míos de repente, incluso a la distancia, y me concedió una pequeña sonrisa. La reflejé por inercia, aunque no entendiera una mierda. Estuve por incorporarme para hablarle pero la campana sonó y llegó el profesor, confirmándome, como si hiciera falta, que ese día iniciaba en el Sakura. ¿Por qué no me había contado nada, el muy cabrón?

Le di vueltas al asunto durante un rato, hasta que lo dejé correr y me concentré en las clases. Lo que menos tenía ganas era de prestar atención, pero bueno, uno hacía lo que debía hacer. Fue hasta que tocó la campana otra vez, anunciando el receso, que noté que Akaisa se acercaba a él y decidí dejarlo estar. Ya luego podría hablarle.

Es decir, literalmente estaba viviendo en su piso.

Desvié la vista a la puerta cuando noté que alguien entraba. Emily se dirigió directamente a mí y le concedí una amplia sonrisa que me iluminó el rostro. Hacía bastante que no hablábamos, la verdad, y siempre disfrutaba de su compañía. Era cálido que tuviera el detalle de venir a buscarme y todo eso, en especial conmigo que no tendía a tomar la iniciativa.

Deslizó un bento hacia mí y la sonrisa, si es que era posible, se ensanchó aún más. Un poco de repente tuve esta idea de que Emily sospechara algo, lo que fuera, y que ello la hubiera impulsado a prepararme el almuerzo y buscarme.

—La comida casera siempre sienta bien —repliqué con pura honestidad, subiendo a sus ojos—, en especial si la prepara Hodges-san~

Repasé sus movimientos en lo que se acomodaba frente a mí y estuve por responder cuando noté, detrás de la chica, que Haru rechazaba la oferta de Akaisa y se acercaba a mi posición. El pobre no había notado que el objetivo de Emily había sido yo, y cuando advirtió su presencia trastabilló antes de seguir camino, intentando fingir que nada había pasado. Se me escapó una sonrisa ligeramente divertida y en cuanto llegó junto a nosotros le palmeé una silla cercana, indicándole que podía sentarse.

—Hola, Haru. —Él soltó una especie de sonido a modo de saludo y asintió. Miré a Emily—. Hodges-san, él es Sugawara-kun. Es un amigo mío que, al parecer, decidió transferirse al Sakura.

Le imprimí el tono suficiente a aquello último para que el chico bufara, rascándose la nuca. Agarró la silla que le había indicado, la giró sobre sí y se sentó con ambas piernas a cada lado y los antebrazos sobre el caño del espaldar.

—Sólo se me pasó. —Desvió sus ojos turquesa a Emily y esbozó una sonrisa pequeña, bastante decente, a decir verdad—. Un gusto, Hodges-san.

Contenido oculto

quedó kinda messy porque tenía que plantear esto somehow but akldjsak there you go, Emi-chan (??

 

La sonrisa de Kohaku fue tan bonita y pareció tan sincera que mentiría si no dijese que sentí como todo un peso que tenía encima desaparecía, permitiéndome reflejar su expresión animada y asentir ante sus palabras, olvidando por un minuto mi tendencia a sonrojarme y negar cualquier posible halago dirigido hacia mi persona.

Igual que me pasaba con Anna, tampoco entendía muy bien de dónde había surgido tanto cariño por alguien que conocía desde hacía tan poco, pero llegados a ese punto había empezado a pensar que no tenía mucho sentido cuestionarse más al respecto y simplemente asumirlo. Apreciaba mucho a esos dos, me preocupaba por ellos y quería cuidarlos, incluso cuando el chico era mayor, fin de la historia.

Noté cómo pretendía responder a mi pregunta y acababa interrumpiéndose al notar algo a mis espaldas. Seguí su vista, girando la cabeza, y ladeé ligeramente la misma al ver como un chico se acercaba a nuestra posición. Dios, había entrado tan dispuesta a no perder a Ko de vista que ni cuenta me había dado de la presencia de Katrina, que por cierto muy contenta no tenía que estar de que el otro chico la hubiese rechazado como parecía.

Aun así, intenté remediar mi error saludándola con la mano y una sonrisa suave antes de volver a girarme para prestarle atención a los chicos. Solté una risilla cuando capté el tono del peli azul hacia su amigo, pero después suavicé mi expresión y me incliné hacia delante en la mejor reverencia que pude hacer sin tener que levantarme, evitando todo el alboroto posible.

—Encantada, Sugawara-senpai, y bienvenido al Sakura~. ¿Así que sois amigos? Qué suerte estar en la misma clase entonces.

Me quedé un rato en silencio, intercalando miradas disimuladas entre el chico nuevo y la caja de bento que aun había entre mis manos, hasta que al final me decidí y lo extendí tímidamente hacia él.

>>¿Quieres quedarte a almorzar con nosotros?

Contenido oculto

¿DOS HUSBANDOS FOR EMI-CHAN? what kind of paradise is this

 

El repentino alivio en el semblante de Emily fue tan evidente que no pude evitar sentir una sensación de lo más cálida en el pecho, como para estirar los brazos y estrujarle las mejillas. No tenía idea de dónde venía tanta preocupación, la única posibilidad era que hubiera alcanzado a verme cuando seguí a Shinomiya en su recorrido por el patio y aún así ¿no estaba acaso a una distancia considerable? ¿Qué clase de radar se suponía que traía implementado?

Era peligroso y todo~

Asentí sin mucha vuelta cuando preguntó si éramos amigos, echándole un vistazo a Haru de soslayo. El pobre idiota no podía dejar la pierna quieta. Molestarlo me estaba tentando de una manera fenomenal, pero percibí la ligera duda en los movimientos de Emily y regresé la vista a ella, esbozando una sonrisa que contenía su propia broma. No había necesidad de jugar con sus nervios, la verdad, no cuando la chica se encargaría de eso en tres... dos... uno...

Haru prácticamente dio un respingo al notar que le extendían un bento, le clavó la mirada a la caja como si fuera un alienígena y se apresuró en buscar los ojos de Emily, con un claro rubor tiñéndole el rostro.

—E-eh, no, no, está bien.

—Anda, Haru —intervine, alternando la mirada entre ambos—. Hodges-san cocina muy rico, ¿no que vives a sopa instantánea y carne enlatada?

Ah, si las miradas pudieran matar ya me habría congelado como un cubito de hielo. Bufó, frunciendo los labios seguro sin ser consciente de ello, y regresó su atención al bento.

—Pero es el tuyo —argumentó, recuperando un poquito de compostura al ver a Emily—. No puedo comer tu bento, Hodges-san.

—Ya sé, ¿y si los tres compartimos los dos? —propuse con una gran sonrisa pegada al rostro, deslizando mi bento para sumarlo a la canasta—. De última nos compramos unos mochis de postre y listo~

¿Me estaba divirtiendo como un cabrón? Por supuesto. Mantuve mi carita de ángel a todo momento, incluso cuando Haru parecía tener escritas las blasfemias encima del rostro, y acabó por encogerse de hombros.

—Si a Hodges-san le parece bien.

En el fondo era una ternurita, ¿no? Si lo único que le preocupaba era estar quitándole su almuerzo a Emily.

Contenido oculto

un 2x1 para Emi-chan cuz we really lov her in this household uwu

 

¿Eh~? Pero si el pobrecillo parecía todo un manojo de nervios y tampoco había que ser el más avispado para darse cuenta de que Kohaku se lo estaba pasando pipa con sus reacciones. Ahí iba, de hecho, a molestarlo cómo parecía que hacía con prácticamente todo el mundo. Bueno, tenía que admitir que un poco de alegría me daba saber que no era la única víctima de tus piques, eso sí.

Era un poquito tierno, de todos modos~

Negué con la cabeza, con el ceño ligeramente fruncido, porque si se lo había ofrecido era porque realmente no me importaba. Tampoco era yo la persona que comiese mucho, por eso los bentos que preparaba para mí solían ser más simples, y me quedaba mucho más contenta sabiendo que alguien podía comer mejor que si me lo quedaba solo para mí.

De todas formas, Kohaku tuvo una idea muy bonita y asentí emocionada cuando el otro chico cedió solo si yo estaba de acuerdo. Dejé mi propia cajita junto a la de Ishikawa y abrí ambas, dejándolas en el centro del pupitre, para ponerme a rebuscar después en mi maletín y extenderle un par de palitos desechables al moreno.

—Los almuerzos son mejores entre varias personas, senpai~ —canturreé, con genuina emoción, y después eché un vistazo a través de la ventana, haciendo un puchero con los labios—. Qué pena que el invernadero no esté disponible hoy, un té de los tuyos hubiese sentado muy bien en un día como este —solté, mirando a Kohaku de nuevas cuentas mientras recuperaba la sonrisa.

En realidad no tenía ni idea de si el chico estaba al tanto de los planes de Anna, pero cuanto menos tenía que haber visto el cartel que había en el tablón de anuncios así que no era información nueva según yo. Poco sabía, claro, que el cartel mismo lo había puesto él.

>>¿Y qué tal te está pareciendo el Sakura, Sugawara-senpai? Supongo que no has podido ver mucho, en verdad, ¡pero las primeras impresiones suelen ser bastante acertadas!

Contenido oculto

Wow, we feel all the luv ;;

 

Era probable que más temprano que tarde Haru se habituara a la estúpida generosidad que Emily parecía guardar para quien sea, donde fuera. Que le costaría más que a mí eso seguro, pero lo dicho. Además, ¿cómo uno podía negarse sistemáticamente a almuerzos caseros? Debía ser ilegal.

No dudé que la chica notara mis intenciones de picarlo, siendo que al parecer tenía un radar más avispado del que cualquiera estimaría a simple vista. ¿No compartiríamos sexto sentido y todo? No exterioricé nada al respecto, sin embargo, que el pobre Haru ya estaba hecho un manojo de nervios y temía sobrecargarlo si seguía jalando de la cuerda.

Observé bastante contento cómo Emily disponía los bentos al centro y le alcanzaba unos palillos a Haru. El muchacho los aceptó luego de dudar un poco y asintió, a modo de agradecimiento. La sombra de una sonrisa se asomó en sus labios en cuanto Hodges mencionó lo de que los almuerzos compartidos siempre son mejores. Vete a saber qué recuerdo habría disparado el comentario, seguro estaba relacionado a su hermana. Era la puta luz de sus ojos o algo así.

¿La verdad? Lo entendía tanto que daba miedo.

La mención al invernadero me hizo volver la mirada a Emily y me encogí de hombros, resignado. Suponía que la chica sabía de los planes de Anna y si no, bueno, tampoco sería quien los ventile a todo Dios. Me pregunté cómo le estaría yendo con su plan maestro loco, fue inevitable, en especial cuando un ligero pinchazo de incertidumbre me picó en el pecho. Dudé un poco, pero al final me decanté por ser un amigo decente por una vez en la vida. Poca idea tenía de que la pobre niña se estaba muriendo en sus propios nervios.

Cómo va todo por allá, An-chan?​

Respondió tan rápido que, la verdad, me preocupó.

Todo bien
Qué haces, mini Ishi?

¿Bien? Sí, claro.

Emily le sacó conversación a Haru y aproveché el vacío legal para mantenerme en el móvil.

—La verdad que no —le respondió, ya sonaba un poquito más normal—. Sólo vi lo que quedaba a la pasada desde los casilleros hasta aquí, pero parece tener muchas cosas esta escuela, ¿no?

Tranquilo, estamos almorzando con Hodges-san y un amigo mío~​

Noooo almuercito de Emi-chan :(
Dónde están?

En mi clase, la 3-3​

Ah, ya

No vi mucho por dónde seguir la conversación así que lo dejé allí, al menos de momento. Si había pretendido mitigar la preocupación hablándole, la verdad, sólo conseguí empeorarla. Se me había asentado una sensación amarga en la boca del estómago, nada insoportable pero cargaba la suficiente fuerza para que Emily seguro lo notara, con su radar y todo. Busqué sus ojos en un momento, como si quisiera decirle que algo no andaba del todo bien, y me desinflé los pulmones antes de llevarme algo de arroz a la boca.

Bueno, dejaría un poco de carne por si recibíamos un cuarto invitado.

 

Asentí con la cabeza, enérgica, al recibir la respuesta del chico. Si había tenido que subir desde los casilleros hasta el piso de tercero, seguro que había visto bastantes cosas, ¡pero claro que eso no era suficiente!

—¡Sí! Bueno, supongo que es normal con lo que cuesta la matrícula. Los clubes están muy bien dotados, ¡y hay un montón de material en otros idiomas! Y tenemos alumnos de todas partes, ¿sabes? Es muy divertido~

Quizás me había emocionado un poquito demás con todo el asunto, pero el Sakura era ese tipo de escuela en la que solo podía soñar con entrar y a la que mis padres y hermano siempre habían puesto por las nubes, así que no podía hacer otra cosa más que seguir con ese mismo legado. Por otro lado, estaba empezando a entender que lo que más le había gustado a Fred había sido la mano tan ligera que tenían con los alumnos en tanto supiesen manejar los desastres para que no fuesen demasiado escandalosos.

Eso también estaba bastante bien, para qué mentirnos.

Había visto de reojo a Kohaku aprovechando el momento para coger el móvil y no me preocupé demasiado al respecto hasta que recibí después su mirada, captando las intenciones casi al instante. Que vamos, podía llegar a notar cuando alguien estaba mal aunque muchas veces era yo simplemente siendo exagerada, y tampoco era ninguna maga al respecto, pero no hacía falta serlo para unir las piezas del asunto.

Era Anna.

Le eché otro vistazo al exterior a través de la ventana, mordisqueándome el labio inferior, y después de un rato saqué mi propio teléfono para comprobar la hora. Iba a darle un tiempo prudencial, porque aun era temprano, pero en cinco o diez minutos podía bajar y asomarme a ver qué tal estaba todo. ¿Era lo correcto, simplemente esperar? Qué sabía yo. No quería estropearle la sorpresa que había estado preparando, no me lo podría perdonar.

Solté un suspiro ligero y levanté la vista, buscando la mirada de Kohaku con la sonrisa más sincera que pude formar. Quería intentar tranquilizarlo, intentar hacerle llegar el mensaje de que todo iba a estar bien, pasase lo que pasase, porque lo creía firmemente a pesar de no tener ninguna prueba física para ello.

>>¿Y cómo os conocisteis? Si es que se puede saber~ —pregunté, intercalando un par de miradas entre ambos.

Por otro lado, Kohaku había empezado a comer ya, así que me tomé la libertad de ser la siguiente en seguir sus pasos y me llevé algo de arroz a la boca mientras esperaba la respuesta... o no respuesta, cualquiera estaría bien, la verdad.

 

Las juntas que le conocía a Kohaku estaban tan cagadas como nosotros que seriamente tuve que preguntarme de qué forma había trabado amistad con una chica como Hodges. No despedía ni una mínima porción de aroma a azufre, de hecho era todo lo contrario, y además parecía amable y generosa que te cagas. No sabía si felicitarlo o darle un zape y regañarlo, pero bueno. Sabía que Kohaku, al fin y al cabo, pertenecía a nosotros pero también era una extraña mutación entre las sombras y la luz del sol. Se amalgamaba y acomodaba al ritmo de cualquiera, era su poder.

Todos teníamos uno.

Me limité a asentir a todo lo que soltó Emily sobre el costo de la matrícula, los insumos de los clubes y el material de estudio. Es decir, no tenía nada que agregar, era nuevo en la escuela. Además odiaba la small talk. Noté que Kohaku se enchufaba a su móvil y que compartían un par de miradas extrañas con la chica, si estaba ocurriendo algo de lo cual no estaba al tanto no era mi asunto y, por ende, no preguntaría. Sólo aproveché de verle el aparato para recordar de hacer algo. Se lo saqué de las manos porque, bueno, a veces era un confianzudo de cuidado, y le agendé el número de Aya antes de escribirle.

Aya, soy Haru
Di con un amigo en mi clase, estamos por almorzar
Supongo que trajiste un bento
Quieres venir? A la 3-3

Kohaku había comido y Emily también, así que asumí que ya podía proceder. Despegué los palillos, me incliné un poco para repasar la comida y seleccioné algunas verduras. El culo no me daba para lanzarme de lleno a la carne, que era lo que más me apetecía, y llámenme loco o lo que sea, pero estaba seguro que el cabrón de Ishikawa se estaba meando por dentro.

La pregunta de Hodges me agarró con la guardia un poco baja y automáticamente volví la vista hacia Kohaku, como esperando que respondiera por mí. Era algo que hacía mucho y no me lo iría a cuestionar más de la cuenta, la verdad. Era lo que era y ya estaba.

—Por unos amigos en común —respondió con simpleza y la sonrisa de siempre—. ¿No sé si ubicas a Kakeru? Es amigo de mi primo, Rei, y a su vez es amigo de un amigo de Haru. Nos topamos en una quedada.

Era obvio que se iba a ahorrar gran parte de la información y los detalles, y honestamente lo agradecía. En ese sentido nos parecíamos. Seguí masticando arroz aquí, verduras allá, y aunque no tenía muchas ganas de conversar también sentí que estaba siendo un poquito maleducado.

—Está muy rico, Hodges-san —le mencioné a la chica tras carraspear un poco la garganta—. ¿Lo hiciste todo tú?

 

Solté una risilla divertida cuando vi que Haru le quitaba el móvil a Kohaku de las manos, porque para parecer tan nervioso se notaba que tenía mucha confianza con el chico y era bastante divertido de ver. Tampoco podía culparlo, si aun con todo Ko era una bolita de algodón y uno simplemente se sentía en paz estando a su lado, así que era normal que se tranquilizase de aquella manera.

Asentí con la cabeza un par de veces cuando preguntó si ubicaba a Kakeru, siendo que al menos podía colocarlo en el mapa después de todo, y volví a repetir el gesto de la cabeza con una expresión de pura concentración cuando terminó de explicar todo el asunto. Imaginaba que la respuesta era algo vaga y que podía haber más cosas detrás, pero por el momento era más que suficiente para mí.

—Eh, senpai~ Si acabo conociendo a Kakeru un día de estos, me gustaría conocer también a tu primo~

Ya que me había metido de lleno con ellos y hasta había conocido al Krait de primeras (¿debía mencionar, por cierto, que seguía con el audio que Anna me mandó guardado en favoritos?), ¿qué mal podía hacerme conocer ya a todo el grupo? ¡Seguro, seguro que me caían bien! No podía asegurar lo contrario, pero al menos haría el esfuerzo de intentar caerles lo mejor posible.

Dirigí después la atención hacia el otro chico y le dediqué una sonrisa suave, acompañada del obvio rubor que por mucho que intenté no pude evitar. Al menos lo controlé lo suficiente para que no fuese demasiado obvio, o eso quise creer.

>>Gracias~ En esta ocasión no he sido solo yo. Mi hermana quiere empezar a aprender a cocinar también así que me ha ayudado a preparar algunas cosas~ —expliqué, y supongo que se me notó un poco de orgullo en el tono de voz.

Quizás fuese un poco más complicado con Alice, no me sentía especialmente orgullosa de ello, pero no dejaba de ser mi familia y no dejaba de quererla de una manera casi ridícula. Pasar el tiempo con ella en la cocina había sido super lindo y me llenó de una calidez estúpida cuando me dijo que quería aprender específicamente de mí y de absolutamente nadie más.

>>Pero tranquilo, todo esa parte está en mi bento, así que mejor le quitas cosas a Ishikawa-senpai —murmuré, inclinándome un poco hacia el chico para hablarle algo más confidencial y hasta usando la mano a modo de escudo para que el otro no se enterase de lo que estaba diciéndole.

Le guiñé el ojo después de hablar y volví a erguirme como si nada, impostándome una expresión de los más angelical e inocente mientras seguía comiendo sin más.

 

Pero bueno, había que ver las confianzas que el condenado se tomaba cuando se relajaba un poco. Parpadeé, sorprendido, y no me tomé la molestia de preguntar. Lo dejé correr sin más, total ni siquiera me había enfadado. Asumí que querría enviarle un mensaje a alguien ¿y no andaría con su móvil encima? El idiota no perdía la cabeza porque la tenía pegada al cuerpo.

La respuesta de Emily me hizo algo de gracia, además de que ahora ya sabía que Anna le había hablado de Kakeru. El asunto era cuánto y qué. Su interés por un jodido puñado de gang boys me arrancó una risa floja y me encogí de hombros.

—Claro, ¿por qué no? Rei es un buen muchacho.

Es decir, acorde al parámetro, mi primo salía bastante bien parado. No sabía yo si lo comparábamos con, bueno, un adolescente normal. Claro que no tenía idea de que la loca de Anna ya había metido a Emily en Kabukichō y la había llevado sin escalas a conocer a la cabeza principal del monstruo de Shinjuku, pero a veces de la ignorancia uno se valía.

Seguí comiendo con calma en lo que Haru ponía sus mierdas en orden y Emily le agradecía. Había que verlos nada más, ambos ruborizados y todo como unos angelitos de Dios. Ambos prestamos atención a la breve explicación de la chica y, para mi sorpresa, fue Haru quien abrió la boca.

—Eh, ¿de verdad? Suena divertido. —Lo vi llevarse un poco de arroz a la boca y esbozar una ligera sonrisa—. Tendrás que agradecerle también de mi parte, ¿cómo se llama?

Bueno, el arranque de confianza le duró poco. Emily cometió el error de inclinarse hacia él y seguí cómo Haru retrocedía la misma cantidad de espacio que ella había consumido como si estuviera en el cine, comiendo palomitas. El sonrojo se le agravó y carraspeó la garganta, mandándose una cantidad importante de comida a la boca. De mi bento.

—¡Eh! —me quejé, fingiendo molestia—. ¿Me robarás a mí antes que a Hodges-san? ¿A mí, tu preciado amigo?

Me volvió a fulminar con la mirada y tragó, soltando el aire por la nariz como un toro cabreado. Debía sentirse estúpidamente expuesto y algo de pena me dio, así que decidí dejarlo en paz.

—Agradécele a tu hermana de mi parte también —murmuré, sonriéndole a Emily—. Está todo muy rico, como siempre~

Luego de unos pocos segundos, agregué:

—Ustedes también tienen que entregar un proyecto, ¿verdad? —Tenía un ligero recuerdo de Anna quejándose al respecto—. ¿Cómo lo llevas, Hodges-san?

 

Estaba, de hecho, bastante segura de que Rei sería un buen chico. Para empezar tenía esta confianza estúpida en que Anna no se juntaría con un grupo de chicos que no fuesen mínimamente decentes, y por otro lado dudaba que cualquier familiar de Kohaku pudiese no ser buena persona. Se burlase más o menos de los demás, no dejaba de ser un buen chico.

—Alice —respondí, con una pequeña sonrisa.

Cualquier diría que éramos japoneses con esa tanda de nombres tan internacionales, pero era lo que nos tocaba con las manías extrañas de mamá y su deseo de mantener la esencia extranjera en la familia o qué sé yo. Di que solo le parecía que tenían más caché y se había valido de la línea de papá para excusarse, pero ni modo de quejarnos tampoco, igual sonaban bastante lindos.

Obviamente el chico se alejó como un resorte cuando me acerqué hacia él, y el simple gesto me saco una sonrisilla divertida que me fue bastante difícil de disimular. Y aun así, me hizo caso y para intentar disimular o lo que sea se hizo con una porción bastante importante del bento de Kohaku, haciendo que se indignase y provocándome una carcajada ya más sonora y genuina.

Al final del día, yo también disfrutaba molestando un poco a los demás, quizás por eso nos habíamos acabado llevando bien Ko y yo. O quizás fuese por aquella tendencia que tenía a comportarme según sintiese que era más adecuado con cada persona, para asegurarme de gustarles y que quisiesen seguir estando conmigo.

>>Se lo diré, gracias. Seguro que le hace ilusión saber que dos chicos tan guapos han disfrutado el almuerzo que ha ayudado a preparar~

Bueno, ¿y eso? Al final iba a matar al otro pobre diablo de la vergüenza o algo si seguía haciendo el tonto. Sea como fuere, seguí comiendo algo y después de un rato acabé resoplando ligeramente cuando el mayor me recordó la existencia del proyecto.

>>Mhm. Pues entre una cosa y otra, aun no me he organizado con mis compañeros, la verdad. He estado preparando algunas cosas por mi cuenta, y conozco a uno de los chicos, así que creo que no vamos a tener mucho problema en completarlo para el jueves, eso sí. ¿Y tú, senpai? ¿Con quién estás, cómo lo lleváis?

Contenido oculto

Obviamente me he desvelado, y obviamente me he puesto a blastear SHUM a las ocho de la mañana haciendo el post (?)

 

Alcé brevemente las cejas, ¿la hermana de Emily se llamaba Alice?

—Oye, Hodges-san, ¿tu familia sí es japonesa?

Ya me había surgido la duda antes pero lo dejé pasar porque en líneas generales el comportamiento de Emily me resultaba, bueno, muy japonés. Pero con la información acumulada ya la curiosidad me picó lo suficiente y vete a saber, quizá habían emigrado de otro país o algo así.

Noté su diversión apenas Haru reaccionó como un resorte y me sonreí, bajando la vista a la comida para seleccionar algo. Pobre muchacho, entre nosotros dos acabaría muriéndose si no se acostumbraba pronto, que bien sabía yo cuánto se me podía parecer Emily en cuanto a molestar gente se refiere si le permitías el espacio y la libertad. Hablando de Roma, luego nos soltó por toda la cara lo de que éramos guapos y no pude evitar observar a Haru de soslayo, buscando su reacción. No la encontré, sin embargo, de hecho parecía haber pasado de la broma como un campeón. Pff, qué aburrido~

—Obvio —acordé con todo el descaro del mundo, recargando los antebrazos en la mesa—. ¿Es menor que tú? ¿Cuántos años tiene?

Seguimos comiendo con calma y atendí a la respuesta de Emily. Vaya, al menos no era el único que no se había puesto siquiera a mirar el informe.

—Pues igual que tú, estoy con... —Darme cuenta me hizo parpadear y esbozar una sonrisa que gritaba diversión por todas partes, pero de la diabólica—. Ah, cierto, Hodges-san, ¿no que ibas a presentarme a tu amiga un día de estos? ¿Cómo era que se llamaba? ¿Akaisa?

Contenido oculto

puse Akaisa-san y lo saqué porque no soporté la sonoridad, pero eventualmente tendrá que ser chale

AKAISA-SAN

SASASASASA

 

—¡Soy 75% japonesa, senpai! La familia de mi padre emigró hace mucho aquí y papá tiene la nacionalidad aunque conservó el apellido extranjero. Y bueno, a mamá le parecía más bonito que nuestros nombres mantuviesen esa línea. Dice que queda mejor, no sé~

Me encogí de hombros y seguí comiendo como si nada después de explicarle aquello. No era la primera vez que la gente se confundía por culpa de mi nombre, así que estaba acostumbrada, y lo cierto era que tampoco me molestaba contar el motivo de ello. En mi casa nos habíamos criado con los valores japoneses, todos éramos educados y conocíamos perfectamente las reglas que teníamos que seguir en según qué contextos, pero también habíamos heredado la calidez aquella tan extraña de los países occidentales, que solo se ha acabado acentuando más en mi hermano y en mí con aquello de estudiar aquí y estar rodeados de gente de todos lados.

A veces era un poquito contradictorio y difícil de manejar, pero era lo que me había permitido adaptarme a los gestos de Anna con algo más de facilidad que un japonés de pura cepa, posiblemente.

El amigo de Ko no reaccionó a mi pequeña broma, decepcionándome un poco, pero el mismo Ko sí y me hizo recuperar la sonrisa mientras asentía con la cabeza.

>>Sí, tiene doce.

Y tan rápido como la tranquilidad se había instaurado en la mesa, desapareció. Su sonrisa fue la alerta de que lo que iba a decir a continuación no me iba a gustar especialmente y... efectivamente. Aparté la mirada un segundo, carraspeando, para poder colocar mis ideas en orden y no dejar que ciertos recuerdos tomasen el control de mi mente en ese momento. Pero Kohaku sabía muy bien de qué iba el rollo y estaba siendo difícil controlarlo sabiendo sus intenciones.

>>¿Akaisa-senpai? ¿Está en tu grupo? —pregunté, jugando con algo de arroz entre los palillos—. No creo que necesito presentación entonces, pero podía hacerte el favor si te portas bien conmigo~

Busqué su mirada al decir aquello, alzando ligeramente las cejas y con una expresión que no sabría muy bien cómo definir, siendo que no tenía ni idea de lo que estaba pretendiendo conseguir con todo aquello. ¿Devolverle la broma o...?

La presencia de una nueva persona en el aula, que además se acercó a nuestra posición como una bola de energía, hizo que rompiese el contacto visual para poder fijarme en ella con la curiosidad plasmada por todo mi rostro. Solté un suave "ah" cuando finalmente mencionó que era su hermana y una ligera sonrisa divertida asomó por mis labios, porque tenían cierto parecido físico pero parecían polos opuestos en cuanto a personalidad.

>>No hay ningún problema, senpai, justo estaba diciendo que los almuerzos son mejores entre varias personas~ Soy Emily, por cierto, un placer~

¿Y la manía que tenía con que me llamasen por mi nombre siempre que fuese posible? Pues también cosa de la familia de mi padre, qué decir.

 

Kohaku preguntó la misma duda que a mí también me estaba rumiando, aunque no sentía la confianza para inmiscuirme. La explicación de Hodges sobre el origen de su nombre tenía sentido y bueno, nada que acotar. Al menos una porción de sangre occidental le corría por las venas y qué sé yo, se notaba. Al menos si la comparaba con japoneses de pura cepa, como Kohaku o yo. El muchacho hasta donde sabía había tenido incluso una educación más tradicional que la mía, con su familia que administraba aquel santuario enorme en Chiyoda. Los Sugawara eran, se diría, japoneses de la modernidad. Exitosos en los negocios, adictos a usar saco y corbata, con sus mansiones de estilo occidental pero el protocolo y los modales del mejor japonés.

Vi la sonrisa que decoró el rostro de Kohaku al oír que la pequeña Alice tenía doce y pensé que cargaba algo especial. No estaba al tanto de lo que había ocurrido con su hermana, si acaso lo sabían unos pocos diablos por fuera de los Ishikawa, pero yo también tenía una hermana y sentí cómo un delicado hilo navegaba el espacio entre nosotros y nos envolvía. Los tres sabíamos de eso, ¿verdad? Del amor de hermanos.

—Ah, sí, es pequeñita —acordó Kohaku, asintiendo—. Bueno, más te vale ser una buena senpai, Hodges-san~

Luego se pusieron a hablar del proyecto que yo no debía hacer así que no me interesaba mucho, seguí a mi rollo comiendo hasta que noté la clara intención en el tono de voz de Kohaku. Alcé a verlos, percibiendo una ligera tensión que sólo se incrementó al devolverle Hodges la jugada. Mantenían una dinámica un poco extraña, ¿verdad? Regresé a Ishikawa, quien asintió y conservó su sonrisa inmutable. El silencio me hizo sentir de repente que no pintaba mucho ahí, en ese preciso instante, y me puse a juguetear con los palillos entre los dedos sin darme cuenta.

—Eh~ ¿Que me porte bien contigo? —murmuró Ishikawa, en el tono de voz suave que usaba tanto para bromear como para ligar, no distinguía muy bien yo la diferencia—. Qué exigente, Hodges-san~

Me pareció que había tenido la intención de agregar algo más, pero la presencia de una cuarta persona arrancó de cuajo la tensión que se había instalado en el ambiente. Las manos de Aya alcanzaron mis hombros y alcé la cabeza, sonriéndole en automático.

—Hola —prácticamente susurré, en un tono suave y bastante calmo.

La tranquilidad no le duró mucho, cuando quise acordar me estaba pinchando la mejilla y arrugué el ceño, un poco molesto. Luego me abrazó y los músculos se me relajaron, quisiera o no. Seguí sus movimientos casi como un perro guardián o algo, la vi buscar la silla y acercarla, y cuando noté que no se sentaba arqueé una ceja.

—Hola, hola, Sugawara-chan —la saludó Kohaku, con la sonrisa angelical de siempre—. Es un gusto conocerte al fin~

Rodé los ojos ante el tono que usó y regresé mi atención a mi hermana.

—Siéntate, Aya —le indiqué luego de que Hodges se presentara. No fue brusco ni nada, de hecho estaba hablando bastante bajo y cuando me amenazó con lo de ya haber comido solté una risa floja—. Descuida, sabes que puedo comer por veinte. ¿Qué trajiste hoy?

 

Kohaku no se inmutó ni un poquito ante mi comentario, y era exactamente así cómo había esperado que sucediese. Mantuvo la sonrisa serena y me habló con un tono de voz suave que, de verdad, juraría que me lanzó un ligero chispazo de vete tú a saber qué a lo largo de la espalda. Por un segundo me olvidé por completo de que no estábamos solos en la mesa y lo cierto es que casi mejor que hubiese sido así, porque me hubiese dado muchísima vergüenza de haberme dado cuenta en ese momento.

Creo que quiso añadir algo más, y seguramente le hubiese contestado algo a lo de ser exigente si no nos hubiesen interrumpido. No pudo ser, claro, pero no importaba mucho porque eso claramente no se iba a quedar así y ya estaba más que visto que nos comportábamos de aquella manera tan extraña cada vez que nos acabábamos juntando.

Lo cierto es que ver a los dos Sugawara juntos era bastante tierno, me recordaba un poco a mis propios hermanos y se me había formado una sonrisa de lo más tonta al verlos. Ella parecía haberle preparado el almuerzo y, ni idea tenía yo de nada, pero parecían especialmente emocionados por juntarse en ese momento, como si hiciese algo de tiempo desde la última vez que se vieron. No le di mucha importancia al pensamiento en ese momento, no tenía motivo para hacerlo, y simplemente pensé que era tierno que hubiese ese apego.

Sea como fuere, ya le había dejado claro a la chica que se podía sentar si quería, al igual que había hecho su hermano, y creí que sería buena idea darles algo de tranquilidad porque quizás querían ponerse al día de sus primeras horas del día o algo por el estilo. ¿Encima los habían puesto en clases separadas? Qué cruel~.

Cogí algo de verdura del bento de Kohaku y levanté después los palillos hasta acercarlos a una distancia prudencial de los labios del chico. Lo miré con una sonrisa, de las angelicales que él tan bien sabía poner, y ladeé ligeramente la cabeza.

—Ten, que tienes que alimentarte bien, senpai~

Contenido oculto

Ishikawa Kohaku te pido un tantito de respeto por mis bragas. No mucho, solo un poco istg

¿completamente necesario este post? pues si me preguntan, sí.

 

Bueno, si la famosa hermana de Haru no sería exactamente su opuesto. Cargaban el mismo celeste intenso en la mirada aunque les brindara aires diferentes, probablemente por el resto de sus semblantes. Era un encanto, la verdad, e incluso sin conocerla no se me dificultó adivinar por qué Haru le guardaba tanto, pero tanto cariño. Tenía pinta de ser la clase de persona capaz de iluminarte el día con una simple sonrisa, cargaban ese poder comparable a la calidez del sol.

Sabía bien de eso.

Le sonreí al reprocharme que no le había dicho mi nombre, con la suavidad de siempre, y alcé un poquito las cejas. ¿Suertudo amigo de Haru? ¿Y eso?

—Lo siento, Sugawara-chan, qué distraído~ —¿Sutilmente rechazando su pedido de llamarle por su nombre? Pues sí—. Soy Ishikawa Kohaku, puedes llamarme como te apetezca.

Cuestión que luego se abocó a su hermano y relajé el semblante, regresando mi atención a la comida. O al menos fue la idea, claro. Las voces de los Sugawara flotaban a mi lado sin mayor consistencia en lo que seguía los movimientos de Emily, preguntándome por qué se había decantado por mi bento teniendo el suyo. Alzó los palillos, los suspendió cerca de mi rostro y recién entonces busqué sus ojos, encontrándome una sonrisa angelical muy parecida a las mías. Su voz se deslizó con suavidad y los Sugawara desaparecieron del plano.

Me eché encima una suavidad ligeramente divertida y obedecí como un crío bien aprendido, manteniendo el contacto visual a todo momento. Al estirar el cuello, separar los labios y hacerme cuidadosamente con la comida. Mastiqué sin prisa, saboreando las verduras, y luego de tragar ladeé apenas la cabeza.

—Muy rico, Hodges-san.



Sabía que Aya iba a llevarse bien con Kohaku y seguramente también con Hodges, debía estar escrito sobre piedra o algo. Era ese tipo de persona, de esas que gustan a los demás y vuelven más agradable casi cualquier reunión. Cargaba luz encima, la llevaba en todo su semblante, incluso en la cascada hermosa de cabello dorado. Era luz en sí misma. Como si fuéramos de mundos diferentes.

¿No lo éramos ya, de hecho?

Me había encargado de eso.​

Aya se sentó a mi lado y noté sus intenciones al remover la tapa del bento con todo aquel suspenso. Esbocé una sonrisa floja, dejándola hacer, y asentí al escucharla hablar. No podía creer que volvería a probar la comida de la señorita Mafuyu, quizá no lo demostrara abiertamente pero eso contó con el poder suficiente para emocionarme. Me removí apenas, aguardando, y mis ojos se abrieron un poquito más al observar el almuerzo que había preparado. Esa mujer era tan diligente que casi me daba pena.

—Luego agradécele de mi parte —le pedí en voz baja, seleccionando una mini hamburguesa.

Quizá con Hodges me preocupara por ser educado, pero tratándose de Aya podía zamparme todo lo que me tocara de carne sin atender a detalles. Solté el aire por la nariz y seguí comiendo, con cierta velocidad pero en el silencio que me caracterizaba. Un poco para enfocarme en el almuerzo, también, y así ignorar mejor el espectáculo que los otros dos tontos se estaban montando frente a nuestras narices.

¿De qué iban?

Ya cargaba encima la seriedad de toda la vida, esa que podía confundirse con humor de perros o, más bien, que podían ser una o la otra y desde afuera nadie lo distinguiría. La respuesta correcta en ese momento poco me importaba, estaba masticando un pulpito cuando Aya me llamó la atención y me incliné para que pudiera hablarme. Su pregunta me hizo fruncir el ceño y les eché un vistazo a los presuntos tórtolos, actuando como si no estuviéramos allí.

—No lo sé, ¿estarán saliendo juntos? Quién sabe —respondí en voz alta para que me oyeran todos, enfocándome en la comida como si nada.

Kohaku reaccionó sutilmente, nos vio de soslayo y se sonrió. Tuve la sensación de que estaba, de hecho, mirándome a mí, pero lo dejé correr.

—Ups —susurró, inocente, regresando su sonrisa hacia Hodges—. Nos descubrieron, Hodges-san~

 

Estaba claro que hoy no estaba por completo en mis cabales, y no me iba a temblar mucho el pulso a la hora de echarle la culpa al tiempo aquel tan extraño. ¡Tenía que ser eso, no tenía sentido si no!

Ignorando eso, Kohaku se había subido al carro en dos segundos y le mantuve la mirada en todo momento mientras aceptaba la comida que le había ofrecido y todo. Eso fue todo, de verdad, tampoco pretendía montar todo una escena ahí de la nada. Asentí ligeramente con la cabeza, satisfecha, y me dispuse a seguir comiendo como si nada de eso hubiese pasado.

Bueno, técnicamente nada raro había pasado.

Tenía que admitir que no les había prestado la suficiente atención a los hermanos, por respeto más que otra cosa, así que no había visto a Aya susurrándole lo que fuese a Haru. Escuché al mismo cuando habló, por otro lado, porque era imposible no hacerlo teniendo en cuanto que había alzado la voz a propósito e inevitablemente el sonrojo se apoderó de mis mejillas en cuanto interpreté sus palabras.

Koahaku fue más rápido, respondiendo antes que yo, y a aquellas alturas lo cierto es que poco o nada me sorprendió que siguiese con la broma. Estaba lo suficientemente avergonzada como para no darme cuenta de ninguna mirada extraña o algo parecido entre los chicos... pero aparentemente no lo suficientemente avergonzada como para no seguirle el rollo.

El sonrojo también podía colar como timidez por haber sido pillados, ¿o no?

—Supongo que no somos muy buenos disimulando, senpai~

Me encogí de hombros, cerrando los ojos y formando una especie de mueca de decepción, antes de volver a centrarme en mi comida. Igual seguía sin poder mirarles directamente a los ojos, al parecer.

¿Y eso de dónde salía? Pues ni idea.

Culpa del tiempo, sí.

Contenido oculto

CELOSILLO 7U7