Aula 3-2

Lo cierto era que no me sorprendió mucho que acabase por desistir del honorífico, aunque eso no significó que no lo acabase dedicando otra sonrisa agradecida por el gesto. En realidad estaba asumiendo muchas cosas de golpe, como que por tener un nombre tan claramente extranjero ya era suficiente para pensar que lo era cuando no tenía por qué ser el caso. Al menos había tenido la decencia de no haberlo asumido antes y, no sé, cometer algún error que le hubiese ofendido.

—Cayden, entonces. Puedes llamarme Eunbi, si te parece bien. Gracias, voy a tener que hacerme un post-it y llevarlo pegado el móvil o algo —añadí, con una risilla, cuando terminó de darme la explicación.

Como estábamos en el mismo aula y, consecuentemente, en el mismo curso, utilizar directamente su nombre era lo que me resultaba más natural así que no iba a desaprovechar la oportunidad para hacerlo y simplificarme un poco la vida. Además, sonaba mucho mejor así, si me preguntaban.

Me acomodé un poco mejor en la silla, negando ligeramente con la cabeza cuando volvió a hablar, y escuché de nuevo su pregunta con suma atención. Dejé salir un suspiro y acabé por encogerme de hombros, comenzando a juguetear con el borde de la falda mientras pensaba la respuesta.

>>Es... extraño. Llevo desde el viernes aquí. Ya había venido un par de veces de visita y siempre me ha parecido un país precioso, pero ahora vivimos aquí y... no sé, es raro.

Había acabado centrando la vista en la tela que había entre mis dedos y fue cuando volví a mirar al chico que me di cuenta que le había soltado aquello un poco sin venir a cuento realmente, a lo que acabé respondiendo con una especie de sonrisa completamente avergonzada.

>>Y la mudanza es un coñazo, la verdad —añadí, en un tono más ligero para intentar quitarle peso al asunto, y acabé por levantar una mano para volver a pasarme el pelo que se había escapado por detrás de la oreja—. Si no es demasiado preguntar, ¿tú eres de aquí? Es decir, tu nombre no suena japonés, pero no lo sé...

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Pau: voy a tirarle a cay, seguro sale mal
Los niños: being soft, cuz no sé hacer otra cosa (?)

 

Me alegró ver que liberarla del honorífico la hubiese aliviado aunque fuese un poco, yo que pasaba tenso por todo no quería tener tenso a nadie solo por una norma social que podía ignorar perfectamente, a pesar de haberme criado allí. Igual tenía un nombre que evidentemente no era japonés y que ni se dijera de mis pintas, tampoco era que fuese a pensar que era raro que me tomara esas libertadas sin que nos conociéramos de nada.

Era un vacío legal.

Me imaginé a la chica con un post-it con mi explicación pegado en el móvil y me hizo algo de gracia. Era una estupidez, estaba interactuando con una desconocida y de alguna forma me estaba tranquilizando por raro que sonara, pero de nuevo era posible que tuviese que ver con la idea de que la pobre podía estar más ansiosa que yo así que no podía darme el lujo de ser un grano en el culo.

Yako lo había dicho, que me preocupaba por la gente incluso si no lo dejaba ver. No había nada que hacerle, tenía razón. También fue el idiota que me metió en la cabeza eso de que el rojo era el color de la buena fortuna.

—Eunbi será —dije entonces, tomando su oferta.

Vi a la chica acomodarse en su silla y negar con la cabeza, por un segundo creí que se limitaría a eso, al menos lo pensé antes de escucharla suspirar que fue cuando me di cuenta que iba a añadir algo más. No contaba con que se le fuese a medio soltar la lengua, obviamente, pero le presté toda mi atención sin ninguna pega porque era esa clase de idiota.

Lo que decía era cierto por otra parte, una cosa era venir de visita y otra vivir aquí. Además llevaba poquísimo tiempo en el país, decía que había llegado el viernes y ya estaba en la escuela, vete a saber con quiénes vivía, qué tan cómoda se sentía con ellos y demás, porque todo eso le sumaba más cosas al haber dejado Corea, que ya era algo grande de por sí.

Habló con la vista puesta en el borde de la falda con el que estaba jugando, de hecho no fue hasta que volvió a mirarme que pareció darse cuenta de que había soltado varias cosas así nada más y la vergüenza se coló en su intento de sonrisa. Le regresé el gesto sin más, casi en automático buscando restarle importancia y ella siguió hablando posiblemente por el mismo motivo.

—Está bien, no me molestar escuchar —dije casi en voz baja—. Pero sí, claro que deber ser raro pasar de visitar un país a que ahora sea tu casa, pero ya verás... Con el tiempo seguro te vas sintiendo más cómoda o eso espero.

Amplié un poco la sonrisa sin siquiera darme cuenta y solté el aire despacio por la nariz al escuchar su pregunta. Si no iba a ser curiosa la chiquilla, pero bueno no era que me importase la pregunta que era hasta normal.

—Japonés como bola de arroz —respondí junto a una risa—. Nací aquí, pero es evidente que de japonés solo tengo los papeles. Mis padres son extranjeros.

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Eunbi hiciste magia aquí y ni siquiera lo sabes sister

 

Si tenía que ser sincera, era bastante probable que mi buena suerte de la semana o del mes se me hubiese acabado en ese mismo momento, tras haberme encontrado a Cayden mi primer día de clases. Yo no tendía a leer a la gente o a intentar descubrir su personalidad, no era algo que me interesase, pero al menos estaba sacando en claro que el chico no era una mala persona y por el momento bastaba.

No sabía que se había dado cuenta de mi propio nerviosismo y que por eso se estaba comportando de aquella manera, aunque algo me podía intuir, pero lo cierto era que había funcionado a base de bien. Estaba mucho más tranquila después de saber que era capaz de comunicarme con alguien, así fuese a duras penas, y clara muestra de ello fue mi posición en la silla mucho más relajada y, bueno, mi expresión en general.

—Sí, eso espero yo también. Al menos parece que no me voy a aburrir estudiando aquí~

Entre caja y caja, Satoko me había contado por encima lo de la fiesta que habían organizado y lo de que sus amigos querían colarse de noche en la academia a modo de "acampada", así que tampoco había que ser un genio para darse cuenta que era algo común todo eso. Ni me extrañaba, si es que los niños ricos se aburrían mucho.

>>Eso tiene sentido~ —contesté ante su propia respuesta, echándome un poco hacia delante en el pupitre y mirándolo con una sonrisa—. Tiene que estar guay, ¿no? Sabes dos idiomas, conocer dos culturas y todo eso.

Antes de que pudiésemos seguir hablando, sin embargo, escuché como la profesora carraspeó para llamar nuestra atención (vete tú a saber cuanto tiempo llevaba ya ahí, ni cuenta me había dado) y, por mi parte, le hice caso.



Efectivamente, Linda ya llevaba un buen tiempo dentro del aula, enterrada en alguna revista científica que seguramente ningún alumno o profesor de la academia pudiese entender a excepción de ella. Se había mimetizado tan bien con la misma que logró asustar a un par de alumnos cuando al final se dignó a mostrarse.

—Veamos~ —de nuevo, la mujer repasó la lista de alumnos con la mirada entornada y se sonrió al parar en uno de los nombres—. Tú, Tolvaj-san. ¿Puedes enseñarle la escuela a nuestro nuevo compañero... Kasun-san?

No se sabía con seguridad si la mujer había ignorado a la otra nueva muchacha o sabía que no hacía falta por su situación en concreto, y lo cierto era que nunca se sabría. Imposible descubrir lo que pasaba por la cabeza de aquella profesora.

>>Y ya sabéis, el jueves es la fecha límite para el proyecto~

Y esa fue toda la información que recibieron los alumnos al respecto del mismo, porque tan pronto como lo dijo, se puso al fin en pie para comenzar a dar la clase que correspondía.

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Mirad, los dados decidieron aventar a estos dos y yo tenía que hacerlo solo por los loles

 

Me había atrasado por haberme desviado a los baños para darle un par de jalonazos a un porro, al final me había quedado en el cubículo un rato un poco porque sí y salí cuando asumí que ya la loca de la tutora debía haber llegado y estar por comenzar la clase. Cuando entré Patterson todavía no había hablado, pero estaba allí, viendo como una puta voyeur y noté a Dunn con su carita de borrego conversando con una castaña de lo más bonita que no me sonaba de una puta mierda.

Para ser un puto inútil social parecía un perrito moviendo la cola, se le notaba en todo el cuerpo y tuve que contener la risa.

¿Que no se iba a aburrir había dicho ella? Joder que no y el maldito corderito este lo sabía bien, si era parte de la mala hierba que estaba metida en esta escuela después de todo. Aún así no apestaba a azufre, de forma que incluso cuando noté que por sus ojos pasaba una chispa de otra cosa no detuvo su papel ni un segundo, haciéndose el muchachito amistoso que habla con la nueva nada más.

—Eso seguro que no~ —contestó con un tono liviano que no creía haberle oído nunca.

Estuvo por responderle pero entonces notó que Patterson carraspeaba, callándolo en el acto y haciendo que se levantara para despedirse de la chica antes de regresar a su lugar. Al hacerlo intercambió miradas conmigo y pasó de parecer un cachorro a regresar a fundirse de forma extraña con los pandilleros con los que se revolvía, no era amenazante ni de puta coña, pero la energía que transmitía ya no tenía el mismo tinte inocente genuino de hace apenas unos segundos.

Acaba de sentarme en mi lugar cuando noté que Patterson repasaba la lista con la vista, se detuvo y soltó mi apellido. Suspiré porque imaginé que seguro me enviaba con la castaña esta tan bonita, que ya que había tenido a Dunn moviéndole la cola seguro me servía para montarme una gracia con la fuerza suficiente para joder al otro imbécil; pero la cosa fue que no se detuvo en ella.

Se detuvo en Kasun.

Esta hija de puta debía querer ver el mundo arder.​

No busqué al chico con la mirada ni nada, mantuve la vista puesta en alguna parte de la pizarra aunque no estuviese prestando atención realmente. Para cuando sonó la campana no tuve ni que esforzarme, se levantó de su lugar y se acercó a mí. Me limité a soltar una risa baja, me estiré en mi lugar casi como un gato y me levanté después, caminando hacia la salida de la clase.

—¿Qué te parece, Zekkun? Patterson debe estar como una puta cabra para enviarme a mí de guía de nadie —dije mientras entrelazaba las manos tras la espalda, con la sonrisa de hiena ya pegada en la cara. ¿El apodo me lo acababa de inventar? Pues sí—. Pero bueno, te haré un tour de lo más bonito, ya verás~

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yo con cada post de eris que hago:


Edit: Insane te la puedes llevar a donde creas conveniente para continuar este infierno (??

 

Linda Patterson ingresó al aula con cierto aire liviano, incluso cantarino. Sus tacones repiqueteaban sin prisa y entre las manos llevaba... ¿eso era un hueso? ¿Por qué lo hacía girar entre sus dedos como si fuera un bastón? Ah, quién sabe. Llegó junto al escritorio, se apoyó a un costado con las caderas, y observó al alumnado. Ahora golpeteaba el pobre ¿fémur? de una mano a la otra, como un puntero. ¿Siquiera era real?

—Hoy tenemos entre nosotros de regreso a Nishimura-kun, luego de mucho tiempo~ ¿Te gustaría que alguien te muestre la escuela, cariño? Oh, yo sé que sí. —Repasó el aula detrás de sus gafas y de un momento al otro apuntó a una chica con el hueso—. Aoyama-san, ¿serías tan amable?

Había una diversión extraña impresa en su sonrisa. Uno nunca sabía lo que le pasaba a esa mujer por la cabeza. Quizás estuviera pensando cuán bonitos lucían los huesos de esos chicos, o en la cena de la noche pasada o que podrían hacer linda pareja.

Sin mayores preámbulos, se dispuso a dar inicio a la lección. Sobre la pizarra, en la esquina superior izquierda, rezaba una anotación escrita en kanjis.

"No olviden el proyecto del jueves."

 

Había llegado a la escuela algo más temprano de lo usual, la puta empollona de Ceres me tenía agarrada por el cuello con lo de poner la denuncia así que me tocaba ir al hospital para que ella pudiese regresarse a casa y hacer sus mierdas, sin dejar a mamá sola un segundo. Normal, suponía, si las desgraciadas eran uña y mugre desde que tenía uso de razón. Cuando por fin apareció para relevarme, saltándose un día de escuela pero dejando todo en casa impecable, la cabrona me traía el uniforme en una bolsa y pues ni modo.

Me metí un par de pastillas, me cambié en uno de los baños del hospital porque total me había pegado una ducha a no sé qué horas de la madrugada, y salí para la academia. En los casilleros no estaba pasando la mayor cosa cuando llegué, así que me limité a comprarme un café en la máquina y subir a los baños de arriba, donde me fumé un cigarro antes de meterme en la clase.

Me había puesto los cascos apenas unos segundos después de sentarme, con la música al borde reventarme los tímpanos y solo me los quité cuando vi que aquí y allá iba apareciendo gente, para así poder prestarle atención a cualquier numerito de los que se montaban este montón de bichos. Me bajé el café mientras tanto, de hecho estaba dándole el último trago cuando noté a Kasun entrar a la clase aunque no le presté particular atención en realidad, atenta todavía a lo que pasara en el resto del mundo.

El idiota se sentó en el espacio de atrás y cuando se inclinó para hablarme solté una risa que estuvo a nada de convertirse en la carcajada de una hiena. Despegué la espalda del respaldo, giré el cuerpo y anclé el codo en el pupitre de atrás para apoyar el rostro en mi mano mientras cruzaba una pierna sobre la otra. El flequillo albino me hizo cosquillas en el rostro al seguir el ritmo de mis movimientos y le dediqué una sonrisa amplia.

—Para tu desgracia no está aquí ahora mismo, así que no te lo podré presentar como Dios manda~ —empecé a decir sin alzar demasiado la voz, pero la diversión se me notaba a leguas aún así—. Pero no importa, no se te va a perder.

Separé el rostro de mi mano y estiré la espalda como un gato antes de continuar.

—El pelirrojo de ojos amarillos del que seguro ni recuerdas su nombre, delgadito y con cara de que si le soplas en el oído se mea. —Volví a anclar el codo en el pupitre ajeno—. Y a la vez grita gang por cada poro del cuerpo, con las chaquetas estas de bordados. En fin, ese es tu chico, Zekkun~

Me saqué un caramelo de menta del bolsillo de la falda, lo desenvolví sin prisa y me lo llevé a la boca.

—No creo que haga falta decirlo pero no te venderá nada en el terreno de la escuela, pero seguro queda contigo en alguna parte de Chiyoda o en algún otro barrio del corazón de Tokyo. Ah, y solo María, nada de mierdas sintéticas. —Balanceé la pierna que tenía cruzada suavemente y se me escapó una risa bastante maliciosa—. Aunque si se te apetece un arma igual te sirve~

Dicho en voz alta el historial hasta que daba gusto de repente, nunca me había detenido a pensarlo en realidad.

 

Al hijo de puta se le notó el gusto al recibir mi mirada, lo vi seguir el movimiento de mis piernas como era de esperarse y me tragué la satisfacción solo porque estaba ahí soltándole pedazo de speech sobre el camello de turno. ¿Qué si estaba vendiendo a Dunn al mismísimo Satanás? Sin espacio a dudas, de hecho era hasta para puto descojonarse, porque al pobre diablo todos lo acababan vendiendo de una forma u otra o se vendía él solo.

Al final y hasta tenía razón al rechazar al mundo con tantas ganas.

—No seré yo quien te detenga de desearte al mocoso~ —Seguí balanceando la pierna y reí con ganas al escuchar su pregunta—. No creo que le haga ascos a nada, es más, casi juraría por mis muertos que le van más las pollas al corderito este. Sigue siendo indiferente si no deja que lo toque ni Dios.

Me iba a mear si Kasun lograba algo, la verdad.

Pasé el caramelo de un lado de la boca al otro, alcé apenas las cejas al escuchar que el pedazo de cabrón iba a vivir en Chiyoda como buen niño pijo y volví a relajar los gestos casi de inmediato.

—¿Chiyoda? Pero Zekkun, ¿no estarás forrado en dinero y hasta ahora me entero?

 

A este paso iba a tener que decirle a Kasun que me dijera dónde y cuándo quedara con Dunn, porque quería ver el puto teatro que se iba a montar el pedazo de mierda con ese saco de nervios que ni idea de cómo sobrevivía en la calle realmente. Porque vamos, no era que creyera que fuese a tener más suerte que yo, pero seguro sí que le tocaba más los cojones y yo deseaba como una hija de puta ver cuál era el punto de quiebre de la mariposita.

Me encogí de hombros sin más a su pregunta de que si no me lo había tirado, ya pronto se daría cuenta de que el puto estirado no nos tocaría ni con un palo de estos de salto con pértiga posiblemente. Como si se creyera la última Coca-Cola del desierto o vete a saber qué coño, porque no era simple rechazo y yo lo sabía bien, se le notaba en la puta cara.

La sonrisa se me amplió al escuchar la respuesta a lo del dinero, dejé salir una risa nasal y alcé un poco las cejas al escuchar quién le había recomendado Chiyoda a su hermano. No podía ser otra que la muchachita esta tan bonita que comió la boca en la fiesta, la del vestido azul y la máscara de kitsune que había venido con Dunn al parecer.

Kurosawa había dicho que se llamaba la chiquilla.

—Ah, la muchachita de segundo con los ojos de fuego. —Me tragué la gracia—. Tuve el placer de conocerla en medio del juego de la botella.

Lo vi acomodarse en el pupitre y mantuve mi posición, entretenida con el dulce que tenía en la boca.

—¿Yo? En Bunkyō, cerca del parque Miyamoto —respondí sin complicación como si no acabara de preguntarme en serbio también si me había ido sin bragas y hasta después respondí eso húngaro, para variar—. Quién sabe~

La verdad es que una cosa era buscarse el polvo en cualquier sitio, otra muy diferente andar sin nada sabiendo la cantidad de cerdos que había en la calle y ganas de que algún viejo enfermo se comiera un espectáculo extra no tenía, así que había optado por ponerme los pantaloncillo de gimnasia. Aún así, podíamos dejar que Kasun se hiciera la idea que quisiera.

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alguien que llame un sacerdote, necesitamos un exorcismo

 

¿Qué si me interesaba? Un poco sí, aunque la verdad es que ya tenía a un par de diablos a los que les succionaba hasta el último Yen de la billetera sin demasiada dificultad, que los Kasun pudieran ser otro par de forrados a los que sacarles cierta cantidad de dinero era medianamente interesante, pero poco más, tampoco era lo que se dice una de mis principales prioridades.

Ladeé la cabeza al escuchar que la chica había sido linda y no sé qué, en sí no me sorprendía demasiado, aunque sí que me hacía cierta gracia ver que la tonta me había comido la boca y luego había almorzado con, no sé, el diablo personificado. Aunque lo había notado en el fuego de sus ojos, en el repiqueteo que tomó fuerza apenas se alejó de sus guardaespaldas, que la puta loca seguramente tenía un don para domar bestias.

Lástima que nosotros ya estábamos fuera de esa liga.

—¿Vendiendo a tu hermano al demonio, Zekkun? Qué desconsiderado~

El idiota llevaba ya un buen rato siguiendo el movimiento del caramelo que tenía en la boca, ni siquiera era que se estuviese molestando en disimular una mierda, así que cuando preguntó solo pensé que se había tardado. Me encogí de hombros, me levanté apenas de la silla para echar parte del peso sobre el pupitre ajeno y estiré la mano para sujetarle el mentón, uní nuestros labios, lo insté a abrir la boca y le pasé el caramelo sin mayor complicación para después volver a mi espacio.

—Ahí tienes —dije con la sonrisa de mierda pegada en toda la cara y en ese momento detecté la chispa rojo sangre entrando al salón—. Speak of the Devil, Swallowtail~

Me repasó con la vista como si no fuese más que un bicho y soltó el aire por la nariz como un toro cabreado.

—Go fuck yourself, Tolvaj —soltó de mala gana y el acento se le coló bastante en la voz, arrancándome una risa.

No dijo nada más, caminó hasta su asiento y se dejó caer con cierta pesadez para luego seguir bebiendo la soda que traía en la mano.