Aula 3-2

Tema en 'Tercera planta' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    ¿Cotilleo? ¿Bueno qué éramos ahora, dos viejas de patio que se pasan todos los chismes sobre la cerca? Sin embargo no iba a quejarme, que Alisha me pasara la información prácticamente de gratis era bastante mejor que tener que recabarla yo mismo o hacer las jugadas sucias de toda la vida para conseguirlas, aunque de gratis no tenía demasiado. Me había costado una fractura en la mente y bueno, tres cigarrillos.

    La seguí a la clase pues porque qué más remedio. Cayden había tomado asiento en el lugar vacío frente al espacio de Jez, así que por los momentos al menos en clases el pobre diablo iba a estar a salvo de Tolvaj.
    Me limité a escucharla y lo último se lo solté cuando ya ella estaba por salir de nuevo.

    —Pues parece que está eligiendo un puto polvo de mierda por encima de sus amistades, que tampoco parecen ser demasiadas como para que se ponga en estupideces. —Se me escapó una risa extraña, completamente diferente de la que había conseguido arrancarme Ishikawa—. Pero viendo lo que buscó de ti, supongo que es su manera de tomar decisiones.

    No había manera de que Suzumiya fuese comparable con Akaisa o la misma Welsh, fuese lo que fuese que estuviese viendo en el estúpido de Gotho no valía la pena siquiera. ¿Qué se estaban usando porque la otra dejó que se la follara con pedazo de fiebre encima? Eso, más que usar, era una tontería a secas.

    De repente la chiquilla era suicida o qué sé yo.

    Ya lo había pensado, no había nada que pudiéramos obligarla a ver si ella decidía ser ciega por puro deporte.

    —Hasta luego, gringa.

    Esas palabras no cargaron la tosquedad usual realmente, no ser tan hosco con ella era, si se quiere, el pago por su información. Era un niño rico de mierda, pero tanto en la cúspide como en la jodida calle, los favores no se hacían por puro altruismo.

    Al final me dirigí a mi asiento y me dejé caer en la silla, aprovechando que al incordio de Tolvaj parecía habérsele echo tarde podía tener algo de paz antes de, no sé, dormirme apenas empezara a hablar el profesor.


    Amane ahí jue el relleno sabroso
     
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  2.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Konoe Suzumiya

    Altan no lo expresó con palabras pero no fue necesario para comprender que Hiroki Usui no se encontraba en su aula. ¿Qué implicaba todo eso realmente? Ese presentimiento horrible, era sensación pesada en el pecho no parecía tener intenciones de dejarla en paz. Asintió apenas en respuesta y rodeando su cuerpo con sus brazos le indicó que no regresaría a la enfermería con él.

    Quería saber, quería ayudar. Pero sentía que no era algo en lo que debía inmiscuirse.

    Para qué.

    Probablemente la cagaría nuevamente.

    Se le escapaban piezas del puzzle, parte de la historia estaban inconexas y faltantes además. No tenía ningún sentido tratar de conectar trozos incompletos. Exactamente igual que con el problema de Alisha o cuando trataba de creer en que había bondad en Gotho aunque eran nefastas todas las referencias que tenía de él. Sin embargo, fuera lo que fuere que había sucedido, que había incitado la furia y desesperación de Perséfone, había iniciado algo. No sabía el qué y realmente prefería no pensarlo. Pero no tenía siquiera tenía dudas de ello.

    Y no era un cambio para mejor.

    —Kurosawa-san...—murmuró en voz baja con la mirada en ninguna parte. Las clases aún no habían iniciado pero el murmullo generalizado del resto de alumnos era constante.

    ¿Pedir silencio?

    ¿Para qué?

    Tan solo esperaba que estuviese bien. Que Anna hubiese retirado apropiadamente los cristales, desinfectado los cortes nuevamente y vuelto a colocar la venda. Que pudiera recuperarse. Que Usui apareciera.

    Contrajo el gesto al sentir la garganta algo rasposa y un martilleo incesante en sus sienes. Sabía de sobra que el estrés era un depresor del sistema inmune. Probablemente estaba empezando a mostrar los primeros síntomas del resfrío que le había contagiado Gotho.

    Debió haber llevado una mascarilla.

    Ni siquiera había sido previsora para eso.

    Su móvil sonó vibrando en el bolsillo de su falda. Lo había puesto en silencio al entrar en clase pero había descartado apagarlo. ¿Qué importaba si lo tomaba? La profesora no había llegado aún y el resto de alumnos estaban en sus propios mundos, algunos incluso hablando por el móvil.

    Anna.

    Lo había notado ¿verdad? Que no se encontraba bien precisamente.

    ¿Cómo se encuentra Kurosawa-san? 8:29

    Fue su primera respuesta, casi escribió con urgencia. Con la necesidad imperiosa por saber.

    Siempre. Siempre tenía esa absurda manía de imponer el bienestar de los demás ante el suyo propio. El hecho de que Hiradaira le preguntara si se encontraba bien la hizo dudar momentáneamente. No podía mentirle porque era sumamente obvio pero tampoco podía arrojarle sus propios problemas a la cara.

    Había empezado siendo una mañana demasiado cargada de emociones nefastas.


    Hiciste un buen trabajo. Anna-san, durante el receso estaré en el invernadero. ¿Quieres venir y almorzar con nosotras? 8:29

    Exhaló con lentitud y guardó el móvil. Por el rabillo del ojo percibió la cabellera roja de Akuma-sensei corriendo la puerta e ingresando al aula.

    Era lo menos que podía hacer. Quizás le hablase de todo entonces.
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    But if I choose my words carefully,
    think I could fool you that I'm the guru.
    .
    And I know this doesn't make a lot of sense
    but do you really wanna think all by yourself now?
    All I'm asking for's a little bit of faith.
    .
    Before you find a place to be, you're gonna lose the plot.
    Too late to tell you now, one ear and right out the other one
    'cause all you ever do is chant the same old mantra.
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    No tenía tiempo para mierdas, ni siquiera para comportarme como el niño perdido que era realmente, no tenía tiempo para llorar ni siquiera de pura y genuina frustración. No había tiempo de nada ya, así que me tuve que sacudir de encima lo que sea que me había causado que Anna me soltara aquello y se fuera. No lo iba a dejar estar, obviamente, pero por los momentos necesitaba mi archivo intacto.

    Lo necesitaba.

    Incluso más que a la llave maestra.

    Porque ahora necesitaba los hilos de la telaraña que unía el mundo y esos provenían directamente del cerebro que me había heredado papá.

    La verdadera herencia de los Sonnen.


    Iba a transformarme a mí mismo en la zona central de los hilos, el vórtice donde todos se unían.

    Qué jodido desastre, por Dios, había ocurrido en un abrir y cerrar de ojos. Un día resultaba que Kurosawa entraba en la categoría de princesa intocable por pandillas y al siguiente estaba metida hasta el puto cuello, luego de que me pasara meses sacándola incluso de la vista de los jodidos pandilleros de mierda, allí estaba. Era increíble que incluso cuando la había arrastrado conmigo el viernes, revolviéndola con Shimizu y Dunn, la bomba que le había estallado en la cara era otra.

    Directo de los hijos de puta de Shibuya.

    Nada nuevo bajo el sol, ¿cierto?

    El puto Shibuya era particularmente errático en sus movimientos.


    Cuando Jez llegó al aula le expliqué por encima lo que había pasado, que algo había sacado a Kurosawa de sus casillas y me habían llamado a mí, teniendo en cuenta que el perrito no estaba. El resto se lo dije a medias, de una manera algo rara, el hecho de que había un tipo peligroso que se colaba en el Sakura y desaparecía con la misma facilidad. Una orden más.

    No estés sola.

    Me dijo que no me preocupara, que Meyer la acompañaría al club de lectura y que de allí cualquier otro movimiento lo haría con Middel y Thornton. Me bastaba, no porque no quisiera que me acompañara con Ishikawa ni nada, en lo más mínimo, sino porque tenía cosas que hablar con otra pieza floja.

    Más que cobrarme la mierda del cachorro como le había dicho a Kurosawa lo que planeaba era tomar control sobre todo el maldito pedazo de tierra sobre el que estaba el Sakura si era necesario.

    Implicaba prácticamente aceptar bajo mi sombra a un montón de jodidos que no me iban ni me venían, entre ellos el mismo Usui posiblemente, porque si el imbécil quería proteger a Kurosawa iba a tener que cambiar de estrategia y dejar de ser el maldito lobo solitario que había sido hasta ahora porque si lo hacía, iba a estar actuando justo como sus lobos, ahora vueltos en su contra, estaban deseando.

    Lo querían solo, aislado, vulnerable.

    E iban a atacar a todo lo que fuese importante para él con tal de lograrlo.


    Iba siendo hora de que Usui aprendiera un poco de cómo funcionaba la puta guerra, porque acababa de iniciar. Estaba jodidamente muerto si seguía solo, pero también condenaría a Kurosawa consigo en ese caso.


    Divide y vencerás.

    Toda Roma.

    Napoleón.
    Antes de siquiera pensar en dividir a los otros para dominar, tenía que unir a los que tenía aquí porque corría peligro un montón de gente en tanto siguiéramos dispersos. Las princesas, la tonta de Anna que colaba en esa categoría a pesar de que se negaba con vehemencia, un montón de chiquillos como Koizumi que ni a cuento en el desastre, pero terminaban presenciándolo...

    Me traía sin cuidado la cantidad de treguas y alianzas que tuviera que montarme para acomodar el tablero, para tener a mis piezas listas, bien alimentadas, asegurándome lealtad absoluta en el proceso; porque el caso era que estaba cansado de esa mierda, absolutamente hastiado, así que si tenía que disfrazarme de lobo para alcanzar a organizar una manada, pues iba a hacerlo y punto.

    Tenía la facilidad después de todo.

    Anna lo había dicho, me fundía con la figura de un montón de animales.

    Cuando la campana del receso sonó me llegó de otro mundo aunque no me había quedado dormido, si acaso había retrocedido la migraña con la pastilla, pero seguía desconectado o quizás conectado de sobra, porque no había dejado de pensar en todo el puto rato.

    Jez se levantó, se despidió y se fue con Meyer que la esperaba en la puerta. Acto seguido me levanté yo, arrastré la silla hasta el escritorio de Dunn que estaba buscando entre sus cosas y la dejé a su lado para finalmente sentarme, el chiquillo detuvo todos sus movimientos.

    —¿Ya estás en la mierda otra vez? —Debía tener la misma cara con la que había aparecido en el Hibiya el viernes en la noche.

    —Swallowtail. —Su mirada de resina amarilla se detuvo en mí, de repente asombrosamente seria. Había hablado casi en un murmuro y esperaba que me respondiera en el mismo tono para evitar cualquier mierda—. ¿Cuál es precisamente tu relación con Shibuya en este momento?

    Madre de Dios, ni a un café pude invitarlo antes de soltarle toda la mierda encima, ¿no?

    —Evito moverme allí desde que apareció la hiena, pura autopreservación. Además no hace falta desde que nos mudamos a Shinjuku —soltó y no sé si fue por la tensión, pero su acento me sonó más pesado que nunca—. ¿Se puede saber qué pasó? ¿Tiene que ver con lo de antes, ya sabes, que te llamó esa chica?

    La hiena.

    —El perro-lobo. Es la sombra que está cubriendo a Kurosawa ahora mismo, es decir, una pieza sola... Ya sabes lo que eso significa, ¿no? Lo peor del caso es que Tomoya está metido en el Sakura.

    —¿Le hizo algo a la chica, Sonnen? ¿Le puso las manos encima ese hijo de puta? —Había dado en el centro de la diana, curioso, justo en la vena protectora, celosa y quizás hasta peligrosa de Cayden Dunn. Era el equivalente de que los estúpidos a los que le vendía hubieran alcanzado a darle hierba a Asteria Bel.

    Suzumiya era la hermana mayor de todo el mundo o eso pretendía.

    Bueno, Dunn era su contraparte masculina entonces.


    —Dejaron una oreja cortada para ella en el baño de abajo. —Se llevó las manos al puente de la nariz—. No tengo idea de qué tan grave haya sido todavía, pero el caso es que la arrastraron al centro de la partida y necesito a los carroñeros, a todos los que alcances, lo mismo con Honeyguide que ya lo envié de niñero.

    Ni Arata ni yo teníamos forma de saberlo, pero se suponía que cuando alguien llegara al apartamento del idiota de Usui se accionara una alerta de ladridos... Lo que había ahora era silencio, total y absoluto silencio.

    El silencio de la muerte.

    —Ya, entiendo lo que buscas.

    —¿Tienes forma de-

    —¿Armas? —murmuró todavía más bajo y me dedicó una sonrisa tan prepotente que me recordó a las mías—. No subestimes a las mariposas, Sonnen. Bebemos sangre y lágrimas. Considérate afortunado, tienes eso y también un indicador, ¿no? Honeyguide y yo nos encargaremos de lo que haga falta, no pienso estar en una escuela de mierda dominada por Shibuya desde las sombras.

    El chico se levantó, metiéndose la billetera que había sacado de la mochila en el bolsillo, y finalmente dejó la clase con pasos pesados. Asumí que las llamadas que tuviese que hacer las haría apenas saliera de la escuela. Era precavido con sus movidas, como buen hijo de la mafia.
    Me quedé allí y dejé caer la cabeza en el escritorio ajeno, con la vista puesta en el pizarrón del que no había copiado ni media palabra como siempre.

    Había llegado la hora de esparcir el rojo sobre el mundo.
     
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    Hygge

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    Permanecí al otro lado del armario de enseres cuando la puerta se cerró tras de mí. De repente la soledad del gimnasio me golpeó con fuerza y fui consciente de que había perdido a alguien más por jugar como el indeciso que era. No esperaba otra cosa. Y a pesar del dolor, de la culpabilidad o del miedo, no me permití reflejar nada. Dejé caer los hombros, apoyando mi cuerpo contra la puerta y cerré los ojos, en un intento por volver a mi eje y asimilar lo que debía hacer. La voz de Agnes desapareció al otro lado de la puerta y afianzó el nudo en mi garganta.

    No podía culparla por alejarse.

    No cuando había estado jugando con sus sentimientos de esa forma.


    Me separé con un cuidado que me resultó extraño y tras echar un último vistazo al armario, en mitad de una silenciosa despedida, abandoné el gimnasio sin volver la vista atrás.

    El ascenso de las escaleras me resultó eterno. Los alumnos parecían haber crecido en número y sus voces tan solo crispaban aún más mis nervios. Deseé ser invisible por primera vez, pasar desapercibido a ojos del resto. La fama se me antojó repulsiva. No supe en qué momento llegué frente a la puerta de la azotea pero pude distinguir algunas voces, y el corazón volvió a golpearme con fuerza. Llevé mi mano al pomo, empujé apenas unos centímetros. Y entonces las vi.

    Mao le estaba cantando a Laila. Permanecí oculto al otro lado de la puerta, pero incluso a esa distancia su voz me llegó, y era hermosa. La letra de la canción pareció alcanzarme de alguna forma y aunque deseé quedarme hasta que terminase de cantar para adentrarme en la azotea, no lo creí adecuado. No cuando ambas parecían estar estrechando lazos de esa forma.

    No tenía por qué arruinarle aquel remanso de paz también.

    Decidí regresar a mi aula. Me senté sobre mi mesa y saqué mi móvil, porque ni de broma iba a dejarlo estar. No cuando me había desprendido de un peso en el camino para poder avanzar y había herido a gente en el proceso. Encontré el chat de Laila al vuelo y permanecí mirando la pantalla más tiempo del que creía, tratando de encontrar las palabras. Era más difícil de lo que pensaba.

    Laila, ¿podemos hablar después de clases?
    Comprenderé si no apareces, pero estaré esperando en el club de esgrima hasta que cierre o me echen.
    Lo que pase primero.


    Dudé si añadir algo más y simplemente lo dejé estar. Suspiré, dejando el móvil sobre la mesa, y observé el patio desde mi ventana con cierta pesadez. El tiempo se sentía eterno cuando menos lo necesitabas.

    No sé si al final le darás tiempo en off a Laila o no pero yo igual dejo caer el mensaje. Sea cual sea la decisión de aparecer o no no te preocupes y haz lo que creas mejor <3 Solo lo sentí necesario y tampoco quería interrumpir en la azotea ni nada Hitori
     
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    Zireael

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    Antes de quedarme dormidísimo puse una alarma en el móvil, no era así como para que se diera cuenta todo Dios pero al menos para que me trajera un poco al mundo de los vivos y que no tuviera que hacer todo el trabajo el pobre Kohaku, que al final había sido el único en quedarse. Ni idea si él se durmió tan siquiera un rato, lo dudaba, pero al menos me hizo compañía y eso se agradecía bastante.

    La alarma del móvil sonó prácticamente al mismo tiempo que la campana que anunciaba el final del día, me llegaron ambas cosas como de otro mundo pero me hicieron revolverme en mi lugar antes de hacer el esfuerzo por abrir los ojos, la cagada fue que volví a cerrarlos y entonces Ishikawa apareció en escena, sentí su tacto en el brazo, me estaba picando como había hecho en el receso, y le solté una suerte de bufido antes de lograr abrir los ojos de forma definitiva. Al girar el rostro encontré la resina de sus ojos, ese ámbar parecido al de Jez.

    Sentía la boca pastosa, así que no me atreví a decirle nada y tampoco le pude poner demasiada atención a sus palabras mientras me enjuagaba los ojos con algo de fuerza, pero creí escuchar de nuevo que me comparaba con un gatito. Pero bueno, ¿iba a ser chiste recurrente? Que agradeciera que no lo había agarrado de almohada.

    —Vamos, Sonnen-kun, que tenemos que subir por las cosas.

    Otro bufido pero cuando lo vi levantarse no me quedó más que hacer lo mismo, joder, estaba putamente dormido todavía. Estiré la espalda, recogí las mantas con movimientos lentos y me las acomodé bajo el brazo, di un par de pasos que al parecer fueron en la dirección contraria, porque lo siguiente que supe fue que Kohaku me había tomado la mano libre, redireccionándome.
    No sé qué pintas debía tener porque el caso fue que el chico, a pesar de su culo de japonés prototípico y el mío propio, no me dejó ir.

    —Tenemos que ir a dejar esto —murmuré luego de casi tragarme al pobre de un bostezo—. A la enfermería y eso...

    Hizo un sonido afirmativo y me siguió guiando como si fuese un chiquillo aturdido, aunque la verdad lo agradecí de repente porque así pude desentenderme un poco de tratar de, no sé, ¿enfocar el mundo? Joder, qué ganas de seguir durmiendo.
    Al pasar por la primera planta no hubo nada que me alertara del desastre que Shiori se había montado en el club de cocina y mucho menos de que seguía allí dentro, como si fuese su maldito búnker, porque todo había quedado en absoluto silencio luego de su destrozo. Al entrar en la enfermería ni reparé en la gente allí presente, dejé las mantas sobre una de las camillas y aunque para todo eso había dejado ir a Ishikawa cuando regresé a su lado me aferré a su mano de nuevo, sin pensar siquiera en las pintas que debíamos estar dando, que de por sí no era que me importaran.

    —Tienes césped en el cabello. —Lo escuché decir con cierta diversión en la voz, apenas perceptible.

    —Fue Anna —añadí luego de otro bostezo.

    Había vuelto a guiar la marcha, perfectamente consciente de que si me dejaba solo seguir mis pies posiblemente terminara metido en cualquier sitio antes que en la tercera planta donde se suponía que debíamos ir.
    Ni me había dado cuenta que Ishikawa no solo estaba cargando conmigo en resumidas cuentas, sino que también se había encargado de traerse mi caja de bento y el pobre iba allí, como arrastrando a un mocoso a casa aunque el mocoso le sacaba unos centímetros de altura y toda la mierda.

    Identifiqué el rótulo de su clase cuando fue deteniendo sus pasos y me dejó para entrar, tomar sus cosas y volver al pasillo. Luego de eso sacudí la cabeza, las briznas restantes de césped fueron a dar al suelo, y me espabilé apenas un poco más, de forma que ya no dependí del agarre de Kohaku.

    —Podemos ir a casa juntos —comenté antes de entrar a la clase, imaginaba que él se quedaría fuera no sé por qué—, digo si quieres. Aprovechando eso de que somos del mismo barrio.

    No lo dejé responder en realidad, me metí a la clase donde Jez y Dunn estaban recogiendo sus cosas e hice lo mismo todavía con movimientos pesados.

    —Joder, Sonnen, estás más dormido que la mierda. ¿Caíste redondo en el patio? —preguntó el pelirrojo apenas verme la casa.

    —¿En el patio? ¿Por eso no subiste a clase? —preguntó Jez.

    Asentí para ambos con la cabeza mientras guardaba la caja vacía y me colocaba la mochila en la espalda. Estaba en eso cuando me timbró el móvil, lo saqué y al ver el nombre en la pantalla terminé de despertarme de golpe.

    —¿Dónde estás? —solté sin más.

    Dios su voz me recordó a la mía en varias ocasiones, jodidamente plana, monocorde.

    —Ya voy. —Me volví hacia Jez entonces—. ¿Volverás a casa con Meyer? Tengo que ir por Kuro.

    —Tío Vic dijo que pasará por mí en un rato —respondió mientras metía en el maletín la cartuchera. Me echó una mirada extraña, como si considerara el hecho de que había vuelto a enredarme con Shiori pero pronto me dedicó una sonrisa—. No te preocupes, cielo, estaré bien.

    Pues claro, realmente no la querían a ella.

    Querían a Kurosawa.

    —Vale.

    Me acerqué a ella, le dejé un beso en el flequillo y me despedí de Dunn con un movimiento de mano antes de volver a salir para dirigirme a Ishikawa.

    —Lo siento, me acaba de llamar la chica del problema de la mañana así que iré por ella. —Le dediqué una sonrisa tranquila—. Nos vemos, Ishi.

    Podía decirle que podría regresar a casa con ambos pero no creía Shiori quisiera compañía de nadie, pero más que eso era porque no sabía qué iba a hacer realmente, si salir pitando a casa del cachorro o seguir fingiendo estar en una pieza para volver a casa.


    pero qué pedazo de tocho madre de dios super worth tho mIS NIÑOS I LOVE THEM SO MUCH

    Gigi Blanche
     
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    Me quedé esperando a por Sonnen en la puerta del aula, en verdad no sabía si aceptar su oferta pues siempre volvía a casa con Morgan y tenía que esperarla a que acabara con el club, pero de cualquier forma no hizo falta. Salió pitando hacia abajo y lo despedí con una sonrisa a la pasada; el movimiento me permitió detectar a Anna de reojo y le sonreí también, regresando la atención a la 3-2 cuando Vólkov y Suzumiya salieron. Entonces volví a detectarla, la chispa rojiza y dorada, delgada, como de mi estatura, y cuando alcancé a verlo de perfil el corazón me dio un vuelco.

    Mis piernas se accionaron solas, ingresaron al aula y me detuve cerca suyo, las manos a los bolsillos. En mi voz navegaba una extraña mezcla de sorpresa e ilusión.

    —¿Cay-Cay?

    Hacía algo de dos, tres años de la última vez que lo había visto pero vamos, que era pelirrojo y no costaba nada identificarlo entre cualquier multitud.
     
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    In the pit of hell, caught in the crossfire.
    Caught fire, from the big guns, these is not revolvers.
    Violence only creates confusion, it ain't a problem solver.
    .
    I'd trade my luck to know
    why he's caught in the crossfire
    and I'm here waking up
    To the sun and the sound of birds.
    Society's anxiety.
    Deprived of all that we're blessed with.
    We just can't get enough, no.
    Cay 2.png
    Las clases habían sido el coñazo de siempre, sobre todo teniendo en cuenta que como le había dicho a Asteria no era el más avispado para la escuela en general. No se me daba mal biología, eso sí, química tampoco ni idea de por qué, pero me atravesabas historia y matemáticas y ya la neurona se me iba a la mierda. No era demasiado ávido de comprender el mundo a través de nombres, fechas y números.
    No lo sabía, pero lo entendía bastante parecido a la telaraña de Sonnen, algo mutable si se quiere, orgánico pero extremadamente organizado y movido por las intersecciones de la tela, las relaciones entre las personas.

    Así lo veía Yako también.

    Noté la silueta que se acercó a mí luego de que Vólkov saliera además de la otra chica con pintas de, no sé, delegada de clase y toda la mierda. Un chispazo cian que no reconocí y casi me hizo poner distancia.

    Cay-Cay.

    No way.

    There's no fucking way.
    Honō no Jakkaru.

    Flame Jackals.

    Alcé la vista entonces a la chispa celeste, encontré sus ojos y choqué con la resina que era casi idéntica a la propia. No tenía su cabello castaño, ese con el que lo había conocido, pero era él sin espacio a dudas.
    Me cayeron encima un montón de imágenes, como el flash de una cámara. Los chacales antiguos, Yuzu, Ratel, los demás y el mismo Yako, luego la última camada que tenía por cabeza a Shimizu. Después la muerte de Yako, el funeral al que ninguno fue para no cantarle a su familia en la cara la existencia de la pandilla. En la cabeza se me hizo un revoltijo de emoción y miedo que me congeló en mi espacio unos segundos.

    —Ko. —Su nombre se me escapó de los labios como una exhalación pero pronto la cuota de miedo desapareció—. Dios, Ko.

    Prácticamente me le fui encima, pasando de mi propia personalidad y la suya, lo rodeé con los brazos con fuerza aunque lo dejé ir no mucho después. Lo tomé por los brazos, zarandeándolo un poco, y le dediqué una sonrisa amplia, genuina.

    —No creí verte otra vez, mucho menos aquí. ¿Qué pasó contigo después de toda la mierda?

    La realidad era que habíamos sido los más jóvenes, Arata nos sacaba un año apenas pero se entendía el punto, así que en Ko había encontrado no lo sé, una suerte de hermano más que en el resto. Era un motivo parecido al que había impulsado a Yuzuki a tomar el lugar de Yako, resguardándonos bajo su ala hasta que le fue posible.

    Allí estaba.

    La primera señal de que los chacales se habían colado en el Sakura.
     
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    Gigi Blanche

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    Chocar con el dorado de sus ojos, casi como un auténtico espejo, me arrojó una extraña ráfaga de recuerdos y emociones que creía sellados; podría jurar que a él le ocurrió lo mismo. En la resina del otro probablemente hayamos encontrado voces, rostros ajenos, largas noches de camaradería, risas y también dolor. Un dolor sordo, repentino y seco como una ventisca de invierno. Apenas en el instante tras la muerte de Yako fue que pestañeé, vi alrededor y me di cuenta que había estado viviendo en una jodida burbuja. ¿Y todo ese espíritu de magnanimidad? Por favor, no habíamos hecho más que andar a ciegas sobre vidrios cortados. Éramos un castillo de naipes.

    Y el viento sopló.

    Cay se me echó encima con una ilusión que se solapó sobre los recuerdos que tenía de él, con mi propio temperamento, y así y todo no me sorprendió ni medio segundo contagiarme de inmediato y estrecharlo con fuerza, cerrando los ojos. Mierda, ¿eran dos años ya? Habíamos sido apenas unos críos cuando los chacales nos acogieron, todo se fue a la mierda demasiado rápido y me encerré en mí mismo, como era lo usual. Podría haberlos contactado, hacerles saber de mi paradero, pero preferí aislarme hasta que las emociones se dispersaron lo suficiente como para ser ya incapaz de verlas.

    Pero seguían ahí, siempre seguirían ahí.

    Y al chocar con el ámbar de Cay, regresaron a su órbita y se concentraron con una intensidad hasta agobiante.

    Se me escapó una risa suave al sentirlo zarandearme y lo dejé hacer. Recogí su rostro entre ambas manos, para echarle un buen vistazo, y lo dejé ir pocos segundos después. Me acomodé sobre un pupitre, con la emoción de un niño a flor de piel y el cuerpo algo inquieto, cosa extraña en mí.

    —Hombre, yo tampoco me lo creo. —Volví a reír y me rasqué el cabello de la nuca, encogiéndome de hombros; la melena cian se revolvió un poco—. Eh, nada drástico. ¿Me cagué un poco? No lo sé, preferí retroceder, sentar cabeza y desaparecerme un tiempo para... bueno, volver al negocio con energías renovadas. Y otra cara, si se quiere.

    Una que no me asociara directamente con los chacales.

    Alcancé su hombro para darle un apretón cariñoso y luego le revolví el cabello con algo de torpeza, como si fuéramos un par de hermanos reencontrándose de subito. Bueno, no estaba tan lejos de la realidad, ciertamente. Para la muerte de Yako había sido de las incorporaciones más recientes y jóvenes, estaba un poco en el aire y Cay me sirvió de apoyo, soporte y guía mutua. Aprendimos las mismas manías, nos metimos en el negocio y bueno, después ya no supe qué siguió haciendo él pero dudaba que hubiera dejado de lado las enseñanzas de los chacales. Yo nunca lo había hecho.

    —¿Y tú? ¿Qué tal todo? ¿Sigues en contacto con Yuzu, Ara-kun y los demás?

    Mierda, qué nostálgico era volver a nombrarlos.
     
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    Zireael

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    Cay 2.png
    Fue tocarlo y un montón de recuerdos siguieron solapándose como papel de mantequilla sobre un dibujo, como una calca, pero con la fuerza para iniciar un maldito incendio. La mente ahora moviéndose a una velocidad vertiginosa me lanzó el meltdown de Yuzu, sus gritos, su llanto y sus maldiciones; era una imagen terrible, la representación absoluta de lo que había significado perder a Yako para todos.

    Yuzu había sido siempre así.

    Sentía por los demás.

    Yako era el cerebro.

    Licaón había sido nuestro corazón.

    Cuando Kohaku correspondió el gesto sentí unas ganas de llorar terribles, se me bloqueó la garganta unos segundos y solo me quedé allí, absorbiendo su calor sin atisbo alguno de la ansiedad y temor que me caracterizaban en lo que a contacto se refería. Era un imbécil social, rehuía toda aproximación directa, pero no había manera de que me tensara bajo el tacto de los chacales. De mi maldita familia.

    Defendería a cualquiera de ellos con garras y dientes, así se me fuese la vida en ello.

    Su risa cuando lo zarandeé me hizo eco en los oídos, reajustándome las emociones hechas un desastre, y lo dejé sujetarme el rostro como si nada, dedicándole una nueva sonrisa de ojos cerrados. Cuando me dejó ir lo seguí con la vista mientras se acomodaba sobre un pupitre y lo escuché con una atención estúpida, como si quisiera grabarme su voz luego de no haberlo escuchando en un par de años

    Ladeé la cabeza a lo que el cabello siguió el movimiento y le sonreí estaba vez con cierto aire conciliador, una sonrisa de hermano mayor si se quiere.

    —Fue lo mejor, supongo —admití con voz suave—. Todo fue solo tornándose más y más hostil. Lo intentamos, de verdad, pero no pudimos sustituirlo nunca.

    Recibí su apretón en el hombro y su gesto de revolverme el cabello, soltando una risa bastante liviana. Aproveché para estirar la mano y revolverle el flequillo pero de paso también para estudiar algo más de cerca el tono nuevo de su cabello.

    —Te queda bien. —Regresé la mano a mi espacio, para luego hundir ambas en los bolsillos—. Al final terminé bajo la sombra de Shinjuku, más o menos. Me muevo por ese sector, los límites de Shibuya y obviamente en Chiyoda.

    Cuando preguntó por los demás recordé de golpe toda la mierda, la invocación de Altan y el hecho de que habían puesto a la hermana de Yako en el centro del tablero, casi absolutamente desprotegida y ahora que lo pensaba, ¿no había aparecido casi detrás de Sonnen? Ishikawa... con Sonnen.

    Tenía que ser el puto destino.

    El hijo de puta siempre daba con las piezas correctas hasta cuando no lo pretendía.


    —Quedé de ir a casa de Yuzu más tarde, ya sabes, el té de big sis es de los mejores. A veces salgo con ella, Sugino y los Ootori a beber por ahí. El viernes estuve en el Hibiya con Shimizu —respondí entonces y no supe si debía decírselo o no, pero sentía la obligación de hacerlo—, también nos acompañó Sonnen.

    Tragué grueso, sabiendo que el resto había sido el motivo por el que Arata y yo habíamos cruzado miradas en la noche. Las palabras me salieron detrás de un suspiro pesado.

    >>Lo acompañaba Kurosawa.

    Era como invocar a un muerto, joder. Era como me había sentido apenas ver a la chica, pero había empeorado la sensación cuando apareció Shimizu y ambos nos dimos cuenta de que la jodida mocosa había seguido el rastro de su hermano como un perro de caza sin siquiera darse cuenta.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Kohaku.png

    Ahí estaba, probablemente, una de las muchas porciones de corazón que me había forzado a enterrar los últimos dos años. Tal era mi habilidad para sellar emociones que ni teniéndolo frente a mí, como un fantasma arrojado del pasado, sentía la emoción a flor de piel o un deseo incontenible de llorar. Desconocía en verdad si se trataba de resiliencia o de frialdad a secas.

    De cualquier forma me alegraba tanto verlo, no sé, de una pieza. Verlo bien, entero, que conservara la capacidad de sonreír o lo que fuera. También me alegraba que le alegrara verme, porque una de las cosas que había asumido era la gran posibilidad de que los chacales ya no quisieran saber nada de mí luego de haberles dado la espalda para encontrar la forma de sanar. ¿Lo había conseguido? Creía que sí, pero el precio a pagar fueron tantas otras pérdidas que no sabía si había valido la pena. ¿Tendría que haberme quedado junto a ellos? ¿Así habría sido más fácil?

    Cayden decía que había sido lo mejor, sin embargo, y no tenía ningún motivo de peso para contradecirlo. Me limité entonces a asentir y arrugué la nariz, riéndome, apenas me devolvió el gesto de revolverme el flequillo. Me llevé las manos al cabello para acomodarlo por mera inercia, aunque ya había vuelto bastante a su lugar, y le sonreí ante el cumplido repentino.

    —Lo sé~ —solté con la suavidad angelical de siempre, pese a estar diciendo algo harto egocéntrico—. Gracias, Cay-Cay. Qué gracia, al final acabamos moviéndonos por los mismos barrios, ¿cuáles son las chances de no habernos cruzado nunca? Bueno, excepto Shibuya, no planeo poner un pie ahí en tanto los Lobos sigan a sus anchas.

    Eran peligrosos, esa manada de locos de mierda, había tenido que aprenderlo en Minato por las malas y ni siquiera tenía idea que eran precisamente los lobos quienes habían entrado hoy en acción. Primero se divirtieron atormentando a Anna y ahora, por si fuera poco, a la hermana de Yako.

    —Me muevo bastante por Chiyoda y entre las serpientes dispersas de Shinjuku, así que estoy bastante tranquilo, por suerte. No he tenido altercados serios.

    Al menos allí, claro.

    Le sonreí con una ternura inmensa al saber que seguía quedando con todos, la sensación fue francamente nostálgica y de repente me pregunté si tendría el derecho de desear volver a verlos, compartir una taza de té y charlar, recuperar el tiempo perdido. La emoción sólo aumentó al oír la mención de Ara-kun pero mi tren de pensamientos se frenó en seco inmediatamente después.

    ¿Altan?

    ¿Kurosawa?

    ¿Qué?

    Intenté conectar las piezas a la mayor velocidad posible aunque me hubiera quedado casi congelado, y un poco de repente creí comprenderlo. Debía referirse a la hermana menor de Yako, ¿verdad? La que parecía su copia femenina, o al menos por lo que recordaba del... funeral.

    Me había colado, aunque nos lo hubieran prohibido.

    Me había colado y fue la única vez que me permití llorar a Kaoru.

    —¿Conoces a Sonnen-kun? ¿Arata también? —repliqué, pasmado; había bajado el volumen como si estuviera soltando secretos gubernamentales—. Y Kurosawa... pero... Yako siempre quiso mantenerlos al margen, no era-

    —Kohaku~

    La voz de Morgan surgió casi sobre mi oreja y me hizo dar un respingo. Su mano recorrió la línea de mis hombros y, luego de sonreírme, le dedicó una expresión similar a Cayden. Ella no sabía una mierda de los chacales, nunca se lo había contado pues no me resultó necesario. ¿Qué se suponía le dijera ahora?

    Al final no hizo mucha falta, ella misma rellenó el silencio y me palmeó la espalda antes de volver sobre sus pasos, hacia la puerta.

    —Andando, cariño, hay que recoger a Hanabi.

    Asentí, aún bastante aturdido por la bomba de información, y me bajé del pupitre para volver a revolverle el cabello a Cayden. Lo molesté, riendo, y amoldé la mano a su mejilla una última vez antes de soltarlo del todo.

    —Perdona, Cay-Cay, el deber llama. Mañana hablamos, ¿vale? ¡Tenemos que ponernos al día! —Había recuperado algo de la emoción inicial, le sonreí amplio y alcé el brazo sobre mi cabeza—. Saluda a Yuzu-san de mi parte, ¡nos vemos!
     
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    Zireael

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    Altan.png
    Había visto los mensajes de Anna y le había respondido con un sticker de un gato negro durmiendo, nada más, supongo que valía por los momentos y luego de que sonó la campana me despedí de Miles para subir a clase.

    ¿Qué si presté atención? Lo que se veía no se preguntaba. Además la jodida cabrona de Tolvaj parecía brillar de buen humor y se pasó todo el rato pateándome la silla, estirando la mano para alcanzarme el cabello y diciendo un montón de mierdas.

    Qué puto martirio.

    Cuando sonó la campana, Jez comenzó a guardar sus cosas sin demasiada prisa y cuando estaba por decirle que no se extrañara de no verme en las pruebas Dunn se me acercó, deteniendo la intención en seco, y Eris se levantó para irse con el resto, no sin antes deslizarle la mano al pelirrojo por los hombros. Pude jurar que al pobre diablo un escalofrío le corrió por la columna, porque se dobló como si le hubieran soltado un latigazo no mucho después.

    Don't fucking touch me —dijo en una suerte de gruñido bajo y se acomodó la camisa del uniforme casi con manía. ¿Perfeccionista compulsivo como Kurosawa? Joder—. Sonnen, tengo un negocio para ti.

    —¿Qué? —pregunté en lo que me levantaba del pupitre para apoyar el peso del cuerpo en el borde.

    Jez se despidió con un movimiento de mano y no supe qué fue, pero en su sonrisa de siempre se coló algo que no supe leer del todo y me hizo fruncir el ceño ligeramente luego de regresarle el gesto.

    A la luz del atardecer un hilo nuevo refulgió, no lo había notado en la mañana, y se perdió en alguna parte de la academia, parecía bañado en oro por el tinte del cielo, y entonces caí en que de Dunn se desprendían otros tres y uno… La cruzaba a ella, era el que se perdía en otra parte.

    Corazonada.

    Malicia.

    Delirio a secas.

    ¿Qué mierda había pasado la tarde anterior, ahora que lo pensaba?
    Los recuerdos de Jez.
    ¿Los había entregado todos?

    Como fuese la voz de Cayden atrajo mi atención de regreso a él, porque ya la puta cabeza se me había puesto a mil por hora y suspiré luego de tragar grueso, sin darme cuenta que la boca se me había secado como el puto desierto de la nada.

    —Digamos que sería mi pago por mover a las fuerzas armadas, si hace falta cubriré parte de tus negocios con Honeyguide también.

    —Pero bueno, todo un hombre de negocios, Cay-kun~ —solté al ver que tampoco se había andado con rodeos de mierda—. Dime qué puede ser tan importante para que ofrezcas semejante cosa.

    El chico hundió las manos en los bolsillos antes de posar la mirada en mí, sin atisbo alguno de nervios ni nada ya y no pude evitar soltarle la jodida sonrisa prepotente encima, que reflejó con una facilidad estúpida.

    Curioso.

    Dos monstruos hablando, ¿no?

    —Estoy organizando un evento, Sonnen. Uno con clase, para empezar, de los grandes y necesito un favorcillo de los diestros con mierdas de diseño, ya sabes. —Me distraje un poco con los destellos que el sol le arrancaba a su cabello pero lo estaba escuchando aún así—. Unas invitaciones.

    —¿Pero qué cojones?

    —Con todo y sobres, hombre. Honeyguide me dijo que en el otro instituto hacías esas clase de cosas a veces, para los clubes y eso aunque te daban igual. Panfletos, afiches…

    —Me ganaba a los profesores con los que había sido insolente así, que a veces los mocosos les pedían ayuda a los tutores en vez de hacerlos ellos mismos y luego lo hacía yo, porque los tutores obviamente no tenían tiempo.

    Shady~ ¿Lamiste algunas botas? Quién lo diría.

    —Las necesarias para conseguir lo que quería digamos. —Me rasqué las raíces del cabello por puro reflejo.

    —Bien, ¿vas a ayudarme o no?

    —Te lo debo después de todo, ¿asumo que recibiré una de esas importantes invitaciones cuando sea el momento, butterfly~?

    —Cuenta con ello —dijo mientras empezaba a caminar hacia la puerta, decidido a retirarse—. Por la mañana te envío la información y la idea general.

    —¿Ni un adelanto de lo que quisieras en tus invitaciones de niño pijo, irish?

    —Ya sabes el rollo, Sonnen —comenzó desde el marco de la puerta y me miró de soslayo, antes de tirarme encima una sonrisa diferente, muchísimo más aniñada aunque luego afiló los ojos como un puto lobo—. A swallowtail for the envelopes, that’s all for now.

    No tenía ni la menor idea, pero lo cierto es que aunque el crío no iba a robarle del todo el evento a Cerbero, sí que iba a hacer las mierdas a su manera, como siempre.

    Dejó la clase entonces, silbando alguna melodía que me sonaba de algún lugar y los tres hilos nuevos desaparecieron junto a él.

    No mucho después levanté la mochila para salir al pasillo y mientras caminaba en dirección a la azotea, le envié un mensaje a Jez diciéndole lo de las pruebas, de que no planeaba aparecerme realmente. Ya lo vería a alguna hora, con suerte antes de que comenzara la masacre o algo.

    Ingenuo.

    Absolutamente necesario y idk quería usar la otra cinta juju
     
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  12.  
    Ikoma-kun

    Ikoma-kun Rolero, dibujante

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    Misato Aoyama
    —Espero compartamos un paseo agradable en el patio Kobayashi-chan...muy pronto.
    Su encuentro con la chica del pasillo fue el encuentro agradable convirtiéndose en la candidata a una gran amistad, pero el tiempo apremiaba en la academia, su reputación no era muy destacada pero debía cuidarla a todo costa.
    Dio la vuelta para caminar con parsimonia, manteniendo una expresión amable en su rostro. Se colocó frente a la clase manteniendo los ojos siempre cerrados.

    —Hola a todos, mi nombre es Aoyama Misato, soy recién transferida a Sakura ...uh espero sean una amable ayuda en este nuevo año y así podamos conocernos muy bien, prometo ayudar de igual forma—culmino su concisa presentación, indirectamente pedía la ayuda de los compañeros del aula 3-2, una que sabía muy bien podía obtener por su agraciada belleza, aunque no le gustaba hablar demasiado ni presumirlo. Preferia antes demostrar su valía en deportes.

    Tras una reverencia Aoyama dio una leve sacudida a su cabello y camino rauda hasta su puesto está vez observando con ojos entre abiertos a los presentes, dedicando también un pequeño saludo a los chicos que le mirasen directamente.
    >>Uh, no quiero inoportunar pero...espero aprovechar antes del receso para estar al día ¿No hay problema si facilitan sus apuntes? Apenas pueda iré a devolverlo.
    y bien creo que con esto culminó la misión global, el post deberia quedar mejor pero que va, tengo muchas cosas en la cabeza y puede que no interactúe mucho en este par de días :(
     
    Última edición: 2 Febrero 2021
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Linda.png

    Linda ya se encontraba sentada a su escritorio desde hacía rato, orientada en dirección a la puerta. La bata de laboratorio se derramaba de la silla mientras ella balanceaba una pierna encima de la otra, el tacón verde flojo colgando de la punta del pie. Estaba metida en una revista científica en un idioma extraño, al parecer de anatomía o similar.

    Dejó el material a un lado cuando Misato empezó a presentarse. La observó sin distraerse, con el codo anclado al escritorio y el costado de la cabeza recostado en su mano. Una sonrisa extraña, pero suave, danzaba en sus labios.

    —Muy bien~ —concedió, soltando un suspiro al incorporarse, y comenzó a caminar de acá para allá a paso lento—. Gracias por presentarte, Aoyama-san. Estoy segura que tendrás un gran desempeño en esta prestigiosa Academia. Ahora...

    Repasó al grupo con la vista y entornó la mirada apenas se detuvo en un muchacho de pronunciado cabello rojo y ojos ámbar. Era tan bonito~

    —Tú —resolvió sencillamente, señalando a Cayden—. Enséñale la escuela a Aoyama-san, ¿quieres? Gracias~

    Ah, se había olvidado de avisarles sobre el proyecto. Bueno, con suerte lo recordaría en el transcurso de la mañana, ¿verdad?

    ¿Dónde tendría la cabeza esa señora?
     
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  14.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Cayden.png
    Era innegable que Patterson daba algo de mal rollo, con la bata de laboratorio y leyendo esa revista de anatomía o quién sabe qué mierdas allí tan pancha, como quien lee el periódico. También fue media rara la sonrisa con que observó a la nueva, no fue una sonrisa como las que se veían de sobre en la calle, no perdió suavidad ni nada, pero simplemente era... No sé, rara.

    Obviamente no podía ser mi día de suerte para escapar de su vista ni nada, porque apenas terminó de hablarle a Aoyama sentí su mirada encima y me quedé como una puta estatua en espera de lo que sea que fuese a decirme que hiciera. Liberé el aire contenido despacio, no respondí realmente.

    De toda la gente posible había tenido que elegir al imbécil que toleraba la gente a duras penas, ¿no?

    En cualquier caso cuando la campana anunció el receso me levanté, tomé mis cosas y avancé hacia la chica. Al menos parecía japonesa de cepa, eso me daba algo más de tranquilidad, los extranjeros eran más... erráticos.

    —Dunn Cayden. —Me presenté así nada más, dado que Patterson ni siquiera le había dicho el nombre de la persona que le había asignado a la pobre chica. Dejé mis cuadernos encima de su pupitre—. En la mañana pediste los apuntes, ¿no, Aoyama? No sé por qué Patterson me eligió si llegué recién esta semana, pero bueno, me pasaron lo de la semana pasada así que debería estar todo.

    Era un idiota, ya estaba dicho, pero al menos hacía el intento de tener la materia al día y tal. Los días que no pude asistir por el papeleo al menos me había estado enviando lo que se había visto por el día, así que eso se agradecía.
    La chica iba a tener que hacer algo de esfuerzo porque a veces me entraba la pereza y no entendía mi caligrafía ni yo, pero eran contadísimas las ocasiones en que pasaba.

    —Me lo puedes regresar cuando quieras, sin prisa. —Le dediqué una sonrisa mientras hundía las manos en los bolsillos—. No tendría problema en mostrarte la escuela y eso, pero me comprometí con una cosa de un club para el receso así que tendrá que ser mañana.

    Hice una ligera reverencia antes de retirarme en dirección a la puerta y recordé algo de repente, me detuve para hablarle desde allí.

    —Ah, si necesitas algo estaré en el pasillo de abajo, posiblemente en la sala multimedia. No tiene pérdida, está cerca de las clases de segundo.

    Dicho eso salí de la clase en dirección al segundo piso.


    Kuno Vizard uwu aproveché para darle los apuntes a tu niña, que preguntó por eso en la mañana (? Ya tenía algo establecido con Mori y Hygge y dices que no sabes si podrás interactuar mucho algunos días, así que podemos dejar lo de mostrarle la escuela a Misato para el día siguiente pero cualquier cosa, como ya le dijo Cay puede acompañarnos a lo del club de radio en la sala multimedia sin problema ♥
     
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  15.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    Digamos que algo dentro de mí sabía que Anna no pretendía quedarse a atender en las clases después de la montaña rusa que había tenido que pasar de buena mañana, así que me dirigí hacia mi aula sin girarme ni nada. Además, tampoco era su madre para vigilar si iba a clases o no, y en definitiva tampoco iba a juzgarlo por ello.

    De cualquier manera, la emoción de todo lo que había planeado para el sábado hizo que las clases fuesen más asequibles de lo que uno esperaba y lo cierto es que era de agradecer porque iba a necesitar esforzarme el doble para mantener las notas si quería poder disfrutar de aquellas salidas a cambio.

    Recogí mis cosas con calma cuando la campana sonó, con el corazón mucho más liviano después de haber aclarado las cosas con Anna, y salí al pasillo a ritmo tranquilo. Distinguí un poco de reojo a Altan esperando en nuestro pasillo y supuse que podría estar tranquila del paradero de la chica en ese receso, esperando que todo saliese bien si se encontraban y que a Anna no le resultase demasiado complicado.

    Subí al pasillo de tercero un poco por inercia, a decir verdad, porque no tenía ningún objetivo en mente. Podría haber buscado a Kohaku, pero ya había almorzado con él hacía poco y lo había molestado justamente el día anterior, así que mejor darle su espacio. También estaba Katrina, pero en realidad aún me daba un poco de pánico buscarla para algo tan tonto como almorzar juntas o algo así... y, conociéndome, prefería no verla hasta después de la fiesta porque seguro se me escapaba algo de lo que tenía planeado para la fiesta y no quería caer en eso.

    Por suerte o por desgracia, mientras estaba en aquel debate interior, recordé a la chica que había ayudado a subir a la enfermería cuando las pruebas físicas y no me pareció muy mala idea intentar ver cómo se encontraba. Podría jurar que no estaba en la clase de Katrina y Kohaku, así que me quedaban pocas opciones por investigar. Me asomé a la 3-1 pero no logré encontrarla, aunque sí distinguí a Kashya hablando con Morgan lo que me sacó una ligera sonrisa; tuve más suerte con la 3-2.

    —Tolvaj-senpai.

    Me acerqué a ella en cuanto distinguí su figura, siendo que los extranjeros eran estúpidamente fáciles de reconocer a pesar de ser la mayoría, y antes de nada me incliné a modo de saludo, tras llamar su atención con el nombre.

    >>Buenas tardes. Esto... s-si no es mucha molestia, quería preguntarte cómo te encontrabas del tobillo...

    vengo en busca de caos, qué tal (?)

    Hitori uwu
     
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  16.  
    Zireael

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    Vamos, que ver a Sonnen encabronado había sido una joya para empezar el día y eso que ni siquiera había tenido que hacer nada muy específico para tocarle los cojones, había sido la tontería de siempre pero el pobre cabrón estaba en la más absoluta de las mierdas, obviamente por lo que había presenciado yo la mañana del día anterior.

    La conejita en las fauces del lobo.

    Tenía que insistir, la película que se estaban montando todos esos idiotas era una cosa pero increíble, estaban revueltos entre sí a pesar de aborrecerse, aunque no quisieran ni verse en pintura todos terminaban entrelazados los unos con los otros. Cuando la bomba estallara por fin tenía que conseguir asientos en primera fila para tirarme todo el rollo.

    Como fuese apenas el imbécil me dejó ir agité la muñeca, regresando el pulso a su normalidad, y me senté en mi pupitre de nuevas cuentas para sacar los cascos y disponerme a reventarme los tímpanos como cada día, si tenía suerte me podía tirar una escenita como la del otro día con el príncipe y las enanas. Al menos era mi idea hasta que distinguí movimiento y giré el rostro mientras me sacaba los cascos, con la música todavía oyéndose.

    Well, well, well.

    Eché la espalda en el respaldo y le dediqué una sonrisa bastante amplia.

    —¿Mi tobillo? —pregunté solo para asegurarme—. De maravilla, todo bien.

    Quiero decir, con la oxicodona pues normal.

    Detecté el movimiento de una segunda figura, un chispazo rojo apenas un par de metros detrás de nosotras y contuve la risa. ¿Maze jugando al héroe o qué cojones? En cualquier caso solo avanzó hasta el escritorio de la profesora, sin siquiera dirigirme la palabra o algo y se sentó allí, para luego sacar el móvil y ponerse a tontear en apariencia.

    Booooring~

    —¿Viniste a buscarme solo para preguntar eso? —dije y me obligué a contener el ronroneo que amenazó con surgirme de la garganta—. Qué considerada~
     
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  17.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    Tremenda tontería, pero el rostro se me iluminó de sobremanera al escuchar que se encontraba bien de la lesión. Si tenía que ser sincera, me sentía un poco mal por no haberme pasado antes a preguntar, siendo que desde que la había visto parecía que había tomado la responsabilidad de asegurarme que se recuperaba bien o algo por el estilo.

    Tan emocionada estaba, de hecho, que ni me percaté del movimiento que había llamado la atención de la mayor y mucho menos de la presencia del chico pelirrojo. Aunque, a decir verdad, aun si lo hubiese hecho tampoco me habría dado cuenta de sus verdaderas intenciones y simplemente lo hubiese adjudicado como un alumno más que prefería quedarse en el aula a salir.

    —¿Eh? Ah, s-supongo que sí... —murmuré, sintiendo como el rubor comenzaba a apoderarse de mis mejillas en, wow, tiempo récord y todo—. También disculparme por haber no haber venido antes a preguntar, senpai.

    Volví a hacer una reverencia, en aquella ocasión algo más pronunciada, para complementar la disculpa. El pelo acompañó el movimiento y cuando me incorporé, varios mechos se quedaron por delante de los hombros.

    >>¡Pero me alegra que todo esté bien! Supongo que tienes cosas que hacer así que... será mejor que me vaya, no quiero molestar~
     
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  18.  
    Zireael

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    Pero qué ternurita de niña, de verdad, se le había iluminado toda la cara cuando le dije que estaba bien, como si le hubieran dicho que estaba libre de una enfermedad grave o quién sabe qué coño. ¿Qué hacía una muñequita de esas sin vigilancia dándome vueltas, la verdad?

    Ni siquiera la conejita parecía lo suficientemente salida como para acercárseme de esa manera, pero allí estaba Emily Hodges, puto suicidándose por un tobillo doblado y no iba a ser yo quien me quejara ciertamente, digamos que iba a aprovechar ese error en el sistema para divertirme un rato. Aunque claro, con guardaespaldas improvisados tampoco se podía hacer demasiado.

    Posé la vista en Mason un segundo cuando Emily hizo la reverencia y el idiota me dedicó una sonrisa de la suyas, inocentona, sin otra mayor intención aparente que la de saludar. La reflejé solo para seguirle el teatro, sin dejar de prestarle atención a la chiquilla.

    —¿Por no haber venido antes? Ah, tan bonita~ —dije clavando los ojos en ella—. No te preocupes, cariño.

    Estiré la mano para echarle a la espalda algunos de los mechones que habían permanecido al frente luego de que se enderezara.

    —¿Eh? ¿Y por qué no pasas el receso conmigo, linda? Te prometo que no muerdo~ —Sin levantarse del escritorio, Maze carraspeó la garganta aunque bien podía pasarse por alto.

    me estoy descojonando
     
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  19.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

    Piscis
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    No tenía motivos para pensar que la chica me estuviese mintiendo, así que simplemente la creí cuando dijo que no me preocupase. Por demás, que me dijese 'bonita' o 'linda' solo conseguía hacer que el sonrojo se mantuviese ahí, sin intenciones de retroceder en ningún momento cercano por lo que podía notar. Es más, pude confirmar que el rubor seguiría un largo rato cuando noté que extendía la mano para devolver un par de mechones a su posición original.

    Al menos podía ignorarlo con algo de facilidad, porque lo cierto es que su propuesta me hizo algo de ilusión. Había algo dentro de mí, algo muy muy profundo, que gritaba que no era una buena idea... pero nunca me había caracterizado por tomar buenas decisiones, si no más bien todo lo contrario.

    Asentí con la cabeza, sin poder esconder aquella emoción, y miré hacia los lados para comprobar el estado del aula. Fue apenas ahí que me di cuenta de la presencia del pelirrojo pero no tenía manera alguna de darme cuenta de sus intenciones de protegerme de un peligro mayor así que simplemente lo ignoré mientras me hacía con una silla y tomaba asiento a un lado de la chica.

    —¿Traes almuerzo, senpai? —cuestioné, dejando el par de cajas que había acabado trayendo siempre—. No es mucho, pero si no traes te puedo ofrecer este...
     
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  20.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
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    Estaba presionando los botones correctos para mantenerle el rubor en el rostro, digamos que el primero había sido accidental y luego solo seguí, pues porque era esa clase de perra y no me molestaba en disimularlo. Además la chiquilla no rehuía las aproximaciones, aunque era de esperarse viendo la clase de idiota que era.

    No esperaba que la mocosa fuese a unir los puntos nunca e incluso si era capaz de darse cuenta de la clase de suicidio que implicaba no creía que fuese a irse, su personalidad no era esa y punto. Las eternas cuidadoras eran así, aprovecharse de ellas era sencillo, implicaba poco esfuerzo y daba grandes resultados, pasando por cosas exageradamente simples como los apuntes de la escuela hasta un polvo.

    La vi repasar la clase con la vista, Maze la siguió con el rabillo del ojo y yo seguí allí, esperando sin mover un puto dedo a que ella se sentara. Ni siquiera respondí nada luego de que se sentara, extendí la mano para hacerme con una de las cajas apenas lo dijo y la abrí como Pedro por su casa.

    —¿También cocinas, linda? —cuestioné echándole un vistazo a la comida y luego le sonreí—. Eres el paquete completo.
     
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