Aula 3-2

Tema en 'Tercera planta' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Su expresión no varió un ápice. Era, a fin de cuentas, algo que esperaba escuchar. No era ni por asomo la primera vez que trataba con alumnos díscolos, con los animales del Sakura Gakkuen, y sin ninguna duda no sería la última.

    Se preguntaba de dónde procedía ese afán insano por romper las normas. ¿Era la usual rebeldía adolescente contra la autoridad establecida? ¿Era, meramente, una lucha por poder? Lo desconocía y en ese momento no estaba verdaderamente interesada en descubrirlo.

    Suspiró pesadamente.

    —Me parece correcto que estés esperando a la docente, es lo que hacemos todos como puedes comprobar—respondió con calma, sin titubeos. Con un tono modulado y educado en todo momento—. Pero hazlo en tu salón. Las normas impuestas por el Consejo están para ser respetadas.

    Para ser respetadas.

    Como ella las había respetado esa noche ¿verdad?

    La culpa volvió a reptar por su garganta como una serpiente hasta formarle un nudo prieto y tenso. Notando los labios repentinamente secos los humedeció con la lengua y tragó saliva con dificultad.

    Ah.

    Su tono se le antojó ácido y molesto incluso a ella, el dolor de su cabeza filtrándose discretamente en su voz. La impotencia, la tristeza y el enojo haciéndose una bola inmensa. Todo lo que Jezebel había logrado en segundos estaba nuevamente por irse a la mierda gracias a la conexión que hizo su cerebro entre la actitud de aquel joven y Cerbero. Era realmente algo impropio. Ella era una joven diligente, naturalmente calma. Esa mañana simplemente no estaba de humor.

    Cerró los ojos.

    >>Por favor.

    Realmente no quiero tratar con esto ahora.

    "Eh Suzu, no pierdas el tiempo"

    Abrió los ojos en ese momento. Perder el tiempo. Sí, probablemente era lo que estaba haciendo. La voz de Sonnen se clavó en su cerebro y la hizo retroceder en todo intento por racionalizar. Era una causa perdida. Ya había comprobado una y mil veces que no podía salvar a alguien que no quería salvarse. Enfrentar la autoridad, rebelarse como animales enjaulados, gruñir y revolverse era todo lo que parecían saber hacer. Todo lo que conocían.

    Ese chico. Y la joven del mechón blanco y el uniforme desarreglado.

    Como Wickham.

    Como Akaisa.
    Como la propia Welsh.

    No lo entendía verdaderamente. Y era esa misma curiosidad la que la había llevado en parte a tambalear todas sus convicciones morales y éticas, como si fueran un castillo de naipes.

    Escuchar a Jezebel casi la hizo suspirar con alivio. Al menos la joven tenía muy clara sus prioridades. Era mejor si no se rebajaba a entrar en su juego.

    Quiso darle las gracias a Altan por intervenir pero ni siquiera logró encontrar las fuerzas. Le dirigió una sonrisa breve, ligera. Ayudar y cuidar a todos era lo que siempre había hecho. Pero permitirse cuidar era también cálido.

    Apartó la mirada, cansada y observó las gotas de lluvia deslizándose por el cristal. Era la primera vez que deseaba poder escapar de allí. Materializarse con la lluvia y huir lejos. Al menos en el receso podría olvidarse un poco de todo.

    ...

    Qué día eterno iba a ser ese.
     
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    Una sonrisa curvilínea se dibujo en sus viriles labios ante el rechazó explícito acompañado de la ferviente burla por parte del pequeño cabrón, provocando que enterrara ambas manos en los bolsillos con parsimonia.

    —Evita proyectarte Altan —siseó relajando los músculos al restarle importancia—, disimula al menos.

    Desvió sus filosas pupilas de Jezabel. Disfrutaba más de ese tipo de comportamientos que el de las tipas ofrecidas que no provocaban más que potenciar su comportamiento irónico.

    Escuchó a Tolvaj y con eso bastó. Ya sabía dónde mandar a Violet en el receso para quitársela de encima, percatándose de la cantidad de improperios que soltaba Altan sin parar.

    —Orgullosa estaría tu madre de escucharte —soltó sarcástico hacia Altan, pasando del vocabulario políticamente correcto de la otra que solo se atravesaba como súbdita del niñato.

    Salió del salón ajustándose los auriculares, permitiendo visualizar algunas líneas negras de la tinta en sus abdominales, perdiéndose en el pasillo al conjunto de la música.

    Quién diría que un simple roce social terminaría en un juego de palabras malsonantes... Y amenazantes.

    Nada mal.

    Violet combinaría perfectamente en ese grupo risible.

    Ya tendría a quién encartar con su estorbo.
     
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    Al pedirle el favor a un docente que caminaba por el pasillo terminó llegando al salón buscado, sin embargo Natsu no estaba ahí aún, al parecer, no había llegado nadie al elevar la voz y saludar. Al menos confiaba en ello, y no en que estaba siendo cruelmente ignoraba, pues tampoco se escuchaba ni un murmuro. Dio un par de pasos con suavidad dentro del aula, recostándose en la pared con las manos tras su espalda al lado del marco de la puerta, procurando esperar que alguien más atravesara la entrada. La paciencia era una virtud marcada que interiorizaba bastante bien.

    Además, conocía a Natsu y si él aceptaba una petición, siendo en este caso conocer una chica que a ella le agradó llegaría en algún momento, mientras tanto esperaría pacientemente a la señorita Konoe.

    Solo esperaba no molestar con su presencia.
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Tenía demasiadas cosas en la cabeza. ¿Estaba haciendo bien? ¿Era, pues, lo correcto? Besar a Alisha-san en el pasillo se sintió extremadamente correcto e incorrecto al mismo tiempo. El roce de su piel incluso por encima de la fina tela de la camisa me produjo escalofríos y erizó mi propia piel. Mandó señales inequívocas en todas direcciones y disparó mi libido.

    Dios.

    Era meramente vergonzoso reconocerlo. Allí, en mitad del pasillo perdí el control. En mi casa, conmigo misma... perdí el control. Últimamente me salía por completo de mis propios esquemas. Después de tantísimo tiempo conteniéndome, de tanto tiempo escondiendo mis propios sentimientos, mi deseo, reprimida por mis propias convicciones morales y mi ética; cuando Alisha-san me dijo que me haría de todo mi mente se nubló.

    Se fue a negro.

    Todo lo que alguna vez había sido, todo lo que creía, todo lo que trataba de representar—la rectitud, la templanza, la deferencia—se disolvió con la facilidad de un azucarillo en una taza de té.

    No quería pensar.

    Solo quería sentir.

    Fue la mancha que terminó de calar el lienzo. Quedaban parchones blancos aún, apenas visibles, pero la negrura, la oscuridad, era lo que más resaltaba sobre aquel fondo antaño níveo y pulcro.

    Solo quería sentirla.

    Me llevé la mano al pecho e inspiré llenando mis pulmones de oxígeno. Ciento veinte. Ciento diez. Cien. Noventa y nueve. Conté mis pulsaciones aceleradas y me concentré en seranarlas.

    Taquicardia.

    Calma. Cálmate Konoe.

    Los nervios por las horas próximas me atenazaba como una garra helada el cuerpo. Todo estaba a flor de piel. No podía evitarlo ¿verdad? Estar nerviosa. Era a fin de cuentas la primera vez que tendría un encuentro de ese tipo. La primera vez que permitiría que alguien ajeno me tocase más allá de un beso.

    Y con Alisha-san.

    Con Alisha-san.

    Dios.

    Me mordí el labio inferior, tensa, y luché por poner en orden mis ideas al llevarme las manos a las mejillas mientras ingresaba dentro de mi aula.

    Sin embargo, nada más dar un par de pasos dentro mi mirada se encontró con la blancura pulcra del cabello de la joven que había conocido el día anterior. Esa pureza que contrastaba con el negro de las vendas que ocultaban sus ojos.

    Violet Balaam.

    —Oh—susurré para mí misma tomada por sorpresa. Por un momento me pregunté si tal vez se había equivocado de aula, si por algún motivo se había perdido o tal vez los sensores de sus muñecas no funcionaban apropiadamente. Pero decreté que no sería educado cuestionar algo así. Lo descubriría con el devenir de la conversación—. Muy buenos días Balaam-san.

    Me llevé un mechón oscuro tras la oreja, aún nerviosa y cuestioné suave y servicial:

    >>¿Puedo ayudarte en algo?
     
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    Zireael

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    Estaba clavándose una cagada de dimensiones colosales, en el fondo lo sabía y había preferido, en piloto automático, hacer la vista gorda. Hacía la vista gorda con un montón de cosas, lo había hecho con Kurosawa durante meses, lo hacía con todo el mundo a su alrededor y no sabía si era porque no percibía los colores del mundo o porque simplemente... Era más fácil.

    ¿De todas maneras por qué mierda le había soltado un cumplido a la enana? Se le había escapado como agua entre los dedos, imbécil como lo había dejado.

    No era de decir cumplidos, porque para empezar no era de acercarse a chicas, pero mierda no había ni un rastro de mentira en sus palabras. Aquella cascada azabache, como un río de carbón, con el contraste del fucsia chicle.

    Dios.

    Había pasado a los baños del tercer piso para echarse agua en el rostro, para enjuagarse los rastros de lágrimas, porque había llorado como un maldito bebé. Tenía los ojos enrojecidos y evidentemente irritados, no había mucho que hacer por eso. Con el rato se le iría pasando.

    Sacudió la cabeza al salir, tratando de sacarse las imágenes de Anna de la mente sin demasiado éxito. La secuencia se repetía de principio a fin. Los pasos haciendo eco en los casilleros, la jodida cría encarando al armario empotrado que era Usui, Kurosawa metiéndose y la otra idiota colándose para escupirle a wan-chan, como una puta suicida.

    ¿Qué había creído, que porque Shiori tenía esas pintas de muñeca no podía morderle la puta yugular, que no podía quebrarse?

    Si es que era tremenda estúpida.

    Luego cómo había señalado que estaba sangrando, como había tirado del gakuran. Le había limpiado los rasguños y la sangre, y se había quebrado. Ambos se habían quebrado y ella lo había acunado en su pecho, como si fuese un niño. Y al final... se había abierto, a pesar de los demonios, de las imágenes de los lobos persiguiéndola.
    Lo había dejado entrar, se habían cantando y ella había bailado como una pluma en mar abierto.

    Y lo había dejado absolutamente idiota.

    Mientras caminaba a la clase se había pasado la mano por el cuello, notando la gasa que cubría el profundo rasguño, la marca de la furia desatada de Shiori. Esa mierda iba a dejar cicatriz, lo sabía.

    Suspiró con pesadez. Alguien entró antes que él y de hecho reconoció el cabello de aquel rojo, casi rojo borgoña. Tenía color, lo había podido ver porque se aproximaba casi a partes iguales al rojo de la sangre y al magenta de la mirada de Hiradaira.

    ¿David Mason?

    No estaba en su anterior instituto, pero era un asqueroso parecido a Wickham, lo había visto a veces con muchachas de esa institución y algunas otras tantas lo había visto enredado incluso con las gyaru en las noches que se revolvía con el mundo de sombras. A veces lo agarraban a palos por meterse con la perra de algún pandillero y terminaba bastante mal parado, porque el chico aunque era alto no tenía músculo casi. Era bastante delgado a decir verdad.

    Al entrar a la clase lo vio tomar asiento en un lugar casi al azar. Junto a la puerta, con el rabillo del ojo, notó la silueta de Suzumiya, pero también la de Violet. Todos los músculos se le tensaron y aún así, porque ya de por sí era bastante tonto por sí mismo pero Anna lo había dejado aún más inútil, al pasar junto a la muchacha abrió la boca.

    —Buenos días, Suzu. —El tono plano de siempre.

    No la miró, eso sí, y tampoco esperó una respuesta. Siguió su camino y tomó asiento en el lugar del día anterior, detrás del sitio que era de Jez y hoy estaba vacío.

    Sintió la mirada de Maze sobre él un instante, pero lo ignoró olímpicamente. Seguro lo reconoció, de alguna de las veces que había terminado por darse de hostias con algún imbécil, fuese porque lo había cachado en sus porquerías sin consentimiento con alguna chica o solo por la pura diversión de parchar el mundo monocromático de rojo profundo.

    Con todo, Maze nunca se había llevado ningún golpe de parte de Altan. Podía ser un mujeriego de cuidado y ciertamente tenía unas vibras raras, pero de lo que había visto no era ningún violador el jodido. Podía caerle en las pelotas, sí, pero ya eso era asunto suyo.
    Además no había demasiada gracia en golpear a un idiota como Mason, parecía imposible de encabronar, así que era simplemente aburrido.
     
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    Insane

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    Se mantuvo recostada en la pared al cesar las vibraciones de las muñecas por el prolongado tiempo de contacto con el muro sólido, escuchando el tiktak del reloj a medida que esperaba, pacifica con el mentón hacia arriba, como si estuviese observando el techo si pudiese ver. Fue entonces que empezó a escuchar los pasos, acelerándosele el corazón como un pequeña que espera recibir un regalo de cumpleaños, siendo llamada por la dulce voz que conoció el día anterior.

    Se apartó de la pared para procurar quedar frente a ella, asintiendo suavemente con las mejillas manchadas.

    Había dado con ella.

    Por sus propios medios.


    —Buenos días —saludó inclinándose levemente.

    No estaba acostumbrada a hacerlo, pero no quería faltarle al respeto.

    En cuanto levantó el rostro para hablarle la voz masculina llegó a sus tímpanos, conjunto a los recuerdos que la aturdieron, sin embargo permaneció estática, sin mostrar ningún ademán de incomodidad, cólera... miedo.

    Compartía clase con la señorita Konoe, probablemente en ese mismo salón estaría la chica que según Altan, Natsu molestó. ¿Habría llegado ya? Sacudió la cabeza suavemente al ensimismarte, deslizando sus manos hacia el frente, encontrándose con las manos de Konoe, deslizando sus dedos hasta llegar a los de ella, como si fuese su polo a tierra.

    —Quiero presentarte a alguien muy preciado —susurró al dar su voto de confianza enteramente.

    Podía ser ingenua, demasiado.

    —E-espero no estarte molestando —bajó aún más la voz al disculparse por quizá, ser inoportuna, o atrevida por osar tocarla sin tener su consentimiento.
     
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    Nekita

    Nekita Amo de FFL

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    Se había quedado un rato más observando el paisaje, mirando de vez en cuando hacia el mismo pasillo para tratar de ver quien entraba a los salones porque en realidad, no tenía muchas ganas de llegar a algo vacío y sentirse incómoda por lo mismo, sin saber cuánto tomarían sus compañeros en llegar o cuanto le tomaría a ella no sentirse como un cachorro abandonado al estar sola así que, cuando notó que más gente se adentraba a su aula asignada prácticamente dio un saltito de emoción antes de iniciar su caminar.

    Sus compañeros lucían muy lindos y quien sabe, quizás también lo fueran.

    Abrió la puerta con delicadeza y después de asomarse un poco para comprobar que en efecto no los había alucinado, suspiró algo más aliviada antes de cerrar la puerta tras ella. —Muy buenos días, compañeros~ —Recorrió a todos con cierta emoción en la mirada antes de dirigirse a alguno de los asientos cercanos a la ventana para dejar su maletín en la silla y ella dar un pequeño salto para sentarse en el escritorio —, espero que llegar tan tarde no afecte nada. —Acomodó su bufanda un poco para que esta no cubriera tanto sus labios y la sonrisa se notara.

    —Me llamo White Anna, un placer~

    Esa era la forma correcta de presentarse, ¿no? Esperaba que sí.
     
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    Insane

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    Al entrar notó la silueta de Violet, llegando hasta ella sin tener que esforzarse demasiado al estar casi en la puerta de entrada, denotando el cabello violáceo. Fue entonces que identificó la persona que tanto quería presentarle.

    Imposible.

    Si no fuese Violet quien le solicitó su presencia hubiese chasqueado la lengua, gruñido, o lanzado un comentario ácido, pero había denotado la alegría de la chica en los casilleros, las mejillas teñidas en ese momento, la sonrisa delicada y el contacto físico. Balaam no era de estar tocando a alguien porque sí, complicandose ella misma la vida diaria tras la ceguera, pese a que él le reprochó aquello ella continuó aferrada a que no iría por el mundo pidiéndole a las personas que la guiaran, ayudaran o aconsejaran.

    Era su decisión.

    Se aproximó lo suficiente como para estar tras ella, viéndola voltearse como solía hacer cada que inhalaba su colonia, elevando el rostro como si pudiese verlo. Entonces sintió el cómo los dedos ajenos se deslizaban desde su antebrazo hasta llegar a la punta de sus dedos, escuchándola hablar.

    —Natsu —susurró juntando su tosca mano con la grácil de la niñita que tenía la facilidad de tocarle los cojones—, ella es la señorita Konoe —a medida que hablaba sus orbes comenzaban a fulminar a Suzumiya con la mirada—, él es Natsu Gotho —los presentó como si fuesen niños de primaria—. Es una persona muy preciada, y quisiera que se conocieran.

    La notó morderse el labio inferior nerviosa.

    Y en definitiva, él estaba fastidiado, aún así no apartó sus dedos de los de Konoe al mantenerse la mano de Violet en su muñeca.

    Solo faltaba que le presentara a Altan, para ponerle la cereza al pastel.
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    ¿Presentarle a alguien? Konoe escuchó las palabras de Violet con atención, interesada, y dirigió un vistazo breve a su alrededor. Sus orbes morados inspeccionaron con atención el entorno. Hasta el momento no había reparado en las nuevas figuras en el aula. ¿Quién podría ser esa persona? ¿Acaso el joven de cabello rojo? ¿La jovencita rubia que acababa de entrar?

    —Buenos días Sonnen-kun—saludó a Altan con una sonrisa gentil al verlo pasar. Su voz había tenido el tono monocorde de siempre y aunque era perceptiva, no lo era lo suficiente para intuir que realmente no estaba por la labor de ser el mismo tosco de usual.

    De cualquier forma tenía la cabeza ocupada con sus propios problemas. Aún trataba de lidiar con su nerviosismo.

    —No es una molestia Balaam-san—le dijo a la muchacha con suavidad, conciliadora, aceptando el tacto cálido de sus manos. Se veía tan frágil, tan indefensa. Hizo una reverencia gentil a pesar de que sabía que no podía verla—. Será un honor conocer a esa persona preciada para ti. De hecho...—sostuvo el mechón oscuro tras su oreja en un ademán tímido y esbozó una sonrisa ligera— me halaga que confíes en mí lo suficiente para permitirte presentarme a tus amigos.

    >>Me pregunto quién podría ser.

    No tardó en descubrirlo. Su cuerpo se tensó por puro instinto cuando lo vio ingresar al aula como la última vez. Alto como un poste, de rudo aspecto, con el cabello negro señalando en direcciones distintas.

    La sangre se le congeló en las venas de súbito.

    No podía ser.

    ¿Él?

    ¿De verdad? ¿Entre todo el mundo?

    Le dirigió una mirada de soslayo a Violet, contrariada y regresó la vista hacia el tipo tatuado cuando se acercó a ambas. Era él ¿verdad? ¿Lo conocía? No podía creer que tuviesen una relación. Pero tal vez no era quien para hablar. Ella misma tenía una persona preciada que era una rebelde a la idea de obedecer y acatar las normas del centro. Sería hipócrita y muy poco educado por su parte si le reprochaba nada.

    Exhaló. Un suspiro que ni siquiera sentía haber estado conteniendo. Un suspiro que buscaba serenarla y centrar sus ideas.

    Violet se había tomado la molestia de querer presentarle a una persona que quería y no podía simplemente rechazarlo. Sería diligente, mantendría las formas y sería educada en todo momento.

    Como siempre.

    Se mantuvo tensa, sin embargo. Su mirada buscó brevemente a Altan por simple inercia y descubrió con sorpresa que la mesa de Jezebel estaba vacía. No tuvo tiempo para cuestionar. Su ceño se frunció ligeramente cuando sus manos se encontraron. Cuando Violet los presentó como si fueran niños de primaria. Manos rudas, ásperas y viriles. Jamás pensó tocarlo.

    Ghoto Natsu.

    Soltó su mano con algo más de brusquedad de la que hubiese deseado o considerado apropiada a los pocos segundos sintiendo que el tacto empezaba a quemarle la piel y nuevamente se inclinó ante él. Los mechones oscuros le enmarcaron el rostro y le acariciaron las mejillas.

    —Es un honor Gotho-kun—dijo con el mismo tono educado de siempre, casi átono, negándose a permitir filtrar un mínimo de su desazón y molestia en su voz—. Como Balaam-san, imagino que llevas poco tiempo en el centro. Espero que sepas acatar las normas impuestas por el consejo
    .

    O casi.
     
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    Zireael

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    Con todo y que seguía con el cerebro putamente frito, puso atención a la conversación que se desenvolvió entre las chicas porque después de todo no tenía realmente nada mejor que hacer.
    ¿Presentarle a alguien? De nuevo los hilos que conectaban el mundo salieron a relucir, plateados, monocromos y salieron de la 3-2, en la dirección que fuese que se encontrara Natsu Gotho. La chica había llegado sola a ellos el día anterior, pero había saltado como...

    Como Kurosawa había saltado por Usui.

    Qué puta cagada.


    En esto estaba cuando otra chica entró, tomó asiento y se presentó.

    White.

    Anna.

    Tenían que estarlo jodiendo, de verdad. De todos los nombres posibles en el maldito Japón, ¿qué posibilidades habían? ¿Qué malditas posibilidades habían de que le atravesaran el nombre de la idiota que le había desajustado el cerebro de niño prodigo?
    Se revolvió incómodo en el asiento mientras regresaba la atención a la conversación de Suzumiya y Balaam, sin mirarlas realmente, solo estaba escuchando.

    Justo como esperaba que ocurriese Gotho apareció en la clase y la chica presentó a ambos como si fueran un par de críos. Los observó apenas por el rabillo del ojo, notando la tensión en el cuerpo de Suzumiya y notó que en algún punto ella lo buscó con la mirada.
    No iba a hacer nada en tanto el idiota de Natsu se comportara, porque ciertamente no quería acercarse al incordio que era Balaam en tanto le fuese posible.

    Suzumiya, de todas maneras, había logrado responder con el tono de siempre.

    "Espero que sepas acatar las normas impuestas por el consejo".

    A ver, ¿eres idiota? ¿Qué clase de imbécil le dice eso a un tipo como Gotho?

    La misma estúpida que estaba colada como una imbécil de una de las cabezas de Cerbero.


    Apoyó el rostro en su mano y desvió la mirada a la ventana, observando el cielo despejado.

    Qué desastre de escuela, de verdad.

    que me clave un post de relleno bien sabroso dicen
     
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    Insane

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    Sus delgadas manos permanecieron en cada una de las ajenas, sintiendo el repentino alejamiento de Konoe, provocando que se tensara visiblemente hasta que la escuchó hablar. ¿Quizá había presionado a una persona sumamente respetuosa a tomar la mano de otra? Aquella presentación la hizo relajarse mostrando una sonrisa cálida, alejando su tacto de Natsu. Él estaba callado, como solía ser. No había nada mal, nada fuera de lugar.

    Altan estaba equivocado.

    Él no fastidiaba a nadie.


    Ajena, no se dio cuenta de la sonrisa soberbia de Gotho hacia Konoe, al verla retirar el tacto y presentarse, ensimismada en sus pensamientos sobre invitarla a pasar tiempo con ellos dos, quizá leyendo. Ambos amaban hacerlo, y lo que recordaba sobre los intereses de la señorita Suzumiya era condescendiente, ciertamente no deseaba ser inoportuna... pero quería compartir su tiempo con ella, agradecerle por ayudarle en la máquina de bebidas.

    —¿Podemos vernos al final de clases?

    [​IMG]

    <<Un honor.>>


    Claro que era un honor para alguien como ella, tocarlo a él.

    —Hmph —siseó notando el cómo por un instante buscó a Sonnen. ¿Le tenía miedo acaso? Qué asco de chiste, cuando ella quería estarlo reprendiendo por cualquier cosa en su primer día, como una mocosa fastidiosa, de esas que le hacía falta una amonestación—. Konoe —seco, áspero. Aprovechó de lleno el llamarla sin honoríficos, por su nombre directamente. Violet se inclinó conteniendo la emoción, inocente al ser extranjera y no acostumbrarse o entender de lleno.

    Carecía de intenciones para estropear la amistad de Violet, a fin de cuentas le agradaba en lo más profundo de su ser que se estuviera involucrando con niñas estúpidas como aquella, sin embargo a él, personalmente le desagradaba. Escuchó la invitación sobre el final de clase, y ladeó levemente la cabeza, viéndola desde arriba.

    El diablillo punzó, sin siquiera suavizar la expresión de fastidio.

    Ya tenía ideas sobre si Konoe se les unía. Si accidentalmente Violet los dejaba solos por un momento.

    Fue entonces que calló en cuenta del puesto vacío de Vólkov, torciendo apenas los ojos. Buscó en su bolsillo el celular y comenzó a marcar al número que Kohaku le proporcionó, grabándolo con anterioridad en el salón de clases.

    Comenzó a sonar, y a sonar.

    El celular de Altan.
     
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    Afiló su mirada, molesta. Con toda su calma y su actitud deferente, aquel perro díscolo tenía una facilidad ridícula para sacarla de los esquemas.

    ¿Y sin honoríficos?

    Suzumiya-san—corrigió con cierta aspereza, su voz mostró una seriedad tosca. Enmascaró su molestia pero para cualquiera que la conociera lo suficiente sabría decir que lo estaba. Le crispaba los nervios. La forma en que la miraba con superioridad, como si fuese menos que una piedra en su zapato. Sacudió la cabeza levemente adecentándose el cabello en un gesto obstinado—. Preferiría que no te tomaras tales confianzas, Gotho-kun. Aún no nos conocemos y no es apropiado.

    Le sostuvo la mirada como si pretendiera desafiarlo. No le asustaba, no le intimidaba. Ella era Hestia y se había metido de lleno en las fauces de Cerbero. No bajaría la cabeza ni daría su brazo a torcer, apartar tan siquiera la mirada sería una derrota y ella podía ser verdaderamente tozuda cuando quería serlo. Especialmente cuando la provocaban.

    Miró a Violet y su gesto mostró absoluta consternación al escucharla. ¿Juntos? ¿A la salida? Era una broma ¿cierto? Por un instante deseó decirle que no. Deseó negarse. De ninguna manera quería encontrarse con Natsu al final de clases. Prefería mantener las distancias y vigilarlo desde lejos.

    Bien lejos.

    Pero no podía decirle que no. Violet no tenía la culpa de que su persona preciada fuese tan rastrea. De que hubiese pretendido acosar a Jez y quién sabría qué más. Haría la vista gorda.

    Tensó los labios.

    —Durante el receso estaré ocupada Balaam-san—su tono se suavizó al volver a hablarle. El receso. Logró enmascarar su nerviosismo y exhaló con lentitud—. Pero estaré libre a la salida.

    En ese momento una peculiar melodía irrumpió el silencio y los murmullos del aula. Konoe se giró en la dirección de la misma.

    Altan.

    Había que mantener el móvil apagado durante clases.

    Sintió su cabeza punzar, martillear insistente por la tensión acumulada y se llevó la mano a las sienes.

    Ah, dios.

    Otra regla rota.
     
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  13.  
    Nekita

    Nekita Amo de FFL

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    O quizás si se podía dañar un poco la convivencia.

    Sopló aquel mechón de su cabello que cubría su rostro y dio el salto de su escritorio para poder estar en el suelo de nuevo, tan siquiera era capaz de oír las demás presentaciones que estaban haciendo los demás para conocer un poco a sus compañeros: Natsu Gotho, Konoe Suzumiya, Balaam. Acomodó su bufanda nuevamente y colocó el maletín en el lugar correspondiente del escritorio y se sentó antes de sacar unos audífonos y su celular para poder escuchar algo de música manteniendo su mirada en la ventana.

    Ah~

    Presentaciones con drama, no era lo que buscaba, pero tan siquiera había aprendido algo.
     
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  14.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Le había tocado los ovarios a Suzumiya, ¿cierto? Claro que sí, la cabrona había estado revuelta con las putas almas condenadas del Inframundo y aún así se debaja alterar por un imbécil como Natsu Gotho.
    Era, a fin de cuentas, una cría y lo peor es que su crianza de japonesa prototípica ya no era capaz de justiciar la estupidez de que evidentemente desconocía la manera de decir que no.

    Miente, idiota. Miente si no te ves en la capacidad de decir que no directamente.

    No tienes que lidiar con Gotho si no te viene en gana.

    Ni siquiera por Balaam.


    En determinado momento su móvil empezó a sonar y vibrar en el bolsillo. Al sacarlo tuvo que contener la carcajada que amenazó con surgirle del pecho, no porque reconociera el número, sino porque en ese contexto no podía ser otra persona. Regresó la vista al pupitre, luego giró el cuerpo y encaró a Natsu, con el móvil levantado, con la pantalla en su dirección.

    En el rostro se le formó una de sus clásicas sonrisas prepotentes.

    ¿Ishikawa había recibido alguna compensación por el favorcito de mierda a Gotho? De ser así y si Natsu lo pedía de regreso lo traía sin cuidado, podía compensar la cantidad y dársela sin problemas al chico, que le había salvado el culo a su amiga. Incluso si se metía con él directamente estaba dispuesto a interponerse también.
    Como fuese bastaba con encontrarlo en el receso y seguramente estaría con Anna o cerca de ella.
    Notó la reacción de Suzumiya a la situación y, en vez de contenerse, solo se comportó como el cretino que había sido desde que tenía memoria.

    —Debiste darte cuenta desde el minuto cero, Suzu, que me la sudan casi todas las reglas de cualquier escuela donde ponga un pie. —Balanceó el celular de un lado al otro, sujetándolo por una de las esquinas—. Sin embargo, ¿no debería haber una norma sobre el acoso? Me parece significativamente más importante que una tontería de japoneses exagerados como no tener el móvil encendido en clase, aunque ni siquiera lo estés usando.

    Ese tiro podía salirle por la culata y romperle todos los dientes, teniendo en cuenta la situación con Balaam, pero aún así estaba dispuesto a correr el riesgo. Salir sancionado o expulsado él mismo, aunque hubiese actuado en un vacío legal mezcla de pánico y defensa propia.
     
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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    La voz profunda de Gotho caló en sus tímpanos, asintiendo ante lo que decía Konoe. Qué grosera había sido ella al no denotar aquello, disculpándose al llevar las manos al pecho, jugando con el lazo escolar nerviosa.

    —Lo lamento Suzumiya-san —se lanzó al frente, con el rostro caliente. Había sido error suyo, quizá por ello Gotho se había tomado la ligereza de llamarla sin ninguna preocupación por su nombre, saltándose la formalidad del apellido.

    Podía ser tan terca como ciega.

    Inquieta tragó grueso hasta que la escuchó aceptar su petición sobre pasar tiempo juntas al finalizar la jornada escolar, relajándose levemente hasta que escuchó un celular sonar. Revisó el suyo nerviosa ante la mención de las reglas de la academia, apagándolo al no estar vibrando. No conocía ciertamente cada una de ellas. Suspiró. Debía sacar tiempo y pedirle a Natsu que se las leyera, sin embargo sabía que aquella petición tendría un imposible como respuesta.

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    Las palabras de la niñata le atravesaban de un lado a otro como un río infestado de plaga, quedándose únicamente con aquella tensión que logró percibir. Estaba logrando cabrearla con solo llamarla directamente, ¿cuánto más podría lograr si se esforzaba un poco más? Le sostuvo las filosas pupilas como si sus palabras se desvanecieran en la misma medida en que su grácil voz dejaba de sonar.

    Violet le había permitido joderla sin siquiera saberlo, ¿quién lo diría?

    En cuanto la notó mirarlo desde abajo, con aquel tinte desafiante tan solo se permitió mostrar soberbia, en una pequeña sonrisa ladina, enterrando la mano izquierda en el bolsillo. ¿Qué creía? Que iba a hacerlo retroceder con aquellas pupilas violáceas, ingenuas; como se notaba que no lo conocía ni un poco, osando siquiera sostenerle la mirada, vaya niñata.

    Se la sudaba.

    los dedos de su mano derecha se deslizaron por la pantalla táctil, escuchando casi al instante el timbre dentro del salón de clase, arqueando una de sus perfectas cejas negras. Si no fuese porque Altan estaba ahí, mirándolo hubiese tirado el móvil al suelo, con la fuerza suficiente para quebrarlo, controlándose apenas para apretarlo con los dedos. El hijo de perra se estaba burlando.

    Kohaku.

    Maldito bribón.


    Frunció el ceño, apenas.

    —Ya veo —siseó colgando.

    En cuanto iba a continuar dominante, fue interrumpido.

    —¿Acoso? —la dulce voz de Balaam deslizarse por las cuerdas vocales un poco más fuerte de lo que solía hablar—. Es completamente inapropiado que irrumpas las conversaciones ajenas, Sonnen —la notó mantenerse con los dedos en los tablones de la falda escolar, con aquel aire calmo pero firme—. Suzumiya-san, te estaré esperando al finalizar la jornada. Muchas gracias... y por favor, disculpe las molestias.

    ¿También conocía al imbécil de Altan?

    Se sintió ser sujetado de la muñeca.

    Violet lo había llevado fuera.
     
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  16.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Todo ocurrió demasiado deprisa. Ajena como era a los acontecimientos y a la acción audaz de Kohaku en lo referente al número de Jezebel no pudo seguir la situación como debería. Permaneció algo al margen hasta que Natsu y Violet se marcharon.

    Y entonces se giró. Su largo y liso cabello oscuro, casi negro, acompañó con gracilidad el movimiento.

    —Hey normas contra el acoso, Sonnen-kun—respondió con severidad—. Pero debido a que te la sudan todas las reglas de cada escuela en la que pones un pie, no debiste notarlo.

    Seguía molesta. Seguía crispada y era meramente evidente. Se acercó hacia Sonnen y como si se tratase de una acción mecánica empezó a abotonar con habilidad los botones desabrochados de la camisa de su uniforme.

    Ni siquiera le dio tiempo a quejarse.

    —¿Qué fue eso?—cuestionó sin cesar su tarea, ágil y habilidosa—. ¿Pretendías salvarme?
     
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  17.  
    Zireael

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    Soltó una risa sin gracia ya no a la reacción de Balaam o de Gotho, que había ignorado olímpicamente, sino a la respuesta de Suzumiya.
    Regresó el móvil al bolsillo, sin apagarlo todavía, y cuando se dio cuenta tenía a la chica encima arreglándole el uniforme.
    Se tensó, el toque de Suzumiya logró tensarlo contrario al toque de Hiradaira y se reprendió mentalmente por caer en ese pensamiento.

    Controló el impulso de apartarla con un manotazo y se limitó a retirarla casi con cuidado. Deshizo su trabajo inmediamente después, hastiado.

    Para ser una japonesa prototípica tocas demasiado a la gente cuando no te lo pide.

    —¿A ti? —Rio de nuevo, echándose sobre el respaldar de la silla—. No pretendo salvarte de nada, Suzumiya-san. Te tensaste, me miraste... ¿Por qué tontería moral aceptaste verlos si uno de ellos te incomoda? Ese tipo de mierdas podrían costarte caro algún día, joder.

    ¿La idiota de Konoe había logrado crisparle los nervios? Sin duda.
    No esperó a que la chica respondiera, volvió a apoyar el codo en la mesa y el rostro en su mano. Clavó su mirada de ciénaga en ella.

    >>Te haré el cuento corto, porque ni tú ni Balaam entienden un alto porcentaje de la estupidez que acaba de pasar. —Quería partirse el culo riéndose del idiota de Natsu, pero eso podría hacerlo con Ishikawa, estaba seguro. Empezó a hablar bajo, casi pretendiendo que sólo ella lo escuchara—. Ayer mientras tú estabas en tus cosas y tus descontroles hormonales, Ishikawa, amigo de Hiradaira, estaba trabajando de lado del incordio de Gotho. Bueno, pretendió hacerlo, su trabajo era conseguirle al puto necio el número de Jez, pero pidió el mío en su lugar al saber que ella ya había dicho que no quería nada con él. ¿Qué pasó entonces? El muy imbécil, al no ver a Jez aquí, pretendió llamar al número y sorpresa, descubrió más temprano de lo planeado la gracia de Ishikawa. Te lo diré una vez, Suzu, para que lo tengas bien claro, si el maldito Gotho sigue acosando a Jez cuando ella ya fue clara, un móvil encendido o un uniforme desarreglado van a parecer un maldito chiste.

    Mi versión de la justicia está putamente torcida de por sí.

    Anna podía haberlo estabilizado, sí, pero tampoco iba a aguantar mierdas de nadie. Mucho menos de un jodido idiota que acosaba chicas con tal de quitarse el aburrimiento de encima y provocar algunas reacciones.

    Mucho menos después de lo que Anna le había contado, de la puta manada de lobos.
     
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  18.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Lo escuchó por supuesto, tensa como aún se encontraba, hasta que finalizó el cuento. ¿Por qué no se le había pasado por la cabeza? Los había visto. Había estado ahí cuando Natsu hacía negocios con Kohaku.

    Había sido testigo.

    Sabía que tenía que ver con Jez.


    Ayer reprendí a Gotho y a Ishikawa-kun en la enfermería—confesó cuando todo su trabajo cayó en saco roto. Altan no tardó en deshacerlo casi tan rápido como logró apartarla de sí—. Estaban hablando precisamente de conseguir el número de Vólkov, no te lo dije porque sabía que ibas a actuar justo cómo estás actuando ahora.

    Como un maldito imbécil.

    >>Yo no soy la causa de que estés molesto, Sonnen-kun, así que por favor no la pagues conmigo.

    Dios.

    Estaba tan molesta.

    El tono condescendiente y brusco de Sonnen no estaba ayudando en lo absoluto a serenarla. Sentía que le hablaba con la misma prepotencia que el propio Natsu y le hacía hervir la maldita sangre en las venas. Solo le faltaba la sonrisa socarrona en la boca.

    >>Gotho-kun no seguirá molestando a Jezebel—aseveró—. Me ocuparé personalmente de ello.

    Se apartó de él y caminó hasta tomar asiento en su propio pupitre. Había hablado con seguridad, guiada por el enojo que aún vibraba en su voz. Pero controlar a Natsu no iba a ser una tarea sencilla, especialmente porque lograba crisparle los nervios con una facilidad irrisoria. Dirigió la mirada hacia el pupitre vacío.

    Jezebel no estaba y nada daba muestras de que fuese a llegar más tarde.

    Jezebel no estaba.

    Por un instante se le pasó por la mente cuestionar. Indagar. Pero todo intento se quedó en eso, un simple intento. Siendo honesta apenas los conocía desde hacía un par de días, no podía pretender inmiscuirse en la vida de nadie. Tan solo esperaba que estuviese bien, que no le hubiera sucedido nada malo.

    >>Respecto a mi tontería moral... no puedo decepcionarla—cerró los ojos y exhaló nuevamente. Un suspiro cargado de resentimiento—. No soporto la prepotencia de Gotho, es cierto. Pero soy incapaz de negarme a las peticiones de Balaam. Se ve tan inocente. Tan frágil. Como si la sola brisa pudiera quebrarla.

    Recordó el tacto cálido y suave de sus manos cuando la ayudó a memorizar los botones de la máquina expendedora. Manos suaves y delicadas, ligeras como plumas de cisne. No podía ver. No podía apreciar los colores. Ni los paisajes. Ni las flores. No podía.

    Y se le antojaba aterrador.

    Abrió nuevamente los ojos y los fijó en los pozos negros, insondables. En las ciénagas de Altan.

    >>Quizás tú seas capaz de negarte y romper sus ilusiones cuando evidentemente está pletórica, Sonnen-kun—acotó—. Pero tú eres el que puede mimetizarse con los muertos del inframundo y pasar inadvertido para Cerbero, Hades. No yo.
     
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  19.  
    Zireael

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    Hades.

    Lo había nombrado cabeza del maldito Inframundo.

    Y eso sin tener ni puta idea de nada.


    ¿Pagarlo con ella? Ya quisiera la cabrona, si estuviera pagando algo con ella, si manifestara la mitad del fastidio que aquel gesto de tocarlo y arreglarle el uniforme, como había hecho Kurosawa el primer día, le provocaba, no estaría tan pancha.

    —¿En qué mundo idílico vives que crees que una reprimenda basta para detener a gente como Gotho, Hestia? Somos bestias de la calle y en la calle nadie se detiene en reprimendas. —Bueno, él pretendía serlo y había logrado una fachada bastante convincente. Podía estarle hablando como un maldito prepotente, porque eso era y tenía que darse cuenta algún buen día, pero tampoco pretendía ser brusco con ella. Con su maldito reflejo—. Tu propio talón de Aquiles no escucha tus correcciones conductuales, ¿por qué iría hacerlo Natsu?


    O yo.


    >>Ten cuidado de no hacer otra tontería, Suzumiya. Ya tuve bastante de cuidar princesas por un rato. —Sintió que el rasguño del cuello le enviaba una punzada ligera de dolor por primera vez. El resto de sus palabras fueron como el gruñido bajo de un gato, apenas una advertencia, porque de hecho estaba empezando a encabronarse no por la estupidez de Gotho que estaba controlada con eso del número y el hecho de que por unos días Jez no estaría, sino por los líos morales de mierda que se traía Konoe—. No hay que estar mezclado con los muertos para tener la decencia de explicarle que estás incómoda a la chica, incluso si le duele saberlo. Se supone que la gente dialoga, no es que yo sepa de esa mierda, pero se supone que lo hace. Deberías dejar de preocuparte por los demás y preocuparte por ti una maldita vez en la vida, tonta onee-san.

    ¿Había robado las palabras de wan-chan? Ugh, qué fastidio.

    De todas formas ese fue el fin de la discusión, incluso si la otra, alterada como estaba, respondía algo él no iba a replicar. Incluso podría salirse de la puta clase con tal de evitar que aquella cuerda se estirarla al punto de que no volviese nunca a su forma original.

    No podía hacer nada por Konoe si era tan jodidamente suicida.
     
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  20.  
    Yugen

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    Onee-san.

    Le había llamado onee-san.

    La hermana mayor de todos.

    Lo escudriñó un instante con la mirada, ceñuda aún. ¿Entonces era eso? ¿Se preocupaba por ella y era incapaz de expresarlo con algo que no fuese un tosco gruñido? Aquella conversación empezaba ciertamente a pesarle. No entendía por qué Altan estaba realmente tan molesto aunque no necesitaba ser un maldito lince para comprender que tenía que ver con Jezebel.

    Su propio talón de Aquiles.

    ¿Era porque no estaba? ¿Habían discutido quizás? ¿Era por todo el asunto de Gotho y Violet? ¿Por qué mierda era?

    Soltó una risa sin gracia por la nariz, algo más similar a un bufido.

    No necesitaba dar explicaciones de por qué hacía o dejaba de hacer las cosas. Quería cuidar de Violet. Quería estar ahí para ella. Siempre había pasado por alto sus propios deseos y necesidades en pos de complacer a los demás, no conocía otra cosa. No le preocupaba ni le molestaba hacerlo y además, si iba con ellos, podía vigilar a Gotho como había dicho que haría. Ahora que se estaba permitiendo pensar un poco más en sí misma y escuchar lo que su corazón quería, sentía que iba a perder el control de un momento a otro.

    —Nadie te pidió que me cuidaras, Sonnen-kun—fue todo lo que dijo con cierto tono áspero y volvió la cabeza hacia la ventana—. Y si lo vas a hacer, al menos no actúes como si fuera un fastidio. Porque si es un fastidio, agradecería que no lo hicieras en primer lugar.

    Y ese fue el fin de la discusión. La puerta del aula se abrió en ese instante e ingresó Akuma-sensei con su abundante mata de cabello rojo. Por fin iban a comenzar las clases.

    Dios.

    Concentrarse en las explicaciones y en los apuntes le ayudaría a mantener sus ideas bajo control.
     
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