Era desconfiado a cagar, así que verla tan amigable a la primera me hacía sentir no sé, fuera de base, pero le seguí el juego porque era una señorita, una muy bonita y no tenía nada que perder por ampliarle el círculo social. A la final era ella quien se había acercado voluntariamente a hacer un nuevo amigo, y bueno, una amiga más una menos no hacía la diferencia. —No mucho en realidad, creo que como mes y medio —saqué de la mochila un paquete de papitas, las destapé y le ofrecí pues por si le apetecía—. ¿Y a ti que te trajo a este agujero de niñitos ricos? —repasé sus facciones y torcí la sonrisa. Ella encajaba igual entre este montón de pudientes, solo había que verla. Y aunque yo hiciera parte de la bola también, parecía más una falla a la regla con las apariencias que me mandaba. —¿Y trajiste almuerzo a algo, Anastasia? —el nombre si que se me complicó pronunciarlo.
En si ni yo creía lo que estaba haciendo ahora, no era el tipo de persona que se acercaba alguien así por así, mas si no tenia nada que decirle o que se yo algún plan tenia que tener ¿no? Toda la vida me la había pasado observando quien se me acercaba y con que intención lo hacían. Me había criado así, el mundo en que había nacido me había enseñando ser de la forma que era. ¿Pero que estaba haciendo ahora? Vaya saber que era lo que realmente quería cerca de este chico, el impulso me gano suponía. Y yo que me consideraba una persona calculadora. Pero ya lo había hecho y de nada me servia lamentarme, las decisiones que tomaba era por que las deseaba así fueran por puro impulso y como ya había pensando no me haría mal tener amigos aquí, miestras más rápido me acostumbrara y me relacionara con este lugar pues, mucho mejor para mi. Y para no mentir el chico no estaba para nada mal. Entonces reí cuando me pregunto que me había traído a este agujero de niñitos ricos. Si el supiera. —¿Yo? ¿Puedo decir que fue por que simplemente, estar en Rusia me aburría? —lo mire fijo por unos segundos hasta que note como sacaba unas papitas de su mochila y las abría para ofrecerme y suponía que era por si me apetecía comer, mis ojos bailaron otra vez a los suyos mientras invadía su espacio nada muy loco —. La historia en si es muy larga y si te la llego a contar me temo que —sonreí—. Tendría que hacer algo para que te quedaras en silencio. Con eso me aleje en el momento que oí su pregunta sobre si había traído almuerzo. —No, siempre compro el cafetería cuando me da ganas de comer, o si no pues simplemente no como —desvié mi mirada a las papitas —. Pero ya que eres un caballero ¿no? no estaría mal si me compartes ¿lo único que trajiste? —al final había hecho una pregunta mientras estiraba mi mano para coger una, después de todo el me las había ofrecido. >> Por cierto puedes llamarme Ana si se te complica pronunciar mi nombre completo.
Solo había que ver la libertad que tenía la niña para decir que la había traído aquí el aburrimiento, aunque no era quien para juzgar si a la final con mi hermanos nos habíamos mudado por no querer dejar sola a Gen, que con el control que tenía su madre sobre ella sino fuese por nosotros por pretencioso que sonara la muchacha ya habría tirado la toalla. Como fuese, la chiquilla albina soltó algo que si me lo decía debía permanecer en silencio y no filtré la risa, mirándola lo más de divertido. —Soy bueno guardando secretos —anoté sin intención real de que me lo contará. Comentó también que no solía traer almuerzo, sino más bien comprar, a lo que ladeé la cabeza ligeramente—. ¿Quieres que bajemos? No es que me parezca el hecho de tener una señorita aquí pasando la hora del receso solo con unas frituras. Sería desconsiderado hasta para mí. —Aunque creo que sí me empacaron algo más, Ana —murmuré tomando la opción de su nombre, dejando las papitas ahí para que siguiera comiendo si le apetecía, y busqué de nuevo en la mochila. Bingo~ Tenía el bento con la botella de agua al fondo, atrás de los cuadernos. La chica del servicio lo había empacado está mañana iniciando su jornada de limpieza. —Aunque no sé realmente que traje, miremos a ver —lo destapé con aire distraído. No era nada muy diferente a lo típico, tres onigiris, verduras y unas salchichas fritas; regresé mis pupilas a las suyas—. ¿Eres vegetariana o algo?
La mañana había acabado siendo algo diferente a lo que había esperado, pero suponía que no había mucho que hacer contra los caprichos del destino salvo asumirlos y dejarse llevar por ellos con la mayor dignidad posible. Por supuesto, encontrarse con una amiga de Kohaku en los casilleros no era una cosa tan absolutamente dramática, pero tampoco negaría que me sentía profundamente avergonzada por no haber sabido disimular mejor mis reacciones ante la chica. En fin, lo hecho estaba hecho y, por mi propio bien, hice lo posible por concentrar todos mis esfuerzos en las clases de la mañana. Cuando la campana del receso tocó, sin embargo, volví a encontrarme en una situación que no me agradaba para nada, y es que no sabía qué hacer durante aquel rato. Estaba la opción de comer sola, pero no sabía si era lo más inteligente a hacer; también podía intentar buscar a Anna o a Kashya, pero la verdad era que no quería molestarlas más de lo necesario con mi presencia; Kohaku no era una opción para nada viable y... todo eso me reducía a una única posibilidad, al parecer. Me colé en el aula de Kakeru con una mezcla de valentía y timidez digna de estudio, pues si bien era cierto que ya me sentía algo (demasiado) cómoda en el pasillo de tercero, también lo era que me avergonzaba un poco entrar como si fuera mi aula cuando seguía habiendo algunos alumnos más repartidos por la sala. Intenté no prestarles demasiada atención, eso sí, y por suerte logré encontrar al chico con la suficiente rapidez para evitar cualquier otro acontecimiento. —Kakeru, buenas tardes... —murmuré al llegar a su lado, con una sonrisa pequeña pero sincera—. Quizás tengas otros planes, pero si no es el caso... ¿te gustaría que almorzáramos juntos?
A este ritmo iba a pedir un premio por atender a las clases con las mierdas rebotándome en la cabeza. Suponía que también era una vía para apartarme de los espacios ruidosos y, digamos, dejar de hacerme daño. En sí, sabía que pensar demasiado era contraproducente. El mundo giraba lejos de nuestro alcance o nuestro poder, la mayoría de las veces no había nada que pudiéramos hacer. La campana sonó y tomé aire, soltándolo en una suerte de bufido. Revisé el móvil, leí por encima los mensajes en el grupo y abrí Instagram por pura inercia. Me distraje allí hasta que noté, de reojo, que alguien se detenía a mi lado. Me sorprendió reconocer a Emily y casi al mismo tiempo me puso nervioso, pues asumí de cajón que si estaba buscándome específicamente a mí tenía que relacionarse con Anna. ¿Le habría escrito durante el fin de semana y no habría recibido respuesta? ¿Sabría algo que yo no? No, lo más probable era que buscara respuestas. Pero ¿debía decírselo? Le sonreí para disimular mi propio huracán de pensamientos y dejé el móvil sobre la mesa con movimientos cuidadosos. Utilicé las manos libres para abrir las palmas en un gesto que pretendía mostrarle mi pupitre vacío. —Mi único plan era ver reels durante una hora —bromeé, y asentí con suavidad—. ¿Adónde te gustaría ir? ¿O prefieres que nos quedemos aquí? Contenido oculto kakeru: no wa overthinkear also kakeru, tres doritos después:
Sabia muy bien que si le llegaba a contar a este chico que me tenia aquí pues iba hacer super difícil, y mas que nada por que sabia que no lo tenia permitido era una locura completa y simplemente era demasiado para mi ser hija de quien era como para decirle a el que mi papá era, ¿como podía decirlo? Eso mismo el pakhan de la mafia rusa. Rei en poco cuando dijo que era bueno guardando secretos. —En si el secreto es demasiado grande —entonces mi mirada por pura broma se torno algo seria, mientras lo miraba fijo—. Algo de pista pues mi casi papá —y no le podía decir papá completamente por que era el de Eda—. Nos mando hacer algunas clases de negocios a mi y algunas amigas por así decirlo que van mas allá de lo que puede ¿que ya te estés imaginando?. Prácticamente mi vida en mi mundo dependía de ser la reina del hielo, hacker e princesa de la mafia. En la forma en lo que lo dije puede que le fuera dado a entender de que se trataba todo, pero como había dicho el secreto es demasiado grande. Entonces negué cuando me pregunto sobre si quería que bajáramos, si supiera que me he pasado un día entero solo con una fruta o algún bocadillo. No dije nada más y tan solo me dispuse a observarlo al ver que buscaba algo que creía que le habían empacado, seguí comiendo de las papitas hasta que mire que saco un bento, lo observe en poco para después volver mi mirada para buscar la suya al escuchar la pregunta si era vegetariana. —No, no lo soy —repase el bento por puro reflejo—. ¿Tienes otros palillos? o no importa podemos compartirlos si quieres.
Me había preparado mentalmente para la posibilidad de recibir un rechazo por su parte, pues ya hasta le había dicho que quizás podría tener otros planes para el receso, y por eso mismo me mantuve especialmente atenta a su reacción después de mi oferta. Había estado con el móvil en las manos cuando yo llegué, así que lo dejó sobre la mesa tras hablarle y me confirmó que no tenía nada más planeado, lo que me hizo recuperar la sonrisa, algo emocionada, prácticamente al instante. —Uhm... —murmuré, mirando a nuestro alrededor con atención, antes de finalmente volver a centrarme en él con algo de timidez—. Preferiría que fuéramos a otro sitio, de ser posible. Podríamos ir al patio o a algún club que esté libre, también está la piscina... ¿Qué tal si lo echamos a suerte? Podemos escribir unos cuantos sitios en unos papelitos y elegir uno al azar —propuse, sonriendo suavemente. Contenido oculto kakeru: seguro que emi solo quiere verme para preguntarme de anna, qué más iba a querer si no meanwhile, emi: voy a pasar el receso con kakeru porque su presencia me tranquiliza PD: voy a tirar una lista con las opciones que me parezcan más viables y, si te parece bien, en tu post puedes poner que ha salido ese sitio al azar y vamos para allá uwu7
La cosa fue que la niña permitió, no, prácticamente dio en bandeja de plata información que no estaba pidiendo, pero quién era yo para detenerla cuando su carita se había puesto tan seria de un momento a otro. Comentó algo de su padre, o casi-padre, negocios, amigas y no sé qué más, lo que se me antojó en una risa que me tragué por respetarle su expresión bonita de por sí. La cosa era que la chiquilla tampoco sabía nada de mí, pero sería para cagarse de la risa si en algún momento le contaba quién era mi padre en mi país natal. Aunque a diferencia de ella, yo no le hacía favores a él. Ni a nadie. —Comprendo —murmuré solo para que supiera que le había escuchado todo con atención, y ya luego busqué el tenedor porque no era muy fan de los palillos para comer. Le extendí el cubiero a ella y giré el bento para que fuera la primera en comer. No era nada del otro mundo, pero par aun almuerzo la señora del servicio cocinaba decente se podría decir, así que no le vía tampoco un pierde significativo, —No, toca turnarnos señorita~ —de igual forma pesqué un oniguiri ya que podía sujetarse por el alga de la parte baja sin necesidad de desarmarlo de otra forma que no fuera a mordiscos, y en lo que tragué el primer pedazo le seguí la charla—. ¿Y qué tal el tour del primer día? ¿Algún club que te interese? Porque a la final yo había abandonado el que había aperturado, y tampoco tenía ganas de retomarlo, me aburría muy fácil.
En si me faltaba mas información para saber algo sobre quien era este chico y a que se dedicaba sus padres o mas bien vete a saber quien era el, cosa que no tenia el por que interesarme en saberlo ahora para eso tenia mis métodos ¿no? Tomando en cuenta claramente que yo le había soltado la mitad de mi vida por así decirlo, pero pensándolo bien no, aun faltaba mucho más. Note y repase sus expresiones por puras ganas por que en si era experta en leer a los demás pero claramente ese chico no me la estaba poniendo así de fácil. Así que veremos cuanto me permitía saber de el. Después de todo íbamos a estar a mano. —¿Y a ti que te trajo a este agujero de niños ricos? —murmure lo mismo que el por pura gracia, después de escuchar su comprendo. Entonces mire como buscaba algo que suponía que eran los palillos o no se con el comería el, solo parpadee cuando me extendió unos cubiertos los recogí sin más para después comer en poco. No era muy exigente con los alimentos así que se lo regrese apenas termine de masticar e de probar todo, y claro una sonrisa se formo en mis labios al escucharlo decir que teníamos que turnarnos. Y claramente sabia muy bien que significaba eso. —Estuvo bien, hasta podía decir normal —explique con calma—. El club de esgrima, lo practico desde siempre así que tal vez me inscriba y ¿Tu? ¿Cómo te fue en el primer día? ¿Estas en algún club? —lo mire de arriba a abajo—. Aunque pensándolo bien no te veo como alguien que se inscribiría a algo como eso.
Escuché la pregunta de rutina entre extranjeros, del cómo deparaste en este hueco y tal, lo cual se resumía a Génesis puntualmente, ¿no? el buscar un lugar lejos de esa bruja que tenía como madre controladora que no hacía más que succionarle la vida a la pobre, otro tanto por cuidarla, y en parte porque mi hermaano y yo estábamos de acuerdo en ello. No era algo que le soltaría así de alegría, por lo que ajusté apenas la información, o la generalicé en algunos rasgos. —Mi mejor amiga pensaba en mudarse ya que esta escuela tiene bastante renombre por fuera, así que a mi hermano y a mí nos apeteció seguirle la idea. Me encogí de hombros con la opinión del almuerzo. Mejor era eso a morirnos de hambre, y hacer pasar hambre a una señorita estaba fuera de mis normas generales, aunque tendría que disculparme por no ser algo de la mejor calidad, y más para alguien que tenía sus pintas. No sabía muy bien en que líneas se movía, pero no creía que fuese por la hilera de la humildad y el conformismo, realmente dudaba que poca gente de aquí escogiera ese camino. —¿Cuánto tiempo es desde siempre? —pregunté. El esgrima era un arte además de un deporte, pero me parecía aburrido hacerlo, aunque imaginaba que algún día podía mirar solo por curiosidad—. No, en ninguno. Aunque práctico deportes extremos por fuera, me gusta la adrenalina y eso. Como saltar de un puente y esas mierdas suicidas. —¿Y qué te aburría de Rusia ya que estamos? Un amigo mío es de allá y se le veía lo más de contento por esos lares~ Solo que no era mi amigo en realidad, y parecía que le caía mal solo por existir a Craig, pero nada que hacerle, no podía agradarle a todo el mundo.
Escuche todo lo que me respondió a la pregunta que le había hecho sobre que lo había traído aquí, asentí en poco, aunque prácticamente sabia que me faltaba mucha más información para conocer en algo a este chico, pero me conformaría con lo que me había dicho ahora. Después le diría a Eda que me ayudara a sacar más información de las fuentes que ella tenía. Mi vista aún seguía en el bento hasta que escuche su pregunta, lo mire fijo por algunos largos segundos. Me estaba preguntado cuanto tiempo practicaba esgrima, ¿no? —Desde pequeña, creo que tenía unos siete, ocho años —mi mirada se volvió pensativa—. Lo practicaba con mi abuelo. Me quede callada, ya que, no me valía dar más información de la que ya le había soltado hace unos momentos. No le dije nada más, solo sonreí cuando escuche lo que dijo. Así que deportes extremos. Prácticamente, ser hija de un pakhan era peor de lo que podría enfrentarme ahora. Suspire en poco al escuchar su otra pregunta, eso ya era algo difícil de responder, ¿no? ¿Lo haría? Podía ser. —Supongo que soy de los tipos de personas que se aburren muy rápido en un lugar, me valía salir mi país hace unos años, pero, después, me entro curiosidad saber que sería salir del mío, pero más que todo fue por la orden que recibe —aunque ya había salido de Rusia algunas veces, pero eso no le diría entonces ladee en poco la cabeza al escuchar que tenía un amigo que también era de Rusia—. ¿Cómo se llama tu amigo? Si puedo saber claro está.
La muchachita parecía ser lo más de disciplinada, ¿no? Digamos que el practicar un deporte lo requería, de lo contrario los músculos se oxidaban y los requerimientos minímos comenzaban a coger polvo, por lo que un poco si era admirable que siguiera haciendo algo que hacía desde pequeña. Seguí comiendo entre tanto, otro oniguiri y turnándolo un poco con las papitas de la bolsa. Que había salido del país porque simplemente así le apeteció, la verdad no esperba otra respuesta que esa, aunque cuando dijo en parte por una orden no supe darle forma al asunto, digamos que Anastasia no tenía cara de matar una mosca, por lo que me imaginé algún capricho de su familia o quién sabe, pero si a la final ella también quería salir no veía problema alguno. —Suiren, Suiren Craig, va también en esta clase y tiene cierta similitud contigo —la sonrisa se me acentuó—, es decir con tu cabello albino. Si en algún momento Alaska no me miraba feo podría presentarlos, qué sé yo. —Como ambos son de Rusia, de seguro tendrán varias cosas en común~
Me apeteció comer mas papitas así que recogí unas cuentas mientras las masticaba, mis ojos seguían en el por puras ganas, note que comía otro oniguiri y como lo turnaba con las papitas de la bolsa, por otro lado después de acabarme las papitas que había cogido comí en poco del bento después de darle un trago a la botella de agua, por que prácticamente yo era una aficionada del agua como no había idea. Y claramente poco sabia yo de lo que se le estaba pasando por la cabeza al chico que tenia al frente. Entonces asentí cuando me dijo el nombre del chico que también era de Rusia y que iba a esta clase. —¿Así que se llama Suiren Craig? —busque confirmar por pura manía—. Espero conocerlo algún día de estos —ladee en poco la cabeza con una sonrisa en mis labios cuando dijo que tenia cierta similitud conmigo, parpadee en poco al escuchar que era por mi cabello albino—. Si es así entonces más ganas tengo de conocerlo. ¿Era verdad? Pues si. Saque mi móvil del bolsillo de la falda para fijarme en la hora, quedaba pocas horas para que el receso terminara, me fije en bento por puro reflejo por lo menos no quedaría ahí entero ¿no? Más que nada por que no era una fan de dejar comida desperdiciada. —Por cierto le puedes decir a la persona que hizo el bento que estuvo muy bien —lo decía mas que nada por que en donde nos estábamos quedando con Eda, no comíamos casi comida japonesa —regrese mis ojos al móvil—. ¿Creo que hasta aquí llegamos? Fue un gusto conocerte —mire el salón—. Creo que en otro momento podemos seguir con la conversación en otro lugar de la academia ¿no?. Contenido oculto Como que quise ir cerrando uwu, de adelanto fue un gustazo rolear con tu niño <3
Era muy posible que lo tuviera en su visual aunque no fuera aún consciente del muchacho, de igual forma el nombre por el llamado a lista, bueno, si prestaba la suficiente atención a lo que decía la docente a primera hora de la mañana, ella con la apariencia de niña aplicada tenía toda la pinta. Así que aguardaría el momento para que se conocieran, vete a saber si hacía trabajo de cupido y ni cuenta me daba. Asentí para que se supiera escuchada, y cuando mencionó que más ganas tenía de conocerlo por la similitud fisíca la sonrisa se me torció a la izquierda, con cierta mofa que filtré a medias. —Se lo diré, de seguro a Riku le agradará el cumplido —el cambio de empleadas era constante, pero solía aprenderme los nombres con una facilidad ridícula—. Bueno bonita, cuando quieras podemos almorzar juntos de nuevo —agregué repasando sus facciones de perfil al ésta ponerse a mirar el salón en general. Moví la mano como señal de despedida adicional, tapé el bento, lo guardé a medio terminar y me dediqué a continuar con las papitas en lo me distraía con el móvil. Quedaban algunos minutos, podía perder el tiempo en instagram un rato. Contenido oculto A este muchacho ya lo tenía en el cofre del olvido, así que gracias por querer rolear con él, lo reviviste <3
Salí de casa con algo de retraso, de hecho creí que llegaría tarde, pero al menos el transporte era puntual y logré llegar a la estación a tiempo para subir al tren que me correspondía. Al llegar a la escuela, cruzar el patio frontal y meterme a los casilleros de tercero no di con ninguna de las caritas que había conocido recién, así que simplemente subí a clase sin ninguna prisa. Adentro ya estaba Mason, volvimos a conectar miradas como el día anterior y le dediqué una sonrisa sutil, casi tímida, que él reflejó con una naturalidad estúpida. En mi recorrido a mi asiento también reparé en la famosa Jez que había mencionado Joey, la muchacha, con su cabello albino pulcro y suelto en su totalidad, estaba zambullida en un libro de lo más concentrada. Parecía un libro de cuentos, la portada no estaba en japonés, tampoco en inglés y no supe si lo que ponía adelante era alemán u otro idioma parecido. Sonnen estaba en el asiento tras ella, desplomado sobre el pupitre y en apariencia dormido, incluso si era el caso tenía las facciones comprimidas, posiblemente de forma inconsciente. Este chico, ¿no estaba tenso desde hace días? ¿Por qué insistía a venir a la escuela en semejantes estados de agotamiento? Había notado el movimiento de Cayden en su propio pupitre con el rabillo del ojo, el niño se había puesto a sacar algo de su mochila poco después de que entré, pero luego de la pared que había levantado el otro día preferí no llevarle el apunte. No estaba molesta, para nada, simplemente entendí que tenía que dejar de ser tan malditamente metiche y eso era todo; lo había ayudado, él me había agradecido y fin de la historia, nada más me concernía. Al menos eso estaba pensando hasta que su silueta apareció a un costado de mi lugar apenas unos segundos después de que me sentara. Alcé la vista para mirarlo, entre confundida y sorprendida, pero pronto se acuclilló a mi lado como había hecho yo con él y así que bajé la vista. Me sonrió con calidez, aunque también me pareció detectar algo de vergüenza en el gesto, y la palma de su mano sostuvo una bolsa con algunas galletas en el espacio entre nosotros. Arriba tenía un post-it, era rosa pastel y me acordé de Joey llamándome Pinky. El papelito tenía escrita una disculpa en inglés y la letra estaba medio chueca, pero en sí el detalle era dulce. Se emparejaba con su carita en cierta manera. —No te traté bien tu primer día, ¿cierto? —dijo muy bajito y mis ojos se deslizaron a los suyos—. Lo siento. Llevaba días sin sentirme muy bien y al final lo pagaste tú, perdóname. Son para ti, no sé si te gusten. Me di cuenta que me había quedado mirándolo tan directamente por mucho tiempo cuando su mano libre buscó la mía, tomándola con delicadeza para girarla y depositar la bolsita en mi palma, soltándome inmediatamente después. Viniendo de él, de lo que me habían dicho las gemelas Minami y la pared que había levantado aprecié, no sé, esa clase de confianza, pero medio por lo mismo se me alborotó el corazón en el pecho y arrojé los ojos a algún punto de su hombro. —Me gustan —respondí junto a una sonrisa y las dejé con cuidado sobre el escritorio—. No hace falta que te preocupes. Gracias, es lindo de tu parte. El comentario le sacó una risa ligera, suave, y un poco sin darme cuenta volví a mirarlo. La sonrisa le había entrecerrado los ojos y se me ocurrió que lucía diferente, más despierto, como había dicho Himawari, más presente en el mundo quizás. Seguía sin tener la menor idea de su lío mental, pero supuse que ya se le habría pasado y eso me tranquilizaba, por mucho que me dijera que no debía preocuparme por él en realidad. Porque este muchacho ocultaba cosas. A mí y a quién sabe cuántos más. —¿Te puedo pedir un favor? —preguntó y las facciones se le suavizaron más, si es que era posible. No tenía cara de matar una mosca sin llorar, la verdad. —Sure. Tal vez debió avergonzarme lo automático de mi respuesta, solo se me ocurrió después, así que no había mucho que hacerle. Además, por alguna razón me recordó de la nada a un cachorro haciendo ojitos. Fue contradictorio que dio gusto, pero a diferencia del gesto de las galletas sentí que algo de eso fue algo más sospechoso, algo menos dulce. La manera en que sus gestos se habían aflojado fue diferente y me pregunté hasta qué punto era premeditada, hasta dónde no se había puesto los mejores puppy eyes de la historia para que no le negara absolutamente nada. —No le digas a Hubert cómo nos conocimos —soltó con la misma cara de borrego, aunque se quitó la sonrisa y eso solo le dio algo más de intensidad a su mirada. No sabía si tenía ojos de ciervo o de cachorro de lobo—. Conocí al chico cuando ya tenía la cara sana, preferiría que no se entere. Hasta la fecha me da vergüenza. Fue entre una petición de complicidad, un pedido de ayuda y una confesión de pecados. Agradecí que lo dijera, más o menos, porque sí que me podría haber ido de la lengua, pero tampoco era tan tonta como para no pescar la naturaleza del resto de su petición. Igual alguien tenía que decirle a Mattsson que debía preguntarse por qué este chico parecía tan accesible y tan inalcanzable a la vez, por qué estaba solo en un parque, por qué le habían dejado ir un golpe en la cara y por qué se empeñaba en ocultarlo. Tal vez yo debía hacerme esas mismas preguntas, en ese orden. Pero había pisado su trampa de lazo y el impulso me había dejado colgada. —¿Por qué estabas solo? —pregunté ya sin poder dejarme la duda atorada. No contestó, por supuesto, en su lugar se irguió argumentando que le dolían las rodillas en esa posición y su cuerpo invadió apenas mi espacio cuando apoyó la mano en el respaldo de la silla. La proximidad le dio algo de espacio para hablar más bajo, me dijo que esperaba que disfrutara las galletas, se disculpó una segunda vez por lo del viernes, me volvió a agradecer por la ayuda en el Shimizudani y esta vez también por mi silencio. Regresó a su asiento, yo miré la bolsa y tuve que ponerme a separar lo genuino de lo teatral de toda su aproximación. Para cuando sonó la campana no lo había logrado todavía y tuve que aferrarme a las palabras de las gemelas, esas que dejaban claro que su hermana mayor no lo cuidaría si fuese malo, pero que tampoco lo limpiaban de pecado. Contenido oculto relleno bien salvaje que tenía pensado desde temprano porque no me puedo pasar un día sin iniciar un quilombo
El transcurso de la mañana no destacó por ningún motivo particular, absorbí mi atención en las clases como hacía siempre, me concentré al punto de lo absurdo y cuando la campana sonó, me pilló acabando unos apuntes. Me quedé pegada al cuaderno varios segundos, mientras la gente a mi alrededor se desplazaba, hasta que lo concluí satisfactoriamente. Guardé mis útiles entonces, lo hice con cierta prisa, y agarré la bolsa del bento a la pasada para cruzarme a la 3-2. Sabía que no era una demora terrible, pero no había olvidado en ningún momento mi pendiente con Maze y no se me antojaba hacerlo esperar porque sí. Era algo difícil entrar sin ser vista cuando todos los demás iban a contracorriente, pero igual no importaba mucho. Me hubiera detectado o no, fui hasta él y lo rodeé. Dejé el bento en el suelo al inclinarme y le rodeé el cuello con los brazos en un movimiento bastante fluido, apretujándolo al final. Lo abracé y nos mecí de lado a lado un par de veces, hasta que me estiré un poco más y presioné los labios en su mejilla. —Hey —lo saludé en voz baja, sin soltarlo. Contenido oculto Zireael heyo missy
No tenía la más remota idea de qué circunstancias habían traído a esta criatura a la misma prisión de cemento que a mí y por feo que sonara, tampoco me interesaba. Noté su presencia un día completo después, pero bastó verle la cara para unir puntos y luego del receso de ayer, con la llamada de mi madre, lo menos que se me apetecía era ver fantasmas. La pobre desgraciada no tenía la culpa de nada, pero verle la cara me recordó cuando mi vida no se basaba en tirarme cinco de tres días solo y compensarlo como pudiera. Igual le dediqué una sonrisa cuando reparó en mí, incapaz de crear más tensiones de las que ya poseía este salón de clase, y luego me comí el numerito con Swallowtail. Al crío se le notaba más suelto hace tiempo, con la gente quería decir, y no sabía discernir si eso era bueno para la humanidad o absolutamente desastroso, aunque supuse que no tardaría en ver los resultados. Cuando vi lo desconcertada que se quedó Ilana mirando el paquetito que le dio después de cuchichearle Dios sabría qué supuse que ya estaba metida en un embrollo. No uno peligroso, pero embrollo a fin de cuentas. No me concernía en lo más mínimo. Además, que me llamaran infantil, pero sabiendo que almorzaría con Sasha el resto me daba igual. La expectativa hizo que las clases me parecieran infinitas, en algún punto tuve que ponerme a hacer garabatos en las esquinas, porque era eso o morirme de aburrimiento teniendo en cuenta que el tiempo pasaba lentísimo. Cuando la campana sonó por fin di un respingo, guardé las cosas y saqué el almuerzo, esperando. Ella había dicho que me buscaba, así que no vi por qué salir como un loco, sabía que no iba a dejarme plantado ni nada. No tardó casi nada en aparecer, entre que iba contracorriente y el cabello resaltaba bastante, pero medio me hice el tonto al ver que me rodeaba. Sentí sus brazos alrededor del cuello, sonreí sin darme cuenta y mis manos buscaron tocarla, las posé en sus brazos y reí por lo bajo al recibir el beso en la mejilla. Su cuerpo estaba tibio y con el contacto recordé el consuelo que me brindaron las galletas ayer. —Creí que las clases no se acabarían nunca —dije casi en voz baja, acariciándole los brazos—. Hi, darling. Contenido oculto un post y ya me puse suavecita, sabrán disculparme
Sus manos encontraron mis brazos sin demora, era algo que él solía hacer, y supuse que yo también tendía a reincidir. Me gustaba abrazar a la gente de aquella forma, incluso sin haberme detenido en las razones; era, quizá, un gesto de cariño pero también de protección. La risa vibró en su pecho al dejarle el beso, la sentí contra el dorso de las manos, y apoyé las palmas para darle un apretón suave. Al retroceder, apoyé la mejilla en un punto muerto cerca de su oreja y su voz me alcanzó. Cerré los ojos casi a cámara lenta, atenta a las caricias de sus manos. —¿Sí? —respondí en voz baja, ligeramente divertida—. ¿Se te hicieron muy pesadas, cielo?
Sentí su apretón, continué acariciándola y su voz sonó estúpidamente cerca, lo que me hizo sentir cada vez más tranquilo. Relajé con suavidad la cabeza en su dirección, cerrando los ojos al tiempo que hacía un sonido afirmativo a su pregunta y me quedé allí, medio derretido en el abrazo. No le daba muchas vueltas, pero me sentía tranquilo en ese abrazo y ya. —Bueno, en mi defensa, tenía un almuerzo muy importante agendado —contesté desde mi posición y me tragué una risa—. Me estaba poniendo impaciente. Con calma busqué una de sus manos, la desenredé suavemente de mí y llevé el dorso a mis labios, dejándole un beso liviano. ¿Por qué? Se me apeteció, tan sencillo como eso. —¿Quieres almorzar en alguna parte en específico, cariño? —le pregunté despegando un poco su mano y abriendo los ojos—. No lo sé, el patio, la piscina, el invernadero y... ¿No sé si hay más opciones? Quiero decir, las hay, pero no quisiera usar nuestro preciado tiempo comiendo en el pasillo.
Noté que echó la cabeza hacia atrás, algunas puntas de su cabello me hicieron cosquillas en el rostro y me reacomodé ligeramente. El sonido afirmativo me hizo entreabrir los ojos y lo vi de soslayo, repasando su perfil sin mucho apuro. —Qué honor —bromeé en voz baja, sin prolongar el asunto. Lo dejé despegar mi mano de su pecho y me mantuve atenta a sus intenciones con un dejo de curiosidad. Me dejó allí un beso y la tontería me estiró una sonrisa en los labios, mas no dije nada. Luego me enumeró algunas opciones para el almuerzo y me tomé un momento para responder, incluso si tenía la respuesta definida con anticipación; lo había pensado durante la mañana. —Ayer comí en el invernadero, creo que nunca había entrado antes y si lo hice, fue hace mucho. Pensé que me gustaría ir contigo, si te apetece. Es muy bonito. Tiene la cúpula vidriada, la luz se fragmenta y hay flores por doquier. Huele a tierra húmeda. No era mucho, ni siquiera se comparaba al paisaje del Sayama, pero dentro de las opciones probablemente fuera el pedacito de naturaleza más puro que tenía el Sakura. Quizá pareciera que no le daba mucha cabeza a ciertas cosas, pero ese fragmento de Maze había permanecido conmigo desde aquel día. —Aunque —agregué, deslizándome al erguirme, y lo miré desde arriba con las manos apoyadas en sus hombros—, primero tendríamos que hacer una paradita técnica en la expendedora. Contenido oculto los podés ir arrastrando, if u wanna uwu7