Aula 3-2

Tema en 'Tercera planta' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Con la crema que había pillado en la enfermería y el paso del tiempo la inflamación del golpe del pómulo se había reducido hasta casi desaparecer, pero no podía decir lo mismo del moratón ni del dolor en sí, que seguía palpitando, sordo. La vergüenza tampoco desaparecía del todo, la sentía morderme los costados cada vez que creía que alguien me miraba y ahora que mamá me había visto, solo empeoraba cuando eran sus ojos los que se detenían en mí. Sin embargo, no había demasiado que pudiese hacer.

    Suponía que haber elegido arrancar el arpón con que Arata me sujetaba a su lado tampoco ayudaba.

    Parecía una decisión tomada en el aire al ver que el otro imbécil estaba cayendo al precipicio, a mí mismo me daba esa sensación, me había zafado de él porque iba a llevarme consigo al fondo, pero tampoco sabía cuánto iría a durarme el episodio de claridad mental. A la larga Shimizu seguía siendo mi amigo, lo poco que quedaba de nuestro imperio en ruinas, y ya se sabía que no quería perder a la poca gente que me quedaba, no de forma definitiva.

    Sabía que Arata me usaba si le venía bien.

    Pero también me había enderezado hace tiempo.

    Desde ayer le llevaba dando vueltas a la mierda, era obvio, y hoy seguía atorado en ese bucle a pesar de haberme salido del otro, más o menos. De ahí que aunque noté que alguien había entrado a la clase no le pusiera atención suficiente y siguiera metido en el móvil, dado que lo había sacado apenas sonó la campana para distraerme. Para cuando quise enterarme, Anna había aterrizado a mi lado en seco y pegué un respingo que por poco me manda al otro lado de la clase.

    Maldije en inglés, fue automático, pero me obligué a relajar el cuerpo apenas procesar que se trataba de ella, por lo que bufé sin molestia real cuando me revolvió el cabello y dejé el móvil sobre el pupitre. Sentí los ojos de Sonnen encima, no fue precisamente una mirada amenazante más que una curiosa, pero me picó la lengua por las ganas de decirle que no se metiera en donde lo llamaban, para variar. Por supuesto que no dije nada, sobre todo porque le echó un vistazo al idiota en cuestión, y mantuve la atención en ella, que había escupido un montón de cosas en tiempo récord.

    Puede que la intervención de Ko hubiese ayudado, pero ver a la enana allí para confirmarlo me lanzó cierta calidez encima, suficiente para que atara mi vergüenza con las correas que hiciera falta. El caso es que conseguí dedicarle una sonrisa, fue liviana y me entrecerró un poco los ojos.

    —Hola para ti también, enana —solté sin alzar mucho la voz, viendo que no había saludado como tal—. Ko-chan no debería andar contando mis intimidades por ahí de todas formas.

    Ya sabía que lo había mandado a preguntar por lo que me había pasado, pero me hice el ofendido de igual manera y poco me faltó para hacer un puchero. Como fuese, relajé el cuerpo poco después, suspiré con cierta pesadez y solo entonces esquivé sus ojos un segundo.

    —Sí, todavía me duele —respondí pues no tenía mucho caso mentir—. No es la gran cosa de todas formas, bueno, ya no al menos.
     
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  2.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Había imaginado que iba a lograr arrancarle el alma del cuerpo con mi salto, a juzgar por cuán metido parecía en su móvil, pero yo era así y no había mucho que hacer al respecto. Al menos no se había molestado conmigo, escuché su maldición pero no le di importancia en tanto lograra relajarse. ¡Además me sonrió! Listo, todo estaba bien.

    Su saludo me hizo consciente de que yo lo había omitido y solté una risilla culpable, estirando el brazo para tocarle la punta de la nariz como si fuera un botón. Vino con efecto de sonido y todo.

    —Hola~ —murmuré a un volumen similar al suyo, sincronizándome con su energía casi sin darme cuenta—. Oh, lo sé, ¿cómo se atreve? ¿Qué es eso de hacerme caso, ir de espía y luego soltarme la sopa? ¡Ni que le pagara por hacerlo! No sé si es demasiado bueno, demasiado malo o demasiado tonto. Pero bueno, sólo me contó que te habían desgraciado y que pasó el día contigo, pero se ahorró los detalles. Una lástima~

    Había soltado aquello último con un suspiro liviano, haciendo circulitos en la mesa y todo. Era y no era una insinuación, realmente sólo pretendía molestarlo un poco y ya. Pese a los problemas, estaba de buen humor. Llevaba un par de días de buen humor, de hecho, y puede que supiera las razones; al menos parte de ellas. Como fuera, Cayden también me respondió el resto de la cuestión y me limité a asentir, pensando qué respuesta decente podía darle.

    Aunque no tuve mucho tiempo para eso.

    —¡Bu!

    Di un auténtico salto en mi silla, vino con gritito y todo. El corazón se me estampó contra ¿la base de la mandíbula? y me giré en redondo, dando con la sonrisa inocente de Kakeru. Las ganas que tuve de levantarme y rajarlo a patadas fueron de campeonato.

    —Me cobré justicia —argumentó, muy sonriente, tras ver mi cara de indignación, y con esa liviandad dirigió su mirada a Cayden—. Se lo merecía, ¿o no? ¡Ojo por ojo!

    —¿Y quién te ha dicho a ti que eres un héroe de la justicia, gran idiota? —me quejé, alzando la voz, aunque ni siquiera estuviera realmente molesta.

    —¿Yo? ¿No puedo? —Parpadeó bien inocente y dejó caer su mano sobre mi cabeza sin más, volviendo a dirigirse a Cayden—. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad, ¿cierto?

    —¿Vas a dejar de robar frases?

    —¡Ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón!

    —¡Eso ni siquiera tiene sentido!

    Se empezó a reír, me fue inevitable no hacer lo mismo y meneé la cabeza, regresando a los circulitos sobre la mesa de Cayden. Kakeru había hundido sus manos en los bolsillos y le eché un vistazo antes de acercarme a Dunn, pretendiendo chusmearle un secreto. En voz muy alta, claro.

    —No le hagas caso, se le subió a la cabeza ser el hermano del Krait. —Fruncí el ceño y agregué, indignada—: ¿Puedes creer que es el hermano del Krait? ¡No le dejó ni un gen bueno!

    Era consciente que era un escenario complejo, que Altan estaba ahí y, por eso, mantuve a raya las confianzas. La verdad, no quise mirar en su dirección ni un mísero segundo. No me daba la vida para lidiar con todo sin morirme de culpa y vergüenza; y al mismo tiempo, de una forma que realmente odiaba pero no podía negar, también encontraba una pizca de... ¿satisfacción? en todo el asunto. No quise darle importancia, en cualquier caso, así que me enfoqué en la tontería de turno.

    —Bueno, eso sí duele. —Kakeru se llevó una mano al corazón y suspiró, relajando el teatro para sonreírle a Cayden—. En fin, ya me arruinaron la presentación. Fujiwara, un gusto.

    Poco sabía yo que tenía sus propias razones para acercarse a Cayden.
     
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    Zireael

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    Estos días andaba los radares un poco descompuestos, pero aún así sentí una parte de la tensión que parecía gestarse en ese ambiente y venía, de hecho, de Sonnen más que de ella. No tenía ni una pista del asunto, así que yo solo seguí en mi barco y quizás alcé las murallas a medias, apenas para que el ruido extraño dejara de molestarme los sentidos.

    El toque en la nariz de parte de Anna me hizo comprimir los gestos, un poco como hacían mis gatos cuando yo era que me ponía a picarles la nariz sin venir a cuento. Era una estupidez, pero de alguna manera su energía me hizo de generador y me obligué a regresarme un fragmento del alma al pecho. Su comentario sobre Ko me aflojó una risilla y me encogí de hombros, como diciéndole que podía ser cualquiera de las tres o las tres; lo de que se había ahorrado los detalles me hizo ponerme encima la cara de cordero degollado con más ganas que, bueno, la configuración por defecto, dispuesto a hacerme el tonto.

    No era que hubiese algo que contar, ¿o sí?

    Si iba a contestarme algo más no tuvo tiempo, el nuevo se apareció para pegarle el mismo susto que ella me había pegado a mí y tuve que aguantarme las ganas de descojonarme. Me llevé la mano al rostro, fue un intento de distraerme a mí mismo para no soltarme a reír y de alguna forma funcionó, aunque me distrajo más el intercambio y solo volví a sentirme parte de la burbuja cuando él se dirigió a mí.

    —Diente por diente —concedí como si nada, colándome apenas en las frases de los dos.

    Anna siguió acusándolo de ladrón, el otro veía cómo zafarse y ver la naturalidad de la interacción respondió muchas cosas por sí mismas. No me interesaba a mí el chisme completo tampoco, aunque digamos que lo obtuve cuando Anna se acercó a mí para soltarme un secreto que seguro habrían oído hasta fuera de la clase si uno se esforzaba lo suficiente.

    —Joder, es que aquí no hacen las presentaciones como tiene que ser y uno viene a enterarse de todo tarde. —Me quejé mientras echaba el peso en el respaldar de la silla—. Si me decían que tenía al hermano del Krait en la clase preparaba los bombos y platillos.

    La interacción de estos quizás respondió hasta preguntas que no había formulado, porque apenas terminé la frase escuché el sonido de las patas de una silla al arrastrarse contra el suelo y lo siguiente que supe fue que Sonnen desaparecía por la puerta. Lo hizo como un genuino fantasma, no hizo mayor ruido que el de la silla cuando se levantó, y no me molesté en verlo directamente para descubrir a dónde se había largado.

    Pero sin duda había tomado su sábana para irse a otro sitio donde pudiese respirar.

    No le di mayor crédito de todas formas, seguí con la atención puesta en el teatro de Fujiwara y me permití una risa, nada muy loco. El chico me dio una vibras algo parecidas a las de Ko, parecía igual de liviano al menos, así que aflojé cualquier tensión que su aparición repentina pudiera haberme causado.

    —Dunn. El gusto es mío —dije presentándome también—. Puedes llamarme Cayden de todas formas, soy amigo de Ko y Anna.

    Dudé a medio camino, pero volví a mirar a la chica y ladeé la cabeza.

    —Supongo yo, viendo que enviaste un espía y todo el asunto. Sería muy feo que ahora digas que somos conocidos, ¡muy muy feo!
     
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    Gigi Blanche

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    Soltar la sopa sobre el Krait tuvo el efecto deseado, Cayden se sumó a la tontería y ni me molesté en disimular la sonrisa malvada al girar el rostro hacia Kakeru. Había sacado las manos de los bolsillos para engancharlas en su cintura y suspiró, resignado. Era consciente de que tenía todo estos issues sobre ser la sombra de Hayato, pero tampoco era como si el tema estuviera vedado, ¿cierto?

    O quizá sólo estuviera abusando de las confianzas, como siempre.

    —Pasa que soy más de perfil bajo —respondió el muchacho a la tontería de Cayden, avanzando hasta ponerse a mi derecha para golpetear los dedos al borde de la mesa—. Pero eh, si quieren organizar una fiesta por mí encantado.

    Las palabras de Kakeru se solaparon con un ruido que captó mi atención, era una silla arrastrándose a mi izquierda y deseé pecar de paranoica, pero no fue el caso. Miré apenas de soslayo, y lo que distinguí fue la sombra negra de Altan desvaneciéndose en silencio. Fue como un cuervo que alza el vuelo sin causar el menor alboroto y me eché veinte cadenas encima para controlar el impulso de ir tras él. Tamborileé los dedos en la mesa sin darme cuenta.

    —Podemos hacerte una corona con cartón, ¿qué dices? —agregué, alzando el rostro para ver a Kakeru.

    Se lo pensó un rato, no entendí muy bien por qué hasta que abrió la boca. La sonrisa lo delató de antemano.

    —Ah, veo que mi reputación me precede.

    —¡Que dejes de robar frases, te dije!

    Quise que su risa volviera a relajarme el cuerpo como tantas veces lo lograba, pero esta vez fue más difícil. Cayden se presentó y Kakeru abocó su atención a él, permitiéndome un pequeño espacio para ordenar mis ideas.

    —Ah, ¿eres amigo de Ko también? No puede ser, ¿dónde lo tenían escondido ustedes dos y por qué no nos lo presentaron aún?

    Aquello, por supuesto, fue dirigido a mí. Se mezcló con la acusación de Cayden y resoplé, haciéndome algo de lío antes de alternar mi atención entre ambos a rajatabla: Kakeru primero, Cayden después.

    —Tú, a mí no me mires porque lo conocí hace poco, el que lo mantuvo oculto mucho tiempo fue mini Ishi, ¡así que las quejas a él! Y tú, gran tonto, ¿quién manda espías si el asunto no les interesa? ¡Estaba preocupada por ti! Y ahora me acusas así. Me rompes el corazón, Cay Cay.

    —Hombre, perdona que pregunte así, pero ¿dónde te pasó esto? —inquirió Kakeru con la liviandad de siempre, pero el ceño ligeramente arrugado, señalando su propio ojo para hacer alusión al de Cayden—. Últimamente están apareciendo muchos de esos ojos por el Triángulo y me preocupa un poco.
     
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    Zireael

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    La respuesta de Fujiwara me hizo soltar una risa por la nariz, cosa de nada, y me acomodé mejor en la silla para poder descansar las piernas en la varilla del pupitre. Puede que no conociera al lesser Krait de nada, pero si era amigo de Anna me valía lo suficiente para relajarme a su alrededor, debiera o no. La verdad no se me apetecía andar creando enemistades por deporte, ya tenía suficiente con haber querido cagar a trompadas al alemán sabiendo que me mandaba al otro lado del mar de un estornudo.

    Estaba un poco cansado de morder manos, la verdad.

    —No me tientes mucho, que puedo inventarme cualquier cosa y repartir invitaciones a las siete de la mañana para una fiesta de dudosa moral si me alborotas lo suficiente —respondí medio por la gracia, bien consciente de que no había una pizca de mentira en lo que estaba diciendo.

    Quizás fue el chispazo de energía de Anna, lo que me hizo las veces de máquina RCP así como la compañía de Ko, lo que me permitió seguir uniendo cabos a punta de puras asunciones o paranoia a secas. La desaparición de Sonnen, los dedos de Anna tamborileando la mesa y el silencio con el que, extrañamente, estaba moviéndose el cuervo. Las líneas paralelas que éramos amenazaron con cambiar de curso, estuvieron a punto de chocar y volvieron a sus posiciones originales.

    Lo de la corona de cartón me hizo de cable a tierra y alcé la vista al techo, pensativo, como si me hubiese tomado la tontería super en serio. Los otros siguieron con su tontería y yo me permití una sonrisa bastante tranquila, aunque claro que luego de presentarme el chico volcó su atención en mí. Desde que de dónde me tenían escondido hasta por qué me ponía a dudar del tanuki, el caso es que me encogí ligeramente de hombros haciéndome un poco el tonto.

    —Soy más de perfil bajo —dije robándome las palabras de Fujiwara y luego regresé la atención a Anna, me incorporé un poco de la silla, suficiente para poder estirar la mano y pellizcarle la nariz—. Ya, ya. No me hagas un berrinche, perdóname. Además, agradezco que te preocupes por el grandísimo tonto que parezco ser.

    Mis propias palabras me hicieron reír, regresé la espalda al soporte que me brindaba la silla y la voz de Fujiwara me hizo volver el rostro hacia él. Estuve a punto de preguntarle si no prefería sentarse, pero ni siquiera llegué a abrir la boca porque su pregunta me atoró las palabras en la garganta. Seguí sus movimientos, había señalado su propio ojo y volví a sentirme jodidamente expuesto, poco me faltó para subir las murallas al tope de su capacidad, pero tomé un montón de aire y crucé los brazos sobre el pecho, conteniéndome.

    —En el corazón del Triángulo —contesté sin demasiados ánimos y suspiré, alzando la vista para encontrar sus ojos—. En el Shimizudani, pegando con Shinjuku y no muy lejos de Shibuya tampoco.
     
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    Kakeru había alzado las cejas ante la medio oferta, medio amenaza de Cay respecto a la fiesta. La neurona me hizo sinapsis de repente y recordé que precisamente había conocido al idiota cuando andaba metido con Cerbero en la organización de la mascarada, así que las piezas cayeron una tras otra y brinqué en mi asiento, repentinamente emocionada.

    —¡Eh, lo dice en serio! ¡Doy fe! —Estuve por seguir hablando con el mismo impulso, pero recordé súbitamente que esa había sido la noche de la desgracia y mis manos rodearon el caño superior de la silla con movimientos más lentos—. Así que anda, sigue picándolo, que ahora quiero fiesta.

    —¿Y no puedes hacerlo tú a eso? —replicó Kakeru, divertido; si había notado algo o no, como siempre, lo dejó correr—. Digo, creo que te sale mucho mejor que a mí convencer gente.

    —Pero eres nuevo en la escuela y tienes que ganarte el derecho de piso, y esta es tu primera misión.

    Una risa liviana de su parte fue lo que cerró el tema, luego vino el resto de la cuestión y arrugué el gesto cuando Cayden me picó la nariz. Acabé con un mohín casi involuntario que dejé correr al volcarse Kakeru en un asunto más serio. Alterné la mirada entre ambos, particularmente atenta a las reacciones de Dunn, y una vez respondió, alcé el rostro hacia Kakeru. Lucía pensativo.

    —¿En qué piensas? —murmuré, estirando el brazo para sujetar el borde de su chaqueta y medio dejarlo colgando ahí.

    Fue cosa de llamar su atención. El muchacho soltó el aire por la nariz y meneó la cabeza, concediéndome una sonrisa tranquilizadora. No tenía razones de peso más allá de los recuerdos grises, pero se me asemejó al tipo de sonrisa que me regalaba cuando me negaba la información. Siempre había dicho que lo hacía para protegerme y quería creer que había aprendido, que ya no me dejaría fuera. Que sólo estaba siendo paranoica.

    Pero no tenía forma de saberlo.

    —¿Me contarías cómo fue? —arriesgó con Cayden, pensé que era una movida algo osada siendo que apenas se conocían—. Sólo para quedarme más tranquilo, quizá sean ideas mías.

    A mí no me había respondido y me jodió un poco. Me tragué el bufido y, de todas formas, pensé que era una buena excusa para irme sin dar explicaciones. Ya había soltado su chaqueta, así que me agaché para enganchar la bolsa en mis dedos e incorporarme.

    —Bueno, los dejo con su conversación de detectives —solté al aire, buscando los ojos de Cayden para sonreírle—. Bye, bye~

    —Ah. —La voz de Kakeru fue apenas una exhalación, pero captó mi atención y al mirarlo, justo lo pesqué alzando los ojos. Conectó con los míos, parpadeó y reinició su sonrisa de manual—. Vale, hablamos luego, An-chan.

    Ya lo conocía, joder, demasiado para mi gusto, y era evidente. Era evidente que tenía preguntas que no haría porque acababa de negarme el mismo derecho, y la idea de volver a entrar en ese juego de mierda me pateó los ovarios. Le sonreí, aún así, al menos intenté hacerlo y giré sobre mis talones para subir a la azotea.


    weno, como Kakeru se quedó tengo que hacer dos posts JAJSJA ahí le voy a la azotea *nyooom*

    perdón por tanto mess, no sabía que lo de Kakeru iba a extenderse tanto (?
     
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  7.  
    Zireael

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    Al tanuki se le conectaron las neuronas medio de golpe cuando solté mi broma-oferta-amenaza y brincó en su asiento, haciéndome abrir bastante los ojos de repente. Había recordado lo de las invitaciones de la mascarada, se veía, y la cosa me hizo su debida cuota de gracia porque por entonces todavía no había logrado hacer click del todo con su personalidad. Me había rascado un descuento en la hierba, habíamos hablado de gatos y poco más. De alguna manera el miedo nos había hecho colisionar y allí estábamos.

    Esa noche había sido un caos, al menos de este lado del tablero lo había sido, habían apaleado a Sonnen y yo había tenido que andar haciendo de mensajero con Hikari, para variar, porque a Arata seguro lo hubiese cagado a palos. A como estaban las cosas ahora, la verdad parecía lo más sabio pero no había mucho que hacerle, en ese entonces no estaba viviendo mi momento más brillante.

    Aunque también se me había volado la pinza en el cuarto de la casa de Akaisa, pero detalles.

    La otra le pasó la pelota de conseguir la fiesta a Fujiwara y yo me tragué la risa, porque si éramos honestos lo veía con la capacidad de hacerlo. Me parecía bastante gloomy por alguna razón, quizás por su paleta de color general, pero a pesar de eso su personalidad me estaba dando las vibras de ser bastante maleable y con eso, así como con la cara de borrego a medio morir, se conseguían muchas cosas.

    Igual el ambiente jovial se fue medio al garete con la pregunta de Fujiwara, pero lo dicho estaba cansado de morder manos y di el brazo a torcer con bastante resignación, incluso si tenía el reflector que tanto deseaba apuntando directo al ojo golpeado. Anna hizo la pregunta que yo tenía pegada en la cabeza, la de qué estaba pensando y la sonrisa que le dedicó fue, si se quiere, una forma sutil de decirle que no iba a responder.

    Su siguiente pregunta me pareció jodidamente arriesgada viendo que la estaba dirigiendo a mí, que a duras penas no brincaba a la otra punta de la escuela si se me acercaban mucho, y sentí algo de tensión correrme por el cuerpo. Puede que sintiera la respiración de la bestia en la nuca, puede que no y la energía que me había robado de Anna estuvo a un pelo de volcarse en la dirección errónea, pero sabiéndolo o no ella misma me distrajo cuando buscó mis ojos para despedirse. Volví al centro para poder dedicarle una sonrisa y la despedí con un movimiento de mano.

    —Nos vemos, enana.

    Apenas se retiró regresé la atención a Fujiwara, me desinflé los pulmones y volví a cruzar los brazos sobre el pecho. Intercambié la mirada entre la silla que acababa de desocupar Anna y él, pues porque medio me estresaba verlo allí.

    —¿Y si te sientas, lesser? —concedí bastante tranquilo, todavía sentado a mis anchas y solté el aire con pesadez—. Sé del ojo morado de Anna y me parece que estás uniendo hilos un poco extraños, ¿no?

    Cuando me daba la gana usaba la cabeza.

    En sí no esperé mucho si quería sentarse o no y la información como tal tampoco era secreto de Estado. Nunca me había molestado en guardar datos de esa clase, me callaba muchas cosas, pero tantas otras solo las dejaba ahí, al ojo público.

    —Estaba haciendo negocios y ya, me cayó uno encima de la nada. No le pude ver la cara y le toqué mucho los huevos, se ve. —Señalé mi propio ojo, el golpeado, y conecté con su mirada—. Quiero pensar que fue azar, que solo estaba donde no debía, pero el instinto rara vez falla en gente como nosotros y soy especialmente paranoico. Pude estar fichado y lo sé.


    JAJAJHS y yo aquí que no lo dejo irse, im sorry
     
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    Había muchas cosas que se me escapaban, pero también era un oportunista y sabía reconocer las chances apenas se presentaban. Identificar el chispazo rosado de Anna y ver cómo se acercaba a Dunn entraba en el paquete. Me molestaba un poco la idea de usarla de esta manera, pero siendo justos tampoco le hacía daño a nadie. Era parte del trato, además, y me gustaba ser limpio con mis acuerdos.

    Me había metido en un juego peligroso, lo sabía, pero puede que por primera vez se tratara de una decisión propia.

    Hice de las mías, pues, y me colé en la interacción con la liviandad y el descaro del más grande imbécil. Todo fluyó con una naturalidad absurda, hasta que decidí sacar el tema que me competía y por suerte fue bien. Anna preguntó, sin embargo, y recordé que esta Anna era diferente a la que había conocido. Tenía mucho menos miedo. La mierda me pilló en frío y acabé recurriendo a las técnicas de antaño, pero mejor iba a valerme recordarlo.

    No podía tratarla como antes.

    Por el mismo principio la dejé irse sin inmiscuirme, porque podía haber iniciado los pasos en la dirección correcta pero eso no significaba que fuera a barrer mi personalidad entera de la noche a la mañana. Sabía que había hecho mal ignorando su pregunta, además. Sabía que me había inmiscuido en su vida aquí sin siquiera consultar. No me cabía el derecho de husmear en ninguna maldita parte, por mucho ruido que hubieran levantado los jodidos almuerzos.

    Ya no era mi problema, me gustara o no.

    Todo corrió río abajo, sin embargo, y volqué mi atención en Dunn. El ¿apodo? me estiró los labios en una sonrisa algo extraña, pero no dije nada y ocupé el asiento que Anna había estado usando. Bueno, si sabía del ojo morado de Anna me ahorraba bastante saliva.

    —Siempre fui algo paranoico, también —me atajé, encogiéndome de hombros, y crucé los antebrazos al borde de su pupitre—. Y mi hermano últimamente se queja más de lo habitual. No he encontrado ninguna conexión más allá de la mera sospecha, pero entre tú, Anna y otros imbéciles que conozco ya van cinco robos en menos de dos meses. Las estadísticas no cierran, por muy inestable que esté la situación dentro de casa.

    Había entrado en mafia mode o algo ahí, a plena luz del día, en mitad de la puta escuela, pero tampoco me importaba demasiado. Ni que mi papel dentro del Sakura no hubiera estado manchado desde el inicio, con la propuesta de Kou y las palabras de Hayato.

    ¿Por fin vas a dejar de hacer la vista gorda, ahora que tocaron a Hiradaira?

    —La protección de la que gozábamos como meros lastres de la sociedad se está tambaleando, y eso es lo que me preocupa. —Tomé aire y busqué sus ojos, más serio de lo habitual—: Ya ni en nuestros escondites parece que estemos a salvo, y al fantasma que nos acecha, cualquiera sea, tampoco parece importarle hacérnoslo saber.

    Con el discursito a un lado, acomodé ligeramente la posición y le lancé la tercera pregunta del cuestionario.

    —¿Cuál es la situación en Chiyoda, Dunn? ¿Los chacales siguen igual de dispersos que antes?

    ¿No hay nadie que pueda guiarlos?

    ¿Ni una sola persona?
     
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    Incluso con las paredes de la cueva deteniendo el ruino que salía de las hilachas algo se filtraba, llegaba como un eco lejano e incomprensible. Solo reafirmaba lo pequeño que era el mundo, lo complejo de sus interacciones y el poco poder que yo, con mi eterno miedo, poseía sobre ellas. Era espectador, no me interesaba ni me habían entrenado como hilandero. Todo lo que podía hacer era ver la estructura e ignorarla si me parecía demasiado tensa.

    La retirada de Anna, sin embargo, implicó que parte de la confianza que sentía hacia Fujiwara se desvaneciera gradualmente y de alguna forma me sirvió para arrojarme encima algo de la actitud que usaba fuera de la escuela, en el corazón del Triángulo. Luego de llevarme una hostia, la verdad era que también tenía mucho menos interés en gastar recursos mentales en cosas que podíamos acortar y llevar directamente al punto.

    Ya de por sí era volátil.

    Ahora directamente era una bomba buscando excusas para reventar.

    No me pasó desapercibida la sonrisa que le alcanzó los labios por el apodo que me había sacado del aire, no dijo nada de todas formas y ocupó el asiento de Anna, lo que al menos me quitó la ansiedad de verlo allí de pie. Atendí a su respuesta, repasé sus facciones y seguí sus movimientos con la manía que lo hacía con casi todo el mundo.

    Cinco robos.

    Menos de dos meses.

    El jodido había entrado en yakuza mode ahí en plena escuela, pero tampoco me costó demasiado hacer lo mismo y lo dejé seguir monologando. Quería tener una idea más clara de qué coño hacía esta sombra preguntando por estas mierdas tan fresco, algo que me dijera por qué una serpiente de Shinjuku había terminado aquí, mucho más si se trataba del pequeño Fujiwara.

    Igual y me hacía falta visitar al Krait.

    Encontró mis ojos, le sostuve la mirada como si no hubiese estado a nada de matarme de un infarto una chica de menos de metro sesenta. El discurso se me antojó bastante largo por alguna razón, pero lo dejé ser y es que la verdad era que llevaba razón, sea lo que sea que acechara por las esquinas no estaba escatimando en dejar claro que no estábamos seguros en ningún agujero de Infierno.

    Ni siquiera en las ruinas de nuestro imperio.

    La mención a los chacales me hizo fruncir el ceño, todavía con los brazos cruzados, estaba bien que no quisiera dar vueltas en mierdas innecesarias, pero también era cierto que tampoco me gustaba cuando metían las narices en los cadáveres que me pertenecían. Era nuestra fosa común, eran mis huesos y ya bastante había tenido con que Sonnen los revolviera para después retroceder.

    —Apareces de la nada en este pedazo de tierra en el culo de Tokyo, el mismo donde confluyeron un par de chacales y un lobo, y me preguntas por el estado de Chiyoda luego de que me dieran las buenas noches con una hostia —comencé, algo de diversión se me coló en la voz y no supe de dónde salió—. Tengo derecho a algunas preguntas también, ¿o no? Fujiwara, ¿te trajo alguien aquí? No serías el primero ni el último.
     
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    Gigi Blanche

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    Me di cuenta prácticamente al instante que había presionado el botón incorrecto. La cara se le transformó, fue información en sí misma y mantuve la sonrisa casual, como si no me hubiera enterado de una puta mierda. Ah, Dios, esto de ser lanzado a un pozo de bestias silvestres sin más que un puñado de datos iba a ser más molesto de lo anticipado, y el imbécil de Kou se llevaba la culpa.

    Quizá yo también me hubiera confiado.

    La mención del lobo acomodó un par de piezas extra en su lugar. Era consciente de la presencia de Shinomiya, vale. El niño ejerció su derecho a regresarme una pregunta y justo vino a ser la que menos me convenía. Mantuve la postura relajada, la sonrisa y todo lo demás, parpadeé sin prisa y mi gesto adoptó una chispa extra de diversión.

    —¿Sonó muy entrometido? Lo siento, vaya —murmuré, con voz suave. El tiempo que había pasado los últimos meses con mini Ishi me hizo consciente de lo mucho que nos parecíamos a veces, y si este era amigo suyo pensé que el espejo podría llegar a servir—. La situación de tu barrio es de conocimiento público, así como Shinjuku. Nos fuimos a la mierda, ¿no? Y quizá sea hora de ir recolectando las piezas. Hayato también lo piensa.

    Evadir su pregunta era y no era una movida inteligente, honestamente no tenía muchas opciones si el rojito de aquí se afilaba como navaja suiza y metía el dedo justo en la llaga. A mí me daba igual, pero el grudge del que Kou me había hablado era una piedra en el camino.

    Pero ¿y si invertía los papeles?

    —Tengo un patrocinador, sí, me descubriste —admití, ligero, y alcé las manos brevemente junto a una risa suave—. Te diría que no es ni de cerca la pregunta más interesante que podías hacerme, pero ya que insististe...


    No creía que fuera a servirme de nada si al niño se le cerraba el culo de esa manera, pero al menos sabía que Chiyoda era uno de sus temas sensibles. Molesto, pero comprensible.

    —Ahora que lo pienso, ¿o sea que sí conoces a mi hermano? No es tan común entre los mocosos de nuestra edad.
     
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    Zireael

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    Algo que se llevaba Fujiwara eran mis respetos por pretender husmear en la mierda conmigo en particular, que era como meterse a jugar a la pelota en un campo minado, pero poco más. Ese mismo respeto mutaba en recelo, porque en lo que a mí me concernía que Chiyoda muriera como lo había hecho Shinjuku no debía significar nada, quería decir, nada para que hubiese alguien aquí preguntando.

    Había trabajado con información bastante tiempo.

    Las preguntas pocas veces anunciaban nada bueno.

    Su personalidad seguía revolviéndose con la de Ko y la cosa, más que relajarme, empezó a crisparme muchísimo los nervios ni idea de por qué. Me sentí medianamente expuesto, pero era culpa mía también por haber reaccionado a la mención a los chacales y no tenía cara con la que quejarme al respecto, así que solo me mantuve estático en mi lugar en lo que él hablaba.

    —Hay demasiadas fuerzas rozándose en esta academia, diría yo. Si empiezas a preguntar mucho a la larga te ponen una diana en el pecho —sopesé con la cara de moco bien puesta, igual no le imprimí al tono ningún fastidio particular—. Joder, lesser. ¿Me vas a salir historiador, arqueólogo o algo? La caída de los imperios luego solo les importan a los que revisan ruinas y esas cosas.

    Más que fuerzas confluyendo a lo que me refería era a rencores, así hablara solo por mí, pero incluso los que no parecían apestar a azufre llevaban días como queriendo matarse por los pasillos y no era nada raro. Por otro lado, eso de esquivar las preguntas se veía que era su especialidad e iba a tener que empezar a jugar distinto o saber mentir, porque si algo no me gustaba era la incertidumbre.

    —Nunca dije que fuese mi única pregunta —atajé encima de su respuesta al patrocinador y lo demás—. Pero por algo hay que empezar la checklist, porque te metió aquí alguien de afuera o alguien de adentro. Adentro no hay muchas opciones y las que hay saben a ácido de batería.

    Con todo, su pregunta sobre su hermano fuese un deflect, un farol o cualquier cosa pareció más normal. Solté el aire con cierto dejo de pereza, desenredé los brazos que tenía cruzados todavía y los estiré hacia atrás para aflojar la tensión de la espalda.

    —Vivo en Shinjuku, aunque pasé la infancia en Shibuya —solté—. Entre los negocios y esas mierdas digamos que le pillé gusto a que tu hermano me sirva el whisky. No muchos lo hacen al ver esta cara de mocoso.
     
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    Gigi Blanche

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    Solté el aire por la nariz con calma, y si acaso me atreví a encogerme ligeramente de hombros. ¿Eso se suponía que fuera una amenaza o una advertencia? ¿Pretendía que lo dejara en paz o le había surgido el buen samaritano de los cojones? Puede que un poco de todas, no tenía pinta de ser un mal chico. Había algo bastante transparente en sus ojos, cosa poco común en la podredumbre donde nos manejábamos. A veces se tornaba en un puto viaje en ácido pasar de personas como Frank a este crío.

    Tell me when you sit alone, tell me when you’re numb at home, tell me when your hopes are gone.
    El mundo no tenía ni pies ni cabeza.

    Stepping on throats like a nihilist.

    Por eso, quizás, había empezado a no tomármelo en serio.

    Devil works loud so I’m working in the silence.

    Y de vuelta con el apodo de mierda. Alcé un brazo, con el codo aún sobre su mesa, y lo usé para recostar la mejilla en mi mano. Lo escudriñé con una calma y falta de disimulo que se contradecían entre sí, la lista de profesiones me dejó pensativo un momento y solté una risa nasal. La canción aún rebotaba en mi cabeza.

    —Qué poca ambición —solté como quien conversa del clima—. Me lo creería de un perro cualquiera, pero tú no te levantas todas las mañanas para acabar muerto en un banco de plaza, ¿no?

    ¿Te recuerdo tu apellido, niño bonito?

    De la forma que fuera, a su puto cuento si no iba a hablar del asunto. Ya encontraría otro momento, otro escenario, otras personas. Con Anna había lucido más relajado, ¿cierto? Era cuestión de preparar el tablero con las piezas adecuadas e iniciar la partida. Podía ser la enana, incluso mini Ishi. Podía arrastrarnos a una noche de lunes y que el Krait le sirviera un par de whiskys, justo como decía que le gustaba.

    El resto se construía solo.

    —¿Tan mal está esta escuela? —solté junto a una carcajada ligera, luego de que catalogara a la peste como ácido de batería—. Hostia, no lo parece. Lo disimula bastante bien con los mil clubes y las instalaciones bonitas, ¿no?

    Tenía su encanto pensar que aquí, en el culo del mundo, por razones extrañas del destino se hubiera generado, si se quiere, una suerte de Triángulo alternativo. Las mismas caras, las mismas disputas eternas y aburridas de siempre, pero en otro campo de batalla. Dios santo, las personas eran tan estúpidas y tenían tan mala memoria.

    Igual no me las daba de nada, sabía perfectamente que era funcional al mal que aborrecía. Que la displicencia silenciosa no llegaba a ninguna parte. El asunto era ese: no lo pretendía. No tenía idea qué carajo quería de la vida, nunca la había tenido.

    Mi historial tan pintoresco daba fe de ello.

    Alcé las cejas al oír que vivía en Shinjuku y asentí un par de veces, reiniciando la sonrisa amistosa. Mira nada más, éramos vecinos. La parte de Shibuya no me pasó desapercibida, claro, pero preferí no levantar más polvo. No quería que me soltara un mordisco.

    —No le importa demasiado qué cara tengas en tanto le pagues, sí —concedí junto a una risilla, masajeándome la nuca allí, donde estaba el tatuaje—. Son los beneficios de Kabukicho.

    Lo había soltado al aire, bastante porque sí, y regresé a sus ojos poco después.

    —Le diré que le mandas saludos, entonces, y que extrañas que te sirva whisky~ Capaz con el trabajo fino conseguimos que le rasques un descuento, se pone muy sentimental cuando quiere el grandulón.
     
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  13.  
    Zireael

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    Mi comentario de amenaza no tenía un pelo, si acaso era una advertencia o una nota al pie que se me escapó por vete a saber qué motivo, no tenía ni idea. Puede que solo fuese una acotación al estado general de la escuela, porque a pesar de todo sí me parecía que para haber sido puesto aquí como una pieza, de una forma parecida a la que había sido arrastrado Shimizu, le faltaban algunas anotaciones en la libreta así las pudiera conseguir sobre la marcha.

    No sabía a qué cojones estábamos jugando.

    Pero todo me decía que así no consiguiera información ahora, la conseguiría en otro momento.

    Ajustó la posición en la mesa, me escudriñó con calma pero no lo disimuló y yo no reaccioné, haciendo más o menos lo mismo en su dirección. El condenado estaba hecho con combinación, se veía, leerlo no era sencillo y quizás el recelo viniese de allí, no estaba muy seguro. Lidiaba con gente así a cada rato, la diferencia era que yo no me metía a oler sus trapos ni ellos los míos.

    Hasta que me habían caído encima los fantasmas de Hikari, claro.

    Su comentario sobre la poca ambición me sacó una risa, no supe muy bien de qué clase, pero lo hizo y no repliqué nada. Puede que llevara razón, pero solo quizás porque había enfocado toda la ambición que poseía en otro frente completamente distinto apenas el imperio se nos deshizo en las manos como un castillo de arena. No era rentable, tampoco me brindaba descanso, pero le añadía cosas a mi checklist.

    Tal vez parecía olvidarlo, a veces genuinamente lo hacía, pero incluso si hubiese sido capaz de salirme de este mundo de mierda, era de los pocos que llevaba la peste pegada en la sangre. Reconocido o no, procedía de un linaje, era el fruto de un árbol podrido y como tal tampoco podía resistirme al destino que parecía perseguirme y no desaprovechaba las ventajas que me otorgaba.

    Aunque tal vez se suponía que nadie debía tocarme precisamente por eso.

    Por el poder que ostentaba el árbol del que me había desprendido.

    —Puede que no, en eso llevas razón —resolví con tranquilidad a lo de acabar muerto en un banco, suspiré y me rasqué las raíces del cabello.

    Su comentario en relación a la escuela me hizo soltar el aire por la nariz, levantando las cejas como quien le dice que simplemente era algo que no tenía remedio. Podía acabar de decirle que el estudio de las ruinas solo le importaba a cuatro gatos especializados en el tema, pero tampoco era imbécil y aquí, en este pedazo de tierra, algo de la historia parecía estarse replicando. Yo era una pieza de fondo, podía alcanzarle las navajas a los del frente, pero nada más. Hasta dónde iban a llegar no me correspondía.

    Tenía su gracia, por otro lado, que el único posible sucesor para los chacales dispersos se hubiese ido a la mierda hace días, pero más que eso lo que casi daba risa era que se hubiese tratado de Sonnen de todos los infelices posibles. Podría haberme decantado por soltar toda la sopa ahí, no la nuestra como tal, si no la del cuervo con Anna pero para fortuna de los tres desgraciados y de mi propia integridad, posiblemente, comprendía los límites ajenos y me la reservé, a pesar de que la pregunta de si lo sabía me rebotó en la cabeza.

    De nuevo, no me correspondía a mí ni por asomo.

    Su resolución de que al Krait no le importaba mucho que cara tuvieras en tanto pagaras me hizo asentir con la cabeza, cediéndole razón de nuevas cuentas, los barios rojos tenían sus ventajas en ese sentido. Con todo, siempre había preferido espacios donde sintiera un mínimo de confianza y puede que allí, fuese real o no, lo hubiese encontrado.

    —La situación financiera no quedó en el mejor estado luego del incidente de Chiyoda, debo admitir. Si el Krait me hiciera precio casi estaría haciendo caridad, se le agradecería —admití como si nada. Aproveché para despegar la espalda de la silla y encajé los codos en mi extremo de la mesa para entrelazar las manos con tal de descansar allí el rostro. Que si implicó cortar distancia de forma un poco brusca, pues sí, pero los límites se me desdibujaban mucho últimamente—. En fin, ¿algo más que se te ofrezca y pueda responder, Fujiwara? Que si me entrevistas mucho se me suben los humos.

    Le dediqué una sonrisa y para qué mentir, me puse la mejor cara de borrego a medio morir que pude elegir del armario, porque de por sí no me costaba. No lo estaba echando en realidad, pero un giro de distracción era suficiente, tampoco hacía falta seguir dando vueltas.

    —Le haces de detective a alguien por... —Lancé la vista al techo un momento, pensando, pero no tardé en regresar a sus ojos y hablé bajito, como si la estupidez fuese secreto de Estado—. ¿La hostia que se comió Anna, quizás? Qué digo, igual puedes hacerlo por deporte.


    i jUST WANNA BE, WANNA BE LOVED ehem digo perdón por el tocho, yes
     
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    Gigi Blanche

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    La sombra imperceptible de un tipo bastante crudo de diversión quiso tintar mi sonrisa cuando dijo lo de la situación financiera tras el... incidente de Chiyoda, y no me molesté en analizarla ni brindarle un motivo concreto. Tenía un corazón en el pecho, uno que, más veces de las que me gustaba admitir, me forzaba a balancearme entre la indiferencia y la empatía. Era molesto y picaba, pero no me lo arrancaría por nada del mundo. Era ese corazón el que me diferenciaba de bestias erráticas como Frank, era el corazón que me había permitido perdonar a Hayato, entender a mamá y reconstruir mi vida, así fuera con escarbadientes. Era, también, el corazón que amaba a las personas a mi alrededor. El puente y la conexión.

    Lo único que me ataba al mundo.

    Pero no me convertía en un imbécil ni en un santo, tenía mis límites y casi nunca me avergonzaba la rigidez de los mismos. Podía compadecerme de los chacales y de la tragedia de Yako, eso no significaba que desarrollara simpatía alguna por el imbécil que seguía diciéndome lesser en la puta cara. ¿Era su contraataque? ¿Una burla ridícula y gratuita? Daba igual.

    Era de mal gusto y punto.

    —Queda hecho, entonces —resolví como si nada, apoyando las palmas de las manos en su mesa—. La operación para conseguir descuentos comienza ahora mismo.

    Su movimiento había recortado la distancia entre nosotros, pero eso a mí me importaba de poco a nada. Nunca había tenido esa clase de dramas con mi entorno, no era receloso de mi espacio; no mucho. Su postura de repente se asemejó a la de un mafioso o algo y me sonreí, entretenido con la idea. Era un Dunn, al fin y al cabo. Le corría en la sangre, suponía.

    —Por ahora no —murmuré, en voz baja—. No vaya a ser que te subas al poni y luego no sepamos bajarte.

    El cambio en su expresión lo cacé al vuelo, puso cara de cachorro mojado y estuve a medio pelo de reírme. Me recordó a mini Ishi, el cabrón, se veía que esa habilidad era compartida. Repasé sus facciones sin mucha prisa y pestañeé al mismo ritmo, subiendo a sus ojos.

    —No me gusta tomarme molestias porque sí —concedí, encogiéndome ligeramente de hombros, y una sonrisa revoloteó en mis labios—, pero amo a los míos. Los amo de verdad y ya me mandé muchas cagadas, así que toca inflar un par de huevos para redimirme. Seguro puedes deducir las consecuencias de esa lógica, si tienes más cerebro que músculo.

    No vas a deshacerte de mí tan fácil, lamentablemente.

    Podía tomarlo como el prólogo para mi próxima visita, ya que no vi necesario seguir extendiendo este sinsentido. Solté el aire con calma y me incorporé, volviendo a mirarlo. Me faltaban algunas notas al pie, eso era cierto, pero entre los nombres de Kou y los chismes de Hayato me había armado un compendio relativamente decente. Al menos para tocar cojones, claro.

    —Si ves por ahí a tu viejo dile que el Krait le manda saludos —murmuré con la sonrisa suave de siempre—, lesser.

    Me quedé allí dos segundos como mucho, porque había dejado de tomarme el mundo en serio y un poco me habían picado las ganas de verle la cara, así supiera que quizá no me diera nada. Quizá fuera que por fin empezaba a ser más fiel a mí mismo, o quizá fuera porque seguía siendo la copia de la copia. Hayato, primero, ahora Frank. No tenía idea. Y de momento no me importaba.

    Tras eso me fui, tranquilo, y pensé en bajar a comprarme un sándwich o algo. Hombre, tenía hambre.


    esta semana voy a andar más ocupaditta así que prefiero quedarme con menos interacciones abiertas unu

    igual no pensé que iban a hablar tanto JAJAJA pero la sassiness lo hizo worth
     
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    Zireael

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    No había soltado lo de la situación financiera esperando dar lástima ni nada en particular, porque de hecho la lástima me jodía mucho, pero pues también me gustaba hacer el imbécil más de lo que cualquiera anticiparía y a veces uno se agarraba de lo que tuviese a la mano. Eso sin mencionar que no era mentira, tampoco era que hubiese quedado en la calle, pero no iba a usar el dinero que me daba mi madre para irme a bajar unos tragos en Kabukicho y la reserva había quedado un poco corta luego del fiasco.

    Además no esperaba demasiadas caridades de un peón como yo.

    Sabía que estaba tirando cables, me había pescado del costado equivocado y toda mi respuesta había sido ponerme insoportable, como si llevara buscando excusas toda la semana para subir el interruptor de "Insufrible" que tenía en la nuca. Puede que el apodo sonara más hosco y grosero de lo que yo imaginaba en realidad, porque se lo había encajado solo porque era menor que el Krait, lesser eran los vampiros, lesser eran otras especies de kraits, lesser eran muchas cosas que eran menores que nosotros en tamaño, edad o lo que te saliera de los huevos. La categoría dependía de quién pusiera el nombre suponía.

    Pero tampoco descartaba del todo que lo hubiese dicho buscando joder, así fuese inconscientemente.

    Como fuese, asentí con la cabeza a lo de la operación de los descuentos fuese en serio o no y seguí a lo mío, subido en el teatro que había creado de un montón de humo y polvo revuelto. Me quedé en mi posición, esa con la que había recortado la distancia, y reparé en su sonrisa como si no fuese yo ningún loco del espacio personal ni nada. El comentario del poni me arrancó una risa suave de todas formas y me encogí de hombros, declarándome culpable sin demasiado problema.

    Me quedé esperando su respuesta a mi pregunta y es que la había hecho por un solo motivo, saber si había tan siquiera un punto de conexión entre esta serpiente y yo. No me refería a que fuésemos a convertirnos en mejores amigos ni nada de esas mierdas, pero si hablábamos el mismo idioma así fuera por mordiscos era posible llegar a, no lo sé, acuerdos.

    Lo que dijo finalmente me complació aunque implicara que no iba a librarme de él y sus preguntas, pero de alguna forma consiguió hacerme entender una fracción de su juego de detectives y lo dejé estar, le di el beneficio de la duda a su manera. Podía estarme mintiendo, qué coño sabía, pero decidí confiar en el hilo que lo unía a Anna y asumir que era cierto, que amaba a los suyos e iba a inflarle las pelotas a quien hiciera falta en proporción a eso.

    Era respetable a su manera.

    —Pues bien —añadí así no hiciera falta, lo solté todavía sin cambiarme la cara de cachorro mojado y lo dejé seguir hablando en lo que se incorporaba.

    Incluso si le faltaban muchas notitas a sus apuntes, se veía que tenía las suficientes para, efectivamente, inflar las pelotas. Encontró mis ojos, tenía la sonrisa suave pegada a la cara y me soltó lo de mi padre junto al apodo como si nada y mis gestos no mutaron para nada más que permitirme una sonrisa inocentona. Era la copia, la sombra de algo a lo que ni siquiera terminaba de darle forma y estaba manchado. Llevaba manchado desde antes de que Arata me pescara en la estación y me llevara ante Yako y lo que hacía o dejaba de hacer mi padre, bueno, no terminaba de concernirme porque me había extirpado como un tumor.

    —Se lo diré —dije relajando la sonrisa que me había entrecerrado los ojos—, cuando me sepulten a su lado posiblemente. See ya, lesser.

    Un poco negra mi propia broma, pero qué más daba.

    Lo dejé irse, ni que tuviese interés en retenerlo, y despegué mi cuerpo del escritorio no mucho después. Me lo pensé unos minutos, pero luego de echarle un vistazo a la hora opté por sacar el almuerzo y buscar dónde pasar el rato que quedaba.


    post de relleno cuz yES also no worries, que te tenía secuestrada en tres frentes y tbh yo tampoco pensé que iban a hablar tanto memeo JAHSJA

    no sabía que necesitaba esta cantidad de sassiness, thank u so much
     
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    Amane

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    La mini reunión improvisada en el club de fotografía fue bastante divertida, y es que solo hicieron faltan un par de segundos más con la francesita ahí metida para confirmar que Joey y yo podíamos pasárnoslo muy bien si decidía entrar en el club. Diversión inocente, claro, si en el fondo éramos unos cachitos de pan~. Quise aprovechar el momento para acercarme a Morgan, también, pero al final acabé desistiendo de la idea cuando Joey me llamó para que le extendiese la cámara y, no mucho después, tocó la campana anunciando el final del receso.

    No importaba, de todas formas me había quedado una cita pendiente con ella, ¿o no~?

    Aproveché el camino de vuelta al aula para contarle al chico lo que había visto por la ventana, simplemente por el hecho de que lo supiese a pesar de que parecía ser algo irrelevante en general, y el resto de las clases se sucedieron con la normalidad de siempre. El finde fue bastante tranquilito también, pues decidí no salir para aprovechar el tiempo que granny pudiese estar en casa conmigo.

    Aquel lunes tuvo que ser uno de los pocos en los que llegué a la academia sin resaca, lo que debía ser un logro en sí mismo para mí, y como aquel parecía ser el día de las excepciones, me dio por interesarme por el proyecto escolar también. Así que, tras haber sonado la campana del receso, me planté en el aula 3-2 y me senté en el pupitre que había delante de Jez, inclinando la cabeza hacia delante lo suficiente como para invadir su campo de visión incluso estando tan concentrada en un libro como parecía estar.

    —Jezzie Bezzie~ —canturreé a modo de saludo en cuanto capté su atención, irguiéndome con una sonrisa deslumbrante plantada en los labios—. Morning~ ¿Cómo vamos con el proyecto~?

    Yáahl HOLA JAJJAAJ me apetecía rolear a esta pendeja y leí por ahí en el post de altan que ponías a jezzie leyendo y dije: uhmmmm, ¿qué tal si la molESTO? y bueno, sé que cumplimos los puntos del proyecto pero ali no lo sabe (???? so lo usé de excusa

    anyway, si no te apetece rolear con ella or smth es perfectamente comprensible y me la puedes ignorar sin problema (?)
     
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    Zireael

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    La verdad era que ya para el proyecto solo nos faltaba sacar las copias de las ilustraciones del libro, conseguir algunos materiales más que seguro tenía en casa y armar lo que habíamos ideado, así que podíamos hacerlo en los pocos días que nos quedaban. Por eso decidí tomarme ese receso libre del asunto, cosa de despejarme un poco y ya.

    Cuando la campana sonó, saqué un libro que le había robado a tío Vic del estante el fin de semana, una novela no muy larga de Tolkien, pero me había dado cuenta a medio camino que no había sido la mejor de mis ideas. Las descripciones de este señor me freían el cerebro, por amor de Dios, pero ya había comenzado y no podía solo dejarlo tirado. Nunca me había gustado abandonar libros así.

    Despegué los ojos del libro cuando sentí que me revolvían el cabello, noté que era Al y me permití una sonrisa tranquila, su pequeña distracción me recordó que cargaba almuerzo de casa, así que saqué el bento y lo dejé sobre la mesa. Que le prestara atención a la comida que yo misma había sacado era otra cosa, ni siquiera lo desenvolví antes de volver a zambullirme en el libro.

    —¿Tolkien? —Me alcanzó una voz de repente y cuando alcé di con un espejo, los ojos de Dunn brillaban con cierta curiosidad contenida. Se le veían un poco mejor ya—. ¿Te gusta?

    —Cuando logro rescatar a mi neurona fundida —bromeé un poco avergonzada.

    —Me dices cuando lo termines —respondió antes de despedirse para salir de la clase.

    Una segunda interrupción después, retomé la lectura y pasado un rato, cuando apareció la interrupción número tres, bajé cerré el libro con calma, dejando el separador allí donde había quedado. Había notado la silueta que se sentó al frente y reconocí el cabello rubio antes de que hablara, pero cerré el libro hasta que la vi aparecer en mi campo de visión. Le dediqué una sonrisa de las de siempre, bastante más sosegada que la suya eso sí.

    Si me sorprendía o no verla preguntando por el proyecto no iba a decirlo nunca frente a ella, claro.

    —Alisha —saludé echando la espalda en el respaldar de la silla—. Ah, vamos bien. Vamos a usar las ilustraciones de un libro de cuentos nórdicos que le mostré a Adara para hacer un collage y tal. Ya solo nos faltaría armarlo, supongo, si quieres puedes ayudarnos con eso cuando nos juntemos para hacerlo.


    omg hELLO me sorprendió la etiqueta ngl, but im here for it pls *le deja a jezzie con moño de regalo y todo*
     
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  18.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    Sí que me crucé con Cayden en la entrada del aula, pero lo cierto es que pasé bastante de su existencia, y si me di cuenta de lo que le había pasado en la cara nadie podría decir, porque no comenté ni me inmuté en lo más mínimo. A ver, metido en los mundos que estaba metido, que le hubiesen dado una hostia era posiblemente lo mínimo que le podía pasar, así que quizás hasta debía estar agradecido de que no hubiese pasado a mayores.

    Sea como fuere, mi objetivo era la conejita y por eso me dirigí hacia su posición sin apenas preocuparme por fijarme en el resto de alumnos a mi alrededor. La chiquilla cerró el libro que estaba leyendo en cuanto invadí su espacio, sin mucha opción a cualquier otra cosa, y aproveché el momento para coger el mismo con una mano e inspeccionarlo con cierta cuota de curiosidad mientras escuchaba su respuesta.

    —Uhm... yeah, maybe —murmuré como única contestación, dejando finalmente el libro de vuelta sobre su pupitre, y apoyé ambos brazos sobre la mesa mientras acababa por inclinarme para intentar cotillearle el bento que había puesto ahí—. Whatcha got there, bunny~?

    soy una caja de sorpresa uwu7
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
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    Ya estaba visto que a mí se me pasaban muchas cosas aunque ocurrieran frente a mis narices, así que el hecho de que Cayden y Alisha se hubiesen cruzado, aunque no repararan en la existencia del otro, mucho menos me había significado nada, sobre todo teniendo en cuenta que en el espacio de tiempo en que uno se iba y el otro llegaba había vuelto a zambullir la cabeza en el libro.

    Vi a la rubia tomar el libro en cuanto yo lo dejé en el pupitre y la dejé ser, tampoco era especialmente obsesa de decirle a la gente que no tocara mis cosas, incluso cuando genuinamente me importaba. Lo husmeó mientras me respondía, fue una cosa estándar viniendo de ella y no añadí nada más, porque aunque no fuese respondona, lo cierto es que tampoco me gustaba andar fastidiando. Si se aparecía o no, bueno, eso sería cosa suya.

    Dejó el libro sobre la mesa de nuevo y su atención, obviamente se desvió al bento que yo no había siquiera abierto. No me sorprendió un pelo que me llamara bunny, así que tampoco reaccioné más que para desenvolver el bento.

    —Ah, mi tía me empacó el almuerzo —respondí con calma mientras lo destaba y como era la misma tonta que repartía recuerdos de un viaje a gente que recién iba conociendo, pues seguí hablando—. Carne, verduras y puré de papa. Podemos comer juntas si quieres, aunque no tengo nada de tomar así que igual podríamos comprar algo en la máquina de abajo.
     
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  20.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

    Piscis
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    Había esperado que la chica emitiese algún tipo de queja por mi desfachatez de haberle cogido el libro por la jodida cara, especialmente porque después de tanto tiempo uno podía darse cuenta sin demasiado problema del aprecio que esta niña le tenía a la lectura y a los libros en general; nada de eso ocurrió. Me dejó hacer sin decir nada, y aunque era cierto que no planeaba hacer nada malo con ello, solo aquella estupidez me hizo pensar en lo complaciente que seguramente podía llegar a ser con prácticamente cualquiera.

    Su atención pasó a centrarse en el bento cuando se lo mencioné, abriéndolo y listándome el contenido que había dentro, y yo simplemente asentí un poco con la cabeza ante la información, acabando por apoyar el codo en su pupitre y la mejilla sobre mi puño. Había seguido con la mirada clavada en el bento, sin ninguna razón en particular realmente, pero terminé por deslizar la misma hacia ella, alzando una ceja con incredulidad.

    —¿Me estás invitando a comer, linda? —cuestioné, aunque claramente era una pregunta retórica más que nada, y solté el aire en una risa nasal—. Why? Apenas nos conocemos y, honestamente, dudo que en realidad te vaya a caer taaan bien. Are you some kind of masochist or something~?
     
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