Aula 3-2

Era poco probable que admitiera en algún momento que había querido decir más o menos lo que había soltado Altan en mi lugar sin ningún tipo de filtro, eso era obvio, pero tampoco era algo que fuese a negar para mí misma. Sabía que la gente era así, que no todos trabajábamos o nos interesábamos igual por esas cosas y había aprendido a solo hacer el trabajo de los que no se presentaban.

¿Era lo que estaba bien? Ni idea, no me ponía a evaluarlo.

No había notado que Adara había reparado en Altan, mucho menos en la tensión que le cayo encima aunque no podía culparla. Había sido más evidente de lo que él mismo habría anticipado, lo que no le ayudaba mucho. Igual nadie iba a meterse, al menos no ya mismo.

La muchacha me respondió en otro idioma que no reconocí, pero tampoco se lo dije y me las apañé con el resto de la respuesta y negué suavemente con la cabeza a lo de si me había fijado que estaban los números de clase. La verdad es que había visto todo muy al vuelo, así que no había retenido los números de clase, solo los nombres.

Igual ella sí lo tenía presente y poco después se alzó una tercera voz que me hizo girar el rostro en su dirección. Era el hermano de la muchacha, así que le dediqué una sonrisa al escuchar que seguro se alegraba de que fuésemos por ella.

—Gracias, iremos a buscarla entonces —respondí antes de comenzar a caminar hacia la puerta—. Ya cuando estemos juntas podemos decidir dónde trabajar, ¿no, Adara?

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te la puedes arrastrar uwu

 

Al parecer, este ritual de los estudiantes ingresados a destiempo no iba a mermar nunca, ¿eh? Linda a veces se preguntaba las razones que seguía la directora para tomar decisiones tan extrañas, pero luego analizaba al plantel docente, ella incluida, y sonreía, reanudando lo que sea que estuviera haciendo. Atípico, cuanto menos, pero se había convertido ya en un rasgo constante.

Era una mujer muy curiosa~

Y hablando de curiosidades, ¿qué podría hacer el día de hoy para... animar las cosas? Con el clima tan feo de afuera, quería decir. Pensó, pensó y pensó, e ingresó a la 3-2 derrotada. Qué triste, no se le ocurría nada. No se esforzó precisamente por disimular su ánimo opaco, aunque aún así le sonrió a sus alumnos y los navegó con la mirada hasta identificar al chico nuevo.

—Hola, cielo, bienvenido al Sakura —murmuró, cálida, y luego alzó la voz al resto—. Como pueden ver, seguimos recibiendo estudiantes nuevos~ ¿Prefieres presentarte tú mismo?

El muchacho asintió y, sin ningún atisbo de nerviosismo, empujó su silla hacia atrás para incorporarse. Su sonrisa lucía animada, aunque bastante tranquila; de su voz podía decirse lo mismo.

—Hola a todos, me llamo Kakeru Fujiwara. Espero llevarme bien con todos~

El gesto le había cerrado los ojos y Linda lo observó un par de segundos extra, en lo que volvía a sentarse y todo el rollo. Ya se había convencido de que sería un día absolutamente aburrido, ni modo.

—Muy bien, y con respecto a tu tour... ¿Sonnen, cariño, serías tan amable? Gracias~

No tenía idea que, de hecho, su instinto para el desastre seguía más que afilado.

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me había olvidado de que tenía que hacer este post adsjsadka lord forgive me

anyways

[3/8 4:37 a. m.] Belu : Ay hermana
[3/8 4:37 a. m.] Belu : Voy a meter a Kakeru en el rol and
[3/8 4:37 a. m.] Belu : Me fuckin crees si te digo que le salió Altan para su tour?
[3/8 4:38 a. m.] Belu : SALIÓ DE VUELTA
[3/8 4:38 a. m.] Belu : NO FUCKIN WAY
[3/8 4:38 a. m.] Belu : WHAT IS THIS SORCERY

 

No había que ser muy listo para saber que Atkinson nuestra sugerencia le había roto los sueños, el pobre desgraciado habría quedado mejor en cualquier grupo, pero todo lo que tenía era dos introvertidos y a Aoyama, así que ahí murieron sus opciones. Igual podíamos ver alguna manera de no hacerlo tan aburrido para el culo inquieto aquí presente, pero eso ya lo acordaríamos después, porque el tiempo se nos había agotado.

Despedí a Sugawara y Atkinson con la efusividad usual, o sea ninguna, y entré a la clase por fin luego de que lo hiciera Aoyama. No le presté demasiada atención al espacio, la verdad, solo caminé hacia mi asiento y me dejé caer en la silla luego de dejar la mochila a un costado del pupitre. Jez me saludó con un movimiento de mano y le regresé la sombra de una sonrisa.

Tenía casi tan asumido como Patterson que el día pintaba ser de lo más aburrido, al menos así fue hasta que el nuevo en cuestión se enderezó y se presentó. El nombre me arrojó una corriente de agua por el centro de la columna, el hielo me subió hasta el cerebro y todas las hilachas que había visto en la mañana se apiñaron en un solo punto. Por un instante, apenas una milésima de segundo, Fujiwara se convirtió en el vórtice de una red completamente distinta.

Kakeru.
​

¿Tenía el puto apellido? Anna no me lo había dicho.

Podía ser una coincidencia del destino, solo otro imbécil con el mismo nombre, pero esas cosas no pasaban aquí, en este mundo que se empeñaba en soltar toda la mierda sin pausa. Sabía, ya no por la telaraña ni nada más, por mero instinto, que este Kakeru era el desgraciado del veinte de octubre, el de la deuda, el que había intentado puto matarse dos veces. Era la condensación absoluta de una gran parte de la vida de Anna en el momento en que llegó a Japón y lo que sentí fue completamente distinto a las otras veces. No hubo ríos de sangre, mares embravecidos, tsunamis, nada de eso. El océano se congeló en cosa de minutos y comprendí con una precisión aplastante el miedo que era capaz de sentir Dunn casi a diario.

No lo había podido amar, había dicho.

Pero los fantasmas tenían poder en la vida de los demás.​

¿Quién era yo en realidad ahora que este imbécil estaba aquí en cuerpo y alma?

¿Quién era yo?​

Patterson, por su parte, había tenido siempre los sentidos afilados para cagarse en la vida de sus alumnos con este cuento del tour y ese día no fue la excepción. La jodida loca llamó a mi apellido y comprimí los gestos, el fastidio era medio natural en mí así no debía ser una señal de alerta en sí misma, suspiré con hastío y me encogí de hombros como quien no quiere la cosa.

El resto de la clase sucedió como si nada, la tormenta alcanzó los terrenos del Sakura y para cuando la campana sonó un relámpago cruzó el cielo, descomponiendo el escenario en fotogramas de una película. Me levanté de la silla con pereza, le eché un vistazo a Jez que se sentaba detrás de mí, parecía cabizbaja como siempre por la lluvia pero estaba revisando sus apuntes, seguro para lo del proyecto, así que la dejé tranquila para caminar hacia el asiento de nuestro nuevo personaje tan pintoresco.

—Fujiwara. —Lo llamé con el tono plano de toda la vida, como si no me estuviera corriendo el diablo mismo de gratis y le eché un vistazo a la tormenta de afuera antes de regresar los ojos al chico, al famoso veinte de octubre materializado—. Bien, ¿quieres el circo que asigna siempre esta escuela con el tour como si no fuesen iguales todas las escuelas? Te ofrezco un almuerzo común y corriente también, si quieres opciones.

Podría haberlo rechazado, ¿cierto? Pero una parte de mí quería confirmarlo. Quería arrancarme el miedo de encima, la pregunta que hacía eco. Sin embargo, haberme acercado solo iba a intensificarlo y lo sabía.

Siempre había pecado de masoquista.

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Gigi Blanche te etiqueto cuz five porque no tiene sentido siendo que yo consentí este mess-

Que me llamaran loca, pero creía haber notado un cambio en Altan cuando el muchacho nuevo se presentó, fue algo breve que pareció desaparecer casi en el mismo segundo y al final, de alguna manera, acabé por atribuirlo a mi propio malestar a raíz de la tormenta que se acercaba. La lluvia y yo no habíamos sido amigas nunca, me bajaba muchísimo el ánimo, pero había un proyecto que atender y no podía echarme a dormir en una esquina de la biblioteca nada más.

Cuando sonó la campana repasé mis apuntes, tenía anotaciones de los libros que leíamos para la escuela y tal, pero no sabía todavía muy bien qué hacer. Pasado un rato me levanté del asiento, cuaderno en mano, y me dirigí al asiento de Adara para hablar con ella. Me había parecido raro que Altan no rechazara el tour al nuevo, pero tampoco era mi asunto, así que solo seguí a lo mío por ese receso al menos.

—Hola, Adara —saludé a mi compañera cuando estuve cerca de su asiento y le sonreí—. Pensé que tal vez pudiéramos trabajar un poco más en el proyecto hoy, ¿quizás en la biblioteca? Igual podemos ir a buscar a Violet antes, para preguntarle si prefiere trabajar en otro sitio. ¡Ah, lo siento! Todo eso solo si te apetece que trabajemos hoy, si no podemos dejarlo para mañana sin problema.

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quem ahí te la dejo uwu

 

Bueno, había sido una mañana perfectamente normal de comienzo de clases, ¿cierto? Exceptuando todos los detalles barridos debajo de la alfombra, quería decir. Me había preocupado un poco el nivel académico del Sakura, pero no parecía haber gran diferencia en comparación a mi escuela anterior y, siendo francos, para la segunda hora de clases ya había conseguido que la muchacha sentada a mi lado me permitiera husmear sus apuntes. Siempre había tenido facilidad para deslizarme, aflojar defensas y camuflarme, lo sabía. Me convertía en un elemento natural del paisaje y la gente a mi alrededor reducía las resistencias.

El poder mágico de una sonrisa amable.

Cuando me había tocado presentarme y la profesora destapó la sorpresita de los tour, alcé las cejas y navegué el espacio directamente hacia quien había sido bendecido con la gracia. El muchacho no parecía encantado de la vida por tener que hacerme de guía turístico y normal, hombre, ¿a quién le apetecería que le arrebaten el receso por el imbécil nuevo? No me lo tomé personal, por ende. Siendo honestos, me quedé con la idea asumida de que muy probablemente no lo hiciera.

Cuando tocó la campana, sin embargo, lo escuché incorporarse y noté que viraba en mi dirección. Pude detallar mejor sus facciones, entonces, y reafirmar mi idea inicial. ¿Qué lo movería? ¿Sentido de responsabilidad? ¿Se habría apiadado de mí? Bueno, me daba bastante igual. Otra vez, no lo tomaba personal. Su propuesta me ensanchó la sonrisa y me incorporé de mi asiento con una cuota extra de ánimos.

—Perdona, hombre, es todo un rollo esto de los tour, ¿eh? Si tienes algo mejor que hacer, no te detengo —advertí, alzando las manos en señal de derrota, y las bajé casi de inmediato—. Pero, por otro lado, tampoco puedo rechazar un super almuerzo común y corriente, ¿o sí? Me llegó el rumor de que los sándwiches de pollo de aquí son la puta hostia.

Realmente no sentía que me estuviera esforzando por ser extra friendly ni por compensar su cara de moco, era mi eterna actitud liviana de siempre. La que gustaba, la que irritaba y, también, la que volvía lisa y llanamente imposible saber lo que me pasaba por la cabeza.

—Así que, si no te patea demasiado los huevos, acepto de todo gusto el tour. —Junto a la sonrisa se me aflojó una risa ligera, muy breve, y le eché un vistazo a la puerta—. ¿Andando, pues?

Dios mío, no tenía idea.

 

A como pintaba esto a Patterson tendrían que darle un reconocimiento al final del año por su puntería y si seguía así ya de plano iba a preguntarme si tenía un sentido inconsciente amante del caos o de la miseria o de lo que fuese que movía cuando volteaba a mirar a alguien para asignarlo. Ojo, decía inconsciente solo porque nunca veía el resultado completo de sus gracias, pero ya la cosa era hasta sospechosa. Mira que seguía dándole vueltas incluso en medio del resto de preguntas.

En cualquier caso, tampoco había que escarbar demasiado para asumir que el imbécil aquí presente no se había tomado mi evidente fastidio como algo personal y ya con eso había que darle puntos. Mi propuesta le estiró la sonrisa y al incorporarse se le notó, como mínimo, más ánimo que a mí, por lo que no pude evitar el contraste entre la versión de esta criatura que la historia de Anna me había dado y la que, bueno, obviamente se llevaba el mundo.

El mundo gris no era visible al ojo público tampoco.

Seguí sus movimientos, la forma en que alzó las manos y las bajó después y solté una risa por la nariz, fue casi de suficiencia, al escuchar sus comentarios. Por la manera en que la red se había cerrado a su alrededor solo podía pensar que su aparición era de todo menos azarosa, pero su función escapaba a toda mi comprensión y lo que estaba viendo de él no ayudaba demasiado.

Una parte de su comportamiento liviano me recordó a Ishikawa, fue apenas comparable porque el otro chiquillo me parecía más suave en muchísimos sentidos, pero la similitud estaba allí y me confundió los radares, cruzando cables unos por encima de los otros. Tuve que resignarme en cosa de segundos al hecho de que leerlo no era una misión sencilla, así que simplemente me iría agarrando de lo que dijese directamente.

—Va, la casa invita al sándwich de pollo con soda de la máquina y todo —respondí pasando del comentario de que aceptaba el tour si no me pateaba demasiado los huevos.

¿Era necesario? No, pero necesitaba información.

Le eché un vistazo a Jez con su compañera, la chica parecía no ser demasiado social y esas cosas, pero la escuché usar el diminutivo, por lo que me di cuenta que la madre loba ya estaba haciendo de las suyas. Por mi parte no podía recurrir a las mismas gracias que ella, mi carácter no lo facilitaba y si había algo de cariñoso o liviano en mi persona se me escapaba con cuatro gatos, así que me tocaba usar la versión máquina de eso mismo.

—Rumor —repetí unos segundos después, como un espejo, mientras enderezaba los pasos a la salida de la clase y solo después hurgué directamente—. ¿Tienes amigos aquí entonces?

Amigos era una palabra un poco genérica en este caso, la verdad.

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te lo puedes arrastrar, iba a postear en el pasillo pero pues lo hice antes con Maze y quedé media atorada con todo cuz im stupid ^a

No le buscaba mucha explicación al bajonazo de ánimo que me caía encima con la lluvia, había sido siempre muy susceptible al clima y en sí al entorno donde me colocaras, incluso a colores de los espacios y así, por lo que no le daba demasiadas vueltas. Era de esas cosas que solo pasaban, ni más ni menos, y uno las dejaba ser hasta que volvieran a su centro o algo así.

Había interrumpido a Adara en medio de una acción, lo que venía siendo normal ya, e iba a disculparme cuando me saludó usando el diminutivo y no pude ocultar la sonrisa que incluso me hizo cerrar los ojos un momento. Mi nombre no era especialmente largo ni nada, pero en casa solo me decían Jezebel cuando algo no iba del todo bien así que cuando en la escuela alguien que conocía recién lo usaba, me sentía mucho más cómoda y aceptada de alguna manera.

—Claro que puedes, de hecho lo prefiero —admití todavía con la sonrisa pegada a la cara, aunque relajé un poco el gesto después al soltar una risa por el comentario de que parecíamos estar conectadas—. Ah, con este clima podríamos tomar un chocolate caliente o un té, ahora luego de que nos juntemos con Violet.

Eso lo había añadido mientras giraba el cuerpo en dirección a la puerta, pero no comencé a caminar hasta que ella estuviese lista para salir.

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de milagro me cayó cuando estaba por postear con Altan kshda

 

El clima de estos días no era una maravilla, lo mismo venía ocurriendo con mi humor y ese día en específico me había costado bastante concentrarme. Había llegado un poco tarde, si acaso unos cinco minutos, pero cuando entré al salón después de disculparme por interrumpir me alcanzaron tres humores revueltos. Fue como chocarse con una pared y dejarse la nariz pegada al cristal.

Altan estaba con la cabeza echada sobre el pupitre y contra todo pronóstico estaba tomando notas, o algo que se le parecía, pero se veía que no tenía la mente allí mismo. Dunn tenía cara de haberse comido diez limones para el desayuno, estaba haciendo pajaritos de origami con los post-its y el otro pelirrojo, Mason, estaba mordisqueándose las uñas con una ansiedad que no le había visto nunca.

No sé por qué sentí a los tres con tanta fuerza, pero lo hice y me senté en mi lugar con los sentidos aturdidos. El resto de las horas se pasaron igual, conseguí volver a mi centro más o menos y cuando sonó la campana recorrí el salón con la vista, solo para darme cuenta de dos cosas, que los tres seguían con los humores caldeados y que Adara movía la cabeza. El gesto no tenía nada extraño, pero me recordó a los de Al cuando tenía migraña, lo había cuidado durante más de una crisis, así que me los sabía de sobra.

No me moví de mi lugar de todas formas y enfoqué mi atención en recoger mis cosas con calma, al menos las que no creía ir a necesitar. Estaba en eso cuando la chica se acercó, que me saludó al sentarse frente a mí y me hizo alzar la vista hacia ella, para dedicarle una sonrisa suave.

—Hola, Adara —dije colocando las manos sobre el cuaderno que todavía no había guardado—. ¿El proyecto? Por mí está bien, claro.

Revisé mis apuntes para ver las ideas que habíamos tenido en los últimos días, suponía que ahora nos tocaba ponerlas en práctica y eso. En cualquier caso, cuando regresé la atención a ella, volví a sonreírle y repasé discretamente sus facciones antes de preguntarle algo casi en voz baja.

—¿Estás bien?

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no te preocupes uwu más bien perdona, que ya jez está entrando en modo mamá con tu niña JAJAJA

 

En determinado punto Altan y Mason desaparecieron por la puerta, así que gran parte de la tensión y ansiedad que estaba absorbiendo bajaron un par de niveles. El que quedaba de alguna forma era más manejable, como si estuviese habituado y supiera apaciguar la proyección a consciencia. La aparición de Adara también me había servido de distracción, así que aunque no fuese a decírselo, se lo agradecía de verdad.

Cuando vi a la chica cerrar los ojos luego de tomar agua di por asumido por dónde iban los tiros, ya de por sí la pobre tenía mala cara, así que la cabeza debía estarla matando. Nunca había tenido una migraña, no podía imaginarlas, pero en las primeras crisis de Al recordaba que el idiota o se mataba a analgésicos sin demasiado éxito o terminaba descompensado en el baño de puras náuseas. No era algo que le deseara a nadie.

Aunque parecía incapaz de desearle el mal a cualquiera en sí.

Una parte de mí no creyó que fuese a contestarme, siendo sincera, tenía cierta experiencia por personas que parecían un poco cerradas sobre sí mismas y con eso en cuenta tampoco iría a forzarla, pero me respondió. Suavicé los gestos, le dediqué una sonrisa que fue mezcla de comprensión y vete a saber qué más. La criatura iba por la vida con migrañas desde los once y venía a decirme tan tranquila que no me preocupara, como si eso sirviera de algo.

Estiré la mano con cuidado para interponerla sobre sus apuntes, fue una forma cuidadosa de decirle que se detuviese un momento y me incliné apenas sobre la mesa para buscar sus ojos. No era metiche ni nada, pero habían cosas que no podía ignorar.

—Espera un momento, ¿de acuerdo? —pedí en el mismo tono bajo de antes.

No le dejé demasiado espacio para responderme, me incorporé de mi pupitre, mi cabello siguió el movimiento y caminé directo a la mesa de Altan, pillé su mochila para ponerla encima, así pude escarbar entre sus cosas como si fuesen las mías y no tardé mucho en dar con el blíster de pastillas. Cuando lo encontré lo miré un par de segundos, faltaban cuatro de las diez y presioné el plástico entre mis dedos, medio perdida en mis pensamientos.

Sacudí la cabeza, despegué una pastilla del blíster gracias a la línea punteada, regresé las demás a su lugar para poner la mochila donde él tenía y volví con Adara. Al sentarme de nuevo en mi lugar, dejé la pastilla sobre sus apuntes y eché la espalda en la silla, colocando las manos sobre el regazo.

—El amargado ese que está en la puerta hablando con otros dos es mi mejor amigo, las pastillas son suyas —expliqué como si fuese la cosa más normal del mundo, pero también para que no fuese a pensar que era una loca que robaba medicamentos—. No lo sabes de mí, pero padece migrañas también y si supiera que tienes una, no tendría problema en regalarte algo para que no la pasaras tan mal. Así al menos no tienes que ir hasta la enfermería.

Ladeé la cabeza, le dediqué una sonrisa de ojos cerrados y balanceé suavemente el cuerpo en mi lugar, al ritmo de una canción que me llegaba a la mente.

—Podemos intentar trabajar si quieres, pero tampoco hay prisa, ¿está bien? Traje un libro de cuentos que me gusta mucho y quizás nos sirva, te lo puedo mostrar luego —dije pasados unos segundos—. Me importa más que puedas reposar ese dolor que una nota de la escuela, por raro que te parezca.

 

Sabía que con personas como Adara, que comenzaba a recordarme muchísimo a Al, era difícil tratar. Había muchos gestos y aproximaciones que podían mal entenderse o no se agradables a secas, pero eso nunca me había detenido. Puede que en lo único que fuese tan tozuda era en mi intento por acercarme a las personas. Nunca lo hacía por lástima ni nada parecido, solo me nacía, era parte de mí.

Cuando volví noté la desconfianza con la que miró el medicamento y no podía culparla, estaba allí apareciendo con algo que ella ni sabía qué era, pero tampoco era como que fuese a envenenarla en medio de la escuela ni nada. Las pastillas de Altan eran recetadas específicamente para sus migrañas, así que lo único que estaba pecando era de automedicarla, pero en contraposición me parecía mejor eso a que se siguiera muriendo de migraña, por mucho que estuviese habituada.

—No es nada. Puede que ni se entere —comenté respecto a lo de que esperaba que mi amigo no se molestara y asentí con la cabeza cuando preguntó si podía ver el libro, en lo que respondía a lo demás—. Entonces puedes preocuparte tú por la nota y yo me seguiré preocupando por tu dolor de cabeza. Así se mantiene la balanza.

Me puse a buscar entre mis cosas, hasta que di con el libro en cuestión y lo coloqué sobre la mesa, con las letras en dirección a Adara. Lo abrí despacio, pasando un par de páginas, hasta dar con la primera ilustración y comencé a hablar sin despegar la vista del libro.

—Es una colección de cuentos escandinavos, quince en total. Las ilustraciones son de un artista danés, creo, tiene influencias de Art Nouveau y de arte japonés si no recuerdo mal. A mí los dibujos me recuerdan un poco a algunos mazos del tarot —repasé una de las ilustraciones con la yema de los dedos y volví la mirada a Adara por fin—. Siento los cuentos nórdicos muy cerca del corazón, eso es todo, así que le guardo mucho afecto a este libro. Imaginé que podríamos usar alguno de sus cuentos para el proyecto.

 

Era buena estudiante, lo había sido siempre y por eso no había tenido problemas entrando a las escuelas japonesas, más allá del idioma, y tampoco lo tenía aquí. Aún así, más de una vez sacrificaba clases por otras cosas que me parecía más importantes, como esos días en que mi primo más pequeño se había enfermado o cuándo nos fuimos a Países Bajos unos días. Puede que la vida me hubiese enseñado un poco a las patadas que habían cosas mucho más grandes que esto o quizás solo fuese mi miedo a no saber qué hacer una vez me graduara.

No era buena en nada en específico, lo sabía.

Vi a Adara mirar la ilustración, la tocó con delicadeza y yo me quedé quieta, observándola a ella hasta que hizo la pregunta. Se me aflojó una risa, fue suave y medio culpable tal vez, porque había sido uno de los pocos caprichos que tenía. Más bien, el único que había dicho sin conectar lengua con cerebro y alguien había tomado, sin darme espacio a negar nada.

—Fue un regalo —respondí con calma—. Supe del libro medio por azar, pero lo comenté en voz alta y cuando me di cuenta lo tenía envuelto, unas semanas más tarde. No sé en qué librería habrá hecho el pedido quien me lo regaló, pero puedo preguntar.

Hasta que soltó la siguiente pregunta me di cuenta que en realidad no le había dicho demasiadas cosas de mí, además de que prefería que me llamaran Jez y yo tampoco sabía mucho de ella, era normal suponía, siendo que nos habían juntado de repente para el proyecto. Asentí con la cabeza despacio.

—Países Bajos, me mudé aquí con mi familia cuando estaba cerca de cumplir los diez años —contesté, le dediqué una sonrisa de ojos cerrados y después volví la atención al libro—. Cada cuento trae varias de hecho, pero algunas son en blanco y negro. Pensaba que podíamos sacar algunas fotocopias y usarlas para lo del collage que había comentado las otras veces. Ya luego podemos añadir la investigación sobre Art Nouveau.

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Adara: 3
Jez: 3
TOTAL: 6 pts

 

Mi fuerte no era el arte ni por asomo, pero no por ello desprestigiaba estas cosas, lo que otros eran capaces de hacer. De alguna manera las artes en general, no solo las plásticas, eran como leer libros de otras maneras. Alguien había puesto allí mundos, ideas, pensamientos y todo se hilaba como una telaraña hasta formar algo que podíamos leer.

Puede que la vida de Adara fuese más complicada que la mía en bastantes sentidos, de hecho se parecía más a la de personas como Altan y Katrina, niños criados para heredar los titanes que sus familias habían creado, obligándolos a dejar atrás o relegar sueños que poseían. Yo tenía la libertad de hacer lo que me diese la gana, pero allí estaba, sin tener un plan a futuro o siquiera una idea vaga. Tío Vic trabaja para el padre de Al, pero yo simplemente no me imaginaba metida entre computadoras y tecnología.

Era frío, rígido.

Seguí los movimientos de Adara con la vista, sacó su cuaderno de dibujo, se puso a trazar y antes de darme cuenta me había quedado absorta. La escuchaba hablar, pero verla dibujando me dio cierta paz, me regresó algo de la calma que el torbellino de emociones tensas de Altan y los dos pelirrojos me había dejado sobre el cuerpo.

—¿Te gusta Grecia? —pregunté, no era una pregunta profunda ni nada, literal solo quería saber si le gustaba el país en que había nacido. Luego de eso caí en lo del club de fotografía, tomé aire y asentí aunque ella no estuviese mirándome—. Supongo que podemos usar la impresora de allí. Puedo decirle a Joey, que es el que lleva el club, si nos presta el espacio en estos días que nos quedan.

Vi a la chica mirar su dibujo, me permití una sonrisa que solo se borró ligeramente cuando habló de nuestras otras dos compañeras. El otro día habíamos pillado a Alisha de pura suerte, dudaba que fuese a volver a ocurrir, pero como siempre me callé mis opiniones al respecto. Adara me había soltado bastantes cosas de repente, de lo del proyecto y tal, así que parpadeé un par de veces poniendo las ideas en orden. Buscar a las otras chicas, contarles el tema, acordarlo entre todas y dividir el trabajo.

—Pensaba en añadir algunos elementos de textura en el collage, qué se yo, papeles diferentes y otros materiales —dije medio en voz baja—. Para Violet, por la discapacidad.

 

En líneas generales, así como algunas cosas me encendían el cohete que llevaba en el cuerpo y en dos días ponía todo de cabeza, también cargaba una tendencia de mierda a quedarme quieta cuando los problemas me aturdían. Suponía que no era ninguna locura, a cualquiera le cuesta tomar decisiones en determinados contextos, pero no quería esconderme bajo esa excusa demasiado tiempo. No quería forzar a todo Dios a mentirle a Kakeru, y mucho menos quería seguir tomando a Kakeru por imbécil. Tampoco quería... No lo sé, sentía que tenía a Al tapado con una sábana en un rincón oscuro de la habitación, obligado a no hablar ni pestañear, apenas respirar. Postergar esta mierda era de lo más egoísta que podía hacer.

Al menos, quería empezar a hablar las cosas.

Con la campana del receso, pues, agarré la bolsita dentro de la cual estaban los dos bentos y los zumos, y subí al tercer piso. Había buscado a Al en los casilleros un par de minutos para decirle de almorzar, pero al final lo vi con un grupo de otros chicos y no quise interrumpir, de modo que me fui. Era aún más arriesgado meterme en la 3-2, pero bueno, iba a tomar las chances que tenía. Además, a mitad de camino recordé que también quería hablar con Cayden.

Podía matar dos pájaros de un tiro, ¿no?

No bien asomarme dentro de la 3-2, identifiqué todas las cabezas que buscaba (o no) al instante. Kakeru seguía dentro del aula, de modo que junté las manos a la espalda, con ello medio escondí los bentos, y me acerqué a Cayden con pasos livianos. A mitad de camino, otra vez, me apeteció hacer el tonto, así que di un salto desde cierta distancia y básicamente aterricé a su lado de un ruido seco.

—¡Bu! —exclamé como una chiquilla, sin poder contener la risa ni un segundo.

Estiré la mano para revolverle el cabello, lo hice mientras me dejaba caer en la silla frente a él y dejé la pila de comida en el suelo. Con el pie la arrastré debajo de la silla y estampé las palmas en su pupitre, indignada.

—¡No puede ser! ¿Quién se ha atrevido a tocar esa carita de bebé? ¡Tremenda falta de respeto! Se merece la muerte.

Bueno, suficiente teatro. Igual era cierto, golpear a Cayden tenía que ser tan pecado capital como tocar a Ko. Bah, eso también lo habían hecho, ¿acaso el mundo estaba lleno de insensatos? Solté el aire de golpe, relajando el semblante, y mi mirada se posó brevemente sobre Altan antes de regresar a Dunn. Bueno, si se iba podía enviarle un mensaje, no pasaba nada.

Aún así, sentí una culpa absurda al contenerme de saludarlo.

—Mini Ishi ya me pasó el informe completo, pero aún así quería venir a verlo con mis propios ojos —seguí hablando, ya mucho más tranquila, y aplasté la mejilla contra uno de mis puños—. Qué cagada, Cay Cay. ¿Aún te duele?

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Yáahl ola

si ya tenías planes con alguien pos skippeamos sin problema, pero ya lo tenía en mente so here i am :D