Aula 3-1

Alisha Welsh

Fue imposible no notar como se tensaba ante la información y, posiblemente culpa de los nervios, acabó por levantarse e irse. No dije nada porque, hey, si alguien tenía que disculparse era Joey por sacarlo no yo por hacerlo, duh.

Sea como fuere, la molestia con él tampoco me duró mucho porque... siempre era así, ¿no? Incluso cuando nos peleábamos de verdad por cualquier estupidez, el enfado nos duraba como mucho una semana.

Comencé a juguetear con un mechón de pelo en lo que la pelirroja se acercaba, observando con atención los movimientos de ambos. Y cuando noté los movimientos de Joey, simplemente lo dejé hacer sin mucha complicación, más bien interesada en los dos nuevos participantes en la conversación.

El acento del chico me traía muchos recuerdos~

Después de un rato me incorporé ligeramente, haciéndome un hueco entre las piernas del moreno para sentarme en su misma silla y dejar que se apoyase con más facilidad sobre mi hombro.

—Encantada~ —respondí, cantarina, sin apartar la vista del chico—. Hey, ¿de dónde eres Daute?

 

La puso ligeramente nerviosa que Daute se pusiera a susurrarle en medio del aula, justo frente a otras personas, pero mantuvo la sonrisa de labios apretados y decidió dejarlo pasar. Eran manías del muchacho, ciertamente, y tampoco merecían alterarle el humor o provocar un escándalo.

¿Una historia divertida? Sonrió, con cierta emoción infantil chispeando en sus ojos plata, y acomodó un brazo sobre su hombro para acariciarle brevemente el cabello.

—¿Eh~? Yo quiero saber, Dauti —reclamó, casi que haciéndole ojitos de cordero.

Joey, por su parte, le permitió a Alisha acomodarse entre sus piernas y envolvió su cintura con ambos brazos de forma relajada, apoyando la barbilla en su hombro. La vio de soslayo al oírla preguntarle aquello a Hanson y se mantuvo en silencio, prestando atención a la conversación aunque, de tanto en tanto, se distraía un poco por la cercanía y el calor de Alisha.

Recordó su pedido en la azotea.

Bueno... las pruebas físicas se habían cancelado, ¿verdad?

Afianzó sutilmente el agarre en torno a su cintura, instándola a recostarse sobre su torso, y se le escapó una sonrisa que danzaba entre la diversión y la picardía. Así y todo, permaneció en silencio.

 

Alisha Welsh

Ah, Colombia~

Me eché hacia atrás de manera casi automática al sentir el agarre de Joey afianzándose, sin que mi cuerpo necesitase mucho más para entender el mensaje implícito, y cerré los ojos durante un segundo con una sonrisa genuina sobre mis labios.

Era fácil relacionarse con gente de diferentes etnias en un sitio como Estados Unidos, sobre todo moviéndome por los mundos que me movía. Y a pesar de ser la típica gringa para ellos, siempre me había llevado muy bien con los latinos, así que los recuerdos me hacían bastante feliz.

Miré a Joey de reojo, notando su sonrisa, pero tampoco le di demasiada importancia. Conociéndolo como lo conocía, había asumido que más veces de las que podía parecer no tenía ni idea lo que pasaba por su cabeza. Aun así, mientras escuchaba el relato de Daute con curiosidad, mis dedos se movieron por inercia y comenzaron a acariciar sus manos dibujando figuras aleatorias, colándome un par de veces en su manga para seguir el camino por una pequeña parte de su brazo.

Reí ligeramente cuando acabó. En serio, ¿qué pasaba con el tipo de los tatuajes? Si solo era amigo de Violet, ¿por qué no dejar que otro lo intentase? Qué egoísta~

La posterior pregunta no me tomó tanto por sorpresa como podría esperarse, pero no pude evitar la carcajada de genuina diversión que salió de mis labios. Ah, ¿cuántas veces habríamos escuchado aquella pregunta?

—¿Novios? ¿De dónde sacas eso~?

Claro que lo sabía, era consciente de la imagen que debíamos dar en ese momento para alguien que no sabía... nuestro historial.

>>¿Lo sois vosotros~?

 

Dejó a Daute hacer sin oponer la menor resistencia, y descansó los brazos sobre los suyos, jugueteando entre sus dedos. Recién después se dio cuenta que ella y Alisha estaban haciendo lo mismo y le causó cierta gracia.

—Agradece que saliste de esa en una pieza, cielo. Ese tattoo boy is kinda scary~

Permaneció en silencio al oír la pregunta de Daute, ella ya sabía la respuesta pero tampoco tenía por qué meterse. Alisha y Joey se rieron casi al unísono y la rubia tomó la palabra, arrancándole una sonrisa. Ella y Hanson estaban kilómetros luz más cerca de ser novios que esos dos.

Su reputación los precedía como a nadie en esa Academia.

—Nop, no lo somos —respondió con simpleza, echando la cabeza hacia atrás para ver el perfil de Daute—. ¿Qué tal las clases, Dauti? Por acá fueron una ladilla —dijo, compartiendo una mirada con sus compañeros de aula.

Pero Joey, al parecer, andaba con más ganas que nunca de ser un cabrón, y su voz se antepuso al comentario de Sasha.

—¿Eh~? ¿No lo son? ¿Y eso por qué? Lucen tan lindos~

Sasha prácticamente lo fulminó con la mirada y permaneció en silencio. Era algo injusto para Daute, pero no le apetecía responder una mierda así.

 

Alisha Welsh

—¿Oh~?

Aquella respuesta sí que no me la había esperado. Si nosotros lo parecíamos, ellos desde luego daban el pego perfectamente y habría apostado una mano a que eran pareja.

Entorné ligeramente la mirada, sin embargo, al saber aquella información y ni siquiera me molesté en interrumpir a Joey cuando claramente solo preguntaba por joder. Aun si no estaban en una relación, se notaban los sentimientos que tenían el uno por el otro... y aquello podía llegar a ser tan divertido.

De todas formas, por el momento lo mejor sería dejar el tema tranquilo, no había que agotar toda la diversión desde el principio, ¿verdad?

Me removí un poco en el asiento, lo suficiente para girarme y mirar a Joey de manera directa pero sin liberarme de su agarre, y pasé el brazo por su hombro para comenzar a jugar con su pelo de manera distraída, de nuevo, casi automáticamente.

Siempre me había gustado jugar con su pelo.

>>Cariño~ —susurré, con voz melosa, deslizando la vista por sus facciones—. ¿Sabes? Ahora que se han cancelado las pruebas, me he quedado con ganas de sudar un poco... —hice una mohín infantil con el labio, aun cuando las intenciones de mis palabras distaban de ser pueriles—. ¿Se te ocurre algo para solucionarlo~?

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"No quiero una cadena al cuello, por ahora."

Bueno, él podía entender aquel sentimiento casi a la perfección pero no andaba jugando a ser el novio de nadie~ Esa era su diferencia con Daute, la diferencia que una chica como Sasha esperaría encontrar entre él y su príncipe.

Hanson no podía verla desde su posición, pero Joey lo había detallado con una precisión casi maniática.

La chispa de decepción, tristeza, lo que fuera, que atravesó su mirada y la mantuvo allí, tiesa en su lugar. Sus ojos conectaron y la sonrisa burlona de Joey encendió una nueva ráfaga en su plata líquida: molestia.

Furia, quizá.

Dándose por satisfecho, volcó toda su atención en Alisha y dejó en paz a los tórtolos cuando la rubia se giró hacia él. Sus palabras le arrancaron una sonrisa genuinamente felina que no se molestó en disimular.

—Se me ocurren un par de formas, sí~ —ronroneó, deslizando sus ojos hacia la puerta del aula—. Después de ti, sweetheart.

Sasha, por su parte, no tenía ganas de presenciar ningún espectáculo y se giró hacia Daute, aunque no con la misma sutileza que Alisha. Así y todo, se las arregló para fabricar una sonrisa medianamente simpática y apoyó las manos en el pupitre, a ambos lados de su cuerpo.

—¿Qué quieres hacer ahora?

Siempre, siempre haciendo la vista gorda.

 

Tenía la cabeza en cualquier lado y, mierda, apenas había logrado concentrarse durante las clases de la tarde. Entre la cagada de la cafetería y saber que tendría que hacer malabares para hablar con la obra social y llegar al trabajo a tiempo, soltó un pesado suspiro apenas oyó la campana sonar y se puso a juntar sus cosas. Iba a irse directamente, sin buscar a Daute ni avisarle; ni siquiera le apetecía verlo, lidiar con ese problema en ese preciso momento.

Además, una parte de ella se negaba a demostrar molestia, recelo o lo que fuera. Si Daute ataba cabos, si deducía que estaba así por algo tan insignificante como un beso, sería una auténtica patada a su orgullo.

Sin embargo, se apareció un momento antes de incorporarse de su pupitre. Lo había notado entrar y se permitió suspirar mientras él no pudiera verlo o notarlo. Se acomodó a su lado y Sasha ralentizó adrede sus movimientos para, no lo sabía, ¿evitar mirarlo hasta que fuera absolutamente necesario? El zumo captó su atención y se detuvo un poco de golpe. Era de cereza.

Deslizó su mirada hasta Daute.

¿Qué tal tus clases?​

Y sonrió.

—Bien, en verdad —respondió, algo apresurada, y se corrió el cabello mientras se incorporaba; la silla chirrió al arrastrarse sobre el suelo y Sasha frunció el ceño. El sonido le arrojó un relámpago de dolor por todo el cráneo.

Estuvo por decirle que tenía que irse, que tenía cosas que hacer, cuando lo escuchó hablando en español y volvió a mirarlo, su entrecejo sólo se arrugó aún más.

—¿Qué mierda dices, Hanson? —Una nota de hastío se coló en su voz, pero ya no sabía si era por la mierda del beso, por todas las preocupaciones que tenía metidas a presión en la cabeza, o por el cansancio que le pesaba en cada hueso del cuerpo.

Quizá fueran todas.

 

Ya estás molesta.​

Lanzó la vista hacia el aula, casi en un intento por no molestarse al oír a alguien destacando que lo estaba. Lo dejó seguir hablando, en silencio, y al devolver la mirada a él pasó por el zumo de cereza.

Si es que era un jodido niño.

Arrugó el ceño, más por confusión que otra cosa. ¿Aaron? ¿Secreto? ¿Refresco? ¿Pero de qué mierda le estaba hablando? No lo seguía ni un poco. Era obvio que quería contarle lo del beso, pero su explicación resultaba, por demás, caótica y... un poco infantil. Bueno, como Daute en general. Si se metía en problemas solía ser por las razones más extrañas y superfluas, meros errores nacidos de una extraña ¿inocencia?

Acabó apoyando las caderas sobre el borde de su pupitre, frente a Daute, mientras el muchacho hablaba y hablaba. Mantuvo en su rostro una seriedad inmutable, y lógicamente no demostró ni un ápice de sorpresa cuando Hanson le soltó la pasta.

Se siguieron apilando piezas flojas que no conectaba con nada. Llaves, dos secretos, que Akaisa lo había regañado, como si pudiera importarle lo que esa tipa hiciera.

No iba a echarle ninguna bronca a Katrina, más allá de que, desde antes, nunca se la hubiera tragado mucho. La chica nada tenía que ver con su relación con Daute o los caprichos de Hanson. ¿Que los había visto el otro día en los casilleros? Sí, pero ¿y qué? Katrina se comía básicamente a quien le apetecía. Punto.

Por algo no le apetecía ser amiga de una persona así.

Al final, le pidió disculpas.

Sé que no somos novios, aún así quería que lo supieras.

Yo no me he interesado en ninguna otra chica desde que salimos, y no quiero que eso cambie.​

Suspiró pesadamente y buscó el zumo a tientas, era lo único que le faltaba recoger de su pupitre. No iba a negar que había logrado ablandarla un poco y que, de repente, las lágrimas se sintieron más ridículas que nunca. Pero ¿qué derecho tenía de enfadarse, reclamarle o esperar una disculpa? Estaban en un gris de mierda, un vacío legal que, siempre supo, traería problemas.

—Tú y tus manías de primaria, Daute —soltó, un poco exasperada, pero no sonaba realmente molesta. Se pellizcó el puente de la nariz antes de seguir hablando, ¿la puta jaqueca iba a cagarle aún más el día? ¿En serio?—. Igual no tienes de qué preocuparte o pedirme disculpas, aunque agradezco que lo hagas.

Se despegó del pupitre y acomodó las tiras del bolso a su hombro, el zumo en su otra mano estaba frío y había comenzado a sudar a través del cartón.

—Bueno, sea lo que sea, si en verdad te pesa en la consciencia intenta no repetirlo y ya. Perdona, tengo que irme.

¿Estaba siendo fría? Un poco, pero no le quedaba mucha cabeza para preocuparse por Daute. Era la más cruda verdad.

—Hablamos luego, ¿vale? Cuídate.

Alcanzó su hombro para darle un apretón y se retiró sin más, con cierta prisa. Bueno, en cierto punto agradecía que el chico hubiera ido a disculparse con ella, eso... le había quitado algo de peso de encima.

 

Alisha Welsh

En otro momento me hubiese dado cuenta al instante del pelirrojo aquel que salió prácticamente corriendo cuando me acerqué, pero en ese instante mis reflejos no estaban en su mejor momento así que simplemente me centré en Altan cuando habló.

Solté una ligera risa por la nariz al escucharlo porque, ¿en qué momento había decido seguirme el rollo de esa manera? Si hasta había usado mi nombre directamente y no 'gringa', aunque tenía que admitir que le había pillado cariño al apodo.

Era un poco tierno, en realidad.

—Eh~ Pues no sé, supongo que ahora eres mi pal así que te vengo a contar un cotilleo~ —dije, sin más, antes de dar un par de pasos y girarme para quedar delante de él, mirándolo—. Habéis hablado con Konoe. Yo también. Dice que el inked boy no es el monstruo que creemos y que como él estaba con fiebre, en realidad los dos se aprovecharon el uno del otro o algo así. No sé, es un poco tonta, se cree que está haciendo lo mismo que Kat o yo.

Me encogí de hombros, con indiferencia, y me volví a girar sobre mis talones para dirigirle una mirada por encima del hombro.

>>Ten un buen día~

Me dirigí finalmente a mi clase y me dejé caer en mi asiento suspirando con pesadez. Fue un poco difícil pero conseguí hacerlo sin mirar mucho a mi alrededor y bueno... ya solo quedaba intentar no morir con las clases, ¿verdad?

 

Me mantuve en mi pupitre, viendo a la gente pasar con cierto aire distraído. No fue hasta un rato después que identifiqué a Joey, se chocó a un muchacho en la puerta y arrugué ligeramente el ceño, siguiéndolo por mera inercia. No hizo contacto visual con nadie, se desplomó en su asiento y ahí se quedó, enfrascado en su móvil. Me llamó bastante la atención, pero ¿qué iba a involucrarme? Un ratito después identifiqué la cabellera rubia de Alisha y por fin me incorporé, juntando entre ambas manos lo que tenía para ella.

—Era obvio —solté con bastante ligereza, como si la conociera de toda la vida o algo así, y me crucé de piernas al dejarme caer en el asiento libre frente a ella—. Bastante porfiada, ¿eh, Welsh?

Me corrí el cabello con un movimiento de cabeza y le estampé sobre su mesa un blíster de pastillas con un zumito de manzana.

—Al menos tómate una de estas, le pregunté a la enfermera qué podía ayudar para volver menos insoportable una gripe de puta madre y, bueno, es una señora bastante generosa. El juguito va por mi cuenta, no te hagas mucho problema.

Le guiñé un ojo, entre coqueta y amistosa, que era más o menos mi forma de simpatía usual. No me costaba serlo, en verdad, y de un momento a otro sentí que... sí, que valía la pena. Hacer alguna amiga.

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behold my new cintita im super gay

 

Alisha Welsh

Las palabras de Altan me resonaron en la cabeza cuando alcancé mi asiento, comprobando que el maletín que ni me había dignado a recoger ayer seguía ahí como si nada.

Konoe estaba anteponiendo un polvo a sus amistades, ¿huh? Yo no lo podía haber descrito mejor, que por algo él era el genius boy. Pues era un poco triste eso, intentar compararse con nosotros para excusarse de su cagada cuando la realidad era que... hasta nosotros sabíamos qué tenía más importancia, y no era el polvo.

Eché un vistazo hacia atrás de reojo, solo girando un poco la cabeza.

Aunque a veces no sabíamos cómo lidiar con ello.

—¿Hmm?

Pestañeé un par de veces cuando volví la vista y me encontré con las pastillas y un zumo en la mesa, haciéndome levantar ligeramente la cabeza para encontrarme a Sasha sentada delante.

Fruncí ligeramente el ceño, en una expresión de genuina confusión, porque me hizo darme cuenta de algo que solo acrecentó aquella sensación de mierda. A Altan ni siquiera le caía bien y me había mandado a la enfermería, con Sasha había hablado unos cinco minutos y hasta se había preocupado por traerme algo para la gripe y Konoe... ni siquiera me había preguntado por ello.

No es que le fuese a decir la verdad, no es que pretendiese que se preocupase por mí en realidad, pero se supone que eso era lo que ella hacía, ¿no? O eso era lo que siempre decía.

Bajé la vista entonces y mis manos se movieron casi por inercia, sacando una píldora para tomármela tras haberme quitado la mascarilla por completo y abriendo el zumo después. Estaba fresquito y se sentía terriblemente bien.

>>Thanks, hun —murmuré tras levantar de nuevo la vista y mirarla, sonriendo ligeramente—. No tenías que haberte molestado.

 

Giré el torso hacia ella en cuanto se zampó las pastillas sin más. Acabé clavando el codo en su mesa, para sostener mi rostro mientras con la otra mano repiqueteaba las uñas largas contra la madera. Estiré un poco más los labios al recibir sus ojos y me encogí de hombros, algo indiferente.

—Estoy habituada a cuidar de los demás, supongo. Estoy llena de hermanitos menores.

Y últimamente Daute parecía uno más de ellos.

El pensamiento me arrancó una risa floja, algo amarga, y entrecerré los ojos al mirarla.

—Además cuento contigo, espero recibir una llamada pronto~ Cuando te recuperes, claro. —Volví a reír y lancé los ojos por ahí, pensativa—. Hombre, hace siglos que no salgo de fiesta. Mi adolescencia da pena.

 

Alisha Welsh

Ladeé ligeramente la cabeza al notar el tono de su risa pero no le di mayor importancia y decidí seguir centrada en beber el zumito mientras ella seguía hablando, haciéndome fruncir solo ligeramente el ceño de nuevo al escucharla.

—Really? —murmuré, dándole golpecitos al cartón con mis dedos sin ser muy consciente del movimiento.

Bueno, en realidad no me sorprendía del todo pero había imaginado que al menos saldría con su no-novio o algo así. Algo tipo... merienda-fiesta-polvo, sonaba como una cita perfecta para mí al menos.

Suavicé la expresión después y le dediqué una sonrisa felina, repentinamente con ganas de tontear un poco. Ah, pero era un poco pronto para que la pastilla me hiciese efecto... bueno, ¿qué más daba?

>>Pues es una pena, ginger, que con lo mona que eres y todo seguro te lo pasabas bien~ But dontcha worry, me tomaré como reto personal llevarte a algún sitio de los buenos y hacer que pases una noche inolvidable~ —acabé por decir, con tono solemne y la mano en el pecho, para finalmente guiñarle el ojo.

 

Volví a encogerme de hombros ante su sorpresa, la verdad era que no habría esperado otra reacción y menos de alguien como Alisha. Bueno, qué más daba, no era algo que me avergonzara, simplemente... me apetecía un cambio de aires, al menos probarlo. Luego podría volver a la mierda de siempre si era lo que quería.

Su teatro me arrancó una risa bastante genuina y me pasé la lengua sobre los dientes antes de concederle una sonrisa amplia, algo parecida a la suya.

—Tú di cuándo y yo me amoldo —concedí, estirando el brazo para alcanzar su frente por debajo del flequillo—. Venga, blondie, estás ardiendo y no precisamente en el buen sentido. ¿Acaso me harás arrastrarte a la enfermería~?

Mi mirada se desvió un breve instante más allá de Alisha, detrás de ella, pues había sentido un par de ojos sobre nosotras y me fijé por puro reflejo. Conecté con los pozos oscuros de Joey, no se sorprendió ni intentó disimular, más bien sostuvo el contacto un par de segundos antes de volver a su móvil, como si nada. Me llamó un poco la atención quizá, pero lo dejé estar pues porque qué más daba que nos hubiera estado mirando. Alisha era su amiga, al fin y al cabo, ¿no?

Renové la sonrisa y me enfoqué en Alisha, insistente. Venga, que no la conocía de nada pero si seguía rechazándome con tanto ímpetu iba a terminar tomándome el desafío como algo personal.

 

Alisha Welsh

Si hubo algún atisbo de alegría genuina en mi expresión hacia el momento, tuvo que haber sido ese instante en el que se volvió a perder todo como si nada.

No porque sentí su mano sobre mi frente y me volvió a decir lo de la enfermería, eso no me molestaba en absoluto. Pero noté la mirada de Joey sobre nosotras, por supuesto tuve que notarla y saber de quién se trataba sin tener que girarme, y suspiré con pesadez.

No necesitaba que él también lo supiese, la verdad. Era, de hecho, lo último que quería en ese momento, echarle alguna estúpida preocupación más encima. Podríamos hacer como que no nos importaba y no mostrarlo, pero sabía que en el fondo se preocuparía igual que lo haría yo en una misma situación.

Éramos esa clase de estúpidos.

Levanté una mano para rodear su muñeca y bajársela, negando ligeramente con la cabeza.

—Gracias, Sashie, pero no merece la pena, de verdad —sentencié, en un murmullo, dándole un ligero apretón en la mano antes de dejársela libre sobre la mesa.

"Me lo merezco como una campeona, además."

>>Also, aunque esté ardiendo por la fiebre, no prometo no intentar comerte si acabamos en la enfermería~