Aula 3-1

Todo mi debate interno sobre si contarle o no a Joey algo sobre Aiden acabó diluyéndose de manera considerable cuando recibí su mensaje, avisándome de que ya había conseguido el dinero. Alcé las cejas mientras le daba una calada al cigarro, releyendo el mensaje un par de veces como si pretendiera encontrar alguna clase de respuesta oculta en esas simples cuatro palabras, pero obviamente no encontré nada por el estilo y simplemente suspiré al volver a guardar el móvil en el bolsillo de la falda. No sabía cómo me sentía al respecto de que Joey se hubiese encargado de eso sin avisarme antes, así que prefería no darle más vueltas de las necesarias al asunto; no a eso también.

La tarde se presentó algo más tranquila, y el hecho de no volver a verle la cara al innombrable en todo el día ayudó bastante con la misión de ir ignorándolo de nuevo, así que me desperté algo más animada a la mañana siguiente. Llegué a la academia sin muchas ganas de molestar a nadie, sin embargo, y para cuando llegó el receso, yo ya había pasado buena parte de la clase anterior mirando distraída por la ventana y jugueteando con un boli entre los dedos. El acercamiento de Joey, aun así, no me tomó demasiado desprevenida y simplemente le sonreí un poco negando con la cabeza mientras lo veía saliendo del aula.

La compañía de Morgan me resultó bastante más inesperada, por lo que no pude evitar arquear ligeramente las cejas en un gesto de curiosidad al verla subirse a mi pupitre y todo el asunto; la repasé con la mirada sin mucho disimulo, también, y mi sonrisa tomó un aire algo más sedoso cuando subí hasta alcanzarle los ojos.

—Hello, pretty~ Pues algo aburrida, pero nada nuevo bajo el sol. ¿Y tú? ¿A qué le debo el honor de tu visita~?

 

Ya la conocía a Alisha, incluso si habíamos compartido relativamente poco la podía considerar una chica... predecible, quizá. En ese sentido se parecía a Joey. Había determinadas claves, botones a presionar, que nunca se averiaban. Me recorrió con la mirada, recibí sus ojos al fin y afilé un poco los sentidos, de forma imperceptible. Daba igual, ¿no? Servía.

—Hmm, mismas razones —concedí, suspirando bajito y distrayendo la vista en el movimiento de mis piernas, que extendía y flexionaba a ritmo lento—. Pensé que llevaba mucho sin saludarte, y ya que tú nunca vienes a verme...

Dejé el reclamo suspendido en el aire, por la putísima gracia, y poco después me sonreí. Enganché los talones de los zapatos en el caño de su mesa y giré el torso hacia ella, apoyando la mejilla en mi hombro.

—Tu vida es más entretenida que la mía, ¿a que sí? —murmuré, divertida—. ¿Algo interesante que compartir con el grupo?

 

La respuesta de Morgan me sorprendió un poco y a la vez no; a pesar de todo la veía una chica relativamente responsable y, aun así, no podía culparla en lo más mínimo por estar aburrida después del coñazo de las clases de la mañana. Lo que añadió después, sin embargo, sí que logró sacarme una carcajada ligera, cargada de diversión, y no tardé en encogerme de hombros con cierto aire de inocencia como toda contestación. No tenía ni idea yo de que la chica había estado tan receptiva a mis atenciones, que si no la hubiese ido a saludar muchas más veces, vaya~

—"Entretenida" es una manera de ponerlo, desde luego —respondí finalmente, tras haber soltado el aire por la nariz en una especie de risa camino a resoplido, y eché un vistazo rápido por la ventana antes de volver a volcar mi atención en ella—. El otro día me enteré que una madre se quejó a la directora porque el bento picante de la cafetería es demasiado picante, ¿te lo puedes creer? Estos pijos se creen con derecho de quitarnos lo que sea en lugar de, no sé, decirle a su hijo que no se pida el bento picante si no le gusta el picante —le conté, con toda la ligereza del mundo y una sonrisa inocentona plantada en los labios.

Posiblemente no fuese la chica más avispada del mundo, pero tampoco era tan tonta como para no notarle las intenciones a la pregunta de Morgan y saber, con total y absoluta seguridad, que aquella historia era lo último que podía interesarle de mi repertorio de información. No sabía exactamente qué era lo que quería saber, eso también era cierto, pero sea lo que fuera, sabía que iba a tener que esforzarse un poquito más de lo que habría estimado para sacármelo.

 

Mi expresión permaneció inmutable, sobre ella, mientras hablaba. ¿Qué pretendía, exactamente? ¿Molestarme? ¿Burlarse de mí? ¿Pedirme algo de esfuerzo extra? Bueno, ninguna de las opciones me interesaba. La última, en especial, me daba cierta pereza. No estaba en la labor de seguir sus juegos o sus pretensiones, me di cuenta en ese momento y tomé aire, soltándolo por la nariz sin prisa. En el proceso, deslicé la vista de regreso a mis pies, que reanudaron su movimiento.

—¿Y qué tal estuvo el campamento? —indagué, con un ligero aire de indiferencia—. Oí por ahí que se comieron unos buenos sustos.

Ko me había comentado al respecto aunque, la verdad, el Señor Nada Me Asusta no era un parámetro fiable.

 

Mi cotilleo sobre el bento picante no pareció hacerle mucha gracia a la chica, o más bien le fue indiferente, quizás; lo cierto es que no era muy capaz de distinguir lo que sea que estuviese sintiendo la morena en general, aunque tampoco era que me preocupase mucho por averiguarlo. Me encogí de ligeramente de hombros al no recibir respuesta alguna por su parte, sin perder la sonrisa en ningún momento, y escuché su siguiente pregunta alzando apenas las cejas por la curiosidad.

—It was okay, yeah. Y sí, parece que invirtieron todo el presupuesto del campamento en la prueba de valor, porque tenemos una directora sádica o algo ni idea. ¿Cómo es que no viniste? ¿No te va mucho el campo~?

Había mantenido el tono liviano en todo momento, obviamente, pero después de lanzarle la pregunta me quedé unos segundos extra en silencio, sopesando una posible idea en mi cabeza. Me sonreí al llegar a una conclusión solita y extendí apenas el brazo que tenía libre, rozando muy ligeramente el muslo de la chica para llamar de nuevo su atención.

>>Hey, si quieres saber algo concreto, solo pregunta —le dije, con un tono de voz absurdamente suave—. To be very honest, no tengo ni idea de lo que pueda interesarte de las cosas que sé o me pasan.

 

—En absoluto —reconocí, junto a una risa nasal floja—. Estar a la intemperie, dormir fuera y todas esas cosas me ponen de los nervios. Puedo ir a un bosque a hacer otras cosas, pero ¿por un campamento escolar? Prefiero quedarme en casa durmiendo.

Que era, en sí, lo que había hecho. Fue un fin de semana super largo y super hermoso que aproveché para dormir como un tronco, leer, escribir y maratonear series. Probablemente me habría interesado más de haber sabido con anticipación que seríamos asaltados por espíritus y criaturas de la mitología japonesa, pero vaya. Nada que hacerle.

Su mano rozó mi muslo algunos segundos después, fue sutil y primero bajé la mirada allí antes de deslizarla a sus ojos. ¿Que si quería saber algo específico? ¿Se había dado cuenta solita? Qué adorable. Una cuota de sorna se me filtró en la sonrisa y suspiré apenas. ¿Tenía sentido preguntar directamente? ¿Había diversión en ello? No estaba muy segura. Además, vaya, que me diera curiosidad lo de Pierce no significaba que sólo quisiera hablar de eso. Oír sobre los yokai del campamento también me interesaba, pero su respuesta había sido super escueta y tampoco me apetecía pincharla tanto.

—Qué paranoica, linda. ¿No puedo venir a pedirte que me entretengas que ya piensas que tengo intenciones ocultas? ¿Ese concepto albergas de mí?

 

Su respuesta confirmando el hecho de que acampar no le gustaba me alcanzó apenas un segundo después de haber formulado la pregunta, lo que inevitablemente me plantó una sonrisa divertida en los labios. No la conocía mucho pero, ¿honestamente?, la creía completamente; no se veía para nada como una chica que disfrutase de las bondades del campo. Tampoco podía culparla, vaya, la opción de quedarse en casa hibernando también sonaba bastante seductora.

La cosa no llegó a más, que tampoco tenía mucho interés en recordar al pervertido de turno y lo mal que lo pasé con la prueba en general, y, además, ¿para qué ir a mentirnos? Era una chica muy simple y el suave tacto de su piel contra mis dedos fue más que suficiente para distraerme por completo de cualquier tema de conversación anterior. La chica no se inmutó demasiado, no más allá de un vistazo fugaz a la unión, y yo, por supuesto, aproveché eso para no mover la mano ni un centímetro, si acaso solo un par de ínfimos movimientos distraídos. Me lanzó una pregunta, pero no la que hubiese esperado, y la tontería me ensanchó la sonrisa, haciendo también que deslizase la mano hacia el pupitre y alargando lo máximo posible el contacto antes de finalmente separarme de ella.

—¿Sabes qué? ¡Tienes razón! —exclamé, repentinamente sonriente y con una chispa de diversión en el gesto, y me levanté de mi asiento con una energía que no había tenido hasta el momento—. ¡Apenas te conozco, blackberry! ¿Fumas? Te invito a un cigarro... o a un zumito, si no. Y así nos conocemos un poco, ¿no? Me parece una total falta de respeto no haberlo hecho antes —sentencié, imponiéndome cierta cuota de solemnidad que me duró más bien poco—. Por ejemplo, ¿te gustan las chicas? Eso es un dato que a mí, personalmente, me interesaría mucho saber~

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bueno pues, si os apetece te la arrastras de aquí y si no, pues no, ya sabes uwu

 

La actitud de Alisha cambió tan radicalmente que llegó a captar mi atención, haciéndome alzar las cejas. Se incorporó de un brinco y toda su energía chispeó. Que tenía razón, que si fumaba, que no me conocía de nada, que si me iban las tías. ¿Blackberry?

—¿Eh? ¿Adónde quieres ir? —me quejé, fue genuino y eché el peso de mi cabeza hacia atrás, clavando la vista en el techo—. Estaba super cómoda aquí...

Quién mandaba a esta gente a tener tantas hormigas en el culo, de verdad. ¿No podían pasar el receso en un mismo lugar? Qué perecita.

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perdona que sea un post tan cortito, pero ya la conoces JAJAJA probablemente ceda pero necesita algo más de motivación (??

 

No sabía exactamente qué reacción había podido esperar de alguien como Morgan, pero desde luego lo último que había entrado en mis planes era que me rechazase de aquella manera. Abrí la boca al escucharla hablar sin pretender siquiera hacer el amago de moverse, en un claro gesto de sorpresa que también llevó un tinte de indignación, y fruncí el ceño de manera bastante exagerada mientras me echaba hacia delante, apoyando las manos en el pupitre a ambos lados de su cuerpo.

—C'mon... —murmuré, peligrosamente cerca de su rostro—. En la azotea vamos a estar más cómodas, con el solecito... —seguí pidiendo en un murmullo, y hasta me atreví a meterle ojitos de cachorrito al teatro—. ¡Y, y! ¡Te doy algo más! Lo que tú quieras. O... hago lo que me pidas, ¿qué te parece~? Don't be boring, I was starting to have fun... —y, por supuesto, acabé por todo lo alto haciendo un puchero con los labios.

Cien por cien nadie podía resistirse a los pucheritos de Ali-chan, ¡era pura ciencia!

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y así la queremos, haciéndose la dura uwu

 

¿Me estaba haciendo la dura para que me insistiera? Un poquito sí, un poquito no. La pereza era real, pero tampoco tenía motivos de peso para rechazarla, así que... suponía que sólo era eso, ¿cierto? Un empujoncito extra. Tal y como había pretendido, Alisha regresó a mi posición. Se inclinó en mi dirección, con ambas manos apoyadas a los lados, y cuando despegué la vista del techo la recibí bastante cerca de mi rostro. Repasé sus facciones porque sí, una sonrisa sutil danzando en mis labios, y mi expresión no demostró realmente nada hasta el último segundo. Podía hacerme los pucheros que quisiera, no iban a alterar mi decisión.

Decisión que ya había tomado, por cierto.

Suspiré, le agregué algo de dramatismo por la gracia y me escabullí del pupitre sin llegar a tocarla. Fui hasta mi mesa, me guardé un par de cosas en el bolsillo y, al erguirme, busqué sus ojos.

—Vale —confirmé al fin, serena—. Lo que yo quiera, correct? Andando, pues.

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la puedes arrastrar, ofc uwu

 

Reiko ingresó al aula con su tranquilidad usual, el repiqueteo de sus tacones y un contorneo bastante marcado de caderas. Fuera o no la excusa del calor, llevaba una falda negra y una camisa blanca absurdamente ceñidas al cuerpo. Sus estudiantes usuales ya estaban acostumbrados a sus modos y estilo, pero eso no quitaba que siguiera tratándose de una profesora... algo polémica. La mujer se detuvo junto al escritorio, inhaló y sonrió complacida, disfrutando el aire frío del aula. Parpadeó lento y deslizó la mirada directamente al chico nuevo.

—Pobrecillo, llegar con este calor... —Desvió su atención al resto; pese a lo que había dicho, no había sonado realmente apenada—. Niños, denle una bienvenida... no muy cálida a Sóloviov-kun, a ver si se nos desmaya~

Sonrió sedosa y recostó las caderas al borde del escritorio.

—Pierce-san, ¿podrías encargarte de mostrarle la Academia? Ya sabes qué hacer~

Sasha asintió junto a una pequeña sonrisa y estiró el cuello para identificar a Gaspar. Cuando la campana del receso sonó, la chica pilló la bolsita de su bento y se acercó al rubio con movimientos livianos. Se detuvo frente a su pupitre y le sonrió, gentil, sosteniendo el almuerzo con ambas manos frente a su regazo.

—Hola~ ¿Cómo estás? ¿Mucho calor? —Soltó una risa fresca, encogiéndose de hombros—. Esto de los tours es una costumbre de la escuela, pero no tenemos que hacerlo si no quieres o te da mucha pereza. El vacío legal es que cumpla mi trabajo y muy convenientemente te muestre... la piscina, o todas las salas con aire acondicionado. —Se inclinó para bajar la voz—. Pero no le digas a Akuma-sensei, o va a regañarme.

 

El fin de semana había sido... cuanto menos curioso, y eso por decir algo. Estaba un poco mejor de ánimos de lo que había acabado el jueves, pero si en algún momento me paraba a pensar en lo que había visto, la cosa se iba al traste con bastante rapidez. Había estado a punto de ir a hacer alguna tontería más veces de las que me gustaría admitir, pero por suerte o por desgracia, fui capaz de controlarme lo suficiente; en su lugar acabé saliendo de fiesta, como venía siendo ya costumbre para acallar toda clase de pensamiento molesto. El lunes me desperté con una resaca del demonio, claro, pero ya me tocaba ser una alumna pseudo-responsable e no me quedaba otra más que tragarme las ganas que tenía de morir aquella mañana; las ganas extra, quería decir.

En fin, nada que mis fieles gafas de sol no pudiesen solucionar~

Al llegar por la mañana fui directa al aula, sin tener especiales ganas de molestar a nadie y tampoco de aguantar el ruido general de los alumnos en los casilleros, y a la hora del receso, apenas hizo falta que empezase a sonar la campana para dejarme caer de nuevo las gafas sobre los ojos y básicamente derretirme sobre la mesa; podía haberme plantado en la enfermería para echarme una siesta, pero si tenía que ser completamente sincera, hasta levantarme para eso me estaba dando una pereza enorme. Por ello mismo, me costó bastante darme cuenta de que alguien había venido a verme hasta que, bueno, se hizo imposible no notarlo.

—Heyo, Vero-chan~ —canturreé, levantando apenas la mano para completar el saludo, y volví a levantarme las gafas sobre la cabeza para poder mirarla, apoyando la mejilla en una mano al mismo tiempo que le sonreía levemente—. Sure, I'm free as a bird~ —añadí, encogiéndome de hombros.

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dice que está libre como un pajarillo uwu (?)

 

La chica me respondió directamente en inglés, cosa que no procesé demasiado debido a mi estado; para ser completamente honesta, ni siquiera lo podía considerarlo tan raro teniendo en cuenta que hablaba así con mi abuela, con Joey y ahora, encima, también con el imbécil de Aiden cada vez que le daba por importunarme la existencia con su presencia. Mantener la conversación en inglés le ahorraría algo de trabajo extra a mis neuronas, así que no iba a poner ninguna queja al respecto, y por el momento simplemente seguí el movimiento de la muchacha con la mirada, sin hacer el amago de moverme demasiado de mi sitio.

Su realización de que hablábamos el mismo idioma me hizo su relativa gracia, provocando que alzase apenas una ceja inquisitiva, pero lo que dijo después de que las gafas me quedaban bien logró suavizarme por completo la expresión, al mismo tiempo que finalmente dejaba escapar la carcajada que me había subido a los labios. Fue suave, obviamente, y justo después deslicé la mirada hacia la ventana para comprobar que, efectivamente, hacía un día jodidamente soleado.

—Sí, ya me lo han dicho, pero gracias —murmuré, volviendo a centrarme en ella con una sonrisilla, y me quité las gafas en cuestión para dejarlas sobre el pupitre—. Realmente las llevo porque estoy de resaca —terminé por admitir, encogiéndome de hombros con indiferencia.

Siguió hablando después, diciendo algo de una oferta que podía interesarme y que, por supuesto, consiguió captar mi atención en menos de un segundo. Me eché apenas hacia delante para intentar ver qué era lo que traía (bien podía estar hablando figuradamente, pero pedirle a mi cabeza que entendiese eso era tiempo perdido), pero no conseguí atisbar nada y volví rápidamente a mi sitio, sintiéndome solo un poquito más avispada por la curiosidad. Crucé los brazos sobre el pupitre y subí la vista hacia su rostro, frunciendo apenas el ceño mientras ladeaba ligeramente la cabeza.

>>Uhm... sí. Estoy en el de fotografía, aunque básicamente por cumplirle la cuota a Joey y que no se lo cerrasen, y también en el de baloncesto, pero tampoco me lo tomo super en serio con las competiciones y eso. ¿Por?

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perdona bru, fue un finde algo dificilillo aslajs

 

Lo primero que la chica hizo tras mi pregunta fue dirigir la mirada hacia las gafas que había dejado sobre el pupitre, lo que inevitablemente provocó que imitase su movimiento con cierto tinte de curiosidad. Volví a levantar la vista hasta dar con la de ella y me encogí de hombros, dándole a entender que tenía vía libre para colocarse las gafas si así lo quería; honestamente, me daba bastante igual. Después comenzó a hablar, preguntándome si conocía el judo, explicándome de qué trataba..., y apenas tuve tiempo de procesar qué tenía que ver todo aquello con nada cuando la chica coló un trozo de papel entre nosotras.

Verónica estaba poniéndolo todo el teatro posible a la situación, cosa que no me provocaba ninguna molestia, claro, pero que en aquel momento no pude corresponder demasiado; fruncí apenas el ceño al darme cuenta del papel en cuestión entre nosotras, recuperando la curiosidad de antes, y no tardé ni dos segundos en cogerlo entre mis manos para cotillear qué había puesto en él. De fondo escuché que decía algo de estar buscando miembros para su club de judo, que Kakeru ya estaba dentro y necesitaba tres miembros más, pero prácticamente toda mi atención se había puesto en los dibujitos que tenía delante, pasando con lentitud las diferentes páginas que había disponible.

Esta chiquilla había dedicado tiempo de su vida para prepararme una invitación especial para un simple club de la escuela.

—¿Y por qué yo? —murmuré, levantando apenas las vista para buscar la suya, y no pude evitar fruncir los labios con duda al terminar la pregunta.

Honestamente, no lograba entender por qué una chica que conocía de hacía un par de días iba a tener tanto interés e iba a dedicarle tanto esfuerzo a una invitación para que yo me uniese a su club de judo.

 

Siempre me había considerado una persona segura de sí misma, y sabía con toda seguridad que así seguiría siendo hasta el día que me muriese; sabía lo que tenía, lo que quería y cómo conseguir todo lo que me diese la gana conseguir. Pero la mayor parte del tiempo era egoísta, y como tal, no esperaba nada de absolutamente nadie; había un motivo por el que solo buscaba líos de una noche, al fin y al cabo. Joey había sido una de las poquísimas personas que habían conseguido colarse dentro de toda aquella coraza y, honestamente, no tenía intención alguna de que aquel grupo de individuos aumentase mucho más. Con todo esto no quería decir que creyese que Verónica estuviese yendo por el mismo camino, pero definitivamente aquel gesto por su parte me había tomado lo suficientemente desprevenida como para pensar en ello.

No sabría decir con total exactitud si la chica fue capaz de notar todo lo que me estaba pasando por la cabeza, pero sí podía asegurar que hice lo posible por recuperar la compostura prácticamente al instante; especialmente cuando me di cuenta de la suavidad con la que la chica me estaba contestando a la pregunta. No había seguido motivos de gran peso para acudir a mí para su club, y no sabía si aquella información mejoraba o empeoraba lo que había sentido por ello. No pensaba darle más vueltas de las necesarias al pensamiento, eso sí, y desde luego sabía que iba a culpar de la resaca por el mismo, sin lugar a dudas.

—Puedes verme cuando quieras, bonita, no me avergüenza precisamente que alguien me vea en acción —contesté finalmente, pudiendo recuperar la chispa sarcástica que me caracterizaba al escuchar sus halagos, y sonreí con cierta intención al poner énfasis en la parte final de la frase—. En cualquier caso, supongo que tienes buen ojo porque hago algo de boxeo de vez en cuando~ Eso me recuerda, por cierto, que hay una cría en segundo que hace kickboxing, quizás puedas convencerla de unirse también... se llama Anna.

Volví a bajar la vista hacia el folleto dibujado que había mantenido entre mis manos, pero en aquella ocasión mi atención se centró especialmente solo en uno de los dibujos que había presentes, con la sonrisa divertida ensanchándose cada vez más al formarse una idea en mi cabeza. Levanté la vista para volver a mirar a Vero, colocando el dedo índice sobre el papel para señalar el dibujo en cuestión (aka, el de la mini-Ali-chan inmovilizando a alguien contra el suelo), y no pude evitar que la diversión se me viese plasmada en todo el rostro cuando le hice un gesto con la cabeza para indicarle que mirase el folleto.

>>¿Me puedes enseñar a hacer esto primero? Hay alguien a quién me encantaría hacérselo~