La realidad era que Sasha se había venido a juntar con un par de personas cuyos principios eran bastante cuestionables, eso ya no se podía negar. No era tonta, lo sabía, pero el caso es que no se lo habíamos demostrado de forma tan directa hasta ese momento. Ni sé por qué estaba pensando en plural si yo seguía allí, todavía dándomelas de santo a pesar de que sabía que mis propios límites eran bastante dudosos. ¿Me creía capaz de destrozar la fachada que me había montado sin siquiera darme cuenta? No sabía. Y de repente no saber me lanzó algo de ansiedad encima, la suficiente para que pensara en qué iba a hacer si Sasha llegaba a rechazarme de alguna manera, la que fuese, si viese en mí una persona que no valía la pena tener cerca y todas esas mierdas. Lo pensé, lo sentí y demás pero no lo externalicé, seguí fluyendo como si nada y la dejé deshacerse de mi agarre sin complicación, regresé el brazo junto a mi cuerpo. Recargué caderas en uno de los pupitres que tenía cerca. Solté una risa nasal al ver que volvía a extenderme las monedas y no me quedó más que aceptarlas. —No tienes remedio, Pierce —dije con tono liviano—. ¡Otro almuercito agendado entonces! Metí las monedas en el bolsillo antes de regresar la mirada a ella. —Espero que cuando lo tenga listo no aparezca un duende de esos tuyo a llevárselo, sería muy desafortunado~
Había una parte de mí que más tarde me cobraría factura por haberme ablandado con alguien involucrado en la mierda de recién, lo sabía. Tendía a cerrar puertas y posibilidades con relativa facilidad, como si viviera con miedo a ser dañada antes de dañar. Se contradecía bastante con mi tendencia a ayudar a cualquier pobre diablo como Altan o Mar que parecieran precisar asistencia, el asunto era que a las personas que veía en una posición así usualmente las colocaba en... otra categoría, digamos. Una que los mantenía a una distancia prudencial, en la periferia. Era diferente a la categoría que había pretendido rellenar con Maze y Alisha, esa donde Daute se había colado con más fuerza que nadie. Tenía todo el maldito mundo a mi alrededor organizado, esquematizado. Y ahora esa categoría se estaba cayendo a pedazos. ¿Debía seguir escribiéndole el nombre de Maze o mejor borrarlo antes de que ocupara más espacio? La respuesta rápida era a la que solía acudir, esa que sencillamente podía calificarme de individualista, egoísta, incluso rencorosa. Era mi escudo y espada desde que tenía uso de razón pero había decidido bajar las armas frente a Maze. Un poco porque el idiota me había demostrado que podía ser infantil como un niño, me gustaba conversar con él e incluso me había preparado un almuerzo; otro poco porque si lo echaba de una patada... me quedaba sin nadie. Empty. Me quedaba la duda, claro, de cuánto se parecerían Maze y Alisha. El muchacho, después de todo, me daba la sensación de asimilarse a ella mucho mejor antes que conmigo, por ponerlo de alguna manera. Esa duda se ataba al miedo, a la goma de borrar, pero incluso sin darme cuenta decidí aparcarlo al menos temporalmente. Quería darle... ¿una oportunidad? Estúpida yo si volvía a equivocarme. Como si cada nombre borroneado no me arrancara un pedacito de corazón. Hablaba de categorías, esquemas y archivos, pero lamentablemente seguía sin ser una máquina. Toda la mierda a un lado, seguía bastante animada y sonreí victoriosa al ver que aceptaba por fin el dinero. Muy bien, una mierda menos de la que preocuparme. Además acababa de ganarme un cupón para otro almuercito, ¿verdad? Yo ahí sólo veía una rotunda victoria. —Are we gonna be lunch friends or something? —Solté una risa breve y me subí a mi pupitre, cruzándome de piernas; anclé el dorso de las muñecas a cada lado de mi cuerpo—. Le cortaría la mano a esos duendes antes de permitirles tocar algo de tus almuercitos, te lo juro, conocerían mi ira y créeme, nadie quiere hacerlo~ Lo decía a broma pero bueno, un poco cierto era. Casi nunca me enfadaba de verdad, pero las pocas veces que lo recordaba... dear Lord, what a mess.
Contenido oculto No era que estuviera pretendiendo llenar el lugar vacío que había dejado don Desapariciones Locas ni de puta coña, incluso yo con mis movidas rastreras, mi poco interés en involucrarme con las personas en realidad y toda la mierda sabía que eso era algo cagadísimo, que solo servía para futuros problemas mayores de los que claramente no quería ser parte. Y aún así me había quedado allí apenas ella llamó a aquel apodo que me habían clavado apenas llegar a Japón. Laberinto. Era mucho más acertado de lo que había planeado cualquiera, ciertamente. Daba giros cerrados en un terreno que yo mismo desconocía, complicando cada vez más mi trayecto y aún así siempre parecía tan a gusto en mi maldito laberinto, recorriéndolo aunque no encontrara nunca la salida entre sus paredes de setos, su oscuridad y su olor a humedad. Me recordaba a los bosques de Pennsylvania alrededor del pueblo, donde solíamos jugar todos los mocosos y también se hacían fiestas clandestinas. Y donde estaban las minas ahora cerradas. Había quienes decían que se escuchaba una canción desde los respiraderos, que una bestia habitaba un agujero en lo más profundo de ellas y desde allí transmitía su canto, esperando que alguien alcanzara a escucharlo, que la escuchara y la dejase arrastrarlo hasta ella con un propósito que nadie sabía definir realmente. The Black Goat. Eso lo había escuchado... ¿De quién cojones? Ah, ya. Lo recordaba muy por encima, el día antes de que dejáramos Estados Unidos me había metido al bosque con un grupillo, era mi última noche allí y los idiotas habían conseguido robarse unas cervezas de la tienda de conveniencia. Una chica cuyo nombre no recordaba aunque tenía su rostro grabado a fuego, con aquellos ojos que parecían hechos de cuarzo o amatista, había dicho que la había escuchado cantar y cuándo le preguntaron a quién respondió eso: The Black Goat. ¿Le creí? Ni idea. Pero los bosques que había dejado en Estados Unidos, el pueblucho moribundo y la supuesta Cabra Negra todavía me rondaban la cabeza de tanto en tanto, sobre todo cuando pensaba en lo del laberinto del que no salía nunca, casi por voluntad propia. Era como si la sentencia de aquella chiquilla me hubiese condenado a ello. Y casi deseaba volver. Volver a casa. Algo me llamaba en las noches oscuras, como una luz que queda encendida y atrae hasta la última polilla del perímetro. Pero estaba allí, separado de la bombilla por todo un océano y era posible que no fuese a volver nunca de no ser que se me fuese la pinza por completo. No pertenecía a ninguna parte en realidad, ¿cierto? Lo sabía bien, digamos que ahora Sasha al menos me hacía sentir que tenía algo parecido a una amiga, que había una persona a la que podía aferrarme de forma discreta para, no sé, imaginar que tan siquiera tenía algo en Japón que no fuese mi burbuja llena de humo blanquecino, un polvo ocasional y pasar solo en casa cuando no salía en la noche. ¿Querría mamá volver a Estados Unidos alguna vez? Lo dudaba, parecía feliz allí... pero yo también daba esa sensación. Las voz de Sasha me sacó de mis cavilaciones, la vi subir al pupitre y cruzar las piernas. Le dediqué una sonrisa de ojos cerrados, ladeando apenas la cabeza hacia la izquierda. I got no money but the change that jangles in my pockets reminding me how little I have. —Aren't we already, darling? —pregunté con el tono liviano de siempre—. Chill, aussie. No habrá necesidad de ponerse violenta, guardaré tu almuerzo bajo llave si hace falta, ¡con combinación y todo!
Solté una risa sencilla ante su comentario y me quedé allí un par de segundos, antes de echarle un vistazo al reloj de pared que colgaba sobre la pizarra. Le quedaba poco al receso, ¿verdad? Quizá podría aprovechar para efectivamente repasar mis apuntes antes de clases, ahora que Maze había logrado devolverme algo de estabilidad, digamos. Había estado a punto de puto romperme frente a un casi desconocido, ¿eh? Qué peligro, joder. Quizás estuviera más cerca del borde de lo que había calculado. Y tuve también esta idea estúpida, salida de vete tú a saber dónde, de que Maze quizá compartiera algún que otro miedo. Se veía sumamente tranquilo y relajado, capaz de acompasarse al ritmo de cualquiera como una mera corriente de aire, pero ¿danzar al ritmo de los demás es bailar con ellos? —Bueno, mejor me pongo a repasar Química o probablemente muera en la clase —me excusé, bajándome del pupitre para acercarme y darle un apretón cariñoso al costado del brazo—. Nos vemos luego, cariño, y si uno de estos días andas extra aburrido o lo que fuese, puedes pasarte por donde trabajo a tomar un cafecito~ ¡La casa invita el primero! O sea yo, pero me apetecía agradecerle de alguna forma. Le dediqué una sonrisa amplia de ojos cerrados antes de bajar el brazo y me quedé allí para despedirlo, porque bueno, nobleza obliga, ¿no?
Seguí su mirada hasta el reloj, soltando un suspiro al notar que el receso estaba por terminarse y tenía que volver a mi respectiva clase aunque no fuese a hacer mucho que tomar apuntes sin prestar atención en realidad. Cuando detecté su movimiento al bajar del pupitre regresé la atención a ella y le dediqué una sonrisa al recibir su apretón en el brazo. —Count on it, darling~ —respondí a lo de pasar por un café a donde trabajaba, ya luego le preguntaría dónde era—. Nos vemos, Sash. Estiré la mano para alcanzar la suya y darle un último apretón suave antes de retirarme de la clase, tarareando otra canción de folk sin importarme si recibía miradas en el pasillo. Una parte de mí me decía que debí haber buscado a Alisha también, pero lo cierto es que tenía bastante claro que no tenía caso intentar dialogar nada con ella y, además de eso, como siempre no era mi puto problema. Me estaba poniendo demasiado selectivo con dónde meter las narices.
Yashihiro se acabó yendo después de un rato y, por mi parte, me quedé revisando un par de libros más hasta que tuve que salir porque las clases estaban a punto de comenzar. Las mismas se sucedieron sin más, tomando los apuntes necesarios y demás, como venía siendo costumbre. Cuando la campana anunciando el receso sonó, recogí mis cosas con la tranquilidad de siempre y me dirigí al exterior del aula. Mis pasos, sin embargo, no se dirigieron haca la planta inferior como venía siendo costumbre. Tuve bastante suerte, ya que distinguí la cabellera que me interesaba en la primera clase a la que me asomé, y entré a la misma sin mayor complicación. Era una clase de tercero pero... ¿qué me importaba realmente? Nadie de ahí me conocía lo suficiente para exigirme nada. En cuanto alcancé el pupitre de Morgan, colocándome justo delante del mismo, deslicé un trozo de papel sobre la superficie hasta que alcanzase su campo de visión. —He anotado los libros relacionados a la biología más interesantes que tenemos en la biblioteca —expliqué, quitando la mano después de un rato—. Por si los necesitas para el proyecto.
Me limité a juntar mis cosas con calma apenas sonó la campana. Las clases habían sido normales, al menos todo lo normales que podían ser dictadas por una femme fatale que parecía sacada de una revista Playboy, claro. De tanto en tanto, cuando me aburría, me ponía a detallar sus curvas sin mayor complicación, la ropa que usaba; a veces conseguía entretenimiento de calidad intentando descifrar cómo conseguía meterse allí adentro. Algún día, luego de graduarnos, tendría que agradecérselo. Estaba preguntándome qué hacer en el receso cuando detecté la cabellera albina de Kashya; ingresó como pancha por su casa a un aula de tercero, qué bonita. Seguí su recorrido habiendo detenido todos mis movimientos, y no fallé en mi predicción de que era su objetivo inicial. Qué gran cosa era el Sakura, ¿no? Siempre había una niña linda buscándome~ Le dediqué una sonrisa sedosa al detenerse frente a mí y bajé la vista para seguir el movimiento de su mano. Alcé el papelito para echarle un vistazo y la oí desde allí, curvando un poco más mis labios. —Thank you, lass —murmuré, palpando el asiento vacío frente a mí para que se acomodara—. Supongo comenzaré a preocuparme por el proyecto el lunes, ahora me da mucha pereza y ni parece tan complicado. Recargué la barbilla en el dorso de mi mano y la miré. —¿Todo bien? No hemos hablado mucho estos últimos días, en el club parecemos monjes cartujos.
Seguí su indicación sin mayor complicación, tomando asiendo dónde me había señalado, y asentí con la cabeza cuando dijo que se preocuparía por el trabajo a partir del lunes y todo eso Era verdad que no parecía muy complicado e incluso nosotras lo habíamos dejado para el lunes, así que no podía decirle nada al respecto. No es que fuese a hacerlo de todas formas, porque no me incumbía, pero se entendía el punto. —¿Conoces a las personas de tu grupo? Era un poco extraño, en realidad, porque por regla general nunca me paraba a preguntar nada a nadie a excepción de las típicas preguntas por educación —que a veces ni esas—, pero ahí estaba cuestionándole a Morgan sobre sus compañeros de la nada. ¿Me interesaban sus respuestas, su manera de pensar? Probablemente, sí. Me causaba mucha curiosidad. Me encogí de hombros, con las manos apoyadas en mi regazo. >>Si hablamos, no podemos leer —repliqué, aunque no había rastro de molestia ni nada parecido en mi voz—. Todo bien, como siempre. ¿Vas a ir a la mascarada?
Alcé la vista al techo un momento tras recibir su pregunta, momentáneamente pensativa. Huh, la verdad era que no le había prestado mucha atención ni a las listas aún, pero si mal no recordaba... —Ah, creo que estoy con una pelirroja, pero no la conozco mucho como tal. Digamos que la conozco más a ella de lo que ella me conoce a mí. Mi sonrisa se ensanchó al recordar el entretenimiento gratuito del otro día. Ahora que lo pensaba, su noviecito no había vuelto a aparecerse, ¿verdad? No lo vi por ningún lado, incluso habiendo echado un vistazo en su clase y todo. Qué extraño. —¿Qué tal tus compañeros de grupo, linda? No era una cuestión que me quitara el sueño como tal, pero ella había tenido la decencia de preguntar y bueno, si me daba la gana podía ser una señorita muy educada. Despegué la barbilla de mi mano para recargar ambos antebrazos en el pupitre y asentir, acariciando vagamente mi propia piel por sobre el blazer con la yema de los dedos. —Sí, claro, ya quedé con una... amiga~ ¿Tú vas?
Definitivamente, estaba en lo correcto. Me nacía preguntarle cosas a Morgan simple y llanamente porque me interesaban sus respuestas, la ambigüedad innata que parecía tener el hablar, al moverse... como si sus intenciones nunca fuesen claras. Me causaba, en resumidas cuentas, mucha curiosidad. Interesante. Era tan diferente a mí en ese aspecto, siendo que yo tendía a responder de manera directa y sin dobles intenciones, que parecía simplemente imposible negar ya la teoría del doppelganger. Solo iba confirmándose más y más, de hecho. Por demás, que de un grupo de tres o cuatro personas recalcase especialmente la presencia de la chica pelirroja tenía que significar algo, sobre todo teniendo en cuenta lo que había dicho. ¿Que la conocía más ella que al contrario? ¿Qué cosas raras andaría haciendo para que eso fuese verdad? —Estoy contenta, me ha tocado con Bleke —respondí, cerrando los ojos momentáneamente mientras hablaba. Una vez más, aunque no hubiese muestra física de aquella alegría, la misma no dejaba de ser real. Volví a abrir los ojos para seguir su movimiento sobre la mesa y acabé por ladear la cabeza cuando centré la vista sobre sus ojos de nuevo, porque no me había pasado desapercibida la pausa sugerente entre sus palabras. >>¿Amiga? —me erguí justo después sin embargo, volviendo a asentir con la cabeza—. Quizás, aún no estoy segura.
No reaccioné visiblemente a su respuesta, tampoco tenía nada que opinar en sí. Bleke me había olido la peste a kilómetros de distancia y jamás tuvo la decencia de acercarse a menos de dos metros, ya luego de lo que le hice a su adorada Jez lo consideraba un delirio de fiebre. Era una chica demasiado seria para mi gusto, supongo. Por un momento pensé que Kashya correría por el mismo carril pero ahí estaba, buscándome para recomendarme libros y dándome conversación. Tan linda~ ¿Y tonta? Un poco. Su movimiento de cabeza se me asemejó al de un cachorrito curioso y ensanché la sonrisa con una pizca genuina de ternura. Seguía empañada por, no sé, la oscuridad inmanente que me cargaba, pero estaba ahí. A ver, ¿valía la pena intentar ser honesta con respecto al rollo con Cathy? —Sí, amiga —reafirmé, observándola atentamente—. ¿Qué pasa, cielo? ¿No me oíste bien? Eh, qué cabrona~ —Bueno, si te decides a ir yo estaré allí~ Puedo hacerte apoyo moral.
Negué ligeramente con la cabeza ante su pregunta, sin apartar la vista de ella en ningún momento, aunque mi mirada no era tan intensa como la suya ni mucho menos. O eso creía, claro. —No es eso, sí te escuché —contesté, con la misma suavidad de siempre—. Ha sonado como si 'amiga' no fuese la primera opción que tenías en mente para definirla. Aun así, me alegra que hagas nuevas amistades. Lo cierto es que si estaba burlando de mí o algo por el estilo, yo no iba a ser la que se diese cuenta de ello. Como siempre, tenía una facilidad impresionante para leer a los demás, consecuencia de pasarme el tiempo observando a mi alrededor más que participando en sí, pero cuando se trataba de mi persona... nunca entendía nada. Por eso nunca me percaté de que los mayores se reían de mí en el colegio, no hasta que Emily apareció y me lo hizo saber. ¿Hice algo al respecto? La verdad es que no, porque tampoco me importaba. >>Estaré bien, pero gracias de todas formas. Por cierto, el presidente del club de radio me ha propuesto hacer una colaboración con nuestro club o algo así. Escribir algo y ellos lo leerían, ¿estarías interesada?
Atendí a su explicación mientras colaba los dedos entre mi cabello y los deslizaba a cámara lenta, alguna que otra hebra vuelta sobre sí se iba desenredando, oponiendo ligera resistencia. Asentí, dándole la razón, aunque me pensé si agregar más información o no. —Qué observadora~ —solté con cierto tono burlón, aunque fuera de hecho una realidad y tranquilamente hubiera podido decirlo con normalidad—. Pasa que no la conozco hace mucho tiempo, ¿sabes? No me gusta designar amistades con semejante liviandad. Era, además, un concepto sumamente laxo para mí. —¿Qué considerarías es una amiga, bonnie? Al recibir la propuesta del club de radio en boca de Kashya mis ojos se abrieron con mayor ímpetu y mi sonrisa, puede que por primera vez en el tiempo que llevaba en el Sakura, demostró algo más cercano a la simple y cruda emoción. No me molestó, ni siquiera me empeñé en disimularlo ni nada, digamos que cosas como mantener una fachada no me interesaban pese a lo que podría aparentar de buenas a primeras con mis aires misteriosos y mi eterna ambigüedad. Sólo hacía siempre lo que me salía del coño y ya. —¿En serio? —repliqué, alegre, y asentí—. Claro, me encantaría~ ¿Han pensado ya alguna temática o cómo?
Asentí con la cabeza ante su explicación, aunque en realidad nunca tuve pretensión de que me explicase nada con respecto a la elección de palabras que había decidido usar. Por demás, lo que decía tenía sentido, supuse, así que no tenía motivo para indagar demás. Me quedé un par de segundos en silencio cuando escuché su pregunta, procesando un poco la misma y las palabras que quería usar para responder, y hablé poco después, con un tono de voz monótono e incluso algo mecánico. —Un amigo... es alguien con quien tienes una relación de afecto desinteresado y que se fortalece con el trato. ¿Le acababa de dar una definición digna de una diccionario? Más o menos. Lo cierto es que era lo único que podía hacer en esos casos, responder con la teoría que me sabía de memoria y ya, porque no tenía ninguna manera de contestar aquello desde la experiencia. Porque... ¿qué consideraba yo una amiga? Era difícil teniendo en cuenta que, considerando la definición, seguramente no tenía ninguna. Sea como fuere, parecía que había acertado con mi suposición aquella mañana, ya que fue muy fácil distinguir la emoción en su rostro ante la propuesta que hice y, no sé, un poco satisfactorio era saber que tenía razón. >>No, realmente. Me lo propuso el presidente y solo dije que os lo comentaría. Supongo que puedes buscarlo y hablar con él si quieres saber algo más específico. Se llama Yashihiro Nakagawa, va a la 2-1.
Sabía que se tomaría mi pregunta en serio, Kashya parecía no interesarse ni pretender involucrarse con otras personas, en líneas generales por voluntad propia, pero así y todo veía muy improbable que se negara a ofrecer su asistencia con cualquier tipo de cuestión. Ya fuera cargar unos libros, una duda de las clases, no la creía capaz de negarse simplemente porque no le apeteciera o no estuviera de humor. En sí, ¿de qué humor vivía Kashya? Asentí, satisfecha con su respuesta. Afecto desinteresado, ¿huh? Bueno, eso explicaba por qué tenía razón sobre no contar con amigos, exceptuando seguramente a Kohaku. —¿Consideras a Middel y Vólkov tus amigas, Kashya? Ah, y la niña que fue a buscarte a la biblioteca la otra vez. ¿Emily, era? ¿A qué venía la pregunta? Qué sé yo, una parte de mí sentía que incluso con personas que claramente podrían ser sus amigas, Kashya no vería la opción lógica como tal. —Vale, el lunes lo buscaré, entonces~ ¿Te gustaría acompañarme? Ya que tuviste el honor de actuar como mensajera y todo.
Fue imperceptible, casi podía hacer como si no hubiese pasado, pero un ligero suspiro se me escapó de los labios. Era simplemente lógico que me acabase preguntando aquello y lo cierto es que, lo mirase como lo mirase, la respuesta no era del todo agradable. Supuse que ella lo intuiría, porque era bastante obvio. Sea como fuere, lo único que sabía es que no iba a mentir al respecto ni nada parecido. —Creo que es más acertado decir que ellas me consideran a mí una amiga —contesté al final, sin más, porque no merecía la pena darle demasiadas vueltas al asunto—. Me gusta pasar tiempo con ellas... Pero quizás eso fuese todo. >>Sí, claro, podemos buscarlo juntas. Contenido oculto Si quieres podemos cortar ahí el asunto, que no quiero tenerte con muchas cosas abiertas uwu y se van a ver el lunes aaa
Ladeé ligeramente la cabeza al recibir su respuesta. ¿Era esperable? Pues sí, Kashya era un bicho raro al cual no terminaba de descifrar. Coincidíamos en no ver amigos debajo de las piedras, eso seguro, pero yo sabía que era una hija de puta y no me extrañaba la forma en la cual me desataba de las personas. ¿Qué ocurría en el caso de Kashya? No parecía mala persona, ni egoísta, ni manipuladora, nada. No parecía concebir a los demás como herramientas u objetos a utilizar. —Woah, lass, so harsh~ —la molesté, no era ni normal la diversión que se me coló en la voz, y entorné los ojos al agregar—: ¿Y te gustaría? Tener amigos, digo. Tan sólo había que imaginar la cara que pondrían idiotas como Vólkov o Hodges si les cayera con la mierda encima, que Kashya no las consideraba sus amigas. Quizás una parte de ellas se lo vieran venir, pero de ahí a oírlo de alguien más había una vida de distancia. Y de mí, por encima de todas las personas. Ah, qué divertido.
Harsh, huh? Supongo que podía verse así, sí. Pero tampoco era capaz de mentir y endulzar la realidad por puro amor al arte, eso no iba con mi carácter. Y me lo imaginaba, claro, que si alguna de ellas fuese completamente consciente de como me sentía... no sería agradable. ¿Se molestarían conmigo, quizás? No lograba imaginarme a Emily molesta por eso, al menos, pero seguramente le doliese. —No lo sé, quizá. Nunca he pensado detenidamente en ello —contesté, encogiéndome de hombros. Nunca le había dado importancia, realmente. Al menos Morgan parecía algo divertida con la situación, y no entendía muy bien por qué, pero suponía que estaba bien que se lo estuviese pasando bien. No podría decir que fuese por hablar conmigo, tampoco es que me importase realmente, pero no era desagradable imaginarlo tampoco. Normalmente no era la compañía más adecuada para tener una conversación entretenida. >>¿Y a ti? Dices que no te gusta designar amistades con demasiada liviandad así que imagino que tampoco tienes muchas. Contenido oculto el stupid ass de Ka-chan sin saber a quién le está dando tremenda info (????
Una respuesta vaga, ¿eh? Bueno, podía vivir con ello. Mejor que una negación rotunda era, al fin y al cabo, ya que tampoco había esperado que me dijera que sí ni me soltara ninguna mierda sentimental. En sí, no recordaba a Kashya expresando alguna emoción más allá, quizá, de aquel miedo estúpido que pareció poseerla cuando se creyó que era su doppelganger y que se iba a morir. ¿Quizá era una chica a la cual había que abordar desde otra perspectiva? Dejé correr el tema de momento, no se me ocurrió nada que valiera la pena y atendí a su pregunta sin más. Me encogí de hombros antes de menear la cabeza suavemente, deslizando las yemas de los dedos sobre el pupitre. —No necesito, no —resolví sin mayor complicación, recorriéndola de arriba abajo antes de extender la palma abierta y sonreírle, como si pretendiera que tomara mi mano—. Me muevo por otro tipo de espectros que me parecen mucho más divertidos~
Su respuesta no me sorprendió en absoluto, a decir verdad. No la conocía lo suficiente para definir su carácter, y algo me decía que no iba a ser una tarea fácil aun si pasase mucho tiempo con ella, pero con lo poco que había recopilado hasta el momento... no parecía del tipo de persona que se moviese en base a los demás, si no en su propio beneficio. De nuevo, parecíamos las dos caras de una misma moneda. Observé como extendía la mano con la palma hacia arriba y ni siquiera lo pensé mucho, levanté la mía para colocarla encima como si nada. Cayó un poco en peso y pensé que el movimiento se asemejó a cuando le pides a una mascota que te dé la patita o algo así. Levanté la vista una vez más y clavé la mirada en sus orbes violáceas. —¿Espectros más divertidos? ¿Cómo cuáles? Estaba... realmente curiosa al respecto.