Interior Armario de enseres de gimnasia

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    A la tía se le había olvidado por completo lo que era hablar en japonés, pero habiendo pasado casi la mitad de mi vida en los Estados Unidos no tenía complicación alguna entendiéndole. Me impregné de su aroma al comerle el cuello, le pellizqué la piel entre mis dientes y fui bajando, acercándome al escote de la camisa. Sus caderas se habían activado y presioné los dedos con insistencia, sintiendo cómo la tela se humedecía poco a poco.

    La dama, al parecer, se sentía demandante hoy. Buscó mi otra mano y me obligó a correr la cara, pues me colocó los dedos en torno a su cuello y la vi a los ojos con un breve chispazo de sorpresa. Sonreí al instante, otra risa murió en mi pecho y sentí mi mandíbula tensarse al afirmar la presión allí, donde la cabrona quería. Cada dedo alrededor de su cuello, tan bonito y delgado. Mi trabajo allí abajo se había suspendido temporalmente, ¿podían culparme? Habíamos venido para un polvo y de repente la tenía pidiéndome cosas raras.

    Estaba mal de la cabeza, por completo. Absorbí la intensidad de sus ojos y al notar sus intenciones me lancé contra su boca, empujándola con fuerza sobre la puerta. La madera rebotó, le apreté el cuello y al instante relajé el agarre. Arrastré la mano sobre uno de sus pechos, la llevé a su cintura y empuñé su camisa, tanto, que noté la tensión de los botones al frente. La otra se alejó de su intimidad, la quité del medio y le agarré el trasero, colando los dedos dentro de las bragas y estrujándolo como me dio la puta gana. La pegué por completo a mi cuerpo y empujé las caderas.

    —Estás mal de la puta cabeza, rubita, ¿te lo dijeron alguna vez? —la piqué entre medio del beso, con una sonrisa tan amplia que me descubría toda la dentadura, y me repasé los labios—. Dame la lengua.

    Osciló entre la demanda y la súplica, lo dije prácticamente en un suspiro y solté su camisa para encajarle la mano al costado del rostro, con maña. La mantuve quieta, acaricié su lengua con la propia y me hundí en su boca. Me liberé ambas manos y las llevé entre nosotros, desabotonándole la camisa lo más rápido que pude. Suspendí el beso para concentrarme en la tarea, respirando agitado, y con cada centímetro de piel que quedaba expuesto el cerebro se me derretía más y más.

    —Mira nada más —canturreé, encantado, y estrujé sus pechos dentro del sostén, insistiendo con los pulgares donde debían estar los pezones—. A ver, freaky, ¿aquí qué se supone que haga?
     
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  2.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    La sorpresa en su rostro ante mi petición fue evidente, a pesar de lo fugaz de la misma, y no pude evitar sentí un poco de diversión por la misma. ¿Qué pasaba? ¿Acaso no podía una chica ponerse un poco
    freaky a la hora de echar un polvo? Igual el chico me cumplió la petición sin poner ninguna queja y la excitación que ya sentía se intensificó con ello, haciéndome gemir con más fuerza ante la presión que me aplicó en el cuello. Me correspondió al beso con la misma intensidad que yo le exigí, y al mismo tiempo sentí como el calor se volvía más fuerte ahí donde sus manos iban pasando.

    Ante su acusación tan directa solo pude sonreírle, pestañeando un par de veces con un aire de inocencia que rompió por completo con todo lo que estábamos haciendo ahí dentro. ¿Estaba mal de la cabeza? No sabía a que venía eso, si yo era una santa~. Tanto así, que no tardé ni un segundo en obedecer la orden que me impuso, sacando la lengua para permitirle hacer lo que le viniera en gana, y deslicé las manos a lo largo de su cuello, hasta alcanzar su camisa y empezar a desabrocharle un par de botones. Tuve que parar cuando él se separó para centrarse a hacer lo mismo con la mía, sin poder evitar la sonrisilla divertida que se me formó ante su concentración, y una risilla se me atoró en la garganta al escucharlo hablar después, entremezclándose con el suspiro que sí se me escapó cuando sentí la presión de sus dedos en mis pechos.

    —Anda, no me digas, ¿no sabes qué hacer con ellos? —murmuré, antes de arrastrar mis manos a lo largo de sus brazos, y guie las suyas a mi espalda, teniendo que echarme hacia delante para darle acceso al broche del sujetador—. Te hacía más versado en este tipo de cosas... —añadí cerca de su oreja, mordiéndole apenas el lóbulo de la misma justo después.

    Estaba intentando burlarme de él, pero la realidad era que tampoco estaba en las mejores condiciones para ello. Estaba hecho un desastre, to be honest, y la realidad era que mis caderas no habían parado de moverse en busca de más contacto tras haberme dejado él desatendida la zona. Una vez dejé claro que quería que me quitara el sujetador, no tardé en bajar mis manos hasta poder colar los dedos en las hebillas de su pantalón, pudiendo así presionarlo contra mi entrepierna con todavía más insistencia.

    >>¿Qué quieres hacer? —cuestioné, dejando un reguero de besos a lo largo de su mandíbula, y entorné apenas los párpados al alcanzarle de nuevo los labios, mirándolo así desde abajo—. Do as you wish, pretty face. I'm all yours~
     
    • Zukulemtho Zukulemtho x 1

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