Interior Armario de enseres de gimnasia

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Sus manos acabaron en mis hombros sin más, pese a la liviandad era bastante consciente del hecho y eso, en líneas generales, no me sorprendía. Era una especie de interruptor que cambiaba su orientación, mi cuerpo entero se sensibilizaba al punto de lo estúpido y era allí, en ese calor y esos trazos, donde genuinamente adquiría el poder de silenciar las voces en el humo, el mundo entero, mi puto cerebro.

    Como si fuera una jodida droga.

    Recibí sus ojos, su ronroneo, todo lucía más opaco y no podía importarme menos. La cabrona echó las caderas hacia adelante, buscando el contacto con mi pierna, y ¿qué se suponía que hiciera en respuesta? Moverme, claro, en su dirección. Lento al principio, casi tortuoso, hasta presionar mi muslo contra su falda, hasta que mi rodilla chocara con la puerta y prácticamente la dejara a ella montada sobre mí.

    Sus manos, ya de paso, descendieron por mi pecho y solté una risa silenciosa al notar que su objetivo era la hebilla del pantalón. A ver, ¿y la magia del foreplay dónde quedaba? Y yo creyendo que tanto le gustaba. Fue por eso que la busqué, la forcé a detenerse y chasqueé la lengua un par de veces, la sonrisa decorándome el rostro.

    Later, babe —susurré, risueño, prácticamente contra sus labios.

    Para la gracia ya parecía haberle presionado los botones correctos, sentí su peso sobre mí y la pierna que había adelantado tuvo que retroceder para balancear el cambio de equilibrio. Mis dos manos se aferraron con fuerza a los costados de su rostro, algo de cabello dorado acabó metido en el desastre y la presioné contra mí con maña. Le comí la boca, también, porque no había otra manera. Cuando finalmente consiguió deshacerse de la camisa bajé los brazos a su espalda, me enredé en su cintura y sus pechos se presionaron contra mi torso. Solté un suspiro sobre su boca.

    Medio cambié el peso entre mis pies cuando se separó para hablarme, la tenía pegada a mí como una puta lapa y básicamente la empujé, sin ser brusco, de regreso a la puerta. Su voz sobre mi oído me tensó los músculos, arrojó un chispazo por mi columna y desenredé los brazos de su silueta para navegar la cara externa de sus muslos.

    —Hmm, sí, tengo una vaga idea —susurré, divertido, y deslicé los dedos lentamente dentro de sus bragas para alcanzar sus glúteos—. A ver qué se me ocurre~

    Una vez me di por satisfecho, los apreté con fuerza y volví a ubicar mi pierna contra su intimidad, insistente. No le dejé más de dos miserables segundos hasta regresar a su boca, empujar su cabeza contra la puerta y colar la lengua dentro.

    Go on, baby.

    Move.

    aLGUIEN PRENDIÓ EL HEATER CUZ ESTO ESTÁ QUE ARDE
     
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    Era plenamente consciente de que a Joey le encantaba hacerme desesperar, que adoraba tirar de la cuerda hasta su punto de máxima tensión y que sabía lo tremendamente efectivo que era conmigo, incluso si... en el 95% de las situaciones acababa dándome exactamente lo que quería, aun así. Lo sabía, que solo lo hacía para sacarme de casillas y que no me iba a negar nada, y aun así no podía evitar reaccionar exactamente como él quería, dejándole ver en la chispa de mis ojos lo claramente necesitada que estaba de su contacto.

    Finalmente noté el roce de su muslo contra mi entrepierna y tuvo que ser hasta vergonzoso el ímpetu con el que me dejé caer para recibir la presión que tanto necesitaba. Fue una cosa tan satisfactoria para el momento que ni siquiera logré molestarme cuando atajó mis manos para impedir que le quitase el pantalón, aunque eso no evitó que soltase una ligera risa nasal casi incrédula. Nunca iba a dejar que las cosas fuese de otra manera, ¿verdad? Que fuese yo la que acabase con desventaja de ropa y nunca al revés.

    Tampoco me importaba demasiado, para ser sincera.

    Me recibió con toda la naturalidad del mundo cuando me lancé a su boca, tal y como esperaba, y sentí todos sus toques con una sensibilidad absurda. Ya fuese aferrándose a mis mejillas o presionándome contra su cuerpo al enredarse en mi cintura, sentía mi piel quemando ahí donde tocaba. Incluso con el jodido calor que hacía en ese maldito lugar, sus dedos dejaban marcas de fuego por donde pasaban y, Dios, era tan estúpidamente placentero.

    Dejé salir un gemido quejumbroso al notar cómo me empujaba contra la puerta, más por el frío contraste de la misma contra mi piel caliente que por otro motivo, y dejé salir un suspiro tembloroso cuando sentí sus manos deslizándose por mis piernas, recuperando la sonrisa cuando las mismas se afianzaron en mis glúteos. Volví a recibirlo sin ninguna clase de queja, correspondiéndole al beso con la misma intensidad que él le estaba imprimiendo, y por supuesto mis caderas se movieron contra su pierna en una vaivén constante, hasta llegar a ahogar los primeros gemidos contra su boca.

    Nos separamos un buen rato después, jadeando en busca de aire, y seguí moviéndome un par de segundos hasta que finalmente me obligué a parar. No sabría decir qué clase de cable se me cruzó en la cabeza, si quizás fue una pequeña venganza personal por lo antes, pero llevé mis manos hasta sus muñecas y lo obligué a soltarme, separándome al mismo tiempo de su muslo. Me costó una eternidad, y odié el escalofrío que sentí al hacerlo, pero me controlé lo suficiente para que no se notase demasiado la percepción.

    Le sonreí con esa chispa oscura que no indicaba nada bueno y lo empujé hasta adentrarnos aun más en el espacio, guiándolo hasta el montón de colchonetas de la esquina. Lo tumbé sobre las mismas, hinqué las rodillas a ambos lados de sus caderas, y me moví contra su entrepierna mientras me llevaba las manos a la espalda. Me quité el sujetador, claro, y sonreí sedosa mientras extendía un brazo hacia delante para desabrocharle un simple botón.

    —¿Quizás esto te ayude a definir la idea~? —pregunté, cogiendo entonces una de sus manos y llevándosela hasta uno de mis pechos.

    Yo también sabía cuáles eran sus puntos débiles, al fin y al cabo~

    no hace falta con estOS INCENDIOS ANDANTES
     
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    Gigi Blanche

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    ¿Hacía las mierdas adrede? Obviamente. Era parte de la dinámica, del eterno juego que desplegábamos sobre cualquier escenario y del cual, al parecer, nunca nos cansábamos. Iba a insistir toda la vida en que poseía un encanto particular, casi indescriptible, y si debía compararlo con algo... bueno, arriesgando a ser un puto exagerado, era como un hilo que nos había conectado siempre; desde que nos cruzamos en ese pub apestoso siendo unos mocosos de quince años e incluso antes.

    Al menos así se sentía.

    Además, ni lunático negaría la jodida satisfacción que me bañaba el cuerpo cada vez que la cabrona no tenía reparo alguno en demostrarme cuán susceptible era a todo lo que le hacía, incluso mi simple cercanía. No la jugaría de estirado, a la inversa se le parecía bastante. ¿No le cumplía, acaso, prácticamente todos los putos caprichos que se le cruzaran enfrente?

    Afuera de la cama, quería decir~

    Se dejó caer sobre mi pierna, la mierda me rayó los circuitos y esbocé una sonrisa socarrona, llena de algo muy parecido a la más pura soberbia. Eran las cualidades de cualquier rey del humo. Tampoco la había detenido de quitarme los pantalones con tal de imponer mi autoridad ni nada por el estilo, digamos que... si se encargaba de eso tan rápido, me iba a costar demasiado volver el asunto interesante de antemano.

    Me estaba echando la correa al cuello a mí mismo.

    ¿Por qué?

    Por ella, obvio.
    Imaginé que la puerta le sería fría a un primer contacto, de hecho puede que por eso lo haya hecho, y oír su gemido tan ligero me lanzó un chispazo de satisfacción encima. Todas y cada una de sus reacciones eran un puto poema, por eso las buscaba como un puto obseso donde fuera, incluso en los lugares menos apropiados. El suspiro, el resto de los gemidos, la puta certeza de que eso frotándose contra mi pierna era su coño. Eran cosas sencillas, tan sencillas y efectivas que me volaban la cabeza del cuello.

    Ya conocía la fórmula al dedillo y la usaba hasta desgastarla.

    Finalmente se separó de mis labios, le eché mi aliento agitado encima y ella se siguió moviendo. Aproveché el momento para bajar la vista por su cuerpo, recorrerla entera, apreciar el vaivén de sus caderas. Volví a sonreír, fue amplio y, cuando se detuvo, la dejé hacer. Dejé que me quitara las manos de su cuerpo, que saliera de la pequeña prisión que había fabricado y aguardé a su próxima movida. ¿La razón? Simple: sabía que no iba a decepcionarme.

    Y quizás estuviera en el mood de consentirla un poco~

    Su mano encontró mi torso, me empujó hacia atrás y una risa liviana me descomprimió el pecho, parte de la tensión acumulada también. No tardé en topar con la pila de colchonetas, me dejé caer y reboté apenas, clavando los codos a ambos lados de mi cuerpo. Ella se cernió sobre mí y, Dios, me la comí con la mirada; debería hasta haberme dado vergüenza. La recorrí entera, volví a absorber el vaivén de sus caderas y un cosquilleo del más puro placer me electrificó los músculos de nueva cuenta. La sonrisa que se extendió en mi rostro al verla llevándose las manos a la espalda fue, directamente, pura oscuridad.

    Now we're talking.

    Me relamí, de veras que sí, y estrujé su pecho en la palma de mi mano apenas me guió hacia él. No lo dudé ni un puto segundo, lo hice con ganas y, para que pudiera desabotonarme la camisa, mantuve la posición. Sólo quité la mano, me mojé el pulgar dentro de la boca y la regresé a su seno para empezar a estimular su pezón.

    —Me da a mí que sí —seguí la tontería, en un tono estúpidamente sedoso, y como se ve que andaba de lo más complaciente subí a sus ojos—. ¿Qué debería hacer ahora~?


    I AM SPEED es ilegal tener que interrumpir esto
     
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    El tour del día anterior había acabado siendo mucho más entretenido de lo que podía haber esperado en un principio, lo que me dejó con una nota de buen humor durante el resto del día. Una pena que la campana tocase no mucho después de haberme quitado la camisa pero, ah, qué íbamos a hacerle, la vida estaba llena de frustraciones~. Volvimos al aula después de vestirme de nuevo y ahí acabó nuestra pequeña aventura; el resto del día fue bastante normal, me quedé en casa siendo una buena chica; I know, toda una sorpresa.

    Si alguien me preguntaba por qué había decidido pasar el receso del día siguiente en el armario de enseres, seguramente no sabría darle una respuesta completamente satisfactoria porque la verdad es que no tenía ni idea. Quería algo de tranquilidad, quizás, y sin toda la luz fluorescente de la enfermería... y este sitio me traía buenos recuerdos, para qué mentir. ¿Acaso no me lo pasaba siempre bien ahí dentro? Como la última vez, por ejemplo~

    —Oh... —murmuré, dejándome caer sobre las colchonetas, y ni siquiera pude hacer demasiado por reprimir la sonrisilla que me quiso asomar a los labios tras soltar un suspiro de satisfacción.

    ¿casualidad que los últimos en haber estado aquí fuese el jolisha? no lo creo (?) actually no sabía donde más tirarla, so that's that (?
     
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    Gigi Blanche

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    Por Dios, pero qué cansancio. Llevaba bastante tiempo siendo un buen niño que durante semana se quedaba en casa, hacía las compras y limpiaba la casa, pero nada es eterno, ¿cierto? Ni los buenos ni los malos hábitos. Tenía la ventaja de ser prácticamente inmune a la resaca, vete a saber si era gracias a la sangre irlandesa de la abuela o qué coño, ¡pero las horas de sueño eran vitales! Al menos la había pasado bien y acabé, digamos, haciendo la cuota de ejercicio diaria.

    En el receso me zampé un pan que había comprado en la cafetería y estaba botando la lata de refresco en la basura cuando bostecé, sintiendo que el cuerpo entero me pesaba. Estiré los brazos, adormilado, y paseé la vista por el pasillo. Podía tirarme un rato en la enfermería, pero honestamente entraba demasiada luz ahí. La lamparita se me encendió, entonces, y me giré hacia el gimnasio. En el camino pasé junto a unas niñas de segundo, entre ellas Emily, y las saludé con un liviano "señoritas~" al pasar. Tenía sueño ¡pero no había que perder las buenas costumbres!

    Me colé en el espacio y abrí el armario con la supuesta discreción de un ninja, pero al notar quién se encontraba ya ahí dentro no logré contener la gracia. Solté una risa nasal, incrédulo, y cerré la puerta detrás de mí.

    —Deberíamos dejar de usar la misma neurona, linda —murmuré, inclinándome sobre ella para dejarle un beso en la frente.

    Acto seguido, cedí a mi peso y me desplomé a su lado, soltando un profundo suspiro. Cerré los ojos, aliviado.

    God, I'm so sleepy.

    soy re pesada? Soy re pesada
     
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    Amane

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    Había tenido la total y absoluta certeza de que nadie me molestaría ahí dentro, incluso a pesar de saber que ni Joey ni yo éramos los únicos en usar aquel armario de picadero, y por ello mismo me sentí sorprendida cuando escuché el chirrido de la puerta abriéndose. La luz que entró fue ínfima y absurdamente breve, pero no necesité mucho más para reconocer la figura que se había colado dentro; había alzado apenas la cabeza para poder verlo, por lo que no necesite mucho para volver a dejarla caer sobre la colchoneta con pesadez.

    —Eso, o deberías dejar de seguirme a todos lados, cielo~ —canturreé a modo de respuesta, con una sonrisa amplia en los labios tras haber recibido su beso en la frente sin mayor problema.

    Joey se dejó caer a mi lado, prácticamente desplomándose en realidad, y no pude evitar soltar una risilla divertida mientras esperaba a que terminase de acomodarse para poder hacer lo mismo contra su cuerpo. Tan siquiera le dediqué un segundo de pensamiento a la idea, para ser honesta, pues simplemente acabé moviéndome por inercia hasta acurrucarme a su lado y apoyar la cabeza sobre su pecho, dejando escapar un nuevo suspiro de satisfacción al sentirme tan cómoda.

    >>¿Noche movida, cariño? —murmuré, echando un poco la cabeza hacia atrás para poder mirarlo, curiosa.

    you are not, hon, im super happy *le da un besote* also, not @ me intentando no postear a los segundos de leerte a pesar de estar en el trabajo y aun así no pudiendo aguantar las ganas de ser lo primero en postear haha
     
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    Ali soltó la tontería cuando había inclinado el cuerpo para dejarle el beso, así que oírla me arrancó una risa nasal que se acompasó al momento donde mi fuerza cedió y reboté ligeramente en las colchonetas. Asumí que se acurrucaría incluso sin pensarlo, de la misma forma mi brazo encontró su espalda y permaneció allí, esquivando su cabello para concederle caricias livianas. La pregunta me dibujó una sonrisa floja y entreabrí los ojos, enfocando el techo.

    —Se podría decir, sí —murmuré, notando de soslayo su atención puesta en mí, y el gesto se me estiró un poco hacia el costado—. Me porté mal, Ali-chan~ Y ahora moriré en las clases de la tarde si no recupero, al menos, veinte minutos de sueño.

    Despegué la cabeza de la colchoneta un instante, tan sólo para mirarla ese momento e indicarle que seguiría hablando. Mi cuerpo se relajó poco a poco y solté el aire con pesadez.

    —¿Y cuál es tu excusa?


    *doki doki* u///u

    ITS THE JOLISHA SUPREMACY
     
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    Amane

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    Joey me aceptó en su espacio con toda la normalidad del mundo, algo que ya era básicamente cosa de instinto de nuestra relación, y la comodidad que sentí apenas noté su tacto me permitió prestarle toda mi atención a su respuesta; la misma no me sorprendió para nada, si es que solo había que verle la carita que me traía. Por supuesto, mis labios se extendieron hasta formar una sonrisa traviesa tras escucharlo hablar, y no tardé ni un segundo en estirar el cuello para alcanzar su barbilla con los labios, dejándole un beso tan superficial sobre la piel que casi podía calificar de roce inintencionado.

    —Si te has portado mal, no debería dejarte dormir, ¿no crees? As a punishment~ —susurré, echándole un vistazo fugaz a medida que mi sonrisa se ensanchaba, y le dejé otro beso un par de centímetros más abajo antes de decidir que era suficiente tortura de momento.

    Me dejé caer sobre su pecho de nuevo, soltando una risilla divertida, y me encogí de hombros al recibir la pregunta de vuelta, como si nada.

    >>Estaba a punto de hacer un ritual satánico. ¿Quieres ser mi sacrificio? Es difícil encontrar sangre virgen en esta escuela, así que le vas a tener que valer al demonio~ —la tontería me sacó una nueva carcajada ligera y, de repente, dejé salir un sonido de sorpresa al mismo tiempo que le daba un par de palmaditas en el costado para llamar su atención—. Hey, ¿te acuerdas que ayer me tocó darle el tour a la nueva? ¿A que que no sabes que hicimos~?

    IT'S THE JOLISHA SUPREMACY INDEED
     
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    Gigi Blanche

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    El beso que sentí en mi barbilla y las posteriores palabras de Ali me hicieron soltar una risa extremadamente floja. Mi mano se afirmó en su espalda, a la altura de los omóplatos, y la presioné un poquito contra mí al notar el segundo beso, esta vez más bien en mi cuello.

    —¿No dejarías a esta pobre alma en pena dormir su siestita? So mean, peach.

    Ella regresó a mi pecho y yo reanudé las caricias, esta vez siguiendo la caída de su cabello. Me distraje entre las hebras, rozando la tela de la camisa y corriéndole la melena para alcanzar su cuello. Nada pretendía ser más de lo que era, realmente, ni siquiera estaba razonando del todo los lugares adonde llegaba. En algún punto le toqué la oreja con un tono jocoso y acabé apoyando la palma sobre su cabeza, llenándome los pulmones de aire. Estar así siempre me relajaba.

    —Suenas como Morgan —me había quejado en cierto punto, junto a otra risa floja—. No me digas que estuvieron juntándose más o tendré que preocuparme de las consecuencias de esa asociación.

    Nos quedamos así un par de segundos más y creí que podría por fin caer redondo, pero Ali pareció recordar algo y me sobresaltó un poco. Murmuré un sonido afirmativo a la primera pregunta y luego me sonreí. Eso sonaba... polémico, viniendo de ella.

    —Intentaría adivinar, pero mis intentos probablemente palidezcan frente a la realidad —murmuré, en cierto tono pomposo adrede, y ya más relajado agregué—: A ver, sorpréndeme.
     
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    Amane

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    Fui consciente de todos y cada uno de los movimientos de Joey, desde la ligera presión sobre mi espalda hasta las caricias que fue repartiendo por el resto de mi cuerpo, y por supuesto nada de ello me molestó en ningún momento. Era una persona física, en todos los posibles sentidos de la palabra, y que Joey siempre estuviese dispuesto a cumplirme esas necesidades, incluso si posiblemente ni siquiera fuese del todo consciente, era uno de los principales motivos por los que lo quería tanto; además, el cabrón siempre conseguía tranquilizarme hasta el punto de lo absurdo, so there was that.

    I'm super mean, that's why you love me so much~ —canturreé, obviamente divertida por la idea, y después ya no pude reprimir la risilla que se me escapó cuando mencionó a Blackie-berry—. Eh, what do you know, we are besties now, ya te hicimos un muñeco vudú y todo. Así que no te asustes demasiado si a la próxima noche traviesa mini-Joey no rinde demasiado bien~

    Y me apuntaba mentalmente preguntarle a Morgan si de verdad podía hacer vudú, porque la idea me resultó extremadamente tentadora una vez solté la broma de turno.

    El sobresalto del chico una vez volví a llamar su atención me hizo su relativa gracia, a decir verdad, y que después se pusiese tan tonto con lo que podía haber hecho el día anterior solo logró que continuase con las risillas, lo que básicamente se tradujo en que estaba giggling like an idiot.

    >>Eh, tampoco fue para tanto... —me quejé después de un rato, haciendo un puchero y todo, pero no tardé nada en recuperar la liviandad de antes—. Pues resulta que a la chica nueva le gusta dibujar, ¿sí? Entonces la llevé a la sala de arte para enseñársela, como buena guía turística que soy, and of course, me ofrecí a que me dibujase como a una de sus chicas francesas. ¿Y cómo crees? Me dijo que no veía posible que me desnudase ahí, así que of course I did. Bah, solo me quite la camisa, tampoco iba a darle todo gratis, but it was really fun! ¿Tú crees que la impresioné? Espero que sí, estas dos normalmente hacen maravillas~
     
    Última edición: 14 Septiembre 2023
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    Solté una risa floja y me quedé murmurando varios "yeah, yeah, right" conforme Ali se montaba el teatro sobre su super amistad con Morgan y los muñecos que habían hecho juntas. Lo peor era que podía imaginarlo ocurriendo a la perfección, incluso si Alisha no tenía la menor idea de lo que ocurría. La amenaza a mi pobre amiguito me hizo fruncir el ceño y alcé apenas la cabeza para verla.

    —Puedes meterte con tantas cosas, ¿y te meterás con la única que te perjudica también a ti? —repliqué, burlón.

    Luego vino la anécdota de turno con la chica nueva. Diekmann, si recordaba bien. Ya había vuelto a relajar la cabeza en la colchoneta y se me aflojó una risa nasal al llegar a la parte del desnudo. Bueno, casi desnudo. De Alisha no me sorprendía en absoluto, la novedad venía de la otra niña. Mira que ser newbie en una escuela y andar haciendo esa clase de comentarios. Sonaba kinda fun, right? Ah, no haber sido mosca.

    —Linda, si alguien, en algún momento de la historia, se atreve a no admirar ese par que tienes ahí, deberá hablar personalmente conmigo —resolví, tan serio y casual como si de veras estuviera protegiendo el honor de una dama, y me removí ligeramente antes de seguir hablando—. Well, that's information. La gente de esta escuela está cada día más aburrida, ¿no crees?
     
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    Mi pseudo-amenaza a mini-Joey no iba a pasar desapercibida, eso lo sabía yo mejor que nadie, y el comentario que hizo al respecto logró hacerme la gracia que ya había anticipado que me haría. Su respuesta me pareció relativamente predecible, pero eso no le quitó su encanto, y tuve que morderme ligeramente el labio inferior para reprimir parte de la sonrisa que se me estaba formando, alzando de nuevo la cabeza para mirarlo mientras colaba una pierna entre las suyas.

    Don't fret, honey boo, I know you'd be good even without your dick~ —le susurré, aunque no pude evitar la risa algo más sonora que se me escapó cuando finalicé de hablar.

    Después le conté mi aventura exprés con la nueva y, como siempre, el chico supo exactamente a qué darle más importancia a la hora de responderme a la historia. Me sonreí con ganas, absurdamente encantada con su resolución, y me erguí por completo para colocarme encima de él, plantándole un beso sobre los labios, fugaz pero exageradamente sonoro.

    >>My knight in shining armor~ —canturreé, mirándolo desde arriba con la sonrisa todavía encima; un par de segundos después, sin embargo, resoplé ligeramente y me volví a dejar caer a su lado, frunciendo apenas el ceño al mirar el techo—. Yeah, it's been so quiet too... Me decepciona que no haya nadie digno de continuar nuestro legado cuando nos vayamos, honestly. Deberíamos hacer algo, no sé, it's all so fucking boring.
     
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    Gigi Blanche

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    Mi reclamo surgió de forma tan predecible como su manía de meterse con mi hombría, y la estupidez que me susurró, aunque inició relativamente seria, acabó con una palabra tan infame y de forma tan ridícula que no pude contener la carcajada. Mi risa se sincronizó con la de ella y la apretujé un poco, puede que de forma inconsciente. Sabía que no éramos trigo limpio y que resultábamos capaces de muchas, muchas mierdas, pero esta clase de momentos, por mucho que el resto del mundo no lo creyera, me recordaban brevemente que también podíamos ser adolescentes normales, con sueño a mitad de clases y hablando de pitos tan frescos.

    Mi pretensión de justicia hacia sus ¿melones? sabía que la dejaría encantada, en parte por eso lo dije. E igual no estaba mintiendo. Noté que se removía con cierto brío y recibí su muy sonoro beso con otra risa, provocando que prácticamente me estampara los labios contra los dientes. Me dijo que era su caballero y volvió a dejarse caer; yo, entonces, retomé las caricias en su espalda.

    Me llené los pulmones de aire y lo solté con cierta pesadez, como si genuinamente estuviéramos discutiendo problemas de Estado. La última locura que se me ocurría era la noche del campamento, y eso no era nada para nuestros estándares.

    —Que la fiesta de la azotea, que la mascarada, que la reunión en la playa. ¿Acaso alguien más podría mover el culo o son todos un montón de plantas? —me quejé, resoplando—. En fin, ni modo. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Tendríamos que educar a alguien, eso sí, para que continúe nuestro legado, como dices. Creo que es la única esperanza que le queda a esta Academia. El problema es... ¿quién?

    Pensaba en los críos de segundo y, sin ánimos de ofender, no había ni una gota de potencial ahí. Había venido a dormir y ahora empezaba a deprimirse, good Lord.
     
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    Amane

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    Toda la conversación de turno había acabado con ambos riéndonos más que otra cosa por culpa de todas las tonterías que podíamos llegar a decir, algo que nos pasaba con bastante frecuencia y que, honestamente, no cambiaría por nada. Éramos unos cabrones la mayor parte del tiempo, pero también éramos unos críos, de esos que podían acabar hablando de penes y pechos para reírse como imbéciles, incluso a pesar de ser... bueno, nosotros. Nada era completamente negro ni completamente blanco, todos nos movíamos por diferentes escalas de grises, pero con Joey sentía que podía navegar por todos los tonos, desde el negro hasta el blanco; dudaba que hubiese otra persona con la que pudiese alcanzar ese último, a decir verdad.

    Después de las risas, sin embargo, vino el momento de seriedad; no había ninguna necesidad de tomarse aquel tema con tanta importancia, honestamente, pero eso no significaba que no fuésemos a hacerlo de todos modos, solo por las risas del teatro. Asentí con la cabeza a medida que el chico enumeraba nuestro historial, confirmando en voz bajita que todos eran un montón de plantas cuando soltó la pregunta, y después me quedé un buen rato en silencio, sopesando cualquier posible opción para adoptar como aprendiz nuestro.

    —¿Anna...? —propuse, aunque no sonaba para nada convencida con la idea—. Buena suerte con eso, tho, porque a ti no te aguanta y a mí solo uno de cada tres días —añadí, soltando una nueva risilla mientras me encogía de hombros—. Oh, well, en realidad tampoco tengo mucho problema en que nos recuerden como la última gran leyenda del Sakura. ¿Te imaginas? Hablarían de nosotros por los pasillos y comentarían sobre cómo nadie es capaz de superarnos incluso después de tanto tiempo~

    Solté la tontería con los ojos cerrados, habiendo bajado de nuevo el tono de voz al hablar, y se me escapó un bostezo mientras me volvía a acomodar contra el chico, dejando salir un suspiro de satisfacción al encontrar la posición perfecta. Una siesta pegada a Joey no sonaba a una idea demasiado mala, si me paraba a pensarlo...

    >>¿Qué importa, además? Esto es solo calentamiento. Planeo entrar en la universidad solo porque esas fiestas sí que merecen la pena...
     
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  15.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Se me escapó una risa nasal absolutamente automática e involuntaria apenas el nombre de Anna surgió de los labios de Alisha. No tanto porque la creyera incapaz a la mocosa, sino por lo que Ali dijo después: no nos tragaba ni en veinte litros de solvente industrial. Sonaba ridículo... y al mismo tiempo casi tentador. Mi sonrisa mutó con diversión y una pizca de malicia.

    —Ah, ¿pero no sería poético? Que se convierta en la heredera de los cabrones insoportables de tercero —murmuré, saboreando la idea—. Sería como decirle que es igual a nosotros, o al menos, que tiene el potencial para serlo. Le darían cuarenta y siete males.

    Sin embargo, la idea de ser la última leyenda del Sakura me gustó aún más. Me removí ligeramente, encantado con las escenas que estaba imaginando sobre el techo, y oí a Ali bostezar. La tontería se me contagió y afirmé el brazo en torno a su espalda una vez se hubo terminado de acomodar. Al cerrar los ojos, ella soltó lo de la universidad y a mí se me escapó otra risa floja.

    —Tenemos que meternos en la misma uni de Matty así le seguimos haciendo la vida a cuadritos —propuse, sintiendo cómo mi cuerpo se iba relajando—. Y por las fiestas, claro. Tenemos que encontrar la forma de acceder a las mejores hermandades del campus y continuar allí nuestro legado. Aunque... vete a saber cómo ingresamos a la uni, para empezar. Ni siquiera tengo idea cuándo son los exámenes de ingreso, ¿tú sí?
     
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  16.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    Sabía que mencionar a Anna le iba a hacer su gracia a Joey, y entendía perfectamente el porqué de ello; mi risa se acopló a la suya al instante de que la soltase y fui dejando salir unos cuantos 'mhm' a medida que el chico seguía hablando. Imaginaba lo mismo que él, que seguramente a Anna le darían siete males ante la simple idea de que tuviese un parecido con nosotros, y era ciertamente tentador probar a decírselo, pero también me di cuenta de que la posibilidad de ser recordados como grandes leyendas atraía mucho más la atención de Joey; también podía entenderlo en eso.

    Había cerrado los ojos después de aquello, sabiéndome incapaz de aguantar mucho más tiempo despierta debido a las caricias de Joey, pero en cuanto mi cerebro procesó la mención de Matty... Dios, poco más y me caía de la colchoneta por la emoción. Abrí los ojos de golpe, repentinamente lúcida, y me erguí hasta el punto de estar sentada, mirando a Joey desde arriba con los ojitos brillantes.

    —¿Voy a poder ver a Matty siendo un sexy nerd todos los días si voy a la universidad? ¡A mí nadie me lo había vendido así! —exclamé, demasiado obvia con mi emoción ante la idea, y negué un par de veces con la cabeza cuando el chico preguntó si sabía sobre las pruebas de acceso, haciendo un mohín con los labios—. ¡Tenemos que averiguarlo! Supongo que la tutora lo sabrá... Tienes que decirle a Matty que nos ayude, ¿sí? ¡Te voy a permitir que te eches una siesta y todo, a cambio!

    Le sonreí, inclinándome para dejarle un nuevo beso sobre la frente, y volví a acurrucarme a su lado con los ojos cerrados, dispuesta a quedarme quietecita y en silencio en aquella ocasión. Yo también tenía sueño, anyways, so there was that.

    bueno, imagino que no nos dará tiempo a nada más so ya voy cerrando por aquí uwu ya te dije por privado pero que ilusión me hizo que quisieras caerme y que feliz me hace rolear a los niños, so thank you for that <3
     
    Última edición: 19 Septiembre 2023
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  17.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
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    Volví a bajar en el ascensor, evité a los que iban llegando tarde y toda alma que pude, lo hice hasta que una puerta apareció frente a mis ojos. Apareció de la misma forma repentina que mis recuerdos desde la madrugada del viernes, como surgida de la nada, y solo allí me di cuenta que había venido a esconderme en el mismo agujero que Altan el día que llamó para que le dejara hierba. Lo había juzgado tantas veces, le había dicho que apenas las emociones lo atravesaban quedaba inútil y su respuesta, ¿cuál fue? Que estaba hasta las pelotas de que lo juzgara por atreverse a sentir algo.

    Había llamado inútil a Cay.

    Lastre a Altan.

    Ingenua y estúpida a Yuzu.

    ¿Cómo deberían llamarme ellos a mí?

    Sin embargo, ¿qué era sin ellos? ¿Qué me quedaba? No tenía ni puta idea, quizás me aterraba pensarlo y en ese miedo comenzaba a girar como un torbellino, apartándolos. Si ya había hecho todo eso incluso antes de lo del muerto, si luego le caí a Yuzu con la bronca, me asustaba lo que podía soltar sobre las personas que todavía me rodeaban, pero no tenía cómo regularme. No sabía cómo.

    Abrí la puerta despacio, parpadeé como si tratara de conectarme al mundo y entré al espacio cerrando tras de mí. Pegué la espalda a la puerta ahora cerrada, me deslicé hasta alcanzar el suelo y luego de pensarlo mucho saqué el móvil con mano temblorosa, ya no por e alcohol que deseaba dentro del cuerpo, por simple y burdo miedo. Vi que los mensajes eran de Sasha y el vacío que sentí en el estómago se pareció bastante al vértigo, porque eran unos audios.

    Desbloqueé el móvil, pasé saliva y aunque no creía poder enfrentarme a ella o a nadie, le di play al audio y me llevé el aparato a la oreja. Hablaba del negocio con Ikari, que el tipo tenía talento y yo buen ojo, que no sé qué de que luego me enfadaba. Dejé de poner atención en algún momento, solo me dediqué a volver a repetir el audio como imbécil y acabé hecho una bola como un erizo, con el teléfono en las manos.

    Era su voz.

    Le di replay hasta que el tiempo se diluyó y la cabeza dejó de darme vueltas, pero seguía apestando a tabaco y alcohol barato. Los parches en la memoria no podía llenarlos, pero recordaba los brazos de Hikkun sostenerme, el ácido del vómito y las cosas tan horribles que le decía a los demás. La mirada agotada de Sei, el peso del cuerpo de mamá y el frío de la morgue.

    Era la voz de Sasha y yo no podía hacerle esto.
     
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  18.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    ¿Era sensato montarse todo aquella escenita en medio de la enfermería durante el receso? Seguramente no, pero eh, ¿qué sería la vida sin un poco de malas decisiones tomadas aquí y allá? Un completo aburrimiento, ¿a que sí? La cuestión era que el muchachito me estaba siguiendo el rollo sin ningún problema y eso, claro, solo hacía que tuviera más ganas de continuar. Mi mano continuó dejando caricias vagas sobre su brazo mientras él bajaba la otra, sin soltarme en ningún momento, y poco después dejé salir un suspiro de satisfacción cuando sentí su mano afianzándose en mi cintura, apoyando la mejilla sobre su hombro.

    El agarre del chico no me permitió moverme demasiado, pero mentiría si dijese que aquello me preocupaba lo más mínimo en esos momentos. Escuché cómo se dirigió hacia Ko y no pude evitar dejar salir una risa nasal de nada, divertida por el hecho de que esas fueran las primera palabras que le dedicó. No tuve mucho espacio a intervenir en su intercambio, aunque tampoco me interesó especialmente hacerlo, y solo volví a reaccionar cuando el albino se dirigió de nuevo a mí. Se me escapó un 'mhm' ligero ante la presión constante de sus dedos y busqué mirarlo de reojo, sonriendo con una satisfacción difícil de esconder.

    How could I ever disappoint you, pretty face? —murmuré, dejándole un beso fugaz sobre la mejilla antes de forzarme a separar nuestros cuerpos.

    Aproveché la mano que había estado paseando por su brazo para agarrarlo de la muñeca y me lo llevé hacia el exterior de la enfermería, no sin antes despedirme de Kohaku con un movimiento rápido de dedos y una sonrisa risueña. En cuanto a nuestro próximo destino... well, había unos cuantos lugares sin cámaras, pero la ocasión requería ir a mi lugar predilecto para ese tipo de cosas, ¿no? Además, usar el club de fotografía con una chica era algo que podía permitirme, ¿pero con otro chico...? No way in hell.

    Me colé en el espacio junto al muchacho, pues, y una vez la oscuridad del armario nos recibió, me dejé caer hacia atrás, apoyando la espalda sobre la puerta que ya había cerrado a nuestro paso. Tiré del chico en mi dirección nada más acomodarme y no dudé en colar la mano que no le había soltado entre mis piernas, no demasiado lejos de la zona realmente importante, pero tampoco demasiado cerca. Mi otra mano viajó hasta su nuca, donde hundí los dedos en su cabello para atraerlo todavía más hacia mí, y dejé salir un gemido ligero contra su oreja.

    >>Vas a tener que ayudar un poquito más a mi imaginación, eso sí. Can you do that~?
     
    • Zukulemtho Zukulemtho x 1
  19.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Me hizo algo de gracia que se apoyara en mi hombro como si de repente los brazos del desconocido cagado a palos fueran el lugar más comfy del mundo, me daban hasta ganas de preguntarle cuál de sus papis no la había querido de pequeña. Claro que, vaya, el cliché corría en ambas direcciones, ¿no? Y en esa suerte de tregua los extremos se neutralizaban. A veces la cabeza me corría más rápido porque había nacido siendo un criticón de mierda y, en palabras de mi querida hermana, sólo era un mocoso malcriado y arrogante; pero al final del día me la sudaba juzgar a los demás.

    En especial a quienes me entretenían.

    La distancia era mínima, deslicé la vista a ella y me respondió en inglés; sentí su aliento chocar contra mi cara. Relajé el agarre en torno a su cintura, asumiendo que debería liderar la marcha, y recibí el beso en la mejilla sin reaccionar visiblemente. En lo que me jalaba hacia la puerta, le lancé un último vistazo al chico tirado en la cama y él nos despidió agitando la mano, muy sonriente. La suavidad e inocencia de sus facciones se enfatizó en el gesto y me hizo mucha gracia. Qué cabrón hijo de puta, en serio.

    Al salir al pasillo guardé la mano libre en el bolsillo y fui mirando los alrededores. Alisha nos hizo bajar y alcé las cejas, levemente curioso, tras notar que su objetivo era el gimnasio. ¿Las duchas, tal vez? Atravesamos esa sección inicial, sin embargo, y nos adentramos en el amplio espacio. Detecté la puerta a un costado perdida entre las gradas y las jaulas llenas de balones, y por fin comprendí la situación. Sonreí, divertido. ¿De verdad quería follar en un armario lleno de colchonetas polvorientas?

    Bueno, no sería quien se queje.

    El espacio era pequeño y estaba lleno de porquerías, tal y como había supuesto. Un par de ventanucos al fondo brindaban la escasa luz que se colaba dentro y, con el gimnasio vacío, sólo nos alcanzaba el eco lejano de las personas que pulularan por el patio. En cualquier caso, Welsh no me dejó mucho tiempo a distraerme en los detalles. Me hizo girar y me atrajo contra la puerta cerrada, deseo que cumplí sin chistar. Las penumbras moderadas, el silencio y la ligera pesadez del encierro me palpitaron dentro del cuerpo y seguí el ritmo de su respiración con una precisión absurda. Quería agitarla.

    Quería tener que taparle la boca.

    No dudó en guiar mi mano entre sus piernas, extendí los dedos y me aferré a su muslo en automático, apretándole la piel. Era suave y estaba tibia, me hizo consciente de la situación y exhalé con pesadez, sintiéndola hundirse en el cabello de mi nuca. Su gemido me cosquilleó en la entrepierna y me removí para pegarme al costado de su rostro y alcanzar su oído. Mis movimientos eran bruscos y firmes, como lo llevaban siendo desde arriba.

    —Puedo hacer lo que quieras —concedí en un susurro, acercando la mano libre a su otra pierna, del lado externo.

    Le respiré encima, tanteé el costado de su glúteo sobre la falda y aflojé el agarre entre sus piernas. Subí por su muslo, rozándolo, y cuando alcancé la tela de su ropa interior tuve que restringirme a la fuerza para no hacerle un desastre. Se me rayó la cabeza, el calor pulsó y recorrí su intimidad sobre las bragas con la punta de dos dedos. Suspiré con pesadez, una risa me vibró en la garganta y bajé la vista al escote de su camisa, presionado contra mi torso. Ya no aguanté, y ¿por qué iba a hacerlo, para empezar?

    —Puedo ayudarte como quieras —agregué, agachando la cabeza.

    Me hundí en su cuello y con la propia fuerza del movimiento la forcé a adaptarse a él. Le besé la piel como me dio la gana, sin una gota de paciencia o delicadeza, y al mismo tiempo presioné los dedos entre sus piernas, aún sobre la tela. La otra mano se coló bajo la falda, se clavó en su glúteo y la insté a mover las caderas.
     
    • Zukulemtho Zukulemtho x 1
  20.  
    Amane

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    Era consciente de que el armario de enseres no era el sitio más sexy de la escuela, pero una debía trabajar con lo que tenía a mano. De todas formas, no me preocupaba especialmente si aquel lugar era o no del agrado del chico, porque lo que en realidad importaba era la compañía, ¿o no? Y mejor compañía que yo para lo que íbamos a hacer en aquel momento no iba a encontrar en toda la academia, that for sure.

    Su mano se aferró sin demasiada complicación a mi muslo y yo dejé salir un suspiro pesado, sintiendo cómo el cuerpo se me aflojaba ante el contacto. ¿Acaso podían culparme? Llevaba un tiempo tranquilita y ya había tonteado un par de veces con este chico, así que era inevitable que toda la expectación se me hubiese acumulado para ese momento; que me soltara que podía hacer lo que yo quisiera también ayudó de manera considerable a la causa. Me removí para dejarle mejor acceso a mi entrepierna y me tuve que morder el labio casi al mismo tiempo, reprimiendo los sonidos que se me atoraron en la garganta tras recibir la presión de sus dedos.

    Such a good boy, mhm? —murmuré, bajando la vista para seguir el recorrido que empezó a hacer a lo largo de mi cuello.

    Le permití besar mi piel cómo le diera la gana, aunque también aproveché la mano que seguía hundida en su cabello para guiarlo de vez en cuando, y tampoco tuve problema en empezar a mover las caderas en cuanto él me incitó a ello, queriendo buscar el mayor contacto posible para satisfacer el calor que ya se había apoderado de la zona. Cogí la mano que se le había quedado sin trabajo y la coloqué alrededor de mi cuello, permitiéndome así coger su rostro con ambas manos para hacer que me mirase.

    >>I want you to fuck me really good, then —le pedí, ya sin tener intención de controlar mi respiración agitada o los suaves gemidos que se me colaron entre las palabras.

    No le di mucho espacio a replicar o responderme, si es que hubiera querido hacerlo, porque tiré de él hasta juntar nuestros labios nada más terminar de hablar. El beso, por supuesto, fue brusco, profundo, y la mejor cosa que había probado en todo el día. Colé la lengua sin ninguna clase de vergüenza y sin preocuparme en lo más mínimo lo desesperada que debía parecer, porque deseaba comérmelo y eso era lo que iba a hacer.

    Hasta quedarme satisfecha.
     
    • Zukulemtho Zukulemtho x 1

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