Aquella chica.

Nota: No confundas la pansexualidad con la bisexualidad.

Aquella chica
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El aire paso entre los arboles agitando las ramas en una suave danza. La esfera de luz se ocultaba entre los edificios y el chico se acomodó en una banca de piedra que había junto a un árbol frondoso al que se le caían las hojas.

A él gustaba ese lugar, era tan silencioso y tranquilo. Vio a una persona acercándose desde el camino y sin pedir permiso tomo asiento junto a él.

El silencio reinaba el lugar y el aire acariciaba sus mejillas, él la miró de reojo. Observó su cabello corto que rozaba su garganta y sus comisuras indicaban un gesto de felicidad. Lo miró cuando percibió su mirada y sus ojos penetrantes lo dominaron.

―¿Eres feliz?

El chico la miró asombrado, no entendía a que se refería con su pregunta y movió sus piernas.

―Uhm si, supongo.

Las facciones de la chica eran delicadas, esos pómulos sobresalientes y usaba sus manos para apartar su cabello fuera de su rostro. Le sonrió.

―Es que hay una chica y es bastante adorable― dijo con un brillo en sus ojos.

Él solo rio y observó las hojas que eran arrastradas por el viento, eso era tan curioso y distinto, una chica hablando de su vida amorosa, fascinante.

―Es tan curioso ¿Cómo es que le hablas a un extraño?

Ella se quedó mirándolo unos segundos, dudando, observando sus expresiones y jugueteó con sus manos mientras miraba al cielo.

―Te veías solo y me nació hablarte, pareces amable.

El chico no pudo evitar soltar una carcajada.

Su pareja era mayor que ella, no un número muy exagerado. Se habían conocido en un baile hace unos meses y el amor había surgido sin que lo notaran. Ella logró hacerlo hablar y fue tan curioso, no era muy abierto con sus cosas pero ella transmitía tanta…tranquilidad, era tan simple y transparente, honesta, tan natural. Entablaron una bonita amistad.

Se habían citado para ir por un helado, pero por una razón que él no comprendía ella no había llegado, temió que algo le haya pasado. Sentado ahí esperándola, sonreía recordando aquella frase bastante curioso que ella había mencionado, algo que había movido mucho en su cabeza.




―Y tú ¿No tienes pareja?

El negó con la cabeza, tal vez hubo algunas pocas citas con algunas chicas pero a fin de cuentas nada serio y no pensaba bastante en eso, sentía que no encontraba a la chica que lograra mover su vida.

―Mis amigos se burlan, dicen que soy gay, pero simplemente…― dejó la frase inconclusa y miro el pasto verde que los rodeaba.

―Bueno… ¿Te molesta eso? No importa, no interesa el físico, como es, ni de que sexo es, lo único que importa es― puso una mano en su pecho, señalando su corazón.

Le sonrió y él no pudo evitar sonrojarse.



Ella llegó corriendo mientras el aire le faltaba, se inclinó apoyándose en sus rodillas para recobrar el aliento y se dejó caer en el asiento. Su cabello estaba atado y el sol iluminaba sus pestañas, dándole vida; pero sus ojos se veían tan cansados, aunque ella quisiera ocultarlo y lo negaba de un tiempo acá, algo estaba mal. Ojeras bajos sus ojos y una expresión acabada. Solo verla así provocaba que un dolor constante en su pecho se presentara, la impotencia lo llenaba y más al no saber el porqué.

Compraron su helado y regresaron a su lugar, ella reía con una broma contada por él, ella hizo su típico gesto alejando su cabello de su rostro y se contemplaron unos círculos perfectos en su brazo- que cubría con una camisa un tanto ancha- de un color oscuro. Eran marcas de cigarro en la piel. Él desvió la mirada apretando los puños y sin más la tomó de la muñeca y le retiró la manga observando más detalladamente las heridas.

Eran cinco pequeños círculos, él levantó la mirada con la ira embriagando su cuerpo y sintiendo como iba a estallar. Se encontró con los ojos claros de ella, que lo miraban con temor y con vergüenza, bajó la mirada a sus pies.

― ¿Qué demonios es eso? ¿Ella te hizo eso?― dijo conteniendo su ira pero su voz sonó oscura.― ¿Cómo fue capaz de hacer algo así?

Ella solo miraba al suelo, mordiendo su labio evitando llorar; no le gustaban esas palabras pero temía contestarlas, porque tal vez no quisiera estar en la realidad, ella no era así realmente, ella era diferente cuando la conoció, era adorable.

―Sabes que no puedes permitir esto― dijo él mientras la soltaba al ver que hacia mal y regulando su voz.

De verdad que la quería y si la otra mujer no la valoraba ¿Qué hacía a su lado? Ella era tan original y magnifica. Sus sonrisas sinceras, sus labios delgados y ahora había sido marcada como un ganado.

―Sé qué piensas que ella cambiará o que ella regresará a ser como era antes pero― ella lo interrumpió dejando inconclusa su frase.

―Ella va a cambiar, ella me lo dijo…regresará a ser como antes― lo miró a los ojos con gesto de súplica, queriendo creer ella misma sus palabras.

―Nada será como antes, deja de aferrarte. Puedes encontrar a alguien que de verdad pueda ver aquello que te importa.

Él se tocó el pecho mostrándole aquel gesto que ella le había enseñado, ella lo miró y lo abrazó dedicándole una sonrisa tímida.

Su pareja se había vuelto violenta y ella había esperado recuperarla, pero cuando alguien se pierde y más en cosas malas- no había admitido que su pareja consumía drogas pero su silencio indicó bastante, aunque temía que ese silencio indicara más de lo que él había supuesto- no podía regresar.

Y tuvieron que separarse porque la noche se había comido a toda la ciudad. El aire era fresco acariciaba todo a su paso y su sonido mandaba música en todo el alrededor.

Él le había rogado que se encontraran mañana, saber que estaba bien, verla sonreír y que sea ella misma de nuevo. Ella asintió con una sonrisa.

Y la noche se llevó las horas, el cielo dejó caer toda su furia a la tierra, causando ruido mientras los cristales chocaban con todo objeto o ser vivo que se encontrara en su camino. Aquello trajo el rocío de la mañana, dando un toque bello a todas las áreas verdes, todo parecía brillar.

Él tomó asiento en la banca de siempre mientras miraba al cielo con una sonrisa, sabía que todo iba a marchar bien.


Ella nunca llegó.

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