Apuesta en Noche de Brujas

Día de Halloween en la universidad DC Estatal. No se podría decir que es un día como cualquier otro. Y la razón detrás de eso es que durante la celebración de Halloween, los estudiantes de esta particular, pero prestigiosa, universidad pueden asistir vestidos de lo que quieran, siempre que se les pueda ver el rostro y no carguen ninguna clase de arma.


Es bien conocido entre los que alguna vez hayan asistido a la DC Estatal, que la noche de brujas es la más esperada, tanto por estudiantes como por docentes, debido a la monumental fiesta de disfraces que se celebra cada año, la cual suele durar hasta el amanecer. Incluso se espera que nadie asista a clases el día primero de noviembre, a sabiendas que no muchos son los que estarán en condiciones de siquiera llegar a las clases, y mucho menos esperar que tomen apuntes o estén de ánimos para que les dejen deberes.


Carlos es un estudiante que está en el sexto semestre de su carrera. Tiene cierta reputación, entre las damas, de ser un casanova empedernido. Y esto le ha ocasionado numerosos problemas de los que hasta la fecha ha podido salir airoso.


Para la última clase del día, a solo dos horas del inicio de la gran fiesta, Carlos se reúne con sus mejores amigos, o compinches en el delito, como los llaman popularmente, por sus famas nada respetables.

—Ya quiero ver lo que haces hoy, Carlitos —dice Luciano, el mejor amigo de Carlos desde siempre. Viene con un disfraz de pirata, muy similar al de Jack Sparrow..

—No hará nada, te lo digo —afirma Ulises, el tercer amigo del grupo. Vestido como presidiario de uniforme a rayas blancas y negras.

—Si en noche de brujas Carlitos no hace nada, me los cortos con una navaja oxidada —dice Luciano, seguro de su afirmación.

—Nop, para nada. Ya cada mujer en este campus sabe sobre las movidas de Carlos, y las he escuchado decir que todas lo van a ignorar esta noche para darle una lección.

—Pero si mi santa persona nunca ha hecho nada malo —asegura Carlos, pareciendo convencido de sus propias palabras. Está vestido como un juez, de vestido negro, con una peluca enorme y blanca.

—Ves, Carlitos es el maestro en estos asuntos. Podría seducir y encamar a cualquier mujer que se le cruce en frente.

—Por ejemplo... —Ulises escanea la clase con la vista. El auditorio es enorme y con gradas circulares, con una pantalla al frente, donde la profesora da una aburrida charla sobre reacciones químicas según las temperaturas a las que son sometidas. De pronto, posa su vista sobre una chica en una esquina del salón — Mariana, la nerd del frente.

—Luciano dijo mujer, esa cosa es un esperpento con patas. En serio, ve esas ojeras del tamaño de un puño, y esos lentes gruesos que usa la hacen ver tan patética.

—Y por ahí dicen que nunca se baña y que ni le gustan los hombres —menciona Luciano.

—Démosle emoción a esta noche de brujas —propone Carlos, relamiéndose los labios.

—¿Qué tienes en mente, Calitos? —cuestiona Luciano, intrigado por el tono de su mejor amigo.

—Si logro cogerme a esa zorra nerd, harán el trabajo grupal de Química, sin mi ayuda, pero me pondrán en el reporte como si hubiera participado. Si no lo logro, yo solo haré el trabajo y los pondré como si hubieran participado ¿Trato?

—Nunca podría rechazar tal apuesta —acepta Ulises, convencido de que le será imposible a su amigo cumplir con lo acordado.


Para el final de la clase, Carlos se acerca a Mariana, la cual está guardando la portátil con la que hizo sus apuntes de la lección. Le parece que la chica no es tan fea vista de cerca, si usara algo de maquillaje y se peinara tendría a muchos hombres detrás de ella. Y, a diferencia de lo que sus amigos dijeron, huele bastante bien, como a coco y flores.

—Hola, Mariana, ¿no es así?

—Y-yo... —la chica se nota nerviosa, y un tanto sonrojada.

—Lo sabía. Mis amigos me decían que eres la mejor del grupo en estas cosas de reacciones químicas y compuestos, me preguntaba si podrías ayudarme con algunas cosas en las que tengo dudas.

—Y-yo... no...

—No seas malita —se sienta a su lado, y coloca la mano sobre el muslo de ella —. Ya sé, no tienes que contestarme de una vez, podríamos ir juntos a alguna de las fiestas de esta noche, y ahí me dices. ¿Te parece bien si nos vemos a la ocho?

—Ah... y-yo... —está completamente colorada.

—Es una cita entonces. Nos encontraremos cerca de la estatua del fundador —se levanta, le besa una mejilla y vuelve al lado de sus amigos.


Mariana baja la mirada avergonzada. Observa de reojo al grupo de amigos.


Llegada la hora pactada, Carlos llega al lugar que eligió para el encuentro. Lleva casi una hora tratando de contactar a sus amigos, pero ninguno contesta. Aunque no es como que sea algo raro que no lo hagan. Pero esta vez esperaba que lo siguieran para cerciorarse que cumpla con la apuesta.

—No me queda de otra que grabar un vídeo —se dice el joven, sonriendo para sus adentros. Tiene muchos vídeos guardados de sus conquistas más memorables.


Busca en los alrededores. Espera que Mariana se presente, porque de no hacerlo, está decidido en ir a buscarla hasta donde haga falta. Aunque es sabido que ella tiene un apartamento en el campus, junto con otros estudiantes, por lo que no le será difícil dar con ella. Ve a cada persona que pasa, le llama la atención un disfraz de parca con la capucha puesta, no muchos valientes se atreven a tener la cabeza cubierta y arriesgarse a que la seguridad del campus los eche.


Conforme pasan los minutos, Carlos se desespera cada vez más y más. La sola idea de perder la apuesta lo enfurece como nunca. Desde el momento que hizo la apuesta se decidió a que haría lo necesario, así tenga que violar a esa nerd para lograrlo. De todas formas, esa chica no parece ser del tipo valiente, así que supone que con amenazarla de que la matará si habla será suficiente. Ya le funcionó en dos ocasiones con perdedoras similares a Mariana. Incluso prefirieron abandonar la universidad que denunciarlo.


Se voltea, decidido en ir a buscarla, pero entonces la encuentra recostada contra la estatua del fundador, usando un vestido negro con adornos de arañas, y un sombrero puntiagudo que termina el atuendo de bruja. En ningún momento se le ocurrió mirar hacia la estatua, únicamente hacia el frente o los lados. No puede creer que ella hubiera llegado sin que la notara.

—Me alegra ver que estás aquí —finge estar contento para no demostrar su enojo de hace un momento.

—Yo llegué hace rato...

—No importa, lo importante es que ya estás aquí —la interrumpe, no tiene el mínimo interés en lo que ella tenga por decir —. Vamos a un lugar especial. Es mil lugar favorito en todo el campus y ahí la fiesta es la más divertida durante la noche de brujas.

—Y-yo... si no es molestia...

—No te preocupes, no te ocurrirá nada —la agarra de la mano y la comienza a guiar entre la multitud.


Hay una fiesta distinta en cada una de las facultades, con música distinta, temáticas diferentes, algunas tienen comida, otras solo alcohol y, en algunos casos, drogas.


Pasan varias facultades en el camino al lugar favorito de Carlos. Luego de caminar por unos minutos, finalmente llegan al gimnasio, donde una fiesta está en pleno apogeo. Mariana suspira al ver que es un lugar con mucha gente. Pero Carlos no la lleva al interior del edificio, sino que lo rodea, hasta llegar a la bodega donde se almacenan los materiales deportivos.


Él abre el candado con una llave. Hace mucho que consiguió una copia de esa llave y desde entonces es su lugar predilecto para llevar a sus conquistas más tímidas. Enciende la luz, planeando comenzar a preparar todo para lo que está por hacer, pero se lleva una desagradable sorpresa. Ya alguien había movido todos los utensilios deportivos, y en medio de la bodega hay una especie de pentagrama pintado con sangre. En el fondo, sobre un altar improvisado, hay tres velas negras, dos de ellas encendidas y la otra aún sin usar. Un libro con cubierta extraña, que da la impresión de ser de piel humana, reposa cerrado justo en medio de dicho altar. Un cuchillo, de forma ondulada, reposa en un plato de cerámica negra. Al pie de dos de las velas encendidas, y esto lo que más aterra a Carlos, están las cabezas cercenadas de Luciano y Ulises. Las bocas están llenas de una especie de planta extraña color amarillenta, y en lugar de ojos tienen perlas que muestran el mismo pentagrama dibujado en el suelo.


Alguien golpea al casanova en la cabeza. Este cae al suelo de golpe. Mientras pierde la conciencia logra ver a un encapuchado, de pie detrás de Mariana. Le parece que es la misma parca que vio antes, cuando estaba cerca de la estatua del fundador.

—Y tú que apostaste a que no lograría conseguir tres sacrificios en una noche. Por eso amo la noche de brujas —sonríe la chica de lentes gruesos, ansiando comenzar de una vez el ritual usando la negra alma de Carlos.