Aprendiendo a convivir

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Yiemvi Shiraiwa, 22 Marzo 2014.

  1.  
    Yiemvi Shiraiwa

    Yiemvi Shiraiwa Iniciado

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    Aprendiendo a convivir
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    Género:
    Comedia Romántica
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    2
     
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    Aprendiendo a convivir

    Capitulo 1

    Caminaba como león enjaulado a lo largo de toda mi habitación. Estaba realmente molesta, no me gusta, corrijo, odio y detesto que las personas tomen decisiones por mí. Y más aún si estas decisiones son demasiado importantes.

    Levanto la mirada y encuentro a mi tía sentada en mi cama. ¿Cómo que se iba a ir de viaje tan de pronto? Bueno, en realidad eso no era lo que me molestaba. Eso era algo que casi siempre ocurría desde que e estado a su cuidado. Lo que me tenía hecha una furia era saber que ella prefería alquilar el departamento por el año que se iba a ir. ¿Y dónde iba a vivir yo en todo ese tiempo? Muy fácil según ella, les pidió a algunos conocidos que me quedara con ellos. No hubiera sido un problema si fueran personas que conociera o al menos les tuviera confianza.

    Pero no señores, ella tenía que escoger justo un lugar donde solo vivían chicos. Tal como lo leen SOLO CHICOS. De todos los lugares que existen ella tuvo que elegir ese. Cuando toma decisiones como estas es que me hace dudar si aún está realmente cuerda y en sus cabales. A veces realmente lo pongo en duda. Es demasiado alocada como para tomar decisiones importantes.

    -Vamos Kendra, sabes que te llevaría pero no puedes estar un año completo sin estar en el colegio, además no todo es tan malo como crees- lo decía de forma realmente tranquila para la mirada que le daba. Que no era una mirada para nada bonita, era la mejor mirada de muerte que tenia.

    Tranquila, despreocupada, feliz de la vida así era mi tía mi único familiar vivo que tenía. Exasperada me senté en una silla, intentando procesar de una forma más calmada y serena todo lo que me había dicho. ¿Quién en su sano juicio dejaría que una chica de dieciséis años viva en medio de completos desconocidos? Definitivamente solo se le podía ocurrir a mi tía. Aplausos a la mejor tía del mundo. Aplausos.

    -Además, son buenos muchachos los conozco desde que eran pequeños- me dice en tomo conciliador. Así que desde pequeños, pues entonces han cambiado demasiado.-estarás en buenas manos.

    -Pero ¿No podía haberme quedado con alguna de mis amigas? Hubiera preferido eso-

    -No, ellas no podrían ya que no tiene lugar donde acogerte por todo un año. Escucha- me dice mientras se para y se dirige hacia mí-sé que te molesta lo que hice pero ten en cuenta que es mejor para ti.

    -¿Cómo puede ser por mi propio bien estar completamente rodeada de chicos?-le pregunto elevando un poco la voz. Es algo difícil de admitirlo pero estar en medio de chicos me pone muy nerviosa. Demasiado en verdad y aumentándole que ni los voy a conocer. Y ella es una de las personas que mejor sabe eso.

    -Pues muy fácil. Como no voy a estar aquí tú serás la única que reciba la paga del alquiler, la cual te será suficiente para tus mensualidades y lo que necesites.

    Me cuesta admitirlo pero tiene razón. Actualmente tengo un trabajo de medio tiempo que aunque sirve para darme mis gustos no me alcanzaría para pagar la preparatoria. Mientras que si recibo el pago del alquiler incluso puede que llegue a sobrarme. Puede.

    Suspiro profundamente, rendida. Ya ha hecho los tratos de mi inminente mudanza. Por ahora le hare caso pero tras que note que algo de ellos me incomoda me voy de inmediato. Definitivamente me largo de ese lugar.

    -¿Y cuándo se supone que debo de mudarme?-

    Veo que mi tía sonríe. Al parecer no quería que volvamos a discutir si debía o no de mudarme.

    -Antes del fin de semana-me dice para después salir de mi cuarto.

    Miro a través de mi ventana la puesta de sol. Entonces solo me quedan cinco días antes de irme. Eso significa que conoceré a mis nuevos compañeros de casa dentro de cinco días. Perfecto, pues.

    OoOoOoOoOoO

    -¿Cómo es posible que tu tía te obligue a eso?- me pregunto Liz.

    -Pues muy fácil, así tendré el dinero necesario-le respondí de la forma más despreocupada posible. Había pasado dos días desde que decidí que no era tan malo mudarme a un lugar lleno de chicos. Bueno aun pienso que eso no está del todo bien pero ya no me afecta tanto como antes. O eso creo.

    Liz es una de mis mejores amigas y fue una de las primeras en enterarse de mi decisión. Me dijo que no era nada inteligente lo que estaba haciendo y cuando le pregunte de que otra forma podría conseguir dinero suficiente y estudiar al mismo tiempo no me dijo nada. Al igual que yo no tenía una respuesta favorable.

    -Sabes que siempre puedes vender tus cuadros-me dijo mientras se llevaba un pedazo de homellete a la boca.

    -Si, tu madre es tan buena.

    Mi trabajo en si era ser mesera en las tardes cuatro días a la semana. Y a veces pintaba algunos cuadros que me los vendía la madre de Liz. Aunque eso no lo consideraba un trabajo, pero tampoco con eso me alcanzaría.

    Dejando de lado todo el lio de mudanzas y chicos me concentre en pasar una tarde divertida junto con Liz. Quería por un momento olvidarme de todo lo que me ocurría. Incluso de que faltaban pocos días para que comenzaran las clases.

    Comienza a hablarme sobre lo mal que le fue su semana y sin quererlo deje de escucharla. Me sumí en ese momento estupor en que deje mi mente completamente en blanco. No pensaba en nada, no sentía nada, no escuchaba nada. Completamente en blanco.

    Unos minutos después alguien comenzó a zarandearme. Algo confundida volví a la realdad. Liz me miraba de forma burlona. Intente recordar que era lo que estaba haciendo.

    -¿Soñando despierta otra vez?

    Soñando. Esa palabra la repito y después se pierde en mi mente ¿Realmente estaba soñando? Al mirar a mí alrededor todas las personas del café me estaban mirando. Bajo la mirada avergonzada. Siento algo mojado en mi pantalón. Cuando me fijo bien el café que estaba tomando ahora esta derramado en mi pantalón. Eso va a costar que salga. Como puedo me limpio con la servilleta y veo que Liz levanta el vaso que se cayó.

    -No estaba soñando-le respondo furiosa. Ahora tendría que ir a mi casa y cambiarme. Genial.

    -Y si no estabas soñando. ¿Pensabas en que tan guapos serian tus nuevos vecinos?- me pregunto mientras enlazaba sus manos y colocaba encima su rostro. No sabía si su mirada era burlona o pervertida. Quizás un poco de ambas.

    -Eso tampoco, solo creo que entre en trance- dije de forma brusca.

    ¿Acaso no me estaba diciendo hace unos momentos que era una locura mudarme en a un lugar en medio de chicos? Que yo recuerde si. ¿Y ahora se ponía a pensar en ellos? Definitivamente Liz se lleva el premio de bipolaridad.

    Hace caso omiso de mi respuesta y sigue parloteando de cómo le gustaría estar en mi lugar rodeada de chicos. En serio el mayor nivel de bipolaridad. A la tercera oración dejo de escucharla.

    OoOoOoOoOoOoOoO

    La infernal alarma no deja de sonar. La agarro a tientas y la lanzo contra la pared produciendo un ruido seco. Y después deja de sonar. Creo que tendré que comprar otra alarma. Me levanto mientras me restriego los ojos. Afuera hace un sol radiante, el clima está ligeramente fresco; agradable. Sería un día muy bonito para salir a pasear o disfrutar al aire libre. Disfrutar de los últimos días de verano. Sería un hermoso día para cualquiera que no tenga que mudarse donde completos desconocidos. En resumen un día estupendo para cualquier otra persona excepto yo.

    Lo único bueno en este día es que ya tengo todo empacado, solo que queda trasladarme. Al llegar al baño me cepillo mis dientes y me lavo la cara. Bueno, podría mudarme el fin de semana pero como quiero estar tranquila prefiero hacerlo de una vez.

    Cuando bajo me recibe mi tía. Su viaje está programado para el domingo. Por lo cual aun estará aquí por lo menos dos días más.

    -Buenos días Kendra ¿Cómo amaneciste?- me saluda de la forma más amable que puede.

    -Buen día. Creo que necesitaré otra alarma-le respondo somnolienta. No es fácil acostumbrarse a levantarse temprano después de pasar casi todo el verano durmiendo hasta tarde.

    Mi tía me sonríe y se dirige a la cocina mientras yo me siento en el comedor. Como somos solo dos personas las que vivimos aquí siempre nos distribuimos las tareas. Una vez que me mude tendré que hacerlo todo yo sola. Genial.

    Me sirve el desayuno y se va diciéndome que llegara para el almuerzo. Desayuno sola y en silencio igual que siempre. Una vez termino dejo los platos en el fregadero y subo a mi habitación. Mi tía se encargó de llevarme todo lo necesario según ella a mi nueva vivienda. Pero hasta ahora no he tenido tiempo para ir y conocerla. Las únicas cosas que faltan trasladar son mi ropa, mi cama, una pequeña mesita y mi puff. Contaría a mi despertador pero creo que ya dejó de existir. Algún día le hare un entierro honorable. Lo juro.

    Como todo el día lo voy a pasar desempacando busco algo que me sea cómodo. Al final me decido por un pantalón de hilo crema, una polera holgada azul y unas zapatillas bajas. Como tengo el pelo hecho un desastre voy al cuarto de mi tía y me peino el cabello. Es de color castaño y lo tengo en desnivel hasta mi cadera. Mientras lo peino veo los mechones morados que son fruto de una apuesta. Para el futuro nunca más vuelvo a apostar con James. Nunca. Cuando mi tía se enteró me tuvo castigada por dos semanas. Eso ocurrió a principios del verano y todavía no se borran. Al final me decido por hacerme una simba.

    Miro mi reflejo en el espejo. Para tener mi edad estoy demasiado desarrollada. Por lo cual muchas personas creen que tengo diecinueve y tantos. Pero a pesar de eso apenas mido uno sesenta. Estoy embobada viendo mi reflejo cuando recuerdo que tengo mucho que hacer en este día. Rápidamente me dirijo a mi cuarto.

    Me paso toda la mañana bajando cajas de ropa y mi puff. Ahora lo difícil va a ser desarmar y bajar mi cama. Y sabiendo lo torpe que soy nunca lograre hacerlo sola. Busco en mi mesita mi celular y llamo a la única persona que sé que me va a ayudar.

    Escucho el sonido de llamada dos veces, tres veces, cinco veces y cuando creo que no va a contestar me responde.

    -Hola - me responde medio somnoliento. Creo que lo he despertado. Pobre de él.

    -Hola James lamento haberte despertado- le dijo de la forma más sincera posible.

    En mi trabajo de mesera James es mi compañero de turno. Y el culpable de varios de mis castigos.

    -Si, descuida quedas perdonada. Supongo que debe ser urgente para que llames tan temprano-

    Vuelco la mirada al reloj que está en la sala. Marca las once de la mañana. Sonrió levemente, sí que es un dormilón.

    -¿Qué comes que adivinas? Bueno si, necesito que me ayudes a desarmar mi cama y a llevar algunas cosas a mi nueva casa- digo casi suplicando.

    -De acuerdo. Estaré dentro de veinte minutos. Nos vemos más tarde- responde antes de comenzar a bostezar. Y antes que me despida cuelga.

    James es lo más cercano que tengo a un amigo o hermano. Aunque por su culpa termino en algunos aprietos o castigada. Siempre que lo necesito el me ayuda. Me dirijo a la cocina para prepararle algo. Seguro que por venir aquí rápido ni siquiera va a desayunar. Típico de él.

    OoOoOoOoOoOoO

    Cuanto tiempo llevamos aquí. ¿Veinte o treinta minutos? Ya ni se, perdí la cuenta hace poco. Me quedo mirando el portón negro. Desde antes de entrar puedo decir que esta casa debe ser muy espaciosa. Demasiado grande. Me pregunto si todos los que viven aquí serán propietarios de la casa. Completamente blanca y con el tejado un azul eléctrico. Apoyo mi cabeza en el portón mientras suspiro.

    -¿Segura que te estaban esperando?-me pregunta James por quinta vez mientras se apoya en el portón y me mira con burla.

    Le dedico mi mejor mirada para que cierre la boca.

    Cuanto más tendré que esperar. Ya son más de medio día y mi estómago se retuerce de hambre. Mi tía me dijo que estarían esperándome para ayudarme a trasladarme.

    -Bueno querida, yo ya tengo hambre y parece que aquí nunca van a abrir.

    Se aleja y se sube a su camioneta azul aparcada en la acera. Rendida estoy a punto de hacer lo mismo que él. Me dirijo a la camioneta y cuando estoy a punto de subir siento unas llaves en mi bolsillo que me incomodan. Cuando las saco recuerdo que traigo conmigo las llaves de mi nueva casa. Me golpeo mentalmente. ¿Cómo me puede olvidar que las traía conmigo? Definitivamente tengo la memoria de pez.

    Se las muestro a James. Su mirada se posa en mí, después en las llaves y nuevamente en mí con una mueca de: ¿A esta hora se te ocurre sacarla?

    -Por favor- le muestro mi mejor mirada suplicante y junto mis manos para hacerlo más convincente. Algo en mis ojos azules hace que ceda.

    Baja del auto bufando y quejándose. También bajo y me dirijo a la parte de atrás de la camioneta. Se saca su chaqueta de cuero negra y se queda solo con su polera negra con rayas blancas. ¿O era al revés? Bueno, algo así.

    Con las llaves en la mano entré. Me habían asignado la habitación de arriba, la primera que estaba desocupada. ¿Cómo lo sabía que esa era mi habitación? Adivinen, mi tía. Allí ya estaban mi armario, mi escritorio, mis instrumentos y mi televisión. En el suelo habían varias cajas que supongo son las que mi tía ya había traído antes.

    Aparte de ayudarme a desarmar mi cama James se ofreció a llevarla hasta mi nueva casa. Y también aproveche para que llevara mis demás cosas. Tardamos una o dos horas para bajar todas mis cosas y subirlas a mi habitación entra ellas estaban mi cama y mi puff. Creo que ya se habrán dado cuenta que tengo una relación muy especial con este último.

    Una vez terminamos fuimos a comer un par de hamburguesas. Sé que no es lo mejor para comer al medio día pero era lo único que había a esas horas.

    -Y ¿Ya conociste a tus nuevas vecinas?- falto poco para que le escupiera la soda encima por la pregunta.

    Ahora que recuerdo no le conté que no voy a estar con vecinas sino con vecinos. Prefiero que mejor no sepa. No me gusta tener secretos con mis amigos pero es necesario. El es demasiado sobreprotector conmigo y si llegara a enterarse me daría todo un discurso de por que no debería mudarme y al final estaría de acuerdo con él. Ya e tenido esta conversación con mi tía y no creo poder soportar tener otra así.

    -No, aun no.

    -Mph, recuerdas que si llegan a incomodarte o algo así puedes decirme y de inmediato te saco de ahí. No lo dudes Kendra.

    La forma en que me miro y me sonrió hiso que me remordiera la conciencia. No le dije nada solo asentí para seguir comiendo en silencio.

    Tras que terminamos me llevo a mi nueva casa. A esas horas tenia tanto sueño que me despedí media bostezando. Subí las escaleras y cuando llegue a mi cuarto lo único en lo que pensaba era dormir una larga y muy larga siesta. Poco me importo el lugar donde estaba o que mi piso este lleno de cajas y bolsas solo me acosté en mi cama. Y quede profundamente dormida.

    -Hey, despierta.

    Alguien me estaba zarandeando. Deja vu. Cuando abrí los ojos todo estaba borroso. Solo veía destellos de luz o manchas oscuras. Cuando pude enfocar la vista mejor lo primero que hice fue mirar la ventana. Ya era de noche.

    Cuando miré a quien me había despertado me encontré con varios rostros desconocidos. Si yo estaba confundida ellos estaban peor. Un chico aún tenía su mano en mi hombro y dijo.

    -¿Tú eres Kendra ?-

    Recién caí en cuenta tenía delante de mí a mis nuevos compañeros de casa. Genial.
     
    Última edición: 14 Mayo 2014
  2.  
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Tengo tiempo que no he estado siguiendo una historia de “comedia romántica” Me gusta, me gusta esa clase de tramas, donde o la chica se viste de hombre para entrar a uno escuela de hombres como “Hana Kimi” o de una chica que tiene que convivir con puros hombres tal como “Los chicos de mi casa” Como sea, me gusta la manera en que narras las situaciones, eso sí, tienes faltas de ortografía, tales cómo:

    Prólogo
    sí *el sí afirmativo siempre va con acento*
    aún

    Por decir algunas. Te recomiendo que utilices el guion largo (—) de esa manera el escrito se verá con más estructura y tendrá mejor estética. Otra cosa, no terminar el dialogo con un guion si ya no vas a describir nada.

    Tengo confundido algo, tal vez es un dato que se me paso, pero según tengo entendido, la protagonista mencionó que solo tiene un familiar vivo, la tía, pero también menciona a una abuela.
    No sé qué es el puff, ¿te refieres al video juego? ¿o al facial? ¿O al asiento ese raro?

    Me gusta la actitud de Kendra, me hizo gracia el cómo se quedaba en blanco cuando su amiga Liz le hablaba, también en el amigo de ella, que ni se llegara a enterar de que vivirá con puros chicos, ahora me lo imagino, así de sobre protector, peleando por ella cuando se entere. Una confrontación sería genial *-* de acuerdo no, ignórame. :confused: es momento que Kendra conozca a sus nuevos vecinos, ya quiero saber cómo serán ellos. Qué clase de personalidades serán. ¿Se llevaran bien? ¿La trataran como a una princesa? Espero que sí, como por ejemplo a mí, me tuviera chiqueada por ser la única mujer. ¿Alguno la odiara o no le caerá bien? Ya quiero leer el próximo capítulo. Ya me imagino en las desventuras que vivirá nuestra protagonista a lado de esos chicos.

    Sin más que agresar, eso sería todo de mi parte. Nos estamos leyendo compañera.
     
    Última edición: 28 Marzo 2014
  3.  
    Yiemvi Shiraiwa

    Yiemvi Shiraiwa Iniciado

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    hola como están?? espero que bien lamento muchísimo la gran demora que tuve, se que no tengo perdón pero aun asi soy terca y vengo a publicarles el capi y espero que les guste.
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    Capítulo 2

    Todos me veían como si fuera un fenómeno. Un ser extraño que había invadido su casa. Desde cierto punto creo que puedo entenderlos, no todos los días encuentras a una extraña durmiendo en tu casa. Pero tampoco eso es razón suficiente para que me miren de ese modo. Y eso aumentándole el hecho que no me gusta para nada ser el centro de atención.

    Le dediqué una mirada confusa al chico que me estaba agarrando el hombro. Tiene unos ojos verdes impresionantes. Este es un verde uva, ligeras pintas de amarillo y azul rodeando el iris. Son grandes y almendrados, tupidas pestañas marrones coronando sus párpados surcados de ligeras y casi invisibles venas moradas. Su cabello es rizado y castaño chocolate, muy oscuro y de apariencia suave. Le cae inclinado sobre la frente, el ligero fleco tapándole el ojo derecho. Lo tiene un poco largo, hasta la mitad del cuello. Su piel es ligeramente bronceada.

    Seguro se debe ver raro que lo mire tan fijamente, pero no es mi culpa. Ósea, soy mujer y reconozco cuando un chico es sexi cuando lo veo. Además con ese traje negro que le sienta a la perfección simplemente no puedo evitarlo. Después de salir de mi ensimismamiento recuerdo la pregunta que me había hecho.

    -Sí, esa soy yo- murmuro de forma baja.

    -Es bueno saberlo, nos tenías un tanto preocupados-me dice mientras me da una pequeña sonrisa. Las esquinas de su boca se elevan creándole un pequeño hoyuelo al lado de cada una.

    Sino escuche mal, él dijo que los tenia preocupados. Dirigí mi mirada a la puerta de la entrada. Apoyado estaba un chico que me miraba de forma curiosa. Tenía el cabello negro y corto. A diferencia del anterior él tenía la piel morena y estaba vestido de un jeans y una camiseta negra pegada al cuerpo. Y debería de tener algunos años mas que yo.

    -Les lamento las molestias- le dijo mientras me siento en un borde de la cama. El movimiento brusco me hace marear y cerrar los ojos de golpe. Pero aparte de eso no mostré ningún otro síntoma de molestia.

    -Bueno, Kendra te dejamos tranquila. Cuando estés lista baja para conversar sobre algunos acuerdos-tras eso ambos dejaron mi habitación y se fueron cerrando la puerta.

    De acuerdo eso fue un tanto extraño. Para comenzar acabo de conocer a mis vecinos y no si quiera sé cómo se llaman. Perfecto Kendra, de maravilla. Una vez me levanto completamente de mi cama me vuelvo a sentir mareada. Seguro dormí más de tres o cuatro horas. Eso siempre me produce jaqueca.

    Me dirijo hasta el espejo de mi armario para encontrarme con una chica de pelo castaño con una trenza a punto de desarmarse. Seguro no les di una buena impresión y esa es siempre la que cuenta. Me lo suelto para después hacer un raro intento de moño alto con una goma para el cabello.

    Tengo curiosidad de saber qué es lo que quieren hablar conmigo. Es la primera vez que me encuentro en una situación como esta y no tengo idea de cómo debo actuar.

    Tras eso me bajo directo hacia la sala, o al menos lo que supongo que es la sala. Apenas llego al inicio de las escaleras escucho el sonido televisión. Me detengo cuando escucho el sonido de botellas. Camino de forma sigilosa hasta llegar a la entrada de la sala. Asomo mi cabeza y veo a tres chicos. Los dos que vi antes y otro rubio que me está dando la espalda. Cuando entro carraspeo para llamar la atención de todos.

    Me miran y yo los miro. En la mesita del centro hay un gran tazón con palomitas y algunas cervezas. En ese mismo momento alguien apaga la televisión.

    -Kendra-me dice el chico que me despertó-no te quedes ahí parada, ven y siéntate- me ofrece mientras me señala un sillón que queda a su costado.

    Camino hasta donde esta él y hago lo que me dice. Desde que entre en toda la casa hay una combinación entre negro y blanco. Y la sala no es la excepción. El piso es completamente blanco y las paredes son negras con algunos cuadros que no logro ver que hay en ellos. Los tres chicos están sentados en un gran sillón esquinero blanco con cojines negros que armonizan con el resto del lugar.

    Me siento a unos dos asientos de él. Nunca he estado en una situación parecida así que no tengo ni idea de cómo tengo que actuar o responder. En resumen estoy en una situación incómoda y con completos desconocidos.

    -Bueno Kendra me llamo Sebastian-se presentó el chico de cabello castaño. -y ellos son Josh y Fabián -me dijo mientras apuntaba al rubio y moreno respectivamente.

    Lo único que pude murmurar fue un “gusto de conocerlos”. En realidad no soy de esas personas que se les da bien comenzar una conversación pero mi curiosidad pudo más.

    -¿Y cómo fue que aceptaron que mi tía me trajera aquí?-pregunté curiosa mientras me sentaba mejor en el sillón.

    Veo que los tres se miran sin saber que decir. En realidad mi tía puede llegar a hacer casi cualquier cosa o decir cualquier cosa con tal de obtener lo que quiere. Al final veo que Josh va a hablar por todos.

    -Nos amenazó- responde como si nada.

    Me quedo callada. ¿Con que los habrá amenazado? Como veo que los tres están medio reacios a decirme más prefiero tragarme mi curiosidad, ya tendré la oportunidad de preguntarle a mi tía. En ese mismo momento me arrepiento de haberles preguntado eso. Ahora todos parecen incomodos y sin saber que decir.

    -Entonces Kendra cuéntanos algo de ti- interrumpe Sebastian mis pensamientos mientras me pasa el tazón de palomitas.

    -Mph, pues creo que soy una persona normal que le gusta escuchar música y siente un gran apego especial por las artes- le respondo dudosa. No quiero comenzar a contarles toda mi vida personal a unos vecinos de los que apenas conozco sus nombres. Supongo que lo que dije es un buen inicio.

    -Interesante, ¿Qué estudias?

    Esa pregunta casi me hace tumbar el tazón de palomitas. Mi reacción no les pasó desapercibida. No puedo creer que me preguntaran eso. Algunas veces me han dicho que parezco mayor de edad pero no creía que fuera tan notable. Se me escapa una pequeña risa apenas audible antes de responderle.

    -Ya quisiera. Aún sigo en el colegio, último año para ser exacta.

    Esas simples palabras les llena el rostro de asombro.

    -¿En serio? ¿Cuántos años tienes? ¿Dieciséis o diecisiete?- me pregunta Josh.

    Es la primera vez que me habla desde que he llegado aquí. Solamente ha hablado Sebastian todo el rato.

    -Dieciséis

    -Pues, déjame decirte que no pareces para nada de esa edad y créeme que no te lo digo con malas intenciones- me dice Josh mientras levanta las manos para corroborar su inocencia.

    Esbozo una pequeña sonrisa.

    Tengo la sospecha de que es extranjero. Quizás sea gringo o algo parecido.

    -¿Eres extranjero?-se me escapa la pregunta sin que pueda evitarlo.

    Josh posa su mirada sobre mí. Sus ojos azules me miran de una forma que no puedo identificar. Todo desde sus ojos azules hasta su cabello rubio indica que es extranjero.

    -Vengo de intercambio de Inglaterra-me responde mientras me muestra una sonrisa sincera.

    Después de esas palabras ocurre un silencio sepulcral.

    ¿Y ahora qué hago? Sebastian nos mira a los tres para después hablarme.

    -Bueno Kendra creo que debes de estar muy cansada. Mañana seguiremos hablando acerca de los límites.

    Apenas dice esas palabras dejo el tazón en la mesita y me levanto.

    -Sí, mudarse llega a ser agotador. Hasta mañana.

    No escucho que ellos me respondan. Subo las escaleras y voy directo a mi habitación. Estaría chocándome de cara con las paredes si no fuera por la luz de luna que traspasa las ventanas ubicadas a lo largo del pasillo. De lo poco que he podido apreciar de esta casa es que es muy grande. Demasiado para solamente tres chicos.

    Se nota que nunca una chica ha vivido aquí. Todas las paredes son negras con detalles blancos. Y el piso es de cerámica blanca. Al parecer todas las habitaciones se encuentran en el segundo piso porque cuando camino por el pasillo que me lleva a mi habitación veo varias puertas.

    Tras que llego a mi cuarto cierro la puerta con pestillos. No es que desconfié de ellos, solo que desde pequeña tengo la costumbre de asegurar mi puerta. Camino a tientas en mi habitación cuidando de no tropezar o chocarme con algo. Y finalmente llego a mi cama y me acuesto en ella.

    Siento curiosidad de los “limites” de los que vamos a hablar mañana. Dejo de lado todos esos pensamientos para poder dormir tranquilamente lo que queda de la noche.

    OoOoOoOoO

    El dichoso sonido de la alarma no me dejaba en paz. ¿Acaso no había roto mi despertador? Que yo recuerde sí. Estiro mi brazo hacia mi mesita de noche y busco el objeto que produce ese sonido. Lo encuentro a tientas y resulta ser mi celular. Había olvidado que hasta mi celular tiene alarma. Creo que es más efectivo ya que no corre el peligro que lo tire contra la pared con tal que deje de sonar.

    Los sábados son los únicos días que puedo dormir hasta tarde, así que estoy muy molesta conmigo misma por no desactivar la alarma de mi celular. Me siento al borde de la cama con mucho esfuerzo. Ese simple movimiento me provoca un terrible dolor de cabeza. Quedarse hasta tarde y levantarse temprano no es para nada una buena combinación.

    Me froto la parte de atrás de mi cabeza creyendo que eso me va a aliviar mi dolor. Agarro mi celular de mi cama y me fijo la hora. Marca las seis de la mañana. Resoplo molesta para después volverme a tirarme en mi cama. Por lo menos esta vez ese movimiento brusco no me provoca un terrible dolor de cabeza.

    Una vez que me despierto no puedo volver a dormir, sin importar que tan cansada este no lo logro. Eso me pasa desde ya hace mucho tiempo. Y últimamente eso pasa muy seguido.

    No tengo idea de cuánto tiempo llevo acostada en mi cama. Solo me fijo en algunos detalles que tiene mi habitación. A diferencia del resto de la casa mi cuarto tenía un color morado pastel con algunos detalles en forma de líneas de color blanco al igual que el piso. Hay dos puertas una me lleva al pasillo y la otra supongo que será al baño no sabría decirlo.

    ¿Por qué será mi cuarto tan diferente al resto de la casa? No tengo idea. Ellos no parecen los chicos que se molestarían a hacer un gran cambio solo porque van a vivir con una chica.

    Un pequeño pitido me saco de mis cavilaciones. Mire mi celular y tenía un mensaje nuevo ¿Quién me mandaría un mensaje a las seis de la mañana? Solo conozco dos personas que lo harían y la primera no tiene ninguna razón para hacerlo.

    “¿Cómo andas pequeñaja?”

    Pequeñaja es el apodo con el que usualmente me llama James cuando esta de muy buen humor. Ni si quiera pude responderle ya que él me mando un nuevo mensaje.

    “Espero que tus vecinas no te hayan causado problemas. Porque si lo han hecho recuerda que puedes contar conmigo”

    ¿Creía que el remordimiento pasaría? No, sigo sintiéndome mal por no decirle la verdad. No me gusta para nada no contarle la verdad pero sé que una vez lo sepa me sacara de aquí aun si viene el mismo presidente a impedirlo. Y no puedo permitir que eso suceda. Llámenlo como quieran quizás orgullo, interés o lo que quieran. Ni yo misma sabría cómo llamarlo.

    Tranquilo, no ha pasado nada malo. Solo que creo que son demasiado liberales. Después te cuento.

    Tras que le mando ese mensaje dejo mi celular encima de mi cama. Lo más seguro es que una vez regrese tendré como mínimo diez mensajes suyos.

    Cuando vuelvo a fijarme la hora son las ocho de la mañana. Al parecer no me mando mensajes tan temprano como creía. Me levanto y me paro frente a mi armario. La imagen que me devuelve el espejo es justo lo que esperaba. Tengo el cabello completamente despeinado y la ropa arrugada.

    A mis amigas y creo que casi a todas las mujeres se encuentran en una encrucijada a la hora de decidir que ponerse. Eso a mi no me ocurre muy a menudo. Abro mi armario y saco de ahí una camiseta negra junto con un jean del mismo color. El ambiente esta un poco húmedo así que creo que esto será suficiente.

    Ya había acordado con mi tía que me iba a inscribir hoy en el colegio y además de eso explicarle a la directora de que a partir de hoy yo misma pagare mis mensualidades. Además de eso, la madre de Liz, Elena me ha pedido tres cuadros mas como los anteriores que e hecho para dárselos antes del inicio de clases. Así que hoy será un día muy largo.

    OoOoOoOoO

    Cuando bajo el olor a tostadas y café se percibe claramente. Todavía no e conocido toda la casa así que me guio por el olor. Cuando llego al comedor los encuentro a los tres sentados y están comiendo tostadas tal como lo imagine.

    -Hola Kendra, ven siéntate-

    Me ofrece Sebastián tras que me ve. Le respondo con un asentimiento de cabeza.

    Me siento junto a Sebastián, hay ocho puestos pero este será, al parecer, mi lugar durante el tiempo que me quede aquí. Frente a mi está Josh, a mi lado, en la cabecera, Sebastián y al lado de el esta Fabián. Parecen recién duchados, el cabello les gotea y la ropa se les pega, los tres van vestidos muy ligeros, con poleras anchas y pantalones cortos.

    Tras que me siento Sebastián se levanta y desaparece por un pasillo que no se adonde dirigirá. Me quedo con Josh y Fabián. Josh al parecer ya a terminado de desayunar y juguetea con su taza asiéndola girar con su dedo. Fabián sigue comiendo y parece que ni se ha inmutado por mi presencia.

    -Espero que hayas amanecido bien y no hayas tenido ninguna pesadilla- me dice Josh dejando de jugar con su taza.

    -No tranquilo, todo normal- le respondo y el vuelve a entretenerse con la taza

    De lo poco que e visto de la casa es que esta demasiado limpia y ordenada como para que ellos se encarguen de eso. Quizás contratan a alguien para que haga eso por ellos. Aun así esta casa es demasiado grande como para que una sola persona se encargue de eso.

    -Oye-le hablo a Josh- ¿Quién se encarga de la limpieza aquí?

    Cuando hago esa pregunta recién Fabián me mira. Tiene unas ojeras que se podrían notar a kilómetros y me mira con molestia. ¿Acaso yo le he hecho algo a el como para que este así?

    -Mph, bueno viene una señora a realizar la limpieza día por medio. Aunque últimamente no ha estado viniendo.

    -Ósea ¿Qué ustedes ahora se encargan de la limpieza?

    -Algo así-me responde finalmente.

    Escucho unos pasos y Sebastián aparece por el pasillo. Trae consigo una taza humeante y en un platillo un par de tostadas. Cuando se acerca a la mesa las deja justo delante de mí.

    -Hoy invita la casa- me dice para después sentarse en su lugar.

    Como en silencio y de forma calmada. Sebastián termina de comer y Josh sigue jugando con su taza. En algún momento se le va a caer. El único que ha hablado hasta ahora es Fabián.

    -Muchas gracias – le digo a Sebastián una ves termino de comer.

    —No hay de que- responde con su típica sonrisa.

    ¿Acaso en algún momento deja de sonreír? Al parecer no.

    -¿Te gustaría que habláramos de limites? Nunca hemos vivido con una chica pero sabemos que algunas de nuestras acciones podrían molestarte—comenta Sebastián.

    Me sorprende que fuera directo al punto y no se anduviera con rodeos.

    -No soy exigente- respondo.

    -Excelente –acota Josh.

    -Muy bien entonces te diremos las nuestras. Primero: nada de feminizar este lugar. Todo esta bien tal como es. Ósea nada de jarrones flores u otras cosas.

    -A mi me gusta el lugar como esta ahora-le interrumpo.

    -Que bien-vuelve a acotar Josh mientras me lanza unas miradas fugaces y juguetonas.

    -De acuerdo-prosigue Sebastián- Segundo: casi siempre hay invitados.

    -Generalmente invitadas-le corrige Fabián.

    Eso me sorprende. No el hecho de que ellos siempre traigan chicas desconocidas a su casa. Eso ya lo sabía desde el principio. Ellos tienen sus necesidades y si ellas están de acuerdo con eso no hay problema. Me sorprende que Fabián estuviera escuchando.

    -Si, eso quería decir. Suelen ser muy variadas y frecuentes así que esperamos que eso no te moleste. De vez en cuando tenemos algunas fiestas aquí. Tú ya decides si quieres quedarte ese día o pasarte la noche en otro lugar. Aunque te recomiendo lo segundo ya que llegan a ser muy ruidosas y no en el buen sentido- ¿No en el buen sentido? ¿A que se refiere con eso? Prefiero no preguntar y dejo que Sebastián siga hablando.

    -Tranquilos sé que son hombres y tiene sus necesidades- respondo tratando de parecer madura y razonable. Esa repuesta parece que les quita el peso de encima.

    -Es bueno saberlo, no todas lo entenderían.

    -Cuarto: nada de comida saludable. Eso de las ensaladas y la leche no nos pega nada.

    Creo que esto va para largo. Y que yo sepa este va a ser un día muy ocupado así que no puedo darme el lujo de perder tanto mí tiempo.

    -Pero puedo tener mi propia comida ¿Verdad?

    -Oh claro. Toda la comida es comunitaria pero puedes etiquetar lo que quieras solo para ti- me responde Josh.

    -Bueno, eso para mi es suficiente. Con tal que me den mi espacio y pueda traer visitas no hay problema.

    -Claro no tenemos problema con eso- responde Sebastián y Josh al mismo tiempo.

    -Cuando tengas tiempo libre me avisas para que te de un recorrido por toda la casa- me ofrece Josh de forma amable.

    -Claro lo tendré en cuenta.

    Al parecer este desayuno resulto mejor de lo que esperaba. Mucho mejor de lo que esperaba.

    OoOoOoOoO

    Me paso el resto del día haciendo todo lo que tenía en mente. Fue bastante difícil convencer a la directora que yo misma iba a pagar mis mensualidades. Pero al final termino cediendo, después de casi una hora.

    Al medio día almorcé en casa con mi tía. Ella se va mañana en la noche así que me dejo ciertas pautas de cómo podría convivir con ellos.

    Al final resulta que ellos dejaron que me quede ahí porque les había amenazado. No me conto toda la historia pero entendí que tienen esa casa gracias a que mi tía logro ayudarlos. Y les amenazo que si no me recibían y en caso de aceptarlo me hacían daño ella misma se encargaría de sacarlos de ahí.

    No se los detalle pero eso pude sacar en concreto.

    Después me pase toda la tarde en la tienda de Elena pintando dos cuadros. Y ahora estoy en casa de Liz antes de volver. Ha sido tan buena que me ha comprado todos los útiles para este año mientras yo pintaba. Ambas estamos en duelo ya que solo faltan horas para volver a clases. Ya llevamos un buen rato hablando.

    -He escuchado que va a haber un chico nuevo y esta para comérselo

    -Abra que esperar para ver si es cierto Liz- le digo.

    -Es cierto. Pero dejemos eso de lado. ¿Cuándo piensas presentarme a tus vecinos?

    Otra vez aquí con el mismo lio. Ha intentado como tres veces hablar de eso y yo he desviado la conversación de la mejor forma que pude. Suspiro profundamente antes de responderle.

    -Algún día, algún día Liz.

    -Oh, no seas aguafiestas. ¿Ni siquiera pudiste sacarles una foto?

    Esa idea hace que me quede mirándole de forma extraña. ¿Tengo cara de acosadora como para hacer eso?

    -Ni loca haría eso.

    -Vuelo a decirlo, eres una aguafiestas.

    Ignoro el cometario que hace de mí. Se para de su cama y se dirige hacia su tocador y saca de ahí una cepillo para comenzar a peinar su cabello rubio. Ahora que lo noto está un poco más corto de lo usual.

    -¿Te has cortado el pelo?

    Voltea para mirarme y en sus ojos verdes veo una pisca de fastidio o algo parecido. No soy muy buena leyendo lo que la gente piensa.

    -Claro que si mujer. Siempre es bueno tener algunos cambios.

    Claro, dímelo a mí. Mi vida ha cambiado completamente y no a pasado ni una semana dese aquello. ¿Qué va a pasar mañana? ¿Voy a tener tres vecinos más? Esa sería la guinda del pastel.

    Me quedo un rato más con ella. Al final quedamos en que ella vendrá mañana a mi nueva casa. Así mato tres pájaros de un tiro. Liz conoce a mis vecinos, ella me lleva los materiales y deja de molestarme por querer saber de ellos.

    Una vez me despido de ella Elena me deja al frente de mi nueva casa. Digo nueva porque todavía no me acostumbro a pensar que es solamente mía.

    Abro la reja y camino lentamente por el jardín. Deben ser las ocho o nueve de la noche y todo está completamente oscuro. Voy a hablar seriamente con ellos para que por lo menos enciendan las luces cuando no estén.

    Coloco la llave en la cerradura y justo cuando estoy a punto de abrir la abren desde adentro. Eso me toma por sorpresa y no me prepara para lo que viene después.

    Alguien me toma del brazo y me mete dentro sin importarle dejar la puerta abierta. Me lanza y acorrala contra la pared para después comenzar a besarme. Me sujeta ambas manos por encima de mi cabeza

    Eso jamás me lo esperaba. Y no tengo idea de que hacer.

    -Al fin llegaste- me murmura entre besos una voz ronca y varonil.

    Estoy completamente helada sin saber qué hacer. Siento que sus manos frías comienzan a meterse bajo mi camiseta. Ese simple acto me llena de pánico y temor.

    Intento decirle que pare pero no puedo hacerlo. La voz no me sale y tampoco deja de besarme. No quiero que esto siga, quiero que se detenga pero no puedo hacer nada al respecto.

    Absolutamente nada.
    ----
    bueno creo que eso seria todo. espero que les haya gustado y me lo hagan saber por los comentarios. a pesar que lo revise quizás se me haya escapado algún error. nos vemos.
     
    Última edición: 14 Mayo 2014
  4.  
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    De acuerdo, estoy aquí.

    Ahora Kendra tendrá que convivir con ellos, ahora si se mostrara las aventuras y desventuras de ella. Yo definitivamente desconfiaría de ellos, más porque apenas los conoce, lo comprendería si lleva conociéndolos por mucho tiempo y sabe cómo son. ¿Amenaza? ¿De verdad su tía los amenazo?
    Aun te confundes con tía y abuela :) Buena historia, lo único que no me agrado del todo, fue que se me hizo que la trama fue muy rápido y que se supo la amenaza de la tía —no completamente —pero algo salió.
    Me gusta la comedia, el reloj :D El celular sí que no puede arrojarlo. *Señor Celular, se salvó. No tomara el mismo riesgo que el sr. Reloj*
    O.o qué onda con lo del final, ¿qué sucedió? ¿Por qué demonios la tomaron de esa manera? ¿Quién fue? ¿Y si estaban esperando a Kendra? Eso me huele raro y exijo saber que sucedió.


    Pasando a la estético *hablaremos ahora de eso*

    Utiliza el guion largo (—) es más fácil el utilizarlo, ya que está en el recuadro, el que sale cuando escribes o vas a publicar un capítulo. Si das utilidad a este guion, tu escrito se verá mucho más apetecible para leer.

    Otra cosa, apenas me doy cuenta que el anterior capítulo pusiste que era prólogo y… no lo es, un prólogo es diferente. Un prólogo es lo que sirve para introducir alguna cosa, a modo de presentación o preparación. Y el anterior era el primer capítulo, con mucha insistencia. Lo que más ayuda es que escribas el capítulo, lo guardes y en un par de días lo vuelvas a leer.

    Falta de acentos en varias palabras y te comías letras o cambiaban una letra por otra, haciendo que la lectura se dificultara para leerla con tranquilidad (soy bastante lenta para leer). Te recomiendo que antes de publicar, leas el capítulo varias veces, ya verás cómo tu misma te das cuenta de los errores.

    Bueno, eso sería todo de mi parte.
     

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