Bunkyō Apartamento Mattsson [Casa]

Tema en 'Ciudad' iniciado por Amane, 15 Octubre 2025.

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    Bruno TDF

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    Considerando que sobrellevaba su resaca, no esperé en absoluto la efusividad con la que reaccionó al ver el libro. Fue como si la energía hubiese aterrizado en su cuerpo con la fuerza de un rayo, lo que me hizo girar el rostro en su dirección con una ceja apenas alzada. Mi gesto pasó desapercibido, pues Cay había acercado el libro a su rostro, detallándolo a tan poca distancia que el cuadro resultó ciertamente estrafalario, y me causó una gracia que me ocupé en disimular. No me costó entender lo que estaba diciendo en inglés, mas sí me causó curiosidad el acento presente en su voz derretida de ternura.

    Su entusiasmo, vale decir, me alcanzó hasta contagiarme. Que recibiera tan bien El café de la luna llena me había supuesto una sorpresa muy agradable, por lo que me explayé con mi explicación mientras preparaba el café. No obstante, procuré ser preciso y escueto al referirle la historia y su ambientación. Podría decirse que quise evitar que se agobiara con mucha información de golpe, pero pronto me quedó claro que algo así estaba muy lejos de suceder. La emoción permanecía en el ámbar de sus ojos, con un brillo que, por decirlo de alguna manera, revelaba su niño interior.

    Cay se dejó caer en el sofá de dos cuerpos, atento hacia mis palabras, pero sin perder de vistas las páginas que hacía circular entre sus dedos. Desde mi lugar en la barra, aún ocupado con el café, mi sonrisa se amplió: tenía su encanto ver a un amigo con un libro en sus manos. Era algo que pensaba de vez en cuando al mirar de reojo a Bleke, durante nuestros largos silencios de lectura en la biblioteca. En el caso de Cay me entusiasmaba, ya que él no era de leer mucho, hasta donde tenía entendido.

    Compartir algo que amaba, como lo era la lectura, y ver que fuese tan bien recibido; daba un reconfortante calor al alma.

    Su siguiente comentario lo recibí mientras me aproximaba al sillón, para entregarle la taza de café. Su perspectiva sobre sobre ser atendido por gatos fue mucho más entusiasta y hasta pasional que la mía, lo que sin dudas daba cuenta de cuánto debían de gustarle. Todo lo decía con una sonrisa que iluminaba su rostro, de un modo tal que no parecía haber despertado de una noche caótica. Verlo así me tranquilizaba, e hizo que me alegrara haber comprado este libro hace apenas unos días, siguiendo la recomendación de Beatriz. Al igual que ella, Cay puso énfasis en el gato de la portada, al que definió como abrazable debido a su robustez. Lo cierto es que los tres coincidíamos en el pensamiento de que era tierno, y a mí en particular me provocaba cierta admiración.

    —Yo imagino que posee una voz que te relaja al oírla —secundé, sentándome en el sofá individual. Le sonreí desde allí, para luego mirar al susodicho gato de la portada— Es como si su diálogo fuese en sí mismo un abrazo, además de una guía. Actúa como un sabio maestro y buen amigo. Tomarle cariño es inevitable.

    Hubo una pausa en la que Cay bebió su café. Observé sus gestos con atención, lo cual me permitió corroborar que no le importaba la alta intensidad de la bebida, ni el hecho de que no estaba endulzada. No me extrañó, a sabiendas de que, al darnos pistas sobre nuestras preferencias en chocolates, dejamos claro nuestra inclinación por el café. Con esto aprendí algo sobre su gusto.

    El diálogo continuó fluyendo. No sabría decir si los gatos me agradaban con la misma pasión que a Cayden, lo cual no desmerecía mi interés hacia éstos y otros felinos. Eran intrigantes, como le expresé, y también encarnaban algo parecido al misterio, con sus siluetas escurridizas y los ojos atentos, hasta penetrantes.

    El misterio me atraía como un llamado. era esa mi realidad.

    Ya fuese en criaturas, personas o lugares.

    Cay convino conmigo en que los gatos eran bonitos, y que disfrutaban de la cercanía de sus personas, aunque pareciesen distantes. Me sonreí por aquel comentario, pensando en mi caso en particular.

    No obstante, me limité a continuar escuchando, esta vez sobre la carta astral. Negué con una sonrisa cortés cuando me preguntó si tenía conocimientos de astrología; el enlace con la astronomía no era errado. Sin embargo, ambas disciplinas seguían distintos enfoques al momento de mirar los cuerpos del universo. Apoyé un tobillo sobre una rodilla, con un codo clavado en el apoyabrazos de mi sofá y la mano descansado en la espinilla que había quedado en horizontal. No se me pasó por alto el interés con el que Cay me miró, y fue entonces que entendí el por qué: entramos en el terreno de los signos.

    Me entretuve (en el buen sentido de la palabra) con sus divagaciones. Era de Capricornio, pero cuestionaba los lineamientos que definían a las personas de este signo, siendo el orden y el control sus principales características. No lo conocía lo suficiente como para afirmar o contradecir. Sin embargo, me mantuve momentáneamente pensativo, con los ojos puestos en su cuerpo inclinado.

    Podía asegurar que había mostrado compostura al conocer el dolor que yo atravesaba. No todo debía ser plenamente preciso, en cualquier caso.

    Captaba con cierto esfuerzo algunos de su diálogo, como la relación de la luna con las emociones. No me quedó más opción que esbozar una sonrisa conciliadora cuando Cay admitió que las emociones lo desbordaban, no había forma de hacernos los desentendidos con sus lágrimas de anoche.

    —No estoy muy versado en la astrología —admití—. Tuve una única incursión desde que comencé a leer este libro, sólo para advertir cuán amplio y complejo es este mundo. No niego que el libro me interesó por su conexión con los planetas y las estrellas, si bien la astronomía los mira desde el plano científico, más regido por la lógica —quedé un instante pensativo, y sonreí más para mí mismo—. Lo descubrí porque vi a una amiga de la academia leyéndolo, una mañana en el patio norte, y me lo recomendó porque, como tú, vio la conexión con la astronomía.
    >>Para ser honesto, había algo de poético en verla leer El café de la luna llena. Pues su apellido es “Luna” en español.

    Hubo una pausa, donde nuevamente me vi meditativo. Me abstraje con los ojos puestos en algún punto del techo…

    —No pude evitar la curiosidad y busqué mi carta astral en la web —dije por fin, regresando la mirada a Cay— Sabes... Conozco bien la hora de mi nacimiento, ya que se trató de algo que podríamos definir como peculiaridad o curiosidad: llegué al mundo en plena medianoche, a la luz de las estrellas que brillaban en un cielo despejado. También es poético a su manera, ahora que lo pienso —comenté al aire al final, con una mano en el mentón.

    >>Mi signo es Acuario —continué, satisfaciendo la curiosidad de Cay—. Según dicta la astrología; como nativo de este signo, me sumerjo en el mundo abstracto de las ideas y los pensamientos. Lo cual no me parece errado, ya que creo que me conduzco mucho el camino de la lógica y la racionalidad. La astrología también se dice que somos idealistas, originales y humanitarios —me sonreí—. Son bastantes cuestiones, y no sé hasta qué punto me definen. No todo tiene por qué ser preciso al cien por ciento, en todo caso; pero no deja de ser interesante.

    >>Sobre mi luna… No he llegado a leer mucho. Lo único que sé, es que estaba en Piscis, como la tuya.
     
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    Zireael

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    —Como si un maullido se transformara en voz —secundé a su comentario sobre el gato de la portada, la idea en sí misma me resultó tranquilizante y me sonrisa se amplió—. Aunque ya de por sí los maullidos se parecen mucho a una voz.

    El intercambio que inició por el libro continuó sin mucha dificultad, Hubert me escuchó parlotear y luego llegó el turno de sus respuestas, momento en que de nuevo le presté mucha atención. Resultó que el libro había sido recomendación de Bea y tuve que tragarme una risa, también la pregunta interna que me alcanzó sobre cómo habría reunido la valentía para hablarle más de cinco minutos y, de paso, recomendarle un libro. La respuesta, sin embargo, era Hubert en sí mismo.

    La calma con que nos trataba regulaba el caos.

    No detuve sus palabras, ni siquiera cuando miró el techo, y lo dejé seguir hablando. Resultó que era de Acuario y pensé un rato, tratando de ubicar entre mis amistades, Acuario, Acuario... ¿Era Arata? No se parecían ni de chiste. Fue otra risa que me tuve que tragar mientras oía a Hubert diciendo las características de los acuarianos; puede que lo único lógico y racional que poseía Arata fuese la manera tan directa y por consecuencia terriblemente realista en la que se movía por la vida. El resto ni de lejos, era caótico y brusco.

    Pensé en él y suspiré a sabiendas de que había dejado el teléfono en silencio zambullido en el bolsillo. Llevaba rato sin contestarle los mensajes y no tenía ganas de hacerlo hoy tampoco. Como fuese, en lo que el niño hablaba tomé algo más de café y alcé las cejas al oír que su luna estaba en Piscis, como la mía. No era ciego, como siempre, habían similitudes en nuestras personalidades, muy puntuales, pero existían... Así que era un poco gracioso que justamente allí coincidiéramos, incluso si el tema de la astrología no era que definiera mi vida ni nada parecido.

    —Soy amigo de Bea, de hecho el otro día me mandó una foto del gato de su vecina —retomé entonces junto a una risa floja, dejando la taza de nuevo en la mesa—, pero no. Yo más bien dije que era ofensivo preguntárselo al hijo del astrónomo justamente porque la astrología colisiona con la lógica científica de la primera. No vi la conexión, vi la diferencia.

    Me enfocaba demasiado en lo que era distinto, ¿no?

    —Yo nací a las cinco y cincuenta y cinco de la mañana —compartí ligeramente divertido, siempre me había hecho un poco de gracia la tripleta de cincos—. ¿Qué día cumples años?

    Luego de preguntarlo saqué el teléfono y abrí Google, busqué primero el margen de fechas de cada signo, pues para ver dónde podía caer Hubert y después me puse a buscar la luna en Piscis. ¿Por qué? Por la pura gracia, la verdad. Ya que el señorito "Descansa el día de hoy" me tenía aquí como muñeco de porcelana, al menos nos entretendríamos con algo.

    —A ver, dice que entender la luna de las personas en su carta natal puede brindar información sobre su mundo emocional, necesidades y cómo expresan su amor y afecto. Representa los deseos profundos, así como las reacciones instintivas. —Bajé algo más en la página, que estaba en inglés—. La luna en Piscis, un signo conocido por su profundidad, intuición y sensibilidad, genera personas con una gran capacidad emocional haciéndolos empáticos, compasivos y también los pone en contacto con aquello que es invisible para otros.

    Me reí, echándole un vistazo a Hubert.

    —Te hablan, ¿no te parece? Anyways! Qué más dice... Ah sí. Aquellos nacidos bajo la luna de Piscis pueden verse sobrepasados por la profundidad de sus emociones, así como la conexión que logran con las emociones de otros. Woah, that's me for sure. —El comentario me salió como si nada, ya de por sí había hecho el de antes—. Al parecer somos así como que súper creativos, ¿te gustan otras artes además de los libros? A mí me gustan puras tonterías frikis... No sé si eso es creativo de mi parte.

    >>Espera, aquí estás otra vez. Sip, esto sin dudas dice "Príncipe Hubert" por todas partes. —Me aclaré la garganta como si fuese a dar un discurso y empecé a parafrasear con tono solemne—. Los individuos de la luna de Piscis son naturalmente compasivos, por lo que no es raro que sientan la necesidad de cuidar y sanar a otros. Su empatía les permite conectar profundamente con las personas a un nivel emocional, volviéndolos excelentes cuidadores o consejeros. Tienen una habilidad única para ofrecer confort y refugio a quienes los necesitan. Listen! Usualmente poniendo el bienestar de otros sobre sus propias necesidades. Sí, no sé tú, pero yo ahí leí que "dormirían en una silla para cuidar al amigo bruto que se pasó de alcohol" y "no dejan al borracho lavar la ropa de cama que ensució".

    Como para reafirmar mi punto giré el teléfono en su dirección, estiré a mano y se lo acerqué. Tonterías a un lado, ¿por qué de repente esta página estaba describiendo lo que Hubert había hecho desde que me sacó de donde Hikkun y continuaba haciendo aquí? De cualquier forma, asomé el rostro desde atrás de mi brazo estirado.

    —Otro día yo te cuidaré y no tendrás más remedio que dejarme. Mark my words.
     
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