Chiyoda Apartamento Haumann [Casa]

Contenido oculto: agárrenme la canción de jez

Un día iba a llevarme un fiasco de los grandes, ¿no? Era un secreto a voces, lo había sido siempre, pero en algún momento el cariño que le tomaba a las personas con tanta rapidez me llevaría a chocar con pared. Ya no se trataría solo de que incomodara a las personas ni nada de eso, me refería a llevarme una decepción de las buenas y si lo pensaba no sabía si estaba lista para semejante cosa, pero tampoco podía dejar de ser cómo era.

No cuando parecía ser lo único que se me daba bien.

Adara dijo que era un honor tenerme como amiga, esa clase de palabras viniendo de ella, que parecía tan seria, me hicieron bien y una sensación de calidez se me esparció por el cuerpo. Bastaba eso para confirmar mi corazonada, la de que era una buena chica, así que cuando estiré los brazos supe que no me rechazaría de primera entrada así que continué.

El gesto la tensó, lo sentí en el cuerpo, y estuve por soltarla hasta que me di cuenta que sus brazos reaccionaron lentamente, correspondiéndome. Solté el aire por la nariz despacio, tranquila, y le imprimí algo de firmeza al abrazo apenas un instante antes de que ella me apretara suavemente, agradeciéndome después, al parecer necesitaba el abrazo desde lo del collar perdido.

Puede que fuese egoísta de mi parte, pero recordé mi propio meltdown en el campamento (o lo recordé a pedazos, realmente) y cómo Vero me había ayudado, algo se me revolvió en el pecho haciendo que me ardieran los ojos y tuve que tomarme unos segundos para respirar solamente. Mis manos habían comenzado a dedicarle caricias livianas a Adara en la espalda, se le había entrecortado la voz, pero cuando siguió hablando agradecí que por el abrazo no me estuviese mirando, porque la sonrisa que me permití cargó cierta tristeza consigo.

¿Sabes? He llegado a pensar que eres demasiado buena para este mundo.​

La estreché con algo más de fuerza, retomé las caricias en su espalda después y no deshice el abrazo por el momento. Ya que me estaba permitiendo sostenerla, darle apoyo por el collar perdido, no iba a moverme hasta que ella lo quisiera.

—Un poco tarde, pero aquí tienes el abrazo que necesitabas entonces —dije en voz baja y luego atendí a lo demás—. También doy gracias al haberte conocido, cielo, de verdad que sí. Nada me gustaría más que siguieras permitiéndome el privilegio de conocerte más.

 

No lo sabíamos todavía, puede que por cerradas o lo que fuese, pero a Adara y a mí nos unía una fractura que aunque no era idéntica sí que se entrecruzaba en sus puntos esenciales. Un accidente nos había arrebatado lo mismo a edades diferentes y nos había forjado como personas distintas también, como dos lados de la misma cosa. Sin embargo, con ayuda de un cristal dos rayos de luz paralelos eran capaces de cruzarse.

Sentí que la muchacha se acomodaba mejor, notarlo dispersó algo de la tristeza de mi sonrisa y seguí dedicándole esas caricias en la espalda, las mismas que le daba a mis primos pequeños y a mis pocos amigos.

Estoy aquí, decían.

No iré a ninguna parte.​

—Eres bastante transparente, en eso debo darle razón a tu abuela —contesté en un murmuro y me permití acariciar su cabello cuando sentí que ella se hacía con un mechón de cabello—. Esa es la Ada que queremos.

No dije nada cuando siguió hablando, sostuve el abrazo, no pausé las caricias y si acaso volví a estrecharla con algo más de fuerza, un apretón nada más. Ella me lo estaba permitiendo porque lo necesitaba y quizás yo también, tal vez no dejaría de necesitarlo nunca y era por eso que era esta persona. La que se acercaba, la que insistía en ver lo bueno en los otros y la que siempre optaría por solucionar todo con amor, por estúpido e infantil que sonara.

Era lo único que tenía.

Sin deshacer el abrazo que nos unía empecé a tararear una canción muy bajito, era apenas un arrullo lejano. En determinado momento separé los labios para entonar algunas estrofas en un susurro, el ritmo se relentizó en comparación a la canción como la recordaba pero no me importó.

—I will soften every edge, I’ll hold the world to its best and I’ll do better. —Las palabras se quedaron suspendidas unos segundos, rasgadas apenas por el acento holandés, y volví a tararear hasta que llegué a la siguiente estrofa—. Though your heart is far too young to realize the unimaginable light you hold inside.

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ha sido un día bastante horrible pesado y vine aquí por algo de paz mental

la canción que canta Jez es Light de Sleeping at Last
y la parte de la letra que usé dice
I will soften every edge, I’ll hold the world to its best and I’ll do better
Volveré todo más gentil, veré el mundo en su mejor versión y mejoraré
Though your heart is far too young to realize the unimaginable light you hold inside
Aunque tu corazón sea demasiado joven para notar la inimaginable luz que posees

 

Hacía amistades con relativa facilidad, al menos cuando daba con las personas correctas, y aunque hubiese algunos con los que no hablaba con tanta regularidad o había cierta distancia física, la realidad era una sola: saltaría a defender a cada uno si fuese necesario. No era la mejor opción para defender a nadie, era pequeña y delgada, pero a veces el resultado no importaba tanto como el gesto.

Todos merecíamos personas dispuestas a entregarse por nosotros.

Lo que dijo sobre su abuela me lanzó una flecha en una parte muy específica del pecho, sentí la punzada en el corazón y se me empañaron los ojos. Era la clase de pregunta que yo me hacía sobre mis padres, esa que había hecho eco durante una parte de mi adolescencia mientras miraba sus fotografías en los pasillos y me preguntaba dónde estaría si el accidente no hubiese sucedido.

—Lo está —dije en un murmuro, fue casi un secreto—. Nunca dudes de una cosa como esa, cielo.

No creí que conociera la canción, pero fue el caso y al continuar noté cómo se le quebraba la voz. Cuando dejó de cantar me separé de ella con cuidado, llevé las manos a su rostro dedicándole caricias suaves en las mejillas y la hice agachar un poco la cabeza, apenas lo suficiente para dejarle un beso en la frente, en medio del flequillo.

I’ll defend your every breath.​

—Te quiero, Ada —dije en voz baja desde allí y tomé un montón de aire cuando le regresé su espacio.

Deslicé mi tacto a sus hombros, de allí a sus brazos y finalmente alcancé sus manos, las sujeté con suavidad, dándoles un apretón y sonreí a pesar de que todavía sentía la punzada en el pecho. Estaba contenta de que esta chica me dejara ver esta faceta de ella, que se permitiera ser vulnerable conmigo, pues era mucho más de lo que había esperado.

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perdón por la demora aaa

 

Puede que fuese simplista a secas, pero a una parte de mí le gustaba pensar que a esos que habíamos perdido, los que nos habían arrebatado, estaban orgullosos de nosotros solo por el hecho de que seguíamos con vida. No era algo que tuviese que estar pensando con dieciocho años, pero sin dudas muchas veces despertar y levantarse era un logro en sí mismo. Significaba que no nos habíamos rendido aunque quizás teníamos motivos para hacerlo.

No era la mejor para decirlo, pero a veces teníamos que ser compasivos con nosotros mismos.

Cuando escuché a Adara decir que también me quería sonreí para mí misma, esa clase de cosas me hacían feliz, siempre había sido así. Mantuve nuestras manos unidas e incluso antes de que preguntara que qué hacíamos ahora escuché los pasos livianos en las escaleras, llegaron a mí a través de la puerta abierta. Solté las manos de Adara con cuidado y percibí la silueta de Anne asomándose por la puerta, tímida.

—Perdón por meterme, Jezzie. Dice mamá que pueden bajar a almorzar ahora.

—Ya vamos, cariño, gracias por avisarnos —le dije a la niña junto a una sonrisa y ella se retiró, momento en que volví la atención a Adara—. Pues supongo que bajamos a comer. ¿Te parece?

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propongo hacer un salto temporal en el almuerzo, si te parece (? lo he hecho algunas veces en otras salitas para avanzar en interacciones que quizás no darían mucho material para rolear owo

 

Esperé por el asentimiento de Adara aunque no tardó mucho en llegar y le sonreí como hacía siempre, tranquila, a pesar de que todavía tenía algo revuelto en el pecho y era posible que lo tuviera siempre. Arrastraba el peso con algo más de insistencia ciertos días y desde el campamento tenía la daga clavada en el pecho, necia, pero hacía lo mejor que podía por ignorarla y seguir.

No estaba sola, lo sabía, tenía a Adara, a Altan, a varios otros amigos y a mi familia. Tenía personas que me habían querido desde que tenía uso de razón, que me habían criado como si hubiese nacido de una de sus costillas, y era inútil pensar mucho en lo que podría haber sido pero no fue. Ya me había pasado muchos años atorada allí, en ese nudo, como para repetirlo.

Con eso en mente esperé a que Adara saliera de la habitación y antes de cerrar la puerta miré el interior unos segundos; los dibujos de los niños, la foto con Al, los libros que Adara acababa de traerme y pensé que me hubiera gustado poder mostrarle todo esto a mis padres. La realización me hizo tomar aire profundamente mientras cerraba la puerta para guiar a mi amiga a la planta baja nuevamente.

Abajo nos recibió el aroma del salmón recién sacado del horno, la mesa colocada y la sonrisa de Nani, que estaba terminando de preparar un plato separado para Isaac, el niño colgaba de sus piernas, distrayéndola, pero ella no perdió la eterna paciencia que tenía. Nos indicó que podíamos sentarnos y así lo hicimos, Adara y yo por un lado, Anne con su hermanito por el otro y Nani en la cabecera.

El almuerzo sucedió sin sobresaltos, comimos con calma, conversamos y todo sucedió como si Adara fuese parte de esta casa desde siempre, que era lo que ocurría cada vez que alguien se integraba a nuestro círculo. Así como la cercanía de Makris, su vulnerabilidad ante mí y su sinceridad, estas cosas me hacían feliz y podía pensar en que agradecía esta vida, incluso cuando a veces había ansiado algo distinto.

Cuando todos terminamos de comer levanté los platos para dejarlos en el fregadero, al regresar a la mesa me incliné en el espacio de mi tía para abrazarla con suavidad y le dije en un murmuro que yo me encargaba de lavarlos. Ella asintió, sus manos encontraron mi brazo y me dieron un apretón suave, maternal. Me desprendí de ella unos segundos después.

—Ada —llamé a la morena desde ese lado de la mesa—. Podemos ir al patio del convenio, tiene algunas bancas y tal. Podemos reposar la comida un rato.

—¡Quiero ir! —gritoneó Isaac—. ¿Podemos jugar?

—Mientras no se nos revuelva el estómago supongo que sí, mi vida —resolví con sencillez.

 

Cuando Adara agradeció por la comida mi tía respondió que no había sido nada, que le alegraba que le hubiese gustado y después se excusó un momento cuando escuchó su celular sonando. Empezó a hablar en neerlandés, así que asumí que sería tío Vic que la había llamado en su descanso del almuerzo como solía hacer con frecuencia.

Al final la morena accedió a que tomáramos algo de aire afuera, imaginaba que en parte por el momento que tuvimos arriba, aceptó luego de que Isaac hiciera la interrupción de turno, y miré a Anne que negó suavemente con la cabeza. Por lo general no le gustaba mucho salir luego de comer, pero siempre prefería que me lo dijera directamente así que sonreí y volví la atención a su hermano menor y a Adara.

—Vamos entonces.

Me acerqué para cargar a Isaac aunque ya estaba bastante pesado, o más bien larguirucho teniendo en cuenta que yo no era ninguna modelo de metro setenta y cinco ni nada. Se colgó de mí con ánimo, me abrazó y después se revolvió un poco para que lo regresara al suelo, ya allí me sujetó de la mano para guiarme a la puerta y yo me detuve un momento para esperar a Adara.

Cuando estuvimos afuera caminamos sin prisa hasta llegar al jardín central, estaba cercado por setos bien podados y el césped estaba verde, bien recordado y cuidado. Habían algunos árboles que brindaban sombra a las bancas, además de que había más arbustos dentro del jardín alrededor de algunas plantaciones florales.

Isaac se soltó de mi mano para corretear hacia una de las aperturas del seto, entró al jardín y de inmediato se acercó a husmear algunas flores, buscando mariposas. Verlo me hizo sonreír, pero lo dejé hacer las cosas a su ritmo sin dejar de mirarlo y continué caminando hacia el jardín con calma junto a Adara.

—Se pasará un rato mirando los bichos y luego seguro querrá jugar a las escondidas. Siempre que viene alguno de mis amigos lo arrastra a jugar con él.

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pensaba en hacer un pequeño minijuego sencillo con dados si gustas uwu no será nada muy complejo

 

Adara y yo seguimos caminando hasta que ingresamos al jardín central, no dije mayor cosa porque me di cuenta que ella empezaba a sacar fotos, como había hecho en el campamento, y me limité a dividir mi atención entre Isaac y ella cada uno en su cosa. Me permití una sonrisa ligera, tranquila, mientras recorría el espacio con pasos cortos.

En determinado punto a ella se le conectaron un par de neuronas, noté que giraba la cabeza hacia mí y preguntó si estaba bien que tomara fotos. Que la pregunta la hiciera hasta después de haber comenzado me arrancó una risa, no cargó ni una pizca de burla en ella eso sí, y asentí con la cabeza.

—Claro que sí, cielo —respondí con suavidad—. Luego me las envías, ¿sí?

Respondida su duda atendí a lo demás que dijo, dijo que Isaac se veía tierno, que a ella no le gustaban los bichos pero verlo a él buscándolos le daba ternura y en el mismo saco preguntó si a mí me gustaban los insectos o estar cerca de ellos. Alcé la vista al cielo un instante, pensativa, pero no tardé mucho en regresar los ojos a ella y me encogí de hombros.

—¿Sí y no? Hay bichos muy bonitos como las mariposas y algunos escarabajos, pero la idea de tocarlos o que me caminen encima no me hace mucha gracia —contesté junto a una risilla avergonzada—. A Isaac le gustan mucho las mariposas, tuvimos que enseñarle a tratarlas con cuidado porque a veces era un poco bruto con ellas y sin querer le rompió el ala a un par, pero ya entiende que son delicadas.

En lo que hablaba Isaac había seguido revoloteando por el jardín, pero parecía que no era su día de suerte porque se acercó a nosotros casi enfurruñado y pescó a Adara de la tela del pantalón, buscando que fuese con él. Notarlo me hizo abrir los ojos con cierta sorpresa, pero lo dejé estar y esperé para ver qué quería de ella, cosa que no tardó en decir.

—¿Me ayudas? —le pidió en voz baja—. Con las mariposas.

—No le gustan los bichos, amor —advertí yo con cierta firmeza, pero sin que fuese un regaño.

—Ah... ¡no tiene que tocarlas! —Había llegado rápido a una solución, eso había que reconocérselo—. Puedes decirme si ves una, ¡Jezzie también!

—Supongo que podemos, sí. En tanto a Ada no le moleste.

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tenía otra idea, pero estoy medio atareada entonces voy a cambiarla y luego veo si usamos la otra (?

Las niñas pueden ayudar a Isaac a buscar mariposas en el jardín sin necesidad de atraparlas ni nada, basta con que las vean. Lo voy a hacer con un dadito de 20 caras, para que sea relativamente sencillo (?
1-7: No ven nada.
8-14: Ven una, pero Isaac no la alcanza.
15-19: Ven varias aunque al acercarse se van.
20: Logran atrapar una (o lo hace el niño al señalarla)

Un dado por post y pues ahí vemos cuándo cortamos

 

Asentí sin demasiada complicación cuando Adara me dijo que podía traerme las fotos como las que me dio en el campamento y seguí con la conversación de los bichos, no me respondió nada más pero tomé su sonrisa como una contestación. Luego se le acercó Isaac para lo de las mariposas, así que me quedé observando las reacciones de Adara; se agachó a su altura, dijo que no le molestaba y volvió a sonreír mientras decía que en tanto no tuviera que tocarlas seguro podía ayudar.

Le revolvió el pelo, el niño se dejó hacer e incluso soltó una risa cristalina, contento con haber logrado convocar refuerzos en su búsqueda de mariposas y se quedó unos pasos por delante de nosotras, atento a cualquier señal.

—No, el color no importa —afirmó el pequeño y apenas Adara señaló una mariposa correteó tras ella, pero voló incluso antes de que estuviera cerca—. Se fue...

Recorrí el espacio con la vista después del primer fiasco, buscando alguna otra, y noté un chispazo amarillo en algún punto del jardín, moviéndose. Señalé la mariposa entonces, Isaac se dio cuenta y pretendió a acercarse más despacio, pero el insecto también acabó elevándose hacia el cielo antes de que pudiese acercarse. Lo escuché bufar, frustrado, y siguió con la búsqueda.

—Parecen un poco esquivas hoy, ninguna se detiene mucho —comenté un poco al aire.

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Tiré mi dadito en mi post anterior también, me salió lo mismo que Adara. Podemos intentar un par de veces más si gustas

 

—Diría que hoy están un poco inquietas, quizás el clima o algo en el ambiente, no sé —respondí a la pregunta de Adara.

A la vez había seguido mirando el jardín, atenta, pero no vi nada hasta que le habló al niño y señaló un punto. Él atendió, comenzó a acercarse muy despacio, muy muy despacio de verdad, pero apenas estuvo por estirar las manitas para encerrar a uno de los insectos entre sus dedos el grupo de mariposas se dispersó, dejándolo con las manos vacías.

Lo escuché refunfuñar, la escena me quiso hacer reír pero me lo aguanté para acercarme a él y agacharme a su altura. Le pellizqué las mejillas con mimo, tranquila, y él hizo un puchero.

—Hay cosas que simplemente no pueden ser en algunos días —le dije con suavidad—. Por hoy quizás tengamos que conformarnos con verlas.

El niño suspiró, pero pareció aceptar las cosas y volvió con Adara con pasos cortos. Estiró las manitas para volver a pescar su ropa, tirando, y buscó mirarla directamente.

—Gracias por ayudar.

—Incluso con refuerzos y todo la misión era difícil, sin dudas —comenté mientras me enderezaba, mirándolos a ambos.

 

Era una nimiedad si uno lo comparaba con la gran escena, pero en estos momentos estaba el núcleo de mi corazón y los pilares de mi existencia. Cada vez que veía a Isaac buscar insectos, cada vez que Altan lo había ayudado o cuando Laila venía y conseguía que una abejita perdida se posara en una flor para que él pudiera verla y ahora, que lo veía tirando de la ropa de Adara, sentía que las piezas estaban donde debían.

Habían momentos como los del campamento cuando la ola era demasiado alta y demasiado salvaje para que pudiese dejarme llevar por ella sin golpearme en el fondo del lecho marino, pero de vez en cuando era posible. Cuando volvía a mirar a mi familia, a mis amigos, era capaz de volver a la superficie y tomar una bocada de aire incluso si había creído que me ahogaría.

Que luego de tantos años en mar abierto por fin me ahogaría.

Isaac soltó la risa cuando Adara reposó la mano en su cabello, contento con la atención que todo el mundo le dedicaba siempre, y cuando ella volvió a mirarme la sonrisa se me ensanchó. Me acerqué para tomar a Isaac de la mano y le pregunté al niño si quería hacer algo más o prefería volver adentro, ante lo que respondió que prefería regresar.

—Volvamos —dije hacia Adara, tranquila—. Podemos mirar una peli tal vez y puedes quedarte para el té de la tarde, café o lo que quieras. Seguro Nani prepara algo rico.

Con eso dicho estiré la mano, me enganché con cuidado al brazo de la morena y enderecé los pasos de regreso al apartamento. Todavía tenía a Isaac sujeto en la otra mano, sabía que Anne nos esperaba en casa y que Nani, como siempre, consentiría a Adara como si fuese su propia hija. Esta era la familia que se me había otorgado luego de que se me arrebatara la primera y sabía, Dios mío, claro que sabía que no podía pedir una mejor.

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bueno, como te dije por whats por aquí voy cerrando con Jez <3 fue una interacción muy linda y siento que fue un avance grande en la relación de ambas