Long-fic Animales sin valor

Hola, es mi primer fanfic aquí en FFL, he escrito en FF.Net antes, aunque no se siente el mismo ambiente amigable. De momento este es el prólogo de la historia, lo he estado planeando y pretendo que este bien cuidado.

Solo quiero advertir que contiene algunos spoilers de los juegos Sol y Luna, tiene toda la libertad de no leerlo si quiere disfrutar el juego. Sin nada más, comencemos.

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Prólogo.
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En una habitación oscura, con la tenue luz de una pantalla de ordenador, se lograba ver la mueca satisfactoria de una mujer que superaba los veinte años. Detrás de ella, se encontraba una adulta pelirroja con ojos castaño oscuro, esperando con paciencia a que la chica terminase con su tarea; escuchó la risa burlona de la joven de pelo negro y tez clara.

—Creí que el Team Rocket tenía el sistema de seguridad más avanzado de la región —dijo mientras señalaba la pantalla de la computadora, estando en negro—. Porygon-Z, desbloquea el último escudo, no falta mucho para completar el hackeo.

El pokémon virtual se instaló en el ordenador de su entrenadora, observando la cantidad de archivos que estaban en el servidor del equipo criminal de Kanto. Pero lo que ellos buscaban estaba más allá de solo planos del edificio o información de los agentes, lo que querían en realidad era esa información que nunca iba a salir a la luz por mucho que se quisiera; aunque en realidad, la hacker que responde al nombre de Reyna no le interesaba, solo le importaba la remuneración que iba a recibir por haber penetrado esa barrera informática. A lo más estaba enterada de que una tal Fundación Æther estaba interesada en obtener información confidencial, y estaba más que dispuesta a dar sus humildes servicios.

El proceso se completó cuando la barra blanca estaba al cien por ciento. Dejando mostrar imágenes que llamaron la atención de su acompañante; solo era material científico, mostrando el proceso de algún experimento a partir de una pestaña fosilizada para crear un nuevo ser, cosas que no le importaban. Porygon salió de la computadora, siendo acariciado por su compañera en recompensa.

—Muy bien —profirió Reyna estirándose para recuperar movilidad—, parece que encontré la información que buscaba.

Acto seguido, quitó un pendrive que estaba en su puerto USB. Dándoselo a la mujer anónima.

—La presidenta estará contenta de ver como el plan va como lo planeó. —Le mostró un maletín lleno de dinero, y los ojos de la joven brillaron como si no hubiese visto algo tan hermoso en años.

—Fue un placer hacer negocios con ustedes —contestó cerrando la maleta, ya tendría tiempo para contar el botín después.

La puerta del cuarto oscuro se cerró, Reyna continuó con sus actividades de dudosa ética y la miembro de Æther se fue con las manos llenas de información. Habían escuchado rumores de que un científico expulsado de la comunidad estaba estudiando la clonación, el Team Rocket lo contrató dando nacimiento a un pokémon muy poderoso. Aunque no se supo más de él, ni del dichoso pokémon, ahora sabían que esos rumores eran ciertos, y aprovecharían su investigación al máximo.

La presidenta, Lusamine, poseía a un espécimen de mew entre su colección privada de pokémon criogenizados, así que tenían mucho material para experimentar y mejorar lo que aquel hombre hizo hace ya veinte años.

Y así comenzaba el proyecto UB-ZERO. Un pokémon capaz de luchar contra las ultrabestias, un experimento que estaba destinado a superar al original.

Un experimento que salió terriblemente mal.

 

Capítulo 1.​

Proyecto UB-ZERO – Informe N°3.

“La presidenta ya dio luz verde al proyecto de Exterminio de ultrabestias, tenemos autorización para llevar a cabo la investigación en la sucursal de Unova. Recopilamos la información faltante en el Museo de Ciudad Pewter, al tener libre acceso a su documentación.”

Había pasado un mes desde que dio inicio el proyecto, Sky Rose estaba preparando los detalles finales para así comenzar con el proceso de clonación; estaba el espécimen, la información y la instalación. Solo le faltaba el equipo de científicos encargados del proyecto. La mujer de pelos rojos frunció las cejas, queriendo elegir con el mínimo cuidado a quienes traerían vida a UB-ZERO. Hasta que vio dos expedientes, giró los ojos antes de leerlos con atención. «El subdirector y su subordinado... no les necesito», se dijo soltando los documentos y dejarlos esparcidos en su escritorio; ella no quería que ese hombre se metiese en su asunto.

Hizo girar la silla para dejar de ver su trabajo, centrando su mirada en su ya dormido pokémon. Un zoroark que le ha acompañado durante parte de su niñez y completa adolescencia, incluso cuando fue a estudiar a Kanto. No pudo evitar sonreír con nostalgia, en especial cuando recordó a su profesor de biogenética; no se imaginaba que ese señor y el que creó al pokémon del Team Rocket eran el mismo. Más razones para completar su proyecto, hacer que su maestro se sintiese orgulloso y cerrar la boca del idiota de Faba en el proceso.

No es que odiase al director de la sucursal de Alola, pero como directora de la sucursal de Unova, detestaba como ese hombre se vanagloriaba cada segundo del día, en cada reunión con la presidenta. Y como no, él fue el primero en decir que su investigación no era conveniente para una organización de prestigio como lo era Æther; no le rompió los lentes ahí mismo solo porque estaba en presencia de la presidenta Lusamine.

—Voy a mostrarte de lo que soy capaz, no estudié ocho años en vano.

Sky escuchó la puerta abrirse, haciendo que volviese a su posición, solo para ver al subdirector frente a ella. Era un hombre de su estatura, cabello gris y cejas anchas, vistiendo del uniforme de la organización; arrugó el entrecejo antes de hablar.

—¿Necesita algo? —interrogó.

—Directora, sé que no soy participe de su experimento, pero necesito que vea esta información.

«¿Megaevolución?», leyó al tener la carpeta roja entre sus manos. Era un concepto que desconocía al no tener contacto con la región de Kalos, pero al leer en qué consistía fue algo que capto su interés de forma inmediata. El problema era que UB-ZERO no tenía esa capacidad, ni el pokémon desaparecido del Team Rocket; era información que no necesitaba, pero era algo muy tentador. «¿Y si... logro idear una forma de que ZERO alcance la etapa sin la necesidad de tener la piedra? ¿Crear algo que lo reemplace? Suena loco, loco y perfecto».

Dejó los documentos en la mesa, mostrando una sonrisa, si quería impresionar a la fundación, valdría la pena algunos riesgos.

—¿Sabe? Al principio estaba escéptica en dejarle colaborar en el proyecto —habló con más confianza—. Mas al ver lo que ha conseguido, tal vez no haga daño dejar que usted y su subordinado colaboren conmigo.

—¿En serio, directora? —preguntó él.

—Por supuesto, tal vez, con la información que ha recopilado, pueda ser de mucha ayuda. —Explicó mientras se levantaba de su asiento, hasta quedar frente a frente—. Le veo en unos días.

Acto seguido, le dio unas palmadas en el hombro, y le hizo abandonar la oficina, dejando tras de sí el ruido de la puerta cerrarse.


Ya habían pasado los días, y ya era hora de comenzar con el experimento. Su equipo constaba de veinte personas, incluyéndose. Diez de ellos se encargarían de la piedra artificial, mientras que el resto se encargaba del material genético del mew; entre ellos estaba Sky, con una sensación extraña en el estómago causada por los nervios. «Ya no tienes quince años, concéntrate», se regañó antes de prestar atención al espécimen de mew. Al estar en ese estado se corría el riesgo de que sus tejidos estuviesen afectados por el frío, sin embargo, contaban con las herramientas suficientes para lograr tener lo que buscaban sin afectar el preciado pokémon.

Primero usaron una maquina lo suficientemente potente y cuidadosa como para quitar parte del hielo y facilitar el trabajo. Dejaron que se derritiese lo suficiente como para quitar un tejido blando y tenerlo bajo la extrema vigilancia, y obtuvieron lo suficiente como para tener dos sujetos de prueba. En el caso de la piedra, se estaba estudiando una forma de reemplazar el afecto que el pokémon debe tener hacia su entrenador, por algo más accesible, aunque el resultado se iba a saber en el momento en que los sujetos iban a ser puestos a prueba.

La mujer pelirroja se quitó parte de su indumentaria, viendo como todos trabajaban duro. No pudo evitar esbozar una sonrisa al ver que sus elecciones fueron muy satisfactorias.


Proyecto UB-ZERO – Informe N°5.

“Completado el proceso de creación de los dos sujetos de prueba: Athena-Y y Athena-X. Cuando cumplan los ocho meses se comenzará el proceso de implantación de las piedras ‘Mewtwoita Y’ y ‘Mewtwoita X’, ambas piedras llamadas así en base al primer clon de mew.”

Pasaron las semanas, y el avance del experimento estaba yendo como lo tenía pensado, con el inconveniente de que uno de los clones estaba mostrando un bajo índice de supervivencia. El equipo a cargo estaba haciendo lo posible por no perderlo, ya que necesitaban probar si la megaevolución artificial funcionaría con los dos, o con uno de ellos; si el cuerpo de un sujeto rechazaba la piedra, tenían preparado el líquido para practicarle la eutanasia de forma inmediata. Lusamine había puesto esa orden obligatoria en ese experimento, ya que no estaba en sus planes tener un espécimen de la criatura en su colección.

—Solo uno va a vivir, eso está más que claro —profirió mientras miraba a los pequeños embriones.


Proyecto UB-ZERO – Informe N°10.

“Athena-Y ha podido durar contra todo pronóstico, solo faltan unas horas antes de comenzar la implantación. Siento como si hubiésemos comenzado ayer, aunque pronto habremos terminado con el proyecto.”

Sky guardaba la documentación en el librero, mientras su zoroark dormía plácidamente en su cama, como siempre hacía. Solo faltaban unos minutos antes de comenzar con la prueba de oro, ver cual clon iba a salir victorioso en la carrera hacia la vida.

Se puso su bata y se dispuso a ir al laboratorio del segundo piso. Saludando a algunos empleados en el proceso, estaba de buen humor, después de todo, había sido felicitada por la mismísima presidenta... ¡Y todo frente al cabezota de Faba! Ver su cara fue un poema digno de observar ya que al fin se estaba comiendo sus palabras, y así dejaba de alardear de su proyecto por unos días.

Al momento de llegar, todos tomaron posición para así comenzar con la última fase. Y ella observó a dos criaturas parecidas a mew en un tubo de vidrio, pero con la diferencia de que ambos eran más altos, con un cuerpo bípedo y cola larga, su pelaje no era como el de mew. Ella vio una fotografía que había imprimido, dibujando una sonrisa de satisfacción al ver que había logrado replicar al pokémon que le hicieron llamar mewtwo.

—Señora, el proceso va a comenzar —comentó una de las científicas en turno—. Tenemos preparado el Tiopentato de sodio[1] en caso de rechazo.

—Muy bien. —Se giró para ver a su equipo—. Escuchen: si ven que el espécimen no reacciona en dos minutos, se aplica la eutanasia.

Asintieron y dieron inicio a la prueba, ella se puso unos lentes de laboratorio oscuro, presenciando como el líquido rojizo iba hasta Athena-Y, mientras que el añil iba por Athena-X. Los científicos comenzaron a monitorear el proceso de reacción de los líquidos y como ambos seres reaccionaban. Athena-Y no mostraba problemas, de hecho, iba muy bien; Sky estaba sonriendo, teniendo muy buenos resultados. Si ambos sobrevivían, las cosas irían mucho mejor. Hasta que la voz de un asistente le interrumpió:

—Señora, Athena-X no está reaccionando.

—Esperen un momento —ordenó frunciendo el ceño.

El monitor indicaba que el pulso del clon se estaba acelerando, en parte por el rechazo de la piedra artificial por su cuerpo. Esperaron los dos minutos, pero no hubo respuesta alguna. Al parecer no necesitaron de la sobredosis.

—Athena-X ha sufrido un paro cardiorrespiratorio, lo perdimos —anunció la chica a su lado.

—Llévense el cuerpo, pueden enterrarlo si desean —contestó Sky.

Vio como vaciaban el tubo de ensayo, cubrieron el cuerpo con una manta y lo colocaron en una camilla antes de que un grupo se fuese de la sala. Siguieron monitoreando a Athena-Y, viendo que ella estaba completamente normal, emitió una risita; contra todo, ella era la sobreviviente. Tomó algo para anotar su avance, pero al ver de reojo, noto que el clon estaba frunciendo el ceño; con duda, decidió acercarse con cuidado.

Al estar frente a frente, vio al pokémon abrir los ojos, no notando el color de ellos a causa del líquido del tubo, Sky sintió un escalofrío, era la primera vez que una criatura así le mirada. Ella se alejó unos centímetros, mientras el pokémon los cerraba para volver a la inconsciencia.

—Señora, el pokémon ya está completo, pero debe estar unos días en incubación.

Ella no le oyó, solo estaba concentrada en el clon, con una mirada de muerto viviente. «Es idea mía, o... ¿de verdad me habló ese pokémon?», se dijo, ya que ella juraba que su mente había escuchado un claro “¿quién eres?”.

—Señora —interrumpió.

—Perdón... Voy a comunicarle a la presidenta de esto.


Proyecto UB-ZERO – Informe N°11.

“Este nuevo mewtwo ha abierto los ojos, posiblemente salga muy pronto de esa incubadora y comiencen los verdaderos experimentos.”

Ya pasaron los días, y el clon de mew estaba ya fuera de su tubo de ensayo. Y los experimentos comenzaron, algunos eran de resistencia, otros de fuerza y velocidad; sin embargo, eran algo fuertes para el pokémon, ya que su cuerpo aún era algo débil en ese sentido. En estos momentos era la prueba de resistencia; ella estaba tendida en el aire, mientras unas esferas robóticas giraban a su alrededor. Su principal función era ver su estado mientras pasaba el tiempo de prueba.

—El pulso de mewtwo se está acelerando, parece que se somete a un estado de estrés.

Ella no escuchaba, solo miraba como en un intento de parar a las esferas, mewtwo les alejaba con sus poderes, deteniendo la electricidad que pasaba por su cuerpo. Sky le ordenó aumentar un poco la potencia.

—Señora, algo malo está pasando.

Sky no pudo reaccionar, ya que el pokémon extendió los brazos, emitiendo un brillo purpura desde sus ojos.

—Hará estallar el lugar… —Sus ojos se abrieron por la sorpresa—. ¡Al suelo!

Todos se agacharon apenas vieron el resplandor de una explosión, a Sky se le cayeron los lentes en medio del ataque, y segundos después pudo volver a ver al clon entre el fuego antes de ser rodeada por un campo de energía. En menos de un segundo la criatura se fue.

—Demonios, escapó —pronunció antes de ser interrumpida por un científico.

—Hay actividad en la sala de pruebas.

El equipo desvió su mirada hacia el frente, sintiendo un leve temblor bajo sus pies. Entonces, todos observaron como un agujero de gusano se abría delante de sus ojos, nadie se atrevió a acercarse, solo viendo su interior cuadriculado. «No puede ser...».

—Es... un ultraumbral. —Profirió—. Mewtwo ha abierto un ultraumbral.


Proyecto UB-ZERO – Informe N°13.

“Descubrimos que no solo Cosmog puede abrir Ultraumbrales, nuestro Mewtwo también es capaz de hacerlo si se le somete a un estrés suficiente. He contratado a un cazador para que recuperase a Mewtwo, alias, Athena-Y. Espero que pueda cumplir con su cometido.”

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Notas:

1. El Tiopentato de sodio es usado en eutanasias, en algunos países con un protocolo muy estricto para su suministro con este fin.

PD: Perdón el doble post.

 

Capítulo 2​

Proyecto UB-ZERO – Informe N°15.

“El cazador que contraté ha fracasado. Oficialmente le hemos perdido la vista a mewtwo. La presidenta no está enterada de esto, así que debemos apresurarnos, y quizá, ya deba buscarla por mi cuenta.”


La subdirectora de la sucursal de Alola, Wicke, recorría el pasillo a toda prisa, y detrás de ella intentaba caminar una criatura de metro noventa, con un pesado casco en la cabeza, era una de las tres quimeras que habían sido criogenizadas en el proyecto de Faba. Ese pokémon artificial era Código Cero, su cuerpo estaba compuesto por un cuerpo perruno, con patas delanteras parecidas a un ave, con una cola de pez y ese molesto casco con un collar parecido a la cornamenta del Dios Arceus. Con suerte, ellos habían cruzado el laboratorio sin ser vistos, llegando al embarcadero de la isla artificial.

—Tranquilo, chico, te voy a sacar de aquí —dijo posando la mano en su mejilla, aunque la criatura no iba a sentirle.

Vio un barco pequeño, con unas pocas cajas de madera a bordo, Wicke le hizo seguirla, entrando ahí para encontrar al menos una vacía. Pudo encontrar una con agujeros, para que así pudiese respirar, con una herramienta la abrió y le ordenó al pokémon entrar.

—No sé a dónde irá el barco, pero estoy segura que será mucho mejor que este lugar. Oh, casi lo olvido. —Sacó una fotografía de su bolsillo, lo que pudo rescatar del archivo de UB-ZERO después de perder comunicación con Unova—. Si encuentras a este pokémon, ve con él.

Código Cero asintió antes de ver como Wicke cerraba la caja de madera, con la esperanza de que quedase igual a como estaba antes. Al volver, pudo ver el letrero que anunciaba el destino del barco; se iba a la región de Unova.


El sonido de las aves interrumpió el sueño de Mewtwo, ella no había dormido bien al estar en un deposito abandonado en una ciudad de Unova; estaba cansada después de aquel incidente con ese grupo de genesect en la Ciudad New Tork, y el viaje hasta ese lugar. Bostezó antes de levantarse, abriendo con algo de dificultad la ventana a causa del óxido y vio al grupo de aves con quienes acostumbraba volar. El pokémon se apoyó en el borde del ventanal, siendo rodeada por su aura azul antes de emprender vuelo; necesitaba un descanso después de una semana muy caótica.

No ha pasado mucho tiempo desde que escapó de ese laboratorio, donde se le era llamada “Athena-Y”. Sinceramente, se había cansado de esos dolorosos experimentos, y así pudo decir no al encierro y sí a la libertad; lo que le preocupaba ahora, era el asunto de los cazadores que iban a estar siguiendo sus pasos, y su posible castigo por su acto de rebeldía hacia quienes le crearon. Suspiró para volver a concentrarse en su vuelo, siendo rodeada por sus amigos.

Después de la rutina de vuelo, el clon de mew comenzó a aterrizar en la azotea de un edificio, acompañada de los pokémon volador. Era bueno tener una tarde tranquila; aunque, en el fondo, aún estaba ese asunto que le incomodaba, algo que ella y sus compañeras con plumas conocían muy bien. Ser la única representante de su especie no era fácil, por mucho que se dijese a sí misma que no se sentía sola, solo era su orgullo que estaba en la negación de aceptar lo obvio. Estaban sus amigos, pero solo eran eso, no iban a estar siempre para ella, tenían sus propias familias o eran de otra región cercana; a ellos le esperaban en algún lugar, mientras que ella perfectamente podría desaparecer y el mundo iba a seguir su curso de igual forma.

Era un pokémon legendario, aunque personalmente, no se consideraba como tal.

—Mejor pienso en otra cosa, ya está anocheciendo y no pienso estar por aquí en la noche.

Últimamente los pokémon de la zona estaban muy agitados, y por alguna extraña razón, algunos huían cuando ella estaba cerca, Mewtwo no era precisamente un hermoso milotic, pero no encontraba motivo para ese miedo colectivo que algunos le estaban teniendo. Nunca se atrevió a preguntar el motivo, no le estaba prestando la importancia necesaria hasta ese momento.

«O tal vez, solo es mi imaginación, dudo que estén en ese estado por mi presencia», pensó frunciendo un poco la boca, era una posibilidad, que un pokémon peligroso estuviese por el lugar y haya marcado su territorio, razón suficiente para mantenerse oculto para evitar problemas.

Mewtwo se detuvo al escuchar los arbustos moverse, notando una cola larga.

—¡Oye! —exclamó para llamar su atención. Al ver que iba a huir usó sus poderes para traerlo de vuelta—. Un persian.

—S-Señor, no me haga nada —tartamudeó.

—¿Señor? —contestó con duda—. Disculpa, pero... creo que me confundes con alguien más.

Eso se escuchó muy ilógico viniendo de su mente. El otro felino se detuvo a mirarla fijamente, notando algunas diferencias con el ser que él creía que era.

—Lo siento, señorita, es que usted se parece demasiado a él —dijo mientras era colocado en el suelo.

—A él, ¿quién es él? —preguntó sintiendo como en su interior el corazón se le aceleraba.

—Un pokémon alto. —Hizo el intento de apoyarse en dos patas—. Un poco más que tú, mirada penetrante, que asusta a los más fuertes de este bosque, y... siempre tiene el ceño fruncido.

—¿Estás seguro? —preguntó.

El gato asintió.

—¿Sabes dónde está? ¿Puedes llevarme? —Mewtwo le miró con algo de ansiedad, si lo que él decía era verdad, entonces...

—Creo que sí, pero dirás que vienes sola, por mis nueve vidas.

La fémina asintió, preparándose para seguir al persian. El gato empezó a caminar para entrar en el sotobosque, el clon estaba algo nervioso sin alguna razón lógica, ella iba con la expectativa de que todo solo era una mala interpretación del persian, y solo era un pokémon felino más grande, y le confundió con ella; eso quería creer Mewtwo. Sin embargo, estaba pensando justo lo que no tenía que pensar.

Mewtwo no dudaba en quitar las ramas del camino, a comparación del persian, que iba sin dificultad de rama en rama sin ser escuchado, movía sus orejas de vez en cuando, para así localizar al pokémon causante del pánico del bosque. Ella también movió las orejas, escuchando también el sonido que solían hacer los persian, lo usaban para comunicarse entre ellos. Entonces, alzó la mirada al clon y le hizo una señal para mirar al frente; el persian la vio muy desprotegida, así que le maulló para que procediese a ocultarse en el árbol cercano. Su garganta estaba seca, tragando para quitarse esa sensación de angustia y ansiedad.

—¿Estás seguro que es por aquí? —escuchó una voz profunda, sonaba algo masculina.

—¡Claro! El orbe de Kyurem debe de estar por aquí. —Una voz algo chillona, como la de un niño, se oía también.

Ella todavía no se dignaba a asomarse para ver a los emisores de la conversación, pero al ver la expresión algo aterrada del gato a su lado, estaba consciente de que era una criatura más grande. Su mirada le hizo saber que no se asustara, pero de poco estaba sirviendo.

—Tranquilo —murmuró agachándose para quedar a su altura, sin darse cuenta estaba descuidando algo muy importante sobre su energía psíquica.

Mientras ambas criaturas permanecían ocultas, el dueño de la voz adulta dejó de hablar. Sus sentidos se agudizaron cuando pudo percibir una energía psíquica, tan grande como la suya; ignoraba a su compañero, mirando a su alrededor para encontrar la dirección de la procedencia del aura. «Hay alguien en ese lugar», se dijo observando al árbol que estaba frente a sí.

—Mew, alguien nos está escuchando —respondió murmurando.

La criatura que se le llamó Mew estaba en silencio, inclinando la cabeza ante lo que dijo su acompañante. El pokémon más alto comenzó a caminar hacía el lugar señalado, logrando escuchar como alguien estaba hablando en voz baja; se estaba acercando un poco más cuando, de repente, un persian salió corriendo del lugar, al parecer pudo darse cuenta de que él se iba acercando. Pudo escuchar una voz femenina llamando al gato, haciéndole reaccionar logrando atraparle tomando su muñeca. Ese movimiento fue tan repentino para el pokémon que le hizo frenar y quejarse de la fuerza del agarre.

Eso causó que ambos terminaran mirándose, sintiendo como sus corazones se detuvieron y sus ojos se abrieron como si fuesen platos.

Sentían que estaban frente a su respectivo reflejo.

 

Capítulo 3​

Los dos pokémon iguales seguían mirándose, como si ambos estuviesen en estado de parálisis. ¿Cómo no? Uno no se encuentra con un ser igual todos los días, o por lo menos en el caso de Mewtwo, ambos habían sido creados con el dogma de un ser único en todo el planeta, algo que acababa de ser desmoronado como un castillo de naipes con el pasar de los segundos. La mewtwo estaba haciendo el intento de zafarse de su agarre, pero la fuerza del pokémon más alto era demasiado a comparación de lo que mewtwo podría hacer; su reflejo, al ver su ademán de molestia, decidió soltarla. Su mano mostraba una leve marca, aunque no la dejo verla cuando ella tomó su mano para ver si no le había pasado nada a su muñeca.

—Pensé que nunca la soltarías —comentó el pokémon de color rosado, mucho más pequeño que ellos dos.

Ambos mewtwo decidieron ignorarle, manteniendo la mirada fija en el otro.

—¿Quiénes son ustedes? —preguntó arrugando el entrecejo, pendiente ante cualquier movimiento en caso de combate.

—Soy Mew —le respondió moviendo su pequeña mano en señal de saludo, gesto imitado torpemente por la hembra—. Y el de la cara de pocos amigos es Mewtwo. —Vio que su compañero no le estaba haciendo caso—. ¡Eh! Sé más educado y saluda a la dama.

El mewtwo no le dijo nada, manteniendo su expresión de siempre, no mostrando la más mínima intención de hablarle. Intentaba ocultar su sorpresa, ya que nunca en su vida imaginó que se iba a encontrar con alguien tan similar a él después de destruir cada prueba de su existir, o por lo menos, destruyó la información de la cual él tenía conocimiento. Estaba pasando algo muy ilógico y solo ella era dueña de la respuesta.

—Nunca imaginé que iba a encontrarme con otro como yo —habló cruzándose de brazos, ella tragó al reconocer esa pose del rechazo—. Yo recuerdo haber borrado cada rastro de información, ¿cómo fue posible tu creación?

La mencionada no pudo evitar un sobresalto, sintiendo el recordatorio de su vida en Driftveil, sus gritos de dolor resonaron en su cabeza; un capítulo de su existencia que pensó haber superado. Mewtwo esperaba con algo de paciencia su respuesta.

—Nunca me dijeron sus nombres, ni el cómo fui creada, solo sé que mi nombre clave era “Athena-Y”. —Mewtwo no dijo nada, no era la respuesta que quería escuchar, pero era información que le iba a servir.

Mewtwo desvió la mirada, algo pensativo. Mew se quedó charlando con ella, descubriendo que la fémina era muy buen pokémon, enterándose de que estaba algo preocupada por los pokémon del bosque intimidados por Mewtwo. Ella parecía igual de sorprendida que él por ese... descubrimiento; aunque Mew le respondió con que Mewtwo no iba a hacerle daño, aunque ella no estaba del todo segura, y más por recordar su conversación sobre el orbe del pokémon Kyurem.

—Ustedes... buscan el orbe de un tal Kyurem. ¿Para qué lo quieren? —preguntó.

—Oh, eso. Mewtwo está haciendo el “Recorrido Conquista” —contestó.

Ella siguió mostrando duda.

—Donde los pokémon legendarios de nivel bajo dan lo mejor de sí para ser considerados como tales. Mewtwo, al ser un pokémon artificial, no es considerado legendario por mis compañeros. Aunque él lo hace para encontrar buenos oponentes. —Mew se acercó a Mewtwo para hacerle extender su mano—. De momento tiene seis de siete, le falta el de Kyurem.

Mewtwo vio cómo su contraparte poseía varias pulseras en su mano, todas con una especie de piedra brillante.

—La azul, rojo y amarillo es de las aves legendarias de Kanto, el blanco azulado es de Lugia, el verde es de Rayquaza, la celeste de Xerneas, este otro de Reshiram y el último de Zekrom.

—Y falta el de Kyurem. —Dedujo ella.

Mew asintió, y él le hizo zafarse de su agarre. No es algo que necesitase compartir, y menos a una desconocida; aunque dudaba si el pequeño Mew entendiese eso. Y ahora que recordaba el orbe, según Mew, el pokémon de hielo estaba en una montaña, que antes pudo ser fácilmente un establecimiento de minería o una fábrica, y Mew dijo también que el lugar estaba muy congelado, por debajo de los cinco o siete grados bajo cero.

Solo se iban a tardar unos días más antes de llegar, pero con este encuentro tan inesperado no estaba tan seguro de ese pronóstico.

Volvió a estar atento a la conversación de sus acompañantes:

—Sí quieres puedes venir —escuchó antes de fruncir un poco el ceño.

—No lo sé, tu amigo no se ve muy... a gusto —respondió al notar su mirada fulminante.

Mew se vio obligado a girar la mirada hacía su clon indirecto, viendo su semblante de “no” con claridad, algo que él devolvió e hizo una mueca fingida para que ella no lo viera enojado.

—Él siempre es así, no le hagas caso.

A ella le costó un poco asentir, no iba a negar que en parte le incomodaba la mirada que el mewtwo le dedicaba, era como si le molestara su presencia «en parte, no lo culpo», pensó. Él no estaba preparado para un momento así, estaba convencido de que era el único de su especie, y que así iba a quedarse, no que una mewtwo saliera de la nada, empeorando la situación al no saber los motivos de su creación. Pero que le iba a hacer, ya todo estaba hecho.

Sin que se dieran cuenta, Mewtwo apretó el puño, en un intento de suprimir esa incomodidad causada por el encuentro.

—Puedes venir —habló mirando su rostro después de bastante tiempo—. Pero con una condición.

Sus oídos se movieron, aunque quedarse en silencio de momento era buena idea.

—Tendrás que quedarte con el nombre de Athena. —Ella arrugó la frente—. No me mires así, que quiero evitar malos ratos por tener el mismo nombre.

El pokémon psíquico tuvo que resoplar, admitiendo que él tenía razón, no iba a pasar nada malo con ser llamada de otra forma en el grupo; Athena sonaba bien, aunque le iba a costar acostumbrarse. Así, pudo asentir en respuesta, estaba de acuerdo; Mewtwo correspondió el gesto, se lo estaba tomando mejor de lo que pensaba y se estaba ahorrando la discusión innecesaria. «Ojalá se lleven bien», profirió en su interior el pokémon más pequeño.

Mewtwo no era precisamente el pokémon más sociable, aunque no era de la misma forma que con sus pokémon clonados, posiblemente, tenía sentimientos encontrados y eso le estaba impidiendo hablar de buena forma con ella. Una diferencia que se notaba cuando Mew les comparaba, Athena era un pokémon de buen corazón, capaz de ayudar a quien lo necesitase, aunque no lo pidiera, caso que pasó con los genesect. «Tal vez puedan aprender del otro, Athena tiene lo que a Mewtwo le falta, y él tiene lo que ella no, son las dos caras de una misma moneda». Mewtwo detuvo su pensamiento, ladeando su cabeza para que comenzaran a caminar, en parte, para llegar al hogar de Kyurem lo más pronto posible.


Al anochecer, Mewtwo seguía despierto, sentado en el suelo y usando el tronco del árbol como respaldo, fue un día extraño, se había encontrado con otro miembro de su especie, un igual. Athena tampoco estaba durmiendo, opinando lo mismo que él, un día extraño. Nunca quito la mirada de él, intentando analizarle con la vista; era más alto, con piel de color más oscuro y sus ojos de un violáceo oscuro; alguien muy intimidante, entendiendo el motivo por el cual los demás pokémon estaban con temor. No le conocía lo suficiente para juzgarle, pero sospechaba un poco de la situación. «Pude tener la misma actitud que él, si esos humanos no se hubiesen cruzado en mi vida», pensó al recordar el incidente con el cazador, y también el incidente de los genesect, en especial, a ese joven acompañado con su pikachu.

—Oye —dijo al notar que ella le estaba mirando—. Hay muchas cosas que no sé de ti, y sé que tu vida no es de mi interés. —Miró a Mew, que estaba dormido en una rama—. Conozco a Mew, últimamente ha estado insistiendo en que busque pareja, concepto que, sinceramente, no me importa, mas sé que algo planea contigo.

Athena parpadeó en confusión.

—¿Qué... qué intentas decirme? —preguntó.

—Que no escuches cada palabra que salga de su hocico. Mew es un ser un poco molesto, cuando algo le viene a la mente, no hay legendario que se lo quite. —Se arriscó de hombros—. Y pensar que pudo haberme destruido aquella vez.

Athena no pudo entender sus últimas palabras. ¿Algo de su pasado, tal vez? No lo sabía, pero de algo estaba segura: Mewtwo iba a ser un pokémon difícil de tratar.

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¿Opiniones, sugerencias? Son cosas que necesito en este momento, les agradecería que me den su opinión del manejo de Mewtwo.

Saludos.

 

Y habrá más guiños a las películas, y menciones a cierto entrenador con marcas en las mejillas que le suelen decir "El mostaza".

Es un escenario que siempre tuve en mi mente desde que vi la película 16 del anime, no podía faltar n_n.

En este capítulo queda un poco más claro su genero, Mew es mi intento de "personaje rompe tensiones".

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Capítulo 4​

En el puerto de la ciudad, mientras Mewtwo estaba en el bosque, un barco llegaba después de unos días de viaje desde la lejana región de Alola; el barco contaba con un símbolo elegante de color dorado, resaltando sobre la pintura blanca con líneas también doradas. Al detenerse, algunas cajas de adentro se deslizaron por el suelo por unos centímetros, movimiento que despertó al pokémon artificial que estaba dentro de una de ellas, Código Cero hizo el intento de estirarse, pero su pesado casco se lo estaba impidiendo.

—Comiencen a desembarcar —escuchó antes de sentir como la caja se elevaba.

—¿No crees que pesa un poco?

El pokémon se quedó quieto, estaba asustado al no saber qué cosas habían allá afuera. Las luces del sol entraron por los orificios, acercando un poco su rostro a uno de ellos, y vio como varios humanos transportaban cajas iguales a la de él.

—Déjalo por allá —escuchó sintiendo como era bajado.

Al estar en el suelo, procedió a levantarse e intentar abrir la caja de madera con una de sus patas delanteras, no tuvo resultado.

Un empleado comenzó a ver como la caja que acababa de transportar se movía de forma brusca, confundido, quiso acercarse a ella para ver qué pasaba, se agachó y puso su oído en ella. El sonido de un bramido canino se escuchaba, hizo que su compañero viniera, hasta que la madera se rompió y un pokémon desconocido estaba frente a él, y este al ver al humano, comenzó a correr lo más rápido que pudo para estar lejos de ellos.

—¡¿Pero que...?!

Código Cero esquivaba a quienes intentaban atraparlo, hiriendo a algunos pokémon en el proceso, él de mala suerte terminó llegando al mercado, causando el pánico en el lugar, escuchando todo tipo de cosas mientras corría. “¡Vete de aquí!”, escuchó al entrar accidentalmente en un restaurante, esquivando una sartén mientras corría por su pellejo, llegando hasta un callejón.

Paso el día, y fue caminando en las calles vacías, estando disgustado como algunos pokémon salvajes le miraban, susurrando cosas sin preocupación. Agachó la cabeza, y comenzó a correr sin un rumbo fijo.


Los dos clones despertaron al momento en que el sol salió por el horizonte. Athena estaba en forma de nuevo, con su energía renovada y a la espera de reanudar el viaje con sus compañeros. Mewtwo se mostraba serio como de costumbre, se puso la capa que estaba llevando el día anterior, detalle que no había notado hasta ese momento; Mew volaba en círculos sobre ellos, esperándoles. Athena se encontraba más relajada, recuperada del impacto de su encuentro con Mewtwo, por un segundo de verdad pensó que no iba a aceptarle, sin embargo, no estaba del todo segura de tal afirmación. Tal vez solo lo hizo por educación más que nada.

—Ya quiero comer algo, ¿podrían apurarse un poco, parejita? —dijo él, con un tono algo atrevido con la última insinuación.

Mewtwo giró los ojos, algo fastidiado.

—Ya hemos hablado de eso, Mew. —Se cruzó de brazos, viéndose severo—. Recuerdo haberte dicho no meterte en mi vida privada, si quiero o no una pareja no es tu problema; y no me interesa tener una.

—No te pongas así. —Hizo un puchero—. Que te estoy haciendo el favor de evitar que te vuelvas un soltero amargado viviendo con miles de meowth, aunque... amargado ya eres... cambiemos eso por inadaptado social. —Vio como Mewtwo frunció las cejas—. No te enojes, recuerda que se te eriza el pelaje.

Y tenía razón, Athena vio cómo su contraparte mantenía la cola erguida, y mostraba algunos signos de estar erizado. Ella interrumpió la conversación, haciéndole ver a su compañero lo ocurrido con su cola, el macho movió la cola para que ese estado pasara, ignorando la pequeña carcajada de Mew. Entonces, Mewtwo le hizo la señal de irse del lugar de una buena vez. Mew siguió riéndose mientras iba flotando a su lado, tarareando como siempre hizo durante su viaje. Athena caminaba sin emitir palabra alguna, no queriendo arruinar el ambiente de los dos viajeros; sin darse cuenta de que el ambiente estaba siendo algo incómodo.

—Athena, ¿por qué esas aves nos están observando?

Ella alzó la vista hacia el cielo, observando a sus amigos plumíferos volando en círculos sobre el grupo. Athena les sonrió moviendo el brazo en forma de saludo.

—Son mis amigos, siempre van conmigo a donde sea que vaya.

Mewtwo no dejaba de aflojar el entrecejo.

—Entonces diles que no pueden venir —dijo recibiendo una mirada fulminante por parte de ella—. No hay cabida para mascotas aquí.

La gota que rebaso el vaso, Mew se encogió de hombros y decidió esconderse detrás de un árbol.

—¿Disculpa? —interrogó.

—Lo que oíste, ya mucho tengo que aguantar a la bola de pelos rosa que está allá para que vengan más pokémon. —Ella no le contestó—. Tal vez Mew te haya invitado, o que yo te haya dado un nombre, pero, noticia de última hora, señorita: no significa que yo confíe en ti.

Eso la dejo descolocada, no quedándose callada.

—¿Por qué? Somos de la misma especie, creí que nos íbamos a entender.

—Pues creíste mal —interrumpió fijando su mirada en ella—. ¿Crees que no he pensado en la posibilidad de que tus creadores sigan vivos? —Vio un sobresalto por parte de Athena—. Y parece que mi sospecha es cierta. —Ella desvió la mirada, maldiciendo ser tan evidente en los peores momentos—. Voy a dejar las cosas claras; una vez lleguemos a Kyurem te separas de nosotros, no pienso arriesgar la libertad que tanto me costó obtener por tu culpa.

Lo que él no vio, fue el puño de Athena cerrarse con fuerza, en un intento de mantener su ira por lo dicho por Mewtwo, sin embargo, sus oídos ganaron color. Entonces, ella se acercó hasta quedar a unos centímetros de él... nadie vio venir lo que paso después; Mew cerro sus ojos al ver la palma de la fémina a milímetros del rostro del clon masculino, solo escuchando el seco sonido de alguien golpeando algo. Mewtwo mantuvo los ojos cerrados, admitiendo en sus adentros que ella tenía la mano muy pesada, pero contuvo las ganas de devolver el ataque. Pasaron tres segundos y los dos se miraron.

—De haber sabido que el único macho de mi especie es así de egoísta... hubiese preferido una vida en ese laboratorio. —Y se fue sin decir nada más.

Mew levitó hasta él, con sus pequeños brazos cruzados.

—¡Bravo! Tus habilidades sociales son impresionantes —le dijo en tono sarcástico—. Y así es como la chica se nos va. Me pregunto qué dirían tus clones al verte actuar así.

Solo le bastó la mera mención de los clones que vivieron con él para hacerle abrir un poco los ojos como platos, Mew sabía el cariño que él les tenía a esos pokémon, y ahora usar sus posibles reacciones en su contra era un golpe critico a su orgullo. Mewtwo apretó los puños y gruñó a la nada, odiaba cuando el pequeño apelaba a ellos para obligarlo a cambiar de parecer. Mew los conocía muy bien, aunque nunca se lo dijeron a Mewtwo directamente, varios habían expresado que no le gustaban ver a Mewtwo solo, encerrado en esa cueva casi todo el día y solo saliendo cuando la luna estaba en su esplendor... sus ojos se abrieron de sorpresa y en su pequeña mente comenzó a idear un buen plan para molestar un poquito a su compañero, mas necesitaba un poco de ayuda para ello.

—¿Vas a venir? —preguntó Mewtwo, sacándole del pensamiento.

—¿A dónde vas? —respondió con otra pregunta.

—A buscar al cerebro de pájaro, que se fue por el camino equivocado.


Athena pateó una piedra, chocando con un tronco hueco, estaba molesta, ¿qué se creía ese pokémon? Imitando su voz de forma burlesca, ella caminaba en dirección contraria comparado con sus ahora excompañeros; no le gustaba estar enojada, pero de verdad Mewtwo la saco un poco de quicio. Pero ahora que lo pensaba, fue un poco inmaduro de su parte darle ese golpe; fue una cavilación que le hizo detenerse, replanteándose si fue o no buena idea irse sin más. Suspiró derrotada, sentándose cerca de un árbol y un arbusto para comer sus frutos, esperando que parte de su enojo acabara ahí, y volver con ellos tragándose su orgullo.

Sus oídos detectaron a alguien moviéndose entre los arbustos, optando una pose defensiva si se daba el caso de pelear; dio pasos cortos hasta el sotobosque donde el ruido se escuchaba más fuerte, tragó y con una de sus manos quiso quitar la rama del camino. Athena se sorprendió cuando vio a un pokémon herido, aunque no reconocía su especie.

Era parecido a un canino, pero no lo era; su cola era como un pez, pero no lo era y sus patas delanteras eran las de un ave, pero no lo era; a pesar de su casco, se veía el miedo en sus ojos, retrocediendo con lentitud al sentirse amenazado por Athena.

—Tranquilo... no te haré daño —murmuró inclinándose para estar a su altura, intentando acariciar su rostro.

Aunque la criatura no sintiera el calor de su mano, juraba que sus orejas se sonrojaron ante esa muestra de cariño. Dio un paso adelante, para ver el rostro de ella con más claridad, dándose cuenta de que se parecía al pokémon de la foto, hizo el intento de acercarse más, pero su cuerpo le dolía demasiado.

—Voy a buscar algo para que comas, de seguro tienes hambre. —La criatura se sentó sobre sus patas traseras, esperando.

Athena revisó entre los arbustos de bayas curativas para ver qué hacer con el pokémon desconocido, juntando tres bayas Aranja y algunas bayas Zidra; ahora el problema era su casco, no parecía que se pudiese quitar. El pokémon miraba los frutos, recordando cuando tuvo que aprender a comer sin tener que quitarse ese casco. Abrió la boca, saliendo un hilo de voz desde ella.

—No mires... por favor. —Athena asintió algo confundida, le dio la espalda y espero con paciencia.

Su voz en un inicio la hizo estremecer, no sonaba normal para ser un pokémon de su tamaño, tal vez era el efecto del implemento que él tenía en la cabeza.

—¿Cómo te llamas? —preguntó.

—Me llaman Código Cero —respondió apenas, estando ocupado en su alimento.

—Te llamaré Cero, entonces. Me llaman Athena —dijo dándose la vuelta, descubriendo que Cero ya se había comido las bayas.

—Athena...

Asintió, ella iba a seguir con la conversación, pero una sensación extraña invadió su cuerpo, haciéndole caer de rodillas. Cero no supo lo que estaba pasando hasta notar que ella comenzaba a temblar y a gemir de dolor, viendo algunas chispas rojas deslizarse por su piel. Athena se estaba sintiendo en el infierno en ese momento, como si una energía desconocida quemara su espalda y sus ojos, el pokémon a su lado no sabía qué hacer, hasta ver a dos seres llegar. Los dos viajeros abrieron sus ojos como platos al ver ese escenario.

Ella al no aguantar más emitió un grito desgarrador que se escuchó por casi todo el bosque, dejándose caer al suelo intentando recuperar el aliento, en un intento de apoyarse en sus brazos miró a su compañero, encontrando la mirada atónita de ambos seres con quienes compartía especie.

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Al fin hice aparecer a mi bebé de la séptima generación, en el próximo capítulo se verá esta última parte pero desde la perspectiva de quienes estaban mirando como Athena entraba en ese estado, y más detallada, obviamente.

Creo que no tengo nada más que decir... así que... saludos.

 

Capítulo 5​

Mew y Mewtwo caminaron por el bosque en busca de Athena, después de esa discusión, el pokémon pequeño le hizo ir a buscarla, aunque en realidad, le obligó a hacerlo. Y de paso, él se puso a pensar sobre su comportamiento hacia Athena, tal vez fue duro con ella, pero tenía buenas razones, y una de ellas era el incidente del Monte Quena; Mewtwo no estaba dispuesto a repetir esa experiencia, ya que la suerte no se da dos veces en la misma situación, y el entrenador moreno con marcas en sus mejillas no iba a estar siempre ahí para arruinar los planes del antagonista de turno. Eran buenas razones, aunque Mew no esté de acuerdo con su punto de vista.

Ahora necesitaba encontrarla, para así callar a su compañero, y tragarse su orgullo disculpándose con Athena... no estaba muy seguro de eso último.

Mewtwo caminó unos metros más, ignorando al mew que quiso adelantarse para ver si la hembra estaba cerca; no fue muy bueno el resultado, o eso creía, estando con él de nuevo al cabo de unos minutos. Pero con una expresión asustada y preocupada.

—Mewtwo... algo le pasa a Athena —dijo con su voz psíquica algo entrecortada.

El clon asintió y no dudo en acelerar el paso siguiendo a Mew, hasta llegar a una zona con pocos árboles, con un pokémon inexpresivo a causa de una máscara y al otro Mewtwo de rodillas en el suelo, temblando. Lo que llamó la atención de Mewtwo fue ese resplandor dorado dándole forma a un logo en su espalda, y frente a ellos estaba un hilo de luz, que estaba abriéndose con lentitud; él al mirar por el rabillo del ojo notó que Mew estaba en un estado de parálisis por el extraño agujero de gusano, mostrando horror en su rostro.

Su pensamiento fue interrumpido por el grito desgarrador de Athena, seguido de su caída al suelo y el repentino cierre del portal. Vio al pokémon apenas apoyándose en sus brazos, mirándole por sobre su hombro, compartiendo la mirada asustada de Mew.

—No me mires... por favor... —habló en un hilo de voz, siguiendo temblando. Quedando cabizbaja después.

Mewtwo fue el único de los tres que se atrevió a acercarse, dejando a Mew sorprendido cuando se comenzó a quitar la capa para cubrirla, haciendo que el otro clon levantara la mirada al notar la tela sobre su piel, mirando a su contraparte desde ahí abajo. Mew se acercó también, con la cola recta al recordar ese portal. El último pokémon imitó a Mew, acercándose lo suficiente para quedar frente a Athena, quien le dedico una semi sonrisa.

—Tranquilo, Cero, estoy bien —respondió acariciando el casco.

Mewtwo les miró a los dos, notando la apariencia extraña de Cero. Pero eso no importaba ahora que un extraño agujero casi se abre frente a sus ojos, y estaba seguro que Athena tenía algo que ver con ello.

—¿Qué demonios fue eso? —preguntó deteniendo lo que ella estaba haciendo.

—No lo sé, nunca me ha pasado antes.

—Y tenías una marca en la espalda, que desapareció al mismo tiempo en que el portal se cerraba, era un símbolo dorado, ¿tus creadores tienen algo que ver con esto?

—Tal vez... —Abrió sus ojos al entrar al mundo real, estaba hablando con el pokémon que hace unos momentos la estaba casi echando del lugar—. No sé porque te respondo, es algo que no te incumbe.

Mewtwo levantó una ceja, ya le respondió parte de lo que necesitaba saber de momento. Noto que Mew estaba más nervioso de lo normal, con la cola casi entre sus patas moviendo la punta de esta, con su pelaje algo erizado, ya le conocía lo suficiente para saber que la cola de cualquier pokémon era una vía para saber sin palabras lo que el otro siente; en este caso, Mew estaba nervioso y algo asustado. El pequeño al darse cuenta de la situación se acercó a su clon indirecto.

—Mewtwo, lo siento, pero... vas a tener que viajar con ellos —dijo con rapidez, mirando a su alrededor.

—¿Qué te pasa? —preguntó.

—Yo... yo debo hablar de algo importante con Arceus.

Mewtwo no tuvo el tiempo de responder, ya que él no dudo en usar su teletransportación; algo no estaba bien, Mew no era alguien que se iría así nada más. A juzgar su forma de comportarse cuando vio ese agujero dimensional, no le fue difícil deducir que el asunto que iba a hablar con el dios pokémon estaba relacionado con el portal de Athena. Y ahora que se acordaba de ella, giró la mirada, notando que ya se había levantado, siendo mirada por el pokémon cuadrúpedo con preocupación.

—¿Quién es ese pokémon? —preguntó él, causando el sobresalto del pokémon.

—Es Código Cero... pero mejor llámalo Cero —contestó ella posando la mano en la espalda del pokémon.

«Código Cero... no es un nombre de pokémon, parece que hubo más intentos de creaciones artificiales después de mí», pensó al ver al antedicho, la ornamenta del casco le recordaba a alguien. O tal vez solo era su imaginación. Mewtwo se dio cuenta de que estaba posponiendo su lucha con Kyurem demasiado tiempo, debía de apresurarse para tener todos los orbes.

—¿Ustedes están listos? —preguntó sorprendiendo a los dos pokémon, Athena le preguntó por qué con la mirada—. Mew va a hacer un alboroto si no los llevo conmigo... parece que no tengo opción.


Todos los empleados del edificio se encogieron de hombros cuando vieron a su directora caminar por el pasillo mascullando palabras que ellos desconocían. El humor que pudo tener se fue al diablo cuando recibió una video llamada de Faba, diciendo que su proyecto estaba siendo un éxito, a pesar de que un Código Cero había desaparecido; y ella buscando a su pokémon para así no quedar mal en la fundación. La puerta de su oficina se cerró detrás de ella, y la mujer rechinó los dientes y explotó de ira.

—¡Maldito Faba hijo de...!

El subdirector iba a golpear la puerta, pero al escuchar los bramidos e insultos al aire que vociferaba su jefa prefirió retroceder, no le iba a decir algo importante, de todas formas. Darle la noticia de que Mewtwo había sido visto en New Tork, detalle que notaron las cámaras de seguridad de la ciudad, al ser miembros de una fundación de renombre les fue sencillo conseguirlas, Sky iba a estar mejor de saber que ahora tenían una pista para encontrarla.

Ahora que ya estaba calmada, suspiró, viendo como su pokémon le miraba casi con miedo. Rio nerviosa, con las manos al frente para tranquilizarlo.

—Esas palabras no iban para ti, no fue mi intención asustarte, sabes que eres mi pokémon bonito —dijo riendo con algo de nervios.

El zoroark ahora tenía que aguantar a su entrenadora disculpándose, suspirando en sus adentros. Ojalá encuentre a Mewtwo rápido para que pueda dormir en paz.


Ya eran altas horas de la noche, Mewtwo era el único que no se quedaba dormido, pensando como poder enfrentarse al dragón sin salir herido, o muy herido, en el intento. Miró a sus dos compañeros, estaban durmiendo, con sus respiraciones yendo con lentitud; Cero estaba sobre las piernas de Athena, mientras que ella mantuvo su mano en la espalda del pokémon sin haberle devuelto la capa a Mewtwo. Él apretó el puño, caminando unos metros para así estar a solas.

Controló su respiración, sentándose en el suelo y adoptó una postura de meditación; espalda recta, la cola quieta en el suelo y ojos cerrados. Comenzaba a emitir un aura de color azul, en su interior solo había color negro, levantándose en ese mundo psíquico mientras su cuerpo se mantenía en esa posición. Un resplandor de color negro salía de sus manos, creando unas réplicas de sí mismo para empezar su entrenamiento. Para él era una buena forma de entrenar sin que el enemigo supiera que estaba planeando al momento del combate, era un pokémon psíquico, y estos eran reconocidos por su inteligencia sobrehumana, y su capacidad de hacerle frente a los problemas sin la brutalidad de los pokémon de otros tipos.

Sus réplicas lanzaron sus ataques, haciendo que el original usara su contraataque, extendiendo la mano izquierda creando un campo que cambió la dirección de los movimientos, dirigiéndolos a sus emisores. Mewtwo procedió a formar dos esferas de color negro en ambas manos, con una réplica dispuesto a atacarle dirigió la su atención en ella; con un gancho izquierdo en su mandíbula, aumentando el impacto de su bola sombra, rematándole con la mano derecha en el abdomen. Ahora su concentración se centró en la otra réplica, sin el tiempo suficiente para esquivarle, uso sus brazos para cubrirse; gracias a su entrenamiento en la base del Team Rocket, estaba preparado para recibir grandes impactos sin sentir daño.

Ahora tocaba hacer algo que recientemente había aprendido, volvió a hacer bola sombra en ambas manos, apuntando hacia atrás antes de lanzarlas e impulsarse aprovechando el retroceso, la réplica no tuvo mucho que hacer.

Bien, había sido un buen calentamiento, unas horas más no le harían daño.


El sol salió por el horizonte, Athena fue la primera en abrir los ojos, sintiendo el peso de Cero en sus piernas; sonrió y movió al pokémon para evitar despertarlo, Cero se acomodó mejor, acurrucándose pareciendo una bola de pelo. Y ahora que ella se acordaba, no le había devuelto la capa a su compañero, pero no estaba ahí en el momento, necesitaba buscarlo un momento. Caminó unos metros, viendo entre los árboles, frunció el ceño, ¿dónde se había metido?

Mewtwo estaba regresando después de que “solos unas horas” se extendiera a una noche entera, pero no se sentía con sueño. Él reaccionó cuando vio a Athena girando la mirada por todos lados, de seguro le estaba buscando.

—Oye —dijo, sorprendiéndose cuando la vio sobresaltarse—. ¿Me estabas buscando?

—Sí... sí, quería devolverte esto. —Extendió sus manos, mostrando la capa.

Él solo recibió su objeto, colocándoselo sin prestar atención a la hembra que estaba a unos centímetros de él; Athena pudo notar un silencio incomodo, por lo menos para ella, recordando la discusión del día anterior, mostrándose extraña cuando sintió que necesitaba disculparse por su comportamiento algo inmaduro.

—Lo siento —habló llamando su atención—. Por la bofetada, no fue muy correcto de mi parte.

Mewtwo no hizo gesto alguno, notando que sus palabras eran sinceras.

—Admito que no tuve el mejor comportamiento, pero tengo mis motivos. —Athena asintió, estando de acuerdo—. Son cosas que aún no voy a contarte, vas a tener que ganarte mi confianza primero.

Athena sin quererlo, sonrió, una pequeña conversación no estaba mal, aunque tuviese que atravesar ese muro que él puso entre ambos. Mewtwo despertó esa competitividad que le caracteriza, si pudo superar el límite de la atmósfera, derribar el muro de Mewtwo no le iba a ser tan difícil... o eso quería creer ella. Recordando que había dejado a Cero solo, era mejor volver antes de que despertara, volvió a asentir hacia él, sonriendo antes de irse del lugar.

Mewtwo le vio irse, su cuerpo tembló cuando sintió el aura de Athena lleno de determinación, era extraño, pero no pudo evitar sentirse cómodo por ello. Pero no le iba a dejar las cosas tan fáciles.


Mew estaba frente al dios pokémon, tragando al pensar qué diablos decirle sin despertar el pánico en la Sala del Origen. «Okey Mew, respira, solo debes ser claro», pensó encogiéndose un poco de hombros. Él vio al frente, notando la mirada de sus ojos verdes, algo que no le agradaba en absoluto.

—Mew, te veo... inquieto —habló sacando al felino de su pensamiento—. ¿Ha ocurrido algo?

—Vera... —Miró a su alrededor, notando las miradas de sus compañeros legendarios—. Los humanos han creado a otro Mewtwo...

Silencio. Mew termino tragando de nuevo.

—Y parece que... Puede crear ultraumbrales.

Todos los legendarios reaccionaron a ese dato. El dios pokémon les hizo guardar silencio, no era necesario perder el control en un momento como este; Mew estaba pensando si de verdad fue buena idea decir un dato así frente a los legendarios, sabiendo que no simpatizaban con Mewtwo, ahora que existía otro más, y con el poder de crear ultraumbrales, un mal combo, sin duda.

Solo esperaba que ellos no hiciesen algo contra Mewtwo y Athena, por mucho que estuviesen en desacuerdo, Arceus tomaba las decisiones finales. El pequeño miró al dios, asustándose al notar que su ceño estaba fruncido.