Harry Potter Amortentia

Tema en 'Fanfics sobre Libros' iniciado por NorinFireQueen, 14 Julio 2012.

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    NorinFireQueen

    NorinFireQueen Iniciado

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    5 Julio 2012
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    3
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Amortentia
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    5303
    Había un gran bullicio en el Gran Comedor, algunos desayunaban y otros preparaban sus cosas para ir a Hosmeade. Ron estaba abrazando a Lavender por encima de los hombros y Harry tomaba de la mano a Ginny. Incluso Neville estaba sentado con Luna, pero ella, ella estaba sola.

    Revolvía su plato de cereal ya húmedo y pastoso pensando en lo que haría en Hosmeade cavilando entre la posibilidad de no ir y terminar su ensayo sobre… la verdad es que ya no tenía nada que hacer. Seguía considerando acerca de si ir o no a Hosmeade cuando lo vió.


    Severus Snape entró al Gran Comedor con su habitual túnica negra y sus dos cortinas de cabello negro enmarcando su pálido rostro y sus negros ojos. Estaba de mal humor… como siempre. Caminó sin ver a los tontos alumnos que engullían su desayuno como poseídos. Todos menos una leona castaña que lo miró con un extraño brillo en los ojos.

    Ella lo tenía loco, siempre que estaba en clase de pociones él hacía un esfuerzo sobrehumano por no ir a su lugar y quedársela observando o tomar su mano o siquiera rozarla con los dedos. Cuando él le regresó la mirada ella se volteó bruscamente al verse descubierta.

    -Clásico- musitó para sus adentros. Todas las mujeres que le atraían aunque fuese ligeramente generalmente lo odiaban o lo ignoraban y claro que ella no podía ser la excepción a la regla. Él siguió caminando cabizbajo hasta llegar a su lugar. La buscó con la mirada pero ella ya no estaba. Refunfuñó. Ahora su desayuno estaría incompleto sin la presencia de ella.



    Hermione fue corriendo a la Sala Común. Tenía que ir a Hosmeade. Por fin sabía lo que iba a hacer. No le importaba realmente si la castigaban o no, le importaba sólo lograr su cometido aunque fuera a costa de los demás.

    -Fideos de chocolate- dijo la castaña a la Dama Gorda quien dejó de admirarse en un espejo y abrió el retrato de malas. Hermione subió hacia el cuarto de las chicas por unos cuantos galeones y regresó al Gran Comedor donde tomó una manzana de la mesa de Gryffindor.-Una manzana envenenada-pensó.

    Salió hacia los jardines sola y caminó deprisa hasta llegar a Sortilegios Weasley donde se encontraba Ron charlando muy animadamente con Lavender y Harry. Ginny se les unió a la plática muy emocionada. Ninguno pareció notar su presencia dentro del local así que se dedicó a buscar lo que quería. A las orillas del local, entre las bombas fétidas y las pastillas vomitivas se encontraban unas pequeñas botellitas blancas rodeadas de humo rosa que despedía un ligero aroma a césped recién cortado y a pergamino nuevo.

    -Amortentia- dijo una emocionada Hermione mientras tomaba una botella y se dirigía a la caja a pagar. George estaba ahí y cuando vio a la chica con esa botella se la quedó viendo pícaramente.

    -¿Para quién es esto Hermione? ¿No sabes que va contra las reglas de Hogwarts?- dijo sonriente el pelirrojo.

    -¿Cuánto vale?-dijo la chica algo cohibida ante las preguntas de George y en un intento por desviar sólo un poco la coversación.

    -Es gratis para ti. Supongo que es la primera vez que vas a hacer algo ilegal en el colegio. Úsala bien.- terminó y le guiñó un ojo.

    Hermione salió de la tienda y regresó rápidamente al castillo. Fue a la biblioteca y se sentó en uno de los últimos lugares para que la señora Prince no la descubriera. Ahí se arrancó un cabello y lo agregó a la pócima que tenía en las manos. De inmediato adquirió un color rosado muy apetitoso.

    Hermione tomó la manzana y vació sobre ésta la pócima. Ni una gota quedó sobre la mesa ya que toda fue absorbida por la fruta que lucía igual de roja que antes. La chica se paró y guardo la manzana en uno de sus bolsillos. La utilizaría al día siguiente muy a su provecho.





    Severus deambulaba en su despacho sin saber qué hacer. Ya casi terminaría el curso y quería más que nunca besar esos labios rosados que le respondían todas sus preguntas cada clase.

    -¡Maldita!-gritó sin importarle que alguien lo escuchase. ¿Qué acaso ella no veía que lo tenía LITERALMENTE loco? Lo que él haría por posar sus labios sobre los de ella aunque fuera sólo una vez. Haría lo que fuera… Lo que fuera, como conquistarla. ¡Sí!, La conquistaría. ¿Pero cómo?

    Severus tomó pergamino, tinta y comenzó a escribir una lista de lo que se ocurría para conquistar a la castaña:

    1.- Mandarle flores.

    ¿Qué acaso no era eso lo que los hombres muggles acostumbraban hacer? Al fin y al cabo ella procedía de muggles. Y a las mujeres, fueran brujas o no, siempre les gustaban las flores.

    2.- Regalarle una joya.

    Sabía que eso ya estaba muy gastado pero no se le ocurrían tantas ideas interesantes para hacer. Y una joya servía para romper el hielo.

    3.-Invitarla a cenar.

    Eso sí que le atemorizaba. Estar sentado enfrente de ella lo hacía temblar. Pero realmente quería hacerlo. Quería pasar tiempo con ella. Tiempo que no fuera de “Profesor Snape… Tiempo que fuera de Severus.

    4.-Besarla

    Esta parte de la lista era la que más quería realizar él pero ni siquiera estaba seguro de llegar al tercer punto. Estaba más seguro que ella lo rechazaría tajantemente.

    -Bien, no importa. En marcha- dijo firmemente e hizo aparecer un pequeño ramo de tulipanes rojos.



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    A la mañana siguiente, Hermione se despertó con brusquedad. El sueño que había tenido no había sido nada lindo. Cansada, se desperezó y se vistió. Incluso se puso un poco de mascara en las pestañas pues era un día especial: el día de darle la manzana a la inocente Blanca Nieves.

    Tomó sus libros y salió hacia el Gran Comedor a desayunar. En la capa tenía la manzana que había tomado el día anterior pues era mejor que nadie la viera tomar una manzana justo ahora.

    Desayunó ligero en medio de una pequeña riña de Ron y Harry. Ninguno de los dos le hizo mucho caso así que terminó su desayuno y sin despedirse salió para dirigirse lentamente a las mazmorras.

    Iba demasiado concentrada en sus pensamientos que no se fijó en que alguien la seguía.

    -¿A dónde tan aprisa?- inquirió una masculina voz cargada de ironía. La chica miró al dueño de la voz y vió que Malfoy le sonreía despectivamente. No tenía ganas de pelear así que simplemente siguió caminando.

    -Que maleducada eres Granger. Sabía que eras una sangre sucia pero pensaba que al menos te habían educado- atacó el rubio mientras esperaba una fiera respuesta por parte de la chica.

    -Hola Malfoy. Adiós Malfoy- dijo ella caminando directo y sin mirarlo. Aún no sabía de qué manera iba a darle la manzana a Snape así que siguió elaborando planes mientras caminaba.

    La mayoría de los alumnos ya estaban fuera del salón de Snape, incluidos Ron y Harry que por primera vez en varios días le prestaban un poco de atención.

    -¿Dónde estabas Hermione? Pensábamos que ya venías para acá- inquirió el moreno mientras la miraba directamente a los ojos.-Estamos preocupados por ti. Ya casi no sales con nosotros y no nos hablas como antes. ¿Qué te está pasando?

    La castaña los miró a los ojos pero no contestó. Justo en ese momento Snape abrió la puerta. Hermione se lo quedó mirando y musitó un pequeño <<Hola>> que solamente iba dirigido hacia él.

    -Entren. Ahora- dijo dirigiéndose a todos con brusquedad e ignorando olímpicamente a la Gryffindor.

    Todos los chicos entraron tras el profesor y cada uno se sentó en su lugar. Snape se los quedó mirando fijamente y, de nuevo, se saltó a la castaña. La estaba evitando.

    -Hoy prepararán Megistis Eftigías. Para los ineptos que no lo sepan es Felicidad Máxima. Los ingredientes y el procedimiento están en la pizarra. Ah, debe de quedar como un ligero gas. Tienen una hora- dicho esto, se sentó en su escritorio y anduvo oliendo varios frascos cuyo aroma verdaderamente desagradable.

    Hermione estaba atenta a lo que hacía Snape mientras iba preparando la pócima. Neville estaba a su lado y nervioso como de costumbre -No Neville, tienes que aplastar la raíz de Tannis no cortarla- le decía ella para ayudarlo un poco pero no logró hacerlo muy bien.

    Al final de la clase Snape inspeccionó uno a uno los calderos y se detuvo atrás de Hermione. Ella podía sentir el calor que emanaba de él y su aroma a madera. Enrojeció levemente al notar un poco más de cercanía de su profesor.

    -Señorita Granger, creo que dije que la pócima debía de quedar como un ligero gas… no como una nube densa. Cinco puntos menos para Gryffindor. El resto de ustedes- dijo señalando tanto a los Slytherins como a los Gryffindors- Entregenme las pócimas dentro de un frasco con su nombre. Longbottom: No rompas nada.

    Hermione volteó hacia su caldero y vió un ligero gas de color verde tenue. ¿Por qué la había regañado Snape si su pócima era perfecta? Decidió no darle vueltas al asunto y guardó sus cosas. Embotelló su pócima en un frasco grande y lo fue a dejar al escritorio de Snape junto con la manzana. Acto seguido salió de ahí.



    Al la jornada había terminado y todos los alumnos se habían ido. Al fin tenía tiempo para verdaderamente inspeccionar las pociones. Tomó la que Hermione había hecho y la destapó, dejando que su tenue aroma a menta inundara su nariz. Enseguida se sintió muy feliz de estar sentado en su despacho, sin molestias, se alegro de todo lo que le había pasado y comenzó a reír.

    -Es perfecta- dijo entre risas. Simplemente no podía parar de reír. Tanto la pócima como la chica eran absolutamente perfectas.



    Draco Malfoy estaba a punto de entrar en las mazmorras a buscar un libro que había olvidado pero escuchó una risa grave, una risa que al principio le puso los vellos de punta. Severus Snape se reía. Decidió que tenía que ver eso así que abrió la puerta y se encontró a su profesor doblado de la risa en el piso. La imagen era verdaderamente graciosa así que se quedó parado ahí hasta que el moreno lo volteó a ver.

    -¿Qué-qué haces aquí?-dijo Snape sin aire. Las lágrimas aún salían por sus ojos y no podía pararlas. Una gran sonrisa cálida apareció en su rostro y por fin terminó de reír- ¿Qué sucede Draco?

    -He olvidado un libro y vine por él. Entré porque pensé que algo le sucedía- se excuso el rubio sin mucho convencimiento.

    -La clave de mentir, Señor Malfoy, está en que usted crea que es verdadera- dijo Snape mientras le tendía un pequeño libro negro- Aquí tiene. Ah, y no vuelva a entrar sin anunciarse.

    -Gracias profesor- dijo el chico y se volteó para salir de la mazmorra pero Snape lo detuvo.

    -Draco, llévate tu manzana- dijo mientras se la lanzaba. El Slytherin la atrapó en el aire y le sonrió ligeramente.- Gracias.

    Dicho esto, salió del aula con el libro en la capa y la manzana en la mano. Vio lo roja y apetitosa que lucía antes de darle una mordida. El jugo resbaló por su labio mientras el chico masticaba el bocado. Lentamente la imagen de cierta castaña apareció en su mente.

    ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------



    Hermione despertó en la madrugada. Un ruido verdaderamente molesto la había quitado de su maravilloso sueño. Enrojeció al recordarlo así que se paró a abrir la ventana donde una lechuza marrón tocaba el vidrio desesperada.

    Traía una carta atada a la pata y un pequeño ramo de tulipanes amarillos. Sus favoritos eran los rojos pero le gustaron esos. Metió a la lechuza a la habitación y desato la carta. Miró a quién iba dirigida y vio su nombre en una pulcra y estilizada letra.

    Hermione Jean Granger

    La abrió lentamente suponiendo varias cosas y se llevó una sorpresa al ver una pequeña nota en su interior.

    Soy la persona más feliz del mundo cuando me dices <<Hola>> o me sonríes porque sé que, aunque haya sido sólo un segundo, has pensado en mi”

    Hermione sonrió. Imaginaba quién le había mandado esa nota e imaginaba también cuánto le había costado enviarla. Justo en ese momento se imaginaba a sí misma abrazada al hombre que amaba. Abrazó fuertemente las flores antes de quedarse profundamente dormida de nuevo.



    Eran cerca de las 7 de la mañana y Hermione ya estaba en el Gran Comedor desayunando. Aún no veía a Severussentado en la mesa de profesores, así que decidió llegar más temprano a la clase para verlo y ver si la poción había dado resultado. Se levantó de su lugar, tomó sus cosas y se dirigó a las mazmorras lo más rápido que pudo para no levantar sospechas… más sospechas de las que ya había.

    -¿Te gustaron las flores bonita?-dijo una voz tras ella, interrumpiendo sus ensoñaciones. Hermione giró y se encontró con un Draco muy sonriente que la miraba como si ella fuera el sol que sale cada mañana.

    -¿Tu-tu las enviaste?-preguntó por fin la chica un poco sorprendida y decepcionada.

    El rubio asintió exponiendo una enorme sonrisa boba a lo largo de toda su cara.- Eres tan hermosa, tan inteligente, tan… perfecta.- dijo el rubio en medio de suspiros sonoros. Si alguien lo viera en ese momento, pensarían que es el fin del mundo.

    -¿Qué demonios te sucede Malfoy?- preguntó la castaña un poco asustada. En verdad no le gustaba la manera en que la miraba el rubio.

    Draco metió la mano en uno de los bolsillos de su túnica y sacó una pequeña cajita color verde botella. Se la tendió a Hermione que, asustada, la tomo con precaución. La chica la abrió y pudo ver una mariposa salir. Era absolutamente blanca y aleteaba ligeramente..

    -Me gustas mucho Hermione- indicó el chico que la miraba detenidamente a los ojos. Su mirada parecía sincera pero había cierto aire de frialdad en su voz.





    Severus no podía creer lo que sus oídos captaban. Era Draco Malfoy confesándole a SU Hermione sus sentimientos. Draco Malfoy… Draco… Malfoy.

    ¿Cómo era que el niñato le había mandado flores y él no podía siquiera voltear a verla? Si no se apresuraba el rubio le ganaría terreno y no quería que eso pasara. Por cierto, ¿cómo había sido que el Slytherin se había fijado en ella tan de noche a mañana? Lo tendría que averiguar.



    Hermione quiso salir corriendo del pasillo pero la mano fuerte del chico no la dejaba ir. ¿QUÉ DEMONIOS HABÍA PASADO?

    -Ma-Malfoy, ¿Qué comiste ayer?

    El chico se la quedó viendo atentamente hasta que ella terminó de pronunciar las palabras. Sonrió de nuevo y cerró los ojos en un suspiro. Hermione aprovechó para zafarse y correr despavorida de ahí.



    -Señor Malfoy.

    Draco volteó hacia el origen de la voz. Snape lo aguardaba ahí. No tenía ni lamás mínima intención de hablar con ese pelele.

    -Snape.- Saludo Draco y se giró con toda la intención de irse. Tenía trabajo que hacer si quería a Hermione junto a él.

    -Te he visto con la sangre-sucia de Granger. ¿Desde cuándo el interés en ella Draco? Sabes que podría arruinar tu impía reputación como conquistador, ¿verdad?

    -Cállate Snape. No sabes lo que estás diciendo. Mi amor por ella es verdadero. Ya no me importa si lo sabes tú o lo sabe el mundo. La amo.

    -Te aconsejo que dejes en paz a la señorita Granger si quieres conservar tus… gónadas. Supe de buena fuente que es una leona cuando enfurece.

    Draco sonrió a la broma pobre de Snape.- Déjame decirte algo Severus, yo haré lo que me plazca y tú no interferirás. Ella será mía. Y sé de buena fuente que los leones temen a las serpientes.





    Severus no confiaba nada en lo que le había dicho Malfoy. Averiguaría todas sus intenciones antes de dejarlo… en paz.

    -Draco, acompáñame un momento.

    Snape arrastró a Draco hasta el armario donde guardaba los ingredientes para sus pociones. Ahí tomó una pequeña botellita verde que hacía que los demás siempre hablaran con la verdad.



    No encontraba ningún libro que dijera cómo contrarrestar inmediatamente la Amortentia. Sólo había uno que decía que los síntomas desaparecían por sí solos en una semana. ¡Merlín y Morgana enterrados juntos! ¿Qué había hecho ella para merecer eso? Si alguien la descubría estaría perdida y más si la descubría Snape.

    Hermione suspiró y se talló los ojos. Lo que daría por un beso se Severus. Se quedó pensando ahí cuando se le ocurrió una loca idea: ¿Y si lo seducía a base de… contacto físico? Ella no sabía pero podía aprender. ¿Y quién mejor para enseñarle que Malfoy mientras estaba “enamorado” de ella.

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    Snape le vació en la boca el Vitaserum a Malfoy. Éste hizo cara de asco pero la tragó ante la mirada agresiva de Severus.

    -Dime. ¿Desde cuándo andas tras Granger?

    -Desde ayer-confesó el chico- Me di cuenta de que es verdaderamente preciosa. Su cabello cobrizo refleja la luz del sol. Sus ojos parecen dos enormes joyas. Sus negras pestañas… toda ella es hermosa-repuso entre suspiros.

    -Sí, ¿pero en qué momento? Cuando fuiste a buscarme no estabas así…

    -Severus, el amor lo puede todo. Tú te reías como loco y yo sólo me quedé ahí… cuando pude haber ido tras ella.

    Severus se quedó pensativo. Draco lo había visto reírse al oler la poción que Hermione había hecho y luego… ¿Porqué había ido Draco a su despacho? Ah si, por su libreta y la manzana. Severus cayó en la cuenta.

    -La manzana- musitó quedamente - ¿Quién traía la manzana? Normalmente se podría culpar a la chica en cuestión pero Hermione era demasiado… rectada para hacer tal cosa. Además, ni siquiera estaba seguro si Draco la hubiera comido así que le preguntó. El chico salió de sus ensoñaciones y le replicó quedamente.

    -Sí. Estaba bastante buena.

    -¿A qué olía?

    -A manzana- respondió el rubio con una mueca de burla.

    -Sí pero, ¿no tenía un olor… diferente?

    Draco se quedó pensando. Sí, la verdad era que le había encontrado sabor a otra cosa pero no recordaba muy bien a qué. De pronto recordó que al morderla Hermione y sus curvas habían aparecido en su pensamiento.

    -Sí, olía a Hermione. Era deliciosa.

    ¡Por Merlín! Él estaba hablando de su chica y tenía que contenerse de golpearlo. Una pregunta más apareció en la mente de Severus.

    -¿Tú traías la manzana, Draco?

    -No, tú me la diste. La tomaste de tu escritorio al dejar de reírte como estúpido.

    Obviamente la Gryffindor la había dejado, ¿porqué en su escritorio?, ¿Acaso sabía que el joven Malfoy regresaría por su libreta? No era probable. La única solución era que iba dirigida únicamente para él, para Severus Snape. ¿Por qué?



    Hermione salió de la biblioteca corriendo. Necesitaba URGENTEMENTE al hurón malnacido para que le enseñara cómo seducir.

    Caminó hasta el Gran Comedor, salió a los jardines y miró el reloj. Faltaban menos de 10 minutos para la clase de pociones así que dejó la misión por la paz y se dirigió a las mazmorras pero esta vez sin acompañante.

    Apenas llegó Hermione a las mazmorras, Snape le indicó que pasara y cerró la puerta detrás de él. Todos los demás alumnos que ya estaban ahí se la quedaron viendo seriamente.

    Dentro del aula se encontraba Malfoy. Eso no le causó gracia a ella que no dijo nada por temor a un regaño de su profesor. Al verla ahí, Malfoy le guiñó un ojo.

    -Los he visto en el pasillo- indicó Snape famélico pero controlado. Hermione sólo pedía en su mente que la tierra la tragara.- Es una lamentable atropello a las normas de la institución lo que le acontece señorita Granger. Sabe usted que los filtros de amor (inclúyase amortentia) ¿están prohibidos dentro del castillo?

    ¡DEMONIOS!, la habían descubierto.

    -…Por tal motivo, descontaré 150 puntos a la casa de Slytherin.





    Era el turno de jugar de Severus así que miró a la chica con indiferencia y pudo notar con regocijo la cara de estupefacción que ella presentaba y la de ira del idiota de Malfoy.

    -¡ESO NO PUEDE SER!, ¡NO ES JUSTO!- clamaba el rubio con la cara compungida de rabia. Sus níveas manos estaba cerradas en puños que golpeaban insistentemente el escritorio de Snape pero éste sólo sonreía para sí.

    -Cállese Señor Malfoy si no quiere que la suma incremente.- Eso le gustaba verdaderamente: callar a la gente.

    -Pe-pero, ¿por qué le quita puntos a ellos?- dijo tímidamente la castaña.

    -Pues porque claramente la víctima, por así decirlo, es usted. El Señor Malfoy ha confesado haberle administrado Amortentia.

    -¿¿¿¡¡¡QUÉ!!!???- gritó la chica mientras se ponía de pie- ¡ÉL NO ME DIO AMORTENTIA!

    -¿Ah no? Pero si la forma en que usted lo mira es claramente un síntoma del consumo de esta peligrosa poción. Dudo que usted recuerde cuando la ingirió, señorita Granger, pero le aseguro que la sacaremos de su sistema inmediatamente.- A Snape cada vez más le gustaba ese juego y más al ver a la furiosa chica.

    -¿QUÉ NO ENTIENDE?-sollozó la Gryffindor.

    -¿Qué se supone debo entender Granger?-repuso Severus cada vez más seguro de su victoria.

    -¡NO QUIERO A MALFOY, TE QUIERO A TI ENGENDRO ESTÚPIDO!- masculló por último la chica antes de desplomarse sobre la silla.





    Severus no se esperó esa última reacción pero le causó mucha ternura ver a Hermione así. Enojada, llorando pero con los ojos muy brillantes e implorantes. Severus no pudo contenerse más sin acercarse a ella.

    -Tranquila preciosa. Perdóname si te herí pero quería escucharte decirlo.

    -¿Decir qué?-inquirió la chica.

    -Que me quieres.

    -¿Por qué?- murmuró apenada.

    -Porque yo también te quiero.

    Dicho esto, Severus acercó sus labios a los de ella y le propinó un casto beso en los labios.


    -------------------------------------------------------------------------------------------------------------------



    Hermione no podía creer lo que escuchaba, lo que veía, lo que sentía. Severus, su Severus la quería tanto como ella a él. Lo abrazó con fuerza ante la mirada incrédula de Malfoy. Ése cretino…

    Severus se levantó y apuntó al hurón con la varita. Éste retrocedió unos pasos pero no logró escapar del hechizo.

    -Obliviate.

    El rubio adquirió una expresión relajada y un poco soñadora. Severus volteo a verla y le dedicó una cálida sonrisa.

    -Hablaremos después. Es hora de dar la clase.

    -¿Y si alguien me pregunta?- repuso la chica tomándolo del brazo.

    -Le dirás que te he castigado por tu mala pócima.- Severus dio media vuelta para ir a abrir la puerta.

    Hermione se mordió el labio inferior y un tono rojizo se hizo presente en sus mejillas

    -En realidad no fue mala Hermione. Era excelente.

    Los alumnos entraron y la máscara de frialdad se hizo presente nuevamente en el rostro de Severus.

    -Entren y cállense. Los que ayer no supieron realizar la Magistis Eftigías la realizarán hoy SIN ERRORES. Los que si lo lograron harán Aperta Limina. El procedimiento está en la pizarra. Los ingredientes están en sus mesas.

    Severus fue a sentarse en su escritorio y se puso a calificar algunos trabajos, sin embargo por su mente no dejaban de pasar los últimos acontecimientos. Recordaba su felicidad palpable desde la confesión de Malfoy: Él estaba sentado ahí mismo en su escritorio pero enojado. Le había preguntado a Draco ¿Por qué Hermione había dejado ahí la manzana?

    -No los sé Snape. Yo sólo vi que la ponía encima junto con su pócima.- El rubio le estaba contando todo. Casualmente él había visto cómo la chica dejaba ahí la manzana.

    -¿Por qué la dejó?-repuso el pelinegro.

    -Porque era para ti. Yo sé que ella te quiere.

    Eso lo había dejado anonadado. ¿Quererlo? ¿A él? Eso era imposible pero parecía que sus sueños se hacían realidad.

    -¿Cómo los sabes?- inquirió seriamente.

    -La vi comprar la Amortentia en la tienda de las comadrejas. La vi poner la Amortentia en la manzana y la he visto mirarte en clase desde hace vario tiempo. Créeme, ella muere por ti Severus. Deberías aprovechar.

    ¿Aprovechar? Sonaba como si fuera a abusar de ella, sonaba mal. Sin embargo, faltaba muy poco tiempo para dejar de verla así que tomó la decisión de proceder con el plan. Se saltaría hasta el paso cuatro de su lista.

    Severus le sonrió secamente a Malfoy y fue hacia su armario personal. Tomó una pequeña piedra roja y agua.

    -Cómelo- le espetó Snape mientras le daba la piedra y el agua. El chico negó con la cabeza pero, de nuevo, Snape lo obligó a tragarlo.

    Tras varias arcadas, Malfoy tragó y se incorporó. Miraba confuso a Snape. Había pasado el efecto de la Amortentia y la mente del chico estaba en tinieblas.

    -Ahora, cuando Granger entre, le guiñarás el ojo. No quiero que le dirijas la palabra y tampoco a mí. Lo que veas te lo callas, ¿De acuerdo huroncito?

    Snape caminó a grandes zancadas a la puerta y había hecho pasar a la causante de sus desvelos. De ahí, ya era historia conocida. Él y Hermione por fin estarían juntos. Ella lo quería, él la amaba amaba. Una ancha sonrisa apareció en su rostro pero la suprimió rápidamente antes que algún otro alumno lo viera.



    El corazón de Hermione aún latía desbocado. Apenas hace unos momentos el causante de sus suspiros la había besado. Aún sentía su cálido aroma alrededor de ella. No podía concentrarse en nada hasta que sintió la mano de Neville asirse a la suya. Estaba tremendamente nervioso y pálido.

    -Ayúdame, no me salió la pócima de ayer y no sé qué más hacer. Por favor…

    Hermione leyó una vez más las instrucciones de la Magistis Eftigías y la elaboró rápidamente pero gracias a eso, su pócima quedó asquerosa. En ese momento Severus se paraba del escritorio y caminaba para revisar los calderos de todos. Estaba apenada de que no había podido hacer la poción por ayudar a Neville y mayormente por estar pensando en él.

    Severus se paró detrás de Neville y miró a su caldero.

    -No quiero que vuelva a hacer el trabajo del señor Longbottom, Granger. Castigada. Hoy la espero en mi despacho a las 7.

    Dicho esto se regresó a su escritorio y se sentó.- Embotellen sus pócimas y déjenlas en el estante. Nott, Goyle y Parkinson: sus pócimas no causaron alegría alguna. Quince puntos menos para Slytherin. Váyanse ahora.



    Hermione se paró de la butaca y salió del aula. Había visto la sonrisa casi imperceptible de Severus cuando la regañaba. No podía esperar a que fueran las 7 para encontrarse con él.



    Toda la tarde transcurrió lentamente tanto para Severus como para Hermione.

    Hermione se arregló cuidadosamente el cabello y se maquilló para su cita. Severus se rasuró y se puso un poco de colonia.

    Ambos querían que la hora de su encuentro llegara rápidamente pero parecía un complot del reloj que no quería unirlos rápidamente.

    Cuando por fin dieron las 7, Hermione tocó la puerta de las mazmorras. Desde dentro se escuchó un quedo <<pase>> y ella empujó la puerta sólo para encontrarse con un salón decorado con guirnaldas y velas. Justo en medio había una mesita preparada para una cena de dos. Severus la esperaba parado ofreciéndole un asiento junto a él y una copa de whiskey de fuego.

    Hermione caminó lentamente hacia él, admirando todo a su paso. Severus le sonreía coquetamente. No llevaba la acostumbrada túnica negra sino, más bien, unos jeans y una playera roja que hacía notar su marcado pecho y le confería a sus ojos un color negro más profundo. Hermione estaba embelesada, incluso él se había amarrado el cabello.



    Cuando estuvo frente a él, besó su mejilla. Ella lo miraba como eclipsada. Los dos unieron sus manos y se miraron directamente a los ojos.

    -Te quiero Severus.

    -Y yo a ti Hermione.

    Sus rostros se acercaron uno al otro y se unieron en un profundo beso que también unió sus corazones. Ambos respiraban el mismo aire. Ambos tenían la misma esencia. Ambos latían al unísono.
     
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    Tarsis

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    HAHAHAHAHAHAHAHAHAHAHAHAHA!
    Ambos con la poción de amor, esto es EPIC! Peléandose y discutiendo, celosos entre ellos, y la pobre Hermione en el medio: O____O Así como: ¿qué demonios les pasa a todos?

    En serio, fantástico. Sé que mi comentario debería ser un poco más extenso, pero, sinceramente, me dio flojera repentina. Es muuuuy bueno el escrito y me hizo reír como loca. ;) Espero leerte más seguido.
     
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