Amor opuesto[NamixLuffy]

Tema en 'One Piece' iniciado por Tania C Salazar, 15 Enero 2013.

  1.  
    dililit

    dililit Entusiasta

    Aries
    Miembro desde:
    4 Abril 2012
    Mensajes:
    56
    Pluma de
    Escritora
    Uno de los fic que siempre me deja con seguir leyendo
     
  2.  
    Hanatarou Hikari

    Hanatarou Hikari Iniciado

    Cáncer
    Miembro desde:
    29 Septiembre 2011
    Mensajes:
    16
    Pluma de
    Escritora
    Kya~! Luffy se esta enamorando de Nami XD y no quiere entregarla. Sanji se pone celoso muy faclmente, ¿que no que estaba enamorado de Kaya? Ya quiero ver el viaje a Africa, va a ser muuy divertido! Muajajajaja (disfruto del sufrimiento de los personajes :p ) Avisame cuando subas el proximo
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  3.  
    Tania C Salazar

    Tania C Salazar .

    Leo
    Miembro desde:
    8 Enero 2013
    Mensajes:
    32
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Amor opuesto[NamixLuffy]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    14
     
    Palabras:
    2400
    Capítulo 11. No sé lo que quiero.

    Me quedé sin excusas para no ir a África. Enfadada y angustiada, me encontré en el aeropuerto a las cinco y media de la mañana. Yo no quería estar allí, quería estar en casa, en mi cama, a punto de levantarme para ir a la universidad. A punto de empezar con mi rutina diaria, que consistía en levantarme, ducharme, lavarme el pelo y secarlo con el secador, tomar el metro y comprar un capuchino con Makino.

    Pero tan agradables recuerdos terminaron en cuanto llegó Luffy, iluminándolo, y enredándolo, todo con su presencia.

    —Qué aburrimiento— me dijo cuándo le hablé de lo que me gustaría estar haciendo.

    —A mí me gusta.

    —Pero también te gustará África, ya lo verás.

    —No me va a gustar en absoluto —repliqué yo, enfadada. Y al principio así fue.

    Tuvimos que cambiar de avión y, después de lo que me pareció una eternidad, era de noche cuando llegamos a Douala. El aeropuerto era todo lo que me había temido: lleno de gente, estrambótico, ruidoso. Un minibús debía esperarnos en la puerta, pero no estaba.

    El calor tropical era sofocante y el olor del aeropuerto, una mezcla de combustible, sudor y asfalto, se quedó atascado en mi garganta. Luffy, sin embargo, estaba de mejor humor que nunca mientras hablaba en francés con los oficiales de aduanas, que quisieron abrir todas nuestras maletas. Llevaba un pantalón caqui y una camisa de color verde oliva y estaba tan guapo como siempre… mientras yo tenía el pelo pegado al cráneo y sentía que el sudor corría por mi espalda. Éramos doce en el grupo, elegidos por Luffy. Nos conocíamos sólo de vista, pero Luffy me había asegurado que seríamos amigos para cuando volviésemos diez días después. Y yo me daba cuenta de que ya teníamos algo en común: la angustia.

    —Todo va bien. El minibús llegará en un minuto.

    El minuto se convirtió en veinte, pero al final un viejo y renqueante minibús apareció para llevarnos a un hotel donde tuvimos que dormir de cuatro en cuatro bajo una mosquitera. En las paredes había diminutas lagartijas casi transparentes y el ruido del viejo aparato de aire acondicionado me tuvo despierta toda la noche. Ah, sí, y encontramos una cucaracha enorme en el cuarto de baño.

    —Dime otra vez por qué iba a gustarme esto —lo reté al día siguiente, aplastada entre Luffy y el conductor de un Jeep que iba dando saltos por una carretera llena de baches.

    —Mira qué luz —dijo él— Afortunadamente, el conductor había tenido que pisar el freno porque estábamos atravesando un mercado— Mira lo vibrantes que son los colores. Mira la sonrisa de esa chica. Mira esos plátanos, esos tomates… ¡esas piñas! Nada envuelto en plástico o congelado —rió, pasándome un brazo por los hombros— Escucha la música que sale de las tiendas. ¿No te dan ganas de bailar?

    —Sí, claro, bailar en medio de la calle es algo que me sale de forma natural —repliqué yo.

    —Esto es una aventura. ¿Qué más quieres?

    —No sé por dónde empezar —suspiré yo.

    —Venga, Nami. Es muy divertido.

    —Esto me recuerda a mi infancia, cuando mi madre me llevaba por todo el país diciéndome cuánto debía gustarme cuando lo único que yo quería era quedarme en casa.

    —A lo mejor ella sabía que tenías la capacidad de pasarlo bien… si te relajaras un poco —sonrió Luffy— A lo mejor pensaba que tenías miedo del amor y la pasión que hay dentro de ti.

    Sí, desde luego ése era el tipo de cosa que diría mi madre.

    —¿Y a ti qué más te da? Nosotros no tenemos una relación de verdad y aunque así fuera sólo sería temporal —repliqué, enfadada— No vas a quedarte a mi lado el tiempo suficiente como para que te importe mi capacidad de hacer esto o lo otro.

    Luffy se quedó en silencio un momento.

    —No me gusta que se desperdicie nada.

    No entendí muy bien a qué se refería, pero no hice comentario alguno, ¿para qué? Además, estaba demasiado ocupada agarrándome al asiento. Yo había pensado que la carretera de Douala era mala, pero no tenía ni idea de lo que me esperaba. Después de atravesar un pequeño pueblo, la carretera se deterioró hasta que no quedaba ni rastro de asfalto y un repentino aguacero no mejoró la situación precisamente. Nuestro pequeño convoy de Jeeps tuvo que parar un par de veces para sacar a uno o más vehículos enterrados en el lodo.

    —Esto se llama salir de la rutina —sonrió Luffy mientras arrimaba el hombro, literalmente, para sacar un Jeep de un barrizal. Cuando llegamos a Aduaba, un pueblo entre la selva y un río de aguas oscuras, estábamos llenos de barro, agotados y muertos de hambre. Mi alivio al bajar del Jeep se convirtió en horror cuando descubrí que los chamizos con techo de paja eran un lujo comparados con nuestro acomodo para esa noche: unas lonas colocadas sobre unos palos.

    —¿Tenemos que alojarnos aquí durante diez días?

    —Venga, Nami, no es tan horrible. No hace frío y las lonas ofrecen protección.

    —¿Pero cómo vamos a dormir?

    —¿Por qué crees que te hice comprar una colchoneta?

    —¿Vamos a dormir en el suelo?

    La sonrisa de Luffy fue respuesta suficiente.

    —¿Y tú? —le pregunté, recelosa.

    —Yo estaré a tu lado… con todos los demás, no te asustes.

    —¿Ace sabe en qué condiciones estamos?

    —No lo creo —contestó él, tan tranquilo— Pero las condiciones no son tan malas. Esto no son unas vacaciones en un hotel de cinco estrellas, es un reto. Tienes que ver cómo viven otras comunidades.

    —Ah, claro.

    —Y me apuesto lo que quieras a que en unos días te gustará tanto como ir a un partido de polo o a un palco en el teatro… lo que sea que organice Ace para tener contentos a sus empleados.

    —¿Quieres apostar? —le pregunté yo, cruzándome de brazos

    —Pues muy bien, de acuerdo.

    —Pero si gano, tendrás que… —intenté pensar en algo que hiciera a Luffy sentir incómodo y fuera de su elemento— Tendrás que llegar a la tutoria a las ocho de la mañana en punto, los fines de semana y claro, también en vacaciones.

    Él lanzó un silbido.

    —¿Y si gano?

    —No vas a ganar, pero dímelo tú.

    —¡Eres muy mala, Bollito de Crema! Bueno, vamos a ver… como sé que voy a ganar sería tonto si no eligiera una fantasía, ¿no?

    —¿Qué fantasía?

    —Estamos en la tutoria, en mi casa y tu entras con tu cuaderno… llevas uno de esos serios trajes de chaqueta y tus gafas.

    —Eso no es una fantasía, es lo que hago casi todos los días.

    —Ah, sí, pero cuando termines de tomar notas no harás lo que haces normalmente. Te quitarás las gafas y en lugar de ir a tu casa antes te acercarás a mí. Luego te soltarás el pelo y desabrocharás la chaqueta muuuuuy despacio, sin dejar de mirarme a los ojos.

    Mi corazón se había vuelto loco, pero conseguí poner los ojos en blanco

    —Pensé que se te ocurriría algo más emocionante.

    —Podría hacerlo más emocionante, pero no sería justo porque vas a tener que hacerlo —sonrió Luffy, travieso.

    —No lo creo —repliqué yo, combativa— ¿Ya está? ¿Me suelto el pelo y me desabrocho la chaqueta si al final disfruto de este viajecito?

    —Pero también tendrás que besarme. En cuanto a lo que pase después del beso…eso depende de ti.

    —No creo que sea un problema —dije yo— Y espero que tengas un buen despertador, porque estoy segura de que voy a ganar.

    Pero perdí.

    La primera noche fue incomodísima, pero en los días que siguieron llegaba a la tienda tan cansada que la colchoneta me parecía un colchón de plumas. Estuvimos diez días ayudando a la gente del pueblo a construir el centro médico que habían empezado un par de años antes, pero para el que se habían quedado sin fondos. Luffy había organizado que llevasen todos los materiales que necesitábamos y, al final, debo reconocer que la experiencia me abrió los ojos. Trabajábamos mucho y el calor y la humedad eran insoportables, pero me gustaba ver cómo el edificio empezaba a tomar forma y, saber que estaba haciendo algo por los demás. Cuando pienso en ese viaje lo que más recuerdo es la risa de los niños, las mujeres… todo el mundo riendo a pesar de las condiciones en las que vivían.

    Nunca he conocido una comunidad que encontrase tanto humor en todo. La gente de Aduaba me hizo sentir humilde con su generosidad, su simpatía y su hospitalidad y no puedo creer que el primer día mirase aquellas cabañas con tanto desprecio. Cuando me invitaron a entrar descubrí que el suelo de tierra estaba barrido y todo escrupulosamente limpio y ordenado.

    —¿Por qué no puedes tener tú casa así, Luffy?

    Las mujeres eran particularmente divertidas y trabajadoras. Algunas de ellas hablaban alguna palabra de francés o español y yo aprendí otras en su idioma, de modo que conseguimos comunicarnos. Y yo aprendí a apreciar el olor de la selva, cómo la oscuridad caía como una manta, la belleza de la niebla sobre el río a primera hora de la mañana…

    Empecé a prestar atención a los sonidos que al principio me parecían tan extraños: los gritos de los monos, el vuelo de los insectos en la oscuridad, el crujir de la vegetación y la lluvia sobre la lona, el goteo de las hojas después. Pero sobre todo me abrió los ojos en cuanto a Luffy. Ya sabía que Monkey D. Luffy era mucho más que un famoso superficial, pero no sabía que fuera un hombre tan profundo. Estaba en su elemento allí, aquél era su sitio como no lo sería nunca un asiento de la universidad. Donde había risas siempre lo encontrabas a él. Hablaba el idioma bastante bien y tenía una extraordinaria habilidad para solucionar problemas y controlar las tensiones del trabajo diario. Supongo que no me había dado cuenta de lo competente que era. Recuerdo haberlo mirado, fascinada, mientras clavaba unas tejas con expresión absolutamente concentrada. Pero cuando uno de los hombres gritó algo que sonaba como una palabrota, él levantó la cabeza y gritó algo que los hizo reír a todos. Y al ver su familiar sonrisa, se me encogió el corazón.

    Por las noches oía su respiración a mi lado y sabía que él era la razón por la que no tenía miedo. Era la razón por la que estaba allí, después de todo. La razón por la que yo estaba cambiando. Y estaba cambiando, me daba cuenta. Me sentía como una mariposa saliendo de su crisálida, incrédula ante lo que me estaba pasando. Además, no todo era trabajo. Aparte de ayudar, jugaba en la orilla del río con los niños y ayudaba a las mujeres a cocinar. Uno de los hombres nos llevó a la selva para enseñarnos una tarántula goliat en su tela. Te lo juro, la araña era tan grande como mi mano. Ninguno de nosotros se atrevería a ir solo por allí.

    En una ocasión Sanji y yo tomamos una motora para dar un paseo por el río y me sentí muy cómoda con él, casi olvidado mi desesperado anhelo de que me declarase su amor.

    —Es curioso pensar que pronto volveremos a casa —dijo él— Admito que temía este viaje, pero ha terminado siendo una de las mejores cosas que he hecho en mi vida.

    —A mí me pasa lo mismo.

    —Y ha hecho que me dé cuenta de que no te conocía antes…

    —Lo sé —dije yo, metiendo la mano en el agua— Pero creo que he cambiado desde que llegamos aquí. No era así antes o si lo era no lo sabía. Pensé que este viaje sería una tortura, pero es todo lo contrario.

    —Sé que Luffy y tú están juntos —dijo Sanji entonces— Pero sólo quiero que sepas que eres maravillosa, Nami. Y si algún día dejas de estar con él, me gustaría que tuviéramos otra oportunidad.

    Yo me quedé en silencio. ¿Cuántas veces había soñado que Sanji me dijera esas palabras? Pero ahora que lo había hecho no sabía qué decir.

    —¿Y Kaya? —le pregunté.

    —Kaya ha vuelto con su ex novio. Creo que siempre supe que estaba conmigo porque si y ahora que ha vuelto con él me doy cuenta de lo cerca que he estado de cometer un grave error.

    De modo que no podía usar a Kaya como excusa, pensé. ¿Excusa? ¿Por qué necesitaba una excusa?

    —Sé que no te aprecié en lo que vales cuando estábamos juntos, pero ahora me doy cuenta de que tenemos mucho en común.

    —Sí, supongo que sí.

    —Vemos las cosas de la misma manera —siguió Sanji, inclinándose un poco hacia mí—Tenemos los mismos valores.

    Era cierto. Y por eso lo había querido, ¿pero por qué había esperado tanto para darse cuenta? Francamente, eso me molestaba un poco.

    —Sanji, yo…

    —No pasa nada —me interrumpió él— Sé que estás con Luffy. Sólo quería hacerte saber lo que siento y decirte que siempre estaré ahí para ti.

    ¿Por qué tenía que ser tan encantador?, me pregunté mientras volvíamos a la orilla. Habría sido mucho más fácil para mí descubrir que era un torpe o un vago. O que no le gustase Camerún. Pero, en cierto modo, nunca me había gustado más de lo que me gustaba en aquel momento. Sanji conocía la reputación de Luffy tan bien como yo y no habría dicho nada sino pensara que mi relación con él terminaría tarde o temprano. Y así sería. Todo estaba saliendo como Luffy había predicho. Una pena que yo ya no supiera qué quería.

    La última noche en Aduaba la gente del pueblo organizó una fiesta en nuestro vino de palma y escuchamos los sonidos de la selva por última vez mientras los hombres tocaban los tambores. La música africana tiene un ritmo irresistible y podía sentirlo latiendo en mi sangre, de modo que cuando unas mujeres me sacaron a bailar casi me alegré. Debía tener un aspecto ridículo moviendo mi trasero, pero daba igual. Sólo vacilé cuando encontré a Luffy mirándome con un extraño brillo en los ojos… pero un segundo después estaba riéndose mientras se dejaba arrastrar al baile y decidí que debía haber sido mi imaginación.

    Lo siento muchísimo por no subir capitulo, en verdad lo siento. Subiré otro capitulo mañana. :)
     
  4.  
    SusanDMerry

    SusanDMerry Entusiasta

    Aries
    Miembro desde:
    7 Mayo 2013
    Mensajes:
    87
    Pluma de
    Escritora
    Por fin el siguiente capitulo! jajaja y cada vez más interesante :)
    Nami me parece a mi que Sanji ya no le gusta tanto, porque si hubiese sido hace unas semanas se habría lanzado a sus brazos sin pensarlo, pero ahora se lo pensó y bastante.
    Estoy ansiosa para el cap de mañana ^-^ Nos leemos. Sigue asi!
     
  5.  
    Alma Perdida

    Alma Perdida Entusiasta

    Sagitario
    Miembro desde:
    24 Septiembre 2013
    Mensajes:
    87
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    OH!! Recuerdo haber leído este fic antes de crear mi cuenta :') Me gusta mucho! XD en lo personal pienso que Luffy y Nami están jodidamente enamorados uno del otro, solo falta que se den cuenta xD Buen cap, espero poder ver pronto el castigo 7ww7 Felicidades por tu historia!!
     
  6.  
    Tania C Salazar

    Tania C Salazar .

    Leo
    Miembro desde:
    8 Enero 2013
    Mensajes:
    32
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Amor opuesto[NamixLuffy]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    14
     
    Palabras:
    2608
    Capítulo 12: Continuar mi camino.

    Ah... este capitulo esta inspirado en la cancion de Adele - Chasing Pavements.

    Pase los dedos por el libro que rodeaba mis manos como si no lo hubiera visto antes.

    Me sentía muy extraña de vuelta en la universidad. Mi cabeza seguía llena de África y el metro me había parecido asfixiante, claustrofóbico. Concentrarme era casi imposible. No podía dejar de recordar a Luffy sin camisa, sus músculos marcados por el esfuerzo mientras levantaba tablones de madera. Luffy riendo con los niños en el rio, Luffy absolutamente sereno bajo el calor y la humedad de la selva… muy a tiempo llego al salón y me quede sin aire. Me molestaba que pareciese el mismo de siempre mientras yo me sentía completamente diferente

    —Veo que no te has comprado un despertador—le dije, intentando disimular que mi corazón latía a una velocidad alarmante.

    —No, no soy yo quien perdió la apuesta.

    Que mencionase la apuesta me dejo en silencio. No habíamos vuelto a hablar de ello y me había convencido a mí misma de que luffy no hablaba en serio. Solo había sido una broma… ¿no? afortunadamente no dijo nada más. Se limitó a entrar y sentarse en su asiento.

    Aliviada, me senté frente a él con mi cuaderno y estuvimos repasando lo más urgente.

    -o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-
    —¿Quieres una café? —le pregunte.

    —No, gracias. Aún tenemos un pequeño asunto que solucionar—contesto con una sonrisa— creo que me debes algo.

    —¿Ahora mismo?

    —Yo creo que lo mejor es pagar las deudas lo antes posible, ¿no te parece?

    —Sí, claro.

    —¿Recuerdas los términos de la apuesta?

    Parecía estar esperando que intentase renegociar la apuesta, pero supe repentinamente que no quería hacerlo.

    —Tenías razón, me encanto Camerún— le dije, quitándome las gafas.

    Luego me levante tranquilamente y di la vuelta a la mesa que nos separaba para colocarme frente a él. Luffy estaba en silencio mientras me apoyaba en la mesa para quitarme el prendedor del pelo y lo sacudía después, dejando que cayera sobre mis hombros. Que humillación, decía mi parte sensata. Que inapropiado. Que vulgar. ¿Cómo me había metido en aquella situación, en la que me sentía un poquito perversa, un poquito lujuriosa y un poquito sexy? ¿Cómo podía excitarme aquello? Pero así era. Ahora no puedo recordarlo sin angustiarme, pero en ese momento… si, desde luego era excitante.

    —¿Lo estoy haciendo bien?

    —Perfectamente— contesto él. Pero su voz sonaba tan tensa y yo sentí una ola de júbilo. Apartándome de la mesa, me acerque un poco más y desabroche uno de los botones de mi chaqueta. Luffy no decía nada, sus ojos estaban clavados en mí y empezaba a respirar con cierta dificultad. Revelando la camisola de seda beige que llevaba bajo la chaqueta, me incline y puse los labios sobre el pulso que latía frenéticamente en su cuello.

    Sonriendo al notar que contenía el aliento, le eche los brazos al cuello y me senté sobre sus rodillas.

    —¿Lo estoy haciendo bien? —susurre.

    —Si—contesto el, con voz ronca, metiendo una mano, bajo mi falda. Podía ser vulgar y profundamente inapropiado, pero me gustaba tanto que me daba igual.

    Tengo un nebuloso recuerdo de lo que paso después. El beso era más fuerte que ninguno de los dos, envolviéndonos como un tornado y enviándonos a un sitio lejos de su casa donde solo había labios y lenguas, manos que se movían ansiosamente, los latidos de nuestros corazones y la dulce embriaguez de ese beso que no terminaba nunca. Tristemente, su casa no nos había olvidado porque alguien carraspeo a nuestra espalda y nos apartamos de golpe, pero sin movernos de sitio.

    Ace estaba en la casa, mirándonos con expresión aburrida.

    —He llamado tres veces.

    —Estamos ocupados, Ace.

    —Sí, ya veo. Me alegra saber que no han olvidado que están aquí para estudiar—dijo el, irónico.

    —¿Querías algo o solo has venido para estropear una tarde perfecta?

    —No estaría aquí si no fuera importante.

    Luffy me soltó entonces y yo intente abrocharme la chaqueta a toda velocidad.

    —Espero que lo sea—dijo, suspirando.

    —¿Quieres una café, Ace? — murmure sin saber que decir.

    —No, en realidad esto te concierne a ti también.

    Oh, no, iba a quitarme de tutora o me sacara del cuadro de honor por no estar estudiando, por bueno... Ya saben.

    —¿Nos sentamos? — pregunto, señalando los sofás. Luffy y yo nos miramos como dos niños traviesos.

    —Sí, claro.

    —Ya sabes que Tashigi se ira— empezó Ace.

    Y yo me sentí tan aliviada al saber que no iba a regañarme así que empecé a sonreír… antes de pensar que podría ocurrir algo malo.

    —Ah, sí.

    —Tashigi ha tenido que preparar papeles y es un inconveniente enorme. Yo ya me había resignarlo a perderla en agosto, pero a partir del viernes no vendrá a la universidad.

    —¿Y porque estás aquí Ace? ¿O tenemos que adivinarlo? — le pregunto Luffy.

    —Necesito una sub-jefa de inmediato y preferiblemente alguien que esté familiarizado con esto, y buena estudiante.

    —Nami quieres decir.

    —Podría reemplazar a Tashigi mientras está de baja—asintió el, mirándome— y me gustaría que empezaras hoy mismo, aunque solo sea para ayudarme unos meses.

    —¿Pero y Luffy? Yo estoy en las tardes ayudándolo.

    —Me alegro mucho de que hayan establecido tan buena relación… demasiado bueno diría yo, pero esto serán algunos meses y quiero creer que Luffy puede estudiar algunos meses solo.

    —¿Se lo has mencionado al profesor que quieres que Nami te ayude? — Replico Luffy, poniéndose serio— estamos hablando de Nami y de donde quiere estar. Seguro que ella estará encantada de ayudarte en este momento de crisis…

    —Sí, claro.

    —Pero después de eso, depende de ella.

    —Me parece justo— dijo Ace levantándose— y te lo agradezco.

    —¿Quieres que vaya ahora mismo?

    —Si no te importa.

    Así era Ace, todo estudio. Evidentemente, no se le ocurrió que yo podría querer hablar a solas con Luffy.

    —No dejes que se aproveche. — bromeo él.

    De modo que allí estaba, de ayudante con unos de los mejores estudiantes de la universidad, la mejor oportunidad para aprender más, y en lo único que podía pensar era en aquel beso. Ace se comportaba como si no pasara nada y yo se lo agradecí. No me podía creer que unos minutos antes hubiera estado besando apasionadamente a Luffy. Pero, al mismo tiempo, no podría creer que hubiésemos parado. ¿Cómo habría terminado si Ace no nos hubiera interrumpido? ¿Habríamos hecho el amor en su casa, con la puerta abierta? No, no, que horror. Podría haber puesto en peligro mi tutoría y a Luffy por algo así. Aquello se me estaba escapando de las manos y no me gustaba. Fue un dia extraño, desconcertante. Caimie, la estudiante que estaba reemplazando a Tashigi, dejo escapar un suspiro de alivio cuando me aparecí.

    —Menos mal, estaba muerta de miedo. Estar con Ace me da pánico.

    No sé cómo conseguí mantenerme serena durante todo el día y no creo que nadie pudiera adivinar que bajo esa tranquila fachada no dejaba de pensar en el beso. Pero casi me alegraba de que Ace nos hubiera interrumpido. Yo, sentada sobre las rodillas de mi pupilo. Yo, la serena, fría y competente Nami. Había puesto mi tutoría y mis estudios… todo en peligro. Había hecho lo que había jurado no hacer nunca: perder el control. Cuanto se alegraría mi madre si lo supiera. A las seis en punto volví a casa de Luffy y llame a la puerta antes de entrar. Él estaba sentado en uno de los sofás, estudiando.

    —Hola—sonrio.

    —Hola— dije, sentándome a su lado.

    —¿Qué tal va todo?

    —Bien—

    ¿De verdad nos habíamos besado unas horas antes? Ahora estábamos hablando como dos extrañs y yo no lo podía soportar.

    —Tengo la impresión de que no vamos a retomar lo que hemos dejado a medias.

    —No—dije yo—ya he pagado mi deuda.

    Pero se me encogió el corazón decirlo. Había mucho más que un beso o el pago de una apuesta y los dos lo sabíamos.

    —He decidí quedarme con Ace hasta que vuelva tashigi o alguien mas.

    —Ya me lo imaginaba.

    —Es una buena oportunidad para i y, además, creo que también es mejor para los dos. Seria incomodo que siguiéramos estudiando juntos.

    —¿Por qué?

    —Creo que es hora de terminar con esta farsa, Luffy. Ya ha servido su propósito.

    —¿Sanji te ha pedido que vuelvas con él?

    —Hablamos en Audaba—admití yo— me dijo que le gustaría que lo intentásemos de nuevo.

    —¿Y qué dijiste tú?

    —Que lo pensaría.

    —Ya veo.

    —Ya han publicado un artículo y hasta Hancock ha decidido dejarte en paz—intente bromear—yo creo que deberíamos dejarlo.

    —¿Es eso lo que quieres?

    —La verdad, no sé lo que quiero. Todo ha sido…— intente describir lo que sentía, pero no era capaz de hacerlo— estoy un poco desconcertada. Tú, Sanji, África, este nuevo puesto… ya no sé lo que quiero. Ni lo que estoy haciendo.

    —Pues esta mañana parecías saberlo muy bien. —dijo Luffy

    —Sí, bueno… creo que me deje llevar. Lo siento.

    —No, no te disculpes— dijo el entonces, casi enfadado— dejarse llevar no es siempre malo, Nami.

    —Lo es para mí— suspire, acercándome a la ventana— mi madre se ha pasado la vida dejándose llevar por unas cosas o por otras y me arrastraba a mí con ella… lo único que he querido siempre es tener algo a lo que agarrarme, un sitio que pudiera llamarlo «mi casa». Por eso mis estudios son tan importantes para mí. Sé que no es una gran carrera, pero me gusta y lo hago bien. Y lo de esta mañana ha sido muy poco profesional— le dije, volviéndome para mirarlo— cuando vi a Ace pensé que iba a despedirme como tutora o quitarme del cuadro de honor. Y habría sido lo más lógico, además.

    —No te habría hecho nada porque yo no le habría dejado. Y solo era un beso, Nami, no espionaje. Deberías ver las cosas con cierta perspectiva. No es para tanto.

    —Para ti tal vez— replique—a ti no te importa esto, tú no quieres estar aquí. Sé que prefieres viajar, retarte a ti mismo… quieres hacer muchas cosas y puedes hacerlas, pero yo solo tengo mis estudios para salir adelante.

    Los dos nos quedamos en silencio, mirando por la ventana.

    —Tal vez que Ace nos interrumpiera ha sido lo mejor, tienes razón— dijo por fin.

    —Encontrare una tutora para ti en cuanto pueda.

    —No hay prisa. En realidad, estaba pensando en marcharme unos días. Me han llamado para preguntar si podía ocupar el lugar de un miembro de una tripulación que se ha puesto enfermo… y les he dicho que esta noche les daría la respuesta.

    —¿Y qué pasa con Galley La y la escuela?

    —No hay nada urgente. Los proyectos finales, con tu ayuda, los he entregado, solo unos días y regresare para los finales. Solo queda el trabajo de Galley La de Relaciones Publicas pero eso puedo hacerlo desde un yate, de modo que hace no se quejara… especialmente después de haberme robado a mi tutora.

    Siempre seria así, pensé. Yo agarrándome a la seguridad de la rutina y Luffy siempre en busca de emociones. Nunca podría haber funcionado, éramos demasiado diferentes.

    —Bueno… ¿y que diremos de nuestra relación si alguien pregunta?

    —puedes contarle a todo el mundo que te has cansado de mi—sugirió el— te creerán porque saben que no me gustan los compromisos.

    —O tu podrías decir que yo no era lo bastante excitante para ti. También te lo creerá todo el mundo.

    —No si te hubieran visto soltarte el pelo esta mañana. —sonrió Luffy.

    Aparentemente, no había nada más que decir. Estábamos frente a la ventana, sin mirarnos, los dos pensando que era lo mejor. Pero me preguntaba si Luffy se sentía tan triste como yo.

    —Bueno —dije por fin— parece que todo va a cambiar para los dos.

    —Sí —dijo él, volviéndose para mirarme— Gracias por todo lo que has hecho, Nami. Espero que Ace sepa la suerte que tiene.

    —Gracias por los donuts —sonreí yo.

    —No serán lo mismo sin ti.

    Yo quería decirle que pensaría en él cada vez que tomase un café, que lo echaría de menos. Quería darle las gracias por haberme llevado a África, por hacerme reír, por hacerme sentir. Pero tenía miedo de romper a llorar.

    —Tengo que irme —fue lo único que pude decir— Nos veremos antes de que te vayas, imagino.

    No sé si así fue más fácil o no, pero no volví a verlo. Me envió un e-mail diciendo que tenía que tomar un avión al día siguiente y que no podría ponerse en contacto conmigo durante algún tiempo.

    Sé que eres más que capaz de tomar decisiones en mi ausencia. Y disfruta de esa oportunidad, te lo mereces.

    Luffy

    Yo intenté disfrutarlo, en serio. Me había dicho a mí misma un millón de veces que era lo mejor. No me habían quitado del cuadro de honor y estaba con Ace entre los mejores, podría ahorrar de verdad y, con un poco de suerte, dar la fianza para un estudio a finales de año. ¿Qué más podía desear? Pero cada vez que me preguntaba eso la imagen de Luffy aparecía en mi cabeza. Podía ver su sonrisa un poco torcida, los ojos negros tan brillantes, su calor, su sentido del humor, la solidez de su presencia. El anhelo de volver a verlo era tan grande que me gustaría ir a su casa corriendo, sentarme sobre sus rodillas y…

    Y no podía hacerlo porque se había marchado. Estaba en el mar, con el viento en su pelo, los ojos llenos de sol. Estaba donde quería estar.

    Y yo estaba donde quería estar, intentaba recordarme a mí misma. De modo que me lancé de cabeza al trabajo para olvidarme de todo lo demás. Y, afortunadamente, la gente me dejó en paz. No había habido necesidad de anunciar que Luffy y yo habíamos roto. Creo que la gente lo entendió y me alegraba de no tener que hablar de ello. Estudiar con Ace era muy diferente a estudiar con su hermano. No había descansos para tomar café, ni donuts. Ace nunca se sentaba en mi butaca, ni fingía que la grapadora era un micrófono o pretendía morderme y no le interesaba nada mi vida fuera de la universidad. Aunque no tenía mucha vida fuera de ella.

    Hasta Vivi estaba preocupada.

    —Fingiste tener una relación con Luffy para recuperar a Sanji, así que no entiendo por qué no sales con él ahora. No deja de llamarte y esta vez parece que va enserio. Incluso ha dejado caer que podrían casarse.

    —Yo no quiero casarme con Sanji. No sería justo.

    —¿Porque estás enamorada de Luffy?—Ni siquiera intenté negarlo, ¿para qué? Pero tenía que ser realista.

    —Me gusta Sanji… en realidad me gusta más ahora que cuando estábamos saliendo, pero si me caso con él será porque tiene un trabajo fijo y está dispuesto a sentar la cabeza. Y ésas no son razones suficientes. No quiero tener una relación así. Me he dado cuenta de que no necesito apoyarme en nadie para sentirme segura. Si quiero seguridad, tendré que conseguirla por mí misma. Ahora he ahorrado, pronto saldré de la universidad y trabajare, con eso poder pagar la fianza para un piso… así me sentiré segura.

    Vivi hizo una mueca.

    —Sé que la seguridad es importante para ti, Nami, ¿pero no quieres algo más?

    Yo aparté de mi cabeza la imagen de Luffy.

    —Sentirme segura es suficiente— le dije.


    Tal vez el próximo es el ultimo capitulo, umm no lo se, haber que cosas me quedan por aclarar. XD
     
    Última edición: 14 Octubre 2013
  7.  
    SusanDMerry

    SusanDMerry Entusiasta

    Aries
    Miembro desde:
    7 Mayo 2013
    Mensajes:
    87
    Pluma de
    Escritora
    :O Qué tensión! Bueno si es el ultimo capitulo espero que acaben juntos jaja Muy bien el capítulo, me ha gustado mucho y estoy super ansiosa de leer el siguiente :)
    Nos leemos!
     
  8.  
    dililit

    dililit Entusiasta

    Aries
    Miembro desde:
    4 Abril 2012
    Mensajes:
    56
    Pluma de
    Escritora
    oooooo siempre me dejas picada aaaaaa :confused:
     
  9.  
    Tania C Salazar

    Tania C Salazar .

    Leo
    Miembro desde:
    8 Enero 2013
    Mensajes:
    32
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Amor opuesto[NamixLuffy]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    14
     
    Palabras:
    3678
    Capítulo 13. Tan bello es caer a tus pies.


    Por supuesto, no era tan fácil. Estaba muy bien decidir que iba a olvidar a Luffy, ¿pero cómo iba a hacerlo si estaba perdido en medio del Atlántico? No podía ni pensar en comprar un estudio hasta que tuviera la seguridad de que estaba a salvo.

    Sabía que programa de televisión grababa en el barco que estaba Luffy y sabía que seis barcos que habían salido de Río de Janeiro se habían encontrado con una tormenta. Uno de ellos había perdido el mástil y un miembro de la tripulación había caído al agua debido a las olas gigantes… estaba tan asustada que interrumpí a Ace en medio de una reunión con la sociedad de padres de familia para preguntarle si sabía algo de su hermano.

    — Luffy está bien, llamo a casa y han rescatado el barco que perdió el mástil, no te preocupes.

    De modo que seguía allí, en medio del mar. Disculpándome con la mirada, salí de la sala y volví a concentrarme. Pero tuve el corazón encogido hasta que me enteré de que el tiempo se había calmado y los barcos volvían a tierra.

    Como si no tuviera bastantes preocupaciones, mi madre anunció de repente que había decidido cerrar la tienda en Taunton para, y lo repito literalmente, convertirme en peregrina por las sagradas rutas de nuestros ancestros.

    Cómo iba a sobrevivir mientras recorría el país no estaba claro.

    —Todo es parte del proceso de curación —me dijo, absolutamente despreocupada—. Esto es importante, cariño. El centro galáctico está en crisis y debemos canalizar nuestras energías para restaurar el equilibrio.

    A mí me parecía que no era sólo el centro galáctico lo que estaba en peligro. Sus asuntos económicos eran un desastre y, tristemente, “canalizar nuestras energías” no iba a solucionarlo.

    —¿Te puedes creer que me han cortado la luz en la tienda?

    Ésa es mi madre. No tiene ningún problema para creer que tiene conexión directa con el centro galáctico, sea lo que sea, pero se lleva una sorpresa cuando le cortan la luz por falta de pago.

    ¿Entiendes ahora por qué no podía concentrarme en comprar un estudio?

    Estaba claro que tendría que ir a Taunton para solucionar los asuntos de mi madre y en cuanto supe que el barco de Luffy había llegado a tierra le pedí a Ace unos días libres.

    —Seguramente tendré que hablar con el banco y con el dueño de la tienda de mi madre y eso tengo que hacerlo un día laborable.

    Ace me miró, pensativo.

    —Es una pena que se te dé tan bien solucionar problemas —me dijo—. Tómate el tiempo que necesites, Nami. Caimie tendrá que soportarme sola —añadió, volviéndose para mirar el libro que leía—. Creo que todos los barcos han vuelto a Boston, así que imagino que Luffy estará a punto de volver a casa.

    Luffy. Pensar en él me hizo sonreír.

    —Nosotros ya no… en fin…

    —No tienes que explicarme nada, prefiero no saberlo. ¿Sabes que Sanji nos deja, por cierto? Va a irse con Tashigui.

    Un minuto después me dirigí con Sanji para darle la enhorabuena.

    —Esto no tiene por qué ser una despedida.

    Luego insistió en invitarme a una copa para celebrarlo y, una vez fortificado por una copa de champán, tomó mi mano y me pidió que me casara con él.

    —Podríamos ser felices juntos, Nami.

    Era inteligente, atractivo, tenía un buen puesto. Una vez lo había adorado y ahora… ahora sólo podía pensar que era un buen hombre. Nunca había sentido deseo por él. Creo que Sanji no sospechaba que yo pudiera sentir deseo por nadie hasta que Luffy hizo que se lo preguntara.

    Y fue entonces cuando dejé de intentar convencerme a mí misma de que no estaba enamorada de Luffy. Lo estaba, quisiera o no. Por lo tanto, rechacé amablemente la proposición de Sanji y tomé el tren para Taunton sintiéndome extrañamente liberada, como si me hubiera quitado un peso de encima.

    Era una extraña mezcla de alivio y pena; el alivio de dejar atrás algo viejo y no deseado, combinado con el miedo a empezar otra vez yo sola.

    Mi madre se mostró tan encantadora como siempre. Y aunque intenté hacerle ver la realidad no sirvió de nada.

    —El plano material no tiene ninguna importancia para mí —me explicó.

    Suspirando, tuve que rendirme. Yo había tenido que encargarme de las cuestiones prácticas de abrir la tienda y, aparentemente, iba a tener que ser yo también quien se encargara de cerrarla.

    Pero no estaba preparada para la situación con la que me encontré. El director del banco me explicó que la cuenta de mi madre estaba en números rojos y el propietario del local estaba furioso porque se le debían varios meses de alquiler.

    —¡Quiero que se marche y que se lleve toda la basura que tiene allí! Deje el local limpio y considérese afortunada si no presentó una demanda.

    Mi madre volvió a la tienda de campaña que compartía con sus amigos y yo me alojé en un hostal del pueblo. Sentada al borde de la cama, mirando la estación de tren desde la ventana, me sentía tan sola que casi no podía respirar.

    Había sido tan cauta toda mi vida. Una buena chica, sensata y seria que siempre decía que no. ¿Y dónde me había llevado eso? Estaba sola y triste en la habitación de un hostal barato y al día siguiente tendría que solucionar otro de los desastres de mi madre…

    Llamé a Vivi por teléfono, pero había salido con Kohza. Mejor, pensé. Estaba tan contenta organizando su boda que no quería deprimirla. Además, la única persona con la que de verdad quería hablar era Luffy.

    Lo echaba de menos. Echaba de menos su sonrisa, el calor de sus ojos negros brillantes, su energía y su sentido del humor. Incluso echaba de menos que me llamase Bollito de Crema, imagínate lo sola que me sentía.

    Echaba de menos que me hiciera sentir viva.

    Y no dejaba de recordar los besos. ¿Por qué había tardado tanto tiempo en besarlo? ¿Por qué me había agarrado tan desesperadamente al supuesto amor que sentía por Sanji, a la seguridad que esperaba encontrar con él?

    Tenía la impresión de que me había encontrado con la posibilidad de ser feliz y la había dejado escapar. Había tenido miedo de sufrir cuando me dijese adiós, pero estaba sufriendo ahora y ni siquiera tenía el consuelo de los recuerdos, de haber aprovechado el tiempo con Luffy.

    Si lo volvía a ver, decidí, entraría silenciosamente a su casa y esta vez cerraría la puerta con llave. Me soltaría el pelo, volvería a sentarme en sus rodillas y no me detendría en un beso. No le pediría amor eterno, viviría el momento. Haría lo que tuviese que hacer mientras pudiera volver a tocarlo, a besarlo. Mientras Luffy volviese a abrazarme.

    -o-o-o-o-o-​


    Al día siguiente arrugué la nariz al entrar en la tienda. Tuve que empujar la puerta para poder abrirla porque una montaña de cartas y periódicos se había ido acumulando desde la última vez que mi madre estuvo allí.

    Deprimida, me acerqué al mostrador y comprobé que alguien había abierto la caja registradora. No podían haberse llevado mucho dinero, afortunadamente. Lo curioso era que no se hubieran llevado nada más… claro que no todo el mundo está interesado en las bolas facetadas, el «polvo de ángeles» o los libros de cocina vegetariana.

    Café, decidí, dirigiéndome a la trastienda. Alguien había tirado la puerta, arrancándola de sus goznes. Genial, seguramente tendría que poner una nueva.

    Pero no había luz y no pude hacerme un café, de modo que volví a la tienda… y me quedé inmóvil porque el mundo de repente pareció girar sobre su eje.

    Allí estaba Luffy, con un café en cada mano y una bolsa de papel bajo el brazo.

    —Ah, menos mal. Por fin te encuentro.

    —Luffy… —empecé a decir. Estaba tan guapo que iluminaba la tienda con su presencia. Y yo me alegraba tanto de verlo que casi me puse a llorar.

    —Hola, Bollito de Crema —me saludó, dejando los cafés sobre el mostrador.

    No podía creer que estuviera allí. Tenía tantas ganas de verlo que temía estar imaginándolo.

    —¿Qué haces aquí?

    —Ace me contó que estabas intentando solucionar los problemas de tu madre y pensé que podría echarte una mano.

    —¿Pero cómo me has encontrado?

    —En Taunton no hay ninguna otra tienda new age —sonrió Luffy—. Y son casi las once, así que imaginé que te haría falta tu dosis de azúcar.

    —¿Has traído donuts?

    —Imaginé que era lo que necesitabas.

    Nadie había pensado nunca en lo que yo necesitaba y, horrorizada, noté que mis ojos se llenaban de lágrimas. Pero parpadeé furiosamente para controlarlas.

    —Yo siempre necesito un donut.

    —Entonces vamos a comerlos mientras me cuentas qué tienes que hacer.

    Nos sentamos en el mostrador. Nunca olvidaré el sabor de ese donut y, sobre todo, el milagro de que Luffy estuviera allí, a mi lado, tomando un café y limpiándose el azúcar de los dedos con una servilleta de papel.

    La noche anterior había decidido que si volvía a verlo lo seduciría, pero ahora que estábamos juntos me sentía ridículamente tímida y mi corazón latía con tal fuerza que apenas podía hablar. Qué típico de mí, ni siquiera sabía cómo tener una aventura.

    Pero en ese momento me daba igual. Sólo me importaba que él estuviera allí.

    —Pensé que seguías en Estados Unidos.

    —No, decidí volver a casa en cuanto llegamos a Boston. Volví el viernes.

    Yo hice un rápido cálculo mental. Era martes, de modo que había vuelto cuatro días antes y yo no sabía nada…

    — ¿Qué has estado haciendo hasta ahora?

    —Cosas —contestó él, encogiéndose de hombros—. Pero no sabía que estuvieras aquí hasta que me lo contó Ace anoche.

    Y había venido a ayudarme.

    —Pues menudo contraste, ¿no? Del glamuroso mundo de las regatas a una tiendecita hecha polvo en Taunton.

    —A mí me gustan los contrastes —sonrió Luffy.

    —Es un detalle por tu parte que hayas venido, pero no hacía falta.

    —Ace me dijo que habías venido sola y no me hizo ninguna gracia.

    —Estoy bien. Taunton no es precisamente un sitio peligroso.

    —No es eso, es que tienes que hacerlo todo tú sola.

    —Estoy acostumbrada, Luffy.

    — ¿Dónde está Sanji? Si le importases de verdad habría venido contigo.

    —No hubiera sido justo pedirle que me acompañe cuando acababa de rechazar su proposición de matrimonio —suspiré yo.

    — ¿Ah, sí?

    —Sí.

    Nuestros ojos se encontraron y el silencio pareció reverberar por toda la habitación.

    —Pero tú estás aquí.

    —Sí, estoy aquí —dijo Luffy

    Nuestros ojos parecían estar teniendo una conversación mucho más larga y mi tonto corazón empezaba a hacerse ilusiones. Podía sentir que dentro de él nacía una sonrisa y una parte de mí me impulsaba a echarme en sus brazos… mientras la parte más sensata me advertía que tuviese cuidado.

    Si iba a seducirlo debería hacerlo bien y el escenario que tenía en mente exigía un vestido bonito y medias de seda. Llevaría el pelo suelo y sedoso, la piel suave, las uñas pintadas de rojo. No podía embarcarme en una aventura llevando pantalones vaqueros, una camiseta vieja y una coleta.

    Y me pregunté si Luffy también estaría teniendo una charla con su lado más sensato porque fue él quien rompió el momento dejando su café sobre el mostrador.

    —Bueno, ¿qué hay que hacer?

    —Limpiar el local y deshacernos de todas estas porquerías.

    Cuando le conté lo que me había dicho el dueño, Luffy me miró, indignado.

    — ¿Te gritó?

    —Estaba frustrado y es comprensible —suspiré yo—. Pero ya está solucionado, he pagado los meses de alquiler que debía y me ha prometido que no va a demandarla.

    —Pues imagino que te habrá dejado la cuenta del banco temblando. Has usado tus ahorros, ¿verdad?

    —Sólo es dinero, como dice mi madre —sonreí yo.

    —Pero ese dinero era para comprarte un piso —protestó Luffy—. Tú trabajas para ahorrar ese dinero, lo necesitas.

    —Mi madre lo necesitaba mucho más. No pasa nada, Luffy, en serio. La he liberado para que pueda curar el «centro galáctico» y tal y como están las cosas en este momento puede que nos esté haciendo un favor.

    Luffy se relajó un poco y enseguida vi el familiar brillo de humor en sus ojos.

    —Ya, claro.

    —En fin, he decidido dejar de preocuparme tanto por el futuro. Tú me has enseñado eso. Voy a intentar vivir el momento, como hacen mi madre y tú.

    —¿En serio? —la sonrisa se extendió a sus ojos.

    —No me vas a reconocer, ya lo verás. Voy a ser egoísta e irresponsable… en cuanto haya terminado de limpiar aquí.

    Luffy saltó del mostrador y tiró las tazas de plástico a la papelera.

    —En ese caso, vamos a empezar. Estoy deseando conocer a la nueva y egoísta Nami.

    No te puedo decir lo fácil que resultaba todo ahora que éramos dos. Luffy me ayudó muchísimo y, después de guardarlo todo en cajas, fue a buscar a alguien que tuviese una camioneta y volvió enseguida.

    —Un tipo llamado Franky vendrá en un par de horas y se lo llevará todo.

    — ¿Y qué va a hacer con ello?

    —No le he preguntado y tampoco deberías hacerlo tú.

    Cuando terminamos, los dos estábamos cubiertos de polvo. Franky había aparecido como prometió para llevarse las cajas y, armados de escobas y trapos del polvo, entre los dos la dejamos perfecta. Luffy incluso arregló la puerta de la trastienda, volviendo a colocarla sobre sus goznes.

    —Yo creo que ya está —suspiré, mirando alrededor—. Pero no sé qué habría hecho sin ti.

    Luffy apoyó la escoba contra la pared.

    —Lo habrías solucionado sola, como siempre. Pero me alegro de haber podido ayudar.

    —Me has ayudado mucho más de lo que puedas imaginar. Aunque siento haberte arrastrado hasta Taunton nada más volver a casa.

    —Tú no me has arrastrado a ningún sitio. Estoy aquí porque quiero, Nami.

    —¿Qué? —reí yo—. ¿En un pueblo, limpiando una tienda? Te imagino recorriendo el Polo Sur o cruzando el Sahara, pero esto… admítelo, es un aburrimiento.

    —Tú no eres la única que ha cambiado —dijo Luffy entonces—. Es cierto que solía buscar emociones, pero esa regata me ha demostrado que estar colgado de un mástil en medio del Atlántico durante una tormenta no es nada comparado con la emoción que siento cuando estoy contigo.

    Hablaba con tal tranquilidad que tardé un momento en darme cuenta de lo que había dicho. Y entonces sentí que mi corazón se volvía loco dentro de mi pecho, con una felicidad tan intensa que casi me dolía.

    Luffy estaba al otro lado de la habitación, pero era como si una corriente eléctrica nos conectase. Yo no podía moverme, no podía hablar. Lo único que podía hacer era mirarlo, incrédula.

    —He pensado en ti todos estos días —siguió, su voz tan profunda que reverberaba dentro de mí—. Era muy duro estar en medio del mar, pero en cuanto llegué a puerto la única persona a la que quería ver era a ti. De repente, entendí lo que quería decir la gente con eso de «volver a casa». Mi casa está contigo y si eso significa pasarme un día limpiando una tienda en Taunton, aquí es donde quiero estar.

    Yo abrí la boca, pero ningún sonido salió de mi garganta.

    —Te he echado de menos, Nami.

    —Yo también te he echado de menos, Luffy —conseguí decir cuando pude llevar algo de aire a mis pulmones.

    — ¿De verdad?

    Yo hice un valiente esfuerzo por serenarme. Era eso o deshacerme en lágrimas.

    —Bueno, no echo de menos que enredes con mis cosas, pero aparte de eso, sí, te he echado de menos.

    Luffy sonrió mientras daba un paso adelante.

    —Yo incluso echaba de menos tu obsesión por el orden.

    —Y yo echaba de menos que llegaras tarde todo los días —era mi turno de dar un paso hacia delante.

    —Echaba de menos que me fulminases con la mirada por encima de tus gafas.

    —Yo echaba de menos que me llamaras cosas absurdas como Bollito de Crema.

    Ya casi estábamos tocándonos.

    —Yo echaba de menos besarte —dijo Luffy.

    —Yo echaba de menos besarte —dije yo al mismo tiempo.

    Un segundo después estábamos uno en brazos del otro, besándonos; unos besos ansiosos, apasionados y hambrientos que ponían mi mundo patas arriba.

    —¡Espera, espera! —Me aparté, sin aliento—. Se supone que no tendría que ser así.

    —¿Cómo qué no? Así es exactamente como tiene que ser.

    —Pero yo quería seducirte —insistí—. Lo tenía todo planeado. Iba a ser como tu fantasía… pero esta vez cerraría la puerta y así Ace no podría interrumpirnos.

    —BC, tú eres mi fantasía sea donde sea.

    —¡Pero no vestida así… y cubierta de polvo!

    —Incluso ahora, sin el traje de chaqueta, tú eres lo único que quiero.

    Bueno, tú me dirás, ¿cómo iba a resistirme? Me derretí en sus brazos.

    —Todo eso está muy bien, pero mi fantasía es seducirte como es debido. Y eso no puedo hacerlo aquí.

    —Estoy de acuerdo —dijo Luffy, con un brillo de humor en los ojos—. Si voy a ser seducido, me gustaría estar cómodo. ¿Tiene que ser en tu casa?

    —No…

    —Entonces vamos a mi casa. De todas formas, quería enseñarte una cosa.

    De modo que, después de pasar por el hostal para buscar mi maleta, fuimos a llevarle la llave de la tienda al propietario del local y luego tomamos la autopista que llevaba de vuelta a Londres. El coche de Luffy era muy rápido e increíblemente cómodo, aunque yo me sentía tan feliz que podría haber ido flotando.

    Temblaba de emoción al pensar en lo que me esperaba, pero fuimos charlando alegremente durante todo el camino. Luffy me habló sobre la regata, sobre las olas y sobre su dramática misión de rescate. Yo le hablé del nuevo plan de mi madre, de la boda de Vivi y le dije que había decidido alquilar un piso y no atarme de por vida a una hipoteca.

    También hablamos de los cotilleos de la oficina y de que Sanji se iba.

    —Es estupendo para él.

    —A Ace no le hará mucha gracia que se vaya, pero yo no puedo decir que lo lamente —sonrió Luffy—. Estoy celoso de Sanji.

    Era tan absurdo que solté una carcajada.

    —No puedes estar celoso de él.

    —Pero lo estoy porque no me olvido de lo que sentías por él. Sé lo importante que es la seguridad para ti y cuando me dijiste que habías hablado con Sanji en Aduaba pensé que te había ofrecido todo lo que querías.

    —¿Es por eso por lo que te fuiste a esa regata?

    Luffy asintió con la cabeza.

    —Pensé que así sería más fácil para ti estar con Sanji, pero en cuanto acepté ir a Río de Janeiro supe que había cometido un terrible error. Te imaginaba con Sanji y me ponía enfermo. Menuda estúpidez… ayudarte a volver con él cuando me estaba enamorando de ti —me dijo, dándose un golpe en la frente—. ¿Cómo se me ocurre decir que quería que estuvieras con Sanji si yo estaba loco por ti? Quería hacerte feliz y sabía que podía hacerlo si me dabas una oportunidad. Hasta tenía una estrategia preparada.

    —¿Qué estrategia?

    —Ya lo verás —dijo él—. Volví a Londres en cuanto llegamos a tierra y he tenido todo el fin de semana para poner en marcha mi plan. Y cuando me has dicho que no ibas a casarte con Sanji… no te puedes imaginar la alegría que me he llevado, Bollito de Crema.

    —Tuviste que irte para que yo me diera cuenta de que te quería —suspiré—. Pero entonces supe que no podía casarme con Sanji. Tenías razón, no estaba enamorada de él. Me gustaba lo que representaba, pero tú me conociste mejor en un par de días que Sanji en el tiempo que estuvimos juntos. Él nunca hizo un esfuerzo por ver cómo era en realidad hasta que tú se lo pusiste fácil. Eres tú quien me ha entendido desde el primer momento, tú quien hizo que me diera cuenta de que se puede ser sensata, pero no hay que serlo todo el tiempo… y no lo seré cuando te seduzca —le prometí.

    —A mí me encanta que seas sensata —dijo Luffy—. Me encanta el contraste entre eso y lo sexy que eres. Que lleves trajes de chaqueta y debajo ropa interior de encaje. Y, sobre todo, me gusta saber que soy el único que ve eso. Los demás piensan que eres maravillosa…

    —¡Todos piensan que soy seria, exigente e irritable!

    —Tal vez, pero también saben que eres amable y generosa y la persona a la que pueden pedir ayuda cuando hace falta. Pero yo soy el único que conoce a Bollito de Crema —Luffy sonrió y su sonrisa hizo que me diese otro vuelco el corazón.

    —Pues a partir de ahora Bollito de Crema no piensa guardarse nada. Espero que estés preparado.

    Él apartó una mano del volante para tocar la mía.

    —No me distraigas mientras voy conduciendo, BC.

    —Yo nunca he sido el tipo de chica que tiene una aventura con el pupilo —suspiré, feliz—. Espero poder hacerlo.

    —Estupendo porque ya no soy tu pupilo —dijo Luffy—. ¿Pero quién me va tener a raya ahora? ¿Has encontrado una tutora para mí?

    —No, todas las que he visto eran demasiado jóvenes o demasiado guapas como para que compartas donuts con ellas. Estoy buscando a alguien al borde de la jubilación.

    Él soltó una carcajada.

    —No compartiré donuts con nadie más que contigo, te lo prometo.

    —Tashigui se va, hasta que alguien vuelva a remplazarla. Ace en verdad la necesita o me necesita, Caimie podría ayudar también y saldría más temprano.

    —Me parece bien. Mientras vayas a mi casa de vez en cuando, cierres la puerta con llave y te sueltes el pelo…

    [​IMG]

    El próximo capítulo es el final, cortito pero bonito. Espero les haya gustado y gracias por leer :) em... sobre la imagen es que... me gusto. XD
     
    Última edición: 20 Octubre 2013
  10.  
    SusanDMerry

    SusanDMerry Entusiasta

    Aries
    Miembro desde:
    7 Mayo 2013
    Mensajes:
    87
    Pluma de
    Escritora
    Que hermoso! Porfin se dio cuenta nami de que queria a luffy ajuasjuas . He de suponer lo que pasa en el siguiente capitulo jaja Muy ansiosa por leerlo :) Avisame cuando lo subas y nos leemos!
     
  11.  
    Tania C Salazar

    Tania C Salazar .

    Leo
    Miembro desde:
    8 Enero 2013
    Mensajes:
    32
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Amor opuesto[NamixLuffy]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    14
     
    Palabras:
    846
    Capítulo 14. Mi tórrida aventura.
    Luffy detuvo el coche frente a su casa.
    —Hay algo diferente… ¡has pintado la puerta de azul! —exclamé yo—. Y es
    exactamente el tono de azul que me gusta… ¿cómo lo has sabido?
    —Menos mal —suspiró él—. Debo admitir que ha sido cosa de suerte.
    Yo salí del coche, atónita.
    — ¡Y hay flores en todas las ventanas!
    —Contraté a un jardinero para que las pusiera. ¿Te gustan?
    —¿Que si me gustan? —Sonreí yo, con un nudo en la garganta—. Es la casa de mis
    sueños. Te has acordado de todo…
    —¡Pues ya verás el interior!

    Casi no podía reconocerla. Tenía un aspecto inmaculado, con todo colocado en su
    sitio. Yo estaba en medio del salón y miré alrededor hasta que mis ojos se posaron
    en el sofá…
    Había dos cojines bien mullidos y perfectamente colocados a ambos lados.
    Los miré durante largo rato y luego me volví para mirarlo a él.

    —Han quedado bien, ¿verdad?

    Tomando mi mano, Luffy me llevó al sofá.

    —Ya sé que pensabas alquilar un piso, pero yo había pensado que podrías mudarte
    aquí. Te prometo que siempre estará así de limpia… aunque tú puedes ordenar todo
    lo que quieras.
    —¿Mudarme aquí? —yo miré a mí alrededor y luego miré al hombre que tenía
    delante. Y, por un momento, me pregunté si estaría soñando—. ¿Pero no vamos a
    tener una tórrida aventura?
    —Eso depende de lo que tú entiendas por aventura —dijo Luffy.
    —Sexo sin ataduras —contesté—. Yo no quiero atarte, Luffy. He aprendido la lección.
    Quiero estar contigo y que sea una relación divertida y emocionante, no que estés
    siempre preocupado por si yo quiero un futuro o un compromiso.
    —Ah.
    —Eso es lo que querías, ¿no?
    —Pues la verdad es que ya no estoy seguro. Me parece que he cambiado de
    opinión.

    Mi corazón dio un salto mortal dentro de mi pecho.

    —Ah, ya veo —murmuré, desolada.

    Pero no lo veía. No lo entendía en absoluto. Había creído que Luffy me deseaba
    tanto como yo a él. ¿Por qué había cambiado de opinión?
    Luffy apretó mi mano.

    —Me temo que no lo ves, Nami. Para ser tan lista a veces eres muy boba. No he cambiado de opinión sobre ti, idiota. He cambiado de opinión sobre el asunto del
    compromiso. Admito que me he pasado la vida huyendo de él, pero sólo porque
    nunca había encontrado a nadie con quien quisiera comprometerme. Pero ahora
    que te he conocido a ti, todo ha cambiado. Era en lo único que pensaba cuando iba
    en el barco. No porque no me gustase navegar sino porque esta vez quería volver a
    casa, contigo. Y quería saber que tú siempre estarías allí —me dijo, sonriendo—. Me
    temo que si quieres tener una aventura vas a tener que casarte conmigo. Sé que
    sólo te interesa mi cuerpo, pero yo estoy enamorado de ti, Nami. Venga, di que te
    casarás conmigo y que siempre estarás a mi lado.

    Yo miré esos ojos tan negros y lo que vi en ellos me encogió el corazón con una
    mezcla de alegría y alivio que era casi dolorosa. Estaba a punto de llorar, aunque
    una felicidad nueva y desconocida corría por mis venas como el champán. Era como
    encontrarse de repente en el paraíso después de una larga y dura jornada. Era
    demasiado maravilloso, tanto que no podía creerlo.

    — ¿Y mi fantasía de seducirte? —bromeé, porque no sabía cómo decirle lo que
    sentía—. Yo estaba tan decidida a vivir peligrosamente… ¡y no se puede tener una
    aventura con tu prometido!
    —Si quieres arriesgarte, vamos a casarnos ahora mismo.
    —No creo que a Ace no le gustara eso. Tendremos que irnos de Luna de miel y se
    está quedando sin ayudantes.
    —Se pondrá furioso —admitió Luffy, con una sonrisa traviesa—. Pero vamos a
    hacerlo de todas formas.
    —Pero sigo quedándome sin mi aventura.
    — ¿Qué tal si no nos prometemos hasta mañana? —Sugirió él entonces—. Así
    podrías aprovecharte de mí esta noche. Pero te lo advierto, sólo esta noche —rió,
    tirándose encima de mí—. Una noche es lo único que tendrás y sólo si me dices que
    sí. ¿Cuánto deseas esa aventura, Bollito de Crema?
    —Mucho —contesté yo, con una sonrisa en los labios.
    — ¿Tanto como para estar conmigo para siempre después de esta noche?
    —Bueno, si no me queda más remedio…

    Luffy inclinó la cabeza hasta que sus labios rozaron los míos.

    —Entonces, éste es el trato: tú me seduces todo lo que quieras esta noche y luego
    nos casamos.
    — ¿Puedo hacerte todo lo que quiera?
    —Es tu fantasía —dijo él—. Soy todo tuyo, pero mañana tú serás toda mía. ¿Trato
    hecho?

    Hubiera sido una grosería negarme, ¿no te parece?
    De modo que le eché los brazos al cuello y busqué sus labios en un largo y dulce
    beso.

    —Trato hecho —le prometí.
    —Estupendo —dijo Luffy, satisfecho—. Y ahora, sobre esa fantasía tuya… ¿por
    dónde vamos a empezar?Riendo, empecé a quitarle la camiseta.
    —Vas a enterarte enseguida, cariño.

    FIN.
    ¡Muchas gracias a los que leyeron mi fic! ;)
     
    Última edición: 12 Noviembre 2013
  12.  
    SusanDMerry

    SusanDMerry Entusiasta

    Aries
    Miembro desde:
    7 Mayo 2013
    Mensajes:
    87
    Pluma de
    Escritora
    Buenas!! Porfin el último capítulo tan esperado (por mi si jaja). Solo debo quejarme de una cosa: ha sido un poco cortito pero intenso y bonito. Me ha gustado mucho, no pensaba que Luffy le pidiera matrimonio :O Así que me ha gustado que me hayas sorprendido. No me fijé mucho en las faltas pero supongo que estarán bien. Gracias por hacerme pasar un buen rato y ya no te pido que me avises porque esta historia se acabo, ooooooh :( Bueno si que te pido que me invites a mas fics (si es que algún día haces) de One Piece ^-^Y de otros tambien.
    Un places y nos leemos! :)
     
  13.  
    Margris

    Margris Iniciado

    Piscis
    Miembro desde:
    24 Mayo 2015
    Mensajes:
    2
    Hola
    Bueno como empezar...
    Lo leí todo en un solo día y me encanto, no se si es mucho pedir, pero espero que escribas mas sobre esta pareja.
    Un gusto haberlo leido
     

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso