de Inuyasha - Amor entre Tinieblas.

Bueno, antes que nada quiero decirles que este one-shot, se podría decir que es continuación de este:http://fanficslandia.com/index.php?threads/amor-entre-tinieblas.12718/ El primero está narrado desde el punto de vista de Kag y este que les estoy dejando está narrado desde el punto de vista de Inuyasha. Igual si no leen el primero no pasa nada. Es solo para que entiendan un poco más de que va la cosa.

Sin más aquí se los dejo, espero lo disfruten al igual que yo. Cuidense : )

ADVERTENCIA: Contiene Ooc, Universo alterno (UA) y posibles errores ortográficos.

Amor entre Tinieblas​

Inuyasha

Estaba seguro que algo andaba mal, pero era de esperarse ¿no? Era medianoche, luna llena, noche de brujas… Esas noches eran claramente las más temidas, saber que en cualquier momento las brujas pueden ir por ti y acabar con tu vida… no es un pensamiento muy animador que digamos. Pero, podía jurar que no era eso, era ese sentimiento que te dice que algo malo pasará, el sentimiento que hace que se te revuelva el estómago y no te deje estar en paz.

Ya habíamos asegurado puertas y ventanas, ahora solo nos quedaba esperar y desear que la siguiente víctima no fuera alguno de nosotros, sé que es un pensamiento envidioso pero cuando vives aquí terminas por acostumbrarte. Noches como esas dormíamos en el sótano, un pequeño cuarto en el que apenas cabíamos los tres: Mamá, mi hermana Rin y yo. Todo el cuarto estaba oscuro, es de ese tipo de oscuridad en el que no puedes ni percibir tus propias manos frente a ti, una oscuridad en la que solo puedes cerrar los ojos y esperar.

Fue ahí cuando todo empezó a ir mal.

Lo primero que percibí fue un ruido, un constante y monótono ruido. Cuando sabes que la casa es demasiado vieja, es probable que relaciones los ruidos con el crujir de la madera vieja… ese fue el primer error que cometí, dejarme llevar por mis instintos. Pero después vino esa ventisca fría, la ventisca que me hizo reaccionar que algo estaba realmente mal.

Sin pensarlo dos veces me levanté de golpe y busque por el suelo los fósforos… la ventisca aumentó aún más. ¡Maldición! ¿Dónde estaban los fósforos?

—¿Hermano?, ¿porqué estas despierto?—Preguntó Rin, le lancé una mirada para ver que se encontrara bien, pero solo vi oscuridad.

—Rin, despierta a mamá—ordené y casi salte de alegría al encontrar la caja de fósforos. A tientas busqué la mesita que teníamos y agarré la vela. Prendí el fósforo y pasé el fuego sobre la vela. La vela se prendió.

¿Alguna vez has sentido que eres débil? ¿Esa clase de débil, que no puede proteger a su familia? ¿Qué cuando crees ser valiente… en segundos se desmorona tu fuerza? Bueno, eso fue lo que sentí al ver una espesa niebla negra sobre mi hermana. ¡Demonios, demonios, demonios! ¿Por qué rayos mamá no se despertaba?

—¡Rin! ¡Despierta a mamá ahora!—Dije, corrí hacia ella… pero la niebla me atrapó. Simplemente fue hacia mí y todo mi cuerpo se detuvo. Mis piernas se sentían pesadas, al igual que mis brazos. No resistí más y caí. A penas y podía mantener los ojos abiertos y con esfuerzo hablar.

—Rin, no veas a la niebla y veme a mí—susurré, no sé qué pasaba con mi voz, con cada segundo que pasaba mi voz se perdía. Pero lo dije demasiado tarde. Rin ya se encontraba observando fijamente la niebla.

Vi como sus ojos perdían brillo, como se levantaba y arrojaba la cobija, como caminaba hacia la puerta…

—¡Diablos, mamá, despierta!— Observé su cuerpo acostado, podía jurar que seguía dormida si no fuera porque sus ojos se encontraban abiertos y lloraban mientras veían a Rin irse. Ella también estaba bajo un hechizo como yo.

—¡Rin!—grité, o por lo menos traté de elevar la voz—. ¡RIN! ¡No la escuches, no la veas! ¡Mierda, no sigas caminando!

Y así simplemente Rin desapareció de mi vista. ¡Era un inútil, no podía salvarla! ¿Por qué existía el mal? ¿Por qué existía la oscuridad? ¿Por qué existían las malditas brujas? Un portazo se escuchó, eso solo significaba que Rin ya había salido de la casa. ¡Demonios! Lo que si me sorprendió fue el notar que después del portazo el hechizo desapareció, y con eso me levanté y corrí.
Subí las escaleras brincándolas a todo lo que podía, corrí por el pasillo que llevaba a la puerta la abrí y salí corriendo como quien lleva el diablo, no me molesté en cerrarla. Solo vi un breve destello de su ropa y desapareció en la esquina de la calle, corrí de nuevo siguiendo su rastro. Las casas pasaban como un breve destello junto a mí, tal vez si no viviera aquí me sería extraño ver las calles solas, las casas totalmente oscuras y en silencio, solo yo gritando como un loco.

—¡RIN!—lágrimas de coraje salían de mis ojos—. ¡Maldita sea, Rin! ¡Soy yo, Inuyasha! —Ella comenzó a correr, y yo comencé a perderla de vista. Llegué a pensar que esa sería la última vez que le vería.

Y tal vez así era, porque un momento después la perdí completamente de vista. Por más que corrí por el camino en el que la había visto no había nada, ni si quiera el sonido de sus pasos. Solo era yo y la soledad.

—Pst—escuché un sonido, pero lo dejé así, lo único que importaba era Rin… y la había perdido.

—Pst, hey chico—era un pequeño susurro, pero lo escuché con claridad y me giré hacia el sonido. Desde la ventana de una casa un señor estaba medio asomado por ella, desde donde estaba podía decir que era un señor gordo y calvo, ¿Quizá era el Sr. Mioga?

—Te voy a dar un consejo, vete a casa. Vete a casa antes de que mueras—susurró el señor, a quien yo pensaba que era el Sr. Mioga.

—No puedo, mi hermana está por ahí y voy a ir por ella cueste lo que cueste—Dije y mi giré para quedar de frente a la calle, caminé, no sabía a dónde iba solo deje que mi instinto me guiara.

—Entonces eres un tonto—y con eso la plática dio su fin.

No sé cuando tiempo pasó, quizá solo fueron minutos pero yo lo sentí como si fueran horas. Quizás mi instinto de hermano mayor si servía porque las vi. Las dos brujas las cuales las describían como la cosa más horripilante de Inglaterra no eran más que dos chicas que no sobrepasaban los dieciocho. Pero claramente se notaba que algo estaba mal con ellas. Despedían un aura negra, y al acercarme más vi que sus ojos eran dorados. ¿Qué de extraño es eso? Mi vista se vio distraída por la mirada de las dos, las dos veían al callejón… debía ser Rin.

—¡RIN, NO!—corrí al callejón aprovechando su distracción. Mi pequeña y dulce hermana se encontraba al final de este, estoy casi seguro que si no hubiera sido por las brujas me hubiera puesto a llorar de la felicidad, pero viendo que nuestra vida aún corría peligro creo que es más que obvio que agarré a mi hermana y la abracé. La abracé dejando que mi cuerpo fuera el que estuviera expuesto hacia ellas. La protegería hasta el final.

—¡Hermano! ¿Vienes también a jugar?—No le respondí, en su lugar la abracé con mayor fuerza mientras escuchaba pasos acercándose.

—Rin, no vayas a voltear, solo cierra los ojos—Le dije, no podía hacer otra cosa, apreté con mayor fuerza los dientes con intensión que la rabia desapareciera…solo aumentó más.

—Mhmm, Kag, creo que hoy es nuestro día de suerte—dijo una de las brujas, su voz tenía una pizca de felicidad. Qué más quisieran ellas que tener suerte. Tuve un pequeño ataque de valentía, en el que me quería girar y gritarles todo lo que las odiaba y si podía uno que otro golpe. Pero al recordar que eran brujas regresó el sentimiento de debilidad.

—Por favor, no le hagan nada a mi hermana. Mátenme a mí, no me importa les regalo todo, pero dejen a mi hermana vivir…—al final terminé por susurrar la oración, no tenía mayor valentía, y al parecer Rin por fin comprendió que ellas eran las malas del cuento porque me abrazo con mayor fuerza.

Una de las brujas rió. Por el sonido estoy segura que es la que hace un momento había hablado.

—¿Has escuchado eso Kag? ¿No te suena muy tierno? —paró de reír—. Yo odio lo tierno.

Y al escucharla acercándose cerré los ojos y esperé a que llegara el momento. Visualicé rápidamente la cara de mi madre, con su hermosa sonrisa y las curiosas líneas alrededor de sus ojos al reír, y claro no podía faltar Rin, con sus simpáticos vestidos rosas y oso Ted.

—¡Espera!
Abrí los ojos. Esa voz no era la de la primera bruja, debía ser la voz de la otra bruja. ¿Era posible que una criatura del mal tuviera una voz tan hermosa? ¿Era posible que una bruja tuviera la voz tan cálida?

—¿Has dicho espera? ¿Desde cuando te gusta esperar? Eres tú la que siempre me apresura, y hoy, ¿espera? ¿Qué te sucede Kag? —Y esa era claramente la voz de la primera bruja. Con solo escuchar su voz hacía que volviera mi miedo.

Unos segundos de silencio, después ella respondió.

—Es solo que… creo que esto… no es correcto.

¿Las brujas tienen sentimientos? ¿Son capaces de arrepentirse por sus actos? ¿Realmente son capaces de distinguir el bien del mal?

Con movimientos lentos me giré para encarar a las brujas, dejé detrás de mí a Rin, y posé la mirada sobre la bruja que había hablado. ¿Cómo una criatura tan hermosa podía ser la mayor pesadilla de Inglaterra? Se veía tan vulnerable, sus ojos cerrados preparada para lo que viniera, y, solo tal vez pudiera que estuviera sintiendo culpa.

Sentí compasión por ella. ¿Quién podría asegurar que ella deseaba ser bruja? ¿Qué si quería ser una persona normal y su destino no la dejaba? Y se los juro, nunca llegué a imaginarme que sentiría tristeza por una bruja.

Sus ojos se abrieron, y se posaron en mí, en mí mirada. Vi tantas cosas dentro de ellos, que solo puedo decir dos con seguridad…vi tristeza y felicidad. ¿Cómo es capaz de sentir dos sentimientos contradictorios al mismo tiempo? Una pequeña sonrisa se asomo en su boca y sin más de desplomó. Estaba tan desconcertado que no me di cuenta cuando Rin salió de mi protección y fue a ayudar a la bruja. Pestañeé varias veces y posé la vista sobre la otra bruja.

¿Es raro que diga que una bruja lloraba? La bruja se encontraba gritando y llorando como loca, viendo el cuerpo de su compañera, y sin previo aviso dejó de llorar y observó cada movimiento que yo hacía. Como un depredador preparada para atacar a su presa.

—¡Mataste a mi hermana! —Lágrimas corrieron por su cara—. Juro que vengaré su muerte, ¡tú estarás muerto! ¡Destrozaré tu débil cuerpo hasta que no quede nada! ¡Nada! —. Y desapareció.

Vi unos cuantos segundos más el lugar donde había estado hace un momento la bruja, y después me incliné junto a Rin.

—¿Estás bien?

Giró su cabeza hacia mí, y parpadeó.

—Yo sí, ella no—. Y regreso de nuevo su mirada hacia la chica.

Ella nos había salvado, ¿no? Salvó nuestras vidas. Una bruja salvo nuestras vidas.

—Rin, apártate.

Obedientemente se apartó, agarré a la chica lo más delicadamente posible y la acuné en mis brazos.

—Vámonos a casa, Rin—. Y caminamos disfrutando de nuestra vida, una vez más.

Una semana había pasado ya desde aquel día. Todavía cuando lo recuerdo siento como se me va el aliento y da entrada al miedo. Pero cuando pienso en la chica-bruja que nos salvo, extrañamente una sensación de calor recorre mi cuerpo. Una semana lleva dormida, por más que la alimentamos, y la cuidamos de ella, no despierta.

Cada que cierro los ojos veo su mirada. Sus hermosos ojos dorados llenos de tristeza y felicidad. ¿Está mal sentir afecto por una bruja?

—¡Hermano, ven! Creo que está despertando.

Me levanté de la cama de un salto, y busqué con desesperación mis zapatos. ¿Dónde demonios estaban?

—¡Ahora voy, espera!

Y mientras corría, y veía el momento en que abría lentamente sus ojos, lo supe. ¿Está mal amar a una bruja? ¿Está mal amar a una chica que apenas he conocido?

Sonreí. Quizás estaba mal, pero acataría las consecuencias.