Estaba a mi lado, callado, observando quién sabe que, de repente se quitó su auricular y me lo prestó, me lo coloque en la oreja, cuidadosamente, y de esta forma comenzó la música, era suave, lenta, pero cuando el cantante empezó a cantar, mi corazón se estremeció, reconocí enseguida esa voz, Luis Fonsi, con su éxito por ti podría morir, no entendía muy bien porque me hacia escuchar esa canción, me gire, y entonces observe sus ojos clavados en mi, esa mirada me paralizaba, me hipnotizaba, la música sonaba y sonaba, escuchaba cada sílaba, esos eran sus sentimientos, nunca pensé que alguien se me podría declarar de una forma tan original, ese chico, del cual estaba locamente enamorada, ese chico que para mí era inalcanzable, ahora me estaba dedicando una canción, me estaba preguntando, a través de esta, cual era la forma ideal para conquistarme, que lo mirara fijamente que allí estaba, que como puede derrumbar esa pared que no me permite ver su verdadero ser, que puede hacer para que yo sea suya, que le dé alguna pista de lo que siento. En ese momento me sentí inútil, yo lo amaba con locura, pero nadie se fijaba en mí, una chica sola, ansiando amor, pero sin resultado alguno, y de repente él apreció, con su hermosa sonrisa, y con un: no estás sola. Esas palabras quedaron tatuadas en mi corazón y permanecieron allí todos los días. Mis labios se movieron solos y pronunciaron: ¿De verdad puedo ser tu princesa?- Me acerqué hasta él, sentía su respiración, mi entendimiento, mi lógica, mi razón desaparecieron, pero de repente sus palabras y, el evitar ese beso, me hicieron volver a la realidad, desconcentrada, no entendía el que sucedía, me quede paralizada, observando su rostro que tanto me hacía enloquecer. -¿Estas segura? Su mirada parecía triste, como si intentara evitarme algún tipo de dolor, ya sabía que él no era perfecto, tenía un pasado doloroso, era frío, y no le gustaba transmitir sus sentimientos, sabia que a su lado podría sufrir, pero no lo quería dejar ir. -Quiero ser tu viento, ese viento que te calma cuando estas enojado, que te consuela cuando estas triste, que te apoya cuando lo necesitas. Él sonrió, sabia perfectamente que esas eran las palabras que me dijo la primera vez que me vio llorar, la primera persona que durante tanto tiempo me vio en esa situación, y que me hizo entender que no es malo confiar, que dijo esas palabras que tanto ansiaba que alguien me dijera. Y de repente me encontré inmersa en su olor, sentía como sus brazos me estrechaban en su pecho, como mi respiración se agitaba, y como sus dulces, cálidos, y suaves labios me besaban, a mí, a esa alma solitaria, y entonces supe que él era mi luz.