Amor de hielo [SesshxKag]

Re: *~*Amor de hielo*~* (SesshxKag)

CAPITULO 5​

Era la tercera aldea que atacaban en la semana, maldijo por lo bajo al culpable de tantas muertes y se puso en guardia a la espera del siguiente ataque. Ese maldito hanyou había acabado con la mayor parte de su ejército, pero no iba a permitir que las tierras del este fueran dominadas.

La batalla se estaba haciendo cada vez más difícil de ganar ya que cada vez que mataban a un monstruo y no le cortaban la cabeza este se volvía a regenerar como si nada hubiera pasado.

- ¡Etsuya debes de parar esto! –grito uno de los soldados del lord de las tierras del este.

- ¡No podemos hacerlo ahora Heizo! –respondió Etsuya un apuesto youkai dragón de cabellos rubios y ojos avioletados.

De repente en medio de la batalla, se empezó a sentir una presencia muy extraña.

- ¿Qué es eso?- se pregunto mentalmente Etsuya al mismo instante en que le cortaba la cabeza a uno de los monstruos.

Ante ellos apareció la imagen de una mujer que estaba rodeada por un campo de fuerza, llevaba una armadura roja y sus ropajes blancos contrastaban con el negro de sus cabellos, la rodeaba una pureza que a la mayoría de los youkais e incluso a Etsuya había dejado con la boca abierta.
Los monstruos que se le empezaron a acercar, quedaban reducidos a nubes de polvo negras, al tocar el campo de fuerza.

La extraña mujer saco una espada que llevaba consigo, se puso en posición de ataque y el campo de fuerza que la protegía desapareció, los monstruos se arremolinaron alrededor de ella como perros ansiosos acorralando a su mejor presa.

Fue cuestión de instantes para que la mujer terminara con los monstruos que la rodeaban. Sus ropajes estaban ligeramente manchados con la sangre de sus enemigos. El campo de fuerza volvió a rodearla, empezó un rezo en voz baja y una esfera de energía espiritual se empezó a formar entre sus manos, cuando era lo suficientemente grande elevo sus manos al cielo y de la esfera escaparon rayos de energía espiritual que terminaron con todos los monstruos de Naraku.

Todos los presentes estaban realmente sorprendidos de que aquella insignificante mujer hubiera terminado con todo un ejército. Etsuya recuperado de la impresión se empezó a acercar a ella para agradecerle.

- Yo quisiera agradecerte por… -fue interrumpido por la mujer.

- No tienes porque agradecerme es mi obligación, ahora si no te importa debo de seguir mi camino –respondió la mujer con un tono de voz gélido y empezó a andar.

- Espera yo... ya…esta anocheciendo y como lord de las tierras del este lo mínimo que puedo hacer como muestra de agradecimiento es invitarte a pasar la noche en mi castillo.

- ¿Y porque tendría que aceptar la invitación? ¿Por qué tengo que confiar en alguien como tú? –pregunto despectivamente.

- Puedes confiar en mí, a la mañana siguiente te podrás marchar, nadie interrumpirá tu viaje.

- Esta bien acepto.

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El castillo era realmente majestuoso, cada rincón del castillo estaba cuidadosamente arreglado, los tapices eran realmente hermosos y los piso eran de una madera perfectamente lustrada.

Su habitación tenía una pequeña terraza que daba al jardín, en medio de esta había una cama con dosel con cortinas de seda roja, la cabecera estaba tallada con motivos florales, los muebles eran finos y el piso estaba cubierto por una gran alfombra.

El lugar le recordaba a la habitación que había compartido con cierto youkai de ojos dorados y de semblante frío, pero se relajo al sentir como el agua caliente recorría su cuerpo, era la primera vez en mucho tiempo en que iba a poder dormir bajo techo.

En un año su vida había cambiado totalmente, cuando aprendió a usar sus poderes al cien porciento decidió unirse al grupo de youkais y de humanos que buscaban derrotar a Naraku, los integrantes de este grupo viajaban por separado y una vez al mes se reunían para discutir y planear estrategias. Aprendió a manejar una espada, sus campos de fuerza eran impenetrables y había aprendido diferentes hechizos.

Le dieron un kimono de seda negra y le dijeron que la esperaban en el gran salón para cenar. A la mesa estaban sentados algunos de los youkais que había visto en el campo de batalla, el lord de las tierras y…un momento ¡Qué es lo que estaba haciendo el allí!

- Josuke –dijo la mujer al ver a un viejo youkai gato de ojos grises y barbas blancas, lo saludo con una leve reverencia y una sonrisa ilumino su rostro.

- Kagome ¿Qué estas haciendo aquí? –pregunto el youkai.

- Iba camino a las tierras del sur cuando sentí la presencia de Naraku, ese bastardo ha destruido la mayor parte de las aldeas del norte y no tardara mucho en apoderarse por completo de las tierras del sur.

- Me han llegado lo rumores de que sus ejércitos se han fortalecido.

- Me temo que así es, el día de hoy me ha tomado más tiempo del que yo creía acabar con uno de ellos.

- Habrá que estar pendientes y esperar el próximo ataque.

Etsuya quien desde el momento en que vio como la mujer o mejor dicho Kagome había saludado a Josuke había permanecido callado decidió unirse a la conversación.

- Por lo visto ustedes ya se conocen.

- Así es -respondió Kagome- los dos somos miembros del pacto que firmaron youkais y humanos para destruir a Naraku.

- Debo de decir que usted es uno de los humanos más poderosos que he conocido –respondió Etsuya.

- No creo que sea para tanto –respondió Kagome.

- Esta jovencita es muy hábil y muy inteligente, aprendió a manejar una espada en tan solo unas cuantas semanas, debo decir que he visto youkais que tardan más tiempo en hacerlo –dijo Josuke.

- ¡Eso es realmente impresionante! Y dime Kagome ¿Que fue lo que te impulso pelear en contra de Naraku?

- Digamos que no voy a estar tranquila hasta matarlo con mis propias manos.

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La cena realmente fue muy tranquila. Kagome se quedo platicando con Etsuya después de la cena de cosas sin importancia, el youkai en realidad era muy agradable.

Dentro de unos días era la reunión de la alianza en las tierras del sur, Etsuya se ofreció a acompañarla, ella acepto con gusto, un poco de compañía no hacia mal de vez en cuando.

El viaje no fue tan tranquilo como hubieran esperado ya que fueron atacados un par de veces por los monstruos de Naraku, pero llegaron a su destino en el día acordado.

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Sabia que ese asqueroso ser se estaba haciendo cada vez más fuerte, pero por una extraña razón no había atacado sus tierras, eso lo empezaba a preocupar ya que tenía el presentimiento de que el hanyou estaba planeando algo.

La pequeña Rin seguía jugando en los jardines, pero ya no salía sin que unos cuantos guardias la vigilaran a lo lejos, no iba a permitir que Naraku la usara para alguno de sus planes.

Había escuchado que la mayor parte de las tierras del sur estaban bajo su poder. Algunos youkais de la patética alianza con los humanos, le habían pedido su apoyo pero el se había negado rotundamente, nunca aceptaría ningún trato que tuviera que ver con salvarle la vida a esos seres inferiores.

Por otra parte seguía enojado por lo sucedido hace un año seguía pensando en esa estupida humana que se había escapado y si alguna vez se la llegara a encontrar no dudaría en estrangularla.

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Se habían reunido los principales miembros de la alianza, Kagome representaba a los humanos. Naraku se estaba apoderando lentamente del norte y los esfuerzos por liberar el sur habían sido en vano, necesitaban a más gente, Etsuya ofreció a su ejercitó, pero no eran suficientes soldados.

Por otro lado los pocos sobrevivientes de los ataques necesitan un lugar en donde establecerse temporalmente, habían solicitado al lord de las tierras del oeste su apoyo pero este se había negado y en algunas ocasiones había matado a los mensajeros; el lord decía que no era su asunto.

Necesitaban el apoyo del lord del oeste, pero la verdad era que nadie se atrevía a ir a hablar con el lord. Kagome pensó en la pequeña Momoko, en los aldeanos que la habían ayudado y en la vieja sacerdotisa, tenia que tomar una decisión, ella iría a hablar con Sesshoumaru, sabia que lo más probable es que ella sola buscara su propia muerte pero no perdía nada intentándolo.

- Yo iré –dijo Kagome.

- Kagome no creo que sea prudente, el lord del oeste odia a los humanos.

- He dicho que iré, se que me arriesgo demasiado pero no pierdo nada en intentarlo.

- Niña no seas testaruda el lord no dudaría en matarte. –respondió Josuke que estaba realmente preocupado por la vida de Kagome.
- Yo iré con ella – se ofreció Etsuya.

Todos empezaron a discutir no podían enviar a Kagome, era demasiado arriesgado, pero al final accedieron a que fuera, pero solo si Etsuya la acompañaba.

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Jaken llego temprano a informarle que dos intrusos habían entrado en la tierras ayer por la noche y que exigían verlo, aparentemente eran otros representantes de la estupida alianza.

Que acaso no se daban por vencidos, a cuantos más tenia que matar para que entendieran que el no quería tener ningún trato en el que se vieran involucrados humanos.

- ¿Dónde están?

- Se encuentran al sur.

- Manda a un grupo de soldados para que los traigan al castillo una vez que estén aquí veré que es lo que quieren.

- Pero amo.

- Ya me escuchaste has lo que se te ordena.

- Si amo bonito.

Jaken siguió las órdenes de su amo y un pequeño grupo de soldados fue enviado a buscar a los intrusos.

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- ¿Crees que el lord del oeste acepte vernos? –le pregunto Etsuya a Kagome.
- Realmente no lo se pero espero que si.

- Estoy cansado el viaje realmente fue largo.

- Si –respondió con un bostezo.

- Escucho unos ruidos a los lejos –dijo Etsuya parándose de la roca en la que estaba sentado y poniéndose en posición de ataque.

- Parece que ha enviado a alguien a buscarnos.

Un grupo de seis soldados fue a su encuentro, el lord de las tierras del oeste había aceptado verlos.
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Re: *~*Amor de hielo*~* (SesshxKag)

Kagome había ocultado su olor unas horas antes con un hechizo sencillo, una larga capa de seda negra le cubría del rostro a los pies. Miles de imágenes llegaron a su mente al cruzar las puertas del castillo que un año atrás había sido su prisión.

Fueron llevados a un pequeño salón que se encontraba en el ala norte del castillo. Al llegar al salón se encontraron con la “calurosa” bienvenida de un pequeño youkai verde.

- Mi amo los atenderá en seguida, aunque no son bien recibidos -dijo Jaken.

- Sabemos que no somos bien recibidos –contesto Etsuya.

- Bien que bueno que lo sepan.

Jaken puso una cara de desagrado mientras se acercaba a la puerta y salía por esta.

- Que tipo más desagradable no crees –dijo Etsuya.

- Vaya que lo es –respondió Kagome.

Después de unos minutos de espera el lord de las tierras del oeste entro por la puerta del salón. Kagome quien estaba con la mirada fija en el suelo y la capa ocultando su rostro, no pudo evitar sentir un estremecimiento por todo su cuerpo.

- Buenos días –dijo Etsuya haciendo una pequeña reverencia con la cabeza.

- Dígame a que debo su visita tan inoportuna.

- Soy Etsuya lord de las tierras del este he venido desde las tierras del sur para pedirle que se una a la alianza, Naraku se ha fortalecido y tememos que somos demasiado débiles para vencerle, pero si usted aceptara unirse tendríamos la posibilidad de vencerlo.

- Mi ejército sin duda es fuerte pero me temo que no está a su disposición –respondió fríamente Sesshoumaru- por esta noche les permito que se queden en mi castillo, pero sepan que no son bienvenidos por lo tanto al amanecer a primera hora deberán abandonar mi castillo.

- Reconsidérelo tarde o temprano sus tierras también serán atacadas y… -no pudo terminar su frase porque fue interrumpido por Kagome.

- No tendrá a nadie que lo ayude, se por experiencia propia que Naraku se fortalece y cada vez se va haciendo más difícil enfrentarlo sin salir lastimado, acaso piensa sacrificar a todo su ejercitó.

Sesshoumaru se sorprendió de que una humana cualquiera se atreviera a enfrentarlo.

- No voy a permitir que una humana patética me ofenda en mi propio castillo.

Sesshoumaru se acerco a Kagome dispuesta a matarla con sus garras, la tomo por el cuello.

- Que demo… -gruño el youkai al sentir que su mano se quemaba.

- No se deje llevar por las apariencias mi lord, puede que sea humana pero no soy nada patética y usted más que nadie lo sabe.


La capa de seda negra que la cubría se deslizo por su cuerpo hasta caer al piso mostrando su identidad.

- Eres…tú

Sesshoumaru la soltó, sus orbes doradas se abrieron totalmente mostrando su asombro, la mujer que había atormentado sus pensamientos durante un año estaba frente a él y era más hermosa de lo que recordaba, la ira hacia que sus ojos chocolate tuvieran un brillo especial que la hacía más atractiva.

- Pensé que estarías muerta –dijo Sesshoumaru recobrando la compostura y con el tono más glacial que pudo en ese momento.

- Eso no paso…ni pasara durante algún tiempo.

- Ustedes se conocían –dijo Etsuya quien apenas había reaccionado.

- Desgraciadamente así es –dijo Kagome.

Sesshoumaru no dijo nada más su mirada gélida se poso en ella, llamo a uno de sus ciervos para que los guiara a los aposentos que cada uno ocuparía por esa noche.

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Kagome estaba ya en sus aposentos cuando escucho un ruido en la puerta, después una pequeña monoke entro por esta acercándose hasta sus brazos seguida de una niña que le pedía que regresara.

- Señorita Kagome –dijo Rin apenas entro a la habitación.

- Rin –Kagome se agacho y le extendió los brazos.

La pequeña corrió a abrazarla con sus ojitos llenos de lágrimas que amenazaban con ser derramadas.

- ¿Por qué lloras Rin? –le pregunto Kagome mientras que con la manga de su kimono le limpiaba las lagrimas.

- No puedo creer que sea usted la extrañe tanto –dijo sollozando.

- Yo también te extrañe

- Mi amo dijo que jamás volvería a verla

- Tu amo no sabe muchas cosas –le sonrío.

- Entonces eso quiere decir que se quedara –le pregunto la niña con mucha ilusión la pequeña.

- No

- Pero…por favor no se vaya, no me deje sola

- No puedo quedarme Rin, tengo que cuidar a muchas personas

- Por favor –suplico la pequeña.

- Solo puedo quedarme esta noche pero que te parece si te duermes conmigo

- Esta bien

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Sesshoumaru espero a que las dos se hubieran dormido y entro a la habitación. Kagome dormía con la boca un poquito abierta y cada vez que respiraba un ruido extraño salía de esta, Rin de vez en cuando se revolvía entre las sabanas y la monoke dormía tranquilamente acurrucada a los pies de la cama.

Quería acercarse pero sabía que el haber entrado ya había sido demasiado arriesgado, tomo una decisión de alguna u otra manera debía de retenerla a su lado.

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A la mañana siguiente cuando estaban dispuestos a marcharse un soldado los detuvo.

- Lord Sesshoumaru quiere hablar con la miko – dijo el soldado.

- No le ha dicho para que –dijo dudosa Kagome.

- No pero quiere hablar a solas con usted

- Muy bien hablare con él

- ¡Que! –exclamo Etsuya.

- Tranquilízate todo estará bien –le sonrío Kagome.

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Sesshoumaru estaba observando los jardines desde la terraza del salón cuando sintió la presencia de Kagome.

- Bien aquí me tienes ¿Para que querías hablar conmigo?

- Siéntate –le dijo más como una orden, mientras señalaba un sillón- Quiero proponerte un trato.

- ¿De que se trata?

- Bien yo estoy dispuesto a unirme a la alianza, mi ejército estará a su disposición y además dejare que entren refugiados a mis tierras, se les brindaran alimentos, medicinas y un techo en donde pasar la noche. Pero todo esto depende de ti.


- ¿De mí?

Kagome sabía que todo sonaba demasiado bonito para ser verdad.

- Así es –prosiguió el demonio- Quiero que seas mi concubina.

- ¡Que!

Se le formo un nudo en la garganta, su mente trataba de procesar la información recibida.

- Lo que escuchaste

- Sinceramente creo que estás enfermo de la cabeza, es obvio que no acepto y si solo era eso me retiro.

- Piensa en toda esa gente que esta muriendo, no eres capaz de sacrificarte por ellos –dijo Sesshoumaru mientras se acercaba peligrosamente a ella.

- Yo no… -Kagome contuvo las respiración el maldito bastardo sabía su punto débil.

- Y dime ¿aceptas?

Kagome lo miro recelosa pero al final sus labios se movieron solos.

-Acepto

- Bien deberás de permanecer en el castillo por lo tanto le puedes decir a tu amiguito que se marche, deberás de estar a mi completa disposición y si intentas escapar retirare a mis tropas y mandare a matar a todos los refugiados

Kagome tragó saliva ahora si estaba metida en un gran lío, no quería ni imaginarse la cara de Etsuya al decirle que el lord del oeste había aceptado unírseles pero que ella se quedaría en el castillo.

Continuara...