Harry Potter Amigos.

Para Nami.

Amigos
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Por más que estudiaba no lograba comprender. Sentado en un sillón de la sala común de Gryffindor, Peter estaba frustrado; no podía entender las anotaciones de la clase de Transformación. Las letras bailaban en su cabeza, el sonido de la madera siendo abrasada por el fuego lo distraía, y el frío viento que azotaba la ventana lo hacía estremecerse del miedo. No estaba listo para estudiar, no en esas condiciones. Había tenido la peor semana del mundo, los exámenes finales estaban matando de nervios al pobre niño; el primer año estaba por finalizar, y la exigencia de los profesores había aumentado. No se quería imaginar cómo sería estar en quinto año y tener que rendir las MHB. ¡Terminaría colapsando de tanta presión!


Tiritando, cerró el cuaderno, aunque con indecisión volvió a abrirlo. Lo miró por unos segundos, el odio se reflejaba en sus ojos. Estúpido libro, pensó, debería ser más sencillo. Tomó su pequeña cabecita entre sus manos y suspiró con fuerza. A sus amigos no les costaba aprender, eran inteligentes y aprobaban todo con las mejores notas, ¿por qué él no?, ¿qué tenía de malo en su cerebro? Siempre era el tonto, el que no podía contestar bien las preguntas; lo peor es que él sabía las respuestas, pero se ponía tan nervioso que comenzaba a tartamudear y los conocimientos que poseía se mezclaban en su cabeza, haciendo que contestara mal. Era la burla de sus compañeros, lo sabía, los escuchaba susurrar a sus espaldas; cada palabra que ellos decían lo envenenaba. No podía contar con ningún otro compañero que no fuese James o Sirius, pero ellos no estaban todo el tiempo con él, se la pasaban merodeando por ahí, y algunas veces lo excluían, pero a él no le importaba.


Cansado de su ineptitud y de oír sus pensamientos se recostó en el sillón y trató de dormir un poco. Sus ojos lentamente se cerraron y se sumió en el más profundo sueño. Éste trataba de Quidditch, Peter era el capitán del equipo de Gryffindor, un gran cazador, el mejor de todos. Estaban en un partido contra Hufflepuff, iban empatados; todo dependía de él. Se dirigía a toda velocidad en la nueva Barredora que había salido al mercado, sosteniendo la Quafle entre su brazo, listo para lanzar y… ¡pum! El sueño se desvaneció y allí estaba él, tendido en el suelo de la sala común, pues se había caído. Enojado, se levantó de un salto y tomó su libro; entre maldiciones comenzó a caminar hacia los cuartos.


—Hey… ¿te encuentras bien?—Habló una voz. El joven Pettigrew se dio media vuelta, y allí, en el asiento cerca de la ventana, había un chico de su misma edad: flaco, alto y desgarbado; tenía aspecto de enfermo, un pelo marrón claro revuelto y del mismo color que sus grandes ojos, que estaba surcados por prominentes ojeras.


—Yo… yo…—tartamudeó Peter. —Estoy bien… creo, solo me resbalé. —Se acercó un poco al joven para observarlo mejor. Tenía la ropa de un miembro de Gryffindor, pero sucia, llena de tierra. Con un poco de miedo preguntó: —Soy Peter Pettigrew, ¿tú?


—Mi nombre es Remus, Remus Lupin. ¿Qué haces aquí? Son casi las tres de la mañana.


Peter jugó con sus manos nerviosamente y contestó: —Yo… bueno, no… Estaba estudiando y me cansé, entonces decidí descansar un poco, pero creo que me dormí.


Remus lo observó con extrañeza, pero sonrió tímidamente.—Sí, vi tu libro en la mesa. ¿Transformaciones para principiantes, eh? Yo también soy de primero como tú. —Lupin se levantó del asiento y se dirigió hacia la mesita en la que Peter había estado estudiando, tomó el libro y lo abrió.


—Mmm… sí, pero no soy muy bueno. Mis amigos son mejores que yo en esta asignatura, les había pedido que me ayudaran pero estaban cansados y dijeron que iban a preparar una broma a Que…—Se calló. No debía divulgar ese tipo de información, si alguien se enteraba James y Sirius estarían en graves problemas.


—… jicus—terminó la oración el alto joven. —Así que eres de la pandilla de Potter, ¿eh?


—¡No, no! Bueno… algo así. Son mis amigos, ¿tú tienes amigos? —preguntó Peter observando a Lupin. Éste sonrió y lo miró fijamente.


—¿Tengo pinta de tener muchos amigos?


—Eh, jeje, no, pareces muy antisocial… ¡Perdón, lo siento! Quise decir que…—el pequeño y nervioso chico no llegó a terminar la frase porque la risa estridente de Lupin interrumpió su conversación.


—Lo sé, no te preocupes. De seguro nunca has notado mi presencia en el salón de clases, o jamás has oído hablar de mí. Oye, ¿quieres que te ayude con Transformaciones? Soy muy bueno y no tengo dificultades con la asignatura. —Remus se sentó en el sillón en el que anteriormente Peter había estado y le hizo señas a éste para que se sentara a su lado.


Obedientemente, Pettigrew se ubicó al lado del chico y comenzaron a estudiar. La forma de explicar de Lupin era sublime: claro y exacto, te hacía entender las cosas con facilidad. Ambos se quedaron hasta tarde estudiando, repasando y riendo, como amigos, verdaderos amigos.
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