Amaya: Lluvia de mentiras

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Amara Silberschatz, 22 Julio 2011.

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    TuTi

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    OHh Omg jaajajaj te quedo increible weeee Zuzu ya tiene familia y lo del beso Omg y desde un principio sabia que Andrea era una Dor ( en femeninoxD) me siento mal por David ya Zuzu no tiene su apellid :s, pero hay que admitir que el fue algo pervertido xD jajajajaja bueno me encanto y por fisss avisamen cuando este la conti de este magnificio fic
     
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    Naru-Chan

    Naru-Chan Usuario popular

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    Neh, otra ves yo por aca n.n
    bueno por fin vino el beso tan esperado, fue tan lindo n.n
    y que bien que rompio con su novia, esa chica si que era una ofrecida ehh,
    pero por suerte ya termino jeje
    pero ahora esta e tema de la adopcion de Zuzu, Amaya va a ser su mama adoptiva y
    Natanahel el papa, eso si que es interesante, ahora van a estar mas tiempo juntos ademas
    de la pequeña personita que de cierta forma los une n.n y fue muy amable de parte de el
    ayudarla con el tema de la adopcion n.n
    pero vamos a ver que piensa David al respecto jeje
    bueno avisame de la conti siiiii, choa!!!
     
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    Flamakun

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    Vaya Amira-chan, tu fic va bastante bien (Aunque no me llego ningún aviso de los capítulos nuevos ewe) Bueno me gusta el transcurso de la historia, ahora que Nathanael esta ayudando a Amaya, me pregunto si este ira a sufrir algún cambio positivo de personalidad ya que al parecer, Amaya le esta cambiando la vida xD Al menos David fue capaz de abrir los ojos al fin ^^ Esperando con ansias el siguiente capitulo ^^

    PD: Es mi idea, o de momento soy el único hombre que queda leyendo (Y dejando comentarios) Sobre este fic owo xD (?)
     
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    Amara Silberschatz

    Amara Silberschatz Usuario común

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    Gomen Flame-san, es que ahora casi nunca aviso y algunos de mis post no se publican ;_; mi inter anda jodido y yo super ocupada. Mañana tengo un super examen de mate, saldrá común... Dejando eso de lado, siempre publico los sábado, pero ayer no me dio tiempo así que lo traje hoy owo

    Por cierto, sí hombres creo que sólo Flame-san lee xD

    Trataré de avisarles a todo, aunque les digo que cada vez que sale que Yo comenté ene l fic es porque traigo conti *-*

    pd:

    Tengo otros proyectos en mente *¬* por si alguno tiene interés en leerlos xDD
     
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    Amara Silberschatz

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    Título:
    Amaya: Lluvia de mentiras
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    26
     
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    1596
    Capítulo 14

    Desesperación

    Narra David.

    Estoy desesperado por hablar con Amaya, pero ella nada que digna a aparecer… Y ya casi llego al departamento y ni señales de ella…

    —David, por favor cuida a Suzu —dijo la castaña a quién he añorado tanto ver.

    —Espera Amaya —dije, pero iba muy apresurada, así que solo me dio un beso en la mejilla y se fue corriendo.

    En ese instante deseé que ella no se hubiera ido, para poder darle la noticia que había acabado con su novia y de que ya sabía porque estaba muy enojada con Andrea.

    Entré a apartamento y me encontré con la pequeña Suzu, que parecía estar dibujando algo. Me acerqué a ella, para poder ver que dibujaba y me di una gran sorpresa al ver que dibujaba a un hombre, de cabello café y ojos azules.

    —Suzu, ¿quién es él? —pregunté tratando de disimular el odio que salía a relucir en mi voz.

    —Es el novio de mamá y mi encardo legal —dijo torpemente la niña.

    —Encargado será lo que intentas decir, ¿verdad?

    —Sí, sí… ¡Eso mismo! —dijo muy alegre.

    Fruncí el seño, ese tipo no me agradaba para nada y eso que ni lo conozco, pero Amaya me debía una buena explicación y si he de esperarla toda la noche hasta que venga del trabo lo haré.

    Pasó el tiempo, y las ansias de hablar con ella ya me estaban volviendo loco, nunca había sentido un deseo tan grande de hablar con alguien de estar junto a alguien. Era algo indescriptible, algo nuevo, pero muy difícil de controlar.

    Era como un zombi, necesitaba “comer carne” y no de cualquier persona… no, tenía que ser de ella, de nadie más, solo de ella. Ansiaba con todas mis fuerzas que el maldito reloj marcara las 12:15am (hora a la que llega al departamento, o al menos a esa hora llegó ayer).

    Tenía ganas de que mi Amaya me consolara, me besara y me abrazara. De sentirla cerca, parecía cursi pero así era. Aunque estaba seguro que ella, ya tenía otro chico, pero por lo menos le diría que ya sabe que su ex-novia era una arrastrada y acalenturada.

    Como me detesto a mí mismo por haber herido a mi castaña de esa forma, por hacerle llorar. Por ser una quinceañero con las hormonas alborotadas, pero…

    —“Toc-toc” —sonó la puerta.

    —Pasa, Amaya —anunció él.

    —Perdona que me fui tan apurada, pero iba a llegar tarde —se disculpó.

    Apenas la tuve lo suficientemente cerca, no soporté más y la bese. Ella me miró entre asombrada y apenas, pero no del todo contenta.

    —No tengo novia —expliqué entre besos.

    —¿Cómo así? —apenas logró decir.

    —Era una arrastrada —ella soltó un suspiro y se apartó de mis labios, luego me sonrió.

    —Lo sé, la vi besarse y casi hacerlo con mi novio… —habló algo molesta la muchacha de ojos ambarinos.

    —Espero que tu nuevo novio de ojos azules no se enoje porque te besé —hablé, pero ahora algo enojado.

    —¿Cuál novio?

    —Unos de ojos azules y cabellos castaños.

    —¿Nathanael? —preguntó como incrédula y luego soltó una risa.

    Me molestó esa actitud, pero también me alivió. Aunque le fruncí el seño, y ante tal acción ella siguió caminado y se echó en el sillón.

    —¿Me estas ignorando, Amaya? —pregunté, pero no me respondió.

    —Y-yo… tengo novio, pero… pero… no tiene ojos azules…

    Narro yo.

    La tarde era cálida, algo raro puesto que el clima de San José es muy frío, pero hoy el sol brillaba en el cielo. Un día muy bonito, sin lugar a dudas, aunque si por la víspera se sacara el día… este día sería oscuro, frío y lluvioso…

    El joven David, ahora yacía bajo un árbol verde y frondoso que le proveía sombra, la suficiente para matar el calor y la contaminación que había en el aire. Por eso, él, dormía placidamente bajo el árbol o al menos había sido así hasta que hace poco, que comenzó a fruncir el seño y moverse mucho. Clara señal de que tenía un mal sueño o algo así…

    Narra Amaya.

    Quién lo diría, “Don jefe” es buena nota después de todo. Aunque no debí aprovecharme que había perdido una apuesta con su hermana para que me ayudara, pero, bien que mal, ocupaba el dinero.

    —Amaya, se te hará tarde para ir a estudiar —informó él.

    Cierto, ¿cómo pude olvidarlo?, tengo que ir a clases y comienzan a las 3:00pm.

    —Amaya, ¿vendrás por mí? —dijo la niña.

    —Sí, pero… tendrás que portarte bien con él, ¿sí?

    La castañita asintió con la cabeza y luego supe que él nos mira algo hastiado, por lo que decidí acabar con esto de una buena vez. Por lo que se ve, él no es del tipo de personas que ama las compras y yo tampoco.

    Nos fuimos y él me llevó hasta la universidad en su carrazo, cuando llegamos todas las personas se me quedaron viendo raro. Como si fuera una celebridad, todo el mundo se acercó a hacerme preguntas estúpidas, como: “¿Desde cuanto sales con él?, ¿es hija de ustedes?, ¿de quién familia?, ¿por qué ustedes se encargan de ella?”. El alboroto se hacía grande así que Nathanael prefirió irse lo más rápido posible, no le agradaban los tumultos y no culpo.

    Cuando vi que más y más gente llegaba, me dispuse a hablar (ya que aun me costaba trabajo), pero al parecer entre tanto bullicio no me escuchaba. Así que tomé una hoja de uno de mis cuadernos y escribí bien en grande: “¿¡Podrían dejarme en paz!?”, “¡¡es solo mi amigo!!”.

    Maldita sea, esta vez si me había metido en un embrollo bien grande. El tipo aparte de guapo y arrogante, era famoso y adinerado. Lo que atraía a mucha muchedumbre interesada en el dinero fácil.

    Ya todo el tumulto se había disuelto, así que decidí buscar con la mirada a David y no me fue muy difícil hallarlo, porque estaba bajo un árbol. Parecía estar bien dormido, eso de lejos porque cuando llegué me di cuenta de que tenía un mal sueño así que decidí despertarlo.

    Comencé a ronronear su nombre suavemente para despertarlo, pero no reaccionaba. Al parecer la pesadilla era muy fuerte, seguí haciendo lo mismo hasta que surtió y él se despertó.

    Cuando se despertó se me abalanzó encima y me besó, yo le correspondí el beso (al principio), pero luego me acordé de que tenía novia y aparté sus labios de los míos de inmediato. Él me miró entre extrañado, aliviado y triste. Muchas emociones al mismo tiempo, pero él las mostraba todas juntas de un solo golpe.

    Se veía tan indefenso, tan confundido y tan tierno, pero, tenía que aceptarlo, no era mío.

    No importaba cuanto lo quisiera,
    Él ya tenía dueña
    Y esa no era yo, ni lo seré.
    Su dueña es una rubia y así tiene que ser.

    Recordé el verso que había escrito hace poco tiempo, era bello y corto. En fin, mostraba lo que siento. Él le da vuelta a mi mundo, pero era injusto que hiriera a su novia, no importaba si ella se metió por error con mi novio, era malo hacer algo que no quieres que te hagan.

    De ser por mí hubiera estado todo el día así, abrazada a él (sintiendo su cálido cuerpo estrechar el mío, y sus leves respiros chocar contra mi pecho). Pero acabó, nos tuvimos que separar porque eran las 2:55pm y ya no tardaban en empezar las clases.

    —Lo siento, Amaya —se disculpó David con una sonrisa melancólica en el rostro.

    Narra David.

    Después de disculparme con ella, se quedó callada y serena, como metida dentro de sus pensamientos.

    —No tienes de que disculparte —susurró y luego sonrió la castaña.

    —En serio, lamento haberte forzado… o mejor dicho… —me ardían las mejillas— b-be… b-besado a la fuerza…. —solté y sentí como el color se me subía a la cara.

    Empezó a soltar unas risitas, luego clavó sus joyitas ambarinas en mis orbes de color jade. Noté un poco de preocupación en ellos, decidí preguntarle luego qué era lo que le pasaba. No era mi intención hacerla sentir mal ni nada por el estilo, por eso mejor me ofrecí a escoltarla hasta su salón.
     
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    Amara Silberschatz

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    Amaya: Lluvia de mentiras
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    26
     
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    1463
    Capítulo 15

    Ironía

    El joven David, ya había escoltado a la dulce Amaya hasta su salón. El castaño de orbes verdes claros, se quedó un rato merodeando el salón hasta que el timbre sonó y tuvo que irse a su clase, pero de camino el joven comenzó a escuchar algunos ruidos que pasó por alto (grave error).

    —“El sueño que tuve no me agradó para nada, porque he oído que los sueños son ideas del subconsciente y, en algunas ocasiones, manifestaciones de nuestros deseos y temores” —pensó el muchacho de ojos como jades.

    El chico seguía caminando, muy metido en sus pensamientos. Y al parecer ya no sabía ni que sabía, porque su cabeza estaba hecha un caos.

    Hace poco había decidido pasar por alto los ruidos raros que oyó salir de un aula, porque creyó que no eran importantes, pero (sus ideas eran erróneas) si hubiese entrado ahí… Quizás esta historia de amoríos de la rubia, llamada Andrea, no siguiese siendo parte de su vida. Que irónica la vida, que pudo haberle informado lo importante de esos cuchicheos, pero prefirió seguirlo manteniendo a la deriva de sus emociones.

    Hoy, martes ocho de enero, todo pudo haberse convertido en una de esas historias tan bellas y románticas (sí, de las que todo el mundo habla), pero la ironía que tiene la vida no hizo más que alargar lo que en algún momento van a salir a flote las mentiras, ya sea para bien o para mal. La vida es así de sutil y cruel, que más da.

    En un salón de clases completamente vacío, de no ser por dos estudiantes de matemáticas, que se encontraban en medio de un pequeño encuentro. Ambos, con las hormonas a flor de piel y sus respiraciones agitadas, sin parar de darse besos y besos (cada vez más apasionados).

    Sus cuerpos sudorosos, parecía no querer ceder al cansancio y seguir con las carias hasta llegar más a fondo, pero este no era el lugar indicado. Ellos lo sabían, por eso cuando sintieron que no podían con su deseo se tuvieron que separar. Estaban mucho más agitados y excitados que antes, se les veía en los ojos.

    —C-creo q-que e-eso e-es t-todo… —musitó con la voz ronca y entre cortada la rubia.

    —¿Estás segura? —dijo con voz ronca y seductora el pelinegro, dándole besos en el cuello.

    —Detente —suplicó ella.

    —No quieres que me detenga, solo quieres…

    —No hacerlo en este lugar.

    Que irónica la vida, ella no quería tener sexo en un aula cuando su primera vez fue en una. Muy irónico ¿no?, pero las cosas son así. Y las cosas siempre caen por su propio peso, solo hay que esperar.

    —¿No te gusta traer viejos recuerdos a tu mente? —preguntó él, siendo el que le quitó lo más importante para cualquier mujer.

    —Es que… —bajó la mirada.

    —Te sientes culpable ¿verdad? —corroboró el muchacho de ojos negros.

    —Sí, ese día… yo… aún era inocente y…

    —Eras su novia, pero…

    —Sucumbí ante la lujuria —susurró ella, él le rozó los labios con su lengua y luego comenzó a besarle el cuello.

    Siguió besándola, ella ya no tenía fuerza de voluntad para seguir peleando. Su autocontrol se había escabullido de su cuerpo, se fue de vacaciones china justo cuando él comenzó a besarla.

    Que triste la ironía que colma el mundo; sin ser uno malo la vida le una buena probada de amargura. Y solo nos queda reprocharle o aceptar en silencio la pena que nos toca, así es nuestra suerte y nuestros pasos quedarán marcados en la arena. Recordaremos todo lo que nos pudo ayudar y simplemente nos negamos a recibir ayuda o simplemente ni nos dimos cuenta de la ayuda, pero ¡qué poco observadores podemos ser los seres humanos!

    Era cruel e inhumano saber que unos minutos podían hacer la diferencia, que una decisión podía hacernos perder o ganar. Que un mal paso podía significar que era el final, que destino más gélido e insensible que se cruza con la vida y hace estragos.

    La muchacha de cabellos amarillos le rogaba al joven de piel blanquecina que se detuviera, pero el le hacía caso omiso y seguía besándole el cuello. Para luego ascender a sus labios y abrazarla muy posesivamente.

    Mientras tanto el joven de ocelos cual esmeraldas, miraba desganado la pizarra, por un lado deseando que acabaran las clases y por otro deseando encontrarse con esos ojos ambarinos que lo traían loco, pero él mismo sabía que también amaba a Andrea y, quizás la amara más a Amaya que a la rubia.

    —Amaya —se le escapó de los labios, luego soltó un leve suspiro.

    Aunque él quisiera negarlo, seguía pensando ella. Imaginando su cálida sonrisa, añorando esos dulces labios, que a como eran de dulces eran de prohibidos.

    Una castaña miraba de reojo a la profesora de ingles, pero de un pronto a otro soltó un estornudo: “Achu”, resonó el la callada aula.

    —¿Are you’reok, miss Murillo? —preguntó el idioma correspondiente a su clase.

    Yes, I’m fine —respondió la chica de ojos color ámbar.

    La mujer de ojos cafés y cabellos castaños, siguió con su clase. Su nombre era Sara Núñez, su piel era blanca y era bajita. Y, también, gordita. Siempre llevaba una sonrisa el la cara, resaltando sus pómulos. Amable era poco e insuficiente para describir a aquella señora, ella siempre había sido como una madre para Amaya y para casi todas sus alumnas.

    El día transcurrió como siempre… una Amaya distraída que escribe poemas y un David metido en sus pensamientos, solo que para él si había algo nuevo. Que la que ahora era la dueña de sus pensamientos era una muchacha castaña, cuyos ojos de color amarillento no dejan de aparecer en sus pensamientos.

    Cuando cayó la noche la joven de apellido Murillo salió en dirección a su trabajo y el de apellido Torres se quedó a cargo de la niña. Pasaron un pequeño rato juntos, pero casi sin dirigirse la palabra, por cuestiones de tiempo.

    Él pasó toda la noche cuidando a la niña, ella trabajando en el restaurante, pero la que mejor lo pasaba no era precisamente la que más lo merecía…

    En la habitación del joven Marcos Zamora, el susodicho y una rubia despampanante yacían en la cama del pelinegro.

    —¿Qué tal? —cuestionó él.

    —Increíble —respondió ella, sin ni una poca vergüenza.

    —Solo eso —dijo el fingiendo enojo.

    —Yo hice la mitad del trabajo —se excusó la rubia.

    Habían estado haciendo lo mismo toda la noche y parecía que no iban a cansarse. Porque todavía se les veía en los ojos el deseo y la lujuria que tenían ambos por el cuerpo del otro.

    —¿Lo hacemos de nuevo? —consultó la mujer de cabellera amarilla.

    —Sí aun puedes seguirme el ritmo —susurró el pelinegro.

    —No sé, ¡es obvio que sí! —gritó ella con una sonrisa triunfal en la cara.

    —Pues… entonces… ¿vas a terminar con él? —preguntó de un pronto a otro.

    —Sí, pero lo haré dentro de una semana ¿está bien?

    —¿Por qué hasta dentro de una semana?

    —Tengo algo pendiente de arreglar.

    —Te refieres a la pequeña Amaya.

    —Sí, se debe estar torturando psicológicamente.

    —Siempre le diste ese beso…

    —Sí, y hasta lo hice ilusionarse.

    —Sí, se puede saber… ¿Por qué la detestas tanto?

    —Porque cuando David la mira, lo hace con otros ojos.

    —Así que…

    —Aja, me vengo de ella y ella ni sabe porque.

    —Pero él ni te interesa.

    —Eso es cierto, pero lo que mío es mío.

    pd: espero alguno se interese en mis otras historias :3
     
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    TuTi

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    Okk...admito que estuvo buenisimo , pero estenn uvo un momento en que puess perdi el tiempo de la narracion hasta el final me di cuenta que ¡era un flash back?, ademas la rubia Dog(en femenino) ya no avia terminano con David ???
    Omitiendo todo lo malo me gusto bastante jajajajajajaj xD creeme que y espero la conti =p
     
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    Naru-Chan

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    Hola amiga n.n tanto tiempo >.<
    Bueno a ver, tuviste algunos errores de ortografía, y también con los verbos a la hora de hablar en primera persona, y en algunas ocasiones no escribiste las palabras completas...
    Fuera de eso nada mas, bueno eso fue lo técnico, ahora el fic...primero que todo, yo pensé que David había terminado con Andrea, y Amaya no tenia novio, ya que al final del capitulo 14 Amaya dijo que si tenia novio, y en el capitulo 15 cuando David la beso ella le dijo que el no lo haga pues tenia novia...eso no me quedo en claro...
    Jeje, David se puso celoso de Nathanael, sin siquiera conocerlo, y bueno es que el jefecito si es lindo, aunque tenga ese carácter bastante especial >.< pero igual dentro de todo el es bueno n.n
    Bueno amiga, avísame cuando subas la conti nuevamente, y yo no tengo drama en leer lo nuevo que escribas, solo invítame n.n un besote...
     
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    Flamakun

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    ^^ Tu fic va bastante bien Amira-chan, sinceramente yo también me perdí un poco leyendo, pero no lo veo como nada grave, me agradaron ambos capítulos, y claro que seguiré tus otras historias, tu solo avísame y yo aparezco en cuanto pueda ;D Saludos y espero la continuación (Y no te olvides de avisarme ^^).
     
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    Amara Silberschatz

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    Lamento ser tan confusa, debe se rpor los días que llevo -.- Además de que dudo escribir algo decente, mi examen de mate de hoy me dejó molida. ;_;

    pd: trataré de mejorar :3
     
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    Amara Silberschatz

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    1901
    Capítulo 16

    Miércoles, menos un día.

    Seré yo o es que David cada día está más guapo, pero… también lo veo cada
    vez más enamorado de ella y eso me hiere. De tal forma que no estoy segura si deba seguir cerca de él, además la conciencia me da malas pasadas.

    —Amaya —llamó mi amigo del alma.

    —Sí —dije medio dormida.

    —Ya es hora de que te levantes, hoy tienes clases desde muy temprano.

    —Es cierto, hoy es miércoles…

    —Báñate, yo te alisto los cuadernos y te preparo el desayuno.

    —Mil gracias —susurré con brillitos en los ojos.

    Fui rápidamente y me metí a la ducha, me di un baño muy veloz. Use una velocidad inhumana para estar lista antes de las 8:00am (o como yo digo, las ocho de la madrugada) porque las clases empezaban a las 8:30am.

    Me vestí, salí del cuarto y comí. Mi ropa no era muy glamorosa, un pantalón de mezclilla azul y una blusa blanca. Unas tenis converse blancas y mi cabello atado en un moño. Sin maquillaje, sin nada que me atrasara.

    Clavé mis ojos en unas deliciosas tostada con mantequilla y miel, que me estaban haciendo la boca agua, me senté y comencé a engullir las dos apetitosas tostaditas. Y luego por intentar comer rápido (cosa que nunca hago) casi me ahogo, pero David me trajo el jugo de naranja justo a tiempo.

    Como la niña aún seguía dormida, no me pude despedir de ella. Pero le encomendé al Torres que la cuidara bien, lo que me dejó un poco más tranquila, no del todo, solo un poco más tranquila. Es el primer día (desde que estoy con ella) que no le doy los buenos días y me siento como si algo me hiciera falta.

    Caminé y caminé, mas el camino parecía hacerse más largo en lugar de finalizar, irónicamente me acordé de la leyenda costarricense que dice que uno debe ponerse alguna de sus prendas al revés para llegar a mi camino, pero me dije a mi misma: “Vamos, Amaya, es solo una leyenda”. Y efectivamente fueron puras ideas mías, porque luego de un rato había llegado a la institución, especializada en tortura, digo… digo… enseñanza, sí eso.

    Andaba, medio dormida, por los pasillos. La gente me veía como extrañada, y no los culpo. Casi siempre David me escoltaba, pero hoy se quedaría a cuidar a Suzu y no se podía dar el lujo de despertarla para venirme a dejar o dejarla sola. Aunque, pensándolo bien, pudo haber sido porque ayer llegué en un carrazo y hoy a pie. Si fuera presumida o algo así estaría muerta de vergüenza, pero que se le va a hacer…

    Parecía ser el centro de atención de mucho, lo que no me agradaba, me sentía observada. Pero hubo unos ojos que me dejaron a medio morir, me atemorizaban de tal forma que era casi una tortura psicológica caminar por aquél pasillo.

    Paseé mis orbes ambarinos por todo el pasillo, buscando al sueño de esa mirada tan penetrante y atemorizante, pero nada que daba con él. Hasta que choqué contra un joven de piel blanquecina y ojos color azul vivo, al menos el que le quedaba las vista (porque el otro lo cubría la cabellera negra que poseía).

    —Disculpe —musitó con voz de queda y algo angustiado el muchacho.

    —No tiene nada de que disculparse, —susurré y le regalé una sonrisa— de hecho yo iba distraída.

    —Tranquila, pero…

    —¿Nos conocemos? —pregunté sin más ni más, me había quedado perdida en sus ocelos azules brillantes.

    —Creo que vamos al mismo curso —respondió el pelinegro.

    —Entonces, ¿por qué ibas en sentido contrario? —consulté extrañada.

    —Yo no iba en dirección opuesta, la que venía en dirección errónea es usted.

    —¿Ah?, ¿cómo? —dije confundida.

    —Vamos para gramática —me informó.

    No sabía porqué me había olvidado a que salón tenía que asistir, o mejor dicho, porqué me había equivocado de salón. Creía que iba primero al salón de música, que está en sentido contrario al de gramática y además está unos pisos más abajo.

    Él empezó a caminar, yo solo seguía sus pasos. No le prestaba mucha atención a las miradas curiosas de la gente, porque “Dark” es un chico que no se caracteriza por andar acompañado. Siempre solo y nostálgico, como quisiera saber que hay dentro de su corazón y que hace que esos bellos ojos azules tan vivos, se vean gélidos y muertos.

    —Dark —le llamé por su sobrenombre esperando que no se molestara.

    —¿Qué? —atendió el muchacho de ojos como el hielo.

    —¿C-cómo e-estás? —traté de sacar tema de conversación.

    —No sé… y tú no te caracterizas por ser tartamuda —contestó.

    —¡Eh! —grité algo asustada.

    Noté como me miró algo extrañado, luego soltó un suspiro como de resignación.

    —Nada, ¿qué tal estás tú? —soltó dando un suspiro más hondo.

    —Bien —sonreí.

    Sus ojos eran preciosos, me parecían tan dolidos y tristes que me daban la curiosidad de saber porque el dueño estaba tan mal. Sentía una atracción increíble por él, no sé porque no me había dado cuenta. Quizás, solo quizás, pasaba mucho tiempo pensando el David y el mundo no gira en torno a él, por eso pensé que si comenzaba a fijarme en otros chicos, tal vez, me enamoraría de alguno.

    Creo que este muchacho me llama la atención, no sé si sean sus ojos o su personalidad, pero tiene algo que me atrae. Con solo estar cerca de él me hace desfallecer, será que nunca había estado cerca de él o acaso será porque nunca entablé una conversación con este joven. Aunque su toqué triste y melancólico es lo que más me llama la atención, pero su intrigante pasado e historia con también una pieza clave.

    —Ya llegamos —anunció él, frenando de golpe y yo me choqué contra él (no me dio tiempo de detenerme).

    —Itte… itte… —me quejé y fruncí el seño, ese golpe me había dolido un poco.

    —¿Qué, no piensa entrar? —cuestionó el muchacho de cabellos oscuros.

    —Es cierto, —susurré— perdona.

    Entramos al aula y todos senos quedaron viendo, yo solo me preguntaba si se iría a sentar a mi lado o mejor se sentaría bien lejitos de mí. Aunque para responder mis dudas, sólo quedaban dos asientos en todo el salón y eran justamente uno en la esquina izquierda y otro en la esquina derecha, así que tomé cartas en el asunto y en un susurro le pregunté: “¿Me das tu numero de celular?”.

    —Para ¿qué? —dijo él.

    —Por favor.

    —Está bien… es el 86-94-75-80 —soltó un suspiro de resignación— y me llamo Erick Lennon.

    —Gracias, el mío es… —traté de recordar mi numero— es… el… 86-15-90-51 y mi nombre es…

    —Yo sé como te llamas, déjalo así y siéntate antes de que el profesor se enoje.

    Él se sentó en el último pupitre del lado izquierdo de salón, justo al lado de la ventana, pero yo me senté en el de la esquina derecha del salón. Ahí solo veía la pared y a todos los de la clase, que no era muy entretenido. Bueno, solo ver al joven de apellido Lennon. Porque de ahí en más, los demás eran aburridos y no digo que no hubiera chicos guapos, solo que estaba interesada en Erick. Y no podía andar mirando a todo aquél se me cruzara al frente. Aunque reconozco que si el castaño de apellido Rohrmoser me pidiera que fuera su novia, como es lógico, lo aceptaría. Lo mismo va si es Daniel quien me pide que sea su novia, ambos son muy guapos y buenos tipos. Pero en especial guapos, pero si he de escoger escojo al de ojos plomizos. No sería igual si el amargo de apellido Lonrot me lo pide, él es muy agrio y frío.

    Sentí como mi celular comenzaba a vibrar, al principió casi me mata del susto, pero luego me tranquilicé y, en un descuido del profesor de gramática, tomé el aparatito para leer el mensaje que me había llegado.

    “Amaya, ¿no crees que esta clase es aburrida?”

    Empecé a teclear, aunque la clase era aburrida había otras peores así que…

    “Sí, pero no tanto como la de psicología uno.
    Porque para ser sincera yo no logro comprender nada”

    Envié el mensaje, luego de unos segundos vi como el pelinegro sujetaba su celular y en su rostro se pintaba una media sonrisa. Un rato después, ya me había llegado su respuesta.

    “¿Bromeas?, es la única clase que se me da”

    Quedé extrañada, para mí solo la “Tetona” entendía esa clase. Pero, por raro que suene, no me extrañé al leer lo que me había escrito; casi lo olvido, tengo que devolver el mensaje.

    “Si es así vas a tener que explicarme,
    claro, si no te molesta”

    Mandé el dichoso texto y, con el rabo del ojo, presencie su rostro de extrañeza cuando leyó el escrito.

    La clase, era como cualquier clase, pero hoy ni le había prestado atención. Ni sabía si el profesor había dicho algo, estaba tan ocupada y concentrada en mandarme mensajes con el muchacho de ojos azules. Que ni atención le prestaba al pobre viejito regordete que estaba hablando, como loco, al frente de toda la clase. El ancianito tenía el pelo blanco, ni señas del color de su cabello, ojos cafés y piel blancuzca. Chato y con una expresión de amargura, soberbia y frialdad.

    Casi olvido lo que hacía, de no ser por el cosquilleo que me provocó el telefonito celular, había un nuevo mensaje. Así que lo quise leer.

    “Bueno, pero… tendrás de darme algo a cambio”

    Me quedé inmóvil, no creía lo que leía. Había dejado su amargura y seriedad por un momento. No pude soportar las ganas de contestar.

    “¿Qué te parece un beso?”

    Puse en el mensajito sin pensar en mis acciones, luego lo envié. Cuando quise recapacitar era tarde, el mensaje ya había llegado a su destinatario.

    pd: Sin excusas, por hoy XD
     
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    Amara Silberschatz

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    Amaya: Lluvia de mentiras
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    1979
    Capítulo 17

    ¡¿Qué?!

    Desvié la mirada, no quería ni ver la cara que pondría el pobre chico al darse cuenta de que le había ofrecido un beso; comencé a sentir como vibraba el celular y vi que había llegado un mensaje.

    “¿Quién crees qué soy?, además un chica no tiene porque…
    andar regalando besos”

    Como creía que se había enojado, comencé a teclear un mensaje.

    “Perdona, no fue mi intención… Y tienes razón, no debo andar regalándoles besos a los chicos. Aunque los míos ni se comparan con el de las chicas guapas y populares”

    Le envié el bendito texto, y esperé hasta que le llegara. Unos minutos después ya me había respondido.

    “Eso lo tengo claro, las “chicas guapas” como las llamas
    son solo un poco de arrastradas… No tienes porque rebajarte
    a ese nivel”

    Me sorprendió mucho lo que leí, era como si se hubiese molestado por la contestación que le otorgué. Empecé a escribirle la respuesta.

    “Gracias, creo…
    Pero, en serio me vas a enseñar…
    Humm… esto… psicología”

    Mandé el mensajito y volteé la cara hacia la pizarra (no quería recibir otro golpe). Vi como el profesor daba vueltas sobre su propio eje y hablaba como tarabilla. Una extraña sensación me hizo dejar de mirarlo, era mi celular que sonaba. Lo tomé entre mis manos y leí.

    “¿Sigue en pie lo del beso?”

    En ese momento sentía como el color se me subía a las mejillas, y traté de disimular volteando un poco la cara, pero aún así el color rojizo no se desvanecía de mi rostro. A como pude comencé a teclear.

    “Claro, pero solo si logras hacer que entienda. :3”

    Una vez le respondí el mensaje, esperé y esperé su respuesta, pero estaba tardando mucho en responder. Hasta que comenzó a moverse el celular.

    “Oye, ¿qué carita es esa?”

    Me extrañe ante esa pregunta, pero decidí contestarla.

    “¿Cual?”

    Le envié y en menos de dos segundos me llegó otro mensaje.

    “Esta carita. :3”

    Miré la carita tan corronga y empecé a escribir.

    “Es una carita corronga y dulce, la uso para decir cosas malas.
    Algunas veces la uso para darle gracia a la oración *o*”

    Una vez enviado el mensaje noté como el “emo” me miraba con un poco menos de nostalgia en sus ojos, como por inercia le solté una sonrisa. Unos cuantos segundos después sentía vibrar mi teléfono.

    “Supongo que esta *o* es de asombro, ¿no?

    Sentí una mirada clavaba sobre mí, era como en el pasillo. Esa mirada era gélida y penetrante, comencé (disimuladamente) a buscar al dueño de esa mirada y me encontré con unos ojos plomizos. Decidí ignorar su fría mirada, de momento, y contestar el texto.

    “Sí, eres muy listo Erick =D”

    Luego de enviarle el mensaje percibí unos ojos clavados en mí, por más que quisiera evitar estar incomoda me era imposible. Esos orbes grisáceos me daban miedo, o algo similar.

    Sentí el pequeño aparato moverse en mi pantalón y provocarme cosquillas, provocando que soltara unas risitas (las que escondí con una tos forzada); proseguí a leer el texto.

    “Gracias, por cierto. ¿Qué te parece hoy después de clases?”

    Me dispuse a responderle el mensajito, en un descuido del profesor empecé a escribir.

    “Bueno, pero mi pequeña Suzu tendrá que estar presente en la clase. Espero que no sea un problema”

    Apenas había mandado el mensaje, ya me lo había respondido el pelinegro.

    Ok, y dejemos de jugar con el celular porque después nos pescan”

    Como había atendido su orden no le devolví el mensaje, a mí me castigan a cada rato y ya estoy acostumbrada, pero a él no. Y no me gusta hacer que castiguen a otras personas inocentes.

    La clase de gramática pasó muy rápido, lo poco que quedaba de ella. Después de todo pasé usando el celular más de la mitad de la clase. Apenas el profesor dio la orden de salir, todos salimos a trompada de loco.

    El pelinegro de apellido Lennon, se acercó a mí y entonces pasamos el descanso junto. Los dos bajo la sombra de un árbol, aunque con mucho frío y cierto temblorcito en el cuerpo.

    —Oye, —llamó, después me vio directamente a los ojos— ¿estás bien?

    —Sí, sí… —dije con cierto temblor en mi voz por culpa del frío.

    —Estás tiritando —musitó algo aburrido él.

    —Lo siento —me disculpé.

    Ese joven para parecer un emo no es tan triste, al menos todo el rato que ha pasado conmigo no ha estado tan depresivo como siempre.

    —Gracias —soltó él.

    —¿Por qué?

    —Porque estando contigo olvido las cosas malas —bufó.

    Me le acerqué y lo abracé, quizás no fuera la mayor muestra de afecto, pero quería demostrarle que lo quería. Desde el principio de clases, él me había llamado la atención, mas por estar tan ocupada pensando en David… no me había querido involucrar con Erick, pero… el me atrae y a demás me hace olvidar a David.

    —¿Qué haces? —preguntó extrañado mientras clavaba sus ojos azules en mí.

    —Te abrazo.

    Pareció no entenderme, pero lo seguí abrazando. El receso pasó muy rápido, al menos eso creo. Subimos hasta el quinto piso del instituto, cuando llegamos nos metimos al aula y clase pasó lenta y tortuosamente (como siempre).

    Ya se hacía tarde y el dueño del restaurante me dijo que podía darme el día libre, cosa que le agradecí mucho, porque necesito un descanso. Cuando me quise dirigir a mi casa, me topé con el joven Lennon. Él me fue a dejar hasta mi apartamento y como agradecimiento le ofrecí que pasara, bueno eso antes de abrir la puerta. Porque cuando la abrí fruncí el seño, ya que me encontré con una no muy grata sorpresa…

    David y la rubia oxigenada se besaban de forma muy apasionada, (mucha baba para mi gusto), pero luego pensé: “Oh, vamos. Al menos no tendré que verle la cara a la mujerzuela, porque me encerraré con Erick en el cuarto”.

    El pelinegro que me acompañó todo el camino y yo entramos a mi cuarto, donde me encontré con la pequeña Suzu dormida. Ella se veía tranquila, por lo menos el muchacho de ojos la había cuidado bien, de eso no me podía quejar, pero de sus escenas amorosas sí.

    El silencio se apoderó del ambiente y ninguno de los dos quería romperlo, pero tampoco queríamos pasar el resto de la noche así. Los dos nos miramos de reojo, ninguno tuvo que decir nada. Ambos sabíamos lo que queríamos, aunque…

    —¿Tienes novia? —cuestioné.

    —¿Tú qué crees? —contestó el joven de orbes azules vivos con una consulta.

    —Por mi bien, espero que no.

    Sonrió (por primera vez en todo el día y en todo el tiempo que tengo de conocerlo), se acercó a mí y se dispuso a besarme, pero no iba a dejar que me besara así como así. Le corrí ligeramente el rostro para que solo rozara mis labios.

    —¿Qué pasa? —preguntó algo triste y extrañado.

    —No te diré —dije con aires de misterio.

    —Si no quieres no te beso.

    —No es eso, solo quiero saber…

    —¿Qué?

    —¿Por qué razón me quieres besar?

    —Se necesitan razón —frunció el seño.

    —Sí… —musité con tono inocente.

    Él me miró algo serio, como pensativo. No quitó los ojos de mí ni un solo momento, luego bufó. Se acercó a mí y me acostó con su cuerpo en la cama, siendo cuidadoso para no despertar a la pequeña, comenzó a mirarme detalladamente y luego abrió los labios, supuse que para hablar.

    —Desde que te vi, me sentí raro, pero… nunca pensé que una chica como tú, se fijaría en mí.

    —Pues… desde que te vi, me fijé en ti…

    —Dime la verdad.

    —Es cierto, tus ojos me parecían tan intrigantes. Y tu tristeza me daba ganas de consolarte y besarte… me traías medio loquita.

    —¿Mi tristeza?

    —Sí.

    —Viene de la muerte de un ser querido…

    —Como lo lamento.

    —No, no. Tú no tienes nada que lamentar, pero… cuando te veo olvido esas cosas, distraes mi mente.

    Aunque no quise ilusionarme nunca, siempre soñé con oír esas palabras salir de su boca. Si salía con algún otro chico, sería meramente para olvidar, pero si salí con él sería diferente. Porque con los otros saldría solo porque son guapos y me atraen, en el sentido físico, pero con él es algo más. Algo como lo que me hace sentir David, y lo que en su momento me hizo sentir Jake. Algo que va más allá de lo físico, del cuerpo y de su belleza, un sentimiento puro. Creo…

    —Perdona, quizás, estoy yendo algo rápido —trató de separarse, pero una de mis manos lo detuvo.

    Nos miramos como encantados con la vista, yo perdida en sus ojazos azules y él seguramente perdido en mis orbes ambarinos. Un ligero sonrojo se apoderó de mi rostro cuando sentí su respiración chocar con la mía, ya no quería ocultarlo más… él es a quién yo siempre quise, pero por cosas de la vida no intenté conquistar.

    Se comenzó a acercar a mis labios, cada vez podía sentir su respiración más cerca de mi cara. Sus labios se acercaron lentamente hasta casi chocar con los míos, en nuestras caras se logra apreciar nuestro evidente sonrojo. Ya no podíamos alargar esto por más tiempo, queríamos besarnos hasta que se nos acabara el aire.

    Los dos los sabemos, los dos pensamos lo mismo y los dos queremos finalizar lo que hemos empezado y con nada más y nada menos que un beso.

    Con cada segundo que pasaba nos acercábamos más, ya casi podía sentir sus labios rozarse con los míos. Su rostro está a unos milímetros del mío, mis ojos perdidos en sus orbes gélidos que parecían haberse derretido. Casi podía saborear sus labios, que se veían tan apetecibles y…

    pd: ¿Creyeron que los iba a dejar así? ¡Pues no! xD
     
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    Amara Silberschatz

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    1901
    Capítulo 18

    ¿Será un capricho mío?

    Rozó ligeramente sus labios con los míos, haciéndome sentir tan feliz y tan nerviosa. Tenía los ojos cerrados, así que no veía sus ojos azules, pero los sentía clavados en mí. Un delicado roce que se iba transformando en un beso apasionado, cada más minuto más exigente.

    De ser por mí, hubiera seguido besándolo hasta que se acabara la noche, pero el aire nos lo impidió. Nos detuvimos por unos instantes, solo para coger una bocanada de aire y así poder seguir besándonos.

    Nuestros labios iban al mismo ritmo, nuestras manos estaban entretenidas abrazando al otro y nuestros ojos estaban contemplándose mutuamente. Yo me deleité un gran rato con sus besos, pero luego me aparté para respirar. No pasó mucho tiempo antes de que él me volviera a besar, así pudimos haber estado toda la noche de no ser porque…

    —Cof, cof —tosió de forma fingida un muchacho de ojos verdes que tengo bien conocido.

    —Perdón —susurramos al unísono.

    —No…

    —Tú, no eras la persona más apta para aconsejarnos sobre esto —expresó el pelinegro.

    —Erick —susurré y lo abracé para que se calmara.

    —Amaya, tú sabes bien… —lo besé ligeramente, sólo para evitar que continuase hablando.

    Cuando nuestros labios se rozaron noté como David lo miró de forma asesina, no pude evitar sonreírle. No me gusta verlo así, sé que soy como su hermana y no le agrada que ande besándome con tipos.

    —Ya es tarde y este tipo debería irse —habló algo enojado el muchacho castaño casi rubio.

    —Es cierto Erick, me sentiría muy mal si te pasa algo… —musité con cierto tono de tristeza.

    —Está bien, por cierto. No creas que cambiaré mi semblante —dijo con la misma voz tan triste y melancólica.

    —No te estoy exigiendo nada —dije como para tranquilizarlo.

    —Eso me agrada —soltó el pelinegro y me beso apasionadamente en los labios.

    David lo miró con cierta furia, pero no le di importancia y le correspondí el beso, después de todo mucho tiempo quise besarlo y hasta ahora he podido, así que tengo que disfrutar. Ese chico era muy atrayente, será que tengo gustos raros o me gusta divertirme.

    Lo escolté hasta la puerta, cuando pasamos por la sala noté que la rubia oxigenada seguía ahí, pero no le di importancia. Al menos hasta que el muchacho de orbes verdes la besó apasionadamente, fruncí el entrecejo y observé que también mi acompañante lo fruncía, así que nos miramos ligeramente y cierto brillo malvado brotó en nuestros ojos.

    —¿Lo hacemos? —susurré por lo bajo y él solo asintió con la cabeza.

    En el mismo instante que llegamos a la puerta, él me tomó por la cintura y me besó muy tierna y dulcemente. Nuestros labios iban al mismo compás, se movían de forma lenta y suave. Mordió mi labio inferior obligándome a dejar que introdujera su lengua en mi boca, lo que transformó el beso en uno apasionado y lleno de deseo.

    Nos separamos hasta que el aire nos impidió continuar, porque sino no hubiéramos parado nunca; le abrí la puerta y lo abracé, me acurruqué en su pecho y me pegué a él. No quería dejarlo ir, pero era tarde y él tenía que dormir. Tenía que aceptarlo, eso era el poder de la atracción y, probablemente, era la última vez que no veríamos.

    Cerré la puerta, pasé por la sala sin ni si quiera mirar a la presumida rubia, porque juro que si la veo le rompo la cara. Sé que suena violento, pero me robó a mi novio y estuvo engañando a mi mejor amigo. Aunque, me duela verlo besar tan apasionadamente a esa tonta de cabellos teñidos, no hay nada que pueda hacer. Me parte el alma saber que ella le dio y, quizás, aún le esté dando vuelta. Pero el simple hecho de decirle me hace sentir mal, él la ama y sufriría… y sería horrible, además de eso… si es que tan si quiera me cree lo que le dije, porque en el peor de los casos me diría mentirosa y muchas grosería más.

    Caminé hasta llegar al cuarto, cuando entré cerré la puerta y me desnudé para poder meterme a la ducha. Fue un baño rápido, era tarde y no quería enfermarme, pero si no me echo un poco de agua le rajo la madre a esa tipa y eso sería rebajarme.

    Salí del agua, un poco más tranquila, solo con el paño puesto. Empecé a buscar a alguna ropa para ponerme, aunque para mi “buena” suerte no había ni un solo trapo limpio, todo lo había dejado en el pequeño armario que ha cerca de la puerta. Ahora solo tenía tres opciones: Dormir desnuda o pedirle David que me trajera ropa... y sino salir con el bendito paño enrollado a tomar mi ropa yo misma.

    Que vida más triste, hoy dormiré enroscada en el paño. No le daré el gusto de poder criticarme, porque estoy segura que igual lo hará, pero yo no le di oportunidades para que se burle de mí.

    Me quité la toalla de encima y comencé a secarme el cabello, pensé que el joven de apellido Torres estaría muy ocupado como para ir a mi habitación y no me equivoqué, puesto que oía la voz de la descarada de su “novia”.

    Apenas sequé bien mi cabello me dispuse a colocarme el trozo de tela encima, pero el ruido de una puerta al cerrarse me hizo parar en seco y prestar atención al lo que estaba pasando afuera. Afiné mis habilidades auditivas para poder escuchar lo que decían, pero me extrañé al solo escuchar un bufido.

    El silencio sepulcral se apoderó del lugar, yo seguía sin cubrirme con el paño y continuaba teniendo la tela entre mis manos, pero sin percatarme de nada unos pasos se oían afuera. No les presté atención, ya iba a comenzar a cubrirme con el paño, pero en eso el ruido mudo de la puerta al abrirse me sorprendió.

    Traté de cubrirme lo más rápido que pude con el paño, mas seguramente el joven ya me había visto. El color rojo inundó mis mejillas, luego noté como el volteó la cara y se quedó estático en el marco la puerta.

    Pasé a su lado, ahora si, bien cubierta por el paño. Velozmente me dirigí hasta el closet y cogí un short de color negro (bien corto), una blusa de tirantes (también de color negro), unas bragas negras con encajes del mismo color.

    Di media vuelta y me dirigí a mi cuarto, pero (para mi sorpresa) él aún se encontraba en la orilla de la puerta. Pasé como si no estuviera ahí, me metí al baño y me dispuse a vestirme, cuando salí (ya con ropa) él seguía ahí. Era como si me estuviera esperando y no se iría hasta que le dijera lo que él quería escuchar, pero no lo haría.

    —¿Ahora si estás lista? —preguntó y cierto rubor se apoderó de sus mejillas.

    —Sí, —dije con algo de pena y la mirada gacha— yo… yo… no le diré… nada… a tu… tu… novia…

    —Tranquila, —resopló— fue un accidente.

    —Lo sé… —musité— y de todas formas… —miré por unos segundos mis senos—mi cuerpo ni se compara con el de ella.

    —No, en eso tienes razón —cuando eso salió de su boca sentí como si me hubiesen clavado un puñal en el corazón.

    Narra David.

    Tienes razón, tu cuerpo es apetecible. El de ella no es tan tentativo como el tuyo; maldita sea. Ya no quiero seguir pensando así de ti, eres mi amiga, pero… pero… también eres una chica y una muy guapa. Además tengo novia, y hasta te besé, peor aún, deseé besarte de nuevo. Nunca habría imaginado que haría algo como eso, soy una persona horrible. Es cierto que quiero a Andrea, pero a Amaya, a ella la amo. Eso es más, pero Andrea es mi novia y tengo que tratarla como tal.

    Narra Amaya.

    Ahora sí, ya me siento echa polvo. No podías ser un poco más sutil, eso me dolió… pero no pienso demostrártelo; odio ser tan débil…

    —Amaya, ¿podemos hablar afuera? —señaló con la cabeza el sillón.

    —Está bien —hablé sin darle importancia.

    Ambos nos dirigimos a famoso sillón y nos sentamos, dejando a la pequeña Suzu sola en el cuarto.

    —Amaya, —rompió el silencio sepulcral el joven Torres— ¿lo amas?

    —¿Qué clase de pregunta es esa?

    —Sola una pregunta que quiero que respondas.

    —Sí, —dije sin pensarlo dos veces (ese chico me gusta mucho, pero a David lo amo)— ¿por qué?

    —Solo quería saber —bufó— entonces… ¿el beso que nos dimos no significo nada?

    —Sí, pero… tú ya tienes dueña y él no.

    —Dime, ¿te gusto? —soltó de forma directa (algo muy típico y admirable de los hombres).

    —No —dije sin pensar.

    —¿Segura? —insistió él.

    —S-s… —cuando iba a contestar delicadamente me tomó por las muñecas y me acostó en el sofá.

    —¿Acaso no vas a contestar?

    —Que… tú… —traté de decir, pero el me calló con sus labios.

    Traté de alejarlo de mí con mis manos, pero olvidé un pequeñísimo detalle… él las tenías sujetadas. Forcejeé con él un rato con él, pero sus labios eran tan… tan... deliciosos que terminé besándolos… no por mucho porque le mordí un labio, apropósito, para que me soltara.

    —Oye, —se quejó— ¿por qué hiciste eso?

    —Tienes novia, por eso tienes que comportarte como un buen chico no besar a otras chicas.

    —Pero si a la que amo no es mi novia.

    —Pues… estás mal…

    —Entonces, yo amo estar mal —dijo él y me iba a besar de nuevo, pero quité la boca.

    —Compórtate.

    —Amaya, sabes bien que ella me esta poniendo los cachos.

    —¿C-cómo lo sabes?

    —La vi cuando se besaba con tu ex.

    —T-tú…

    —Porque no me dijiste que ella…

    —Te veías muy feliz… y yo no era nadie como para quitarte tu felicidad —dije con algunas lágrimas queriendo salir de mis ojos.

    Él me miró entre tiste y confundido, luego me quitó las lágrimas con el dorso de su mano. Me besó la frente y se fue a la cocina, al perecer a tomar agua.
     
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    ren-chan

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    kawayyyy que lindo estuvieron los 3 capitulo, pero ahy algo que no me gusta si amaya ama a david estoces porque beso a a erik, si esta jugando con erik es muy cruel de su parte me gusto como narraste los besos todo, tienes errores pero nada grave
    yo prefiero que amaya se quedara con david es muy lindo. pero igual tiene novia y ella es una sinvergüenza.
    el otro chico igual es lindo pero prefiero al otro
    bueno espero la conti no te olvides de avisarme cuídate
     
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    Naru-Chan

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    Hola, hola n.n bueno ya me eh puesto al corriente con los capítulos n.n
    Con respecto a ellos n.n bueno me gustaron, en si para novios de Amaya me gusta mas Nathanael y después David, pero este chico que apareció, Erick, bueno el es agradable, pero en si me da lastima ya que en cierta forma Amaya quiere a otra persona, y no seria lindo que lo ilusione al pedo...
    Vamos ver que pasa ahora, ya que David le dijo lo de su novia, y también de cierta forma se declaro...
    En todo caso avísame de la conti n.n un beso!
     
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    Amara Silberschatz

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    Acción/Épica
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    26
     
    Palabras:
    897
    Capítulo 19

    Si cometo un error…
    quiero que sea contigo.

    Me dirigí a la cocina, solo para encontrarme con sus ojos verdosos. Aunque lo que vi no me agradó mucho, sus orbes se veían tan oscuros que casi ni podía distinguir su pupila por el color tan opaco que se habían tornado.

    —Amaya, por favor… —susurró sin querer mirarme a los ojos— vete a dormir…

    —No, al menos, hasta que no me digas ¿qué es lo que te pasa?

    —Nada, pero… vete a dormir ya… Amaya… —dijo como con voz de suplica.

    —N-no… s-solo… q-quiero… s-saber… q-que…

    —Amaya, no quiero hacerte daño… —suspiró— ve a dormir ya… —ahora su voz fue fría y grosera.

    Lo abracé, la verdad me daba miedo cuando hacía eso. Me hacía sentir escalofríos y su voz me aterroriza, pero es mi amigo y no puedo dejarlo sufrir solo.

    —Esto es por tu bien, y lo que digo es una advertencia… —musitó— aléjate de mí, por ahora…

    Me aferré más a su cuerpo, acurruqué mi cabeza en su pecho y luego susurré: “No, yo… yo… no puedo…”.

    —Amaya —bajó su cabeza hasta poder rozar su frente con la mía.

    Miré directamente sus ojos, pero no me gusta el color que tenían… se veían musgosos y oscuros. Sin duda este no era mi David, este chico era otra persona y de eso no había duda.

    —¿Puedo besarte? —preguntó con tono tierno, pero lleno de deseo.

    Lo que cuestionó me dejó como paralizada, no sabía que decir. Aunque la respuesta sería un no, ni me quería imaginar cómo se lo tomaría él. Había algo que siempre caracterizó a David, ese algo es, que siempre obtenía lo que quería y, parecía ser, que en este momento era yo.

    Comenzó a acercarse peligrosamente a mis labios, pero volteé la cara y apreté mis puños (más que nada para darme fuerza de voluntad, porque la verdad es que él me atraía). Tomé una bocanada de airé y luego solté de golpe: “No, no puedo dejar que hagas eso”.

    —¿Por qué? —dijo algo hastiado y exasperado.

    —No puedes, tú tienes novia y yo quiero algo serio. Por eso quiero salir con Erick, él si quiere algo serio y siempre me gusto, pero tú… ¡Tenle respeto a tu novia! —le pegué una cachetada— ¡A ti no te gustaría que te hagan eso…!

    —Amaya, —posó sus oscuros ojos verdes en mí— te deseo… como nunca he deseado nada.

    —Esa no es razón suficiente, eso quiere decir que si salieras conmigo y otra chica más linda se te cruza en el camino me darás vuelta, ¿verdad?

    —No, es que tú no lo entiendes. Lo que siento por ti va más lejos que eso…

    —Háblame cuando no tengas los ojos así —dije con la mirada gacha y los ojos algo cristalizados.

    Intenté alejarme, pero su mano me lo impidió. Me tomó de la cintura y alzó mi rostro levemente con su mano.

    —“Si quiero cometer un “error”, quiero que sea contigo” —expresó el muchacho de ojos verdosos, que ahora se habían puesto un poco claros (ya parecía ser el David de a antes).

    —Es que yo… yo… —me apené (por tenerlo tan cerca)— no… no… debo… y t-tú tampoco…

    Choco su frente contra la mía, me miró directamente a los ojos y me besó con ternura, cariño y pasión. Al principio traté de separar mis labios de los suyos, pero el brazo que me pasó alrededor de la da cintura no me le permitió y entra más intenté zafarme más profundizó el beso.

    Terminé correspondiéndole el beso, pero cuando recordé claramente la situación. Mi mente se nubló por las ganas y deseos de poder mover mis labios al compás de los de él, le mordí suavemente su labio inferior para que me soltara y, gracias al dolor, así lo hizo.

    En el descuido me zafé de su agarre, corrí hasta mi cuarto y me tiré a la cama para intentar conciliar el sueña, pero no podía. Cada vez que cierro los ojos recuerdo su beso, sus palabras y, lo peor, esos ojos claros y llenos de vida que tanto deseo, por eso sabía que lo dijo de corazón y no solo por deseo. Aunque no quiera admitirlo, lo amo y no puedo negarlo, mas me gusta mucho Erick y si él me corresponde. ¿Cuál es el problema?, ninguno.

    Además, el de apellido Torres ya tiene novia y no me gusta interponerme entre las parejas. No importa lo que me hizo ella, si yo le hiciera lo mismo sería una igualada como ella y eso no me agrada ni un poco.

    pd: Les recuerdo que andoen días de escaso tiempo, pues los exámenes me tienen molida, aún así trato de subir los capítulo tan rápido como puedo ;_; pero todo es tan dificil T-T

     
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    Amara Silberschatz

    Amara Silberschatz Usuario común

    Cáncer
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    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Amaya: Lluvia de mentiras
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    26
     
    Palabras:
    3155
    Capítulo 20

    Un sueño extraño y un día raro.

    Seguí dándole y dándole vueltas al tema hasta que todo se volvió oscuro y caí presa de Morfeo, quien me acogió con apego y dulzura.

    Un bosque lleno de flores marchitas y tupido en arboledas secas, adornado con una blanquecina capa de nieve, pero ¿cómo llegué a aquí?; una ráfaga de viento helado me dio de lleno tirándome el flequillo a la cara y despeinando mi cabello. Un momento, yo no soy… así… mi cabello tiene ondulaciones, no es lacio… también es café oscuro no casi rubio… ¿¡Qué rayos pasa aquí!? ¡Esta no soy yo!, esto es ilógico…

    —Hermana, ¿estás bien…? —llamó una voz de mujer a mis espaldas.

    —¿Eh?, —dudé— “¿Acaso me dijo hermana?” —grité mentalmente— sí… lo estoy… —opté por responder, al final.

    —Me alegra, es que como saliste corriendo no supe bien que pensar… —dijo la voz aún a mis espaldas.

    Decidí voltearme a ver, aún no sabía quien era ni como era. Y, cuando lo hice, me asombré. La joven a mi lado era hermosa casi angelical, su piel era tan blanca como la mismísima porcelana, sus ojos grises tan claros que más bien parecían blancos, un cabellera rubia tan clara como la que, al parecer, tenía yo en este momento, no la de ella era mucho más clara. Algo alta y muy delgada, pero de cuerpo envidiable, aunque lo que mejor la hacía ver era su sonrisa amable y su rasgos gentiles y finos…

    Lucía un caro vestido de seda blanca, sencillo y encubridor (seguramente por el frío). Sinceramente, “mi hermanita” tenía un buen gusto para la ropa. Nunca antes había admirado un vestido tan bello, a pesar de su sencillez.

    La muchacha rubia se me abalanzó y me abrazó, como si tuviera un eternidad de de no verme. Eso me extrañó mucho, pero cuando ella hizo eso… sentí como si mi corazón se llenara de calidez, tranquilidad y paz…

    —Perdona, ya me tengo que ir… —dijo con cierta melancolía en su tono de voz— me encantaría quedarme un rato más a tu lado, pero… —enmudeció.

    —¿Pero? —consulté como con inercia— ¿Pero qué?

    —Me necesitaras luego, por eso… yo…. no puedo quedarme… —miró hacia el blanco y gélido cielo como si la estuviera esperando algo o alguien— ahora no puedo… sé fuerte, porque sino… todo estará perdido…

    —Explícate —rogué.

    —Por ahora, no puedo… —musitó— siempre estaré para ti… Hermana, por favor… no cometas el mismo error…

    Una ráfaga intensa de viento gélido con algunos copos de nieve azotó el lugar y para cuando me di cuenta la muchacha de cabello claros había desaparecido como por arte de magia… y de repente oí su vos decirme: “No cometas el mismo error… no dos veces…”

    Narra David.

    Toda la noche, absolutamente toda, pasé mirándola o mejor dicho admirándola (desde el marco de la puerta). Ella era tan inocente que entre su pena y su torpeza dejó mal cerrada la puerta, pero yo me percaté desde el primer instante que estaba abierta. Así que decidí ir a ver como estaba, luego me arrepentí y me quedé sentado en el sillón meditando las cosas.

    Aún no entendía… cómo o porqué, ella era capaz de lograr que perdiera el control, de que olvidara el mundo a mí alrededor, de que no entendiera razón.

    La noche era oscura y fría, no sé cuanto tiempo pasó, pero fui a verla (ya no aguanté estar solo). Pesadamente me levanté del sillón y me dirigí hasta su habitación, abrí silenciosamente la puerta y me quedé congelado…

    Se veía tan tierna, tan angelical. Ahí desparramada sobre la cama con una ligera sonrisa en la cara, su cabello algo maltrecho y ropa toda desordenada, la pequeña Suzu parecía ser una versión miniatura de mi querida castaña.

    El frío estaba entrando a mi cuerpo haciéndome tiritar, la oscuridad de la noche comenzó a disiparse y abrirle paso al crepúsculo.

    —No… —susurró Amaya dormida— no… te… vayas…

    Me acerqué a ella y le acaricié una mejilla, su cuerpo se sentía frío y tembloroso, su cara tenía una mueca de desagrado. La cara la tenía cubierta en sudor, se movía inquietamente en la cama. Entonces me percaté, ella tenía una pesadilla.

    Comencé a zarandearla hasta que se despertó y muy asustada me abrazó, tenía los ojos llorosos, sea lo que sea que vio… debió ser algo fuerte, parecía tener la mirada perdida. Logré apreciar el vacío en sus orbes.

    Quería saber que qué tenía, qué le pasaba. Pero justo cuando iba a hablar ella rompió en llanto.

    Maldije por lo bajo, lloró y lloró. Hasta que al parecer se cansó y se quedó inmóvil. Ya no sabía ni si quiera si estaba despierta, su respiración se volvió tranquila. Su actitud era sumisa, su piel era fría al tacto y su cuerpo temblaba cual hoja al viento.

    —Ayúdame, no dejes que ella se vaya… —dijo entre sollozos.

    —¿Quién?

    —Mi hermana, —susurró— ¡mi hermanita! —gritó.

    —Haber, desde que te conozco sé que eres hija única. Dime, ¿cómo puedes tener una hermana?

    —David, —susurró; al perecer había regresado en sí— no lo sé… solo sé que, esa chica, es mi hermana…

    —Pero… ¿De quién hablas?

    —De la chica de mi sueño.

    —¿Cómo era?

    —En el sueño, ella era rubia y de ojos grises. Piel blanca, rasgos gentiles y… y… —titubeó dudosa.

    —Eso es imposible, tus padres eran (los dos) de cabello castaño y tu madre tenía ojos cafés y tu padre dorados. Ella no encaja con tus genes…

    —En el sueño, yo era igual a ella… —expliqué— pero… mis ojos… eran… distintos… lo sé, porque vi el reflejo de mis ojos en los suyos…

    —¿De qué color eran?

    —Verdes —dijo con amargura.

    No entendía nada, todo era más que confuso. ¿Cómo era que podía afectarla tanto un sueño?, vamos. Ahora sí se comportó como una niña, ese sueño tenía algo escondido. Pero ¿qué?, ella no me lo diría. Aunque, seguramente, a su mejor amiga sí.

    Narra Amaya.

    ¿Cómo puede afectar tanto a alguien un sueño?, ¿¡cómo!? Ni conocía a esa joven que dijo ser mi hermana en el sueño. Y definitivamente esa no era yo, ese cuerpo no era el mío. Era de alguien más, pero ¿de quién?

    —¿Ya estás mejor? —habló el muchacho de orbes verdes.

    —No —fui directa— “¿¡Cómo rayos iba a estar tranquila!?” —pensé.

    Volteé a ver a la pequeña Suzu y fue como si todo el sueño regresara a mi mente, ¿Qué diablos pasa? ¿Acaso… esos recuerdos son de ella?, no, no y no.

    —Amaya, deberías beber algo de agua —aconsejó.

    Asentí con la cabeza; seguía confundida, pero no era el momento de confundirme. Los sueños raros no son el tipo de cosas que me pasa siempre, no, había olvidado ese detalle: “Las premoniciones” un tenue susurro surcó mis labios.

    —¿Qué dijiste? —consultó intrigado David.

    —Que quiero un vaso bien grande de agua, por favor —zanjé el tema.

    Él sin creerme ninguna palabra fue en busca de mi vaso de agua, yo seguía mirando a esa pequeña y por un segundo creí verle unas alas… “Un ángel… ella es un ángel…” —pensé sorprendida.

    No, Amaya, eso es ilógico. Tendría que estar loca, aunque. Dios existe, y él manda a sus ángeles. ¿Acaso Él la había puesto en mi camino?, pero ¿por qué?, no es ser negativa, mas ¡hay medio mundo más!, ¿por qué yo?

    Mis pensamientos fueron interrumpidos por David, quién traía una copa llena de agua. La tomé entre mis manos y le agradecí, baje la cabeza y pude ver en el reflejo del agua a la “yo del sueño”. Casi dejo caer el vaso, pero regresé en mí justo a tiempo.

    Sentí la mirada preocupada de mi compañero, no quería que estuviera así. Por eso le regale una amplia sonrisa, luego miré el cielo que ya comenzaba a aclararse. Solté un suspiro, bajé la mirada y rocé mis labios con el borde la de copa, quería verme el agua de un solo sorbo. Me sentía como si muriera de sed, algo extraño pasaba.

    Bebí, lentamente, el líquido. Me sentí un poco mejor, pero cuando intenté hablar no pude. Al parecer de tanto llorar me quedé sin voz, quise maldecir.

    Al no poder ni hablar tuve que jalarle levemente la camisa, él me miro con sus ojos color esmeralda y la preocupación se dejaba ver en ellos. Me acerqué a él casi al punto de besarlo y le dije: “No puedo hacerle daño, ni a tú novia la loca ni a un chico inocente”.

    Pasó sus brazos alrededor mío y me susurró muy cerca del oído: “Perdóname”.

    Él se fue y yo me eché a dormir en la cama, pero no logré conciliar el sueño y parecía una idiota. Veía a todo lado como si algo fuera a aparecer, de un pronto a otro, y cambiará todo.

    Así pasé lo que quedaba de la noche, luego me levanté muy temprano. Hoy tenía el día para pasarlo con Suzu, al menos hasta que llegara la hora de ir a trabajar y había llegado lo feo. Me tocó el turno de ir al burdel, y me dijeron que la ropa iba a ser bien corta y provocativa.

    Me alisté y preparé desayuno, me comí una buena ración. Luego comencé a pensar en los problemas de la vida. Antes, David y yo a duras penas podíamos pagar las cosas. Y ahora, no íbamos a poder. A pesar de ser pequeña, Suzu representaba un gasto, pero ni ella iba a volver a la calle ni yo iba a quedar en la quiebra. No sé como, pero saldré de esta.

    Apenas terminé mi último bocado de la comida (arroz frito y jugo de naranja), él se despertó.

    Fue y se bañó, luego llegó y me saludó de beso en la mejilla. Fue y se sirvió su comida y desayunó. Después de un rato se tuvo que ir a la universidad, cuando él ya no estaba la pequeña se despertó.

    Miré el reloj de mi celular “Ocho treinta” —susurré.

    —¿Dónde está papá? —susurró y yo casi muero de la sorpresa.

    —¿Q-quién? —titubeé.

    —David.

    —Anda estudiando, vendrá pronto. Y mientras iremos a ver a Nathanael.

    —Al tío Nate —susurró ella.

    Yo asentí con la cabeza y le ordené que se bañara, luego de un rato ella estaba aseada y vestida. Proseguimos a ir donde Nathanael.

    Después de un rato, al ser casi las diez y veinte, habíamos llegados.

    Lo saludamos y hablamos sobre cosas si importancia, ni le conté del sueño. Al rato nos fuimos, quería ir donde Kendra. Ya no quería soportar más sin alguien que me ayudara a razonar sobre aquél sueño. Y, ella, la morocha, era la única que podía.

    Le di un golpazo a la puerta, y como resultado salió una morena, de ojos cafés y pelo negro a putearme.

    —Maldita sea, ¿por qué rayos jodes a estas horas? —bufó ella no muy contenta.

    —Que boquita niña, —puse cara inocente— ¿con ella besas a tu mami?

    —Sabes bien que no tolero eso, pasa antes de que me arrepienta.

    Pasamos, y una vez dentro la morocha le ofreció su cama a la pequeña para que durmiera. Ya eran casi la una y media, no habíamos comido. Aunque acostumbramos comer tarde, así que la castaña casi rubia se fue a dormir.

    Ya que ella no se encontraba con nosotras le relaté el sueño a kendra, quien solo trató de ir deduciendo un patrón a mi sueño.

    —Sonará raro, pero llegué a la conclusión de que tú… —parecía no estar segura de lo que iba a decir— no… eres… humana… o no una humana “normal”.

    —¿Qué clase de cosa soy?

    —Ni a putas, ¡¿Cómo esperas que yo lo sepa?!

    —Bueno, bueno… Tienes razón, pero…

    —Sí, sé que te intriga saber que eres.

    —Tú, ¿no podrías…? —interrumpió su pregunta por unos titubeos— digo… pues… —concluyó— ¿…averiguarlo?

    —No, solo tú sabes lo que sé. A nadie le agradaría saber que soy…

    —Una maga.

    —Sí.

    —Vamos, no es tan malo. Yo sólo soy un bicho raro.

    —Eso lo puedo arreglar, —musitó— “De bicho a gato, así cambiaras. Y si te quejas… así quedarás”.

    Por un momento pensé que era un hechizo y casi salgo corriendo, pero solo fue una broma. Quería matarla y no podía.

    Comencé a refunfuñar, nunca quise decirle esto a nadie, pero yo ya sabía su secreto. Sería justo que ella supiera el mío, así que me dispuse a hablar: “Oye, kendra, hay algo que debo contarte”.

    —Haber dime —dijo algo ida como pensando.

    Miré hacia a fuera, no me agradó nunca la idea de que nadie supiera que podía ver cosas y predecirlas. Pero este “don” cada día me tenía peor, ya ni quería dormir y, para colmo, a veces podía ver las cosas así como así. Sin ni si quiera estar soñando.

    Mi cuerpo comenzó a temblar, pero tuve que hablar: “Yo… sueño cosas… raras… y veo cosas… es como… si todo… fuera… transparente a mis ojos…”.

    —¡¿Por qué rayos no lo habías dicho?!

    —Pues… porque… —titubeé y luego comencé a decir palabras llenas de ironía—¡Me alegra tanto ser alguna cosa rara!, es obvio que no tienes idea de cuanto.

    Le lancé una mirada medio sádica, y ella me la devolvió. Ya íbamos a iniciar un pleito, pero…

    —No tengo ganas de esto —bufó ella.

    —Dime, ¿lo que te dije ayuda en algo?

    —Sí, me pereces que eres una de tres cosas…

    —¿Qué, qué?, ¡Dime, dime!

    —Un oráculo, un ángel o una sacerdotisa.

    —¿En serio?

    —Sí, y pídele a dios que sea lo segundo, porque las otras dos… no son muy buenas opciones… aunque puede que me equivoque, no soy una maga entrenada.

    —Oye, la pequeña Suzu… ella sí lo es, es un ángel…

    —Puede ser, tiene un aura rara.

    —Yo le vi las alas, si está conmigo es por alguna razón y quiero saber cual es.

    Nos quedamos pensativas, sin saber cómo era que habíamos llegado a revelarnos cosas tan irreales y que, probablemente, si lo hubiésemos hecho a otras personas nos habrían tratado de locas o fenómenos.

    Bufé, no podía estar tan mal por nada. Y, aunque traté, no logré entender que era lo que me tenía tan preocupada, tan mal. Pasé toda la noche con escalofríos, no podía evitarlo, mi piel se erizaba con cada uno de ellos y no perecían dar tregua. Aunque desde que me levanté de la cama se me habían ido quitando poco a poco.

    Bajé la mirada, decidí pedirle un vaso con agua y ella se fue para traérmelo. No pasó mucho tiempo antes de que algo raro pasase.

    —¿Dónde está mi hermana? —preguntó la misma joven que había estado en mi sueño.

    —¿La pequeña Suzu?

    —Suzu, no. Mi hermana se llama Midori.

    Miré dudosa sus ojos grises, por alguna razón ella me generó confianza. Pero al mismo tiempo tristeza y dolor. Yo sabía bien que estaba hablando con un espíritu, aunque no quise tomarle importancia.

    Comencé a notar algo que no había vislumbrado antes, “¿alas?”. Sin darme cuenta la último había salido de mi boca y rebotaba por todo el lugar como un ligero eco.

    —Disculpa, he tenido que venir a escondidas y se me ha olvidado —explicó la rubia.

    —¿Qué le pasó a tu hermana?

    —Murió —su expresión se torno triste y ensombrecida.

    —¿C-cómo?

    —Ella no era ¿sabes?

    —¿No? —inquirí extrañada.

    —No, era una… bueno, su nuestra raza no tiene nombre, pero prácticamente somos usadas como muñecas. Simples objetos de diversión —frunció el seño— o al menos hasta nuestra muerte.

    De pronto los pasos de mi amiga comenzaron a hacerse notar en la habitación, llego y me miró extraña.

    —¿Con quién hablabas? —consultó la morocha.

    —Con… —volteé a ver a la chica, pero ya no estaba ahí— un espíritu.

    —Yo no veo nada.

    A mi lado sentí las manos cálidas de la joven de orbes grisáceos. Sin previo aviso la busque con la mirada y ahí le vi. Ligeramente asentí con la cabeza, sabía que ahora no podía mostrarse ante nadie y solo se materializaba en frente mío.

    Abrí la boca y me dispuse a decir algo: “No puedes verla, está detrás de mí”.

    No quería mentir, pero este don era una carga. Y más cuando la portadora es débil, mi abuela ya me lo había advertido. Lo recuerdo claramente.

    pd: Próxima semana, Dios mediante, el capítulo 21 y 22... La que viene después de esa, osea el sábado 24 de sepiembre, posiblemente el capítulo 23.Además, informo que apartir de la otra semana iremos al día con el otro sitio donde publico... YeY

    Bueno, nos vemos luegooooo!! Besos~
     
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    Naru-Chan

    Naru-Chan Usuario popular

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    Hola amiga n.n
    Bueno, en el primer capitulo estuve a punto de pensar que iba a pasar algo entre Amaya y David, bueno el tenia muchas intenciones, y ella, aunque lo negara también lo quería, aunque se controlaba mas n.n
    Y en el segundo, bueno al menos ahora se explica el genero del fic, ya que antes parecía mas de amor y romance n.n
    Así que la castaña es una especie de maga o vidente(?), bueno por lo visto tiene muchas cosas por saber y por arreglar, principalmente en su vida, y la pequeña Suzu tendrá mucho que ver en eso n.n
    Bueno aunque con su mejor amiga tengan una relación bastante extraña, ella la ayudo bastante n.n
    Vamos a ver como siguen las cosas, y si es que sus compañeros o cierta rubia también tenga un don... avísame de la conti, un beso!
     
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    ren-chan

    ren-chan Entusiasta

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    hola amira-chan me gustaron los 2 capitulo estuvieron interesantes, de verdad david quiere tanto a amaya, pero el tiene novia así que no puede besarla.
    amaya hablando con espíritus lo que no entiendo es que quien es esa chica y su hermana no lo entiendo mucho , pero de verdad suzu es ángel quiero saberlo y quiero leer el otro capitulo, me gustaron bastante estuvieron interesantes y quiero saber mas de esa chica que le habla a amaya
    bueno narraste bien y tienes errores pero nada grave
    me despido espero la conti y que se ponga mas interesante cuídate
     
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  20.  
    Flamakun

    Flamakun Entusiasta

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    o.o Primero que nadas naditas, mil disculpas por la tardanza que tuve en leer (Ocupado hasta los dientes y días para nada agradables :S, pero el momento difícil ya paso).

    Me gustaron mucho estos últimos capítulos, la historia esta llevando un gran desarrollo. En verdad no me imaginaba que Amaya se resistiría tanto ante David, pero me gustan sus motivos. Y eso del sueño, en verdad me dejaste bastante intrigado (Puedo ver como la historia toma toques fantásticos, en fin me agrada el rumbo que lleva esta. Solo espero que lo sigas y que me habices cuando tengas la conti por favor ^^ Saludos y gracias por la invitación :D
     
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