Amanecer, tercer libro

Tema en 'Fanfics abandonados sobre Libros' iniciado por Viuh Aran, 14 Diciembre 2008.

  1.  
    Viuh Aran

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    Amanecer, tercer libro

    Primero que todo, pido disculpas a todos por la larguísima espera, pero bueno, estar terminando una carrera trae sus prioridades. Aquí les dejo la tercera parte del largo drama de Destello y Camila. ¿Podrán encontrarse alguna vez? Eso, pronto se sabrá.

    Para los que no conocen esta historia, los libros uno y dos están en conversaciones aparte en este mismo topic.

    Espero les agrade la continuación, me demoré tb, por quise hacer las cosas bien.
     
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    Re: Amanecer, tercer libro

    Amanecer ffice:office" /><?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com[​IMG]Tercer libro: El tiempo de las catedrales<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Misión 1: Fortaleza<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Una burbuja de oscuridad de pronto apareció en medio del vacío. Intenta moverse, deseando ser algo distinto a la nada. Se mueve hasta formar, brazos, piernas, y un difuso rostro. Se busca a si mismo, intenta verse, pero lo único que encuentra, es el mismo vacío del cual se formó.<o:p></o:p>
    De pronto, sintió algo jalándolo hacia abajo. Observó, y tembló al ver que abajo suyo, no demasiado lejos, se encontraba una boca, llena de decenas de hileras de enormes y afilados dientes.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -¿Destello?-preguntó de pronto una voz.- ¿Joven Destello?<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Entonces sus ojos se abrieron. Se encontraba recostado en el asiento de una carroza. Sentado en el puesto del frente, estaba un hombre de no más de treinta años, cerrándose una herida que aun sangraba. Su rostro le era desconocido, pero a la vez le causaba una extraña sensación, como si lo hubiera visto antes en alguna parte.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -¿Te encuentras bien?-volvió a preguntar el hombre.<o:p></o:p>
    -¿Q…quién es usted?<o:p></o:p>
    -¿No me recuerdas?, soy Lugoj, el líder de los rebeldes.<o:p></o:p>
    -¿Rebeldes?<o:p></o:p>
    -¡Si!, pero eso cambió. ¡Vencimos! Vencimos a los antiguos. Ahora somos libres.<o:p></o:p>
    -No…lo recuerdo…<o:p></o:p>
    -Debe haber sido el trauma de la batalla. Peleaste contra el mismo Mekhet, y saliste vivo. Para muchos ahora serás un héroe. Ven conmigo, quizá podamos refrescarte la memoria.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Ambos salieron. Afuera, los esperaba una multitud de vampiros de todas las formas conocidas. Se encontraban todos en medio de una gran fiesta, pues hace poco habían ganado una monumental batalla. Muchos de aquellos presentes saludaron al joven, y le hicieron toda clase de preguntas, más no fue capas de responder casi ninguna. Para él, era igual que si hubiera nacido el día de ayer. Poco o nada de esa realidad le era familiar.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Lugoj poco después subió hacia un lugar alto, y comenzó a hablar a la multitud la cual en seguida lo aclamó con gran admiración.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -¡Hermanos!, una nueva época comienza hoy para la raza vampírica. Sin embargo, aun quedan muchos enemigos que vencer. La inquisición sigue detrás de nosotros y otros grupos de vástagos están surgiendo con la intención de quitarnos nuestra tierra. ¡Qué los héroes de esta batalla sean quienes nos conduzcan a nuevas victorias, y lleven la libertad hasta el fin del espacio y del tiempo!<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Lugoj hablaba de libertad, igualdad y fraternidad, pero, irónicamente, lo siguiente que sucedió fue el anuncio de una serie de cargos que darían nacimiento a una nueva jerarquía. Y los cuales se investirían a aquellos que mayor mérito habían logrado en esa batalla.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Los que mostraron ser buenos estrategas fueron nombrados “líderes de manada”, serían los guías de pequeñas huestes a nuevas conquistas.<o:p></o:p>
    Los que se habían mostrado leales a la rebelión desde el principio, fueron nombrados “obispos” y serían los portadores del nuevo orden a las ciudades conquistadas.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -El siguiente cargo-siguió Lugoj- será para aquellos que lograron derrotar a poderosos enemigos. Que suba Sariah Assis, del clan assamita.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Una joven de vestimentas arabescas y largo cabello subió al estrado. Por un instante a Destello le pareció conocerla. Sin embargo la frialdad de su mirada, le quitó esos intentos de recuerdos.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -A ella se le otorgará el cargo de Arzobispo, toda una gran ciudad estará bajo su poder desde ahora.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    El público aplaudió y aclamó. Al parecer, estaban dispuestos a olvidar todas sus diferencias, incluso el milenario clasismo entre hombres y mujeres.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -Para aquellos-siguió el líder-que estuvieron dispuestos a dar incluso sus vidas y enfrentar lo imposible, será el honor de este cargo. Por abrir paso a las tropas cuando parecía que ya no podrían avanzar, enfrentarse al mismísimo antediluviano Tzimitse quedando al borde de la muerte. ¡Que suba aquí, Destello Aran!<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    El subió al estrado, lleno de confusión, inundado por las ovaciones de quizá un centenar de guerreros. Para el, el espacio no era más grande que hasta donde daban sus ojos, y el tiempo no era más largo que sus recuerdos. Sentía como si de un segundo a otro todo aquello pudiera desaparecer, sin embargo, la imagen de esa boca volvía a su mente, y le causaba miedo. Comprendió entonces, que lo único a lo que podía aferrarse para evitar ese destino, era aquel nombre, que en ese momento le ofrecían.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -Por tu valor e hidalguía, yo te nombro Prisci del honorable Sabbat, serás consejero directo de los grandes cardenales, y solo ellos y el regente estarán por encima de tu palabra. Tus tierras tendrán en nombre de naciones, y en ellas, tu palabra será ley.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Una nueva tromba de aplausos y gritos calló sobre él. Mientras era embestido con aquel increíble cargo. Seguidos de el, fueron nombras dos otros prisci. Luego se nombró cardenales a los fundadores originales de la rebelión, entre ellos el general Lambash, y un tal Velja, que no estaba presente en la ceremonia. Finalmente, el mismo sabbat en voz unánime, lo nombró a el como su gran Regente, ante lo cual el simplemente respondió con una profunda sonriza.<o:p></o:p>
    Luego de unas horas más de ceremonias y fiesta. Todos comenzaron a dispersarse hacia sus nuevas obligaciones, siempre llenos de esperanza en un nuevo futuro.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -Destello, aquí estás-llamó Lugoj-Estuvimos discutiéndolo, y aunque pensamos que habrías querido el castillo de tu difunto sire Kefka, ya no está dentro del territorio del sabbat. Lo mejor que podemos darte es el castillo de tu maestro Vlad, en Transilvania.<o:p></o:p>
    -Y “Vlad”, ¿Dónde está?<o:p></o:p>
    -¿No lo recuerdas?, quedó en letargo poco antes de la batalla. No despertará hasta dentro de poco menos de varias décadas.<o:p></o:p>
    -Entonces…déjenme a mí a cargo de su custodia, por favor.<o:p></o:p>
    -Por su puesto, comprendemos tu laso con el. Estarás a cargo de su custodia hasta que despierte. Bien joven Destello, yo ahora debo entrar en letargo, dejo el sabbat en manos de ustedes de momento. Confío en que lo llevarán con sabiduría.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Y así, el gran Lugoj desapareció entre la niebla de las montañas, escoltado por lo que quedaba de sus tropas y su séquito, dejando al joven tan solitario como había despertado. Miró para todos lados una vez más, haber si había por lo menos alguien que lo reconociera, que lo llamara por un nombre.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -No soy más que una réplica de mi mismo-pensó-una vil y falsa copia de algo que quizá alguna vez fui, o quizá nunca existió. Se me ha regalado un nombre sin motivo, y una historia a medias que ni siquiera he construido. “Destello”, creo que si, eso soy yo ahora. Algo que existe por un instante y después se va.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Mirar a tanta gente que a la ve era nadie, solo el causaba incomodidad. La tierra, mirar a la tierra por algún motivo le daba un poco más de seguridad, saber que estaba parado sobre algo, era, un tanto consolador. Fue solo en ese momento cuando sintió aquellos pasos acercarse y volvió a mirar al frente. Se trataba de gente, bastantes personas, en su mayoría guerreros, los cuales se veían tan confundidos como él.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -Nuestros amos han muerto señor-declaró por fin uno de edad algo avanzada-¿podemos ser parte de su hueste ahora?<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Fue allí cuando el se fijó en su espada y su armadura, notando por primera vez que eran de un caballero cruzado. Y notó también, que el acento de ellos era ligeramente distinto al suyo, como si el fuera bastante más antiguo que todos ellos. Fue entonces cuando comprendió, que aun sin tener recuerdos, ni pasado, ni identidad, aun tenía sus manos, sus ojos, y su mente. Que para existir en el universo, debía tener un rol, una influencia sobre el, y que su nombre, y su historia, debía construirla con sus propias manos.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -Arrodillaos…desde hoy, por vuestra humildad, vuestra dignidad, y vuestra voluntad de seguir adelante en vuestro camino, os nombro, vasallos de Destello el cruzado. Prisci, del todo poderoso Sabbat. <o:p></o:p>
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    Y así, pasaron 50 años…<o:p></o:p>
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    Un caballo surca los bosques a gran velocidad, aclarado solo por la luna, y el destellar de los ojos de muchos seres que lo vigilan desde lejos.<o:p></o:p>
    A su horizonte, se vislumbran las torres de una fortaleza, olvidada por las cruzadas hace siglos, pero presente en las mentes de todos aquellos que huían de la luz del sol.<o:p></o:p>
    A los flancos de su gran puerta, colgaban grandes pendones mostrando orgullosos el emblema de la serpiente que devora su cola, sobre estos, un escudo, con la figura de una mariposa nocturna, y decorando justo el marco de la puerta, un imponente anuncio escrito en un idioma solo por algunos recordado: “Academia de ciencias de la vicisitud”.<o:p></o:p>
    El jinete baja de su caballo. Pronto aparecen en torno a el una media docena de creaturas grotescas, perros de tres cabezas, arañas de hueso y tendones, y otras abominaciones peores. Los engendros miran al hombre de forma amenazante, sin embargo una voz de entre las sombras les ordena calmarse. Se trata de un hombre de cabellos blancos y rostro muy sereno.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -Soy el senescal de este castillo, ¿a qué habéis venido?<o:p></o:p>
    -Traigo un mensaje de suma importancia para el Cardenal Lord Aran, por favor dejadme pasar.<o:p></o:p>
    -Seguidme, os mostraré el camino.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Las titánicas puertas de la fortaleza se abrieron y ambos entraron. Por dentro, la construcción exhibía murales, armaduras y blasones todos dedicados a las cruzadas, sin embargo, eso era lo menos impactante, estaba en las habitaciones contiguas, en las cuales muchos vampiros aparentemente jóvenes, jugaban y experimentaban con las entrañas y el dolor de decenas de pobres prisioneros. Algunos con simple afán de fría ciencia, extirpaban y reconectaban arterias músculos y nervios, mientras veían si se parecía a lo mostrado en macabros libros de necromancia, otros, únicamente por placer, jugaban con horrorosas máquinas de tortura, de las cuales fluía el rumor de la carne y crepitaban ahogados gritos de desesperación. Más allá podían verse habitaciones llenas de jaulas, en las cuales por un lado estaban los prisioneros aun no torturados, y por otra, se dejaban ver cientos de creaciones espantosas, del mismo tipo que los animales que custodiaban la entrada, esperando el momento para ser enviadas a un nuevo frente de batalla.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -He oído muchas cosas sobre este castillo-expresó el mensajero casi de la nada.<o:p></o:p>
    -El castillo de Lord Aran ha sido uno de los grandes bastiones de Sabbat durante los últimos cincuenta años. L<ST1:Pa camarilla</ST1:P jamás ha podido tomar esta fortaleza y allí veis la razón. En esta escuela se enseña a los vástagos jóvenes el arte de moldear la carne, y a cambio, cada noche los ejércitos del Sabbat se nutren de más soldados bestiales, y las bibliotecas, de nuevo conocimiento sobre el funcionamiento de cuerpo vivo y muerto.<o:p></o:p>
    -Con que ese es el gran secreto, ¿y nadie ha intentado usurpar sus conocimientos?<o:p></o:p>
    -Pocos en realidad, no es mucha la gente que sabe apreciar las cosas que aquí se investigan. Suba esas escaleras, Lord Aran lo espera.<o:p></o:p>
    -Pero…<o:p></o:p>
    -El ya sabe que vuestra merced está aquí.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Confundido y a la vez impresionado, el mensajero subió las escaleras, percatándose por primera vez de unos curiosos cables blanquecinos que se ramificaban por prácticamente todos los muros del castillo. Pasó las puertas de las habitaciones y la biblioteca tratando de fijarse en cada detalle, hasta llegar por fin a la puerta de la oficina del dueño de aquel bastión. Las puertas fueron abiertas por dos sirvientes, y adentro, rodeado de una verdadera telaraña fabricada con estos extraños cables, iluminado con algunos candelabros, y sentado en un trono sacado de una novela de caballería, se encontraba el lord de aquella academia: Destello Aran, El cruzado.<o:p></o:p>
    Sus vestimentas, recordaban a un noble caballero de las cruzadas. Una armadura completa cubierta por una túnica sujeta a la cintura con un cinturón de cuero, con el emblema de la cruz templaria estampado. Sobre eso, una voluminosa capa de fina seda con grabados de oro, una majestuosa gorguera cubriendo su cuello y finalmente, una pluma de algún ave de leyenda adornando sus cabellos.<o:p></o:p>
    El mensajero se inclinó ante él, para luego sacar la carta y entregársela. Este era su contenido:<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    “Honorable Lord Destello<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Os mando a vos este mensaje, confiando en el heroísmo que ha mostrado en la fundación del glorioso Sabbat y la sabiduría que le ha sido característica para defenderlo desde entonces.<o:p></o:p>
    Mi nombre es Loregard, uno de los últimos representantes vivientes del antiguo clan Capadoccio, el clan de la muerte. Como vuestra merced habrá ya de saber, durante los últimos decenios he establecido fuertes lasos con personas del círculo interno de la iglesia católica, quienes hasta ahora habíanme confiado mucha valiosa información. Pues, he de deciros que ese mismo vínculo llevó hasta mis manos, por gracia del destino, una noticia de importancia para toda la estirpe de los hijos de Caín.<o:p></o:p>
    Resulta, que un humilde sacerdote de una abadía en Roma, tenía en su conocimiento la localización de un libro, el cual a su vez, muestra a su portador la localización exacta de las siete partes del libro de Noth, os hablo señor, de nada menos que el mismísimo escrito hecho por nuestro padre Caín, en el albor del los tiempos, y el cual, según las leyendas, habría de contener toda la historia pasada y todas las profecías que marcarán el destino de la raza vampírica completa.<o:p></o:p>
    El sacerdote, sin saber que yo mismo era un vástago, antes de morir me entregó una carta la cual pensaba dirigir nada menos que al Papa, y en la cual revelaba la localización de este libro-guía hacia las piezas de Noth. Para su alivio, os digo que usted es el único conocedor de todo esto junto conmigo. Tengo la carta en mis manos, pues no me atreví a enviárosla por temor a que fuera robada en el camino. Sin embargo la custodiaré con mi vida, hasta que usted o alguien del Sabbat venga a buscarla. Os encargo, sean usted y el honorable Sabbat capaces de encontrar las partes del libro, y ponerla a salvo de las manos equivocadas.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Depositando toda su confianza en vuestra merced, y esperando que como noble caballero cruzado que ha sido, acepte esta misión en nombre de nuestra estirpe, se despide,<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Loregard lengua de piedra.”<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Durante un interminable minuto, el rostro del lord se sumió dentro de sus propios pensamientos, congelando toda expresión, hasta que porfín, una orden surgió de sus labios:<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -Traedme al mercenario más confiable que tenga el Sabbat, no me importa su clan, su edad, o su cargo, pero traedlo, rápido.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    El mensajero, luego de beber un poco de sangre, volvió a tomar su caballo y a surcar los bosques a toda velocidad. El Lord entonces caminó tranquilamente hacia su oficina, desde la cual contempló a la noche y a las estrellas. Como las estrellas tintineaban, en una especie de eterna batalla por tratar de existir sin ser consumidas por la oscuridad. Las observó, una a una, casi podía decir que las había memorizado ya en tantos años. Todas y cada una de ellas estaban allí, ninguna había desaparecido, y eso lo reconfortaba. Miró su rostro por un instante al espejo, en todos estos años, aun teniendo el poder de moldear la carne, jamás le había hecho un solo cambio. ¿Por qué?, ni el mismo lo sabía bien. ¿Sería la búsqueda de aquel libro, la forma en que ese rostro por fin hallara un sentido?<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Fue entonces cuando sonó la puerta. Solo dos personas en todo el castillo estaban autorizadas a llamar directamente a su oficina. La primera era su senescal, aquel noble hombre que hace tanto tiempo había hablado por todos los ghouls sin amo, la segunda…<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -Soy yo señor, Luna. ¿Puedo pasar?<o:p></o:p>
    -Adelante… <o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Su chiquilla Luna. La única que se había mostrado realmente interesada en recuperar la memoria perdida de su amo, y el, viéndola como una esperanza para lograr aquello, decidió abrazarla dándole su sangre y convirtiéndola en vampiro. El tenía fe en que ella desarrollara el único don Tzimitse que el jamás había podido dominar, el don de “Ver más allá de los ojos”.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -Señor, tengo algo que… quizá le interese-expresó ella con una mirada directa y sugerente.<o:p></o:p>
    -Te escucho.<o:p></o:p>
    -Tuvimos otra pelea con hombres lobo hace poco.<o:p></o:p>
    -¿Y?<o:p></o:p>
    -En medio de todo, uno de ellos mencionó la palabra…Gaea…<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Una pequeña sonrisa se esbozó en el rostro de ella, como quién estuviera jugando a la ruleta con el destino, esperando si su tirada daba el resultado correcto. Efectivamente esa sola palabra resonó fuertemente en la cabeza del lord, haciendo su expresión cambiar.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -¿Significa eso algo para usted?<o:p></o:p>
    -…No estoy seguro.<o:p></o:p>
    -Si usted me permite, quizá yo pueda encontrar algo, he, estado entrenando.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Destello cerró sus ojos, y bajó un poco la cabeza, ella acercó sus manos sin tocarlo, y se concentró. Luego de un par de minutos, ella por fin pudo balbucear algunos conceptos. <o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -…Gaea…es algo que…a usted lo protege, le da…seguridad, y fuerza.<o:p></o:p>
    -…<o:p></o:p>
    -Una parte de usted desea aferrarse a eso…y hay, algo más, otra cosa que una parte de usted busca.<o:p></o:p>
    -Ya me lo habías dicho… ¿puedes ver que es?<o:p></o:p>
    -Es… (Su expresión pasó de pronto a sorpresa)…una persona…<o:p></o:p>
    -¿Quién?<o:p></o:p>
    -… (El ceño de ella de pronto se frunció)…no lo sé.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Ella apartó sus manos lentamente, y frotó sus ojos, que ya estaban cansados.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -Dile esto a mi senescal: que envíe aves por el bosque con el mensaje para los hombres lobo, de que deseo hablar pacíficamente con ellos.<o:p></o:p>
    -Eh…si.<o:p></o:p>
    -Y sigue entrenando-terminó por fin fríamente.<o:p></o:p>
    -Quizá desee distraerse, ¿algún humano que desee torturar?<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    El le dio la espalda, mirando hacia la noche.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -Luna, dime… ¿las estrellas pueden morir?<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Ella no pudo evitar sorprenderse ante tal pregunta, sin embargo, enseguida su confianza volvió a ella, había a prendido a ver la oportunidad detrás de cada hecho.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -No señor, las estrellas siempre han brillado, y siempre guiarán a la gente.<o:p></o:p>
    -…Gracias, retírate.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Algunas horas pasaron, con más y más confusión en la mente del ya anciano vampiro. Hasta el llegaban los gritos de las salas de torturas y experimentos. Recordaba, como al principio eso le había chocado y había sentido el deseo de sanar a esas personas. Pero, con las guerras, la muerte, y sobre todo, el tiempo, toda esa impresión se había desvanecido, hasta verle tan poco sentido como a muchas otras cosas. Los hombres siempre nacían y morían, ¿qué importaba como lo hicieran?<o:p></o:p>
    Sin embargo, estos últimos curiosos hechos, habían traído sentimientos encontrados a su interior. ¿Tenía el después de todo objetivos y cosas que buscar y apreciar, antes de perder su memoria?<o:p></o:p>
    Fue justo entonces cuando alguien más llamó a su puerta, era su senescal, diciéndole que el mercenario por fin había llegado, no supo por qué, pero en el momento en que la vio, nuevamente le llegó la impresión de que otra pieza del puzzle estaba en su lugar.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -Decidme, vuestro nombre u y clan.<o:p></o:p>
    -…Sariah Assis, clan assamita.<o:p></o:p>
     
  3.  
    Viuh Aran

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    Amanecer, tercer libro
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    Re: Amanecer, tercer libro

    Acá dejo el siguiente episodio. De aquí en adelante las cosas se pondrán más emocionantes.



    El viento hacía volar la arena sobre un interminable desierto, y solo el eco de los sueños se hacía escuchar en la penumbra. Dentro de esa imagen, se ve caminar a un hombre encapuchado, sosteniéndose solo con un bastón.<?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:office" /><o:p></o:p>
    La imagen desaparece, ahora se logra ver una gran fogata y trece personas danzando alrededor de ella, todos portando extrañas insignias pintadas en sus cuerpos, la única reconocible, la del clan Nosferatu.<o:p></o:p>
    Por fin apareció una tercera imagen, el rostro de un hombre de tres ojos, quién pronunció una sola palabra: Noth<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    Fue entonces, cuando Camila despertó.<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    Su última gran decisión había sido el no participar en la histórica Batalla de Kupalá, de la cual su maestro ya le había advertido. Había elegido no encontrarse con su hermano, hasta por lo menos ser capas de intentar salvar su alma, la cual ella sabía que poco a poco la maldición de su clan iría devorando.<o:p></o:p>
    Su maestro había sonreído ante tal decisión, sin embargo, poco después había iniciado un largo viaje, a tierra peligrosas para el. Ella simplemente debía esperar y durante años eso hizo. Una y otra vez había jugado con sus ya no tan nítidos recuerdos, imaginándose como hubiera sido todo si hubiera ocurrido de otra forma. Muchas veces había usado aquellos extraños polvos de su maestro sobre si misma, invocando sueños que la hacían enfrentarse a sus propios temores. <o:p></o:p>
    Un viajero, le contó sobre el resultado de la batalla de Kupalá, la formación del sabbat, y la respuesta de los antiguos ante aquella rebelión, formando la camarilla, curiosamente con los clanes tremere y ventrue, para los que antes había trabajado, como sus líderes. El vastago no supo decirle nombres de nadie involucrado en ello, pero por un instante ella quiso ir a ver si su hermano estaba en medio de toda aquella guerra, decidiendo al final esperar a su maestro.<o:p></o:p>
    Más tiempo pasó. Una y otra vez en sus sueños se había visto a si misma como niña, en esos tiempos cuando para ella jugar y divertirse era un objetivo en si mismo, y no necesitaba propósitos ni búsquedas como motivo de sus acciones. Se había visto a si misma, en esos tiempos cuando los prejuicios y los temores no existían y cuando las creencias y la mente podían ser tan abiertas como el mismo cielo.<o:p></o:p>
    Al tener un poco menos de conflictos en su corazón, podía alcanzar a ver la corona del sol antes de sentir su piel quemarse, tanto cuando salía de su refugio como cuando volvía a el. Muchas veces, pudo ver como mientras en los pueblos los humanos celebraban el nacimiento de su dios, las tres estrellas del cinturón de orión seguían a la brillante sirio apuntando al lugar de salida del sol, justo en el momento en que la constelación de la virgen gobernaba el cielo, y como, durante aquel periodo, una y otra vez el sol desaparecía por tres días justo debajo de la cruz del sur, para después, resucitar.<o:p></o:p>
    Un segundo viajero, le contó sobre la desaparición de dos clanes, entre ellos el de su maestro, el salubri, y el levantamiento de nuevos clanes que los habían suplantado. También le contó varios detalles sobre la guerra entre la camarilla y el sabbat. Una vez más deseo ir a buscar a su hermano, y también a su maestro, sin embargo una vez más decidió esperar, y esperar, y esperar hasta que por fin, 25 años después de partir, su maestro estaba de vuelta.<o:p></o:p>
    Esa vez, ella lo había recibido quitándose su máscara, y el en respuesta le había regalado una sonrisa. El rostro de ella, desfigurado totalmente por el odio y el dolor reflejado en su carne por la maldición de su clan, a el le mostraban mucho más que solo horror, también le mostraba la historia de alguien que había perdido todos sus sueños y había visto alejarse sus esperanzas, pero que aun así, mientras hubiera aun algún hilo del cual aferrarse, estaba dispuesta a hacerlo.<o:p></o:p>
    25 años más pasaron, entrenando su mente y su alma en el camino a la iluminación, hasta que, ahora, este sueño la hizo despertar de pronto.<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    -¿También lo viste?-preguntó una voz al lado de ella.<o:p></o:p>
    -¿Qué fue ese sueño?<o:p></o:p>
    -Tu nueva misión. Ha llegado la hora de que el libro escrito por Caín, sea vuelto a desenterrar y llevado a las manos correctas. El ser del nuestro sueño, nos ha elegido para ello.<o:p></o:p>
    -¿Qué debo hacer?<o:p></o:p>
    -Ve a Roma y busca a este hombre-le respondió pasándole un pergamino. Es la última persona que sabe algo de su paradero.<o:p></o:p>
    -¿Y usted no puede ir?<o:p></o:p>
    -No, yo debo quedarme aquí.<o:p></o:p>
    -… ¿hay algo aquí que deba ser protegido?<o:p></o:p>
    -…Si.<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    …………………………………………………………………………………….<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    <o:p> </o:p>
    Mientras, muy lejos, en la fortaleza de Lord Aran, las puertas de la sala de reuniones habían sido cerradas herméticamente, cosa que solo ocurría ante temas de máxima seguridad. Nadie ajeno al tema de discusión estaba autorizado a entrar cuando eso ocurría. Sin embargo, alguien llevaba su buen tiempo ya ideando un modo de espiar, y había llegado el momento de aplicarlo.<o:p></o:p>
    De uno de los oídos de la joven Luna, un cable nervioso salió y se conectó a la nuca de una rata debidamente modificada para la ocasión. El animalillo se deslizó por recovecos casi increíbles, hasta llegar a un sector donde el muro era lo suficientemente delgado para oír y comenzó a transmitir sus percepciones hasta su dueña.<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    -He oído bastante de usted señorita Assis, me han contado de algunas de sus asañas en Kupalá.<o:p></o:p>
    -¿Perdón?, peleamos juntos allí, ¿acaso no me recuerda?<o:p></o:p>
    -…No, lamentablemente no-respondió con cierta impresión-muéstreme su rostro.<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    La joven frunció el ceno.<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    -¡Hágalo!<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    Finalmente ella accedió. Cuando el vio su rostro su expresión dejó salir bastante confusión, como si hubieran emociones encontradas en su interior.<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    -Usted me hizo este rostro…señor.<o:p></o:p>
    -¿Qué más conoces de mi?<o:p></o:p>
    -No mucho, solo que venía de Bizancio, que fue cruzado y, ¡ah si!, buscaba a su hermana.<o:p></o:p>
    -¡¿Ah?!, ¡¿Hermana dices?!<o:p></o:p>
    -Si, su nombre era Camila, Camila Aran de Bizancio. Ahora es un vástago, del clan Nosferatu. Trabajaba para la alianza ventrue antes de convertirse en hace unos cincuenta años, después, desapareció sin dejar rastro.<o:p></o:p>
    -… ¿Qué más sabes?-interrogó el sin ocultar su ansiedad.<o:p></o:p>
    -…no será gratis…señor…<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    La conversación se alargó bastante más. Pero Sariah realmente no conocía muchos más detalles sobre aquellos dos hermanos perdidos el uno del otro. Finalmente, Destello le explicó sobre el libro de Noth, y le encomendó su misión. Fue en ese momento, cuando por fin el nervio volvió al oído de su dueña.<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    -… ¿Así que Camila eh?-balbuceó la estudiante.<o:p></o:p>
    …………………………………………………………………………….<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    Por fin, dos semanas de viaje después. El carruaje de Sariah y sus sirvientes, llegaron a Roma. La primera sensación que embargó sus sentidos en aquel lugar, fue una extraña nausea, no causada por nada físicamente perceptible, sino, por algo más, algo que por algún motivo la molestaba grandemente. ¿Serían ciertas las leyendas sobre los lugares protegidos por la fe del hombre? De pronto llegó a su mente uno de los versículos básicos del Corán, ese que le daba a dios 99 rostros y 99 nombres, apelando a infinitas formas de ser interpretado por cada ser humano. Sin embargo, al ver su historia, y al ver sus construcciones, su dogma, sus costumbres, incluso su forma de pensar y actuar, todo lo que notaba era la antítesis de aquello. Notaba como el hombre, aun con esa advertencia, lo primero que hizo fue darle un nombre a dios, le dio humor, sentimientos, palabras, patrones de acción, e incluso, una apariencia, la cual, en la arrogancia del hombre, o quizá en su cobardía, se parecía a la suya propia.<o:p></o:p>
    ¿Tal era la necesidad del hombre de controlarlo todo, que incluso transformaba a dios a SU imagen y semejanza?<o:p></o:p>
    Sin embargo, aun con esos pensamientos torcidos, podía sentir el peso de su fe. Solo una pregunta podía llegar a su mente, ante tales circunstancias.<o:p></o:p>
    ¿Qué era realmente la fe?<o:p></o:p>
    Sin embargo, en ese instante su destino no era precisamente algún punto de la ciudad misma, sino una cueva a las afueras de esta, donde le habían descrito que se encontraba el refugio de loregard. Sin embargo, por el camino algo llamó repentinamente su atención. En una plaza, decorada con bellas estatuas de yeso y una llamativa fuente. Un gitano gritaba a viva voz llamando a la concurrencia:<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    -¡Acérquense!, ¡Acérquense!, ¡El increíble circo de pulgas ha llegado!, ¡Pulgas acróbatas, pulgas trapecistas, pulgas malabaristas!, ¡Contémplenlo con sus propios ojos!<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    Lo que a ella le llamó la atención, no fue precisamente el circo de pulgas, sino que el rostro y la voz del gitano se le hicieron muy familiares. Decidió acercarse un poco, notando que su semblante era bastante pálido, lo suficiente como para decir que se trataba de un vampiro, seguramente, del único clan que incluía gitanos entre su gran “familia”, el clan Ravnos.<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    -¡TU!-gritó de pronto Sariah corriendo hasta él y levantándolo del cuello-¡Tú eres Hassim, tú te robaste el collar de mi madre!<o:p></o:p>
    -¡Ah!, ¡eh!, ¡no!, ¡se equivoca!, ¡no soy Hassim!, soy… ¡Haquim!, ¡Hassim es…mi primo!<o:p></o:p>
    -¿Tu primo?<o:p></o:p>
    -¡Si, si!, ¡somos una gran familia!<o:p></o:p>
    -¿Y donde está Hassim?<o:p></o:p>
    -¡No séeeeeee!<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    Luego de mirar su cara con más atención, decidió soltarlo. No se parecía tanto como creía. Se sacudió una pulga que se había pegado en su mejilla, y se retiró.<o:p></o:p>
    Poco después, llegó por fin al sitio que buscaba. Se trataba de una caverna en la base de una montaña rodeada por un bosque no muy tupido. La entrada no parecía tener trampas ni runas de ningún tipo, así que, siempre guardia en alto, se dispuso a entrar.<o:p></o:p>
    Luego de un sector más o menos oscuro, logró llegar a una oficina con algunos muebles labrados en la roca.<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    -Ayudaaaa…-se escuchó de pronto.<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    Debajo del escritorio, se encontraba botado un hombre con la descripción de Loregard y una herida bastante considerable. Ella rápidamente se le acercó mostrando el sello de Lord Aran grabado en su anillo.<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    -Soy la enviada del Cardenal, ¿qué ocurrió?<o:p></o:p>
    -Él…nos traicionó…<o:p></o:p>
    -¡Quién!<o:p></o:p>
    -Un…lasombra…le llevó la carta…a la…camarilla.<o:p></o:p>
    -¡Donde!<o:p></o:p>
    -La…biblioteca…<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    Sin siquiera preocuparse por la salud del hombre herido, volvió a su carruaje y salió a toda marcha de vuelta a la ciudad. La biblioteca resultó ser una antigua abadía llena de columnas y grandes balcones. Varias de sus ventanas dejaban salir ases de luz de velas o antorchas, sin embargo, no se veía actividad fuera del edificio. Eso sería su oportunidad para entrar. Buscó por todo el edificio alguna entrada trasera, hasta que encontró una ventana a baja altura, y se escabulló por ella. Usando su poder para desaparecer su presencia, logró evitar las miradas de los descuidados frailes que deambulaban por el lugar, hasta divisar la entrada a la oficina del Abbad. Se acercó a esta sigilosamente, pero cuando estaba ya pensando en como iba a entrar, una mano tocó su hombro sorprendiéndola. Rápidamente se dio vuelta lista para un combate, cual sería su sorpresa, al notar que quién la había sorprendido era nada menos que…<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    -Camila…<o:p></o:p>
    -Hola-saludó ella amistosamente.<o:p></o:p>
    -Pero… ¿cómo?<o:p></o:p>
    -Supe que eras tú cuando le gritaste al gitano. ¿Me dejas ayudarte?<o:p></o:p>
    -Ah…eh, claro, estoy buscando…<o:p></o:p>
    -La carta que lleva al libro de Noth-respondió sonriendo tras su máscara-estuve espiándolos un rato, están esperando a alguien que vendrá a buscarla. No creo que haga falta amenazar al abad, solo bastará, una buena actuación.<o:p></o:p>
    -Jum…bien, si sabes tanto, adelante.<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    Ella se concentró y de pronto su escamosa y deforme apariencia cambió por la de una aldeana común. Ella conocía esa técnica, era el mismo poder de ocultar la presencia, solo que en un nivel más avanzado. Tranquilamente <?xml:namespace prefix = st1 ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:smarttags" /><st1:PersonName w:st="on" ProductID="la Nosferatu">la Nosferatu</st1:PersonName> tocó la puerta, y entró.<o:p></o:p>
    Camila no era de lo más talentosa mintiendo o engañando, pero sabía que este sería el mejor modo de obtener aquella carta. Cuando la puerta por fin se abrió, entró con esa disposición, sin embargo, apenas pudo evitar dejar salir su asombro, cuando vio quién era la persona que la esperaba.<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    -Buenas noches, soy Elías Damiani, líder de esta humilde abadía, ¿en qué puedo servirla?<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    Se trataba de su antiguo maestro del clan lasombra, el que hace ya más de cien años, estuvo a punto de guiarla a un camino de frialdad y destrucción inmisericorde. ¿Cómo había sobrevivido a la batalla de Constantinopla? No eran pocas las historias de vástagos de los cuales solo había sobrevivido un pedazo de tejido de sus cabezas, y desde allí se habían regenerado. Ahora estaba frente a ella, intacto, con su mismo hermoso rostro y sus imponentes vestiduras de la inquisición. Con una mirada aun más álgida que como lo había conocido siendo solo una niña.<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    -<st1:PersonName w:st="on" ProductID="La Camarilla">La Camarilla</st1:PersonName> me envió por un encargo que usted tenía-respondió ella mostrando una insignia ilusoria.<o:p></o:p>
    -¿Quién la envía?<o:p></o:p>
    -…El justicar de Viena señor.<o:p></o:p>
    -…Bien, la carta está en la biblioteca, seguro usted sabrá reconocerla cuando la busque.<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    La niña enseguida comprendió que esa última frase provenía de la desconfianza de su interlocutor. Sin embargo, si podía entrar a la biblioteca, por lo menos ganaría el tiempo necesario para que su compañera obtuviera la información restante. Tranquilamente fue conducida hasta la enorme biblioteca, sin ninguna pista de que qué estante o libro podría estar su objetivo, y las puertas fueron cerradas tras ella. Estaba claro, si no lograba encontrar la carta en el tiempo en que ellos esperaban que lo hiciera, sospecharían de ella y podrían terminar capturándola. Todo dependía de su compañera ahora.<o:p></o:p>
    Sariah, habiendo visto lo último desde que Aran salió de la oficina. Rápidamente se escabulló hasta encontrar algún fraile de aspecto importante que estuviera solo, lo capturó y apuntó su cimitarra a su cuello. No podía atacar al Abad, ya que si iniciaba una batalla, todos terminarían descubriéndola.<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    -¿Donde está la carta?<o:p></o:p>
    -¡Ah!, ¡No!<o:p></o:p>
    -Dímelo y vivirás.<o:p></o:p>
    -Eh…en la biblioteca…<o:p></o:p>
    -¿Qué parte?<o:p></o:p>
    -Los…los libros de historia, tercera fila a la derecha.<o:p></o:p>
    -Bien.<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    Y, rompiendo su promesa, cortó su garganta, tomó algo de sangre y lo escondió en un armario. Luego salió del recinto y buscó una ventana que coincidiera con la biblioteca. Al parecer, los frailes nunca esperaron su presencia, pues una vez tocó la escotilla de la ventana y su amiga pudo abrir, lograron escapar con la carta en cuestión de minutos.<o:p></o:p>
    Cuando llegaron de vuelta al carruaje, ya en una posición segura, cerca de la hora de salida del sol, por fin ambas pudieron aclarar lo más importante.<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    -Camila, no sé como sabes de la existencia del libro de Noth, pero el sabbat me ordenó encontrarlo, y con esta carta eso haré.<o:p></o:p>
    -Yo también tengo la misión de encontrar el libro de Noth, no por una secta o una facción. Sino por que algo superior me lo ha encomendado.<o:p></o:p>
    -No me importa que Allah te lo halla ordenado. ¡Yo cumpliré mi misión!, ¡Es mi contrato como assamita!<o:p></o:p>
    -Sariah…no quiero pelear contigo…<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    La joven árabe frunció el ceño de su rostro cubierto.<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    -Si logro obtener ese libro y terminar mi entrenamiento. Podré curar lo que sea. ¿Tienes alguna enfermedad? Podré curarla. ¿Tienes algún trastorno en tu mente? Podré quitártelo. ¿Hay alguien a quién desees revivir?, ¡Podré hacerlo! <o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    Fueron esas últimas palabras, las que hicieron cambiar completamente la expresión de la asesina.<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    -Mi sire. Murió en kupalá. Tengo sus cenizas, en esta ánfora. ¿Podrás hacerlo?<o:p></o:p>
    -Si, por favor cree en mí.<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    Y así, por primera vez en su vida y en su no vida. Assis decidió creer en algo que no estaba frente a sus ojos, y juntas partieron en la mayor misión, de sus vidas.<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    Mientras tanto, en una montaña alejada del mundo, el maestro de Camila contemplaba las estrellas, solo tratando de invocar alguna esperanza en el futuro.<o:p></o:p>
    <o:p> </o:p>
    -Solo quisiera saber… ¿Qué esperas de nosotros?...Saulot.<o:p></o:p>
     
  4.  
    Viuh Aran

    Viuh Aran Entusiasta

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    Amanecer, tercer libro
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    Re: Amanecer, tercer libro

    Acá dejo el siguiente episodio. De aquí en adelante las cosas se pondrán más emocionantes.



    El viento hacía volar la arena sobre un interminable desierto, y solo el eco de los sueños se hacía escuchar en la penumbra. Dentro de esa imagen, se ve caminar a un hombre encapuchado, sosteniéndose solo con un bastón.ffice:office" /><?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com[​IMG]La imagen desaparece, ahora se logra ver una gran fogata y trece personas danzando alrededor de ella, todos portando extrañas insignias pintadas en sus cuerpos, la única reconocible, la del clan Nosferatu.<o:p></o:p>
    Por fin apareció una tercera imagen, el rostro de un hombre de tres ojos, quién pronunció una sola palabra: Noth<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Fue entonces, cuando Camila despertó.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Su última gran decisión había sido el no participar en la histórica Batalla de Kupalá, de la cual su maestro ya le había advertido. Había elegido no encontrarse con su hermano, hasta por lo menos ser capas de intentar salvar su alma, la cual ella sabía que poco a poco la maldición de su clan iría devorando.<o:p></o:p>
    Su maestro había sonreído ante tal decisión, sin embargo, poco después había iniciado un largo viaje, a tierra peligrosas para el. Ella simplemente debía esperar y durante años eso hizo. Una y otra vez había jugado con sus ya no tan nítidos recuerdos, imaginándose como hubiera sido todo si hubiera ocurrido de otra forma. Muchas veces había usado aquellos extraños polvos de su maestro sobre si misma, invocando sueños que la hacían enfrentarse a sus propios temores. <o:p></o:p>
    Un viajero, le contó sobre el resultado de la batalla de Kupalá, la formación del sabbat, y la respuesta de los antiguos ante aquella rebelión, formando la camarilla, curiosamente con los clanes tremere y ventrue, para los que antes había trabajado, como sus líderes. El vastago no supo decirle nombres de nadie involucrado en ello, pero por un instante ella quiso ir a ver si su hermano estaba en medio de toda aquella guerra, decidiendo al final esperar a su maestro.<o:p></o:p>
    Más tiempo pasó. Una y otra vez en sus sueños se había visto a si misma como niña, en esos tiempos cuando para ella jugar y divertirse era un objetivo en si mismo, y no necesitaba propósitos ni búsquedas como motivo de sus acciones. Se había visto a si misma, en esos tiempos cuando los prejuicios y los temores no existían y cuando las creencias y la mente podían ser tan abiertas como el mismo cielo.<o:p></o:p>
    Al tener un poco menos de conflictos en su corazón, podía alcanzar a ver la corona del sol antes de sentir su piel quemarse, tanto cuando salía de su refugio como cuando volvía a el. Muchas veces, pudo ver como mientras en los pueblos los humanos celebraban el nacimiento de su dios, las tres estrellas del cinturón de orión seguían a la brillante sirio apuntando al lugar de salida del sol, justo en el momento en que la constelación de la virgen gobernaba el cielo, y como, durante aquel periodo, una y otra vez el sol desaparecía por tres días justo debajo de la cruz del sur, para después, resucitar.<o:p></o:p>
    Un segundo viajero, le contó sobre la desaparición de dos clanes, entre ellos el de su maestro, el salubri, y el levantamiento de nuevos clanes que los habían suplantado. También le contó varios detalles sobre la guerra entre la camarilla y el sabbat. Una vez más deseo ir a buscar a su hermano, y también a su maestro, sin embargo una vez más decidió esperar, y esperar, y esperar hasta que por fin, 25 años después de partir, su maestro estaba de vuelta.<o:p></o:p>
    Esa vez, ella lo había recibido quitándose su máscara, y el en respuesta le había regalado una sonrisa. El rostro de ella, desfigurado totalmente por el odio y el dolor reflejado en su carne por la maldición de su clan, a el le mostraban mucho más que solo horror, también le mostraba la historia de alguien que había perdido todos sus sueños y había visto alejarse sus esperanzas, pero que aun así, mientras hubiera aun algún hilo del cual aferrarse, estaba dispuesta a hacerlo.<o:p></o:p>
    25 años más pasaron, entrenando su mente y su alma en el camino a la iluminación, hasta que, ahora, este sueño la hizo despertar de pronto.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -¿También lo viste?-preguntó una voz al lado de ella.<o:p></o:p>
    -¿Qué fue ese sueño?<o:p></o:p>
    -Tu nueva misión. Ha llegado la hora de que el libro escrito por Caín, sea vuelto a desenterrar y llevado a las manos correctas. El ser del nuestro sueño, nos ha elegido para ello.<o:p></o:p>
    -¿Qué debo hacer?<o:p></o:p>
    -Ve a Roma y busca a este hombre-le respondió pasándole un pergamino. Es la última persona que sabe algo de su paradero.<o:p></o:p>
    -¿Y usted no puede ir?<o:p></o:p>
    -No, yo debo quedarme aquí.<o:p></o:p>
    -… ¿hay algo aquí que deba ser protegido?<o:p></o:p>
    -…Si.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    …………………………………………………………………………………….<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Mientras, muy lejos, en la fortaleza de Lord Aran, las puertas de la sala de reuniones habían sido cerradas herméticamente, cosa que solo ocurría ante temas de máxima seguridad. Nadie ajeno al tema de discusión estaba autorizado a entrar cuando eso ocurría. Sin embargo, alguien llevaba su buen tiempo ya ideando un modo de espiar, y había llegado el momento de aplicarlo.<o:p></o:p>
    De uno de los oídos de la joven Luna, un cable nervioso salió y se conectó a la nuca de una rata debidamente modificada para la ocasión. El animalillo se deslizó por recovecos casi increíbles, hasta llegar a un sector donde el muro era lo suficientemente delgado para oír y comenzó a transmitir sus percepciones hasta su dueña.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -He oído bastante de usted señorita Assis, me han contado de algunas de sus asañas en Kupalá.<o:p></o:p>
    -¿Perdón?, peleamos juntos allí, ¿acaso no me recuerda?<o:p></o:p>
    -…No, lamentablemente no-respondió con cierta impresión-muéstreme su rostro.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    La joven frunció el ceno.<o:p></o:p>
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    -¡Hágalo!<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Finalmente ella accedió. Cuando el vio su rostro su expresión dejó salir bastante confusión, como si hubieran emociones encontradas en su interior.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -Usted me hizo este rostro…señor.<o:p></o:p>
    -¿Qué más conoces de mi?<o:p></o:p>
    -No mucho, solo que venía de Bizancio, que fue cruzado y, ¡ah si!, buscaba a su hermana.<o:p></o:p>
    -¡¿Ah?!, ¡¿Hermana dices?!<o:p></o:p>
    -Si, su nombre era Camila, Camila Aran de Bizancio. Ahora es un vástago, del clan Nosferatu. Trabajaba para la alianza ventrue antes de convertirse en hace unos cincuenta años, después, desapareció sin dejar rastro.<o:p></o:p>
    -… ¿Qué más sabes?-interrogó el sin ocultar su ansiedad.<o:p></o:p>
    -…no será gratis…señor…<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    La conversación se alargó bastante más. Pero Sariah realmente no conocía muchos más detalles sobre aquellos dos hermanos perdidos el uno del otro. Finalmente, Destello le explicó sobre el libro de Noth, y le encomendó su misión. Fue en ese momento, cuando por fin el nervio volvió al oído de su dueña.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -… ¿Así que Camila eh?-balbuceó la estudiante.<o:p></o:p>
    …………………………………………………………………………….<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Por fin, dos semanas de viaje después. El carruaje de Sariah y sus sirvientes, llegaron a Roma. La primera sensación que embargó sus sentidos en aquel lugar, fue una extraña nausea, no causada por nada físicamente perceptible, sino, por algo más, algo que por algún motivo la molestaba grandemente. ¿Serían ciertas las leyendas sobre los lugares protegidos por la fe del hombre? De pronto llegó a su mente uno de los versículos básicos del Corán, ese que le daba a dios 99 rostros y 99 nombres, apelando a infinitas formas de ser interpretado por cada ser humano. Sin embargo, al ver su historia, y al ver sus construcciones, su dogma, sus costumbres, incluso su forma de pensar y actuar, todo lo que notaba era la antítesis de aquello. Notaba como el hombre, aun con esa advertencia, lo primero que hizo fue darle un nombre a dios, le dio humor, sentimientos, palabras, patrones de acción, e incluso, una apariencia, la cual, en la arrogancia del hombre, o quizá en su cobardía, se parecía a la suya propia.<o:p></o:p>
    ¿Tal era la necesidad del hombre de controlarlo todo, que incluso transformaba a dios a SU imagen y semejanza?<o:p></o:p>
    Sin embargo, aun con esos pensamientos torcidos, podía sentir el peso de su fe. Solo una pregunta podía llegar a su mente, ante tales circunstancias.<o:p></o:p>
    ¿Qué era realmente la fe?<o:p></o:p>
    Sin embargo, en ese instante su destino no era precisamente algún punto de la ciudad misma, sino una cueva a las afueras de esta, donde le habían descrito que se encontraba el refugio de loregard. Sin embargo, por el camino algo llamó repentinamente su atención. En una plaza, decorada con bellas estatuas de yeso y una llamativa fuente. Un gitano gritaba a viva voz llamando a la concurrencia:<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -¡Acérquense!, ¡Acérquense!, ¡El increíble circo de pulgas ha llegado!, ¡Pulgas acróbatas, pulgas trapecistas, pulgas malabaristas!, ¡Contémplenlo con sus propios ojos!<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Lo que a ella le llamó la atención, no fue precisamente el circo de pulgas, sino que el rostro y la voz del gitano se le hicieron muy familiares. Decidió acercarse un poco, notando que su semblante era bastante pálido, lo suficiente como para decir que se trataba de un vampiro, seguramente, del único clan que incluía gitanos entre su gran “familia”, el clan Ravnos.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -¡TU!-gritó de pronto Sariah corriendo hasta él y levantándolo del cuello-¡Tú eres Hassim, tú te robaste el collar de mi madre!<o:p></o:p>
    -¡Ah!, ¡eh!, ¡no!, ¡se equivoca!, ¡no soy Hassim!, soy… ¡Haquim!, ¡Hassim es…mi primo!<o:p></o:p>
    -¿Tu primo?<o:p></o:p>
    -¡Si, si!, ¡somos una gran familia!<o:p></o:p>
    -¿Y donde está Hassim?<o:p></o:p>
    -¡No séeeeeee!<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Luego de mirar su cara con más atención, decidió soltarlo. No se parecía tanto como creía. Se sacudió una pulga que se había pegado en su mejilla, y se retiró.<o:p></o:p>
    Poco después, llegó por fin al sitio que buscaba. Se trataba de una caverna en la base de una montaña rodeada por un bosque no muy tupido. La entrada no parecía tener trampas ni runas de ningún tipo, así que, siempre guardia en alto, se dispuso a entrar.<o:p></o:p>
    Luego de un sector más o menos oscuro, logró llegar a una oficina con algunos muebles labrados en la roca.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -Ayudaaaa…-se escuchó de pronto.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Debajo del escritorio, se encontraba botado un hombre con la descripción de Loregard y una herida bastante considerable. Ella rápidamente se le acercó mostrando el sello de Lord Aran grabado en su anillo.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -Soy la enviada del Cardenal, ¿qué ocurrió?<o:p></o:p>
    -Él…nos traicionó…<o:p></o:p>
    -¡Quién!<o:p></o:p>
    -Un…lasombra…le llevó la carta…a la…camarilla.<o:p></o:p>
    -¡Donde!<o:p></o:p>
    -La…biblioteca…<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Sin siquiera preocuparse por la salud del hombre herido, volvió a su carruaje y salió a toda marcha de vuelta a la ciudad. La biblioteca resultó ser una antigua abadía llena de columnas y grandes balcones. Varias de sus ventanas dejaban salir ases de luz de velas o antorchas, sin embargo, no se veía actividad fuera del edificio. Eso sería su oportunidad para entrar. Buscó por todo el edificio alguna entrada trasera, hasta que encontró una ventana a baja altura, y se escabulló por ella. Usando su poder para desaparecer su presencia, logró evitar las miradas de los descuidados frailes que deambulaban por el lugar, hasta divisar la entrada a la oficina del Abbad. Se acercó a esta sigilosamente, pero cuando estaba ya pensando en como iba a entrar, una mano tocó su hombro sorprendiéndola. Rápidamente se dio vuelta lista para un combate, cual sería su sorpresa, al notar que quién la había sorprendido era nada menos que…<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -Camila…<o:p></o:p>
    -Hola-saludó ella amistosamente.<o:p></o:p>
    -Pero… ¿cómo?<o:p></o:p>
    -Supe que eras tú cuando le gritaste al gitano. ¿Me dejas ayudarte?<o:p></o:p>
    -Ah…eh, claro, estoy buscando…<o:p></o:p>
    -La carta que lleva al libro de Noth-respondió sonriendo tras su máscara-estuve espiándolos un rato, están esperando a alguien que vendrá a buscarla. No creo que haga falta amenazar al abad, solo bastará, una buena actuación.<o:p></o:p>
    -Jum…bien, si sabes tanto, adelante.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Ella se concentró y de pronto su escamosa y deforme apariencia cambió por la de una aldeana común. Ella conocía esa técnica, era el mismo poder de ocultar la presencia, solo que en un nivel más avanzado. Tranquilamente la nosferatu tocó la puerta y entró.<o:p></o:p>
    Camila no era de lo más talentosa mintiendo o engañando, pero sabía que este sería el mejor modo de obtener aquella carta. Cuando la puerta por fin se abrió, entró con esa disposición, sin embargo, apenas pudo evitar dejar salir su asombro, cuando vio quién era la persona que la esperaba.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -Buenas noches, soy Elías Damiani, líder de esta humilde abadía, ¿en qué puedo servirla?<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Se trataba de su antiguo maestro del clan lasombra, el que hace ya más de cien años, estuvo a punto de guiarla a un camino de frialdad y destrucción inmisericorde. ¿Cómo había sobrevivido a la batalla de Constantinopla? No eran pocas las historias de vástagos de los cuales solo había sobrevivido un pedazo de tejido de sus cabezas, y desde allí se habían regenerado. Ahora estaba frente a ella, intacto, con su mismo hermoso rostro y sus imponentes vestiduras de la inquisición. Con una mirada aun más álgida que como lo había conocido siendo solo una niña.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -La camarilla<ST1:P me envió por un encargo que usted tenía-respondió ella mostrando una insignia ilusoria.<o:p></o:p>
    -¿Quién la envía?<o:p></o:p>
    -…El justicar de Viena señor.<o:p></o:p>
    -…Bien, la carta está en la biblioteca, seguro usted sabrá reconocerla cuando la busque.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    La niña enseguida comprendió que esa última frase provenía de la desconfianza de su interlocutor. Sin embargo, si podía entrar a la biblioteca, por lo menos ganaría el tiempo necesario para que su compañera obtuviera la información restante. Tranquilamente fue conducida hasta la enorme biblioteca, sin ninguna pista de que qué estante o libro podría estar su objetivo, y las puertas fueron cerradas tras ella. Estaba claro, si no lograba encontrar la carta en el tiempo en que ellos esperaban que lo hiciera, sospecharían de ella y podrían terminar capturándola. Todo dependía de su compañera ahora.<o:p></o:p>
    Sariah, habiendo visto lo último desde que Aran salió de la oficina. Rápidamente se escabulló hasta encontrar algún fraile de aspecto importante que estuviera solo, lo capturó y apuntó su cimitarra a su cuello. No podía atacar al Abad, ya que si iniciaba una batalla, todos terminarían descubriéndola.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -¿Donde está la carta?<o:p></o:p>
    -¡Ah!, ¡No!<o:p></o:p>
    -Dímelo y vivirás.<o:p></o:p>
    -Eh…en la biblioteca…<o:p></o:p>
    -¿Qué parte?<o:p></o:p>
    -Los…los libros de historia, tercera fila a la derecha.<o:p></o:p>
    -Bien.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Y, rompiendo su promesa, cortó su garganta, tomó algo de sangre y lo escondió en un armario. Luego salió del recinto y buscó una ventana que coincidiera con la biblioteca. Al parecer, los frailes nunca esperaron su presencia, pues una vez tocó la escotilla de la ventana y su amiga pudo abrir, lograron escapar con la carta en cuestión de minutos.<o:p></o:p>
    Cuando llegaron de vuelta al carruaje, ya en una posición segura, cerca de la hora de salida del sol, por fin ambas pudieron aclarar lo más importante.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -Camila, no sé como sabes de la existencia del libro de Noth, pero el sabbat me ordenó encontrarlo, y con esta carta eso haré.<o:p></o:p>
    -Yo también tengo la misión de encontrar el libro de Noth, no por una secta o una facción. Sino por que algo superior me lo ha encomendado.<o:p></o:p>
    -No me importa que Allah te lo halla ordenado. ¡Yo cumpliré mi misión!, ¡Es mi contrato como assamita!<o:p></o:p>
    -Sariah…no quiero pelear contigo…<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    La joven árabe frunció el ceño de su rostro cubierto.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -Si logro obtener ese libro y terminar mi entrenamiento. Podré curar lo que sea. ¿Tienes alguna enfermedad? Podré curarla. ¿Tienes algún trastorno en tu mente? Podré quitártelo. ¿Hay alguien a quién desees revivir?, ¡Podré hacerlo! <o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Fueron esas últimas palabras, las que hicieron cambiar completamente la expresión de la asesina.<o:p></o:p>
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    -Mi sire. Murió en kupalá. Tengo sus cenizas, en esta ánfora. ¿Podrás hacerlo?<o:p></o:p>
    -Si, por favor cree en mí.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Y así, por primera vez en su vida y en su no vida. Assis decidió creer en algo que no estaba frente a sus ojos, y juntas partieron en la mayor misión, de sus vidas.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    Mientras tanto, en una montaña alejada del mundo, el maestro de Camila contemplaba las estrellas, solo tratando de invocar alguna esperanza en el futuro.<o:p></o:p>
    <o:p></o:p>
    -Solo quisiera saber… ¿Qué esperas de nosotros?...Saulot.<o:p></o:p>
     

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