Otro Alma Artificial

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Sonia de Arnau, 9 Abril 2016.

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    mastermystery

    mastermystery el enigmático

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    Ha pasado lo que temía Evel y Fabián se ha enterado de la existencia de ambos androides ,aunque ya solo era cuestión de tiempo .Espero que ambos robots puedan llegar a la gasolinera y encontrarse con Marino antes de volver a ser interceptados por los militares , aunque viendo que Andro ya fue capaz de atacar humanos es verdad que podria ser algo peligroso.También me gusto conocer las infancias de Berilio y Kevin , permitiendonos conocer más como eran y que características de ellos se tranfirieron a los androides .En fin se nota que ya estamos cerca del final y solo queda esperar que nuevas sorpresas traeran los siguientes capítulos.
     
    Última edición: 23 Febrero 2018
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    Hola. Ha sido un capítulo muy bueno y muy revelador. Nos muestra aspectos que no conocíamos sobre las vidas de Belirio y de Kevin, y se encuentra una gran similitud entre ambos. Antes de conocer a Klaus, sus vidas eran "miserables" si se les puede llamar así, y al conocerlo, ambos obtuvieron una luz de esperanza en sus vidas. No me quiero imaginar lo que habrá sufrido Klaus cuando ellos murieron.

    Tengo una gran curiosidad por ver que tanto se involucró Kevin en el desarrollo de Ruber (el andro original de Klaus). Porque se nota que a el le gustaba mucho los conocimientos que Klaus le compartía, y me gustaría saber si llegó a participar un poco en la creación del robot o si solamente hizo el diseño del robot.

    Tal vez Klaus quería construir un robot para que fuera un amigo (como él lo había sido con Belirio), y lamentablemente, Kevin murió antes de que se pudiera terminar el proyecto. Lo que no me queda muy claro es por qué se creó a un segundo Andro, dado a que Ruber no parece tener ningún defecto además de que comparte características sentimentales de Kevin o de Belirio. Hay tantas cosas que me gustaría saber, pero sé que se irán respondiendo poco a poco.

    Me preocupa lo que Andro hizo. Él claramente es un peligro, lo cual me hace preguntar otra vez por qué Klaus lo creó de esa manera. Aunque bien, Fabián debería reconocer que una inteligencia artificial que emula la mente de un niño se habrá asustado al escuchar que varias personas se acercaban a su casa. Podría haber hecho las cosas de una mejor manera, parecería que lo hubiera hecho a propósito para tener una excusa para llevarse a los robots y usarlos a su antojo. A ver que es lo que ocurre con ellos cuando Marino los encuentre.

    Eso será todo por ahora. Me ha gustado el avance de la historia hasta el momento. Saludos.
     
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  3. Threadmarks: Capítulo 14
     
    Sonia de Arnau

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    Alma Artificial
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
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    Palabras:
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    Penúltimo capítulo de Alma Artificial



    Capítulo 14



    La historia de un niño y un robot

    ¿Tú eres Kevin?

    No… ¿tú eres Andro?

    No…

    ¿Quién eres entonces?

    ***​

    —Kevin, ¿te gustaría ir a vivir conmigo? —preguntó Val al niño.

    Él ya habló sobre el tema de adoptarlo con la directora. Y aunque ella estuvo de acuerdo, no quería obligar a Kevin a ir con él si no lo deseaba.

    —Hijo, te prometo que este hombre es una buena persona —aseguró María Dolores al observar el dubitativo rostro del niño.

    Kevin observó a Klaus; le había divertido mucho hacer aquellos experimentos con él. A diferencia de los anteriores adoptivos, llegó a entablar un poco más de confianza con Klaus. Lo pensó. Desde su última adopción, temió que llegarán peores personas. Sin embargo, aquella persona de negro, le gustaba, así que al final asintió, iría con él. Tal vez, por fin, aquel sueño de conocer una vida feliz y normal se cumpliría a su lado. El día siguiente se hicieron los tramites correspondientes y Kevin, de pasar a no tener un apellido, pasó a portar el nombre Val.

    Klaus contrató a una señora para que lo cuidara cuando él tenía que salir lejos debido al trabajo, aunque procuraba estar en casa con él lo más que pudiera.También contrató a maestros privados para que le enseñaran en casa por recomendación de un especialista, Kevin mostraba signos de baja-autoestima y nerviosismo intenso por lo que era inconveniente estar donde mucha gente. No deseaba que saliera, no en ese momento porque se dio cuenta que Kevin u otra parte de Kevin solía ser algo violenta.

    Klaus Val ya había comenzado con su proyecto de crear un androide con la apariencia de su mejor amigo; Belirio Fucus, empezó a hacerlo. Sin embargo, después de conocer a Kevin y comenzar a saber el trauma que tenía por su apariencia y la triste soledad que eso le producía, decidió cambiar el diseño de su creación. Le haría un hermano mayor, alguien que siempre estaría a su lado a pesar de los problemas que Kevin le diera. Un compañero idéntico a Kevin para que no se sintiera solo.

    —Kevin, si hiciese un robot de tu edad, ¿cómo lo llamarías? —cuestionó Klaus mientras manejaba.

    —¿Crearás un robot? —contestó el niño con una pregunta, su emoción no cabía en sí que miró a su padre adoptivo con ojos brillosos—. Siempre me han gustado los robots.

    —Sí, pero necesitará un nombre. ¿Cómo le pondrías?

    —Sí yo fuera un robot, me gustaría llamarme Andro.

    —¿Andro?

    Kevin asintió y luego añadió:

    —Es más, ¿puedes llamarse así desde ahora? Mi nombre nunca me gustó. Andro se escucha más genial…

    —Pero Kevin es un nombre muy bonito.

    Kevin cruzó los brazos no muy contesto

    —¿Qué te parece si le ponemos Andro al robot que construiré? Por cierto, que esto quede entre tu y yo y se mantenga en secreto, ¿te parece?

    Kevin asintió mientras sonreía. Era un buen chico. Aunque solía despertarse por las noches, sonámbulo, llorando por aquellos malos recuerdos y experiencias. Le daban ataques de pánico. Lo estuvo llevando con un especialista para que lo ayudara a superar esos traumas.

    —¡Qué mi nombre es Andro! Andro —gritó mientras arrogaba con gran rabieta el plato lleno de comida, ensuciando el suelo.

    —Pero muchacho, tranquilízate —dijo Margarita, a quien Klaus contrató para que cuidara de él cuando fuera a trabajar. Ella era paciente con él porque el señor Val ya le había comunicado sus repentinos cambios de humor. Sin embargo, a veces no sabía como lidiar con el muchacho. Mas lo que parecía siempre molestarle era que lo llamaran por su nombre. Era como si el niño lo odiara—. Ese es tu nombre, hijo.

    —¡No! ¡No es verdad!, mi nombre es...

    —Kevin —dijo Klaus desde la cabecera de la masa. Con voz tranquila—. Tú eres Kevin. ¿Sabes por qué?

    Kevin miró a Klaus.

    —Porque Andro está abajo —susurró.

    —Vamos come —invitó el mayor.

    —No tengo hambre —dijo con voz baja. Para ese momento, su rostro ya se había apaciguado.

    —Debes comer si quieres crecer grande y fuerte —Una vez que la mujer se hubo retirado a la cocina—. Ya estás a salvo. Aquí estarás bien.

    —¿Puedo ir a verlo? ¿A Andro?

    —Sí, cuando esté listo podrás jugar con él.

    Los días transcurrían. Todo parecía normal. Kevin ya se había acostumbrado un poco a ese lugar, a la vida que le estaba dando Klaus.

    —Papá… —Ya tenía un mes viviendo allí y todavía le costaba llamarlo de esa forma.

    —¿Sí?

    —¿Cuándo podré ver a Andro?

    —Cuando esté terminado.

    —¿Y falta mucho para que lo esté?

    —Un poco.

    Estaba ansioso de poder jugar con él. Klaus le hizo saber que se parecería a él. Y que sería su hermano gemelo. Ya quería verlo y lo demostraba al contar los días. Por el contrario, Klaus continuaba avanzando con el proyecto a la vez que iba a convenciones y juntas. Los días transcurrieron. Sus energías ya no le rendían tanto como antes, cada vez que llegaba a casa llegaba con tal cansancio que solo quería descansar. Saludó la señora Margarita y se fue directo a desplomarse en el sofá. A los pocos minutos, Kevin llegó corriendo hacia donde él, le sonrió y se sentó a un lado de él.

    —¿Cómo estuvo tu día? —preguntó el mayor al menor.

    Kevin solo movió la palma de la mano, simulando un “más o menos”.

    —¿Y a ti?

    Klaus hizo la misma seña.

    —¿Cuánto falta para que Andro despierte?

    —¿Estás ansioso de que lo haga ya? Todavía está en fase primeriza, por lo que no está ensamblado así que tomará un poco más de tiempo —observó como Kevin parpadeaba y luego le enseñó algo.

    —Hice este dibujo de él.

    Klaus observó aquel dichoso dibujo. Un robot con su nombre.

    —Es para ti —terminó.

    Klaus lo tomó y la aflicción lo invadió al igual que los deseos de terminar a Andro antes de que el partiera, no quería irse sin antes dejarle una parte de él.

    —Kevin —lo llamó y continuó—.Los humanos somos criaturas frágiles y, morimos, esa es la naturaleza y destino de nosotros, los seres humanos.

    Él lentamente moría. Los médicos le dieron como máximo tres años de vida. Y aunque deseara ver a Kevin progresar, crecer y convertirse en un adulto, sabía que le era imposible pero le dejará una parte de él en Andro. Aquel robot; aquella inteligencia artificial se convertiría en su apoyo. Con esa finalidad lo estaba creando, para que Kevin no se sintiera solo.

    —Pero, tú no vas a morir —dijo Kevin con voz apagada.

    Klaus acarició la cabeza de él, y agregó:

    —Todos lo hacemos. Algún día dejaremos de existir porque solo somos polvo. Algún día yo no estaré aquí.

    Se levantó para bajar al laboratorio y así continuar con su proyecto. Un mes después, al regresar de con María Dolores ocurrió aquel catastrófico accidente. El impacto había sido tan fuerte que casi perdió la conciencia, miró a su derecha, estaba preocupado por Kevin, está mal, su hijo estaba perdiendo mucha sangre. Ignorando el pedazo de metal que había atravesado su pierna izquierda, intentó abrir la puerta la puerta y salir de ahí al rescate de Kevin.

    —Kevin…—susurró, preocupado todavía más al ver que la puerta desistía de abrirse—. Aguanta, Kevin… —tosió sangre y quedó inconsciente al por fin abrir la puerta.

    Kevin no murió, sin embrago, quedó en coma. A su petición, o mejor dicho, dando una buena cantidad de “donación” a las comunicadoras, se evitó nombrar que en el vehículo estaba un niño. Una semana después, Klaus pidió que llevaran a Kevin a la casa, había acondicionado su cuarto de tal manera que lo dejaran ahí. Margarita lo ayudaba en las terapias; masajendo y moviendo sus brazos como piernas para que no perdiera la movilidad. Klaus iba para hablarle y leerles mientras le contaba como iba con su proyecto.

    Literalmente se acortó la poca vida que le quedaba, días sin comer, largas noches en vela, el estrés, la preocupación y la tristeza que le embargaba su corazón de ver todos los días aquel estado en que se encontraba su hijo, lo destruyó. Pero cada poro de energía que le quedaba se la dedicó a terminar su mayor creación. Su robot perfecto. Su deseo era que por lo menos cuando Kevin despertara, Andro ya estuviera al cien por ciento. Le daría esa sorpresa. Ese sería su regalo.

    Poco después, por alguna extraña razón al llegar a casa después de un fin de semana en una reunión, al bajar al laboratorio se llevó la nada grata sorpresa de ver la capsula, donde se suponía debía estar Andro, vacía. Salió a buscarlo. Había despertado antes de lo previsto. Al final lo encontró en la casa de una niña de la que se hizo amiga.

    En el carro, camino a la casa Val, Ruber preguntó:

    —¿Puedo hacerle una pregunta, señor? ¿Por qué nací? ¿Por qué estoy aquí?

    —Porque te cree con un propósito —contestó.

    —¿Cuál es?

    —Es hacerle compañía a mi hijo, a Kevin. Estar a su lado en las malas y en las buenas. Ayudarlo. Apoyarlo cuando él despierte.

    Una ver llegaron a casa, Klaus guió a Andro hasta donde Kevin postrado en cama. Poco después, lo llevó al laboratorio antes de que Margarita lo viera. Meses después Klaus enfermó de gravedad a tal punto en que se vio en la necesidad de estar internado en el hospital, siendo vigilado las veinticuatro horas del día. A los cuatro días, Kevin despertó. Le alegró tanto de tener esa noticia.

    —¿Lo quiere ver? —preguntó la señora Margarita—. Lo primero que hizo fue preguntar dónde estaba su padre. Lo calme un poco. Los médicos lo están atendiendo bien y aunque en un principio se negó, desistió al decirle que cuando estuviera bien volvería a verlo.

    —No —respondió él—. No quiero que me vea en este estado. Ya lo veré cuando este mejor…

    —Yo… a mi me gustaría que lo viera ya —Ambos lo sabía. Klaus ya no volvería a estar mejor—. Él insiste tanto en verlo que a veces no quiere comer hasta verlo —La mujer se entristeció de verlo en ese estado—. Le tengo que mentir para que pruebe algo de comida.

    —Dame unos días. Antes, tengo que pensar en que hacer con ellos.

    —¿Con ellos? —preguntó, extrañada.

    —¿Puede conseguirme dos hojas de papel y un bolígrafo?

    Margarita fue a buscar lo pedido. Ese mismo día, en la mansión Val, Kevin andaba por la casa, aburrido. Extrañaba a su padre y lo que deseaba era verlo, se lo había dicho a Margarita, pero ella le mencionó que por ahora su padre no podía, que aún estaba en recuperación, pero que muy pronto podría ir a verlo.

    Intentó abrir la puerta pero estaba estaba cerrada con seguro. Le dio curiosidad, haló el pomo de la puerta pero ésta no cedía. Tenía acceso a toda habitación de aquella mansión, entonces, ¿por qué a esa no? Juraría que escuchó el deslizarse de algo.

    —¿Hay alguien ahí? —cuestionó mientras pegaba su oído para prestar más atención y se sorprendió al escuchar a alguien preguntarle:

    —¿Quien eres? ¿Tú eres Kevin?

    —No…—respondió el niño—. ¿Tú eres Andro?

    —No —Fue la contestación del del otro lado.

    —¿Si no eres Andro, quién eres entonces?

    —¿Yo? Mi nombre es Ruber. Tú si debes ser Kevin, eres el que estaba dormido, ¿no es verdad?

    —¿Y tú, no deberías ser entonces Andro? ¿El que también estaba dormido?

    —No..., yo me llamo Ruber.

    —Entonces yo debo ser Andro. Si tú no lo eres, yo lo soy... No volveré a ser Kevin.

    —¿Por qué? ¿Por qué no te gusta tu nombre? Es un bonito nombre, Kevin.

    Kevin no contestó nada. Estaba confundido. No le gustaba su nombre porque le recordaba aquel niño que sufrió, al que todos molestaban, al que maltrataban, y cada vez que lo recordaba, amargura lo invadía. Ahora era deferente, ahora vivía un mejor vida, tenía otro apellido... era otra niño, entonces por qué no también tener otro nombre.

    —A mí, me gustaría ser Andro, lo seré hasta que papá vuelva, porque a él si le gusta mi nombre, a él si le gusta Kevin —respondió el niño.

    —¿Y dónde está él? —preguntó Ruber, acercándose a la puerta; deseaba verlo, quería ver despierto a ese niño que había visto en cama.

    —En el hospital —contestó Kevin con voz ronca—. ¿Por qué no sales a jugar conmigo? Estoy aburrido. Quiero verte, quiero saber como eres.

    —Debería, ¿verdad? Pero, él… mi padre, él me dijo que no me moviera de aquí hasta que alguien viniera a recogerme. Que por ninguna circunstancia saliera hasta que alguien viniera… Kevin —susurró el nombre. Él ya se había ido. Sin embargo, día tras día iba a intentar sacarlo, pero él se rehusaba. ¿No era su propósito estar a su lado? Si era así, ¿por qué Klaus le ordenó que se quedará en esa habitación esperando por alguien que no conocía?

    Poco después, tras nueve días, se le hizo extraño que Kevin/Andro no fuera a verlo. Se acercó a la puerta, no lo escuchaba. Al día siguiente sucedió lo mismo. Pero un buen día...

    —Ruber… es tu nombre, ¿verdad? —escuchó la voz del niño desde la oscuridad. Su voz era algo áspera—. Me das envidia, Ruber. ¿Sabes lo qué es la muerte?

    —Sí. Eso significa que algo ya no tiene vida y que ya no se volveré a ver más. Se trata del final de un organismo vivo.

    —Tal como me lo imagine —dijo el niño—, no sabes lo que es. La muerte es algo que te deja con un hueco en el pecho —lo escuchó con voz temblorosa.


    La mentira de un robot


    Aquel día Andro se levantó primero al escuchar a Marino ir y venir por la casa.

    —Siento despertarte —dijo Marino en voz baja al verlo levantado.

    Andro era un robot así que no debía importar si dormía o no, así que se lo hizo saber a Marino. Este último solo sonrió.

    —¿Adónde va? —terminó por preguntar el pequeño.

    —Debo ir a trabajar, así que —miró a Andro y continuó—, ¿puedo dejarlos solos por un par de horas? Intentaré no tardar.

    —Usted vaya con cuidado, estaremos bien.

    Marino se acercó y tuvo la necesidad de acariciarle la cabeza, cosa que tomó por sorpresa al jovencito.

    —Volveré.

    Miró a Ruber, acostado en el sillón, simulando dormir. “¿Por qué un robot tiene que dormir?” se preguntó mientras fruncía el ceño con molestia. Nunca entendería el hecho de que Ruber deseara comportarse como un humano. Era un robot, era por mucho superior a ellos, no tenía las debilidades que la raza humana poseían. ¿Por qué una inteligencia artificial perfecta desearía poseer las imperfecciones de un ser humano?

    ¿Por qué? Pensar en eso hacía que aborreciera a Ruber. Él como daría ser como él, ser el verdadero y autentico Andro.

    Decidió salir para despejar la mente y al hacerlo, un hermoso cantar llamó su atención, Andro se giró para ver una jaula colgada, era un pequeño ave que comenzó a mirarlo y luego cantar. Andro se subió a una silla de plástico, abrió la jaula y tomó al pájaro con cuidado. Al ver ahí, en cerrado, le dio un poco de lastima, arrojó la jaula al piso y bajando de la silla dejo a la pequeña ave que era libre y la alzó para que ésta volara. El animal aleteó pero volvió a caer al suelo.

    —Así que no puedes volar —susurró.

    ¿Por qué aquella ave cuyas alas fueron cortadas debía seguir viviendo? Nunca podría ser libre.

    Y allí estaba de nuevo. Ese sentimiento, esa sensación. ¿Por qué? Dirigió la vista hacia una caja llena de botellas para reciclar, de ahí tomó un bote blanco. Volvió la vista de nuevo al ave y tragó saliva. El animal estaba indefenso. Andro se acercó lentamente y acuclillándose lo volvió a tomar.

    Estaba mal lo que iba a hacer, lo sabía, pero… metió al ave dentro y cerrando el bote observó como se movía el pájaro con desesperación.

    …tenía la necesidad de hacerlo porque recordó que él era superior; era un robot al que las emociones no debían afectarle. Era un robot. Ya no debía tener sentimientos, ni odio, ni miedo, ni felicidad, ni lastima, ni nada. Fue detenido por Andro, quien lo liberó. Lo vio con seriedad, preguntándose porqué se preocupaba por una pequeña e insignificante vida cuando ni siquiera sabía realmente lo que significaba lo que estaba haciendo.



    Fin del capítulo 14
    Todavía existe un capítulo más para responder a sus dudas, si tienen alguna, así que, no duden en hacérmelas llegar y yo intentaré aclararlas
     
    Última edición: 3 Junio 2018
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    mastermystery

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    Me encanto este capítulo pues en el se resolvieron muchos misterios ,ya que por fin sabemos el motivo por el que Val creo a Ruber y como paso este sus últimos meses de vida , ademas me parecio interesante el encuentro entre Kevin y Ruber , aunque me pregunto ¿Qué paso con Kevin? Pues el no murio en el accidente y al final desperto del coma .¿Seria posible que Andro tenga alguna relación directa con él? y por eso ambos "gemelos" no quieren ser separados .En fin ya estamos muy cerca del final y no puedo esperar para ver como se resuelven todos los misterios e lo que pasara a ambos androides.
     
    Última edición: 2 Junio 2018
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    Agus estresado

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    Hola. Ya me había olvidado de esta historia. Me alegra que hayas actualizado, y de que estemos cerca del capítulo final. La verdad es que ha sido una historia disfrutable, pese a ser breve.

    Finalmente se respondió la duda que tenía desde el principio, y ahora conozco el propósito de Ruber. Fue un acto muy noble de parte de Klaus el querer ayudar a Kevin, e incluso de construirle un robot para que lo acompañe por el resto de su vida. Estoy seguro de que la convivencia con la niña, y el tiempo que pasó con Kevin fueron los que hicieron que Ruber desarrollara deseos de ser humanos. Pese a ser un robot superior a ellos, estos eran su única compañía, e imagino que querría ser como ellos debido a los sentimientos que formó por convivir junto a ellos. O tal vez me equivoque, pero es lo que creo.

    Ahora bien, ¿qué sucedió con Kevin? y ¿en qué momento fue creado Andro y para qué propósito? Me imagino que tiempo después, Kevin murió y ahora Klaus veía como Ruber experimentaba lo que él no quería que le ocurriera a Kevin, que era estar solo. Y de esa forma, creó a Andro para que le hiciera compañía. Ahora bien, el por qué quería que Andro fuera con Marino mientras que Ruber iría con Evelina sí que sigue siendo un misterio. Si estaban hechos para estar juntos, ¿por qué separarlos?

    Por un momento llegué a pensar en la teoría de que Ruber se sintiera solo y que él mismo creó a Andro para que le hiciera compañía, pero el asunto de las cartas de Klaus a Marino y a Evel anulan esa teoría.

    Ahora solo queda ver que pasará con los niños, y ver que es lo que Marino y Fabian harán con ellos cuando lleguen hasta su escondite. Espero ansioso por el momento en que publique el capítulo final.

    Te marcaré unos errores que encontré:

    Eso será todo por ahora. Saludos.
     
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